Autor: Pablo L. Crespo Vargas
(Artículo originalmente publicado para Ahora Newspaper, 1 de noviembre de 2013)
(Artículo originalmente publicado para Ahora Newspaper, 1 de noviembre de 2013)
Perspectiva
de la posesión espiritual en el vudú dominicano
Libro de Geo Ripley nos lleva a través de los
misterios vuduitas
Un encuentro con la psiquis de las culturas
ancestrales que conforman el pueblo dominicano, visto a través de las ceremonias
religiosas arraigadas en el culto tradicional del vudú, es la temática
principal del libro Imágenes de Posesión
Vudú dominicano del etnólogo y artista plástico Geo Ripley.
El autor nos
presenta una descripción ilustrada y comentada sobre las creencias vudú
dominicanas, dándole énfasis a la posesión ritual que se enmarca en esta fe;
trabajo que nos inicia y a la vez nos motiva a continuar conociendo sobre esta
singular religión.
El
objetivo del autor es exponer al lector, de manera directa, las características
de una ceremonia vudú, que no necesariamente es repetitiva en otras partes. Geo
Ripley, nos adentra al mundo metafísico de los dogmas, surgidos del sincretismo
centenario al que el Caribe fue expuesto durante los últimos 521 años y que hoy
son reflejo de la idiosincrasia caribeña, donde la mezcla de genes y creencias
crean el ambiente adecuado para la formación de la sociedad más heterogénea en
el Planeta.
Al hablar
de vudú dominicano y no del vudú como doctrina general, el autor, nos lleva a
ver la existencia de ese elemento regionalista, que nunca es distinguido ni
entendido por la población que no comparte estas creencias. De hecho, Geo
Ripley, nos indica en sus comentarios, que dentro de los mismos creyentes
existe desconocimiento de las tradiciones que en otras regiones se desarrollan,
a su vez, se da el fenómeno evolutivo de la variación de creencias, aunque hace
hincapié de que la fe en los llamados misterios del vudú aún perduran y que
estos solo se acomodan a los cambios que vive la sociedad.
En el
caso del vudú dominicano, este basa sus misterios en cuatro fuerzas, las
primeras tres son representativas de unos seres animistas que han sido
modificados al santoral cristiano. La cuarta fuerza es la que nos lleva a
reconocer la marcada presencia de las creencias indígenas (taínas) en la
formación de esta religión. El orden que Geo Ripley utiliza para presentarlas
es el siguiente: la Radá (que abarca los misterios dulces), la Guedé (implica
los misterios de la muerte), la Petró (se desarrollan a partir de los misterios
del bosque y la foresta) y la Indígena (donde se manifiestan los misterios
existentes en la Isla anterior a la llegada de los extranjeros).
Otro punto
que la inmensa mayoría de los occidentales desconocen es la afirmación que se
da en la lectura sobre los aspectos monoteístas de la religión vudú y como
esta, dentro de su proceso evolutivo, enmarcó la espiritualidad animista de los
esclavos procedentes del África en el contexto cristiano. Un ejemplo
demostrativo es la figura de Papá Bondié, que representa el Gran poder de Dios.
Otro es la Virgen de la Altagracia, madre espiritual del pueblo dominicano, que
es utilizada en las ceremonias a favor del Radá.
La obra
de Ripley, más que un análisis sobre el vudú, es la presentación de lo que son
sus ritos y creencias de manera visual, ya que se utilizan más de 170
ilustraciones, la inmensa mayoría, fotos a color, tomadas en los rituales, y
que nos muestran detalladamente cada uno de los elementos que el autor desea
expresar.
El vudú
surge en el territorio que conformaba el antiguo reino de Dahomey en el
occidente de África, hoy las República de Benín y Togo. Vudú viene de vodun,
palabra que significa espíritu. Es una creencia sincrética que combina
elementos del catolicismo y de religiones tribales africanas. El culto se basa
en la veneración de un gran número de espíritus llamados loa, identificados con
dioses o ancestros deificados.
El vudú
llega a República Dominicana con la invasión haitiana de 1822 sin embargo, va
tomando su propia identidad al sumársele a la raíz africana las creencias
hispano-tainas del dominicano.
Los
creyentes dominicanos, por lo regular no tienen templos y los rituales se
llevan a cabo frente a altares colocados en la casa del practicante. No se
realizan sacrificios de animales, excepto en raras excepciones; ni existe un
sacerdocio organizado. Sus practicantes son identificados como espiritistas, no
como vuduitas.
