La Casa Amarilla o la
resurrección de una calle
Por
Alfredo
Morales Nieves
Presidente de la Sociedad
Protectora del Patrimonio Mayagüezano
Nota del editor: La Casa Amarilla de Amor y Lágrimas será presentada el viernes 24 de junio a las 7:00pm en la Casa Azul (antiguamente amarilla), ubicada en la Calle Méndez Vigo Playa, Mayagüez. El libro puede ser adquirido esa noche o puede ser pedido por amazon al enlace que está debajo de la portada.
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El placer de la lectura de
la obra que tenemos en nuestras manos es mayor cuando sabemos el esfuerzo y
tesón que puso su autor en el desarrollo de la misma. Leer este regalo
histórico dedicado a seres queridos, a afectos que nacen y surgen con la obra,
y al poderoso recurso que se llama la memoria para contar, es un placer en sí
mismo. La famosa Calle Méndez Vigo, loada en revistas alemanas, españolas y
estadounidenses, reconocida por ser reflejo de un momento histórico
impresionante en La Sultana del Oeste, revive entre nostalgias, sueños del
pasado, historias no contadas, emociones de familia, el deseo intenso del autor
por contarla y compartirla y, muy en especial, por la contribución a la
reconstrucción de la memoria colectiva de la ciudad de Mayagüez.
Bravo Vick nos regala unas
memorias que, convertidas en ficción en su ideario literario, desde lo más
profundo de su alma, añaden a nuestra literatura mayagüezana un texto que
recrea los primeros 30 años del siglo XX mayagüezano. En este se recogen las
memorias de una distinguida familia, así como la historia de una residencia.
Esta casa, llamada por el autor la Casa Amarilla, hoy llamada la Casa Azul, ha
sobrevivido a los embates del tiempo, un maremoto, huracanes y, en una escala
mayor, la mano del hombre que, inmisericorde, destruyó la belleza de las
residencias de la Calle Méndez Vigo durante el siglo XX y, con ello, joyas
arquitectónicas que eran patrimonio de nuestra ciudad. Sin ellas Mayagüez ha
quedado desnuda en su costa, en su arteria principal, vacía y en llanto. Bravo
Vick, nos permite recrear los más hermosos e íntimos momentos de la Calle
Méndez Vigo en la figura, y personificación, de la Casa Amarilla.
El texto comienza con un
excelente recuento del trasfondo histórico de lo que fue la occidental ciudad
antillana de Mayagüez en la isla de Puerto Rico. Este recuento es, a su vez, un
lamento a la poca visión de los administradores de la ciudad y los habitantes,
por no preservar la belleza arquitectónica ni el valor histórico de este sector
de la ciudad, no solo por su potencial económico a través del turismo, sino por
el significado para el país y la historia de Mayagüez, el esfuerzo y trabajo de
muchos de sus hijos y el empleo del dinero personal en establecer propiedades
dignas de una digna ciudad, hoy todo destruido.
La introducción termina como
una apología y un llamado a la conciencia colectiva a mantener en pie lo poco
que nos queda. Enumera el autor algunos edificios icónicos, entre muchos más
humildes, por lo representativo de nuestra idiosincrasia y nuestro acervo
cultural. Bravo Vick se convierte, de esta manera, en un portavoz de la ciudad
que yace agónica en medio de una crisis nacional. Esta voz, conocedora de su
historia y de su economía, señala, apuntala, casi ordena en súplica, hacia una
visión que permita rescatar nuestro perfil urbano, sino por su valor artístico,
humano y espiritual, como debiera ser, por el potencial económico que significaría
para la ciudad. Esta postura, como bien señala en su introducción, es la que ha
movido a un grupo de ciudadanos, más de 4,000, a través de las redes sociales
en la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano, a reclamarle a las
autoridades y a la ciudadanía a no destruir, sino conservar, el patrimonio
histórico. Bravo Vick aporta a este esfuerzo con la Casa Amarilla.
