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martes, 18 de diciembre de 2018

Prólogo a Discurso nacional del clero durante la revolución colombiana


Prólogo a Discurso nacional del clero durante la
revolución colombiana, 1810-1825
Pablo L. Crespo Vargas

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La historia, como muchas otras disciplinas del saber humano, presenta un análisis desarrollado a partir de unas inquietudes que surgen de los individuos que la estudian. Las mismas son el producto de la interacción social, cultural y, en algunos casos, económica que estas personas tuvieron a través de su evolución como sujetos. En el caso de los historiadores puertorriqueños, la inmensa mayoría de ellos evita temas fuera de lo que sería su entorno nacional. Las razones son diversas, aunque pudieran ser enumeradas, no serán discutidas en este prólogo. Lo importante en este momento es ver que una novel historiadora puertorriqueña, Brenda Lee Cintrón Torres, producto del Programa Graduado de Historia de la Universidad Interamericana de Puerto Rico[1], decidió dejar a un lado temas insulares para estudiar un problema histórico desarrollado al otro lado de nuestra orilla caribeña, en lo que hoy conocemos como Colombia. Sin embargo, debemos hacer hincapié de que el tema trabajado por la autora, aunque está fuera de nuestros límites geográficos, sí es pertinente para la comprensión histórica de Puerto Rico por las similitudes que se podrían encontrar en los hallazgos de esta investigación y el análisis de este tema en Puerto Rico.

Colombia, como entidad político territorial, en diversos momentos históricos perteneció o fue conocida por otros nombres como veremos más adelante. Primeramente, con la llegada de los castellanos, la zona fue bautizada como el Reino de Nueva Granada (o Nuevo Reino de Granada), administrativamente hablando desde 1570 fue establecida la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá, la cual estuvo como ente principal de la política imperial española en el área hasta 1718. A partir de este último año se instituyó el Virreinato de Nueva Granada. El mismo fue abolido, como parte de las luchas de independencia, en el 1811, pasando la zona a constituirse en la Federación de las Provincias Unidas de Nueva Granada[2], las cuales sucumbieron ante la reconquista española en el periodo de 1815 a 1816. No es hasta 1819 que se establece la República de Colombia, la cual para diferenciarla de su constitución actual ha sido llamada la Gran Colombia.[3]

Dentro de este menjurje[4] político y territorial hubo una sociedad que vivió una serie de situaciones que son base de esta investigación. El tema central de la obra es el discurso presentado por los eclesiásticos católicos, tanto del lado liberal e independentista como del lado conservador y realista, durante el periodo de luchas por la independencia y años posteriores en esta zona (1810-1825).

Este periodo de estudio es muy significativo, ya que la región vivió en la incertidumbre mientras la sociedad decidía que rumbo seguir, a la vez que se buscaba justificar de una manera u otra la decisión a tomarse. Al igual que pasó en otras regiones, y aún pasa con los países con estatus colonial (aquí es que entra Puerto Rico), la decisión de separarse o continuar la relación de dependencia política con la metrópoli fue parte de unos procesos ideológicos (y económicos) que fomentaron continuos enfrentamientos y la presentación de puntos de vista divergentes que fueron utilizados por cada bando según su conveniencia.

La doctora Cintrón Torres presenta una excelente combinación de fuentes primarias y secundarias que demuestran un trabajo investigativo de gran calibre académico. Entre las fuentes primarias que utiliza están los epistolarios de los gobernadores y obispos, las diversas colecciones de catecismos, crónicas, memorias, manifiestos, dictámenes, manuales de instrucción, colecciones de oraciones religiosas, novenas, sermones, discursos eclesiásticos y periódicos; todos del periodo estudiado.

