viernes, 15 de diciembre de 2017

El código negro de Juan Prim (1848): Orígenes y desenlace

El código negro de Juan Prim y Prats (1848): Orígenes y desenlace
María del Mar Rodríguez Figueroa

Retrato del general Juan Prim, 1844.
Museo del Romanticismo de Madrid
Obra de Antonio María Esquivel (1806-1857)
El militar español Juan Prim y Prats fue nombrado capitán general de Puerto Rico en octubre de 1847.[1] Su mando duró solamente hasta julio de 1848, siendo las críticas negativas la norma durante su corta estadía en Puerto Rico. Una de las medidas más controversiales implementadas por el gobernador fue su “código negro”, el cual intentó impedir la rebelión de los esclavos puertorriqueños mediante duras represalias.[2] Prim tenía 33 años cuando accede a la gobernación de Puerto Rico y llegó con órdenes explicitas de la Corona española de “asegurar y defender esa preciosa parte de sus dominios”.[3] Para Prim, la amenaza más inmediata para el control sobre Puerto Rico era la posibilidad de una revolución negra.

El código negro de Prim seguía una larga tradición de medidas racistas y represivas en contra de la raza africana en Puerto Rico. En el año 1812, Salvador Meléndez y Bruna, entonces gobernador de Puerto Rico, prohibió el mero hecho de promover la abolición de esclavitud. También prohibió a los negros ir en grupos de más de tres, instituyó la vigilancia excesiva hacia ese grupo poblacional por la población civil y les negó portación de armas.[4] Más tarde, en el año 1822, se legalizó la captura de esclavos prófugos por rancheros, legislación que había estado vigente en Cuba. Parecía existir un miedo a una rebelión o revolución masiva de negros. Esto se venía ver mucho antes del 1822, cuando en 1770, el entonces gobernador Miguel de Muesas, instituyó medidas para controlar la entrada de esclavos en Puerto Rico. Considerando todo esto, no es sorprendente que durante el Siglo XVIII los esclavos en Puerto Rico estaban empezando a desarrollar medidas para liberarse de dueños represivos, como el cambiar de amo, pedir su libertad, perjudicar los frutos de la hacienda, escaparse, entre otras acciones.[5]

En relación con todo lo anterior, en octubre de 1837 se organizaron fuerzas policiales en Puerto Rico cuya misión específica era evitar una rebelión negra. Vale aclarar que para este tiempo en la Isla los negros y mulatos eran la mayoría, y España, siempre temiendo una revolución negra, había decidido promover la migración de personas de las islas Canarias y de catalanes a Puerto Rico para asegurar que la Corona no perdiera su poder a causa de un levantamiento masivo de esclavos.[6] Existía una combinación de miedo a la raza negra y al levantamiento esporádico de esclavos.

Hay que recordar que Puerto Rico fue una de las primeras colonias de España en América en instituir el tráfico de esclavos africanos. Aunque el comercio de africanos y su sometimiento a la esclavitud no contó con una codificación especifica desde su concepción, sí se pudo realizar a través de cedulas y ordenes oficiales de la Corona española.[7] Ya desde el 1542 se había prohibido la esclavitud de indios, y fueron los africanos quienes suplantaron los deberes forzados.[8] Sin embargo, no fue hasta el año 1640 que el rey de España firmó unas ordenanzas que delimitaban las leyes en relación con la esclavitud. Estas leyes incluían medidas que fueron reproducidas por siglos posteriores, incluyendo la vigilancia policial, la prohibición de portar armas por negros, castigos a los esclavos prófugos, entre otras.[9]

Posteriormente, la Real Cédula de Aranjuez de 1789, se circuló por las colonias españolas. Esta cedula proponía un mejor trato para los negros y por la misma razón fue grandemente ridiculizada e ignorada masivamente. Finalmente fue suspendida en 1794.[10] La Corona no pudo cambiar con una Orden la cultura esclavista que había creado.

De cualquier manera, no fue hasta el 12 de agosto de 1826 que se estableció “la primera legislación local [en Puerto Rico] dedicada enteramente a los esclavos y sus amos”, cuyo título propio fue “El Reglamento sobre la educación, trato y ocupaciones que deben dar a sus esclavos los dueños o mayordomos de esta Isla”. Su autor fue el abogado Francisco Marcos Santaella, quien, entre otras funciones, también había sido oidor honorario de la Real Audiencia de Cuba y Fiscal de la Hacienda Real.[11] Este Reglamento obligó a los dueños a registrarse como tal y a registrar sus esclavos, mientras que al mismo tiempo instituyó una serie de obligaciones a los amos en referencia a la manutención de sus esclavos y les proveyó a los esclavos negros la oportunidad de lograr su libertad y radicar querellas en casos de abusos. No obstante, los supuestos avances legales, el Reglamento de 1826 impuso graves castigos para los esclavos que se dijera estaban incumpliendo con sus deberes serviles, y se continuó la vigilancia excesiva y la prohibición de portar armas. A pesar de ser contrario a lo establecido por el Reglamento, demasiadas veces fue la justicia militar [no la civil] la encargada de castigar a los esclavos[12], medida que eventualmente sería restablecida por Prim.

Para el año 1842, solamente persistía la esclavitud, dentro del continente americano en Brasil, Ecuador, Perú, Venezuela, Uruguay, Cuba, Estados Unidos[13] y en Puerto Rico[14]. El general Prim y Prats estaba al tanto de que, en la esfera internacional, a mediados del siglo XIX, la abolición de la esclavitud estaba convirtiéndose en regla. De hecho, en 1848 representó para el territorio caribeño la llegada de la noticia de que Francia abolía la esclavitud en todos sus territorios. No obstante, debido a las revoluciones ocurridas en Martinica, en Guadalupe y San Thomas, se adelantan a una posible revolución de esclavos y deciden abolir la esclavitud como medida preventiva.[15] Sobre estos sucesos, Prim escribe, desde Puerto Rico, “solo adoptando medidas enérgicas y excepcionales es como puede evitarse que siga la desgraciada suerte de aquellos”.[16] Las sublevaciones de esclavos representan para Prim la realización de una pesadilla, la cual tratará de evitar por todos los medios en Puerto Rico.
Aunque el Código negro de Prim fue literalmente una orden ejecutiva, por su severidad fue una de las legislaciones más criticadas de su tiempo. La orden de Prim, publicada el 31 de mayo de 1848, podría decirse tocaba a la mayor parte de la población en Puerto Rico en esos momentos, pues no se limitaba a los esclavos, sino a todas las personas quienes tuvieran el “mínimo de sangre africana”, sin excepciones.[17] En esencia, para muchos, el código representó un llamado a la guerra contra todo aquel que tuviera sangre africana, pues el bando no hablaba de esclavos, sino tipificaba el odio que Prim le tenía a la raza africana. Para entender la extensión del código de Prim, se tiene que considerar que para 1848, en Puerto Rico, el 11.77% de la población eran esclavos, y otro 40.55% se dividía en negros libertos y pardos o morenos.[18] El código negro de Prim entonces representó un ataque a los derechos de la mitad de la población puertorriqueña.

El código de Prim autorizaba a los dueños de esclavos el castigarlos a su gusto, especialmente en casos de intento de escape, pues servía para “evitar que los demás sigan su ejemplo”. Las penas eran excesivas, por ejemplo, se otorgaban cinco años de cárcel para todo negro que insultara a un blanco. Más aun, Prim buscaba que toda persona con conexión a la raza negra fuese juzgada por el consejo de guerra, siendo las especificaciones de la orden muy severas contra toda persona de raza negra que intentara pelear contra una persona blanca, sin importar la razón. El código negro de Prim no solo castigaba a los negros que “atentaran” contra los blancos, sino que además protegía la propiedad de los amos, para evitar represalias en las haciendas[19], como había pasado en años anteriores.