La descripción de la Casa
Amarilla, con a mayúscula porque es el nombre propio que le da el autor, es una
joya descriptiva de alto valor histórico. Describe, y nos remonta, con características
fotográficas a las antiguas casas de nuestra ciudad, sus costumbres y su
mobiliario, así como la espléndida arquitectura de la casa de sus ancestros.
Además, añade con mucho amor y sensibilidad el apego de las partes de la casa a
las tradiciones de la familia, como lo es el antiguo recibidor convertido en
sala de tertulias para hombres. Es así como estas memorias se convierten en
crónicas históricas a través de las cuales podemos recrear, ficcionalmente, en
qué consistían las actividades sociales y culturales de la clase alta
mayagüezana. Tal y como narrara el español Benito Pérez Galdós en su
descripción de la vida del Madrid finisecular, Bravo Vick nos va llevando de la
mano de la familia de sus ancestros a la de otros mayagüezanos reconocidos y
cuyos apellidos, contribución al crecimiento económico y cultural de la ciudad,
así como el patrimonio que nos legaron, nos es muy familiar. En La Casa
Amarilla reviven y perduran las tradiciones y costumbres mayagüezanas,
eternizándolas.
De particular interés es la
historia del abuelo y, en su entorno, la historia de la Calle Comercio, los
grupos sociales que habitaban La Marina Septentrional, así como el deceso del
patriarca de la familia y, por ende, la forma de enlutar. De amor y de lágrimas,
es la otra parte del título de estas memorias, y es aquí donde se van contando
las pérdidas, con los entierros y el luto, y los nacimientos, con las
personalidades y logros de cada niño que nace en la Casa Amarilla. Mientras
esto va ocurriendo, descubrimos costumbres, gustos, deportes, así como la
educación de las clases más privilegiadas que constituían al Mayagüez de
principios de siglo XX. Este acceso a la intimidad de una familia, es una de
las grandes contribuciones de Bravo Vick, quien es un precursor en este sentido
en las letras de Mayagüez, en especial por permitirnos entrar a la intimidad de
las familias de la Calle Méndez Vigo.
Entre sus aciertos, además,
citamos este párrafo que nos llama la atención porque, mientras relata la
historia de su familia, nos acuerda que los espacios públicos nos son lugar de
encuentro y su destrucción, de alguna manera, aniquila la aportación de una
sociedad al crecimiento, riqueza y fortalecimiento de la generación a la cual
entregamos nuestro trabajo, en especial si este es destruido por quienes lo
heredan. Leamos:
La Academia de la Inmaculada Concepción es parte de la historia de Mayagüez. Fue la primera institución privada y católica establecida después del cambio de soberanía, aunque luego del terremoto del 1918, el muy conocido arquitecto Francisco Porrata Doria la rediseña, construyéndose una nueva en 1922. De estilo sobrio, sencillo y muy práctico, albergó a los estudiantes de dicho plantel por más de setenta años. Estaba localizada entre la Calle Méndez Vigo y la Calle Río en el mismo centro del pueblo. Allí estudiaron mis tías, mi madre y un porciento significativo de la población mayagüezana, incluyéndome a mí. No importó la historia, no importó su estructura ni el prestigio del diseñador. Los Padres Redentoristas la vendieron para construir otra escuela a las afueras de Mayagüez y la edificación también fue eliminada. Hoy, solo queda un lote con piso de cemento que es utilizado como estacionamiento.
Bravo
Vick rescata su historia familiar con el privilegio de saber que la casa que le
vio nacer aún existe, no así la Academia Inmaculada Concepción, cuya
destrucción es una página negra en la historia de la ciudad de Mayagüez y
quienes lo permitieron. No importó su contribución histórica a la educación de
Puerto Rico al ser fundadora de los primeros comedores escolares en Puerto
Rico, y el hambre que mitigaría para muchos niños, ni importó el nombre del
arquitecto, mucho menos el resultado de tan encomiable educación y la
aportación, de esta manera, al bien social. El edificio fue destruido mientras
sus exalumnos lloraban en la calle viéndola convertirse en brea.
