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sábado, 7 de diciembre de 2013

Martin Luther King, 50 años después...

Autor: Jesús Méndez Jiminián

MARTIN LUTHER KING, 50 AÑOS DESPUÉS…

“Cuando se permita que la libertad resuene en cada ciudad, en cada aldea, en cada Estado, entonces podremos avanzar y conocer que ha llegado el tiempo en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, podrán cogerse de las manos y entonar las viejas palabras del viejo espiritual negro: ¡Al fin libres!, ¡Al fin libres! ¡Gracias Dios Todopoderoso, al fin somos libres!”

M. Luther King, Jr., en su discurso “Yo tengo un sueño”, 23 de agosto, 1963.

El pasado 28 de agosto, se cumplieron 50 años de la memorable e histórica marcha de miles y miles de afroamericanos hacia Washington, D.C., encabezada por el doctor Martin Luther King, Jr. A la sombra del Memorial de Lincoln, el doctor King pasada la una de la tarde de aquel caluroso día de verano, pronunció una de las más célebres y bellas piezas de oratoria que se registra “Yo tengo un sueño” (“I have a dream”). Tanto así, que los grandes analistas la consideran como la número uno entre los grandes discursos, en el siglo XX.

El doctor King encabezó por años, en distintos estados norteamericanos, una de las luchas más recordadas: la de los derechos civiles para los afroamericanos. En una de estas batallas entregó su vida cinco años después de aquel extraordinario discurso ante más de 200 mil personas, en la capital norteamericana. El día 5 de abril de 1968, el doctor King, fue vilmente asesinado en la ciudad de Memphis, Tennessee. Los días han pasado desde entonces, pero su legado sigue y seguirá vigente por la gracia de Dios, en millones de seres humanos de todo el mundo.

“Más allá de su lucha por la igualdad racial, del discurso “I have a dream” donde imagina que sus cuatro hijos vivirán un día en una nación donde no sean juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su persona y de la victoria política… Martin Luther King señaló que la igualdad racial no devenía sólo de las leyes que defienden a la persona, sino sobre todo de la manera en que esa persona se percibe a sí misma: ‘Mientras el espíritu se halle esclavizado, el cuerpo no podrá nunca ser libre – decía Luther King –. La libertad psicológica, un firme sentido de la autoestima, es el arma más poderosa contra la larga noche de la esclavitud física. Ninguna proclama de emancipación Lincolniana o carta de los derechos civiles Johnsoniana puede aportar totalmente este tipo de libertad – agregaba –. El negro será libre cuando alcance las profundidades de su ser y… su propia declaración de emancipación… y decir al mundo: Yo soy alguien. Yo soy una persona. Yo soy un hombre con dignidad y honor. Y tengo una historia rica y noble’” – concluía el doctor King –.

UN POCO DE HISTORIA  

Martin Luther King, Jr. nació en la sureña ciudad de Atlanta, Georgia, el 15 de enero de 1929, año éste en que la nación norteamericana y el mundo, fue impactada por el mayor crack bursátil de su historia; todo aquello dio pie a “una fase de locura colectiva”.

El padre de Luther King, Jr. era un ministro de la iglesia bautista dentro del protestantismo, ejerciendo su ministerio en la ciudad de Atlanta. Él educó a sus hijos en “los principios cristianos de igualdad y paz”.

En su niñez, Martin Luther King, Jr. se vió “obligado a asistir a la escuela dominical para negros, y a jugar solamente con niños negros; además les estaba prohibiendo el acceso a parques y jardines”. (p. 17, en M. Luther King. Grandes biografías de Francisco Luis Cardona Castro, Edimat Libros, S.A).

Como datos curiosos se han observado entre otros, estos: en 1939, Martin Luther King, Jr. “cantó en el coro de su iglesia en Atlanta para la película ‘Lo que el viento se llevó’”. King fue un niño precoz; “estudió en la Booker T. Washington High School de Atlanta. No cursó ni el noveno ni el duodécimo grado, y entró en el Morehouse College, una universidad reservada a los jóvenes negros, a los 15 años, sin haberse graduado formalmente en secundaria (…)”.