Prim creía fielmente en una especie de guerra entre razas, por lo cual puso a los comandantes militares al frente de la represión contra la raza negra en Puerto Rico. Los únicos delitos que no eran vistos por la comandancia militar fueron aquellos “donde no existía violación a la tranquilidad, seguridad o paz pública”. Estos últimos seguirían bajo la jurisdicción de los tribunales reales ordinarios. A pesar de que el código de Prim estuvo vigente por poco tiempo, sus incisos acerca la autoridad de los comandantes militares sobre los juicios referentes a personas negras o sus descendientes se mantuvo hasta la abolición de la esclavitud en Puerto Rico en 1873.[20] El hacer de la milicia la fuerza corregidora de los asuntos raciales era un potente insulto a la población de Puerto Rico. Por todo lo anterior, el código de Prim provocó a los esclavos y el 18 de julio de 1848 se reportó una conspiración en Ponce. La misma culminó con la sentencia y posterior ejecución de dos esclavos, siendo la ejecución presenciada por doce esclavos de cada una de las haciendas de Ponce, siguiendo las instrucciones de Prim[21], quien sentía la necesidad de destruir la moral de los esclavos, para así empoderarse y mantener el control de la colonia.

Prim defendía que contaba con la capacidad de implementar el código debido a los llamados poderes omnímodos que se les había provisto a los gobernadores de las posesiones de ultramar desde 1810. Debido a los sucesos revolucionarios que habían empezado en ese año, mediante la Real Orden del 4 de septiembre de 1810, se les había facultado a los gobernadores con estos poderes autoritarios, con la esperanza que detendrían el auge revolucionario en América.[22] No obstante, las acciones de Prim en Puerto Rico no habían satisfecho a la Corona, pues Prim tendía a tomar decisiones unilateralmente, sin consultar a la Real Audiencia ni a los tribunales. La insatisfacción de la Corona culminó en el nombramiento de Don Juan de la Pezuela como gobernador y capitán general de Puerto Rico el 4 de julio de 1848, aunque el nombramiento no llegó a Puerto Rico hasta semanas después.[23] El código había enfurecido no solamente a los esclavos, sino a todas las personas quienes de alguna manera u otra tenían en sus venas sangre africana, por lo cual el general Pezuela recibe instrucciones de calmar las pasiones que Prim había levantado, y por lo mismo deroga el código de Prim el 1 de septiembre de 1848, no sin hacer claro que toda sublevación o el mero intento de ir en contra las leyes establecidas (incluyendo la legalidad de la esclavitud) recibiría un castigo inigualable.[24] Por ende, reforzando el miedo general a que en Puerto Rico se llevara a cabo una rebelión negra y dejando saber que no obstante la salida de Prim, la corona todavía defendía los argumentos racistas y clasistas que habían dado pie a la esclavitud.

El código de Prim fue un ataque a la mayoría de la población de Puerto Rico, pero no debió representar una sorpresa ante la legislación racista que le había precedido. Prim solo fue más allá de la norma, no limitando su orden a los esclavos, sino a todos quienes por tener descendencia africana eran considerados inferiores por el nuevo gobernador. La corona no le quitó el poder a Prim por no estar en acuerdo con sus pensamientos, sino por este no seguir el orden jerárquico y tratar de actuar como rey y no como súbdito. El código negro de Prim es solamente una de las tristes evidencias de racismo y clasismo en Puerto Rico.

BIBLIOGRAFIA
Carlo Altieri, Gerardo A., “Derecho y Esclavitud en el Puerto Rico del siglo XIX”. Inter.c.a.mbio, año 6, núm. 7, 2009, págs. 91-127.

Castañón González, Guadalupe, “Legislación negra (El Afrocaribe colonial)”. Revista del CESLA, núm. 7. Polonia, 2005, págs. 109-124.

Dardé, Carlos, “Juan Prim y Prats, el espadón de las mil caras”. El Mundo, 2017. http://www.elmundo.es/la-aventura-de lahistoria/2014/11/25/54735cb922601d65588b4571.html

García Gallo, Concepción. Sobre el Ordenamiento jurídico de la esclavitud en las Indias Españolas. Sumario Año 1980.

Marley, David. Historic Cities of the Americas: An Illustrated Encyclopedia, Volume 2. ABC-CLIO, 2005.

Morales Carrión, Arturo, “El Año 1848 en Puerto Rico: Aspectos del mando de Prim”. Discurso ante la academia de Historia, 15 de enero de 1958 (PDF).





[1] El gobierno de Prim comenzó propiamente el 15 de diciembre de 1847 (Arturo Morales Carrión “El Año 1848 en Puerto Rico: Aspectos del mando de Prim”. Discurso ante la academia de Historia, 15 de enero de 1958 (PDF), pág. 7).
[2] Carlos Dardé, “Juan Prim y Prats, el espadón de las mil caras”. El Mundo, 2017. http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2014/11/25/54735cb922601d65588b4571.html
[3] Arturo Morales Carrión “El Año 1848 en Puerto Rico…pág. 16.
[4] Gerardo A. Carlo Altieri, “Derecho y Esclavitud en el Puerto Rico del siglo XIX”. Inter.c.a.mbio, año 6, núm. 7, 2009, pág. 103.
[5] Ibid., págs. 101; 103-104.
[6] David Marley. Historic Cities of the Americas: An Illustrated Encyclopedia, Volume 2. ABC-CLIO, 2005, pág.193.
[7] Gerardo A. Carlo Altieri, “Derecho y Esclavitud…, págs. 93; 97.
[8] Concepción García Gallo. Sobre el Ordenamiento jurídico de la esclavitud en las Indias Españolas. Sumario Año 1980, pág. 1005.
[9] Guadalupe Castañón González, “Legislación negra (El Afrocaribe colonial)”. Revista del CESLA, núm. 7. Polonia, 2005, pág. 112.
[10] Ibid., págs. 117-118.
[11] Gerardo A. Carlo Altieri, “Derecho y Esclavitud…, pág.104.
[12] Ibid., págs.104-105.
[13] La esclavitud en Estados Unidos solo estaba prohibida en los estados de Pennsylvania, Massachusetts y Connecticut.
[14] Guadalupe Castañón González, “Legislación negra…pág. 120.
[15] Arturo Morales Carrión “El Año 1848 en Puerto Rico…, págs. 17; 23.
[16] Ibid., pág. 18.
[17] Gerardo A. Carlo Altieri, “Derecho y Esclavitud…, pág.107.
[18] Ibid., pág.109.
[19] Ibid., págs. 107-108.
[20] Ibid., págs.107-108.
[21] Arturo Morales Carrión “El Año 1848 en Puerto Rico…, pág. 25.
[22] Gerardo A. Carlo Altieri, “Derecho y Esclavitud…, pág.108.
[23] Arturo Morales Carrión “El Año 1848 en Puerto Rico…, págs. 28; 30.
[24] Ibid., págs. 37-38; 40.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

La Guerra del Fútbol y el rol de los Estados Unidos

La “Guerra del Fútbol” y el rol de los Estados Unidos en dicho conflicto
Edwin R. Jusino

En el verano del 1969, luego de una serie de enfrentamientos entre las selecciones nacionales de El Salvador y Honduras, una guerra estallo entre ambas naciones. La Guerra del Fútbol o la Guerra de las 100 horas cobró vidas, y sus consecuencias tuvieron repercusiones por décadas. Como todo en el hemisferio, Estados Unidos tuvo un rol importante antes, durante y después del mismo. Teniendo en cuenta que el conflicto ocurre en la cima de la Guerra Fría, la documentación examinada presenta el sentir de la súper potencia americana.

