viernes, 7 de junio de 2019

El periodo de gobernación de Toribio Montes en Puerto Rico de 1804 a 1809: Retos y desafíos


EL PERIODO DE GOBERNACIÓN DE TORIBIO MONTES EN PUERTO RICO DE 1804 A 1809: RETOS Y DESAFÍOS
Por Mildred Cardona Rivera

Nota editorial: Ponencia presentada en el 3er Encuentro de Estudiantes Graduados de Historia, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Viejo San Juan, Puerto Rico, 24 de agosto de 2018.

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Buenos días,

Es un honor tener la oportunidad de compartir ante ustedes los resultados de la investigación que realicé sobre el periodo de finales del siglo XVIII y principios del XIX, que en su versión de tesis de maestría, en 2017, fue titulada El Periodo de Gobernación de Toribio Montes en Puerto Rico entre 1804 a 1809: Retos y Desafíos, y que fue publicada en 2018 con el título de Crisis en Puerto Rico durante la gobernación del mariscal Toribio Montes: Un reflejo de la política española en el periodo entre los siglos XVIII y XIX.

Los siglos XVIII y XIX han sido fuente de muchos temas de investigación y análisis en la historia de Puerto Rico. Una gran diversidad de estudios ha cubierto este periodo de nuestra historia. Esto podría generar la opinión referente a que en cierta medida estos siglos están saturados y no hay nada novedoso o innovador por descubrir, no obstante, constantemente surgen nuevos argumentos y nuevas perspectivas de pensamiento que aportan y refrescan la historia de este, que niegan admitir que todo está dicho o escrito.

Dentro del tema trabajado encontramos la opinión de historiadores de la talla de Lidio Cruz Monclova, Cayetano Coll y Toste, Gilberto R. Cabrera y del cronista Pedro Tomás de Córdova, quienes a raíz de sus escritos convergieron en que Toribio Montes fue un buen gobernador para Puerto Rico. Ante esa conclusión unánime y algunos detalles de sus gestas administrativas que nos resultaron atractivas, nació el primer destello de curiosidad, luego vino la formulación de la hipótesis. La cual indica que la gobernación de Toribio Montes, con altas y bajas, se desarrolló bajo el marco de un administrador que combinó su ideología conservadora con las visiones ilustradas que comenzaron a manifestarse en la España de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Esto nos lleva en un viaje de investigación histórica tan abarcador que amplía el radio de estudio a otros asuntos de la administración insular. Estos fueron el análisis y exposición de la defensa, milicia, política interna y externa, economía, comercio, iglesia y sociedad.

Para alcanzar nuestro objetivo de una manera más precisa, nos servirnos de las fuentes primarias obtenidas de varios importantes archivos históricos. En España, fueron el Archivo General de Indias en Sevilla y el Archivo Histórico Nacional de Madrid. En Puerto Rico, la investigación se centró en el Archivo General de Puerto Rico y el Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

Puerto Rico, como colonia sujeta a la Corona española, sufría las consecuencias de las acciones y decisiones que esta decretaba. España vivía sumergida continuamente en conflictos con otras potencias como Inglaterra y Francia por el control y supremacía tanto de territorios ultramarinos como de las rutas comerciales. En uno de esos múltiples conflictos, entiéndase la Guerra de los Siete Años, España pierde de manera temporal La Habana (1762). Solo es de esa manera que la metrópolis tiene un despertar y consciencia de lo frágil que era mantener el control de sus colonias y de lo fácil que resultó perderlas. Ante esa amenaza real, ya experimentada, comenzó el proceso de implementar una serie de reformas de corte militar y de defensa.

El informe presentado por Alejandro O’Reilly en 1765 fue uno devastador que evidenció la negligencia en la que estaba sumergida la Isla. Lo más paradójico de este informe fue que Puerto Rico contaba con todas las condiciones para ser una colonia próspera para la metrópolis. Entiéndase, la riqueza y fertilidad de sus tierras y su posición geográfica en el Caribe. La poca o ninguna explotación de sus recursos, las defensas y milicias increíblemente deficientes y el pobre sostén conseguido a través de los situados, la hacía prácticamente insolvente y vulnerable. Las reformas sugeridas que eventualmente se implementaron en varios sectores de la Isla dieron cierto orden y carácter que tanto Puerto Rico necesitaba.

