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miércoles, 14 de febrero de 2018

Entre las sombras de un recuerdo

Entre las sombras de un recuerdo
Por: Charline P. Crespo Tomei

Foto por Charline P. Crespo Tomei
Una vez más intento darle la bienvenida al invierno. Frío, intenso y oscuro invierno. Cada año se vuelve peor y más largo que el anterior. Llevo cinco años en el mismo hábitat de siempre. Nada cambia y si cambian es para convertirse más oscuro y deprimente. Intento huir de este lugar, mi hogar, pero cada vez que intento siempre termino en el mismo puesto. Esto no parece mi hogar desde hace mucho tiempo. ¿Cómo un paraíso lleno de gracia se ha convertido en un puro infierno de tortura?

-¡Enzo levántate!- nunca escucha, por más que grite o intente llamar su atención- ¡Enzo por favor, escúchame!

Solamente escucho el eco de mi voz en esta casa vacía. Su llanto es como el maullido de un gato, anunciando que muere de hambre. Sus ojos verdes, alterados a un triste gris, llenos de lágrimas que besan su rostro sin parar. Es difícil pensar que su mejor amigo es la pared, quien oye todos sus lamentos. Su acompañante, un licor con un olor más robusto de lo normal.

Durante cinco años, Enzo ha estado viviendo bajo una tempestad que cada día lo atormenta más. Y junto a él, he tenido que vivir la misma pena una y otra vez. Lo que quiero es ser libre y estar con mi preciado y amado Andrés. Andrés… te sigo añorando. Añoro el tiempo en el que estábamos juntos, cuando compartíamos nuestros profundos secretos y el sentir de tus brazos. Es irónico desear sentir cuando en realidad parezco piedra. Mi corazón está oscureciendo y creo…creo que me estoy perdiendo. ¿O desvaneciendo? No.

El amanecer ha regresado nuevamente. Como de costumbre, caigo en un profundo sueño. A veces sueño que estoy con Andrés y tenemos la vida que tanto anhelábamos. A pesar de su muerte, prometí encontrarlo y así ha sido. Esta vez nos encontramos cerca de un hermoso lago con un campo extenso lleno de muchos rosales inmarcesibles. Y el cielo con un azul etéreo y pocas nubes, blancas como el algodón. Andrés acaricia mi rostro lentamente hasta acariciar mis lacios marrones cabellos.

-Elizabeth- Andrés dice con elocuencia- Mi hermosa Eli, ¿cuándo regresarás a mí?

-Pronto mi vida, pronto.

-Entonces, ¿Qué te amarra a Enzo?- Su mirada queda fija en mí, esperando una respuesta.

No puedo responder una pregunta que no he podido contestar. No quiero una vida en la que estaré entre las sombras de Enzo. Es como si el me tuviera atada con cadenas. No he podido descifrar porque en los días me desvelo y me encuentro con Andrés; y en las noches vuelvo de nuevo junto a Enzo. A pesar de que no recuerdo que fue lo que me ató a Enzo, hay un recuerdo que no logro eliminar de mi mente. Este recuerdo trágico fue el que conllevó a que Andrés terminará en un sepulcro. Lo recuerdo como si fuera ayer…

Todavía estamos en la época en la cual nuestros padres arreglaban los compromisos de matrimonio a sus hijas. Mi padre había escogido a Enzo para ser mi esposo. Pero estaba perdidamente enamorada de Andrés. Andrés fue a pedirle mi mano a mi padre, pero él simplemente lo rechazó y pidió que se alejara de mí. ¡Malditas reglas aquellas! No me importaba que Andrés no fuera un hombre de dinero o negocios. El luchaba por lo que quería y estaba dispuesta a luchar contra el mundo junto a él. Aparentemente el amor no era suficiente para hacer cambiar de opinión a mi padre.

Me iba a casar con Enzo en el arrebol del atardecer. Enzo, un hombre rico y con muchos títulos estaba dispuesto a darme todo lo que yo pidiera. Sé que Enzo me amaba, pero mi corazón ya le pertenecía a Andrés. Una hora antes de la boda Andrés apareció en su caballo y me dio la oportunidad de escoger. Quedarme y casarme con alguien que no amaba o escaparme y dejar a todos en el olvido y vivir una vida feliz junto al hombre que yo amo. Tomé una decisión y me escapé con Andrés. El problema fue que una de las damas de la casa nos vio juntos y empezó aturdidamente a gritar. Andrés y yo huimos lo más rápido posible.