El conflicto bélico y sus consecuencias
En el escrito por Yuriy Veytskin, Clair Lockerby, y Steven McMullen, titulado “The Soccer War”, se nos presentan los sucesos de la noche de julio 14 de 1969.[1] Los autores relatan que las Fuerzas Armadas Salvadoreñas (FAS) comenzaron la guerra con una incursión aérea al territorio hondureño seguido por la incursión de las tropas de tierra hacia la capital hondureña de Tegucigalpa, y la toma de Nueva Ocotepeque.

Estos autores describen a un ejército salvadoreño mucho mejor preparado que sus homólogos hondureños. Sin embargo, los avances tempranos de los salvadoreños se vieron frustrados por el clima, la resistencia de los civiles hondureños y la falta de municiones.

The advance continued with the capture of Nueva Ocotepeque, a city in southwest Honduras, but the Salvadoran army then “began to encounter stiff resistance.” A combination of inclement weather, resistance by Honduran citizens, and lack of ammunition caused the Salvadoran offensive to grind to a halt. The Honduran air force retaliated with strategic bombings of oil refineries and major power centers of El Salvador. With both sides running out of ammunition, a ceasefire was eventually called by the Organization of American States (OAS) and went into effect on July 20th.[2]

Con sobre 2,000 muertos para ambos bandos, y el desplazamiento de sobre 100,000 salvadoreños, las economías de ambos países centroamericanas se vieron afectadas. Vale resaltar que soldados en ambos bandos no tenían la mínima idea de las razones por la cual estaban en guerra según los autores del escrito. Veitskin, Lockerby y McMullen lo describen de la siguiente manera:

Many people did not even remotely understand the true social and political causes of the war. Juan Luis Gutierrez, a Honduran soldier who fought in the conflict, says, “We soldiers didn’t have a clue. We went to war not knowing what we were fighting for or why. They just told us to defend the national sovereignty.” Through the use of media propaganda, which evoked national emotions and pride, both countries were able to convince their respective citizens that sovereignty was at stake and that there was a legitimate reason to fight this war. The war may not have been caused by the soccer matches directly, but it is a prime example of how the emotions and violence stirred up in the games can easily spill over from the pitch onto the streets.[3]

Por otro lado, la cadena deportiva ESPN, en un artículo publicado el 23 de julio de 2013, titulado “La Guerra del fútbol”, proveen otro punto de vista en torno a la guerra. Según ESPN no está claro quién lanzó el primer tiro:

El 14 de julio de 1969 comenzó la Guerra, cuando se estableció un frente de fuego en la línea divisoria de ambos países. No estuvo nada claro qué bando comenzó las hostilidades, ya que las informaciones son opuestas según lleguen desde Tegucigalpa o San Salvador. Lo cierto es que durante los cuatro días de conflicto bélico hubo entre 4.000 y 6.000 bajas civiles.

La Guerra del fútbol no fue un conflicto generado por las consecuencias de un partido, sino que tuvo raíces muchos más profundas. Sin embargo, lo que sucedió en los tres encuentros de las Eliminatorias fue la chispa necesaria para que dos naciones hermanas lleguen una guerra sin sentido, como todas.[4]

En el documental “La Guerra de las 100 Horas: - Una crónica desde el aire-”, por Crónicas El Salvador, presenta entrevistas a varios pilotos de la Fuerza Aérea Salvadoreña, quienes, según el documental, salieron de la base de Ilopango en la noche del 14 de julio de 1969 en una misión secreta. La misma tenía como fin el bombardear posiciones militares hondureñas de cara la invasión del territorio vecino por las fuerzas terrestres.[5] El escuadrón se lanzó al ataque usando aviones C-47 y los caza bombarderos Corsarios y Mustang.[6] El documental, por las voces del coronel Adrián Panameño[7], y el capitán Francisco Zeceña[8], contradice en parte lo escrito por Veitskin, Lockerby y McMullen, y lo presentado por ESPN. En especial, el capitán Zeceña dice que:

Organismos internacionales estuvieron viniendo a través de los pedimentos de nuestro gobierno a que vieran, de primera mano, los vejámenes que esta gente hacia contra nuestros compatriotas. Personalmente yo, al mando de un C-4, en más de una ocasión, los llevé a la zona de Marcala, que es en la frontera con Honduras. Aterrizando en lomas porque no hay pistas de aterrizaje, y yo también tuve la oportunidad de ver los vejámenes que habían hecho con nuestra gente. Gente que había sufrido mucho y eso, pues, contribuía, en todo el personal que ya estábamos involucrados, en el área puramente militar, se tenía un espíritu muy molesto porque a nivel político esto no se resolvía.[9]

Mientras que Jay Mallin, periodista que cubrió el conflicto para la revista Times en 1969, en un artículo escrito para el Air University Review, en su edición de marzo-abril 1970, y publicada en línea, da validez a la versión del documental hecho por Crónicas El Salvador:

At 1700 that day, Salvadoran Corsairs, F-51 reconditioned Mustangs, and C-47s with bomb-adapted wings struck Tegucigalpa’s airport, Toncontin, which is utilized by both civilian and military aircraft. Salvadoran planes also struck at El Poy, Amapala, Choluteca, and Santa Rosa de Copán. The Honduran Air Force had the edge over Salvador’s Air Force, and the raids were intended to reverse that situation. The Salvadorans did not succeed. Early the next morning, Honduran warplanes (T-28s, F-51s, Corsairs) hit Ilopango, the San Salvador airport, which is also used by both military and commercial aircraft. A taxiway was damaged as well as an old hangar, and one bomb fell on a car in a parking lot in the civilian sector. Honduran planes also struck at the refinery and industrial complex at the town of Acajutla, Salvador’s main port. The refinery remained intact; only storage tanks were hit. Dud bombs hit the piers, doing no damage. The third target area for Honduran aircraft was El Cutuco, in La Unión, the major port for the importation of petroleum. Five of 17 storage tanks were destroyed. The port area itself was not damaged. There were unconfirmed reports of dogfights. One Honduran Corsair did land at Aguilares, in El Salvador, either because of damage or because it ran out of gas. In addition, one Salvadoran F-51 and one Honduran Corsair landed in Guatemala[10].

Mientras que el portal OnWar.com, portal que se dedica a recolectar información histórica sobre diversos conflictos bélicos, postula en su artículo Soccer War 1969:

Despite early Salvadoran air strikes, the Hondurans eventually dominated in that area, destroying most of the Salvadoran Air Force. The Salvadoran Army, however, clearly bested the Hondurans on the ground. The Salvadorans pushed rapidly into Honduran territory before fuel and ammunition shortages and diplomatic efforts by representatives of the Organization of American States (OAS) curtailed their progress. As many as 2,000 people, mainly civilians, were killed in the action. The war had a number of immediate repercussions. The Salvadorans had expended large quantities of ordnance, necessitating heavy military expenditures to replenish depleted stocks. Trade between the two countries was disrupted completely, and the CACM[11] ceased to function as anything more than a paper entity. El Salvador lost the economic "safety valve" formerly provided by illegal emigration to Honduras; land-based pressures again began to build. Although the vast majority of Salvadorans, including all the legal political parties, had united in support of the war, this unity did not last long[12].

El resultado final del conflicto no sería determinado sino hasta 1992 con una decisión de la Corta Internacional de Justicia, pese a que en el 1972 lograron firmar un acuerdo y posterior en el 1980 un tratado de paz, pero no pudieron resolver varios asuntos de islas en lagos que comparten en sus fronteras. La decisión de la Corta Internacional de Justicia, en su introducción general, hace referencia directa al conflicto bélico entre los dos países en 1969.