Martin Luther King, Jr. entró a la universidad contando tan sólo con 15 años de edad. A los diecinueve años, en 1948, logró obtener su diploma de sociología (Bacherlor of Arts), “en el Morehouse, y se matriculó en el Crozer Theological Seminary en Chester, en Pensilvania, de donde salió con un grado de Bachelor of Divinity (una licenciatura en teología el 12 de junio de 1951…) (y) comenzó en septiembre de ese mismo año, sus estudios de doctorado en Teología Sistemática en la Universidad de Boston, recibiendo el grado de Doctor en Filosofía el 5 de junio de 1955”. O sea, que cuando Martin Luther King recibió su doctorado, tan solo tenía unos veintitrés años.

Otro dato curioso de la vida de Martin Luther King, Jr. es éste: él fue bautizado al nacer con el nombre de Michael, igual que su padre. “Pero tras un viaje a Alemania de su progenitor, éste se cambió el nombre y también se lo cambió a su hijo, para pasar a llamarse ambos Martin Luther, en honor del líder de la reforma protestante”, Martin Lutero.

Luther King logró convertirse en “activista de los derechos civiles desde muy joven, organizó y llevó a cabo diversas actividades pacíficas reclamando el derecho al voto, la no discriminación y otros derechos civiles básicos para la gente de raza negra de los Estados Unidos. Entre sus acciones más recordadas están el boicot de autobuses en Montgomery, en 1955; su apoyo a la fundación de la Southern Christian Leadership Conference, en 1957 (de la que sería su primer presidente); y – como ya dijimos anteriormente – el liderazgo de la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, en 1963…, gracias a la cual se extenderá por todo el país la conciencia pública sobre el movimiento de los derechos civiles y se consolidaría como uno de los grandes oradores de la historia estadounidense”.

La acción iniciada por King, en diciembre de 1955, en los autobuses de Montgomery se produjo tras una mujer de raza negra llamada Rosa Parks negarse a “ceder un asiento a un hombre blanco”. Esta situación produjo un fuerte choque, y la señora Parks fue ultrajada. Esta situación fue respondida por el joven King, quien inició un boicot a los autobuses de aquella ciudad que fue secundada por la mayoría de la población negra. “¿El resultado? La declaración de ilegalidad por parte de la Corte Suprema de Estados Unidos en 1956 de la segregación racial en autobuses, restaurantes, colegios y otros lugares públicos”. (Véase en “Wikisaber” a “Martin Luther King y el Premio Nobel de la Paz”).

Martin Luther King, Jr. heredó su carácter de su padre, de quien en cierta ocasión al referirse a él, dijo: “Mi padre siempre fue un hombre de firmes convicciones, un verdadero luchador en pro de nuestros derechos. Una vez contempló un atentado contra un grupo de pasajeros negros en un autobús, y nunca más volvió a subir a uno de los de Atlanta”. Narrando una experiencia personal, King señaló en una oportunidad, que él “De joven nunca (aceptó) viajar en la parte trasera de un autobús o sentarme en el departamento segregado de un tren (…). Tampoco pude acostumbrarme a las salas de espera segregadas, a los comedores separados en los restaurantes, en parte porque tal separación no estaba en igualdad de condiciones, en parte porque sólo la idea de tal separación hería mi sentido de dignidad y del respeto”. (pp. 18-19, en “M. Luther King. Grandes biografías…”).

Dos años antes de su horrible asesinato en Memphis, el doctor King explicó lo que significaba ser negro en los Estados Unidos con estas palabras: “Ser negro significa tener que luchar a brazo partido por una supervivencia física entre la agonía psicológica más difícil. Significa ver crecer a los hijos con la nube mental de inferioridad oscureciendo el cielo del espíritu”. (p. 19, ob. cit.).

El 18 de junio de 1953, Martin Luther King contrajo matrimonio con la joven Coretta Scott, en el jardín de la casa de sus padres en Heiberger, Alabama. Tuvieron cuatro hijos: Yolanda King, en 1955; Martin Luther King III, en 1957; Dexter Scott King, en 1961, y Bernice King en 1963. Más tarde King fue ministro de la iglesia protestante.

El doctor King en su lucha por los derechos civiles de los negros, en los Estados Unidos de América, subrayaba que “la no violencia no era solamente un método justo, sino también un principio que debía ser aplicado a todos los seres humanos, fuesen de donde fuesen, y comparaba la campaña de la no violencia aclamada en los Estados Unidos a la violencia de las guerras de Vietnam sostenida por una parte de la opinión pública estadounidense: ‘(…) sed no violentos con los niños vietnamitas…’, decía insistentemente”. (p. 45).

