Antón Carabalí y su diablillo Pablillo
Por Pablo L. Crespo Vargas
Uno de los casos que más
llama la atención, dentro de los procesos inquisitoriales del Caribe del siglo
XVII fue la causa de Antón Carabalí, encontrada en el libro 1020 de la sección
de la Inquisición. Antón era un esclavo nacido en África, específicamente en
algún lugar entre la región de Calabar (suroriente del actual Nigeria) y del
actual Camerún. Su apellido denotaba su origen étnico.
En el 1628, Antón tenía
una edad aproximada de cincuenta años. Su dueño era un hacendado que tenía
residencia en la ciudad de la Habana, llamado Luis de Soto. Antón había
adquirido cierto prestigio en su hacienda debido a que conocía de yerbas y era
consultado como curandero, tanto por negros como por blancos. El oficio de
curandero era uno donde el practicante, aparentemente, tenía conocimiento de
las artes mágicas. Esto llevó a que en la eventualidad nuestro protagonista
fuera consultado para otros asuntos de importancia dentro del sentir religioso
popular, tales como los males de amor, la preparación de conjuros para ganar
los juegos de azar, el adivinar el futuro, el indicar donde se encontraban las
cosas perdidas y las personas desaparecidas.
Antón también tenían su
lado oscuro; ya que hubo consultas para eliminar contrarios, solicitar hechizos
y conjuros para la formación de males de ojo; además, tenía la supuesta
capacidad de identificar brujas maléficas. La fama de Antón duró por trece
años, hasta que un grupo de personas llegaron al comisionado de la Inquisición en
la Habana acusándolo de hechicero y de brujo. Luego de comenzado el proceso de
investigación se llegó a recopilar la testificación de veintiún individuos.
En un principio Antón negó
tales acusaciones, pero bajo la presión inquisitorial y el temor a una posible
ronda de torturas decide confesar sus pecados de fe. Comienza aceptando haber
preparado pócimas para asesinar personas, algunas por encargo, otras como parte
de los ritos que él y su secta de adoradores del demonio realizaba. Antón ingresó
a la secta demoniaca por medio de una mulata llamada Isabel, quien luego de
convencerlo le untó un ungüento verde en las axilas, los codos, los muslos, el
pecho, los pies y las manos, el fin de esto era que pudieran volar hasta el
aquelarre o centro de adoración al diablo. Allí Antón, luego de un proceso de
aprendizaje, fue iniciado, teniendo que renegar de Jesucristo, pisotear una cruz,
besando el trasero del demonio mayor, quien estaba en forma de macho cabrío, participando
de un festín de carne humana y realizando actos sexuales con otros brujos y
brujas.
Como parte del proceso se
le asignó un demonio, quien era mitad hombre (parte superior) y mitad gato, su
nombre era Pablillo. Entre los deberes de este demonio estaba el acompañar al
brujo durante sus fechorías, darle consejos y ayudarlo a desarrollarse en las
artes maléficas. Debemos mencionar que el tal Pablillo tenía la facultad de
convertirse en un hombre de cuerpo entero para poder estar junto a Antón cuando
este se encontraba en público.
Pablillo se encargó de
perfeccionar las técnicas maléficas de Antón, entre ellas lo ayudaba a buscar
víctimas a quienes se les chupaba la sangre en el proceso de asesinarlas. No
solamente los cuerpos eran entregados en ofrenda, sino que la sangre que no era
chupada debía ser llevada en calabazos como parte del ofrecimiento. En total,
Antón confesó haber asesinado ciento dos personas. En una ocasión, Antón no
llevó un cuerpo cuando le correspondía y el macho cabrío le solicitó a Pablillo
que los azotase con un rabo de toro, acción que realizó.
Comenzado el proceso
inquisitorial, Antón fue llevado a la cárcel secreta, estando allí, el tal
Pablillo se le apareció para ayudarle a escapar. Según la declaración, Pablillo
removió una cruz de hierro colocada en la ventana para que nadie escapara y
luego ayudó al reo a bajar ya que la celda se encontraba en un segundo piso.
Días después fue encontrado y llevado nuevamente a la cárcel.
Al final del proceso,
Antón dijo que el demonio le había engañado en todo momento y que él estaba
arrepentido de su pecado de fe. Los inquisidores decidieron reconciliarlo al
cristianismo, perdonando sus pecados, otorgándole una pena de doscientos azotes
y cárcel de dos años, aunque fue recluido en el colegio de los Jesuitas para
ser instruido en la fe cristiana de manera correcta. Por último, la Inquisición
solicitó que su amo, Luis de Soto, vendiera a Antón en Cartagena de Indias ya
que no se le permitiría salir más de la ciudad.
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Excelente
ResponderBorrarAdelante
Dra. Marta Hernández
Gracias Dra. Marta Hernández.
BorrarExelente
ResponderBorrar¡Grandes ligas!
ResponderBorrarExcelente Maravilloso Saludos yo Perteneci a Sedines Saludos ala Dra Arcelay Olga Marisol ya todos mis ex Companeros
ResponderBorrarExcelente escrito y fabulosa investigación. Gracias Pablo por educarnos sobre estos temas olvidados e ignorados. Espero que conociendo nuestro pasado no incurramos nunca más en la persecución sistemática de la Inquisición.
ResponderBorrarLizette Martínez
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