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sábado, 23 de noviembre de 2024

China y África: alianza para un mundo post-occidental

China y África: alianza para un mundo post-occidental

Por José E. Muratti Toro

Imagen de dominio público
Wikicommons
China está transformando a África en la Suramérica del imperialismo europeo post medieval, controlando no solo las materias primas del segundo continente más grande del mundo, sino convirtiéndolo en un centro de manufactura, tanto de artículos de consumo frívolo como de tecnología verde, de cara a Occidente en el siglo XXI.

Gran parte de la manufactura dirigida a "estilos de vida", (ropa, calzado y cosméticos) y la tecnología de punta, se manufactura en Asia con salarios tan bajos que convierte la electricidad, construcción y el transporte en gastos superfluos. China está transfiriendo a África gran parte de la manufactura que hace para compañías estadounidenses y europeas reduciendo o manteniendo costos de producción, pero convirtiendo todo un continente en un centro de suministro, fabricación y distribución global.

“En Lesoto, por ejemplo, las fábricas de ropa chinas producen pantalones de yoga para Kohl's, vaqueros para Levi's y ropa deportiva para Reebok. Casi toda esa producción… se transporta en camiones hasta los buques portacontenedores que zarpan con destino a los consumidores estadounidenses”, relatan Mario Becedas y Vicente Nieves en el artículo “El plan de China para atrapar a Europa en su 'telaraña verde' pasa por convertir África en su gran fábrica” en la revista El Economista.

“En el mercado del litio”, añaden, “las empresas chinas controlan el 65% del procesamiento de litio y la fabricación de baterías. En el aluminio, que es fundamental para las estructuras de los vehículos ligeros y muy necesarias para que los vehículos eléctricos sean económicos y aumenten su autonomía, las empresas chinas controlan aproximadamente el 60% del mercado mundial. China también domina el suministro de grafito, que es fundamental para la tecnología de baterías basadas en litio, ya que controla más del 90% de la refinación mundial del mineral. China lo controla todo”.

Superando los prejuicios que en gran medida Europa creó con relación al continente africano, degradando a sus múltiples poblaciones y naciones a suplidores de hombres, mujeres y niños de negada humanidad y cultura para la esclavitud, los chinos han visto en el inmenso continente un suplidor enorme de materias primas y mano de obra para suplir el insaciable consumismo de un Occidente adicto tanto a lo necesario como a lo baladí.

Utilizando el modelo occidental de suministrar financiamiento, preferiblemente a empresas de construcción y manufactura del mismo país que los prestamistas para proyectos de infraestructura y establecimiento de fábricas y puertos de exportación de productos terminados, China suple dichas necesidades a países africanos ignorados por las empresas de inversión equivalentes en Europa y los EEUU. Como resultado, no solo los gobiernos, sino el ecosistema económico se convierte en un socio dependiente del país suplidor de dinero y tecnología de avanzada.

Curiosamente, a medida que los EEUU, bajo la nueva administración de Trump buscará aislarse y reducir la dependencia de China en el suministro de bienes de consumo, la República Popular de China comenzará a sustituirle como principal suplidor global de tecnología de punta y productos relacionados, fortaleciéndola como polo de poder económico, tecnológico y militar a nivel mundial.

La cultura china cuenta con unos cinco mil años cuyo destilado podría resumirse en su proverbio que reza: “ningún camino es demasiado largo para el hombre que avanza deliberadamente y sin prisa indebida; y ningún honor es demasiado lejano para el hombre que se prepara para ellos con paciencia”. Mao Zedong, por su parte, complementó esta visión afirmando que la China debe: “tener por objetivo principal el aniquilamiento de la fuerza viva del enemigo y no el mantenimiento o conquista de ciudades o territorios”.

África es la frontera que Occidente despreció. China no se propone “conquistar sus ciudades o territorios” para colonizarla en sentido tradicional sino más bien para “aniquilar la fuerza viva del enemigo” euro-estadounidense. Su meta es superar la supremacía económica y militar de Occidente que, históricamente, ha replicado a nivel global en su insaciable afán de conquista, posesión y consumo de las riquezas y bienes de vecinos y lejanos por igual, para convertirse en la nación más poderosa del planeta.

Ante un Occidente que insiste en autodestruirse en una tercera guerra “mundial” sin asegurados vencedores, China con África que, junto a la India conforman los orígenes de la humanidad, se preparan para un mundo post occidental.

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