Según visto, se apreciaron algunos cambios desde la aplicación de las reformas de Carlos III. Estos mayormente se concentraron en los asuntos de defensa y una milicia más robusta. Las reformas implementadas en estos asuntos fueron un importante acierto en la victoria lograda contra los ingleses en 1797. La explotación agrícola y el comercio todavía eran asuntos incipientes a los que le faltaba mucho por andar a más de una década del informe de O’Reilly. Vemos, cómo estas reformas fueron puestas en práctica más tarde en el territorio insular.

Se podría interpretar que durante el periodo de gobernación de Toribio Montes no había situaciones interesantes que recalcar, aparte quizás de algunos elementos que han saltado al conocimiento general, como lo fue el establecimiento de la imprenta en 1806, o la publicación del primer periódico en Puerto Rico, La Gaceta en 1807. Por tanto, es nuestro deber como historiadores expresar que es todo lo contrario. Recalcamos que los detalles son la sal y la pimienta que brindan mayor gusto a la historia. Para ello nos amparamos en la fuente primaria adquirida antes mencionada y en un universo de autores de la talla de: José Julián Acosta, Isabel Gutiérrez del Arroyo, Aida Caro Costas, Bibiano Torres, Julia Gil Bermejo, Ricardo Alegría, Eugenio Fernández Méndez, Blanca Silvestrini, Salvador Brau, Adolfo de Hostos, Ángel López Cantos, Arturo Morales Carrión, Frank Moya Pons, Alejandro Tapia y Rivera, Luis González Vale, Mario Rodríguez León, Armando J. Martí Carvajal, Francisco Moscoso, Fernando Picó, Loida Figueroa, entre otros tantos.

Ahora bien, nos dimos a la tarea de hacer las preguntas pertinentes al periodo de estudio, que es la médula de esta investigación: ¿Qué hizo diferente este gobernador que atrajo nuestra atención para estudiarlo? ¿Qué tan bien o profundamente le reseñaron los historiadores como para nosotros desear corroborar esas conjeturas?, entre otras más.

La época que le tocó gobernar fue una turbulenta de muchos cambios y volátiles sucesos políticos a nivel ultramarino. El gobernador tuvo que hacer frente a varias situaciones que aquejaban la Isla. Debido a la amplitud de situaciones, se hizo un análisis de lo que, a nuestro entender, fueron los aspectos más apremiantes y/o controversiales de la administración de Toribio Montes en Puerto Rico.

Como militar de probada experiencia velaba por los intereses de España, además, de poseer una inquebrantable lealtad con su metrópolis, fundamentó sus decisiones sobre las órdenes reales recibidas. La defensa era su prioridad, seguido de la economía, ambas necesarias para mantener a Puerto Rico. Era evidente la necesidad de tener siempre al alcance la partida que le correspondía a Puerto Rico del situado mexicano. Obtener este caudal siempre constituyó uno de los mayores retos para el gobernador Montes ya que con este dinero se prevenía mantener la Isla a la vera de un colapso financiero. La falta de este dinero, o lo poco que llegaba, obligó al gobernador a buscar medidas alternas que no siempre obtuvieron los resultados deseados. Además del envío de las múltiples cartas al virrey de México solicitando las asignaciones de Puerto Rico, que casi siempre fueron ignoradas, provocaban la crítica y a su vez la disculpa del gobernador. Se llegó a solicitar préstamos a créditos a La Habana, y los virreinatos de Nueva Granada y del Perú, cuyos reembolsos fueron girados contra las futuras emisiones del situado, e incluso, el recurrir al cobro de intereses de los buques comerciales de países neutrales con mercancía exportada de la Isla. El mayor envío identificado del situado que llegó a Puerto Rico se dio en las postrimerías del mandato de Montes en 1809, con 500,000 pesos enviados por el entonces virrey Pedro Garibay.

Otro asunto importante que el gobernador Montes cuidó con celo fue el comercio ya que este debía generar el caudal necesario. Ejemplo de ello fue la modificación a los reglamentos y formatos para poner en funcionamiento los cinco puertos menores, (Fajardo, Ponce, Cabo Rojo, Mayagüez y Aguadilla), la simplificación de otorgación de permisos a los buques, la apertura a los barcos neutrales, la exportación de productos y la rentabilidad de la trata negrera, entre otros. Todo ello, en un intento de combatir el contrabando, aunque reconocemos que este último tuvo todas las condiciones para prevalecer ya que cada falla que el gobierno cometía se prestaba como una oportunidad para el comercio ilícito.