The Chamber outlines the development of the three elements in dispute, beginning with the genesis of the island dispute in 1854 and of the land dispute in 1861. Border incidents led to tensions and subsequently to armed conflict in 1969, but in 1972 El Salvador and Honduras were able to agree on the major part of their land boundary, which had not yet been delimited, leaving, however, six sectors to be settled. A mediation process begun in 1978 led to a General Treaty of Peace, signed and ratified in 1980 by the two Parties which defined the agreed sections of the boundary. The Treaty further provided with that a Joint Frontier Commission should delimit the frontier in the remaining six sectors and “determine the legal situation of the islands and the maritime spaces”[13].

Por tanto, el conflicto tuvo repercusiones mucho más profundas de la inmediatez, como lo fue la pérdida de vidas civiles en ambos países. Además, como sugiere el artículo de OnWar.com, la válvula de escape económico que representaba la emigración no documentada hacia Honduras cesó, por lo que las presiones políticas internas en El Salvador comenzaron a presentar un clima de inestabilidad, a pesar de que la mayoría de los partidos políticos oficiales del régimen salvadoreño apoyaron la guerra. Pero para entender el conflicto, se debe entender cómo se llegó a la guerra.

Causas para la guerra y las eliminatorias mundialistas al Mundial México 1970
A pesar de su nombre, la causa de la “Guerra del Fútbol” o la “Guerra de las 100 horas” no se basa plenamente en el resultado de una serie de tres partidos que culminaron en la clasificación de El Salvador al Mundial México 1970. Casi todas las fuentes concuerdan que el resultado de dichos enfrentamientos solo fue la gota que colmó la copa. ESPN resume el ámbito deportivo en la siguiente cita:

El conflicto entre los pueblos de Honduras y El Salvador alcanzó su punto de mayor tensión el 15 de junio de 1969. Ese día, los Seleccionados nacionales de ambos países se enfrentaron en San Salvador por las Eliminatorias para el Mundial de México 1970. Después del triunfo 1-0 de los locales en Tegucigalpa, El Salvador se tomó revancha y goleó 3-0 en casa, lo que obligó a la disputa de un partido desempate para decidir qué equipo jugaría la final por un lugar en la Copa.

Sin embargo, ese tercer juego estuvo marcado por lo que sucedió después del segundo. Tras la victoria salvadoreña, los hinchas locales protagonizaron graves incidentes en las calles, influenciados por la campaña anti-hondureña difundida a través de la prensa. De hecho, cientos de personas persiguieron al micro del plantel desde el estadio hasta el paso fronterizo de El Amatillo. En cuanto se supo el maltrato sufrido por los jugadores hondureños, los habitantes de ese país comenzaron a agredir a cualquier salvadoreño que tuvieran cerca[14].

La violencia no es un fenómeno novel en el deporte, y mucho menos en el fútbol, en especial en regiones donde el mismo goza de mucha popularidad, como lo es en Europa y Latinoamérica. El Banco Mundial, en un artículo publicado en su web, describe lo siguiente:

En este campeonato mundial de fútbol[15] hemos visto patadas, codazos, cabezazos y hasta un mordisco. Las celebraciones de los resultados tampoco han sido del todo pacíficas: el primer triunfo de Colombia dejó muertos y heridos en Bogotá; y en Chile, las celebraciones acabaron con autobuses incendiados y enfrentamientos con la policía.

El deporte, además, está asociado con las “barras bravas” en algunos países latinoamericanos, los “hooligans” europeos, la llamada “guerra del fútbol" en Centroamérica (1970), y hasta con el aumento de casos de violencia doméstica en Inglaterra, según un reciente estudio.

Paradójicamente, el mismo deporte que provoca estos hechos en los estadios y fuera de ellos, puede ser también un instrumento para lograr todo lo contrario: que personas o sociedades con riesgo de caer en la violencia aprendan a vivir en paz.

“Es un deporte que convoca, que genera pasión, que atrae, que es colectivo, que requiere interacción, por lo cual tiene grandes ventajas para usarlo como herramienta para desarrollar en los niños y en los jóvenes, competencias que les permite resolver de manera pacífica los conflictos”, explica Martha Laverde, experta en educación del Banco Mundial[16].

No obstante, como en varias ocasiones se mencionó en citas anteriores, los partidos de cara al mundial México 1970 no fueron la causa primordial del conflicto. Veitskin, Lockerby y McCMullen postulan que las fuerzas principales que empujaban para la guerra lo fueron la sobrepoblación en El Salvador, y por consecuente, la inmigración de salvadoreños hacia Honduras, resultando en un alza en la población salvadoreña en Honduras. Esta inmigración causó que los inmigrantes salvadoreños lograsen sobre salir en regiones económicas por encima de los hondureños, causando animosidad entre ambas poblaciones.

As soccer aficionado John Turnbull put it, “Football is a game of contested space.”[3]; in Honduras and El Salvador, this truism extends beyond the pitch. The issue of space is relevant in the context of the Soccer War because Honduras is about five times as large as El Salvador in square mileage. In 1969, Honduras had a population of 2,333,000 in 1969, compared to El Salvador’s 3,000,000. The overcrowding in El Salvador resulted in a decline in quality of life for a large number of Salvadoran citizens, and many spilled over to nearby Honduras, which was less densely populated. These immigrants began to take jobs as factory workers and cultivators of previously barren land. A growing resentment began to emerge among many rural Hondurans, who witnessed Salvadoran immigrants in their communities holding jobs and profiting off of the land. Both governments tried to stem the tide of unauthorized immigration and resultant border disputes by reestablishing the border between the two countries; however, a string of treaties intended to solve the problem were met with public contempt. The last of these treaties, the Bilateral Treaty on Immigration, though defunct by 1967, endures in popular memory as resentment is still felt by both sides.

By the time that the first qualifying match took place between Honduras and El Salvador in 1969, there were 300,000 Salvadoran immigrants living and working in Honduras. This considerable immigrant population accounted for approximately 20% of Honduras’s peasant population. As border disputes continued to simmer and resentment towards the Salvadoran workers grew, soccer matches between the two countries were poised to arouse nationalist passions that would escalate the conflict and provoke a war[17].

El resultado de los partidos solo fue la catarsis de la situación. O como diría aquel refrán popular, la gota que colmó la copa. El documental trabajado por Crónicas El Salvador concuerda con la aseveración de Veitskin, Lockerby, y McMullen.

El conflicto que el mundo llegaría a conocer como la Guerra del Fútbol inicia muchísimos meses antes. Con las incesantes denuncias de acoso y maltrato que el gobierno salvadoreño recibe de los compatriotas que se encuentran en tierras hondureñas. La aparente prosperidad de los salvadoreños, que se habían trasladado al vecino país, fue uno de los factores que comenzaron la violenta expulsión de más de 16,000 salvadoreños[18].

