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jueves, 29 de junio de 2023

Actos Conmemorativos Terremoto de San Fermín: 100 años después

Actos Conmemorativos Terremoto de San Fermín:
100 Años Después
11 de octubre
1918-2018

Discurso del Presidente de la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano: Alfredo Morales Nieves, Ph.D.

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Hoy nos reunimos en este sagrado recinto cultural, El Casino de Mayagüez, bajo auspicio de su Junta Directiva, de la cual tengo el honor de formar parte desde el año de 2017, con el propósito de conmemorar el Centenario del Terremoto de San Fermín del 11 de octubre de 1918. La historia nos llama, reiteradamente, a recordar los hechos del pasado mientras nos amonesta con el dicho: Un pueblo que no sabe su historia está condenado a perecer.

En este edificio, construido luego del terremoto de 1918, y donde hubiese estructuras construidas por mayagüezanos durante el siglo XIX, en mampostería y madera, comenzará a congregarse la elite mayagüezana de esa época. Esos hombres y mujeres, forjadores de una nueva ciudad porque la suya acababa de sufrir una catástrofe, juntó a todos los mayagüezanos, indistintamente de su clase social u origen étnico, no se quedaron de brazos caídos ante el siniestro.

Si bien la ciudad de Mayagüez, como podemos constatar por fotografías y relatos de nuestros ancestros, era una joya arquitectónica de un meditado plan urbano, la ciudad que habría de levantarse emularía el espíritu mayagüezano: Nos han destruido la ciudad y minado la población huracanes, incendios, inundaciones y epidemias. Hemos sufrido el embate de una visión que cambió la cosmovisión que teníamos y ahora esto: un maremoto bañó las calles de nuestra próspera y rica ciudad mientras el sismo echó abajo el arduo trabajo de todos. Congregados, pues, en la década de los veinte en estos salones que hoy ocupamos, decíamos, los mayagüezanos, aquellos que nacieron en sus hospitales o casas o esos que llegamos a la ciudad como hijos de mayagüezanos nacidos en otros pagos o inmigrantes de otros países y otras lenguas, La fortaleza de nuestro espíritu está en nuestro ánimo y en nuestro carácter. Somos mayagüezanos y ante las inclemencias del tiempo y de la Naturaleza habremos de seguir habitando esta maravillosa zona llena de pantanos, bosques, ríos, riachuelos, caños y una apacible bahía bajo el cenit de un cielo de hermosos matices azules y frescas brisas antillanas.

De esa manera, de cara al cambio, de cara a la invención de nuevas maneras y nuevos pensamientos, Mayagüez volvió a sentar cátedra de prosperidad y apertura al futuro. Hemos aprendido a construir una vida basada en las ideas del mañana, los inventos de hoy y la idiosincrasia que heredamos de nuestros ancestros.

Así las cosas, y contra viento y marea, contra otros que intentaron que esta Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano, cuyo máximo ideal es la preservación de la memoria histórica y del patrimonio mayagüezano, aun, repito, cuando las autoridades, o quienes intentan representarla, pusieron estorbo, escollos y tropiezos en nuestro camino, quiso, precisamente la adversidad ante la Solemne Conmemoración, que nos reuniéramos en el lugar de encuentro de los mayagüezanos de 1918, en la Plaza Almirante Cristóbal Colón, y luego a disertar sobre el pensamiento y la cultura en este sagrado recinto, el más antiguo centro socio cultural de Puerto Rico establecido en 1874 y debiera mudarse a estos salones luego de que el antiguo edificio del Casino de Mayagüez se derrumbara por el terremoto de hace hoy, precisamente, cien años.

Aquellos que estamos congregados aquí hoy celebramos con amor y orgullo nuestro carácter y espíritu. Hemos conocido la adversidad ante la catástrofe del Huracán María hace poco más de un año, el 20 de septiembre de 2017.  Hoy, en nuestro proceso de recuperación, agradecemos a nuestros ancestros por haberse levantado de las ruinas del terremoto para construirnos una hermosa ciudad. Mayagüez presenta hoy día un cuadro desolador, no por terremotos ni huracanes, sino por el descuido de sus carreteras, sus jardines y parques, así como las cunetas, espacios públicos y áreas en general. Nuestra ciudad se ve sucia, descuidada. Sus antiguos edificios están abandonados y son echados abajo por la mano del hombre. Nos corresponde dejar de quejarnos, dejar de señalar o requerirle al otro que haga algo. La historia nos ha mostrado la grandeza del pasado. Nos corresponde dejar por herencia la grandeza de nuestro presente.

Salud a todos, salud a la ciudad de Mayagüez y que nuestras manos construyan para nuestros descendientes la más hermosa de todas las Sultanas del Oeste.

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