En los asuntos militares, Montes hizo lo posible para asegurar que las defensas de la Isla siempre estuvieran listas para la latente eventualidad de un ataque extranjero, aun con la mencionada falta de caudales, ya que Puerto Rico era indispensable para la Corona como así se le hizo saber a Cayetano Soler, Secretario Del Estado y de Despacho de la Hacienda en 1806: “…es codiciosa de otras naciones que la distinguen de todas las islas del Archipiélago” y cuando el Ministerio de Guerra le expresa a Ramón de Castro que Puerto Rico era considerada como: “la llave de todos aquellos dominios”.

Entre las dificultades que afrontó estaba la perenne insuficiencia de soldados y de armamentos para la protección y defensa de la Isla. Para evitar deserciones, el gobernador recurrió a indultos, abonos y otros beneficios como también hacer fuertes reformas en los métodos de disciplina (expulsiones, multas, a los escapados se les condenaba a 6 años de servicio con su compañía). Cumplió con los soldados retirados o incapacitados, además de no dejar sin protección a las familias cuyos militares habían muerto. Su compromiso con la Corona era tal que prestó la ayuda militar necesaria para la reconquista de la plaza de Santo Domingo y a su vez asiló a aquellas personas que abandonaban sus territorios escapando de la guerra.

Como antes mencionamos, la defensa fue el aspecto principal de la gobernación de Montes y sus decisiones en este apartado resultaron en beneficios colaterales para el pueblo. Esto es, había que mantener viva la lealtad a la Corona. Como hombre ilustrado, él fomentó la educación para todos sin distinción de género vía decreto. La enseñanza primordial se basó en la lectura, escritura y matemática básica. En 1808 había en San Juan dos escuelas de primeras letras y una que otra de carácter particular. Además, presentó una propuesta agresiva para explotar la agricultura (mayormente con la mano esclava en el cultivo de la caña de azúcar). Ambos casos para cumplir una misión; esta con fines económicos, la Isla debía producir y ser autosustentable. Atado al pueblo estaba la Iglesia, Juan Alejo de Arizmendi, el primer Obispo Puertorriqueño, tenía el favor de la masa, cuya relación cordial se extendió al gobierno. Ambos, Montes y Arizmendi, compartían la lealtad a la Corona y a la Iglesia en una mutua cooperación que perduró durante todo el mandato del gobernador.

Esta cordialidad, sin embargo, no trascendió con varios personajes. Montes tuvo conflictos con su homólogo, Ramón de Castro, por el cobro de sueldos; con Ignacio Mascaró por la toma de decisiones administrativas que de alguna manera no solo representaba la continuación de la pasada gobernación, sino que es vivo ejemplo de la lucha de poder de la élite peninsular, quienes buscaban glorias y riquezas personales por encima de los intereses de la Corona; y, con Ramón Power por reconocimiento, poder y oportunismo en el sitio de Santo Domingo, en el cual Power tenía el mando de la cuarta y última expedición por orden de Montes.

Reconocemos que la gobernanza de Montes fue bien vista por la Suprema Junta, ya que le hicieron merecedor de otras encomiendas fuera del Caribe. Primero: como gobernador del Callao y sub-inspector general del real ejército en Perú y luego en Ecuador como presidente de la Real Audiencia de Quito y General en Jefe del Ejército de Operaciones. Esto nos evidencia y concluimos con toda la prueba investigada, sin lugar a duda y en reconocimiento que no hay política perfecta, la gobernación del Mariscal de Campo, Toribio Montes-Caloca y Pérez cumplió con los objetivos trazados de la Corona de mantener la Isla a flote de las crisis surgidas en la época.

Recalcamos la importancia de dar luz a los detalles y pormenores que nos dan la oportunidad de conocer un poco más de estos personajes que si no fuera por algunas gestas quedarían rezagadas en el olvido sin dedicarles la atención que se merecen. También los invitamos a que se continúen los estudios relacionados a periodos y personajes de nuestra historia que aún tienen mucho potencial en nuestra historiografía.

Gracias.