Preservar
la memoria colectiva e individual de Mayagüez nos permite, además, degustar tal
y como lo hacía la familia de la Casa Amarilla. La intimidad de las memorias
nos regala a los mayagüezanos unas recetas que nos remontan a las artes
culinarias del pasado y al paladar de esta familia.
La otra receta de buches de la Casa Amarilla y original de la tía Malen, según visto en la libreta de recetas, tenía la peculiaridad de que todos sus ingredientes tenían que ser blancos: leche de almendras, almendras picadas, aceite de oliva, ajo, cebolla, vino blanco y algo de agua.
A
las piezas musicales, los gustos personales, la decoración de la casa, se suman
las fiestas y celebraciones y, con ello, la gastronomía, lo cual permite
remontarse a la fundación de la casa y disfrutar de las fiestas de la ciudad
desde el hogar del autor, lo que le da paso a señalar la importancia de la
gastronomía mayagüezana en el paladar puertorriqueño, en especial por la
influencia de las empresas de Franco y La Ricómini en Mayagüez y el desarrollo
de un arte y un comercio únicos en esta ciudad, de origen español y francés. En
los años en que se fundara la Casa Amarilla y fuera naciendo la prole, Mayagüez
se convirtió en La Capital Mundial del Ron, como bien señala Bravo Vick.
Licores y cordiales, postres y platos aderezados ricamente, enaltecían la mesa
de la próspera ciudad portuaria.
La
emotiva descripción del fallecimiento de la abuela es, además de rico en
sentimientos y en imágenes que evocan la pérdida de la abuela del autor, un
retorno a las costumbres mayagüezanas al momento de cuidar a los enfermos,
velar a quienes fallecen, despedirlos y enlutarlos. Esa escena está descrita
con tan peculiar cuidado que nos identifica con el dolor de la familia, la
pérdida del idílico mundo de la Calle Méndez Vigo y lo efímero de las
maravillosas vivencias que nutren a una familia, para luego despedirlas con el
más profundo duelo y con lastimosas lágrimas.
Se
suman al recuento histórico las retretas llevadas a cabo en La Correccional en
Guanajibo y en el Parque Suau, así como los juegos florales y los carnavales
que tanta fama le dieron a la ciudad de Mayagüez, por su esplendor y buen
gusto.
La
boda de la tía Yiya, la prohibición de un entierro desde el altar de la Iglesia
del Carmen en la Playa de Mayagüez, en la Calle Méndez Vigo, ilustran, por
demás, eventos sociales de la ciudad, así como sus prejuicios. Todo aparece,
sutil e intensamente contado, como si en la memoria las deslealtades y las
bondades cohabitaran para siempre en el recuerdo de lo que fue. Estos recuerdos
se narran con veracidad y acierto.
Las
memorias de Bravo Vick concluyen con un recuento de la vida de los personajes
principales, sus ejecutorias y sus contribuciones al bienestar de la ciudad de
Mayagüez y del pueblo de Puerto Rico. Es muy acertado, entre otros, la manera
en que honra el trabajo de sus ancestros, mayagüezanos, al detallar los
pormenores del panteón de la Familia Bravo, en el Cementerio Viejo de Mayagüez.
El proceso histórico del nacimiento y fallecimiento del patriarca de la
familia, así como el de sus ancestros y descendientes, y la función de la tumba
familiar, enaltecen el trabajo llevado a cabo por las manos de estos
mayagüezanos y la contribución, volvemos a señalar, de esta familia al
bienestar social, cultural, económico y espiritual de la ciudad.
