jueves, 22 de diciembre de 2016

1910-1920: Década de formación del fútbol en Puerto Rico

1910-1920: Década de formación del fútbol en Puerto Rico
Por Edwin R. Jusino

Foto del Blue Book de Puerto Rico, 1918, en la página 444, El libro de Puerto Rico, de G.V. Keelan.

La historiografía sobre el deporte fútbol o balompié, considerado alrededor del mundo como el deporte rey, en Puerto Rico es poca, y trabajada por historiadores aficionados.[1] No obstante, esta labor ha sido de suma importancia y relevancia. Después de todo, si no fuera por personas tales como el profesor Luis Reinaldo Álvarez, Tony Lorenti, el primero un ex jugador y profesor universitario en la actualidad y el segundo un periodista e historiador del fútbol en Puerto Rico, entre otros no tendríamos ningún record escrito sobre la trayectoria de este deporte en nuestra Isla.

En cuanto a cuando el deporte fue introducido a Puerto Rico es cuestión de debate hasta el día de hoy. Álvarez y Lorenti, en su libro Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) señala que “No es hasta la década del 1910, en plena dominación norteamericana, cuando comienza a jugarse al fútbol en forma organizada”.[2]

Es importante notar que el deporte del fútbol va a ser usado como una herramienta para contrarestar la imposición de la cultura estadounidense. Reportes de periódicos de la década resaltan en varias ocasiones enfrentamientos entre equipos de nativos, y equipos formados por extranjeros, en especial el Celtic.[3]

Ese mismo año se organizó otro equipo de fútbol, los Celtics, formado por norteamericanos, quienes celebraron una serie de encuentros con los equipos activos de la época... Los Celtics, creados para enfrentar al ya famoso equipo San Juan FC, formado por jugadores españoles y criollos, realizaron una exitosa serie a siete juegos.[4]

Según el texto de Álvarez y Lorenti el foco de desarrollo del deporte comenzó en San Juan. Siendo que San Juan es la principal entrada al país, esto no debe sorprender. Igualmente, al estar principalmente centrado en la capital, el deporte rey, no estaría desvinculado a los sucesos políticos y sociales que afectaban a la isla. En especial la Primera Guerra Mundial.

La participación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial influyó en el desarrollo de los deportes en Puerto Rico. Parte del programa de adiestramiento de los jóvenes puertorriqueños llamados a filas era la práctica del deporte, y muchos aprendieron a jugar algún deporte por primera vez en sus vidas.[5]

Es importante notar que la Primera Guerra Mundial tuvo un gran efecto en el deporte a nivel mundial, en especial en Europa. El fútbol, que había surgido en Europa, se veía en una crisis por el estallido de la guerra. Javier Estepa, periodista del periódico deportivo español MARCA, escribió en el 2012 un artículo relacionado al fútbol mundial durante la Primera Guerra Mundial. Estepa presenta fotos, y varias historias de diversos lugares de Europa; concentrándose más en Inglaterra. Allí los atletas que practicaban fútbol se les consideraban como “traidores” si no se enlistaban en el ejército:

A partir de 1916 el campeonato se detuvo por los acontecimientos que estaban ocurriendo en el transcurso de la I Guerra Mundial. ¿Uno de los motivos? Muchos futbolistas profesionales que jugaban en Inglaterra fueron enviados a luchar. A los que no fueron inicialmente les llamaron"traidores".

Eran los clubes de fútbol los que decidían si su jugador iba o no a la guerra. Tenían la última palabra y muchos de estos clubes decían 'no'. Se produjo un gran revuelo en aquellos años y muchas críticas porque la gente consideraba que los jugadores no eran privilegiados y, por lo tanto, no debían tener un trato de favor.[6]

Por lo visto, mientras en Europa el deporte se paralizaba debido a la Primera Guerra Mundial, en Puerto Rico fue un evento que, como consecuencia, impulsó el desarrollo de la práctica entre los puertorriqueños.[7] Es de importancia notar que los predios del Castillo San Felipe del Morro, entonces un fuerte militar estadounidense, sirvió como escenario para la práctica del balompié o fútbol. Tres años antes de que comenzara el conflicto bélico mundial, en Puerto Rico se realizó el primer partido de balompié, según Álvarez y Lorenti.

En febrero de 1911 se organizó el Comercio Sporting Club. La organización estaba integrada por dueños y empleados de los comercios de San Juan[8].

Emilio Huyke, citado previamente, profundiza sobre la práctica del deporte de balompié o “fútbol español”, como él le llama en su libro Los Deportes en Puerto Rico. Huyke dice lo siguiente en relación al desarrollo del deporte de fútbol en Puerto Rico:

Después de la guerra Hispano-Americana, como ocurrió con muchos otros deportes, vino una etapa en que se compitió esporádicamente. Los deportes en que competían los norteamericanos recibieron mayor impulso que aquellos en que no competían. De ahí que ésta fuera la etapa de desarrollo del atletismo, del béisbol, y del baloncesto.[9]

Huyke, sin embargo, afirma que el deporte fue introducido a Puerto Rico por los españoles.

El fútbol se comenzó a jugar en Puerto Rico 'desde tiempos de España'. Los españoles residentes en la isla interesaron a muchos puertorriqueños en el deporte y éstos lo acogieron con entusiasmo. Los partidos de fútbol atrajeron buenas concurrencias y despertaron el interés general por el deporte español.

Huyke afirma, como ya citado anteriormente, que la Primera Guerra Mundial impulsaría el deporte en Puerto Rico como nunca antes. Es importante notar que hay una contradicción de parte de Huyke en este sentido. Por una parte, afirma que la participación de los Estados Unidos, y por consecuente la de Puerto Rico en la Primera Guerra Mundial, influyó en la propulsión del deporte, pero por otro lado, afirma que en Puerto Rico los españoles popularizaron entre los criollos el deporte. También es importante resaltar que Huyke habla de la Primera Guerra Mundial como influyente en el desarrollo del deporte, en general, en Puerto Rico. Por otro lado, Huyke habla del 'alto inesperado' en la marcha de los deportes en Puerto Rico con la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.[10]

El planteamiento de Huyke, sin embargo, puede que tenga una validez en cuanto a la filosofía pedagógica principal de la época propuesta por John Dewey. Según Juan Rodríguez López, en Historia del Deporte, se indica al respecto que:

Explícitamente habla Dewey de los campos de deportes como uno de los lugares a donde hay que trasladar la educación, muy adecuado como tarea colectiva, organización y esfuerzo colectivo entre alumnos; los deportes son, también, actividad de los adultos, actividad importante de la sociedad adulta, si bien, no necesariamente trabajo.[11].

Los valores de organización, esfuerzo colectivo, y las tareas colectivas son muy importantes en cuanto a la milicia. Por lo tanto, como una filosofía imperante de la época en cuestión, es muy probable que haya sido una de las razones por las cuales se haya dado una prioridad a los deportes en cuanto al entrenamiento de las tropas del ejército estadounidense.

También hay que poner en contexto los sucesos políticos locales de la década, ya que el mismo texto de Álvarez y Lorenti sugiere que el balompié no estaría desvinculado a los sucesos políticos y sociales de la época. La historiadora, Elba Tirado de Delucca PhD, en colaboración con su esposo el profesor Jorge A. Delucca Pabón, en el libro Historia de Puerto Rico Siglo XX, presentan las primeras dos décadas (1900-1917) como un periodo de tiempo en el que se debate la ampliación de los poderes civiles en la isla tras la aprobación de la Acta Foraker.[12]

Por otro lado, las historiadoras Blanca Silvestrini y Maria Dolores Luque de Sánchez, en su libro Historia de Puerto Rico: Trayectoria de un Pueblo, presenta una década llena de luchas obreras[13], y de movimientos para adquirir una nueva carta orgánica, que a la postre, se lograría incluir la ciudadanía estadounidense en el 1917 con la aprobación de la Ley Jones.[14]


Es en este marco que el deporte del fútbol comienza a adquirir auge entre la población puertorriqueña, en especial las clases medias comerciantes. Álvarez y Lorenti presentan en su escrito la creación del primer club de Puerto Rico en el año 1911. El mismo, conocido como el Comercio Sporting Club, fue fundado por dueños y empleados de los comercios de San Juan.

En febrero de 1911 se organizó el Comercio Sporting Club. La organización estaba integrada por dueños y empleados de los comercios de San Juan. Presidió la entidad el Sr. J. López McCoard, su secretario, Ángel Nandín Lomba y el tesorero Juan Arana. El Club organizó dos equipo de fútbol...[15]

También estamos trabajando para formar nuestro team de Base-Ball y cuando la ocasión lo permita, estableceremos el equipo de Cricket, juego que es desconocido aquí. (1911, febrero 13).[16]


El periódico Boletín Mercantil de Puerto Rico reseñó aquel primer partido de fútbol[17] de los equipos del Comercio Sporting Club:

El domingo pasado tuvo lugar en la hermosa campa de El Morro cedida galantemente por el Capitán Mr. Field, de Infantería, al Comercio Sporting Club, un interesante match de foot-ball association, entre el 1ro. y 2do. team.[18]

Es menester resaltar dos aspectos. El primero, tanto Huyke como Álvarez y Lorenti presentan al deporte del fútbol como uno practicado y promovido principalmente por residentes de la isla de clase media alta. Sin embargo, Álvarez y Lorenti son los primeros en señalar que también lo practicaron asalariados. Esto es un contraste con el resto del mundo, donde principalmente, el deporte fue impulsado por las clases pobres y asalariadas en un principio.

El segundo aspecto importante de resaltar es la presencia, nuevamente, de la milicia estadounidense en el desarrollo del deporte del fútbol asociación o español. El Morro, que en aquel entonces era parte del sistema militar estadounidense, funcionó como el escenario de varios enfrentamientos reseñados por los diarios de la época. Los diarios que Álvarez y Lorenti citan son el Boletín Mercantil de Puerto Rico, el PR Eagle, el Puerto Rico Ilustrado, La Correspondencia, y la Democracia.[19]

Álvarez y Lorenti entran a comentar sobre el efecto de las luchas sociales de la época y su efecto en la práctica del balompié. Álvarez y Lorenti sugieren en su texto que la otorgación de la Ley Jones provocó un declive en las diferencias marcadas en la sociedad entre estadounidenses, españoles y criollos.

