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viernes, 8 de mayo de 2020

Descubriendo los remedios de Usmaíl: pandemia y curas naturales


Descubriendo los remedios de Usmaíl: pandemia y curas naturales
Por Carmen Cila Rodríguez

En tiempos de pandemia por coronavirus, existe una impotencia mundial ante la falta de una vacuna inmediata y efectiva.  Por eso en medio de la desesperanza, personas de todo el orbe se han lanzado en la búsqueda de remedios naturales para contrarrestar el mal.  Como si de una gripe común se tratara, entre los principales remedios se enlista el agua caliente, el limón, el ajo, el bicarbonato de sodio y el eucalipto, entre otros.  En culturas de oriente, incluso, han llegado a enlistar el orín de vaca como un remedio contra el mal que ha provocado más de dos millones de personas contagiadas y miles de muertos en los primeros meses del año en curso.

Y es que el hombre, desde tiempos remotos ha utilizado la sabiduría de la Naturaleza.  El hombre neolítico, tenía una visión de mundo naturalista y realizaba estudios efusivos de los astros, la tierra y el reino vegetal.  De aquí la alquimia y la metafísica, la espiritualidad soberana que regía entonces.   En la legendaria epopeya sumeria Gilgamesh, por ejemplo, el héroe va en busca de una planta que le dé eternidad.  La estudiosa de la cultura afrocubana Lydia Cabrera, afirmaba en su libro El monte que cada mata, planta o yerba proveniente de la tierra tiene un sentido de propiedad perfectamente definido.  Según recogió Cabrera, las medicinas son “botánica disfrazada -palo y yerba-” y que en el monte esas yerbas “están vivitas”, afirmaba sobre las mágicas creencias que los negros en América manifestaban sobre los beneficios que nos da la tierra.

En la novela Usmaíl, del escritor puertorriqueño Pedro Juan Soto, el protagonista ha aprendido los remedios naturales de la mujer que lo cría, llamada Nana Luisa.  La mujer era la curandera del pueblo y utilizaba yerbas -la flora exótica de Vieques- para llevar a cabo sus sahumerios y curaciones.  Usmaíl desde los seis años de edad ya conocía “las lunas y los soles propicios a la recolección de plantas”; además, sus compañeros de juego apreciaban mucho cuando les sanaba de lesiones pequeñas como cortaduras, rasguños, dolores de muela o de cabeza.  Le llamaban “el meiquito” por sus dotes en la medicina natural.  En la novela se afirma que en enero Usmaíl preparaba aguas de menta y ruda, en febrero preparaba jarabe de moras y pomada de pepino.  En marzo, el joven preparaba el saúco.  “Él mismo aplicaba el sándalo, la tela de araña, el limón o la adormidera”, se afirma en la novela de 1959.  El investigador Justo Pastor Ruiz en su libro Vieques antiguo y moderno establece la existencia de estas plantas medicinales en la llamada Isla Nena, pues son “abundantísimas” y refiere que los pepinillos son de tipo “silvestre”.

Consulté con una tía mía, mayor de edad, sobre estos remedios que aplicaba Usmaíl.  Como el protagonista de la novela, mi familiar aprendió de nuestros ancestros la tradición de curar con plantas.  Aquí comparto algo de lo aprendido.

Se asegura que para las cortaduras y quemaduras, la higuereta amortiguada y aplicada como cataplasma es útil.  Para los dolores de muela, mastique un clavo de especias sobre la pieza dental adolorida.  Para el dolor de cabeza, se recomienda la salvia mezclada con lavanda y puesta sobre la piel como cataplasma.  Asimismo, el estudioso Gerónimo Pompa en su libro Medicamentos indígenas, confirma sobre la salvia que “la infusión fría por una noche de un manojillo de hojas en un vaso de agua natural, a la cual se agregará al tomarlas en ayunas cuatro cucharadas de miel rosada es un medicamento probado contra la jaqueca”. 

Por otra parte, mi tía afirma que la ruda mezclada con alcoholado y puesta sobre la piel funciona como aliciente para dolores musculares; mientras que la pomada de pepino sirve para refrescar la piel.  Para confeccionar la pomada, se monda el pepino, se licúa y se cuela con un paño limpio.  Luego se mezcla con fécula de maíz, yogurt sin olor ni sabor y se aplica sobre la parte afectada.  Además, recogí que el limón y el ajo -tan recomendados para afrontar la pandemia- son antibióticos naturales.  El limón se puede tomar solo o con miel de abeja que también añade múltiples beneficios.  Incluso, me afirman que el sándalo es una planta que no se ingiere ni se aplica sobre la piel pues es irritante.  En cambio, se utiliza para limpiar pisos y paredes del hogar para expulsar los malos espíritus.  Eso sí, afirma mi familiar que, en caso de ingerirlo una mujer en estado de embarazo, puede provocar el aborto o un parto prematuro. De seguro Usmaíl conocía también esta regla.

Lo exquisito de esta tradicional medicina es que la mayoría de las plantas o frutos se pueden hallar en los jardines o patios de la Isla.  Incluso, en botánicas, jardinerías y supermercados.  Y aunque nunca se podría recomendar sustituir por la medicina regulada, lo cierto es que cada vez más personas buscan sanar a través de los remedios naturales que ofrece la cultura popular y, que además de curar, conectan el ser con el cosmos, la tierra y nuestras raíces ancestrales.

(La autora posee un grado doctoral en Literatura Puertorriqueña del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.)

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