El análisis presentado nos lleva a visualizar una sociedad que culturalmente hablando mostraba un arraigo bien marcado sobre las creencias religiosas que, aunque sincretizadas, demostraban un apego solido hacia el catolicismo español, establecido desde los comienzos de la conquista y colonización. La profundidad con la que el pueblo mantenía su fe evitó que la llegada de corrientes ilustradas y liberales, las cuales en principio estaban en contra del poder eclesiástico, se desarrollara en una actitud que de manera general era anticlerical. No obstante, vemos que dentro de la propia Iglesia se dio una división ideológica entre los que apoyaban la soberanía del monarca español y los que buscaban la independencia de la metrópoli.

La autora nos presenta los diversos puntos de vista y cómo cada bando utilizando básicamente las mismas herramientas pedagógicas y doctrinales crearon el andamiaje necesario dentro del sistema eclesiástico para apoyar una serie de posturas. También se demuestra como los líderes políticos aprovecharon sus alianzas con el clero para adelantar sus agendas y utilizar al pueblo en su beneficio. La población en general mantenía en alta estima a sus líderes religiosos y las posturas que estos respaldaran terminaban siendo las que sus oidores seguían.

En el análisis que la doctora Cintrón Torres realiza trae un punto que muchas veces se obvia o no se menciona en la historiografía hispanoamericana referente a la independencia y es que la misma fue una guerra civil, donde los locales se dividieron en dos bandos tanto para la lucha independentista (los que apoyaban al rey y los que luchaban por la independencia) como para el periodo posterior (conservadores y liberales). Claro, la intervención de la metrópoli es palpable, pero el grueso de los involucrados provenía del ámbito local.

Este tipo de argumento también es trabajado en los más recientes estudios sobre la independencia de los Estados Unidos.[5] En ambos casos, se contradice la mitificación creada con el fin de unificar el país y de establecer un sentimiento nacional de que la lucha fue en contra de unos invasores, por lo cual todo el pueblo se unió. Esta idea nos lleva a creer que la guerra de independencia fue un conflicto entre dos grupos completamente diferentes, lo cual no necesariamente fue así.

En esta misma línea, la autora replica a otro mito, el que indica que los miembros de la Iglesia apoyaban tanto al lado realista, durante el periodo de lucha independentista, como al lado conservador, durante el periodo posterior. Debemos ver, y muy bien presentado en la obra, está la situación de que la Iglesia era un reflejo de la sociedad hispanoamericana y que en ella cohabitaban diversas clases o grupos que se diferenciaban por el bagaje social con el que llegaban a la institución. Al igual que ocurría en el pueblo, el individuo (en este caso el clérigo), con las herramientas pedagógicas que tuvo disponible tenía que decidir qué bando tomar. No obstante, no podemos dejar a un lado que la inmensa masa poblacional o llamado pueblo llano se caracterizaba de ser uno que seguía los principios promovidos por sus líderes religiosos. De hecho, en muchas ocasiones se luchaba sin saber el por qué.

La sensación de la crueldad de la guerra también es presentada por nuestra autora, quien está clara de que los atropellos fueron cometidos por ambos bandos, aunque dentro de cada grupo esto no se admitiera. Esto nos lleva a la retórica de presentar a un Dios que protege y apoya a los dos grupos, lo que la autora llama un “Dios que parece ser bipolar”, que es “conservador y aliado a la monarquía, por un lado, y buscador de la libertad de su pueblo contra un tirano que es como un nuevo faraón, por otro lado”. Como podemos apreciar: un mismo “Dios”, dos visiones distintas, algo muy común en la historia occidental. La autora indica que: “Ambos bandos creen que Dios está a su lado, aunque ninguno de los escritores citados explica como Dios puede defender a los guerreros de dos ejércitos que pelean el uno contra el otro” y dar la victoria a los dos a la misma vez. Aunque esto es una situación recurrente en la historia universal, no es un tema que se discuta con tanta regularidad, lo que demuestra un gran sentido de innovación historiográfica de la doctora Cintrón Torres.