El fútbol recrea viejas rivalidades entre poblaciones, grupos étnicos y estratos sociales. Los partidos de fútbol son una oportunidad para dilucidar, zanjar, o solucionar problemas de supremacía entre unos grupos y otros. Estas rivalidades se ven alimentadas por los conflictos sociales, políticos o culturales, y es en los juegos de fútbol donde se desatan grandes pasiones, a veces con episodios de violencia. La afición al fútbol de los primeros años debe en parte su arraigo a la rivalidad surgida entre los tres grupos nacionales residentes en Puerto Rico: los norteamericanos (representados por los militares destacados en la isla), españoles (generalmente comerciantes y sus empleados), y criollos.[20]

En este primer extracto del texto de Álvarez y Lorenti se percibe que en el fútbol se manifestaba esa lucha entre los diversos sectores de la sociedad. No obstante, Álvarez y Lorenti sugieren que la aprobación de la Ley Jones en Puerto Rico en el 1917 no fue beneficiosa para el deporte. Se debe recordar que la Ley Jones del 1917 es la legislación federal que sustituyó la ley orgánica del 1900, conocida como la Ley Foraker, y que otorgó o impuso la ciudadanía estadounidense en el territorio de Puerto Rico.

La nueva ley intentó lograr una nueva vinculación sociopolítica de los puertorriqueños con los norteamericanos, reforzada con la implantación de la ciudadanía americana. Con la instauración de un gobierno civil de “ciudadanos americanos” y con la sustitución gradual de los militares por burócratas civiles se van haciendo menos marcadas las diferencias entre los tres grupos que practicaban al fútbol para la época. Esto, el terremoto del 1918 y el apoyo recibido por las escuelas y colegios privados para los deportes del bésibol y del baloncesto ayudaron al descenso de la práctica del fútbol durante los últimos años de la década.[21]

Esta aseveración de Álvarez y Lorenti contrasta marcadamente con lo presentado por Huyke, entorno a que la Primera Guerra Mundial ayudó a fomentar aún más el deporte del fútbol en Puerto Rico. La Ley Jones del 1917 es la legislación, como ya se ha mencionado, que otorga la ciudadanía estadounidense, y que, a su vez, permite que el ejército estadounidense comience a reclutar masivamente hombres en su mayoría de edad a las fuerzas armadas. Si no fuera por la legislación estas masas que fueron reclutadas no hubieran quedado expuestos al régimen de entrenamiento que fomentaba la práctica de algún deporte.

Parece también contradictorio que Álvarez y Lorenti, a la vez, afirmen que a pesar de la Ley Jones, el terremoto del 1918, etc., el fútbol se continuó practicando en Puerto Rico.

A pesar de lo antes señalado, en las Fiestas de Pueblo se continuaba la práctica de incluir entre las actividades atléticas de las festividades un partido de fútbol. Para finales de enero de 1917 se anunciaba en la prensa del país las Fiestas de Carnaval de Arecibo. En estas se incluyeron una serie de actividades, a saber: baile de coronación, baile de los artesanos, baile infantil, carreras de bicicleta, desfile, verbena, y un dia de competencias atléticas incluyendo un partido de baloncesto, y uno de fútbol. (1917, La Correspondencia, enero 31, p 4).[22]

Por tanto, no se puede afirmar que la Ley Jones del 1917 haya sido detrimental para la práctica del deporte rey. De hecho, se pudiera crear el argumento, basado en la evidencia que presentan Huyke, que la Ley Jones del 1917 tuvo el efecto contrario al que Álvarez y Lorenti alegan.[23]

Por otro lado, más allá de San Juan, el fútbol también se encontraba en otros ayuntamientos insulares durante la década según presentan Álvarez y Lorenti en su escrito. A pesar de que San Juan, por ser la capital, tal vez tuvo un foco principal en cuanto a la exposición en los medios de comunicación, el escrito de Álvarez y Lorenti presenta varios artículos de periódicos de la época que demuestran que se practicaba el deporte en otras localidades en la isla.

En el periódico El Águila de Puerto Rico, del 9 de abril de 1914, el Club Deportivo de Ponce anunciaba la planificación de un partido de fútbol entre dos equipos ponceños. Un par de meses más tardes se anunciaba en Ponce la venta de entrada para un juego de fútbol a celebrarse en el campo atlético de la ciudad entre el Ponce Sporting Club y los Celtics.[24]

El 31 de mayo se celebró el tan esperado encuentro. Los Celtics arribaron a Ponce bajo un torrencial aguacero que convirtió el campo de fútbol en un lodazal. Los Celtics, un equipo con mayor fortaleza física, derrotó al Ponce Sporting por 2-0. (1914, The Times, mayo 31, p.1).[25]

El campo atlético de Mayagüez va a ser teatro de una lucha sportiva, quizás la única que entre dos formidables de Foot-Ball se haya registrado en los anales deportivos de Puerto Rico. El San Juan F.C. Y el Club Deportivo Ponce van a encontrarse de nuevo, ansiosos ambos de lograr el codiciado título de campeón que hoy ostenta otro club.... Para aumentar el éxito de esta simpática fiesta, las directivas del San Juan F.C. Y el Club de Ponce, han regalado una Copa de Plata que con el campeonato pedestre de Puerto Rico se correrá en Mayagüez el mismo día.[26]

De Arecibo
Era domingo 6 del corriente. El día alboreaba cuando el silbido de la locomotora de un tren expreso, contratado por el Arecibo Sporting Club para conducir a los entusiastas del football al gran desafío que el team de Arecibo tenía concertado con el afamado team “España” de San Juan, llamaba a los expedicionarios... En tres mortales horas el tren expreso nos condujo a la bellísima San Juan.[27] Allá en el campo del Morro, que fue en otro tiempo teatro de batallas campales, se efectuó el reñido desafió. Nuestros bisoños y bravos muchachos del “Arecibo” lucharon con entusiasmo, pero se defendieron con el tesón propicio de su raza los simpáticos y amables muchachos del team “España”. Si hubiera sido posible los muchachos del tema “España” hubieran resultado vencedores...[28]

El “foot ball” americano es jugado por el regimiento y por los marinos. El clima es propicio a la popularización de este juego en Puerto Rico. Los españoles residentes en la Isla juegan el “foot ball” inglés. Los partidos principales en el España, el San Juan, el “Ponce Sporting Club” y el Guayama.[29]

Como se percibe en estos extractos, tanto del texto, como de periódicos presentados, del texto de Álvarez y Lorenti, el deporte se enfocaba mayormente en los centros urbanos de la isla. San Juan, Ponce, Arecibo y Mayagüez, principalmente eran los municipios donde el deporte se enfocaba. Esto se percibe principalmente en el extracto de Cadilla del Boletín Mercantil. El hecho de que se haya rentado un tren expreso para llevar, tanto a los fanáticos, administración y jugadores, hasta el islote de San Juan es un claro ejemplo del poder adquisitivo que tenían los clubes de aquella época. También el episodio que citan Álvarez y Lorenti donde se presenta una copa de plata en un partido entre Ponce y San Juan, en Mayagüez.


No obstante, según George Keelan, en artículo publicado en El Libro de Puerto Rico, Guayama también tenía un equipo para finales de la década, principios de la década de los 1920's. Por tanto, la tesis presentada previamente, tanto por Huyke como por Álvarez y Lorenti de que el deporte lo practicaban mayormente los residentes con poder adquisitivo, o lo que conocemos como clase media-alta, es afirmada por la presencia de fútbol en el municipio de Guayama, que era considerada como centro urbano de clase media alta.

Por tanto, se puede afirmativamente describir la década del 1910-1919 como una donde el fútbol tuvo su primer intento de desarrollo como algo más allá de partidos recreacionales entre amistades. Vemos a través de los periódicos de la época lo que sería el primer intento, de muchos subsiguientes, de darle una forma concreta al deporte; a pesar de los obstáculos que se presentasen en la segunda parte de la década. Se percibe el uso del deporte como un mecanismo para reclamar la identidad de Puerto Rico, por encima de los intentos de la transculturación e imposición de una cultura extranjera como lo era la estadounidense.

Además, los diversos escritos presentaron evidencias y argumentos de como los acontecimientos sociopolíticos locales, como internacionales, afectaron de una manera u otra el desarrollo del deporte; sea para bien o para mal. Se puede afirmar, luego de explorar esta década, que el hecho de que el béisbol y el baloncesto en Puerto Rico sean más populares que el fútbol se debe a dos factores importantes discutidos en las lecturas provistas para el ensayo. La primera, al fútbol estar vinculado con las clase media-alta, primordialmente, era visto como un deporte de la elite criolla. Mientras que el baloncesto y el béisbol son más afines y logran irrumpir en las clases populares de la isla, en parte por la segunda razón. La transculturación que ocurrió en Puerto Rico, y la imposición de costumbres anglo-sajonas, permitió la priorización de los deportes importados desde los Estados Unidos, por encima del que fuese promovido por los antiguos señores del territorio.[30]

Parece menester concluir con un fragmento del escrito de Álvarez y Lorenti, que afirma la conclusión presentada.

El fútbol así llegaba a sus primeros nueve años con una organización fundamentada en clubes deportivos que se creaban para la práctica y la promoción de deportes como el baloncesto, el béisbol, el rugby, el atletismo y el fútbol. A pesar de que el gobierno norteamericano en la isla privilegiaba los deportes que ellos dominaban, el fútbol irrumpió con fuerza en esta primera etapa de su desarrollo.[31]


Bibliografía
Periódicos
Boletín Mercantil de Puerto Rico febrero 13 de 1911.