En el mismo documental, el coronel Adrián Panameño describe la situación en su testimonio:

Los salvadoreños buscando nuevos horizontes, vieron hacia el norte pues, y se dirigieron hacia allá. Fueron contratados por estas empresas y lograron su cometido. Progresaron. Trabajaron, y trabajaron con ahínco, limpiaron la selva, hicieron todas aquellas tierras pantanosas cultivables, y el salvadoreño que llegó de mozo, de peón, al poco tiempo ya era jefe de departamento. Después con el producto de estas ganancias compraban algunos terrenitos. Después cultivaron sus propias tierras allá en Honduras. Y así, fueron creciendo y creciendo...[19]

El capitán Mauricio Letona[20] tiene esto que decir en cuanto a los sucesos que llevaron a la guerra:

Hubo mucho descontento en el país, aquí en El Salvador, por lo que estaba sucediendo entre Honduras y El Salvador. Eso venía de años para atrás y todos esos sucesos ayudaron que nosotros estuviésemos preparados a lo peor. Se veía día a día que se aproximaba la situación. Nosotros sabíamos que iba a terminar en eso. Para colmo, la historia le llamó la Guerra del Fútbol, precisamente porque eso vino a ser la chispa, lo último que suscitara el conflicto.[21]

El periódico El País en su edición del 20 de julio de 2009 recuenta las condiciones en las que los futbolistas de ambas delegaciones llegaron a aquel decisivo partido en Ciudad de México:

"Hemos roto las relaciones con El Salvador. Posiblemente haya una guerra". El 27 de junio de 1969, nada más perder en la prórroga (3-2) sus opciones de figurar en el Mundial de 1970 tras tres partidos a sangre y fuego, el último en el Azteca de Ciudad de México, Armando Velázquez, coronel y a la sazón embajador de Honduras, adelantó a los futbolistas de su país la que se les venía encima. Apenas dos semanas después, del 14 al 18 de julio, los augurios del militar cobraron forma en la denominada 'guerra del fútbol'-así la bautizó para la posteridad el reportero polaco Ryszard Kapuscinski-, uno de los conflictos más surrealistas de la historia, que, pese a durar menos de 100 horas, dejó entre 2.000 y 6.000 muertos según los distintos recuentos y alrededor de 15.000 heridos.[22]

Las declaraciones del embajador hondureño a la selección de su país dan prueba de que el partido disputado aquel 27 de junio de 1969 no fue la razón principal de la guerra. Inclusive el mismo artículo cita a dos de los futbolistas, Mauricio “El Pipo” Rodríguez y Rigoberto “la Shula” Gómez. Los deportistas afirman con sus expresiones que el partido fue usado más como un pretexto político para la guerra.

"La llamaron injustamente de esa forma. Fue un pretexto que nos pilló en medio. Jamás imaginé la repercusión que tendría uno de mis goles, lo que iba a desencadenar", cuenta el salvadoreño Mauricio “el Pipo” Rodríguez, que marcó el tanto decisivo a los 11 minutos del tiempo reglamentario en la capital mexicana, tras un fallo en cadena de los centrales y el portero. "Empezamos perdiendo, y empaté con un gol de chilena. Luego vino el 2-1, pero volví a igualar tras un centro del mediocampista Rosales, de volea. Pero para terminar una pifia de nuestros centrales nos hizo perder. No confiaban el uno en el otro... Los goles que concedimos siempre nos vinieron por ahí", relata Rigoberto “la Shula” Gómez. El hondureño, como tantos otros, insiste en que los combates "ya estaban arreglados. El fútbol no provocó esa guerra. Fue una excusa"[23].

Para Jaime Marco, la causa principal del conflicto fue la situación interna en El Salvador, bajo el régimen de la junta militar dirigida por Fidel Sánchez Fernández.

Asfixiada por un crecimiento demográfico desmesurado y por un puñado de terratenientes que controlaba prácticamente toda la tierra del Estado más pequeño de América Central, la junta militar salvadoreña, comandada por Fidel Sánchez Fernández, inició las hostilidades mandando sus aviones sobre Tegucigalpa mientras los soldados de a pie cruzaban la frontera. Honduras replicó de inmediato con campos de concentración para los 300.000 salvadoreños que trabajaban en su territorio. "A algunos los tenían recluidos en el estadio Nacional. Metían un tiro a una persona y decían que era salvadoreño. Y olvídate", afirma Miguel Ángel “el Shinola” Matamoros[24], con familia en los dos países.[25]

La aseveración de Marcos es un tanto muy general, pero en principio concuerda con la mayoría de las fuentes previamente citadas, el conflicto fue más por situaciones políticas y económicas que por el deporte. Los resentimientos, y lo que se podría denominar como xenofobia, del macro de la situación se pueden observar en dos factores. El primero, como ya ha sido presentado, fue la violencia de parte en parte expresadas a través de la serie de partidos. Mientras que el rol de la prensa de ambos países no se puede dejar fuera. Marcos, como Yeitskin, Lockerby y McMullen concuerdan que el papel de la prensa sirvió para agitar las emociones en ambos bandos.

The first of the three World Cup qualifying matches took place in Tegucigalpa, the Honduran capital. The game went through the 90th minute without either team scoring. Late in overtime, Honduras finally scored a goal to win the game. Fans immediately started rioting and fighting in the stands at the stadium. Some onlookers even reported that the stadium was set ablaze. The fans on the Salvadoran side were angered by the Honduran victory, and their dissatisfaction that was compounded by the Salvadoran media, which used the game to create “a point of national honor.” After the match, reports surfaced about the suicide of a Salvadoran woman at the conclusion of the game. The Salvadoran media covered the death in detail and showed the funeral on national television. Through this arguably propagandistic and jingoistic coverage, Salvadoran media galvanized antipathy against the Honduran soccer team and the entire Honduran nation[26].

Mientras que Marcos plantea lo siguiente en el artículo del Periódico El País:

"Un diario, “El Mundo” de El Salvador, nos tomó una foto en el aeropuerto y luego nos pusieron un huesito en la nariz, como a los caníbales", apunta Gómez[27]. Al igual que el “New York Journal” de William Hearst, que alimentó el enfrentamiento entre España y Estados Unidos en 1898 por la isla de Cuba, los medios de comunicación de ambos Gobiernos -los dos se acusaban de estar al servicio de Fidel Castro- echaron sal sobre la herida. "Llegamos un viernes, y la gente estaba tan alterada que suspendimos el entrenamiento y volvimos al hotel, el Intercontinental, de 10 pisos. Allí encontramos muchos aficionados, de colegios, con orquestas, bandas... El primer muerto, un chico salvadoreño que nos acompañaba, fue esa noche, a las dos, cuando salió del hotel. Lo agarraron a pedradas y vimos, a través de las puertas de cristal, cómo moría en la calle. Por la noche no quedaba un vidrio sano", relata el central Fernando “el Azulejo” Bulnes[28].

Como es en muchas ocasiones, el sentimiento nacionalista viene acompañado de resentimientos, prejuicios y valores negativos que hacen resaltar lo negativo en las sociedades. Y dichos sentimientos en su mayoría son expresados principalmente en los medios de comunicación.

El conflicto bélico entre El Salvador y Honduras puso el clavo final en los intentos de establecer el Mercado Común Centroamericano. El Mercado Común Centroamericano es descrito por Vincent Cable en un artículo titulado “The Football War and the Central American Common Market”, publicado en la revista International Affairs, de la siguiente manera:

What effect has the war had on the Central American Common Market and on the economies of the belligerents? which was formed as a result of a series of treaties over the 1958-62 period, was the answer by the five small Central American countries to their besetting difficulties of small size and an over-concentration on agricultural commodities (coffee in Salvador and Guatemala; bananas in Honduras; bananas and coffee in Costa Rica; cotton in Nicaragua) which had fashioned them into classic 'dual economies' typified by technologically advanced and largely foreign owned plantations and a backward, poor subsistence sector in which the bulk of the population live, and little industry. Unifying their economies would have the effect of enlarging the market for local industrial products, particularly for industries enjoying 'economies of scale '[29].

