domingo, 9 de octubre de 2016

Prólogo a Cantata a Lajas

Prólogo a Cantata a Lajas
Por Félix M. Cruz Jusino

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Cantata a Lajas, un himno a la grandiosidad de la Ciudad Cardenalicia y Monseñorial, sus entornos y su maravillosa gente. Cantata es un paseo por Lajas, un recorrido idílico, que no se limita a lo utópico. Alameda está consciente de esa línea fina que divide la alabanza sin fundamentos de la realidad. El poemario nos presenta la visión poética y el amor profundo por el lar nativo, punto emergente donde se dan los primeros pasos hacia la consecución de una trayectoria de emociones fructíferas para la vida y entorno.

Cantata es el primero en su haber, porque aunque otros poetas han homenajeado a su ciudad natal, este es el primer poemario totalmente dedicado a ensalzar el entorno topográfico y urbanístico que llamamos Lajas y su gente.

Alameda recolecta en Cantata la esencia de su formación como ser humano, que no es otra cosa, que el cúmulo de episodios que lo conectan con familiares y amigos en ese espacio en el que transcurrieron sus vivencias infantiles y se transformó en adulto.

Es importante puntualizar que es el lugar primigenio donde se crea conciencia de quienes somos. Con el tiempo es idealizado y los recuerdos se transforman en hazañas quijotescas de carácter épico. Muchos le llaman a ese lugar, hogar, otros le llaman patria chica, porque es el numen que alimenta el alma con añoranzas y recuerdos. Al mismo tiempo, es ese punto de origen donde la mente regresa cuando quiere energizarse o desea protegerse de los azares de la vida.

Para Ramón Alameda, ese sitio emotivo, pero real, se llama Lajas, pueblo al que identificamos con varios cognomentos “Ciudad del Valle”, “Ciudad Cardenalicia”, “Ciudad de la Piña Cabezona”, y, últimamente, “Capital Cultural del Suroeste”.

En Cantata el poeta describe la hermosura de los parajes lajeños y la riqueza de sus suelos. Nos lleva a conocer desde la conciencia del hijo que venera a su madre, la majestuosidad del sitio más emblemático de Lajas, El Valle.

Es una amplia y bellísima llanura
Que se extiende radiante, fértil, bella,
Hermosa como el latir de errante estrella
Invitando a promover la agricultura.

Así mismo, nos hace repensar lo que admiramos y sabemos de lugares famosos en la conciencia nacional como La Parguera, la Bahía Bioluminiscente y su famosa Ruta Ovni. Sin embargo, estos no son los únicos lugares que se pueden disfrutar en la “Ciudad del Valle, faro y luz de Puerto Rico”. El poeta entona sonetos a otras bellezas naturales del municipio como lo es la Sierra Bermeja, el sitio geológico más antiguo de Puerto Rico. El rapsoda alaba igualmente la majestuosidad de la Laguna Cartagena, que es la única de agua dulce en la Isla y la Ceiba Acostada en el Sector Cañitas del Barrio Sabana Yeguas.

En su invitación a conocer a su pueblo natal, Alameda enfatiza que es un recorrido por el Lajas de sus sueños, pero que es también un canto a la gran riqueza espiritual que enmarca lo físico y emocional.

Recorriendo el Lajas de mis sueños
Buscando en qué lugar fijar mi vista…

El poeta entona su poesía realzando la magia de su pueblo de origen. No contento con describir su entorno le otorga vida y acción en la integración geográfica que enmarca a su Lajas, como notamos en su poema a la Sierra Bermeja.

Como guardia de honor, vigilante,
como el soldado que nunca yerra,
Dispuesto a lanzarse a la guerra
Contra cualquier peligro amenazante.

El vate lajeño creció y se forjó como escritor en un mundo mágico, un pueblo mítico, rico en leyendas y vistas sobrecogedoras. Lajas es asociado a extraterrestres, pero además lo es con espíritus, fantasmas, brujas, hechiceras, faunos, sirenas, ondinas, musas… y dioses.