Boletín Mercantil de Puerto Rico, marzo 21, 1911

Boletín Mercantil de Puerto Rico, abril 12 de 1915

Cadilla, F. G. Boletín Mercantil, verano 1915

Estepa, J. El fútbol y la I Guerra Mundial. Periódico MARCA, Diciembre 9 de 2012. Accesado en linea mayo 2 de 2015

Libros

Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007

Huyke, E. Los Deportes en Puerto Rico. Troutman Press, Sharon, Connecticut. 1991

Keelan, G. V. “Atletismo en Puerto Rico”, en El Libro de Puerto Rico. El Libro Azul Publishing. San Juan Puerto Rico. 1923

Silvestrini, B. y Luque de Sánchez, M. D. Historia de Puerto Rico: Trayectoria de un Pueblo. Ediciones Cultural Panamericana, Madrid, España.  1992

Tirado de Delucca, E. Historia de Puerto Rico Siglo XX. Imprenta San Rafael, Quebradillas, Puerto Rico. 1997

Rodríguez López, J. Historia del Deporte. INDE Publicaciones, Barcelona, España. 2000





[1]     Todos los que han trabajado investigaciones y escritos sobre el fútbol puertorriqueño hasta el momento no han recibido instrucción formal en el campo de la historia.
[2]    Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, página 48.
[3]    A pesar de que en la cita provista y referenciada en el punto 4 se explica lo que es el equipo Celtic, entiendo meritorio mencionar que el equipo Celtic pudiera haber recibido su nombre en honor al Celtic Football Club de Escocia, fundado en Glasgow, Escocia el 6 de noviembre de 1887.
[4]    Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, páginas 52-53.
[5]    Huyke, E. Los Deportes en Puerto Rico. Troutman Press, Sharon, Connecticut. 1991, página xii.
[6]    Estepa, J. El fútbol y la I Guerra Mundial. Periódico MARCA, Diciembre 9 de 2012. Accesado en línea, mayo 2 de 2015.
[7]    Debido a que Estados Unidos no entró a la Primera Guerra Mundial hasta abril 6, 1917, los efectos nocivos de la guerra no fueron directamente sentidos en el territorio de Puerto Rico (entiéndase invasión, destrucción de territorio, etc.) El hecho de que, en Puerto Rico, el Morro haya sido el foco principal del futbol no debe pues sorprendernos.
[8]    Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, página 48.
[9]    Huyke, E. Los Deportes en Puerto Rico. Troutman Press, Sharon, Connecticut. 1991, página 259.
[10]  Ibidem, página xiii.
[11]   Rodríguez López, J. Historia del Deporte. INDE Publicaciones, Barcelona, España. 2000, páginas 198-199.
[12]  Tirado de Delucca, E. Historia de Puerto Rico Siglo XX. Imprenta San Rafael, Quebradillas, Puerto Rico. 1997. Página 13 indica sobre el acta Foraker que: ...establecía un gobierno temporal, (aunque permaneció por diecisiete años), un Gobernador nombrado por el Presidente,un Consejo Ejecutivo, (Senado), de once miembros: seis del Gabinete del Gobernador y otros cinco nativos, (todos nombrados por el Presidente de Estados Unidos), tenía 35 miembros elegidos por el pueblo, medinte representación territorial. No establecía total separación de poderes pues seis miembros del Gabinete pertenecían a la Cámara Alta. Sólo nos dió la representación territorial.Su judicatura consistía en una Corte Suprema con cnco jueces, todos nombrados por el Presidente, un Comisionado quien representaría a Puerto Rico con un asiento en el Congreso, con voz pero sin voto…
[13]  Silvestrini, B. y Luque de Sánchez, M. D. Historia de Puerto Rico: Trayectoria de un Pueblo. Ediciones Cultural Panamericana, Madrid, España.  1992. página 410 indica que: Ante la fuerza del reclamo de reformas a la Ley Foraker en 1916 se presentó en el Congreso de los Estados Unidos un proyecto para promover una nueva ley orgánica. El panorama en el Congreso de los Estados Unidos parecía favorable a la aprobación de la medida. El presidente Woodrow Wilson exhortó a que se revisara la política hacia las posesiones norteamericanas, especialmente frente a la entrada inminente de los Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial. En un discurso en 1915 señalaba que la política hacia Puerto Rico y las Filipinas estaba muy relacionada con la seguridad nacional y los preparativos para la defensa. Se creía que ofreciendo algunas reformas se podía callar el resurgimiento del sentimiento independentista en Puerto Rico y el clamor de la opinión pública.
[14]  Ibidem, página 411.
[15]   Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, páginas 48-49.
[16]  Boletín Mercantil de Puerto Rico, febrero 13 de 1911.
[17]   Se entiende que este es el primer partido oficial realizado en Puerto Rico, no obstante, si se tiene en consideración que no se sabe cuándo, con certeza, entró el fútbol a Puerto Rico, se podrí argumentar que la teoría de Huyke de que lo importaron los españoles, significaría que antes del 1911 se habían ya realizado partidos. Incluso el artículo del Boletín Mercantil no especifica que este haya sido el primer partido de fútbol en la isla. Sino, que fue el primer partido realizado por el Comercio Sporting Club, el primer club fundado en Puerto Rico del que se tiene constancia y evidencia.
[18]  Boletín Mercantil de Puerto Rico, marzo 21, 1911.
[19]  En una búsqueda realizada en el archivo de microfichas de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano, no se encontró para las fechas de febrero-abril 1911 algún anuncio sobre el partido entre los equipos del Comercio Sporting Club en el diario La Democracia.
[20]  Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, página 67.
[21]  Ibidem, página 68.
[22]  Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, páginas 68-69.
[23]  La opinión de Álvarez y Lorenti no tiene una base para sustentar el argumento en contra de la Ley Jones del 1917, más allá de la posibilidad que ambos autores hayan tenido un punto de vista pro-independencia, y nacionalista. No obstante, es también meritorio mencionar que los periódicos de la época, tal como La Democracia, eran periódicos abiertamente politizados, por lo que también pudiera ser que el argumento sea un reflejo de la época; aunque la misma no esté sustentada con evidencia.
[24]  Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, página 54-55.
[25]  Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, página 55.
[26]  Boletín Mercantil de Puerto Rico, 12 de abril de 1915.
[27]  Es importante aclarar que San Juan, durante las primeras décadas del siglo XX, consistía mayormente de lo que hoy conocemos como el Viejo San Juan y Santurce. No es hasta la incorporación del municipio de Rio Piedras, en julio del 1951, al municipio de San Juan, que nace el San Juan moderno. Por tanto, esto explica porque el altiplano del Morro era el lugar preferido para practicar el deporte de fútbol.
[28]  Cadilla, F. G. Boletín Mercantil, verano 1915.
[29]  Keelan, G. V. “Atletismo en Puerto Rico”, en El Libro de Puerto Rico. El Libro Azul Publishing. San Juan Puerto Rico. 1923, página 442.
[30]  El deporte del fútbol fue introducido a España por los ingleses, por lo que, en mi opinión es una incongruencia que no se le haya dado prioridad al deporte del fútbol, excepto si tomamos en cuenta que el racismo institucionalizado de los Estados Unidos en las primeras décadas del siglo, tal y como es visible en las decisiones del Tribunal Supremo, conocidas comúnmente como los Casos Insulares (Downes v. Bidwell, Balzac v. Porto Rico, entre otros).
[31]  Álvarez, L. R. y Lorenti, T. Fútbol Puertorriqueño (Crónica de alegrías, sueños y desencantos) Museo Casa Roig, UPR Humacao. Humacao, Puerto Rico. 2007, página 76.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Sobre las banderas de Cuba y Puerto Rico

Rectificaciones Históricas:
Sobre LAS BANDERAS de Cuba y Puerto Rico[1]
Dedicado con gran aprecio al Lic. Antonio J. Molina.
Por
Dr. Armando J. Martí Carvajal
Profesor Adjunto
Departamento de Historia
Universidad Interamericana de Puerto Rico
© 2016

I
El 24 de julio de 1952 la Asamblea Legislativa de Puerto Rico decretó cual sería la bandera oficial del país:

Sección 1. –La bandera del estado Libre Asociado de Puerto Rico será la que tradicionalmente se ha conocido hasta ahora como la bandera puertorriqueña y que es rectangular, de cinco franjas horizontales alternadas, tres rojas y dos blancas y junto al asta un triángulo equilátero azul con una estrella blanca de cinco puntas. Este triángulo, por el lado vertical, abarca toda la anchura de la bandera.[2]

Con esta ley Puerto Rico, por primera vez, tuvo, legal y formalmente, su propia bandera. Al día siguiente, el gobernador don Luis Muñoz Marín, al proclamar el establecimiento del Estado Libre Asociado, la izó en el capitolio de Puerto Rico.

Aunque en la proclama no se establecía la tonalidad del azul del triángulo de la bandera, en la foto de la ceremonia en el Capitolio claramente se puede apreciar que el triángulo era azul oscuro. Ahora, en los últimos años, desde 1995 según Wikipedia,[3] muchas personas y organizaciones han usado banderas donde el triángulo es azul celeste. En múltiples conversaciones y declaraciones informales, porque no hemos encontrado ningún trabajo formal, se alega que la bandera azul celeste es la verdadera y que la versión de tono oscuro, que se ha estado usando desde 1952, es una alteración hecha, por una razón u otra, para que la bandera se pareciese más a la de los Estados Unidos. A pesar de la informalidad de esta reclamación, esta “historia” se ha propagado. Es imprescindible buscar cual es la realidad.

La respuesta, naturalmente, está en la Historia.

II
El origen de la bandera de Puerto Rico se da en los últimos años del siglo XIX, en el contexto de la lucha para obtener la independencia de España.

La Memoria de los trabajos realizados por la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano señaló que cuando comenzó la Guerra de Independencia de Cuba en febrero de 1895, “no existía en los Estados Unidos, ni en otro país alguno asociación ni organización política que tuviese por objeto preparar la Revolución de Puerto Rico por su independencia”.[4] Por lo tanto, el 22 de diciembre de 1895 en el Chimney Corner Hall de Nueva York, luego de “celebrar reuniones preparatorias” y de reunirse con Tomás Estrada Palma, dirigente del Partido Revolucionario Cubano, se celebró una asamblea en que “quedó solemnemente constituida la Sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano”.[5] Entre los cincuenta y tantos puertorriqueños que asistieron a la asamblea estaban, Manuel Besosa, José Julio Henna, Juan de M. Terreforte, Roberto H. Todd, Arturo A. Schomburg y Sotero Figueroa.[6] Estos eligieron como presidente al doctor Henna y a Terreforte como vice-presidente. El resto de la directiva quedó compuesta por Manuel Besosa y Sotero Figueroa, vocales, Gumersindo Rivas, secretario de actas, y Gerardo Forest, secretario de correspondencia. La asamblea eligió, en ausencia, como Delegado General al doctor Ramón Emeterio Betances.[7] En adición, en las actas de la reunión aparece que,
Terreforte, uno de los supervivientes del grito de Lares, presentó la nueva bandera que es de la misma forma que la cubana, con la diferencia de haber sido invertidos los colores: franjas blancas y triángulo azul en vez de rojo, con la misma estrella blanca solitaria en el centro.[8]
Este hecho aparece mencionado nuevamente en la memoria que redactó Roberto H. Todd y refrendó José Julio Henna al finalizar las funciones de la organización en 1898:
Acordosé además por la Asamblea adoptar como bandera de Puerto Rico el mismo pabellón cubano con los colores invertidos, esto es: listas blancas y rojas y el triángulo azul con la estrella solitaria blanca…[9]

Esto, evidentemente, lleva a la otra controversia sobre la bandera, quién fue el creador de la bandera.

III
La discusión sobre el diseñador la bandera ha perdurado por años, resurgiendo periódicamente. A través del tiempo la paternidad de la misma se le ha atribuido a don Juan Terreforte, a don Manuel Besosa o don Antonio Vélez Alvarado,[10] entre otros.