Y agregaba lo siguiente: “Rechazo aceptar la noción cínica de que naciones tras naciones deben descender la escalera militarista hacia el infierno de la destrucción termonuclear (…). Porque el bien, incluso temporalmente vencido, es más fuerte que el mal triunfante”. (Ibid).

“Estoy convencido – señalaba el Dr. King – de que si queremos estar del lado bueno de la revolución mundial, debemos como nación emprender una revolución radical de valores. Debemos comenzar rápidamente a pasar de una sociedad ‘orientada hacia las cosas’ a una sociedad ‘orientada hacia la persona’”. (p. 73).

Martin Luther King guiado y formado por los principios y valores de su padre, llegó a ser pastor, y en cada momento de su accionar para bien de sus hermanos, todos, situaba la Biblia “en el corazón de su mensaje, considerando que la humanidad había estado desde hacía mucho “en la montaña de la violencia” y que debía de ir hacia la ‘tierra prometida de la Justicia y la Fraternidad’”. Reiteradas veces se le oía decir, que Jesucristo había dado una fórmula sabia “para confundir a los contrarios”, y que consistía en: “ser tan sabios como las serpientes y tan inofensivos como las palomas”.

“El poder sin amor – decía el doctor King – es peligroso y abusivo, el amor sin poder es sentimental y anémico. El mejor poder es el amor que implica la petición de justicia, y la mejor justicia – agregaba – es el poder que corrige todo lo que obstáculos al amor”.

El doctor King, “inspirado por los éxitos del activismo no violento de Mahatma Gandhi… visitó a su familia en la India en 1959, con la ayuda del grupo de cuáqueros de la American Friends Service Conmmittee (AFSC) y del NAACP (…). En su mensaje radiofónico durante su último día en la India, anunció:

‘Tras mi estancia en la India, estoy más convencido que nunca que el método de resistencia no violenta es el arma más poderosa posible para los pueblos oprimidos en su lucha por la justicia y la dignidad humana. En un sentido literal, Mahatma Ghandi encarna en su vida ciertos principios universales que son inherentes a la estructura moral del Universo y estos principios son tan ineluctables como la ley de la gravedad.

En el año 1949, cuando Luther King cursaba su licenciatura en Teología y se hallaba de vacaciones navideñas, según él mismo dijera, “leyó las obras de Karl Marx, particularmente El Capital y El Manifiesto comunista. Fueron estas lecturas…, las que afianzaron mas su propia fe religiosa”, confesó luego. (pp. 23-24, ob. cit. de Cardona Castro).

“Yo me hallaba sumamente interesado, desde mi juventud – indicó –…, en la división entre las riquezas superfluas y la más adyecta pobreza, y mis lecturas de Marx me aferraron en esta decisión”. (p. 24).

 LA MARCHA A WASHINGTON: “YO TENGO UN SUEÑO”

Las actividades de Martin Luther King, Jr. eran bien conocidas en 1956 no sólo en los Estados Unidos, sino en gran parte del planeta. El movimiento segregacionista Ku Klux Klan estaba muy alerta de los pasos del doctor King. Este movimiento ultra racista contaba ya con unos 500 mil miembros en EUA, y decidió atentar contra el Dr. King, al punto de que en ese año, hubo un primer intento por eliminarlo físicamente a él y a su familia; colocaron una bomba en su residencia. Dos años después, en otro atentado, Luther King es herido al ser atacado con un arma blanca, siendo ingresado en el hospital.

“A lo largo de su trayectoria como defensor de los derechos fundamentales – Luther King, n. de j.m.j. – fue arrestado y encarcelado varias veces (unas 20, n. de j.m.j.); llegaron a destrozar su casa y recibió numerosas amenazas”. (Véase en “Qué!”, en Google.com). En las escuelas públicas estadounidenses, casi a diario, en esta época se producían trifulcas contra los alumnos negros.

Ante tales hechos violentos de corte racial, Luther King en una ocasión dijo una frase tan certera como esta: “Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos”.