Cable sugiere que el conflicto terminó por ponerle una estocada final al mercado:

The Common Market thus flourished in those sectors where it did not provoke a conflict between national and multinational authority. But even then, by mid-1969 it was in serious difficulty. Nicaragua had virtually withdrawn from the Common Market in March-as part of a series of measures to protect its balance of payments it had imposed the pre-Common Market tariffs on goods of regional origin and was only with difficulty prevailed upon to remove them. The Common Market was also seriously strained by disputes over the rice trade, a reminder that the region had no agreed agricultural policy. Finally, the last twelve months have been marked by attempts to protect the serious balance of payments position of all the countries in a 'co-ordinated' manner. The instrument for this purpose, the 1968 'San Jose Protocol ', is open to very serious criticism as a piece of economic policy and Costa Rica's parliament refused to accept it. The details are discussed below; the important factor here is to point to the disunifying effect of the Protocol, which has reflected important differences in economic and political approach[30].

La guerra puso fin a los intentos de establecer el Mercado Común durante la Guerra Fría. Las repercusiones económicas serían notables, puesto a que, sin relaciones oficiales por más de una década, sufrían económicamente.

El rol de la diplomacia estadounidense en el conflicto
El ojo de Washington durante el momento del conflicto miraba hacia Centro América, como canino que vela detenidamente su entorno. En 1969 la administración del presidente Richard Nixon, recién comenzando su primer término, se muestra preocupada por el estado de situación. Richard Payne, en su libro Opportunities and Dangers of Soviet Cuban Expansion: Toward a pragmatic U.S Policy, plantea la importancia que el Mercado Común Centroamericano[31] presentaba para la política externa de los Estados Unidos. Se veía como una herramienta para bloquear la expansión soviética y cubana en la región centroamericana.

The Kissinger Commision Report strongly endorsed economic development in Central America and the re-invigoration of the Central American Common Market. This recommendation was based on evidence that the trend toward more pluralistic political systems in the region was reversed with the pernicious effects of worldwide recession in the early 1970's. Since poverty breeds conditions conducive to Soviet-Cuban involvement, pursuing a strategy of economic development would at least reduce their opportunities...[32]

Ese pensamiento lo vemos en el reporte de Henry Kissinger al presidente Richard Nixon en un memorando fechado el 9 de julio de 1969.

Although press reports have dubbed this the “Soccer War,” the basic causes of the dispute are deep-rooted and of long standing and could seriously disrupt the course of regional economic and political integration in the Central American area[33].

Por lo visto, la integración económica de la región de Centro América era de importancia para el Secretario de Estado, Henry Kissinger. En ese mismo memorando, Kissinger hace críticas que validan puntos que se han tocado en el ensayo previamente. Entre ellas, la influencia negativa que tuvo la prensa de cara al comienzo de las hostilidades.

In the early stages of the dispute, our Embassies sought to provide the two governments with an impartial assessment of developments free of the more sensationalist press play, and to urge them to sit down together and negotiate a settlement. When both governments hardened their positions, and indicated reluctance to engage in bilateral discussions, our efforts shifted to encouragement of the Central American initiative toward mediating this dispute “in the family,” or, alternatively, supporting OAS mediation efforts[34].

Sin embargo, para Kissinger, era primordial que el conflicto se resolviera pacíficamente.

We are, of course, anxious to see this dispute resolved peacefully. The State Department has tried to be helpful in supporting a negotiated settlement, but the Department’s basic position is that this is a Central American problem in the first instance and that the primary responsibility rests within the Central American family[35].

Los esfuerzos diplomáticos de Kissinger alertaban al presidente Nixon el 9 de julio de 1969, a solo 5 días del comienzo de las hostilidades, sobre la intransigencia del ejército salvadoreño. Kissinger sugiere al presidente Nixon que una expresión oficial de su parte pronunciándose a favor de las negociaciones pacíficas ayudaría el proceso diplomático. En especial, Kissinger sugiere que una expresión del presidente Nixon podía ayudar a fortalecer al presidente de El Salvador, quién se estaba viendo presionado por las FAS.

A personal message from you to the Salvadoran and Honduran Presidents at the proper moment supporting the mediation efforts of the Central American Foreign Ministers would be extremely helpful and perhaps decisive. It would particularly strengthen the hand of the Salvadoran President vis-a-vis the hardliners in his military. I think it would be extremely important to be able to react on short notice if the need for such a personal message from you becomes evident[36].

Una de las conclusiones que podemos llegar del documento 642: las presiones políticas internas de El Salvador que menciona Jaime Marco[37], se perciben en la actitud de los militares salvadoreños. Ciertamente Kissinger estaba convencido que los militares recalcitrantes en el ejército salvadoreño eran los que estaban empujando hacia la guerra. Esta aseveración se puede notar en las entrevistas a los oficiales salvadoreños como el capitán Mauricio Letona[38].

Según un informe de inteligencia, redactado por Thomas L. Hughes, entonces Director del Buro de Investigación e Inteligencia del Departamento de Estado, a solo 3 días del comienzo de la hostilidades, julio 11 de 1969, presenta a El Salvador como la parte intransigente. También, a cierto modo, daba una alerta sobre la posibilidad de que estallara una guerra entre los dos países, primordialmente impulsada por las FAS.

Despite a conciliatory mood in Honduras, the Salvadoran/Honduran crisis is deepening because of continued Salvadoran bellicosity. Salvadoran Foreign Minister Guerrero and Economy Minister Rochac have thus far failed to convince President Sanchez that mediation offers the best solution to the dispute which has its roots in Salvadoran migration to Honduras. Military and private pressures in El Salvador for an uncompromising attitude still prevail. Moreover, military officers at all levels are increasingly inclined to adopt the view that military action is the only acceptable and honorable way out of the impasse[39].

Hughes continúa su escrito informándole al secretario Kissinger que de parte del gobierno hondureño había receptividad a una resolución de la causa principal del conflicto, la emigración de salvadoreñas hacia Honduras. Según el informe de inteligencia de Hughes, Honduras había aceptado el reingreso de los nacionales salvadoreños que habían sido deportados de su territorio[40].

Honduras seems eager to solve dispute. The mood of the Honduran government and people seems to be definitely conciliatory. Honduras has accepted the crucial point two of the 8-point mediation proposal drawn up by the Foreign Ministers of Costa Rica, Guatemala, and Nicaragua and accordingly is willing to withdraw its troops from a five kilometers zone along the border. The government has declared that even undocumented Salvadorans will be readmitted to Honduras if they can prove residence and are willing to regularize their status within thirty days. Honduran businessmen apparently are beginning to miss the well-motivated Salvadoran worker and many are feeling an economic pinch because of the halt in Salvadoran-Honduran trade. Though some ultra-nationalists feel that it is good for Honduras to “go it alone” and anti-Salvadoran feeling is still high in rural areas, most Hondurans admit that normalization of relations is necessary[41].

Mientras Honduras cedía a las negociaciones, Hughes alertaba que El Salvador se preparaba para la guerra, a instancia de sus fuerzas armadas.

Ominous development in the military. Perhaps the most serious new development within the Salvadoran military is the growing feeling in the upper ranks of the officer corps that a military confrontation seems to be the only “solution.” This attitude first surfaced among junior officers chafing under charges that the armed forces were parasites in peacetime[42] and useless when they were needed to uphold national honor. Blackouts, the mounting of machine guns in aircraft, the dispersal of forces, tight security measures and the stockpiling of supplies by the military, all tend to lend credence to the Honduran charge that El Salvador plans an offensive move.

Time is a key factor if mediation is to succeed. There seems to be a very real possibility that voices for moderation within the Salvadoran government will be overruled by the intensity of current feeling against Honduras and that the Army may attempt to prove its raison d’etre through offensive action. The longer mediation is deferred, the greater the likelihood that some type of military adventure will be undertaken[43].

