Desmitificando la guerra de independencia estadounidense
Pablo L. Crespo Vargas
Durante mucho tiempo, la historia, y por consecuente, la instrucción oficial de los Estados Unidos resaltaba varios acontecimientos que en los últimos años se han estado desmitificando gracias a nuevas metodologías y enfoques dirigidos a ver la historia desde otros puntos de vista. En su origen, la historia estadounidense era escrita e interpretada desde la visión elitista anglosajona con la intención de crear y dirigir el rumbo de la nación estadounidense hacia un camino determinado, siempre a favor de la clase dominante. Según pasó el tiempo, otras voces emergieron y presentaron una historia con un enfoque distinto a lo deseado por la élite. Autores, como Howard Zinn —The People’s History of the United States—, vieron al ciudadano común como el centro de su estudio, sin importar su origen étnico, religioso, de género o social. Historiadores que presentaron el lado humano de la historia y las vivencias cotidianas, incluyendo el sufrimiento, la barbarie y los horrores que se viven en el día a día y que en muchas ocasiones son provocadas por la lucha de grupos dominantes que quieren alcanzar el poder. En todo caso, las víctimas principales son las personas comunes, los que fueron invisibilizados en la historia oficial.
Las guerras, especialmente para los vencedores, son eventos que glorifican unas gestas con propósito ideario. En muchas ocasiones se presentan como enfrentamientos entre el mal y el bien, siendo este último valor el que ostentan los vencedores, como ocurre y es bien recibido en el cine. Sin embargo, no necesariamente es así.
Batalla de Princeton, 1777 Obra de Kurz & Allison (1911) Imagen de dominio público |
La Guerra de Independencia de los Estados Unidos es uno de estos ejemplos. De manera oficial, así como en diversos medios, la lucha de las Trece Colonias en contra del imperialismo británico se presenta como una lucha por la democracia y las libertades; una guerra justa, heroica y humanitaria —como si existiera una guerra humanitaria—. Contrario a este mito, el historiador y especialista en el imperio británico, Holger Hoock, publicó Las cicatrices de la independencia: el violento nacimiento de los Estados Unidos (Madrid: Desperta Ferro Ediciones, 2021; traducción de Joaquín Mejía Alberti; publicado en inglés en 2017 por Penguin Random House), obra que busca desmitificar este evento.
Para Hoock, la Guerra de Independencia fue una guerra civil donde hubo matanzas, persecuciones, violaciones, torturas y horrendos actos entre las partes. El autor detalla algunos de ellos y los presenta de manera cruda para que el lector enfrente una realidad que fue escondida. La crudeza de las hazañas reseñadas en su libro es diversa. Las torturas y malos tratos hacia enemigos fue algo generalizado en ambos bandos. La masacre de prisioneros de guerra o las violaciones de féminas por el solo hecho de estar en el lado contrario fueron hechos que se realizaron y que vemos que en la actualidad sigue siendo algo común en los conflictos a través de todo el planeta. La persecución por el hecho de pensar distinto o de haberte relacionado con el enemigo tampoco faltó. Sobre el abuso que se llevó a cabo en contra de indios y negros es otro asunto de mucha importancia y que en la historia oficial no se presenta. En este punto, se puede mencionar la guerra del Ejército Continental en contra de los indios iroqueses, la cual fue dirigida a la destrucción de este grupo étnico, algo que el autor nos indica que podría ser considerado genocidio en nuestros días.
Debemos destacar que la guerra, cualquier guerra, implica muerte, no solo en el campo de batalla, sino que esta se materializa sobre la población civil, quienes, al final sufren mucho más que los militares, ya que no están acondicionados a vivir estas desdichas. En el caso de este conflicto, su estatus de guerra civil, no aceptado de manera oficial, nos lleva a pensar que tan encarnizada pudo ser. En fin, la obra de Hoock nos presenta una lectura clara y honesta sobre lo que implican los conflictos armados, algo que es obviado para dar paso a narraciones heroicas dirigidas a un fin político social.
Nota editorial: La versión original de este artículo fue publicada por El Post Antillano el 25 de enero de 2024.
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