En la prensa se encuentran algunos escritos sobre el tema. En diciembre de 1995 el Nuevo Herald de Miami, Florida, publicó un artículo del reconocido historiador cubano Joaquín Freire en el cual señaló que “el pabellón boricua… no tiene paternidad, y si la maternidad de una mujer que se llamó doña Lola Rodríguez de Tió”.[11] La realidad es que Freire no presentó evidencia histórica real para corroborar su aseveración y reclamo.

En el 2004 Claridad publicó el ensayo “11 de junio: la creación de la bandera puertorriqueña” firmado por la “Asociación Manatieña de Amigos de la Bandera”. De acuerdo al ensayo, la bandera fue creada por Antonio Vélez Alvarado el 11 de junio de 1892. El mismo plantea que debido a la “activa participación” de Vélez Alvarado en la fundación del Partido Nacionalista y “en la lucha militante de Don Pedro Albizu Campos durante los años 1930 y 1940”, se creó “una feroz campaña represiva consistente en sembrar dudas en torno a su paternidad de la Bandera Puertorriqueña”.[12] La base del planteamiento de la Asociación fue “las recientes investigaciones… realizadas por el arqueólogo e historiador puertorriqueño, el doctor Ovidio Dávila”, por las cuales la autoría de Vélez “ha quedado historiográficamente documentada y confirmada”.[13]

Al año siguiente, 2005, Claridad publicó un artículo que presentó una breve versión de la historia que anunciaba la invitación de la Asociación Manatieña para la celebración de ese año.[14] En el mismo número, Perla Franco escribió un reportaje sobre los planes de la Asociación, donde, al igual que esta, señaló que Dávila había confirmado la autoría de Vélez en una conferencia sobre Ramón Emeterio Betances en Cuba.[15] Sin embargo, en diciembre de ese mismo año Claridad publicó el ensayo de Luz Nereida Pérez “Bandera”. En este, Pérez llamó a Francisco “Pachín” Marín “nuestro hombre bandera” y dijo que creó la bandera en 1895.[16] En febrero del 2006 Claridad publicó el ensayo “En honor a nuestra bandera” de Henrietta Orlando Surges el cual afirmó que la bandera se creó en diciembre de 1895, pero explicó que hay varias versiones sobre quien fue su creador, enfatizando a Marín y a Vélez Alvarado.[17]

Es notable ver que Claridad ha publicado artículos y ensayos sobre el origen de la bandera, indistintamente de la fecha o creador que propongan. Claramente, ante esto, este periódico no puede considerarse una fuente fiable para la investigación histórica.

En el 2008, Jesús Omar Rivera, en su columna sobre curiosidades de Puerto Rico, “El Boricuazo”, escribió sobre “la chispa que creó nuestra bandera”. Rivera repitió la versión de que el creador fue Vélez Alvarado,[18] aunque no mencionó cual fue su fuente.

Para los muchos que consultan Wikipedia, que no es una fuente académica, el artículo dedicado a Vélez Alvarado dice que “according to some accounts”, el 12 de junio de 1892 él tuvo una especie de ilusión óptica en la cual percibió la bandera de Cuba con los colores invertidos. De acuerdo a esta historia, él hizo un prototipo que le presentó a José Martí, quien, impresionado, escribió sobre esto el 2 de julio en el periódico Patria.[19] Al igual que los escritos de la Asociación Manatieña, la fuente de donde se tomaron los datos fue la ponencia que Ovidio Dávila presentó en La Habana en el 2002.

De acuerdo a la ponencia de Dávila, en junio de 1892 don Antonio Vélez Alvarado sufrió una momentánea “ilusión óptica… como por un ‘raro daltonismo’, en la cual percibió que el triángulo rojo de la bandera [cubana] se había tornado azul y rojas las franjas azules”.[20] Inspirado por esta experiencia, Vélez creó un modelo de bandera para Puerto Rico. Unos días después, de acuerdo a Dávila, Vélez Alvarado ofreció una cena para José Martí a la que asistieron un número de patriotas y amigos, en la cual presentó la nueva bandera. Martí, dice Dávila, le impartió su aprobación, y “poco después” publicó en su periódico, Patria, “una crónica en la que describía emotivamente” la velada.[21]

La historia, como la presenta Dávila, tiene una bella mística romántica, pero sufre de varios problemas. Primero, las fuentes para la misma fueron unos artículos publicados, muchos años después de los hechos, en La Correspondencia (1927) y en El Imparcial (1936), y el testimonio de Frank J. Veve Carreras y de su madre Micaela Dalmau, hija de doña Reparada Carrera Dalmau, anfitriona de la velada de 1892.[22] O sea, que ninguna de estas es una fuente primaria. Ahora, aún más significativo es que la relación que José Martí hizo de la velada que, según Dávila, confirma la historia, y él copia, en ningún momento menciona bandera nueva ni, mucho menos, felicita a Vélez Alvarado por la creación de esta. Veamos lo que escribió Martí:
Ayer, hace unos cuantos días, nos daba de comer, bajo los dos pabellones, Antonio Vélez Alvarado. Vivimos unas cuantas horas, que ya es mucho decir en estos destierros. ¡Que canciones sentidas, las de Francisco Marín! ¡Que pelea de versos la de Soler y Sanavia! … ¡que juntarse, en aquellos cariños, la décima de Cuba, el aguinaldo puertorriqueño, la perica venezolana! Y para decirnos adiós la anciana de los setenta años, vestida de blanco y blancos los cabellos, se sentó al piano á tocarnos el himno del país, la danza compuesta por un español, la danza con que acaba una feliz comedia política de Sotero Figueroa: la Borinqueña.[23]

El escrito, que aparece en “En Casa”, la sección social de Patria, narra la feliz velada que organizó Vélez Alvarado, y la única referencia a banderas es que la cena se realizó “bajo los dos pabellones”. O sea, que el salón estaba decorado con dos banderas, pero en ningún momento Martí escribió nada de lo que Dávila le atribuye. Más allá, en Patria, ni en Martí: obras completas, aparece en esa fecha, ni en días anteriores ni posteriores, mención alguna de estos hechos según los presenta Dávila. Ciertamente Martí escribió en muchas ocasiones sobre la bandera de Puerto Rico, como hizo el 23 de abril de 1892 y el 4 de junio de 1892, pero en estos casos se refería a la bandera de Lares,[24] no a una nueva bandera.

Como ya se vio, don Juan Terreforte fue quien presentó la bandera en 1895 en la asamblea de Chimney Corner Hall. Es probablemente esta la razón por la cual algunos le atribuyen su creación. Ciertamente, los documentos de la Sección Puerto Rico indican que la nueva bandera fue presentada por Terreforte, pero eso no significa que fue su creador. La realidad es que las actas de la asamblea no identifican al creador de la bandera.

En mayo de 1923 Domingo Collazo escribió a Terreforte inquiriendo sobre esto:
Mí querido amigo:
No una vez, sino varias veces, leí en los periódicos de Puerto Rico versiones, a mi entender, equivocadas, acerca de la procedencia de la actual bandera de nuestra isla –la de los colores de la cubana invertidos con las franjas rojas y blancas y la estrella solitaria en el triángulo azul. Como tales versiones han aparecido siempre suscritas por nombres respetables a quienes la posteridad podría aceptar como indiscutibles en la exactitud de la información y definición de los hechos, he considerado conveniente invitarle a usted –protagonista de la presentación de dicha bandera en el memorable mitin de “Chimney Hall”, acto al cual alude una de las actas recopiladas en el libro editado por los señores Henna y Todd- nos diga toda la verdad histórica sobre dicha procedencia, pues no pretendo que mi versión al tratar de rectificarlas, se acepte como final, y deseo oír la suya, inapelable, para dejar así esclarecido tan importante punto en su rigurosa realidad.
Si bien no concurrí al referido mitin, de “Chimney Hall”, …, sé, porque así me lo manifestó al día siguiente de efectuado el acto en una reunión “Club Borinquén” –del cual fue usted Presidente y yo Secretario- que la idea de adoptar para nuestra bandera los colores de la cubana invertidos se debió a Francisco Gonzalo Marín, …, y que se la había sugerido desde Jamaica, donde se encontraba entonces errante y a punto de salir hacia Nueva York, para embarcarse desde aquí en una de las expediciones filibusteras que, periódicamente, se dirigían a las costas de Cuba…
Creo que no debemos bajar a la tumba, aquellos puertorriqueños que asistimos a los acontecimientos desarrollados aquí antes de la guerra hispanoamericana del 1898, sin aclarar esos detalles aún oscuros en nuestra tradición regional; evitando así que tomen carta de naturaleza versiones acerca de ellos en pugna con la verdad histórica, y tal como usted y los pocos que aún quedamos de aquella época la conocemos en toda su absoluta autenticidad.
¿Qué hay, pues, de cierto en esto de la procedencia de nuestra bandera?[25]

Dos días más tarde, el 18 de mayo, don Juan Terreforte respondió:
En contestación a su grata del 18 de este mes, le digo que usted tiene razón. La adopción de la bandera cubana con los colores invertidos me fue sugerida por el insigne patriota Francisco Gonzalo Marín en una carta que me escribió desde Jamaica. Yo hice la proposición a los patriotas puertorriqueños que asistieron al mitin de “Chimney Hall”, y fue aprobada unánimemente.[26]
O sea, la idea para la bandera de Puerto Rico fue de Francisco Gonzalo “Pachín” Marín, quien, al igual que su hermano Wenceslao, moriría luchando contra España en la manigua de Cuba.

Ahora, más allá de que se invertían los colores de la cubana, ninguna de estas cartas ni documentos aclara cuales serían los colores de la bandera ideada por Marín. Por lo tanto, es necesario estudiar la historia de la bandera de Cuba.