La noche era preciosa y las estrellas luminiscentes guiaban el camino. Llegamos hasta un río efervescente que cuando chocaba entre las rocas se podía escuchar un sonido melifluo. Decidimos compartir nuestros votos jurando un amor eterno hasta la muerte. Fue entonces, en un momento de epifanía que apareció Enzo furioso con un machete en la mano.

-¿Cómo pudiste traicionarme así Elizabeth?- preguntó ferozmente.

Mis piernas no paraban de temblar y ahí fue cuando Enzo saltó encima de Andrés y comenzaron la guerra. Se agolpearon hasta más no poder y aunque les gritaba llorosamente y alterada que pararan de pelear, ninguno escuchaba. En una de esas, Andrés empujó a Enzo y cuando Enzo se levanta para atacar a Andrés con el machete, quedé mirando a Enzo de cara, protegiendo a Andrés del ataque. Recuerdo que cuando mire hacia abajo mi traje blanco quedó manchado de rojo. No podía sentir mi corazón… y caí al suelo. Me volví a levantar, pero no sentía la gravedad. Solo me encontraba frente a un sepulcro con el nombre de Andrés y otro con mi nombre. Un público devastado con lámparas incandescentes y una tarde fría y lluviosa. Ahí finaliza mi único y trágico recuerdo. A veces me pregunto si estaré condenada a vivir esta miseria de vida por toda la eternidad.

Contemplo a Enzo, esta noche no parece ser él. Se viste con una chaqueta negra, agarra una caja que estaba debajo de su cama y por último una linterna vieja. Sale de la casa y se dirige al cementerio. ¿Por qué visitará hoy? Hoy no se cumple otro año de mi muerte. Enzo llega hasta mi tumba y se arrodilla.

-Dulce Elizabeth- comienza a hablar con una voz apagada- vengo hoy aquí para decirte que me arrepiento del daño que te causé, -lágrimas empiezan a salir de sus ojos- Solo quería que fueras feliz y al final terminé quitándote la vida. Nunca me voy a perdonar por eso.

No podía creer que adentro de esa caja tenía una foto mía y el collar que Andrés me había obsequiado. ¿Cómo pudo encontrarlo? Todo este tiempo, Enzo lo estuvo conservando. Lo coloca junto a la tumba y escucho sus últimas palabras.

-Te dejo ir Elizabeth. Te amo y necesito encontrar la manera de seguir con mi vida, pero no te preocupes porque tu recuerdo siempre vivirá en mi corazón.

Por primera vez siento como las lágrimas llegan hasta mis mejillas. Veo como una luz me entorna dirigiéndome el camino hacia la paz. Ya no puedo ver más mi viejo hogar. Vuelvo a ver a Andrés, parado con su mano estrecha hacia mí.

-Ya era hora de que volvieras mi amor- dijo con felicidad.

-Perdóname si te hice esperar, prometo que ahora me quedo junto a ti y esta vez para siempre.

-Eso espero mi vida.

Gracias Enzo por concederme la libertad. Te velaré desde el más allá. Tú sigue, porque sé que la vida algún día te compensará bien. Te has arrepentido de tus mal actos y has probado que algún día serás un luchador en la vida. Y a ti mi querido Andrés, gracias por esperarme, te aseguró que este no será nuestro final, sino un amor infinito lleno de gracia, alegría y pasión.

Fin.

Nota editorial: "Entre las sombras de un recuerdo" obtuvo el primer premio de cuentos del Certamen de Literatura de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de San Germán en 2015. Fue publicado por primera vez en El Post Antillano en el siguiente enlace Entre las sombras de un recuerdo, eventualmente también fue publicado en Letras Uruguya Espacio Latino con el siguiente enlace Entre las sombras de un recuerdo. Charline también es la autora de la foto que fue publicada en el poemario La Consustancia del amor

2 comentarios:

  1. Hermoso homenaje al amor y al perdón. Felicitaciones a la autora. Pablo, gracias por compartirlo.

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