Otro aspecto que la autora aprovecha para analizar es la poca sensibilidad que los clérigos demostraron para sus contrarios, siendo estos igual de cristianos que ellos. Este aspecto no nos debe sorprender ya que queda muy bien señalado cómo los miembros de la Iglesia utilizaban los mismos pasajes bíblicos para presentar situaciones y demostrar un discurso que en su fin se contradecía.

La obra está dividida en cuatro apartados. El primero analiza el papel de la Iglesia en Hispanoamérica y Colombia. El segundo trabaja el contexto histórico en el que se desarrolla el proceso de independencia. En él se analizan los efectos de la Ilustración, las Reformas Borbónicas, la insurrección de los comuneros y la de Túpac Amaru, la expulsión de los Jesuitas y la invasión napoleónica a territorio español. Cada uno de estos eventos tiene su repercusión en Hispanoamérica. El tercer apartado trabaja los diversos sermones utilizados para llevar el mensaje de cada uno de los grupos. Por último, se analizan los catecismos, la religiosidad popular, la pedagogía eclesiástica y el uso de la prensa como medios propagandísticos.

En el caso de Puerto Rico, la obra de la doctora Cintrón Torres nos brinda la oportunidad de conocer una metodología que podría ser utilizada para el análisis histórico del pensamiento religioso y su relación con el estatus político de la Isla. La publicación de esta obra se une a otras donde se trabajan aspectos de la historia religiosa del Caribe y Puerto Rico, algo que consideramos muy positivo y que puede alentar a otros investigadores a continuar con los estudios de uno de los aspectos culturales de mayor influencia en la población: las creencias religiosas.

1 de noviembre de 2018




[1] Al momento de escribir el prólogo, el autor, Pablo L. Crespo Vargas, se desempeña como profesor adjunto del Programa Graduado de Historia de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. El mismo fue establecido en 2005 y se ha convertido en uno de los principales centros de estudios históricos en Puerto Rico.
[2] Se debe señalar que entre 1811 y 1813 existió el Estado Libre de Cundinamarca, cuyo centro de poder era la ciudad de Santa Fe. Esta república fue liderada por Antonio Nariño, quien creía en un sistema de gobierno centralizado contrario a las pretensiones de la Federación de las Provincias Unidas de establecer un sistema federalizado y parlamentario. Las disputas ideológicas entre ambas entidades políticas culminaron con una guerra que ocurrió entre finales de 1812 a principios de 1813. Teniendo ambas entidades la posibilidad de una reconquista realista, la cual sucedió eventualmente, se unieron para tratar de evitar que los españoles retomaran la zona.
[3] Se debe indicar que el termino Gran Colombia no fue utilizado en su tiempo. Esta diferenciación en el nombre puede deberse a los cambios geopolíticos que sufrió el país a partir de 1826. Se puede indicar que la República de Colombia establecida a finales del 1819 era la base del sueño de unión interamericano que había ideado Francisco Miranda a finales del siglo XVIII y principios del XIX y que luego fue retomada por Simón Bolívar. Contrario a lo que ellos esperaban, las luchas de poder y control entre los distintos grupos gobernantes locales, la falta de un sentimiento dirigido a crear un estado único en Hispanoamérica y los intereses extranjeros provocaron que esta unión nunca se materializara.   
[4] La palabra menjurje, que quiere decir una mezcla de varios ingredientes, es utilizada de manera diferente en al menos tres regiones. Por ejemplo, en España se utiliza mejunje, en el Cono Sur se utiliza menjunje y la que nosotros utilizamos en el Caribe y Centroamérica. Refiérase al Diccionario de la REA para cualquier duda.
[5] Uno de los principales exponentes de esta visión para Norteamérica es Alan Taylor, American Revolutions: A Continental History, 1750-1804 (New York: W.W. Norton & Company, 2017).


2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Saludos. Gracias. Lo que mas me llama la atención es que es untema que podría estudiarse teniendo como sujeto de estudio los puertorriqueños en diversas épocas.

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