IV
A pesar que la mayoría de los cubanos reconocen a Narciso López como el creador de la bandera cubana,[27] al igual que en Puerto Rico, han existido debates sobre el origen de esta. Don Herminio Portell Vilá señaló que:
Mucho se ha fantaseado sobre el origen de la bandera que Narciso López trajo en sus expediciones a Cuba y la que, más tarde, adoptada en la Asamblea de Guáimaro, fué bandera de la patria en todas las guerras de independencia y quedó consagrada como pabellón nacional al inaugurarse la República. No pocos pseudo historiadores han atribuido la paternidad de la bandera de López a tal o cual otro patriota…[28]
Para contrarrestar ese “fantaseado”, Portell Vilá citó un artículo del célebre escritor Cirilo Villaverde,[29] “secretario particular” del General López,[30] publicado en la Revolución, el 15 de febrero de 1873, en el cual el novelista “precisó” que la concepción de la bandera fue de López, que Miguel Teurbe Tolón la dibujó siguiendo sus instrucciones y luego, su esposa, Emilia Teurbe Tolón había cosido el primer modelo.[31] Francisco Ponte Domínguez, basándose en el escrito “Nuestra Bandera” de Villaverde (1873), concluyó que “la concepción de esa insignia fue obra exclusiva del general y masón Narciso López”.[32] Esa primera bandera, que serviría de modelo para banderas posteriores, fue conservada por Villaverde, que la pasó a su hijo Narciso, quien luego la donó “a la nación y está en el Palacio Presidencial”.[33]

En abril de 1869, a pocos meses del Grito de Yara, los líderes de la revolución cubana se reunieron en la villa de Guáimaro, Camagüey, en asamblea constituyente. En ésta dominó “el radicalismo liberal” del grupo camagüeyano, dirigido por Salvador Cisneros Betancourt e Ignacio Agramonte y Loynaz, partidario “de la filosofía liberal del siglo XIX, herencia de las Revoluciones americana y Francesa”.[34] La Constitución de Guáimaro “estaba basada en los principios y doctrinas de Montesquieu y de Rosseau”.[35] La asamblea acordó que la bandera de la revolución sería la de Narciso López y que la bandera de Carlos Manuel de Céspedes, la utilizada en La Demajagua, durante el Grito de Yara, “igualmente gloriosa”, se fijaría en las sesiones de la Cámara de representantes y se consideraría “parte de los tesoros de la República”.[36] Bajo la bandera de López también lucharon los mambises del 1895. Aunque la Constitución de la República de Cuba de 1901 no contenía ningún artículo o disposición sobre esta,[37] al establecerse la república en mayo del año siguiente, esa fue la bandera que se izó. El nuevo estado mantuvo la bandera de López como enseña nacional.

Años después, la Constitución de la república de 1940, en el Título I, Artículo 5 estableció que:
La Bandera de la República es la de Narciso López, que se izó en la fortaleza del Morro de La Habana el día veinte de mayo de mil novecientos dos, al transmitirse los Poderes públicos al pueblo de Cuba. El escudo nacional es el que como tal está establecido por la Ley. La República no reconocerá ni consagrará con carácter nacional otra bandera, himno o escudo que aquellos a que este artículo se refiere.[38]
Andrés M. Lazcano y Mazón en su estudio sobre las constituciones de Cuba, escribió que: “La Bandera oficial de Cuba es idéntica a la que trajo el General Narciso López y que fue enarbolada por primera vez en la Isla el 19 de mayo de 1850 al ser tomada la ciudad de cárdenas por los expedicionarios del Creole”.[39]

Cuando el gobierno de los Castro, finalmente proclamó una constitución el 24 de febrero de 1976, el Artículo 4 estableció que:
Los símbolos nacionales son los que han presidido por más de cien años las luchas cubanas por la independencia, por los derechos del pueblo y por el progreso social:la bandera de la estrella solitaria;el himno de Bayamo;el escudo de la palma real.[40]
Claramente, las referencias al símbolo centenario, no mencionan que la bandera haya sufrido cambio o alteración alguna desde su creación.

V
En Cuba también hay quienes cuestionan la tonalidad correcta del azul de la bandera. En mayo de 1950 el Dr. Ramón Infiesta publicó en el Diario de la Marina un artículo donde reclamaba que había diferencias en los colores de la bandera original de Narciso López y la “actual bandera”, ya que el decreto del Presidente Tomás Estrada Palma del 6 de enero de 1906, “estableció que el color azul, que en la de Narciso López era celeste, sería en la nacional turquí”.[41] El ensayo “Los Símbolos de Cuba”, publicado en el portal Infomed: Portal de la Red de Salud de Cuba, señala que la actual bandera de Cuba “no es exactamente igual a la original, pues el color azul era, inicialmente, celeste, no turquí, como es actualmente”.[42] Otro artículo “La bandera nacional cubana” en el portal La Enciclopedia libre universal en español, muy similar a Wikipedia, también señala, usando las mismas palabras que Infomed, que la bandera originalmente era azul “Celeste”.[43] Al igual que el anterior, señala que fue el decreto del 21 de abril de 1906 del Presidente Tomás Estrada Palma estableció que las franjas de la bandera eran azul turquí.[44] En cambio, Vidal Morales y Morales, quien dijo que la bandera fue ideada por “López, [Ambrosio José] González é [José María Sánchez] Iznaga”, escribió que “los colores eran los franceses y americanos”.[45] Por otra parte, el artículo “Símbolos nacionales de Cuba” en Wikipedia, señala que la bandera está compuesta de “cinco franjas horizontales de un mismo ancho; tres de color azul turquí y dos blancas.[46]

VI
En el “libro de notas” de Cirilo Villaverde, citado por Portell Vilá, aparece que la bandera:
La inventó el general Narciso López en 1849… La primera bandera la cosió Emilia Tolón, …, casada con su primo Miguel T. Tolón… López para construir la bandera cubana sin duda que tuvo muy presente la de los Estados Unidos pero su concepción es sin duda más bella y de más significancia. Porque sobre la pureza o la virtud republicana, que está indicada por el campo blanco, tendió tres zonas azules, las cuales al mismo tiempo que marcan los tres departamentos en que estaba entonces dividida la Isla, revelan las elevadas ó celestiales aspiraciones de los patriotas, sus hijos predilectos, y uno y otras apoyarse en el triángulo rojo, que á tiempo por su color representa la unión de los cubanos, por su forma indica la fuerza y solidez de sus principios. En el medio de este colocó la estrella de plata que ilumina con sus destellos el destino de la naciente nación bajo los colores republicanos.[47]
Ponte Domínguez, usando como base la carta “Nuestra Bandera” (1873), también de Villaverde, estableció como un elemento importante en la “concepción de esa insignia” fue el hecho que Narciso López era masón.[48]

Esto lleva a otro asunto, “la raigambre masónica de la enseña”.[49] En “Nuestra Bandera”, al narrar el momento en que se diseñó, Villaverde escribió:
… sólo dos formas cabían para presentarle convenientemente, a saber: el cuadrado y el cuadrilongo, según se acostumbraba en los pabellones nacionales. López, que era francmasón, naturalmente optó por el triángulo equilátero, figura geométrica más fuerte y significativa.[50]
En la reunión se sugirió que en el centro del triángulo se colocase “el ojo de la Providencia”, pero López rechazó la idea y recordando “la estrella de la bandera primitiva de Texas”, decidió que lo que correspondía era poner “la estrella de Cuba levantándose en un campo de sangre para presidir la lucha y alumbrar el camino trabajoso y oscuro de la libertad e independencia de la patria aherrojada”.[51]

De acuerdo a Anderson C. Quisenberry la bandera ondeó por primera vez en la nave Susan Loud en mayo de 1850, qué transportaba la expedición del General López a Cuba, y añadió que esta “is now the official flag of ‘Cuba Libre’ –the same design having been used ever since by Cuban Patriots”.[52] De otra parte, en la proclama que hizo a los hombres de la expedición que atacó Cárdenas en 1850 López dijo:
La bandera en la que contempláis el tricolor de la libertad, el triángulo de la fuerza y del orden, la estrella del futuro estado y las franjas que representan los tres departamentos de Cuba…[53]
Esto lo confirman algunas de las cartas de los “filibusteros” que estaban entre los documentos hallados en los barcos Georgiana y Susan Loud, apresados por el vapor de guerra español Pizarro en 1850. Por ejemplo, la “Carta dirigida á W. N. Esq., de Charlotte, Dickson county, Tennessee, al cuidado del coronel M....”, firmada por F. C. M., dice que “Allí se enarbolará la bandera encarnada, blanca y azul con la estrella solitaria en el centro, que espero tremolará en los aires de aquella preciosa y querida isla mientras V. y yo vivamos.”.[54] Por su parte, la “Constitución de Narciso López” de 1851 en su Artículo Tercero establecía que:
La bandera cubana consistirá en el tricolor de la libertad arreglado del modo siguiente: tres franjas azules horizontales separadas por dos blancas, con un triángulo equilátero rojo cuya base descansa en el asta y una estrella blanca en el medio del triángulo.[55]
Por último, el 11 de mayo de 1850, “cuando ya salía la expedición de López hacía Cárdenas”, el periódico The Sun publicó un reportaje sobre las metas de los revolucionarios, “ilustrada con un grabado que representaba la bandera cubana, tal cual es hoy”. [56] A partir de ese día flotó en el edificio del periódico “una gran bandera cubana”, lo que provocó las protestas de los diplomáticos españoles en Estados Unidos.[57] De acuerdo a la descripción del periódico:
La estrella es color blanco puro; el triángulo, rojo profundo; las cinco franjas azul y blanco, las de los bordes y el centro, azules, las otras dos, blancas. Las franjas azules representan los tres departamentos de cuba, como está ahora dividido el país, o sea, Oriente, Centro y Occidente, que tienen a La Habana, Santiago y Puerto Príncipe por capitales. El rojo, el blanco y el azul forman el tricolor de la libertad.[58]
Es notable la continua identificación de los colores de la bandera de López con “el tricolor de la libertad”.

Naturalmente hubo varios ejemplares de la bandera. Una, “de gran tamaño”, fue desplegada en el edificio del periódico The New Orleans Delta. Además, en la expedición a Cárdenas había una del regimiento de Luisiana y otra del regimiento de Kentucky. Otra fue la que preservó Juan Manuel Macías, que pasó a manos del presidente Mario G. Menocal y luego a Manuel Sanguily.[59] En diciembre de 1944 su hijo, Manuel Sanguily y Aristi, donó al Senado de Cuba, representado por su presidente Eduardo Suárez Rivas, “una bandera de seda, de dos metros de largo por uno de ancho, con tres franjas azules y dos blancas y un triángulo equilátero rojo, bastante desvanecido, en cuyo centro figura una estrella blanca de cinco puntas”.[60] De acuerdo al documento de traspaso, notariado por el historiador, y entonces senador, Emeterio S. Santovenia, esta había sido enarbolada el 19 de mayo de 1850 en la ciudad de Cárdenas por la expedición de Narciso López. Al retirarse de la ciudad, la bandera “fue salvada por los libertadores”.[61] La misma fue conservada por Juan Manuel Macías, ayudante del General López. Luego Alicia Macías y Brown la donó a Mario G. Menocal y Deop, presidente de la República de Cuba en 1918. Este a su vez la pasó al general Manuel Sanguily y Garritte. Cuando el General Sanguily falleció, “por expreso consentimiento de sus demás herederos”, la bandera pasó a ser propiedad de su hijo Sanguily Aristi.[62] El portal Cubadebate reportó el 5 de enero del 2010 que en una ceremonia celebrada en la Sala de las Banderas del Museo de la Cuidad, “Enrique Arturo Antonio Houston Touceda y su esposa Patricia” entregaron al Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, “una de las banderas originales ondeadas en Cárdenas en 1850”.[63] Luego de la expedición de 1850 el Coronel O’Hara entregó la bandera al Coronel Macías, y luego, por el matrimonio de su hija Alicia con Antonio Touceda, quedo bajo la custodia de los Touceda por 159 años.[64] La tonalidad azul oscuro de la bandera de López es absolutamente evidente en la foto de este ejemplar.

