Páginas

jueves, 2 de junio de 2016

La Casa Amarilla o la resurrección de una calle



La Casa Amarilla o la resurrección de una calle
 Por
Alfredo Morales Nieves
Presidente de la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano

Nota del editor: La Casa Amarilla de Amor y Lágrimas será presentada el viernes 24 de junio a las 7:00pm en la Casa Azul (antiguamente amarilla), ubicada en la Calle Méndez Vigo Playa, Mayagüez. El libro puede ser adquirido esa noche o puede ser pedido por amazon al enlace que está debajo de la portada.
 
Para adquirir por amazon
El placer de la lectura de la obra que tenemos en nuestras manos es mayor cuando sabemos el esfuerzo y tesón que puso su autor en el desarrollo de la misma. Leer este regalo histórico dedicado a seres queridos, a afectos que nacen y surgen con la obra, y al poderoso recurso que se llama la memoria para contar, es un placer en sí mismo. La famosa Calle Méndez Vigo, loada en revistas alemanas, españolas y estadounidenses, reconocida por ser reflejo de un momento histórico impresionante en La Sultana del Oeste, revive entre nostalgias, sueños del pasado, historias no contadas, emociones de familia, el deseo intenso del autor por contarla y compartirla y, muy en especial, por la contribución a la reconstrucción de la memoria colectiva de la ciudad de Mayagüez.

Bravo Vick nos regala unas memorias que, convertidas en ficción en su ideario literario, desde lo más profundo de su alma, añaden a nuestra literatura mayagüezana un texto que recrea los primeros 30 años del siglo XX mayagüezano. En este se recogen las memorias de una distinguida familia, así como la historia de una residencia. Esta casa, llamada por el autor la Casa Amarilla, hoy llamada la Casa Azul, ha sobrevivido a los embates del tiempo, un maremoto, huracanes y, en una escala mayor, la mano del hombre que, inmisericorde, destruyó la belleza de las residencias de la Calle Méndez Vigo durante el siglo XX y, con ello, joyas arquitectónicas que eran patrimonio de nuestra ciudad. Sin ellas Mayagüez ha quedado desnuda en su costa, en su arteria principal, vacía y en llanto. Bravo Vick, nos permite recrear los más hermosos e íntimos momentos de la Calle Méndez Vigo en la figura, y personificación, de la Casa Amarilla.

El texto comienza con un excelente recuento del trasfondo histórico de lo que fue la occidental ciudad antillana de Mayagüez en la isla de Puerto Rico. Este recuento es, a su vez, un lamento a la poca visión de los administradores de la ciudad y los habitantes, por no preservar la belleza arquitectónica ni el valor histórico de este sector de la ciudad, no solo por su potencial económico a través del turismo, sino por el significado para el país y la historia de Mayagüez, el esfuerzo y trabajo de muchos de sus hijos y el empleo del dinero personal en establecer propiedades dignas de una digna ciudad, hoy todo destruido.

La introducción termina como una apología y un llamado a la conciencia colectiva a mantener en pie lo poco que nos queda. Enumera el autor algunos edificios icónicos, entre muchos más humildes, por lo representativo de nuestra idiosincrasia y nuestro acervo cultural. Bravo Vick se convierte, de esta manera, en un portavoz de la ciudad que yace agónica en medio de una crisis nacional. Esta voz, conocedora de su historia y de su economía, señala, apuntala, casi ordena en súplica, hacia una visión que permita rescatar nuestro perfil urbano, sino por su valor artístico, humano y espiritual, como debiera ser, por el potencial económico que significaría para la ciudad. Esta postura, como bien señala en su introducción, es la que ha movido a un grupo de ciudadanos, más de 4,000, a través de las redes sociales en la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano, a reclamarle a las autoridades y a la ciudadanía a no destruir, sino conservar, el patrimonio histórico. Bravo Vick aporta a este esfuerzo con la Casa Amarilla.

La descripción de la Casa Amarilla, con a mayúscula porque es el nombre propio que le da el autor, es una joya descriptiva de alto valor histórico. Describe, y nos remonta, con características fotográficas a las antiguas casas de nuestra ciudad, sus costumbres y su mobiliario, así como la espléndida arquitectura de la casa de sus ancestros. Además, añade con mucho amor y sensibilidad el apego de las partes de la casa a las tradiciones de la familia, como lo es el antiguo recibidor convertido en sala de tertulias para hombres. Es así como estas memorias se convierten en crónicas históricas a través de las cuales podemos recrear, ficcionalmente, en qué consistían las actividades sociales y culturales de la clase alta mayagüezana. Tal y como narrara el español Benito Pérez Galdós en su descripción de la vida del Madrid finisecular, Bravo Vick nos va llevando de la mano de la familia de sus ancestros a la de otros mayagüezanos reconocidos y cuyos apellidos, contribución al crecimiento económico y cultural de la ciudad, así como el patrimonio que nos legaron, nos es muy familiar. En La Casa Amarilla reviven y perduran las tradiciones y costumbres mayagüezanas, eternizándolas.