Edificios
icónicos, personajes históricos como José De Diego, y otros de menos promoción
histórica, pero de vital importancia para la sociedad mayagüezana del siglo XX,
renacen, viven y mueren frente a nuestros ojos, como si viéramos un pequeño
filme documental sobre esta familia.
La
Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano, y su Junta Editorial, se honran
en presentar en estas memorias el carácter de los mayagüezanos quienes, contra
viento y marea, han sobrevivido a los embates que han castigado a la ciudad y
sus habitantes. En una de sus
anotaciones finales, el autor expresa casi poéticamente la partida de la casa
que viera nacer a los hijos del matrimonio Bravo Torruella.
Cuando sembraron la madreselva en la Casa Amarilla, que crece fuerte y se adhiere con furia y tesón, que siempre trepándose va, así mismo sembraron la semilla de los ocho hijos nacidos en ella. Fueron criados con coraje y valentía, pero también con mucho amor, pasión y ternura. De la madre sacaron la ternura y la ilusión, de los genes Bravo y de los de Pardo, el estoicismo, la fortaleza y el tesón.
Tuvieron que abandonar la cuna, el jardín, la flor, las rosas y las violetas, los recuerdos. Sin embargo, la semilla madreselva, la semilla germinada, esa solo se la quita Dios. Así fue, solo se las quitó cuando los llamó. El amor y el dolor son uno, el que más los unió.
El
día en que partieron finalmente los hijos de la residencia Bravo Torruella,
ante la muerte del padre y los subsecuentes problemas económicos, se cerró un
capítulo en la historia de la Casa Amarilla. El cierre significó su muerte,
pero no su desaparición. Quisieron el tiempo y las circunstancias que la Casa
Amarilla, hoy la Casa Azul, no desapareciera, como tantas otras joyas
arquitectónicas de la Calle Méndez Vigo, ni como tantos edificios de la Sultana
del Oeste. Las memorias de Bravo Vick enaltecen nuestro pasado, nos permiten
conservar la memoria individual y colectiva y reviven la Casa Amarilla a través
de las palabras.
Esperemos que estas
memorias sean el comienzo de muchas otras y que Mayagüez pueda recontar su
pasado desde la intimidad, desde el corazón de las familias mayagüezanas, con
el mismo tesón e intensidad con el cual el autor recopiló datos, juntó
experiencias de familia, documentó sentimientos y expuso vivencias. De esa
manera, las madreselvas, alelíes, azáleas y rosales de los jardines de las
casas de nuestros ancestros contarán nuevas historias para enriquecer el
presente y dejar un legado para generaciones futuras de mayagüezanos. Así
honraremos el pasado y forjaremos un nuevo e ilustre amanecer para Mayagüez.
Excelente reseña sobre lo que encontraremos en la lectura del libro. Exito.
ResponderBorrarGracias Marilyn... te invitamos para la presentación el 24 de junio.
BorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarExcelente reseña sobre lo que encontraremos en la lectura del libro. Exito.
ResponderBorrarEl solo hecho de rescatar parte de la familia Bravo,roza la fibra del romanticismo Mayaguezano del siglo XIX.Que tanto nos facina !
ResponderBorrarGracias Javier, definitivamente Mayagüez tiene mucha historia.
BorrarTan importante es el rescate de las edificaciones mayaguezanas como el rescate de las historias que ellas encierran. Felicitamos al Sr. Héctor Bravo Vick por su obra, la que promete ser un gran éxito y al Prof. Alfredo Morales por su reseña que ciertamente invita a la lectura de la obra. - Sol & Waldy
ResponderBorrarGracias Sol y Waldy por ser parte del proyecto de la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano.
BorrarMi tío tuvo un negocio de venta de lámparas en la calle Méndez Vigo, Lámparas New Yorker. Voy a tratar de ir a la presentación del libro. Iván R. Buxeda Díaz.
ResponderBorrarSaludos Iván. Gracias por la aportación. Si viene a Mayagüez nos veremos allí.
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