El 15 de julio de 1969, Kissinger vuelve a enviarle un informe al presidente Nixon, esta vez anunciando el comienzo de las hostilidades el día anterior.

El Salvador initiated air attacks against Honduras at approximately 1800 hours July 14. Approximately eight Honduran airfields were reported strafed or bombed. There were also reports of ground attacks at several border points with mortar and small arms fire. Reports of incursion into Honduran territory of Salvadoran troops are not confirmed. A Honduran air strike at one port city in El Salvador has also been reported[44].

En ese mismo documento, el Secretario de Estado Kissinger enumera las acciones que ha tomado el Departamento de Estado en conjunto con la Fuerza Aérea estadounidense. Según le informa Kissinger al presidente, la Organización de Estados Americanos solicitó al gobierno estadounidense que proveyera una escolta militar a sus funcionarios.

From the beginning we have sought to support a mediation or negotiated settlement. Our activities to date:
-- Our Embassies from the beginning sought to provide the two governments with an impartial assessment of developments free of the more sensationalist press play, and to urge the two governments to work out a settlement.
-- We have supported the mediation of the Foreign Ministers and our Embassies have consulted with them and sought to support their efforts.
-- A message from you to both Presidents was sent July 8 supporting the mediation and urging that no provocative actions be taken.
-- We supported OAS secretariat staff support for the mediators, and provided air transportation to get them to the scene this past weekend.
-- With the failure of the mediation and the convocation of the OAS Council under the Rio Treaty we supported the immediate dispatch of the OAS committee to the scene to work out a cease fire and eventual settlement.
-- We are members of the OAS committee.
-- We have supplied air transportation for the committee.
For the present I believe that our best strategy is to give full support to the OAS efforts and to work through the OAS committee to achieve a prompt cease fire, a cooling off period and a negotiated resolution of the dispute. It may be desirable for you to make another personal appeal to both sides in support of the OAS effort at a later point[45].

Kissinger en el memorando citado del 15 de julio vuelve a mostrar su frustración con la prensa, y con el gobierno salvadoreño.

The hostilities climaxed almost four weeks of deteriorating relations which began June 16 after anti-Salvadoran riots swept Honduras in the wake of reports that Honduran soccer fans had been assaulted while accompanying the national team to a World Cup regional playoff in San Salvador. In the aftermath of these riots, Honduran animosity against thousands of Salvadorans living in Honduras resulted in large numbers of Salvadorans fleeing back into El Salvador. More than 20,000 refugees are reported to have crossed the border, and this flow of expatriates aroused Salvadoran nationalism. Sensationalist journalism and rumors inflamed latent animosities on both sides, and some violence against Salvadorans has occurred.

The Salvadoran Government has held the Honduran Government responsible for the conditions which forced their compatriots to flee, and on June 26 broke diplomatic relations with Honduras, charging that Honduras had committed “genocide”[46] against Salvadoran emigrants. Efforts by the Foreign Ministers of Guatemala, Costa Rica and Nicaragua to mediate the dispute reached an impasse over this past weekend, largely because of Salvadoran intransigence in refusing to accept the mediators’ proposals for a buffer zone along the border.

Pressures within the Salvadoran military to take some action against Honduras contributed to the tension, and occasional incidents of shooting were reported over the past two weeks, culminating in a series of incidents Saturday and Sunday. This tension erupted in the hostilities which began yesterday[47].

Para el 16 de julio de 1969, la situación se deterioraba aún más y Viron P. Vaky escribía al Secretario de Estado sobre su preocupación de posibles violaciones a derechos humanos y la posibilidad de ser forzados a que la milicia estadounidense tuviera que intervenir.

The Hondurans have rounded up Salvadoran residents and atrocities could occur if the fighting does not stop soon.

If El Salvador does not agree to a cease-fire, the Council of the OAS will probably condemn them as aggressors under the Rio Treaty and may impose sanctions. This may involve establishment of an Inter-American Peace Force, to which we would be obligated to contribute in some form[48].

En ese mismo documento, Vaky sugiere que el ejército hondureño estaba desesperado, y que sin municiones, pudiera capitular. También enfatiza la actitud recalcitrante de los salvadoreños de cara a negociar un potencial cese al fuego. Sin embargo, es nuevamente Thomas Hughes, quien ya en julio 11 había informado al Secretario sobre los preparativos del ejército salvadoreño para la guerra, quien provee, en otro memorando fechado 18 de julio de 1969 quien provee una perspectiva de las posibles consecuencias en términos de defensa y lo militar.

The outbreak of armed conflict between the forces of El Salvador and Honduras could reinforce old efforts and perhaps generate new attempts in Latin America to obtain additional arms and equipment. Higher echelon and junior officers alike may be tempted to press hard for funds to modernize largely World War II vintage military inventories, arguing that the war, which few believed possible, demonstrated the critical importance of planning for self-defense. Whereas the possibility of actually fighting to repel an invading force seemed remote and somewhat academic before, hawkish officers may now tend to consider the matter eminently practical and of some urgency.

Internal control concept probably somewhat weakened. The notion that military establishments should focus almost exclusively on combating subversive activities and maintaining internal order has probably been damaged by the harsh reality of the mini-war. Reports of heavy casualties, though exaggerated, and accounts of air bombardments headlining many hemisphere newspapers will be read with astonishment and probably some trepidation by various military leaders. Officers in the smaller countries will view the situation with considerable alarm and will likely be unwilling to program future military activities primarily along internal security lines. Rather, the armed forces are likely to became actively interested in long range questions of national defense, in addition to the more immediate problem of guarding against internal subversion.

Defense mission in South American reinforced. To the major South American military establishments, the mini-war will probably furnish a new and welcome rationale for defense preparedness. After World War II, with US-sponsored emphasis on hemisphere defense and international peacekeeping, the traditional national defense mission was substantially downgraded. During the past few years, however, echoes of earlier conflicts have sounded insistently through increasing tensions over borders, allegations of “encirclement,” and rumored plans for sneak attack. Although the growing South American preoccupation with border conflict has many causes, it is nourished by institutional concerns of the armed forces. Since the phasing-out of US military aid has reduced the credibility of hemisphere defense and of the peacekeeping mission, and because the major South American forces never have accepted internal defense as a primary mission, a popular awareness of threats from neighbors can only be regarded by the military as a positive trend. It is also true that many of the South American services look gratefully upon events that vindicate their claims to an essential role in defending the nation because they are now poised for a major cycle of modernization and cannot count on easy terms of resupply from the US[49].

El armamento de naciones latinoamericanas era especialmente importante para Hughes, ya que su análisis en términos de la eficacia de la Organización de Estados Americanos y su eficacia como una organización que pudiera ayudar a resolver los problemas pacíficamente estaba en cuestión. Además, en términos de defensa nacional, en cuanto a la perspectiva de Hughes, mina los intentos de los Estados Unidos ejercer una hegemonía hemisférica. Las condiciones particulares de la Guerra Fría ciertamente son o deben ser consideradas a la hora de analizar el pensamiento de Hughes.

Efficacy of OAS may be questioned. Military leaders and government officials may also begin to question whether the Rio Treaty of Reciprocal Assistance is capable of heading off a conflict where the contending parties are not already disposed to settle differences through some peaceful means. Having gone unchecked for four days already, the war could be seen as demonstrating that the OAS, acting under the Rio Treaty, is powerless to impose a cease-fire, particularly when US interests are not directly involved. Arguments that the Latin Americans needed not be concerned with external aggressors because each country is enveloped in the Rio security pact may be greeted with a fair degree of skepticism, especially in countries where neighbors are viewed with suspicion and distrust.