Como confirmación podemos ver el artículo del “periódico español de Nueva York”, citado por Portell Vilá, en el cual burlándose describieron la enseña de López como:
… cometa con listones y triángulo y todos pintados en él. Los inteligentes pensaban que el triángulo quería decir que las cosas no saldrían redondeadas; que la estrella era una cosa poco limpia como los accionistas, y que los listones eran el emblema de los cardenales recibidos en una buena zurra.[65]
Esa burla es muy reveladora, los “cardenales” o moretones nunca son azul celeste. Ahora, en la narración que Ponte Domínguez hizo –basada en Villaverde- de la reunión en que se diseñó la bandera, López planteó que debía tener “el tricolor republicano” y que “debía adoptarse por modelo, en lo más posible, el pabellón de los Estados Unidos de América, que a su juicio era el más bello de las naciones modernas”.[66] Hecho confirmado por Eusebio Leal cuando aseveró que la bandera:
Necesariamente… hacía referencia a dos grandes acontecimientos políticos e históricos de su tiempo: la guerra de independencia de los Estados Unidos que hizo nacer su propia bandera y la de Francia; la Francia insurgente de 1789 y el sentido de aquellos tres colores: rojo, azul y blanco. [67]
En todos estos documentos, como se vio, la única mención de cambio de color fue la referencia que hizo Santovenia a “un triángulo equilátero rojo, bastante desvanecido”.

VII
Por último, para entender el uso de esos “colores republicanos”, debemos discutir las intenciones e ideario político de Narciso López, y el debate y controversia sobre estos.

Son muchos los historiadores que creen que López era anexionista. O sea, que buscaba la separación de España para unir a Cuba con los Estados Unidos. Un ejemplo de esta interpretación es Hugh Thomas quien llamó a López “un agente sudista de la anexión”.[68] Louis A. Pérez, Jr. escribió que “López had early fallen in with the annexionist elements in Cuba…”.[69] Por su parte Manuel Moreno Fraginals advirtió que:
No hay que olvidar que la actual bandera cubana tuvo su origen en este anexionismo de los sectores blancos medios y pobres. Por eso la estrella solitaria de la que habla la literatura patriótica fue concebida como una más que iría a engrosar el conjunto (una por cada estado) de estrellas norteamericanas. Por eso también su gran parecido con la bandera de Texas diseñada con el mismo objetivo.[70]
Aún entre sus contemporáneos, como el autor identificado sólo como “Flibustiero”,[71] había muchos que lo consideraban anexionista. Ciertamente, en los círculos en que se movía López había muchos, como Gaspar Betancourt Cisneros, conocido como “El Lugareño, que favorecían la anexión.[72]

En contraste Portell Vilá reafirma, en múltiples ocasiones, que “los verdaderos propósitos de Narciso López, que eran republicanos y no anexionistas”.[73] Ponte Domínguez parece compartir esta opinión, ya que para él López “estaba resuelto a convertirse en el más firme paladín de la libertad y de la independencia de Cuba”.[74] Villaverde, que fue secretario de López, dijo que “podría jurar” que al igual que él, López no fue otra cosa que “independiente”.[75]

Para Morales y Morales, López “no era en realidad, ni anexionista ni independiente, no tenía otro ideal que el separatismo, arrancar a la Isla del poder de su opresora metrópoli”.[76] Mientras que Basil Rauch, citado por Leví Marrero, entendía que:
Su programa para Cuba era una mezcla ambigua de anexión e independencia. Sostenía la primera a sus partidarios americanos; mientras en sus manifiestos a los cubanos hablaba solamente de una República cubana.[77]
Fuese como fuese, López reclutó para su “ejercito” a muchos jóvenes norteamericanos. Tanto así que la mayoría de los expedicionarios fueron jóvenes sureños, muchos veteranos de la guerra con México, y sólo un puñado eran cubanos.[78]

Por último, hay que ver, como escribió Portell Vilá –y reafirmó Leal- la influencia e inspiración que fue para estos hombres “la Revolución de Febrero de 1848, en Francia, que terminó con la monarquía de Luis Felipe” y dio pie al establecimiento de la Segunda República.[79]
Escogió los tres colores — azul, blanco y rojo — de las enseñas tricolores de las revoluciones norteamericana y francesa, incorporando así a la lucha independentista cubana las ideas de libertad en que la primera se inspiró, completadas por las de igualdad y fraternidad que la segunda hizo tremolar, como divisa, a sangre y fuego, sobre las ruinas del viejo régimen absolutista.[80]
Esos tres colores — azul, blanco y rojo — de la enseña concebida por Narciso López proclamaban espléndidamente que la nación que se estaba forjando debía ser una verdadera sociedad nueva, fundada sobre los principios inmortales, basados en las máximas de los filósofos franceses, de la declaración de independencia de las trece colonias inglesas de América, de 4 de julio de 1776, y de la declaración de los derechos del hombre que la Asamblea Constituyente de la Francia revolucionaria publicó el 12 de agosto de 1789, con la soberanía popular, precisada en una Constitución escrita, como norma suprema nacional;
Esta, claramente era la fuente de todas estas referencias a la Tricolor, la bandera de Francia (Le drapeau Tricolore). También se ve, en las palabras de Villaverde –y, nuevamente, Leal- la mención de los “colores republicanos” y de la inspiración que fue para López la bandera de los Estados Unidos. Es notable que tanto la bandera de los Estados Unidos como la de Francia son azul oscuro.

CONCLUSIÓN
Debe estar claro que la investigación histórica no puede depender de interpretaciones contemporáneas, ni aun de libros de historia, mucho menos de lo que se diga en la prensa popular ni la Internet, en páginas escritas por Dios sabe quién, máxime cuando existen discrepancias entre estas. Es imprescindible buscar a los testigos de los eventos, y consultar las fuentes primarias.

Como hemos visto alrededor de las banderas de Cuba y Puerto Rico, usando las palabras de Portell Vilá, “Mucho se ha fantaseado”. Al examinar los testimonios de los hombres que vivieron y fueron testigos de los hechos, o sea, las fuentes primarias, podemos crear una imagen clara de sus historias.

Gracias a don Cirilo Villaverde sabemos que fue, sin duda alguna, el Mariscal Narciso López quien ideó y diseño la bandera de Cuba. Su testimonio, en ocasiones de forma dramática, ofrece la clave para entender las influencias que lo guiaron al crear el símbolo, la masonería en el diseño y Francia y, sobre todo, Estados Unidos en los colores. Ambas repúblicas fueron el norte de los liberales y revolucionarios de la época.

Para esta investigación es poco relevante la cuestión de si López era o no era anexionista. Villaverde y Portell Vilá dicen que no, muchos dicen que lo era y Basil Rauch, dijo que “era una mezcla ambigua de anexión e independencia”. Como fuese, la influencia y participación de norteamericanos en las expediciones de López son innegables.

Años después, en la Asamblea de Guáimaro, la bandera de López se adoptó como la enseña de la Revolución Cubana. En la Guerra de Independencia, bajo Martí, la bandera se mantuvo como emblema de los mambises y el ejército Libertador. Bajo este emblema lucharon y murieron los hermanos Marín, Wenceslao y Francisco.

De otra parte, los testimonios y evidencia gráfica dejan poca duda de los colores y tonalidades de la bandera cubana. El “azul turquí” –oscuro como en la norteamericana- no fue una invención del presidente don Tomás Estrada Palma. Su decreto no fue imposición, sino confirmación. Más allá, dada la relación que el actual gobierno de Cuba ha tenido históricamente con los Estados Unidos, de haber ocurrido algún cambio en la bandera por influencia de ese país, este hubiese sido rechazado por los Castro. Pero, si aún existiese alguna duda, la bandera que Houston Touceda y su esposa entregaron al Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, en el 2010 la elimina.

En el caso de Puerto Rico, las actas de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano establecen sin lugar a dudas que fue en 1895 que don Juan Terreforte presentó –y fue adoptada- la bandera con los colores de la cubana invertidos. El testimonio del propio Terreforte, en 1928, confirman que la idea de la nueva bandera fue de don Francisco Gonzalo “Pachín” Marín. Documentos que en ningún momento mencionan cambio alguno en las tonalidades al invertirse los colores. Más significativo es el hecho que en el grabado del “escudo de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano” que aparece en la Memoria preparada por Roberto H. Todd y José Julio Henna, aunque en blanco y negro, el triángulo de la bandera es claramente oscuro.

Hay un último factor que siempre es ignorado en la historia de la bandera de Puerto Rico. Francisco Gonzalo “Pachín” Marín Shaw, hijo de Santiago Marín Solá y Celestina Shaw Figueroa, era “primo político de don Luis Muñoz Rivera y sobrino del periodista don Ramón Marín Solá”.[81] O sea, que, por ende, Pachín era primo de doña Amalia Marín y, por lo tanto, de su hijo, Luis. Por lo cual, cuando don Luis Muñoz Marín izó la bandera ese 25 de julio 1952, estaba enarbolando la bandera de su familia.

IMÁGENES
Imagen 1: Don Luis Muñoz Marín izando la bandera de Puerto Rico en Julio de 1952.
Foto tomada del portal de la Fundación Luis Muñoz Marín. 

Imagen 2: Foto de la bandera que Manuel Sanguily y Aristi, donó al Senado de Cuba en 1944.
Tomada del portal Ecured.

Imagen 3: Bandera donada por la Familia Houston Touceda
al Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, en el 2010.
Tomada del artículo de Resik Aguirre y Lugones Vázquez
“El Destino de esta Bandera siempre fue Cuba” en el portal Cubadebate.
Imagen 4: Escudo del Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano.
Tomada de Memoria de los trabajos realizados por la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano 1895-1898. (New York City: Imprenta de A. W. Howes, 1898), pág. 32.