En noviembre de 1960, los norteamericanos eligieron al demócrata John F. Kennedy para Presidente, a quien King, que no se inclinó nunca por candidato alguno, se dice, que apoyó. Sin embargo, la violencia se recrudecía en las calles norteamericanas. Se iniciaron las llamadas “Marcha por la Libertad” en 1961. Y dos años más tarde, tienen lugar los sucesos de Birmingham, liderado por King, quien es detenido y enviado a la cárcel. Desde la prisión, Luther King escribe el 16 de abril de 1963 la famosa carta desde la prisión de Birmingham, respondiendo a ocho sacerdotes de Alabama, “que habían escrito una carta titulada Una llamada a la unidad. Aunque – estos sacerdotes, n. de j.m.j. – admitían la existencia de injusticias sociales, expresaban la idea de que la batalla contra la segregación racial debía tener lugar en los tribunales y no en la calle. King respondió entonces que sin acciones directas y fuertes como las que él lideraba, los derechos civiles no se conseguirían nunca. Escribió también que “esperar ha significado casi siempre nunca” y afirmaba que la desobediencia civil no estaba solamente justificada frente a una ley moral de desobedecer las leyes injustas”. (Ibid).

“La última debilidad de la violencia – decía King – es que es una espiral descendente, que engendra lo mismo que busca destruir (…). Utilizando la violencia, podréis asesinar al rencoroso, pero no podéis matar el odio (…). El odio no puede esconder el odio: sólo el amor puede hacer esto”, concluía.  

En 1963, tiene lugar un hecho histórico en términos judiciales en los Estados Unidos: “El Tribunal Supremo Federal falla favorablemente sobre los derechos de los negros”. Meses después a esta decisión, en el mes de junio de ese año, comienzan los preparativos para la gran “Marcha sobre Washington”.

La figura que motorizó, dirigió y organizó en sólo dos meses todo lo relativo a la gran “Marcha de Washington”, fue Bayard Rustin. Un individuo con bajo perfil y ciertas desviaciones sexuales, además, acusado de comunista, y al que algunos, y no pocos, quisieron separar del lado del doctor King. “Se convino que la marcha tendría lugar el 28 de agosto, sería una manifestación corta… desde el monumento a Washington hasta el Memorial Lincoln, donde se pronunciarían los derechos de rigor”. (p. 118, en M. Luther King, Grandes biografías…).

Los King salieron desde Atlanta hasta Washington el día 27 de agosto, narra la esposa del doctor King, Coretta. Aquello fue apoteósico. Gentes de color, mayormente, y humildes de todas partes acudieron a la convocatoria en la capital estadounidense. Coretta dijo que, “El programa fue tan largo que recuerdo haber pensado que Martin debía estar ya cansado, por lo que resultaría muy difícil animar con su oratoria a los manifestantes”. Sin embargo, agrega: “Al oír su nombre todos los presentes repitieron insistentemente su nombre; “Martin Luther King”, y mi esposo – dice – se emocionó visiblemente”. (p. 118, ob. cit.).

“No hay dudas de que el discurso de King fue la parte más significativa de la Marcha sobre Washington (…). Un panel de más de 130 académicos se reunió en 1999 para elaborar un ranking de los mejores del siglo pasado y el de King obtuvo el primer lugar”, señalaron algunos.

Yo tengo un sueño (I have a dream) es el nombre del popular discurso más famoso de Martin Luther King, Jr., cuando habló poderosa y elocuentemente de su deseo de un futuro en el cual la gente de tez negra y blanca pudiesen coexistir armoniosamente y como iguales. Este discurso pronunciado el 28 de agosto de 1963 desde las escalinatas del Monumento a Lincoln durante la Marcha en Washington por el trabajo y la Libertad, fue un monumento definitorio en el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos”.

El discurso de King, se ha dicho, “Apela a fuentes icónicas y ampliamente respetadas como la Biblia, e invoca la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la Proclamación de Emancipación, y la Constitución de los Estados Unidos (…). Cerca del comienzo King alude al Discurso de Gettysburg” de Lincoln. La formación religiosa del orador se percibe claramente ya que utiliza tres veces la expresión “hijos de Dios”.

Dice Coretta Scott King sobre un momento de aquel histórico discurso y su orador, que “Cuando empezó a hablar (King, n. de j.m.j.) comprendí que había olvidado ya el discurso tan cuidadosamente preparado la noche anterior, y que lo que decía era algo completamente diferente… pero muy superior. El hombre que ayudó al doctor King a elaborar aquel histórico discurso fue su entonces abogado personal, asesor y confidente, Clarence B. Jones, que afortunadamente hoy vive, y que recientemente fue entrevistado en su hogar, en Nueva York, por el periodista de la BBC de Londres, Thomas Sparrow. “Como pocas personas, Jones conoce los entretelones de ese discurso histórico que promovió la igualdad racial en un país profundamente dividido”, apunta Sparrow.

