Cuento:
Pepe
Pi trinche
Por Edgar León
El mentado Pepe Pi
trinche vivía en una casucha de madera y zinc junto a la parada de carros públicos,
por allá, por la carretera numero 2 cerca de Puerto Nuevo. Pepe era oriundo del
Barrio Polvorín en Cayey donde los corazones son grandes y se defiende la ley.
Pepe siempre se levanta temprano, como a las cinco de la mañana, a tomar el café
colado que le hace su mujer. Ya a las seis esta en la parada de carros públicos
tomando rumbo a Rio Piedras donde tenia que trabajar en el hospital para
enfermos mentales Juliá.
El hospital mental
es deprimente por que hay demasiada gente que atender. Mucho loco veterano de
la guerra de Vietnam y mujeres abusadas según explica él. Son locos listos
porque se ponen las pastillas de medicina debajo de la lengua, y cuando se va
la enfermera; 'Pun...' la escupen pa, tras". Muchas veces las guardan
debajo del matre y cuando van de pase, las venden al primer "tecato"
que se encuentran en la vecindad…
Pepe viviendo este infierno
día tras día, tiene que tratar de olvidar. Remedio Santo--la bebida, el Ron
Llave Blanco de caneca todos los días va a comprar. Tanto loco con tanta pena,
suciedad por donde quiera. El desespero, los desvelos, las noches con gritos y
peleas. Todo agobia a Pepe mientras limpia los pisos del tan horrible
manicomio.
El alcohol ya le
esta haciendo efecto. El doctor ya le dijo "Pepe, te queda poco tiempo de
vida". Pero Pepe seguía bebiendo porque es lo único que le queda. Pepe decía,
" Quisiera ser medico psiquiatra para sanarlos a todos, deberás" Era
el buen deseo de un conserje (Pepe) que a su gente veía sufrir. Dicen que su
mujer también se las pegaba porque los turnos de Pepe eran a veces de noche y
le hacían pasar calenturas sexuales. Ella se trajo a un criado ayudante para
trabajar en la casa. Todos lo sabían excepto Pepe el cual siempre borracho
llegaba a su casa.
Finalmente, se murió
Pepe, dice la gente que tenia el hígado pasao y también murió de pena. La
mujer, la dejo el chillo y se quedo sola con la pena. Hasta vendió la casa y se
mudo porque los vecinos hablaban de ella. Vaya linda vecindad, todo quedo en
silencio, excepto aquellos en el hospital que gritan --- Pepe Pi trinche, Pepe
Caneca… Donde estás?!!...Pepe ven danos el palo de ron, una caneca, un roncito
para olvidar esta pena de guerra!!! Pero nadie escucho los gritos. Todo se quedo
en las cuatro paredes del hospital de locos.
Todos creían que
estaban locos… pero en esta ocasión verdaderamente sentían mucha pena. Pobre
Pepe…
Trapiche. Ilustración obtenida en The Esther M. Zimmer Lederberg Trust. |
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