BIBLIOGRAFÍA

ANÓNIMO. “La bandera de Puerto Rico” en Wikipedia: la enciclopedia libre. [https://es.wikipedia.org/wiki/Bandera_de_Puerto_Rico]. Consultada el 20 de septiembre del 2015.

ANÓNIMO. “Antonio Vélez Alvarado” en Wikipedia: The Free Encyclopedia [https://en.wikipedia.org/wiki/Antonio_V%C3%A9lez_Alvarado]. Consultado el 12 de agosto del 2016.

ASOCIACIÓN MANATIEÑA AMIGOS DE LA BANDERA. “11 de junio: la creación de la bandera puertorriqueña” en Claridad, año XLV, núm. 2676. 3 al 9 de junio de 2004, pág. 38.

“Bandera nacional cubana” en Enciclopedia libre universal en español [http://enciclopedia.us.es/index.php/Bandera_nacional_cubana]. Consultada el 4 de junio del 2016.

CANINO RIVERA, Teresa. “¿Cuál es el azul correcto de la bandera puertorriqueña?” en Primera Hora, [http://www.primerahora.com/noticias/puerto-rico/nota/cualeselazulcorrectodelabanderapuertorriquena-1055126/]. Publicado el 23 de diciembre del 2014. Consultado el 4 de agosto del 2016.

Constitución de la República de Cuba (1901), reproducida en el portal Biblioteca Jurídica Virtual [http://bibliohistorico.juridicas.unam.mx/libros/5/2138/7.pdf]. Consultada el 15 de julio del 2016.

Constitución de la República de Cuba, reproducida en Gaceta Oficial de la República de Cuba, Ministerio de Justicia, La Habana, Viernes 31 de enero de 2003. Extraordinaria, Año CI.

“Documentos hallados abordo de los buques anglo-americanos, Georgian y Susan Loud, apresados por el vapor de Guerra español Pizarro”, Apéndice en Apuntes históricos acerca la espedicion pirática que invadió la isla de Cuba en mayo de 1850 y detalles de la causa seguida contra el ex-general Narciso López y sus cómplices. Nueva Orleans: 1850.

FIGUEROA DE CIFREDO, Patria. Pachín Marín: héroe y poeta. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1967.

FLIBUSTIERO. Life of General Lopez and History of the Late Attempted Revolution in Cuba. New York: Dewitt & Davenport, Publishers, 1851.

FRANCO, Perla. “A 113 años de la creación de la bandera puertorriqueña” en Claridad, año XLVI, núm. 2728. 2 al 8 de junio de 2005, pág. 9.

INFIESTA, Ramón. Diario de la Marina, 21 de mayo de 1950. Reproducido, en una nota al calce, en LAZCANO Y MAZÓN. Andrés M. Las Constituciones de Cuba. Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1952, págs. 135-141.

LAZCANO Y MAZÓN, Andrés M. Las Constituciones de Cuba. Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1952.

MÁRQUEZ STERLING, Carlos y Manuel MARQUÉZ STERLING. Historia de la Isla de Cuba. San Juan: Cultural Puertorriqueña, Inc. y La Moderna Poesía, 1975.

MARRERO, Leví. Cuba economía y sociedad, tomo XV, “azúcar, ilustración y conciencia (1763-1868)”. Madrid: Editorial Playor, S. A., 1992.

MARTÍ, José. “La Confirmación”. Patria, 23 de abril de 1892, pág. 1. Tomado de Patria. Edición digital del periódico. La Habana: Centro de Estudios Martianos, 2007.

----- “Club ‘Borinquen’ y Betances”. Patria, 4 de junio de 1892, pág. 3. Tomado de Patria. Edición digital del periódico. La Habana: Centro de Estudios Martianos, 2007.

----- “En Casa” en Patria, número 17, 2 de julio de 1892, pág. 3. Tomado de Patria. Edición digital del periódico. La Habana: Centro de Estudios Martianos, 2007.

----- José Martí: obras completes, tomo 1. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1991.
Memoria de los trabajos realizados por la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano 1895-1898. New York City: Imprenta de A. W. Howes, 1898.

MORALES Y MORALES, Vidal. Iniciadores y primeros mártires de la revolución cubana (Habana: Imprenta Avisador comercial, 1901.

----- Resumen de la historia de Cuba, adaptado a la enseñanza por Isidro P. Martínez, tercera edición. La Habana: La Moderna Poesía, 1918.

MORENO FRAGINALS, Manuel. Cuba/España España/Cuba: historia común. Barcelona: Crítica, 1995.

ORLANDO SENGES, Henrietta. “En Honor a nuestra bandera” en Claridad, año XLVI, núm. 2763. 2 al 8 de febrero de 2006, págs. 22-23.

PÉREZ, Louis A., Jr. Cuba: Between Reform and Revolution. New York: Oxford University Press, 1988.

PÉREZ, Luz Nereida. “Bandera” en Claridad, año XLVI, núm. 2454. 1 al 7 de diciembre de 2005, pág. 19.

PORTELL VILÁ, Herminio. Narciso López y su época (1848-1850), tres tomos. La Habana: Compañía Editora de Libros y Folletos, 1952.

PONTE DOMINGUEZ, Francisco. La Masonería en la historia de Cuba. La Habana: Editorial “Moda Magazine”, 1954.

QUISENBERRY, Anderson C. López’s Expeditions to Cuba 1850-1851. Louisville: John P. Morton & Company, 1906.

“República de Cuba Constitución Política de 1940”, reproducida en el portal Política Database of the Americas [http://pdba.georgetown.edu/Constitutions/Cuba/cuba1940.html]. Consultado el 4 de junio del 2016.

RESIK AGUIRRE, Magda y Yoel LUGONES VÁZQUEZ. “El Destino de esta Bandera siempre fue Cuba” en el portal Cubadebate [http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/01/05/una-bandera-que-no-esta-a-la-venta-y-nunca-lo-estara/#.V8whD8v6vIU]. Consultado el 21 de agosto del 2016.

RIVERA, Jesús Omar, “El Boricuazo”. “La Chispa que creó nuestra bandera” en Primera Hora, año 11, núm. 3239. Miércoles 18 de junio de 2008, pág. 12.
ROIG DE LEUCHSENRING, Emilio. “Conmemoración del centenario de la bandera cubana” en Veinte años de actividades del Historiador de la Ciudad de La Habana, volumen 4. La Habana: Municipio de La Habana, Oficina del Historiador de la Ciudad, 1955.

SANTOVENIA, Emeterio S. La Bandera de Narciso López en el Senado de Cuba, palabras previas de Eduardo Suarez Ribas, Presidente del Senado. La Habana: Ediciones Oficiales del Senado, 1945.

SUSANA. Estudios históricos y simbólicos sobre la franc-masonería dedicados á los franc-masones de la Isla de Cuba. México: Imprenta Masónica, 1882.

“Los símbolos de Cubaen Infomed, Portal de la Red de Salud de Cuba
[http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/histologia/simbolos_de_cuba.pdf]. Consultado el 13 de julio del 2016.

“Símbolos nacionales de Cuba” en Wikipedia
[https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADmbolos_nacionales_de_Cuba]. Consultada el 14 de julio del 2016.

THOMAS, Hugh. Cuba: la lucha por la libertad 1762-1909, tomo 1. Barcelona: Ediciones Grijalbo, S. A., 1973.

TODD, Roberto H. y HENNA, José Julio. “Memoria de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano” en Memoria de los trabajos realizados por la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano 1895-1898. New York City: Imprenta de A. W. Howes, 1898.

“Undécima jornada de la bandera” en Claridad, año XLVI, núm. 2728. 2 al 8 de junio de 2005, pág. 16.