De particular interés es la historia del abuelo y, en su entorno, la historia de la Calle Comercio, los grupos sociales que habitaban La Marina Septentrional, así como el deceso del patriarca de la familia y, por ende, la forma de enlutar. De amor y de lágrimas, es la otra parte del título de estas memorias, y es aquí donde se van contando las pérdidas, con los entierros y el luto, y los nacimientos, con las personalidades y logros de cada niño que nace en la Casa Amarilla. Mientras esto va ocurriendo, descubrimos costumbres, gustos, deportes, así como la educación de las clases más privilegiadas que constituían al Mayagüez de principios de siglo XX. Este acceso a la intimidad de una familia, es una de las grandes contribuciones de Bravo Vick, quien es un precursor en este sentido en las letras de Mayagüez, en especial por permitirnos entrar a la intimidad de las familias de la Calle Méndez Vigo.

Entre sus aciertos, además, citamos este párrafo que nos llama la atención porque, mientras relata la historia de su familia, nos acuerda que los espacios públicos nos son lugar de encuentro y su destrucción, de alguna manera, aniquila la aportación de una sociedad al crecimiento, riqueza y fortalecimiento de la generación a la cual entregamos nuestro trabajo, en especial si este es destruido por quienes lo heredan. Leamos:

La Academia de la Inmaculada Concepción es parte de la historia de Mayagüez. Fue la primera institución privada y católica establecida después del cambio de soberanía, aunque luego del terremoto del 1918, el muy conocido arquitecto Francisco Porrata Doria la rediseña, construyéndose una nueva en 1922. De estilo sobrio, sencillo y muy práctico, albergó a los estudiantes de dicho plantel por más de setenta años. Estaba localizada entre la Calle Méndez Vigo y la Calle Río en el mismo centro del pueblo. Allí estudiaron mis tías, mi madre y un porciento significativo de la población mayagüezana, incluyéndome a mí. No importó la historia, no importó su estructura ni el prestigio del diseñador. Los Padres Redentoristas la vendieron para construir otra escuela a las afueras de Mayagüez y la edificación también fue eliminada. Hoy, solo queda un lote con piso de cemento que es utilizado como estacionamiento.

Bravo Vick rescata su historia familiar con el privilegio de saber que la casa que le vio nacer aún existe, no así la Academia Inmaculada Concepción, cuya destrucción es una página negra en la historia de la ciudad de Mayagüez y quienes lo permitieron. No importó su contribución histórica a la educación de Puerto Rico al ser fundadora de los primeros comedores escolares en Puerto Rico, y el hambre que mitigaría para muchos niños, ni importó el nombre del arquitecto, mucho menos el resultado de tan encomiable educación y la aportación, de esta manera, al bien social. El edificio fue destruido mientras sus exalumnos lloraban en la calle viéndola convertirse en brea.

Preservar la memoria colectiva e individual de Mayagüez nos permite, además, degustar tal y como lo hacía la familia de la Casa Amarilla. La intimidad de las memorias nos regala a los mayagüezanos unas recetas que nos remontan a las artes culinarias del pasado y al paladar de esta familia.

La otra receta de buches de la Casa Amarilla y original de la tía Malen, según visto en la libreta de recetas, tenía la peculiaridad de que todos sus ingredientes tenían que ser blancos: leche de almendras, almendras picadas, aceite de oliva, ajo, cebolla, vino blanco y algo de agua.

A las piezas musicales, los gustos personales, la decoración de la casa, se suman las fiestas y celebraciones y, con ello, la gastronomía, lo cual permite remontarse a la fundación de la casa y disfrutar de las fiestas de la ciudad desde el hogar del autor, lo que le da paso a señalar la importancia de la gastronomía mayagüezana en el paladar puertorriqueño, en especial por la influencia de las empresas de Franco y La Ricómini en Mayagüez y el desarrollo de un arte y un comercio únicos en esta ciudad, de origen español y francés. En los años en que se fundara la Casa Amarilla y fuera naciendo la prole, Mayagüez se convirtió en La Capital Mundial del Ron, como bien señala Bravo Vick. Licores y cordiales, postres y platos aderezados ricamente, enaltecían la mesa de la próspera ciudad portuaria.

La emotiva descripción del fallecimiento de la abuela es, además de rico en sentimientos y en imágenes que evocan la pérdida de la abuela del autor, un retorno a las costumbres mayagüezanas al momento de cuidar a los enfermos, velar a quienes fallecen, despedirlos y enlutarlos. Esa escena está descrita con tan peculiar cuidado que nos identifica con el dolor de la familia, la pérdida del idílico mundo de la Calle Méndez Vigo y lo efímero de las maravillosas vivencias que nutren a una familia, para luego despedirlas con el más profundo duelo y con lastimosas lágrimas.

Se suman al recuento histórico las retretas llevadas a cabo en La Correccional en Guanajibo y en el Parque Suau, así como los juegos florales y los carnavales que tanta fama le dieron a la ciudad de Mayagüez, por su esplendor y buen gusto.