Lajas, ciudad de mágico esplendor
Lucero de radiante lozanía,
Lanzando al cosmos tu brillante fulgor
Esparciendo en el espacio tu armonía,
Como ondina de pureza y candor
En acordes de grata sinfonía.
Óleo de amor, de verde pincelada
Hechizante, virtuosa, enamorada.

Este canto reafirma el realismo mágico que Alameda visualiza en Lajas, pero que a la vez nos confronta con la magnavisión que tiene de su pueblo al compararlo con un lucero que se luce con su “brillante fulgor” al cosmos cual hermosa mujer que seduce a un enamorado. En la poesía de Alameda, Lajas es naturaleza y desarrollo urbanístico, pero, además, es historia, cultura y amor.

Lajas esculpida por el hombre y natura
Y por mujeres con alma de ensueño,
Empapadas de amor y dulzura
Con sus rostros de sentir risueño,
Enmarcando de historia y cultura
Los designios del pueblo lajeño.

Cantata a Lajas, nos lleva a conocer a la “Ciudad de la Piña Cabezona” a través de un recorrido íntimo con su pueblo y su gente.

Contemplo de mi pueblo la alegría
Musical, entonante, arrobadora,
Y admírola surgir elevadora
Canturreando una bella melodía.

Ensalza el poeta las bellezas naturales, los montes collados y breñales, pero también le canta a las calles y aceras de su pueblo.

En Lajas nació y se llama Victoria
Por ella se extasía el transeúnte,
Leyendo en las aceras tanta historia
Que camina flotando, delirante.

El poeta enaltece a la agricultura y a los once barrios que conforman el municipio. Los poemas a los barrios buscan identificar el origen del nombre o asociación con personajes distinguidos del municipio. En su canto al barrio París dice:

Un nombre con elegancia
En suelo puertorriqueño,
Quizás, nacido lajeño
Tal vez, venido de Francia.

Alameda reconoce la aportación de lajeños y lajeñas distinguidos como Sarita Sepúlveda, al fundador, Don Teodoro Jácome Pagán. Y a Don Juan Cancio Ortiz.

Dedicó toda su vida al servicio
De Lajas, pueblo donde nació
Donde jugó de niño y creció
Fuera de la maldad y el vicio.

Honra la aportación de los profesionales, enfatizando la labor de los maestros en la formación de los ciudadanos.

Lajas tienes tantos buenos maestros
Brindándonos el pan de la enseñanza,
Preparados, listos, capaces, diestros,
Educando con fe y con esperanza
Para que en el futuro nuestro
Sigamos la bonanza

Cantata no solo es poesía, sino que es historia e información sobre Lajas. Alameda elogia a los símbolos municipales, himno, bandera y escudo.

Nuestro escudo fue creado
Para un pueblo ya maduro,
Que nos lleva hacia el futuro
Sin olvidar el pasado.

Reconoce también el bardo las aportaciones de las organizaciones culturales a la formación del pueblo. En su soneto al centro Cultural enfatiza la importancia de la colaboración para la gestación cultural.

Nació de la visión de unos amigos
Reunidos en consenso natural,
Ideando de manera estructural
Lo que en su mente traían consigo.

Podemos concluir que para Alameda y los lajeños, Lajas es:

Capital de la cultura borinqueña
Tesoro de vívidas grandezas.

Es su obra el poeta no solo nos presenta a su Lajas, sino que nos educa al resucitar diferentes estilos de versos, ya olvidados por el pueblo, como lo son la oda, la quintilla, la silva, la octava y la sextilla.

Cantata a Lajas, es más que un recorrido íntimo por la ciudad donde el hombre fraguó su pasión literaria y su canto se hizo poesía, sino un atisbado al alma sensible de Alameda.

El poemario es magia de amor e idolatría. Es ensueño enraizado en la memoria que se enfrenta a un presente que busca definir un futuro que a veces nos parece incierto. Alameda nos lleva en un viaje que juega constantemente con el tiempo, pero que siempre encuentra su ancla en la profunda veneración que el poeta tiene por la ciudad de sus ancestros.

Entonamos junto al poeta, Ramón Alameda, un canto a Lajas, exuberante paraíso borinqueño que enraíza su grandiosidad en la natura y en su aportación al acervo histórico-cultural lajeño-puertorriqueño.

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