[1] Quiero expresar mi agradecimiento por su apoyo y cooperación a los amigos y colegas Pablo J. Hernández, Néstor Duprey y Silvia Alberti de la Universidad Interamericana, Recinto Metropolitano, y a Annia González de la Florida International University de Miami.
[2] Ley Número 1 aprobada el 24 de julio de 1952: “Para disponer sobre la bandera del Estado Libre Asociado de Puerto Rico; autorizar al Secretario de Estado para reglamentar el uso de la misma; y para establecer delito por infracción a los reglamentos pertinentes”.
[3] ANÓNIMO. “La bandera de Puerto Rico” en Wikipedia: la enciclopedia libre. [https://es.wikipedia.org/wiki/Bandera_de_Puerto_Rico]. Consultada el 20 de septiembre del 2015.
[4] “Memoria de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano” en Memoria de los trabajos realizados por la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano 1895 á 1898 (New York City: Imprenta de A. W. Howes, 1898), pág. 3.
[5] Ibídem, pág. 4.
[6] Ibídem, pág. 4.
[7] Ibídem, pág. 4.
[8] “Acta Tercera” del 22 de diciembre de 1895, en Memoria de los trabajos realizados por la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano 1895-1898 (New York City: Imprenta de A. W. Howes, 1898), pág. 157.
[9] TODD, Roberto H. y HENNA, José Julio. “Memoria de la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano”, septiembre de 1898, en Memoria de los trabajos realizados por la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano 1895-1898 (New York City: Imprenta de A. W. Howes, 1898), pág. 5.
[10] CANINO RIVERA, Teresa. “¿Cuál es el azul correcto de la bandera puertorriqueña?” en Primera Hora, [http://www.primerahora.com/noticias/puerto-rico/nota/cualeselazulcorrectodelabanderapuertorriquena-1055126/]. Publicado el 23 de diciembre del 2014. Consultado el 4 de agosto del 2016.
[11] FREIRE, Joaquín. “La bandera de Puerto Rico, inspiración de Lola Rodríguez de Tió” en El Nuevo Herald, separata, diciembre de 1995.
[12] Asociación Manatieña Amigos de la Bandera. “11 de junio: la Creación de la bandera puertorriqueña” en Claridad, año 45, número 2676, 3 al 9 de junio del 2004, pág. 38.
[13] Ibídem.
[14] Anónimo. “Undécima jornada de la Bandera” en Claridad, año XLVI, número 2728, 2 al 8 de junio de 2005, pág. 9.
[15] FRANCO, Perla. “A 113 años de la creación de la Bandera Puertorriqueña” en Claridad, año XLVI, núm. 2728, 2 al 8 de junio del 2005, pág. 9.
[16] PÉREZ, Luz Nereida. “Bandera” en Claridad, año XLVI, número 2454, 1-7 de diciembre del 2005, pág. 19.
[17] ORLANDO SURGES, Henrietta. “En honor a nuestra bandera” en Claridad, año XLVI, número 2763, 2 al 8 de febrero del 2006, págs. 22-23.
[18] RIVERA, Jesús Omar. “La chispa que creó nuestra bandera” en Primera Hora, año 11, número 3229, 18 de junio del 2008, pág. 12.
[19] ANÓNIMO. “Antonio Vélez Alvarado” en Wikipedia: The Free Encyclopedia [https://en.wikipedia.org/wiki/Antonio_V%C3%A9lez_Alvarado]. Consultado el 12 de agosto del 2016.
[20] DÁVILA DÁVILA, Ovidio. “Antonio Vélez Alvarado: amigo y colaborador consecuente de Martí y Betances” ponencia presentada en la conferencia Betances/Martí: Tercera Conferencia Internacional en Homenaje al Padre de la Patria Puertorriqueña, Dr. Ramón Emeterio Betances (La Habana: Centro de Estudios Martianos, Universidad de París y Universidad de Puerto Rico, 2002), pág. 9.
[21] Ibídem, pág. 10.
[22] Ibídem, pág. 9.
[23] MARTÍ, José. “En Casa” en Patria, número 17, 2 de julio de 1892, pág. 3. Patria. Edición digital del periódico publicada por el Centro de Estudios Martianos (La Habana: 2007).
[24] MARTÍ, José. “La Confirmación”. Patria, 23 de abril de 1892, pág. 1. También reproducido en José Martí: obras completes, tomo 1 (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1991), pág. 411.
MARTÍ, José. “Club ‘Borinquen’ y Betances”. Patria, 4 de junio de 1892, pág. 3. También reproducido en José Martí: obras completes, tomo 5 (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1991), pág. 44.
[25] Carta de Domingo Collazo a Juan de M. Terreforte del 18 de mayo de 1923, reproducida en FIGUEROA DE CIFREDO, Patria. Pachín Marín: héroe y poeta (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1967), págs. 71-73.
[26] Carta de J. H. Terreforte a Domingo Collazo del 20 de mayo de 1923, reproducida en FIGUEROA DE CIFREDO, Patria. Pachín Marín: héroe y poeta (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1967), pág. 73.
[27] Narciso López fue un venezolano que se unió al ejército español en la Guerra civil contra Bolívar. Luego, en España, participó en el las Guerras Carlistas apoyando el lado liberal y los derechos de Isabel II. En España alcanzó el cargo de Gobernador Militar de Madrid y representó a Sevilla en las Cortes. En Cuba fue Teniente de Gobernador de Trinidad y presidente del Comisión Militar Ejecutiva y Permanente. Al tomar la gobernación Leopoldo O’Donell, fue relevado de su cargo y se retira de la milicia. A partir de ese momento empieza a moverse hacia los círculos de los criollos independentistas.
[28] PORTELL VILÁ, Herminio. Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II (La Habana: Compañía Editora de Libros, 1952), pág. 135.
[29] Cirilo Villaverde escribió la novela Cecilia Valdés, considerada por muchos como la primera novela de la literatura cubana. Esta obra fue la inspiración para La Cuarterona de Alejandro Tapia y Rivera.
[30] PORTELL VILÁ, Herminio. Narciso López y su Época (1848-1850), tomo I (La Habana: Cultural, 1930), pág. 12.
[31] PORTELL VILÁ, Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II, págs. 135-136.
[32] PONTE DOMINGUEZ, Francisco. La Masonería en la historia de Cuba (La Habana: Editorial “Moda Magazine”, 1954), pág. 44.
[33] PORTELL VILÁ, Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II, pág. 136.
[34] MÁRQUEZ STERLING, Carlos y Manuel MÁRQUEZ STERLING. Historia de la Isla de Cuba (San Juan: Cultural Puertorriqueña, Inc. y La Moderna Poesía, Inc., 1975), pág. 97.
[35] Ibídem, pág. 97.
[36] Ibídem, págs. 97 y 100.
[37] Constitución de la República de Cuba (1901) reproducida en el portal Biblioteca Jurídica Virtual [http://bibliohistorico.juridicas.unam.mx/libros/5/2138/7.pdf]. Consultada el 15 de julio del 2016.
[38] “República de Cuba Constitución Política de 1940”, reproducida en el portal Política Database of the Americas [http://pdba.georgetown.edu/Constitutions/Cuba/cuba1940.html]. Consultado el 4 de junio del 2016.
[39] LAZCANO Y MAZÓN, Andrés M. Las Constituciones de Cuba (Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1952), pág. 135.
[40] Constitución de la República de Cuba, reproducida en Gaceta Oficial de la República de Cuba, Ministerio de Justicia, La Habana, viernes 31 de enero de 2003. Extraordinaria, Año CI.
[41] INFIESTA, Ramón. Diario de la Marina, 21 de mayo de 1950. Reproducido en LAZCANO Y MAZÓN, Andrés M. Las Constituciones de Cuba (Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1952), pág. 135.
[42] “Los símbolos de Cubaen Infomed, Portal de la Red de Salud de Cuba [http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/histologia/simbolos_de_cuba.pdf]. Consultado el 13 de julio del 2016.
[43] “Bandera nacional cubana” en Enciclopedia libre universal en español [http://enciclopedia.us.es/index.php/Bandera_nacional_cubana]. Consultada el 4 de junio del 2016.
[44] Ibídem.
[45] MORALES Y MORALES, Vidal. Iniciadores y primeros mártires de la revolución cubana (Habana: Imprenta Avisador comercial, 1901), pág. 182.
[46] “Símbolos nacionales de Cuba” en Wikipedia [https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADmbolos_nacionales_de_Cuba]. Consultada el 14 de julio del 2016.
[47] VILLAVERDE, Cirilo. Citado por PORTELL VILÁ, Herminio. Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II (La Habana: Compañía Editora de Libros, 1952), pág. 136.
[48] PONTE DOMINGUEZ, Francisco. La Masonería en la historia de Cuba (La Habana: Editorial “Moda Magazine”, 1954), pág. 44.
[49] Ibídem, pág. 44.
[50] VILLAVERDE, CIRILO. “Nuestra bandera” Carta publicada en Le Revolución, Nueva York, 15 de febrero de1873. Fragmento reproducido en PONTE DOMINGUEZ, Francisco. La Masonería en la historia de Cuba (La Habana: Editorial “Moda Magazine”, 1954), pág. 44.
[51] Ibídem, pág. 44.
[52] QUISENBERRY, Anderson C. López’s Expeditions to Cuba 1850-1851 (Louisville: John P. Morton & Company, 1906), pág. 47.
[53] PORTELL VILÁ, Herminio. Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II, pág. 235.
[54] “Documentos hallados abordo de los buques anglo-americanos, Georgian y Susan Loud, apresados por el vapor de Guerra español Pizarro”, Apéndice en Apuntes históricos acerca la espedicion pirática que invadió la isla de Cuba en mayo de 1850 y detalles de la causa seguida contra el ex-general Narciso López y sus cómplices (Nueva Orleans: 1850), pág. III.
[55] Reproducida en LAZCANO y MAZóN, Andrés Ma. Las Constituciones de Cuba (Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1952), pág. 1024.
[56] PORTELL VILÁ, Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II, pág. 137.
[57] Ibídem, pág. 137.
[58] The Sun, 11 de mayo de 1850, citado en PORTELL VILÁ, Herminio. Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II (La Habana: Compañía Editora de Libros, 1952), pág. 137.
[59] PORTELL VILÁ, Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II, págs. 137-138.
[60] SANTOVENIA, Emeterio S. La bandera de Narciso López en el Senado de Cuba (La Habana: Ediciones Oficiales del Senado, 1945), págs. 40-41.
[61] Ibídem, pág. 41.
[62] Ibídem, págs. 42-43.
[63] RESIK AGUIRRE, Magda y Yoel LUGONES VÁZQUEZ. “El Destino de esta Bandera siempre fue Cuba” en el portal Cubadebate [http://www.cubadebate.cu/noticias/2010/01/05/una-bandera-que-no-esta-a-la-venta-y-nunca-lo-estara/#.V8whD8v6vIU]. Consultado el21 de Agosto de 2016.
[64] Ibídem.
[65] La Crónica, 15 de junio de 1850. Citado en PORTELL VILÁ, Herminio. Narciso López y su Época (1848-1850), tomo II (La Habana: Compañía Editora de Libros, 1952), pág. 137.
[66] PONTE DOMINGUEZ, La Masonería en la historia de Cuba, pág. 43.
[67] RESIK AGUIRRE y LUGONES VÁZQUEZ, “El Destino de esta Bandera siempre fue Cuba”.
[68] THOMAS, Hugh. Cuba: la lucha por la libertad 1762-1909, tomo 1, (Barcelona: Ediciones Grijalbo, S. A., 1973), pág. 57.
[69] PÉREZ, Louis A., Jr. Cuba: Between Reform and Revolution (New York: Oxford University Press, 1988), pág. 110.
[70] MORENO FRAGINALS, Manuel. Cuba/España España/Cuba: historia común (Barcelona: Crítica, 1995), pág. 204.
[71] FLIBUSTIERO. Life of General Lopez and History of the Late Attempted Revolution in Cuba (New York: Dewitt & Davenport, Publishers, 1851), pág. 12.
[72] MORALES Y MORALES, Iniciadores y primeros mártires de la revolución cubana, pág. 179.
[73] PORTELL VILÁ, Narciso López y su Época (1848-1850), tomo I, págs. 9-10.
[74] PONTE DOMINGUEZ, pág. 42.
[75] Carta de Cirilo Villaverde a Enrique Trujillo, publicada en El Porvenir, 29 de septiembre de 1892. Reproducida por PORTELL VILÁ, Herminio. Narciso López y su Época (1848-1850), tomo I. (La Habana: Cultural, S. A., 1930), pág. 193.
[76] MORALES Y MORALES, Iniciadores y primeros mártires de la revolución cubana, págs. 202-203.
[77] RAUCH, Basil, citado por MARRERO, Leví. Cuba economía y sociedad, tomo XV, “azúcar, ilustración y conciencia (1763-1868), (Madrid: Editorial Playor, S. A., 1992), pág. 174.
[78] MARRERO, Leví. Cuba economía y sociedad, tomo XV, “azúcar, ilustración y conciencia (1763-1868)”. (Madrid: Editorial Playor, S. A., 1992), pág. 174.
[79] PORTELL VILÁ, Narciso López y su Época (1848-1850), tomo I, pág. 208.
[80] ROIG DE LEUCHSENRING, Emilio. “Conmemoración del centenario de la bandera cubana” en Veinte años de actividades del Historiador de la Ciudad de La Habana, volumen 4. (La Habana: Municipio de La Habana, Oficina del Historiador de la Ciudad, 1955), pág. 260.
[81] FIGUEROA DE CIFREDO, Patria. Pachín Marín: héroe y poeta (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1967), pág. 20.