La boda de la tía Yiya, la prohibición de un entierro desde el altar de la Iglesia del Carmen en la Playa de Mayagüez, en la Calle Méndez Vigo, ilustran, por demás, eventos sociales de la ciudad, así como sus prejuicios. Todo aparece, sutil e intensamente contado, como si en la memoria las deslealtades y las bondades cohabitaran para siempre en el recuerdo de lo que fue. Estos recuerdos se narran con veracidad y acierto.

Las memorias de Bravo Vick concluyen con un recuento de la vida de los personajes principales, sus ejecutorias y sus contribuciones al bienestar de la ciudad de Mayagüez y del pueblo de Puerto Rico. Es muy acertado, entre otros, la manera en que honra el trabajo de sus ancestros, mayagüezanos, al detallar los pormenores del panteón de la Familia Bravo, en el Cementerio Viejo de Mayagüez. El proceso histórico del nacimiento y fallecimiento del patriarca de la familia, así como el de sus ancestros y descendientes, y la función de la tumba familiar, enaltecen el trabajo llevado a cabo por las manos de estos mayagüezanos y la contribución, volvemos a señalar, de esta familia al bienestar social, cultural, económico y espiritual de la ciudad.

Edificios icónicos, personajes históricos como José De Diego, y otros de menos promoción histórica, pero de vital importancia para la sociedad mayagüezana del siglo XX, renacen, viven y mueren frente a nuestros ojos, como si viéramos un pequeño filme documental sobre esta familia.

La Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano, y su Junta Editorial, se honran en presentar en estas memorias el carácter de los mayagüezanos quienes, contra viento y marea, han sobrevivido a los embates que han castigado a la ciudad y sus habitantes.  En una de sus anotaciones finales, el autor expresa casi poéticamente la partida de la casa que viera nacer a los hijos del matrimonio Bravo Torruella.

Cuando sembraron la madreselva en la Casa Amarilla, que crece fuerte y se adhiere con furia y tesón, que siempre trepándose va, así mismo sembraron la semilla de los ocho hijos nacidos en ella. Fueron criados con coraje y valentía, pero también con mucho amor, pasión y ternura. De la madre sacaron la ternura y la ilusión, de los genes Bravo y de los de Pardo, el estoicismo, la fortaleza y el tesón.

Tuvieron que abandonar la cuna, el jardín, la flor, las rosas y las violetas, los recuerdos. Sin embargo, la semilla madreselva, la semilla germinada, esa solo se la quita Dios. Así fue, solo se las quitó cuando los llamó. El amor y el dolor son uno, el que más los unió.

El día en que partieron finalmente los hijos de la residencia Bravo Torruella, ante la muerte del padre y los subsecuentes problemas económicos, se cerró un capítulo en la historia de la Casa Amarilla. El cierre significó su muerte, pero no su desaparición. Quisieron el tiempo y las circunstancias que la Casa Amarilla, hoy la Casa Azul, no desapareciera, como tantas otras joyas arquitectónicas de la Calle Méndez Vigo, ni como tantos edificios de la Sultana del Oeste. Las memorias de Bravo Vick enaltecen nuestro pasado, nos permiten conservar la memoria individual y colectiva y reviven la Casa Amarilla a través de las palabras. 

Esperemos que estas memorias sean el comienzo de muchas otras y que Mayagüez pueda recontar su pasado desde la intimidad, desde el corazón de las familias mayagüezanas, con el mismo tesón e intensidad con el cual el autor recopiló datos, juntó experiencias de familia, documentó sentimientos y expuso vivencias. De esa manera, las madreselvas, alelíes, azáleas y rosales de los jardines de las casas de nuestros ancestros contarán nuevas historias para enriquecer el presente y dejar un legado para generaciones futuras de mayagüezanos. Así honraremos el pasado y forjaremos un nuevo e ilustre amanecer para Mayagüez.


11 comentarios:

  1. Excelente reseña sobre lo que encontraremos en la lectura del libro. Exito.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias Marilyn... te invitamos para la presentación el 24 de junio.

      Borrar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  4. Excelente reseña sobre lo que encontraremos en la lectura del libro. Exito.

    ResponderBorrar
  5. El solo hecho de rescatar parte de la familia Bravo,roza la fibra del romanticismo Mayaguezano del siglo XIX.Que tanto nos facina !

    ResponderBorrar
  6. Tan importante es el rescate de las edificaciones mayaguezanas como el rescate de las historias que ellas encierran. Felicitamos al Sr. Héctor Bravo Vick por su obra, la que promete ser un gran éxito y al Prof. Alfredo Morales por su reseña que ciertamente invita a la lectura de la obra. - Sol & Waldy

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias Sol y Waldy por ser parte del proyecto de la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano.

      Borrar
  7. Mi tío tuvo un negocio de venta de lámparas en la calle Méndez Vigo, Lámparas New Yorker. Voy a tratar de ir a la presentación del libro. Iván R. Buxeda Díaz.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Saludos Iván. Gracias por la aportación. Si viene a Mayagüez nos veremos allí.

      Borrar