Capítulo de introducción:
Desde el pasado siglo, el mundo ha
sido testigo de un impresionante crecimiento de la actividad turística.
Mientras que, en el año 1950, 25.2 millones de turistas viajaron hacia diversos
destinos y aportaron 2.1 billones de dólares estadounidenses (USD) en ingresos
(United Nations World Tourism Organization, UNWTO, 2009), ya para el 2018 se
había alcanzado la cifra récord de 1.4 billones de turistas que generaron $1.4
trillones (UNWTO, 2018). Estos números han colocado al turismo como uno de los
sectores de servicios más grande del mundo y con una fuerte presencia en el
comercio internacional de dicho sector, al representar el 30% de todas las
exportaciones de servicios y el 7% del total de todas las exportaciones,
incluyendo bienes y servicios. Como una categoría de exportación, el turismo se
ubica en el quinto lugar a nivel mundial, solo superado por las exportaciones
de combustibles, químicos, alimentos y automóviles con sus partes y piezas
(UNWTO, 2018).
Aun cuando los países más
desarrollados se mantienen como los principales destinos turísticos, las
mayores tasas de crecimiento se han producido en nuevos mercados ubicados
mayormente en las naciones subdesarrolladas, lo que ha propiciado que la
participación a nivel mundial de estos países en la recepción de turistas se
haya incrementado de un 34% en el año 2000 a un 45% en el 2018. En cuanto a la
generación de ingresos, se ha reportado la misma tendencia, ya que si bien en
el año 2000 el flujo de financiamiento que generaron los turistas en esas
naciones representó el 33% del total mundial (UNWTO, 2001), en el 2018 esa
cifra ascendió al 36% (UNWTO, 2019).
La expansión de la actividad
turística a nivel mundial se ha asociado con la mejoría del nivel de vida
experimentada por las familias a partir del repunte y desarrollo económico
manifestado, fundamentalmente, en los países más desarrollados después de la
Segunda Guerra Mundial, la cual propició que el turismo dejara de ser una
actividad casi exclusiva de determinados sectores sociales, para convertirse en
un fenómeno de masas (Barry, Wood, & Preush, 1984; Mill & Morrison,
1985; Quintana et al., 2005). A ello podemos agregar que el desarrollo
tecnológico en el campo de las telecomunicaciones y el transporte le dio un
impulso adicional a la expansión del sector, ya que garantizó más información
para tomar decisiones hacia dónde viajar y hacia dónde se dirigían los grandes
movimientos de personas a largas distancias, con costos y tiempos de viajes
relativamente bajos (Jiménez, 2005).
Junto con los aumentos en cantidad
de turistas e ingresos generados, el sector también se ha ido transformando
paulatinamente en su estructura y modalidades, pasando de un turismo de masa,
estandarizado y rígidamente empaquetado (turismo de enclave), que se desarrolló
a partir de los años 50, a un turismo más flexible, individualizado, que da
cuenta de los cambios en las preferencias y en los niveles de ingresos de los
turistas. Ello se puede observar en la diversidad de la demanda, ya que no
solamente se han verificado incrementos en el turismo de playa, sino también en
el histórico, ecológico, etc. (Barry et al., 1984; Bell, 1989; Bowman, 2013;
Bull, 1994; Mill & Morrison, 1985).
El nuevo protagonismo del turismo
en el escenario económico mundial incentivó los estudios sobre el sector, los
cuales han ido transitando por diferentes enfoques y sumando diversas
perspectivas en la medida que la actividad se ha hecho más global, variada y
que ha generado múltiples impactos. Según Bull (1994), el turismo es una de las
“pocas actividades humanas que pueden atraer simultáneamente la atención
académica de economistas, geógrafos, ecólogos, psicólogos, politólogos y
especialistas de empresas” (p.7).
Por varias décadas, las
investigaciones sobre el turismo internacional priorizaron el enfoque de negocio
y gerencial, orientadas en identificar las necesidades de los turistas y a
partir de ellas crear un ofrecimiento de experiencias y productos de alta
calidad, además de diseñar las mejores estrategias de planificación y mercadeo.
Ha sido un enfoque que se ha desarrollado desde la perspectiva de la demanda
del producto turístico (Bowman, 2013; Cela, 2007).
