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lunes, 30 de noviembre de 2015

Cuento: María la botellera

Cuento: 

María la botellera

Por Edgar León

Una tarde lluviosa veíamos a María, descalza, haraposa y con su pelo sin recoger caminando por la orilla de la calle marginal. María era del pueblo de Vega Baja -- Del Melao Melao como dicen en Puerto Rico los que saben. Su historia es peculiar porque tiene su raíz en el antecedente familiar. María era la mayor de su familia. Desde pequeña tuvo que cuidar de sus ocho hermanos y también lidiar con el alcoholismo y abuso de su padre. Casi nunca pudo ir a la escuela porque su madre siempre estaba enferma en la unidad de salud pública. El día entero se la pasaba haciendo filas para poder recibir un referido y un par de aspirinas. María supo la definición de pobreza desde su más remoto recuerdo de la niñez.

Su familia vivía de la buena voluntad de sus vecinos. La escuela le proveía los zapatos y a veces los alimentos para el día. También el Chochín federal le daba el resto de los comestibles y alimentos necesarios para poder tener algo que masticar. Día tras día María se resignaba al yugo que el destino le había regalado. Recogía botellas de vidrio para luego vender diez por un centavo en el supermercado más cercano. Los domingos por la mañana iba a la iglesia con todos sus trece hermanos harapientos y mocosos. Trataba de mantenerlos limpios pero esto solo duraba media hora por lo diabólicos que eran.

Ya de adolescente, María se encontró un amor el cual no pudo corresponder. El muchacho se llamaba Leandro Felipe Gonzáles. De buena familia y con dinero. Por mas que Felipe tratara de enamorar a María, se le hacia difícil conseguir que ella le dedicara un par de minutos para conversar.

María la botellera... Si la triste María que después de sacrificarse por su enorme familia ya no tuvo quien cuidara de ella. Ya vieja y demacrada se metió debajo de un puente en una casucha de cartón donde paso el resto de sus días hasta que murió de un infarto.

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