En el
vudú dominicano una entidad, espíritu o “misterio” cuando es mujer se llama
Metresa. Cuando es hombre se llama Luá.
Los sacerdotes (hungan) y sacerdotisas (mambó) son los samanes de las
comunidades en que residen, teniendo como misión aconsejar, sanar y proteger a
los fieles.
El vudú
no solo se practica en La Española, sino que existen comunidades de fieles en
Trinidad, Brasil, Cuba y Luisiana.
El
vudú fue transbordado al Caribe durante los procesos de colonización y
conquista de Haití por los franceses, quienes trajeron esclavos adquiridos en
el antiguo reino de Dahomey para cultivar las ricas plantaciones azucareras. Es
una de las creencias que menos se conocen y entienden en las sociedades
occidentales; al extremo, de ser catalogada, por muchos, una religión
prohibida, llena de demonios y hasta anti-cristiana. No obstante, la realidad
es que el desconocimiento nos lleva a juzgar de manera peyorativa esta
devoción, que ya es parte de la idiosincrasia caribeña.
Es por ello, que la labor investigativa sobre el
tema por parte de antropólogos, sociólogos, etnólogos, culturólogos e
historiadores es de vital importancia. Son sus estudios y eventuales ponencias
las que nos describen y nos llevan a conocer la realidad del vudú. Una religión
que ha matizado una vertiente caribeña y antillana que se ha propagado por el
continente, pero que aún es un misterio para muchos.
El
vudú, creencia afrocaribeña, tiene su sitial, en la gama de religiones que han
adoptado el Caribe como su hogar; entre ellas: la santería, el kali mai, el
palo monte (también conocido como palo mayombe, palo congo), el rastafari, el
obeah y el winti. Todas ellas, transformadas por el sincretismo que solo se da
en una región donde el mestizaje no solo se dio en los genes sino que se
manifiesta en la cultura.
El multifacético, Geo Ripley, nació en Caracas,
Venezuela, hijo de padres dominicanos exiliados de la tiranía trujillista en
1950. Desde su infancia demostró cualidades excepcionales
para la pintura y el dibujo. Su obra, Inspiración, basada en pintura
precolombina, le obtuvo a los 17 años, un segundo premio en un concurso de
dibujo. Inspiración es considera la ruptura con los cánones establecidos por la
pictórica tradicional y el inicio de la revolución modernista de la pintura
nacional dominicana.
Se graduó de profesor de
artes plásticas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo e hizo su post
grado en la Academia de Bellas Artes de Roma. Ripley integra en su pictórica
elementos mágicos y simbólicos de las culturas africanas, precolombinas, antillanas
y latinoamericanas. Ripley utiliza, en opinión de expertos, el arte como rito
de iniciación. La genialidad del artista lo llevó a ser uno de los primeros en
Latinoamericana en utilizar la instalación y el performance en su obra.
En 1970 creó MANTRAM,
esculto-pintura sonora que significa la segunda gran ruptura en la plástica
dominicana y lo consagra como Padre de la Pictorica Moderna Dominicana.
Ripley se consagra en la
pictórica mundial al revolucionar los esquemas formales de la Bienal de París
en 1980 al crear y recrear un ambiente mágico con base al vudú dominicano.
El doctor Ripley ha sido docente de las universidades
Autónoma de Santo Domingo (UASD), APEC y profesor invitado de la universidad
Simón Bolívar de Caracas, Venezuela y del Proyecto Acces de la Universidad
Buena Vista, Estados Unidos. En la actualidad trabaja en la Secretaria de
Estado de Cultura en Santo Domingo.
Las inquietudes
intelectuales de Ripley lo llevaron más allá del ámbito pictórico incursionando
en diversas áreas del conocimiento humano como lo son la investigación
histórica, la cultura, la etnografía y la arqueología.
En la actualidad, Geo
Ripley está considerado uno de los principales expertos del continente en la
cultura afrocaribeña. Lleva varios años trabajando en la integración de la
cultura caribeña desde la perspectiva etno-cultural-religiosa
“El Caribe vibra al ritmo
de tambores y cadencias rítmicas; se integra en una sola alma que lleva en su
cuerpo sangre taína, negra y europea”, asegura Ripley.
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