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viernes, 7 de junio de 2024

A 80 años del último pagaré de la esperanza

A 80 años del último pagaré de la esperanza

José E. Muratti-Toro, Ph.D.

Un 6 de junio de 1944, los EEUU junto a Gran Bretaña invadieron Francia mientras Rusia invadía a Alemania para detener a Hitler. Stalin llegó primero a Berlín, pero los EEUU y GB se adjudicaron la victoria. Ochenta años más tarde, Putin intenta replicar a Hitler quien intentó replicar a Napoleón y así se repite la historia.

Curiosamente, aunque la guerra siempre es un negocio, es la combinación de narcisismo, nacionalismo aspirante a imperialismo y testosterona la que termina provocando las guerras en las que mueren los carecen de recursos y padrinos que los bauticen. Terminan muriendo para impulsar o detener los sueños de los narcisistas embriagados con el temor que infunden en los débiles de espíritu, los que aspiran a parte del botín y los que tienen la mala fortuna de encontrarse en la ruta hacia la gloria imaginada.

El resto de nosotros, miramos desde las gradas y confiamos en que el Universo, el Dios de Spinoza, nos libre de la contienda, aunque suframos los efectos secundarios de la catástrofe provocada para satisfacer los sueños de, usualmente, por no decir siempre, UN hombre, tan enamorado de la grandeza que supone vencerá su irrelevancia, sin importar a cuántos tanto o más valiosos y pertinentes que él, arrasa de camino a su inevitable derrota.

Los seres humanos no podemos evitar varios hechos. Creamos dioses a nuestra imagen y semejanza para, inicialmente, intentar entender lo que desconocemos, y posteriormente para justificar la imposición de unos sobre los demás. Invariablemente formamos sociedades en las cuales le concedemos el poder de gobernar a quienes se imponen por la fuerza y a quienes más posesiones acumulan. Si logran que el guerrero se enriquezca, "mejor". Si no, quienes más tienen se asegurarán de que les represente y defienda quien más poder y fuerza bruta acumule.

Con el tiempo, los inevitables abusos y desmanes resultan en rebeliones que arrebatan el poder a quienes lo ejercen, aunque rara vez a quienes les compran. Eventualmente, las aguas regresan a su nivel y quienes tienen con qué comprar los botes, los remos y los brazos que los impulsen, regresan a la superficie, como el aceite y la espuma. Y, mientras más prosperen los unos, más querrán lo que tienen sus vecinos, cercanos y lejanos, y se replica el ciclo de prosperidad, ambición, usurpación, rebelión y derrota.

La invasión de Normandía hace 80 años marcó el final de las aspiraciones de grandeza alemana y japonesa que sustituyeron las italianas, que sustituyeron las francesas, inglesas, españolas y rusas, que sustituyeron las otomanas y las árabes y las hunas y las mongoles, y así sucesivamente. Putin es tan resultado de esa hambre expansionista como lo fue Hitler, Mussolini, y como lo es, de alguna manera Trump.

La riqueza, sí, la riqueza siempre ha sido el móvil más primario, más elemental, más primitivo. Pero la grandeza de un Genghis Kahn, de un Masa Musa, de un Tokugawa, de un Julio César, de un Alejandro El Grande, de un George VI, de un Iván el Terrible, los tres mencionados del siglo XX y, los dos del presente, es, a fin de cuentas un frenesía de testosterona y terror.

Esto también pasará. Si al fin y al cabo Putin decide no inmolar a Europa en desquite por su inevitable derrota, y Xi decide que no vale la pena sacrificar el sueño global de la China por la pequeña Taiwán, sobreviviremos este asomo al precipicio de una III Guerra Mundial que, si recurre al arsenal nuclear, dejará muy pocos lugares exentos de la muerte súbita o la muerte a cuanta gotas, como solo el uranio y el plutonio pueden hacerlo.

Solo podemos estar atentos a lo que revelan las señales de humo que provocan los misiles y los drones, para prepararnos para las eventualidades que prometen esos desenlaces. No vendrá ninguna criatura divina o alienígena a rescatarnos. Tendremos que salvar de nosotros mismos lo que sobreviva la hecatombe.

La ciudad de Caen en ruinas
10 de julio de 1944
Imagen de dominio público

1 comentario:

  1. Siendo la tercera guerra mundial y espero que nunca suceda , la que define problamente el fin del mundo la que con missiles de grandes proporciones desapareceran ante los ojos de Dios y suv creacion.. Amen que no suceda. Erick sosa.

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