Desde la década de los setenta del
siglo pasado, comenzaron a proliferar estudios con una aproximación más
sistémica, en la medida que la actividad turística iba teniendo un peso
altamente significativo en las economías y sociedades de los mercados
receptores. Esta nueva tendencia en los estudios ha explorado la relación entre
el turismo, el resto de la economía y la sociedad desde una perspectiva también
del lado de la oferta, es decir, enfocados en el análisis de las
características y tendencias del escenario que provee el producto turístico,
sin dejar de analizar lo relacionado a las tendencias y comportamientos de los
turistas (Clancy, 2001).
Dentro de los estudios con enfoque
sistémico, ha habido diversas aproximaciones, como la antropológica, la
histórica, la económica, la sociológica, la geográfica, la medioambiental y la
interdisciplinaria, entre otras, siendo las investigaciones históricas y económicas
las que más han prevalecido (McIntosh, 1990; Mill & Morrison, 1985;
Organización Mundial de Turismo, OMT, 2001). Los análisis de carácter histórico
se han concentrado en la evolución en el tiempo de la actividad, identificando
las características en cada etapa, los períodos de crecimiento y decrecimiento
y las causales de sus oscilaciones. Mientras que el objetivo principal de las
investigaciones económicas ha sido analizar la contribución del turismo en el
desarrollo económico de los países, ponderando los impactos que la actividad
genera (McIntosh, 1990).
Me sumé a este inmenso esfuerzo
investigativo sobre el turismo, pero concentrando mí interés en analizarlo
desde la perspectiva del Caribe. ¿Por qué el Caribe? En primer lugar, porque la
región ha sido el foco preferente de mis investigaciones académicas por más de
30 años y en segundo lugar porque el Caribe ha sido parte del impulso que ha
tenido el turismo a nivel mundial. Desde 1980, la popularidad de los países de la región como destino turístico ha ido
en aumento, con una tasa de crecimiento promedio anual del 3.8% en los turistas
recibidos en el período comprendido entre 1980 y 2018. A pesar de que desde los
inicios del Siglo XXI se han reportado tasas de crecimiento más modestas, el
Caribe insular se ha podido consolidar como el
tercer destino turístico del hemisferio occidental, con el 12% del mercado en
el 2018.
El desarrollo del turismo
internacional en el Caribe desde finales del Siglo XX ha sido resultado del
esfuerzo consciente de los gobiernos de la región para convertir la actividad
en eje de acumulación, en un intento por reformular o rejuvenecer los modelos
de crecimiento y desarrollo económico en cada país o territorio y ello
incentivó mi interés en analizar hasta que medida el turismo ha cumplido con su
cometido.
Este libro recoge los resultados de
más de 15 años de investigación que le he dedicado a la problemática del
turismo internacional en la región y tiene como propósito condensar y
sistematizar analíticamente, desde una perspectiva histórica y económica, el
amplio caudal informativo y estadístico existente lo cual, reconozco,
representa un sesgo de aproximación a la temática por lo ya reconocido de que
el turismo tiene dinámicas e impactos en múltiples dimensiones, como sociales,
medioambientales, culturales, entre otras. El trabajo se enfoca en el análisis
de las características y tendencias de la actividad desde una perspectiva
regional, sin ignorar que la huella e impactos del turismo en cada isla ha sido
diferente por su alcance y magnitud, debido a los innumerables factores
internos y externos a cada país.
Aparte de la introducción, el libro
está dividido en 6 capítulos. En el primer capítulo sintetizo las
consideraciones conceptuales y teóricas más relevantes sobre el fenómeno
turístico que ayudan a entender la naturaleza, alcance, comportamientos e
impactos de la actividad, además de precisar la región objeto del estudio. En
el segundo capítulo, me adentro en la historia del turismo en el Caribe para
identificar los antecedentes que moldearon las características y tendencias
actuales. En el capítulo número tres me ubico en el presente para analizar la
evolución del turismo regional en el período a partir de la década de los ochenta.
El capítulo número cuatro lo dedico a comparar el avance del turismo caribeño
con el comportamiento que ha tenido el sector a nivel mundial y con
determinadas regiones y subregiones. El quinto capítulo analiza cuan eficiente
ha sido el negocio turístico y en qué medida los beneficios aportados han
contribuido a fortalecer las economías de la región; y en la última parte del
libro me planteo mi visión del futuro del turismo a partir de los hallazgos
obtenidos.
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