“Durante los primeros siete párrafos, King sí utilizó el borrador – dice Jones – que le había entregado… ‘sin cambiarle una palabra, una frase, una coma, nada. Pero luego vino la sorpresa. Luego vino la electricidad en el aire”…”.

“(…) Jones recuerda cómo King corrió el texto al lado izquierdo del podio, se rascó la pantorrilla de su pierna izquierda con el pie derecho, observó a la multitud y miró de sesgo a la cantante Mahalia Jackson, que acababa de gritarle” “¡Cuéntales el sueño, Martin!”.

Y King empezó a decir entonces estas palabras:

“He soñado que un día, en los montes colorados de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y también los hijos de sus antiguos amos podrán sentarse juntos a la mesa de la fraternidad. Sueño que un día hasta el Estado de Mississippi, un Estado asfixiado por las injusticias de la gente, sofocado por el calor de la opresión, se convertirá en un oasis de justicia y libertad”.

A continuación el doctor King pronunció estas certeras y emotivas palabras:

“Sueño que un días mis cuatro hijos vivirán en una nación donde no serán insultados por el color de su piel, ni juzgados por ella, sino por las cualidades de su personalidad. Sueño que un día todos los valles serán exaltados y que todas las colinas y montañas quedarán niveladas. Los ásperos senderos serán aplanados y los vericuetos sinuosos serán enderezados. Esta es la fe con la que vuelvo al Sur. Y con esta fe podremos sacar de las montañas de la desesperación las piedras de la esperanza. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de luchar juntos, de ir juntos a la cárcel, de defender juntos la libertad, convencidos de que un día seremos libres”.

Este será el día en que todos los hijos de Dios podrán cantar con una entonación nueva: “Que resuene la libertad”. Dejemos, pues, que la libertad resuene en las cimas prodigiosas de New Hampshire; dejemos que resuene en los altísimos montes de Nueva York. Y no sólo eso. Dejemos que la libertad resuene en el Monte de Piedra de Georgia, que resuene en cada remanso, en cada onda del Mississippi, en todas las vertientes.

Cuando se permita – continuó – que la libertad resuene en cada ciudad, en cada aldea, en cada Estado, entonces podremos avanzar y conocer que ha llegado el tiempo en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, podrán cogerse de las manos y entonar las viejas palabras del viejo espiritual negro: ¡Al fin libres! ¡Gracias Dios Todopoderoso, al fin somos libres!”

“Al terminar su discurso – dice Coretta Scott King –, se produjo un intenso silencio, el mismo que precede a las grandes tempestades, y fue una tempestad la que se produjo allí, gritando todos los presentes el nombre de mi esposo, el nombre sacrosanto de la libertad y en pro de la unidad racial”. (pp. 118-120, en “M. Luther King. Grandes biografías…”).   

Desde el momento en que Martin Luther King, Jr. produjo aquella “tormenta perfecta” a la sombra del Lincoln Memorial, aquella calurosa tarde de verano, 28 de agosto de 1963, han pasado ya 50 años; su figura cada día más se agiganta… y se lleva al firmamento de los grandes líderes de América y del mundo. Hoy, a más de 50 años de que el doctor King pronunciara aquellas estremecedoras palabras: “a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado…” todavía en todos los pueblos de Nuestra América hay un sueño que cumplir y que ha empezado a andar ya con Fidel, Chávez y otros.

Sería fatal para cualquier nación del mundo en los momentos actuales “pasar por alto la urgencia del momento” como diría el doctor King: “La esperanza de un mundo mejor” como dijo una vez Ernesto – Ché – Guevara se hace hoy más imperiosa que nunca… O seguiremos simplemente repitiendo los errores del pasado.

En aquel verano de 1963 “se celebraron unas mil cuatrocientas manifestaciones en diferentes localidades de Estados Unidos, y seguramente por miedo a que los negros acabasen por conseguir lo que tanto ansiaban, la violencia contra ellos se produjo en Birmingham”, como ya anotamos anteriormente. (p. 121, ob. cit. de Cardona Castro).

“Y en medio de esta nueva oleada de violencia, estalló la bomba en la iglesia bautista, causando la muerte a cuatro niñas inocentes. Luther King se estremeció al pensar que reinase tanto el odio en el mundo contra otros seres humanos, especialmente tan frágiles como unas niñas”. Hasta Birmigham se trasladó al doctor King, y, en la iglesia, en la homilía de una de las niñas fallecidas pronunció estas elocuentes palabras:

“Su muerte nos obliga ahora a trabajar apasionadamente, su descanso, para convertir el sueño americano en una realidad. Dios sabe extraer del mal un bien (…). La sangre inocente de esos seres será la fuerza redentora que iluminará esta ciudad sumida en la oscuridad”, concluyó. (p. 122).

EL PREMIO NÓBEL Y LOS ÚLTIMOS DÍAS

Días después a los sucesos en Birmingham ocurría en Dallas, Texas, una gran tragedia para el pueblo estadounidense; “el 22 de noviembre de 1963…, moría asesinado traidoramente el Presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy. La verdad sobre este crimen nunca se reveló, ni es fácil que llegue a conocerse nunca. Testigos del drama, personajes conocedores tal vez de la oscura trama que puso fin a la vida de John F. Kennedy han ido muriendo, casi todos en circunstancias altamente sospechosas”. (pp. 122-123). Por aquellos días, el doctor King dijo: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”.

Un año después del asesinato de Kennedy,  Martin Luther King, Jr. recibía la noticia de que había sido el ganador del Premio Nobel de la Paz. Eran todavía momentos difíciles y confusos los que se vivían en Norteamérica. En su discurso de aceptación King dijo estas elocuentes palabras: “Acepto el Premio Nobel de la Paz en un momento en que 22 millones de negros de los Estados Unidos se encuentran comprometidos en una guerra creativa para terminar la larga noche de injusticia racial (…). Soy consciente de que sólo ayer en Philadelphia, Mississippi, trataron brutalmente y asesinaron a personas jóvenes, las cuales buscaban proteger el derecho al voto (…). La civilización y la violencia son conceptos contradictorios”. (Véase en “Buenastareas.com”).

Martin Luther King, Jr. se convirtió en el más joven personaje de la historia, hasta el día de hoy, en obtener Premio Nobel de la Paz. Tenía entonces 36 años de edad. Y desde 1963 hasta su muerte el FBI lo espió por todas partes. Edgar Hoover, quien fuera director de esa institución, en cierta oportunidad consideró al doctor King como un individuo “promotor del odio y fue tildado de comunista también”. El FBI colocaba micrófonos, se ha observado, en todas las habitaciones de los lugares donde el doctor King se alojaba.

Menos de cuatro años después de obtener el Nobel de la Paz y proseguir la lucha que llevaba por más de dos décadas, Martin Luther King, Jr. partía para Memphis, Tennessee a finales de mayo de 1968 a “apoyar los trabajadores negros de los servicios públicos… y lograr un mejor trato” para ellos. (Ver en Wikipedia, biografía de Martin Luther King). El 3 de abril de ese año King se dirigió a un grupo de personas en un mitin, pronunciando un discurso que la historia ha recogido con el nombre de (“I´ve been to the Mountaintop”, “He ido a la cima de la montaña”).

En aquel discurso, el doctor King dijo estas premonitoras palabras antes de su asesinato: “(…) Tenemos unos días difíciles adelante. Pero ahora no me preocupa a mí. Porque yo he ido a la cima de la montaña (…). Solo quiero realizar la voluntad de Dios (…). ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!”     

King se hospedó en el cuarto 306 del Motel Lorraine, en Memphis, propiedad de Walter Briley. El reverendo Ralph Abernaty, un cercano amigo y colega de King fue testigo de su asesinato de un tiro en la cabeza, que le hizo un francotirador. King estaba, además, acompañado de otros amigos, entre ellos el reverendo Jesse Jackson mientras saludaba desde el balcón del motel a seguidores suyo. De aquel vil y cobarde asesinato del día 5 de abril de 1968, al caer la tarde, fue acusado James Earl Ray, quien luego fue capturado. Murió en prisión el 23 de abril de 1998, a la edad de 70 años.

Martin Luther King, Jr. no ha muerto. Sigue y seguirá siempre en el corazón de millones y millones de admiradores en todo el mundo. En cada rincón del mundo donde se respire paz y armonía estará presente Martin Luther King. Y su lucha por un mundo mejor, su legado, ¡Jamás morirá…!


Santiago de los Caballeros, R.D.
8 de octubre de 2013.


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