U.S. could be criticized. Although the US certainly would have been condemned severely if it had intervened, ironically it could also be criticized for not doing its duty by stopping the fighting. Some Latin leaders may privately hold the view that the US should never have allowed the situation to deteriorate to the point of military conflict. Perhaps this view was foreshadowed to some extent in a remark by a Honduran official who observed that the news media felt free to engage in excessive bravado because they were confident that the US would never permit the issue to get out of control.

Thus the mini-war which earlier seemed very improbable and even now appears rather insignificant, may came to be a catalyst in shifting Latin American thinking concerning the role of the military and the problem of national defense[50].

Es en la segunda parte de este documento donde vemos la importancia del análisis de Hughes. Hughes sugiere que la retórica nacionalista de los periódicos asumía que Estados Unidos no iba a permitir que las tensiones pasaran a más. Hughes también presenta la posición de que no importaba las acciones que tomase Estados Unidos, iban a ser criticados como quiera.

La preocupación de Hughes de una carrera de armas es reflejada también en un memorando enviado por Theodore J. Eliot, Secretario Ejecutivo del Departamento de Estado, a Kissinger el 1 de octubre de 1969, posterior al cese de las hostilidades. No obstante Eliot enfatiza que los Estados Unidos y otros países occidentales habían levantado un embargo preventivo que frustró los esfuerzos.

Notwithstanding the emotions generated by the five-day war between Honduras and El Salvador and the unwillingness of the two governments to negotiate their differences, a special committee established by the 13th Meeting of American Foreign Ministers has been able to get both sides to agree to certain steps designed to ease tensions and pave the way for direct negotiations. A prisoner of war exchange was carried out. Honduras has released all of the 13,000 Salvadorans interned during the conflict, promptly implemented an OAS plan for pulling troops back from border points of “dangerous confrontation”, and has agreed to allow documented and even some classes of undocumented Salvadoran immigrants to remain in the country. After delaying because of fear of adverse public domestic reaction, El Salvador has now released all 233 Honduran civilians it interned during the conflict, has reestablished telephone and postal communication with Honduras (Honduras had earlier agreed to this step), and through a process of demobilization and withdrawal has removed all army troops from the border with Honduras. The press and radio, especially in Honduras, have begun to show a measure of restraint, although inflammatory reports continue to poison the atmosphere...

The fear of a renewal of hostilities has caused both countries to make large arms purchases, frustrated only in part by our own continued embargo and embargoes by most Western European countries[51].

Finalmente, según el memorando de Eliot sugiere que las economías de ambos países y la situación política en ambos países, se deterioró al concluir la guerra.

Domestically, frustration is growing in both countries over the course of economic and political developments. The conflict and the more recent natural disasters have caused deterioration in the economies and neither government is locally perceived as effectively confronting these problems. In El Salvador, this economic disquiet may serve to heighten political tensions as the country moves toward congressional and municipal elections in March 1970. In Honduras, younger military officers are critical of their superiors’ handling of the war and the government’s inability to capitalize on the conflict-born national unity, the latter already badly fraying. In the circumstances, we face an interim period of up to three years with an essentially unstable situation, one in which any spark might cause resentments to flare up and create new tensions[52].

Conclusión
El deporte del fútbol ha servido en vastas ocasiones más como un elemento de unidad que de separación. El conflicto entre El Salvador y Honduras no tuvo su raíz en una serie de partidos, sino en el resentimiento y en presiones económicas que fueron detonadas por los enfrentamientos. A través de la documentación que se ha examinado, se ha visto como los Estados Unidos fueron una fuerza que ayudó en el campo diplomático. Sin embargo, también hay que enfatizar que el armamento usado en ambos países fue suministrado por los Estado Unidos. Además, en el documental de Crónicas del Salvador, los oficiales entrevistados también afirman que recibieron entrenamiento de parte de oficiales estadounidenses en cómo usar efectivamente el armamento provisto[53]. Es menester cerrar el ensayo con la siguiente cita provista por ESPN:

La Guerra del fútbol no fue un conflicto generado por las consecuencias de un partido, sino que tuvo raíces muchos más profundas. Sin embargo, lo que sucedió en los tres encuentros de las Eliminatorias fue la chispa necesaria para que dos naciones hermanas lleguen una guerra sin sentido, como todas[54].


Bibliografía
Periódicos
La Guerra del fútbol ESPN Deportes. 23 de julio de 2013 [http://espndeportes.espn.go.com/news/story?id=1849337]. Accesado mayo 19 de 2015 
Marcos, J. Jamás imaginé lo que desencadenaría mi gol. Periódico El País, Madrid. 20 de julio de 2009.

Artículos

Cable, V. The Football War and the Central American Common Market. International Affairs (Royal Institute of International Affairs 1944-) Blackwell Publishing, Vol. 45, No. 4 (oct., 1969) p. 665

Mallin, J. Salvador- Honduras War, 1969: The Soccer War. Air University Review, marzo-abril 1970 [http://www.airpower.maxwell.af.mil/airchronicles/aureview/1970/mar-apr/mallin.html] Accesado mayo 20 de 2015

Payne, Richard. Opportunities and Dangers of Soviet Cuban Expansion: Toward a pragmatic U.S Policy. University of New York Albany Press, Albany New York. 1988. Página 115

Soccer War 1969 OnWar.com, 2015 [https://www.onwar.com/aced/chrono/c1900s/yr60/fsoccer1969.htm] accesado mayo 20 de 2015

Veitskin, Y., Lockerby, C., y McMullen, S. The Soccer War. Soccer Politics. Duke University, 2009 [https://sites.duke.edu/wcwp/research-projects/the-soccer-war/#war] Accesado mayo 19 de 2015

Documental

La Guerra de las 100 horas Crónicas El Salvador. 9 de septiembre de 2013 [https://www.youtube.com/watch?v=bMX0GDZGikk] Accesado mayo 20 de 2015.

Documentos

Corte Internacional de Justicia CASE CONCERNING LAND, ISLAND AND MARITIME FRONTIER DISPUTE (EL SALVADOIUHONDURAS: NICARAGUA INTERVENING), La Haya, Holanda. 11 de septiembre de 1992

Eliot, T. Memorandum from the Executive Secretary (Eliot) to the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger), Washington, October 1, 1969. FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 653
Hughes, T. Intelligence Note No. 526 From the Director of the Bureau of Intelligence and Research (Hughes) to Secretary of State Rogers, Washington, July 11, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 643

Hughes, T. Intelligence Note No. 548 From the Director of the Bureau of Intelligence and Research (Hughes) to Secretary of State Rogers, Washington, July 18, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 646

La paradoja del fútbol y la violencia Banco Mundial, 7 de julio de 2014 [http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2014/07/07/mundial-2014-futebol-violencia-paz-america-latina]

Kissinger, H. Memorandum from the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger) to President Nixon, Washington, July 9, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 642

Kissinger, H. Memorandum from the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger) to President Nixon, Washington, July 15, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 644

Vaky, V. Memorandum from Viron P. Vaky of the National Security Council Staff to the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger), Washington, July 16, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976 VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 64




[1]    Veitskin, Y., Lockerby, C., y McMullen, S. The Soccer War. Soccer Politics. Duke University, 2009 [https://sites.duke.edu/wcwp/research-projects/the-soccer-war/#war] Accesado mayo 19 de 2015
[2]    Ibidem
[3]    Ibidem
[4]    La Guerra del fútbol. ESPN Deportes. 23 de julio de 2013 [http://espndeportes.espn.go.com/news/story?id=1849337]. Accesado mayo 19 de 2015 
[5]    La Guerra de las 100 horas. Crónicas El Salvador. 9 de septiembre de 2013 [https://www.youtube.com/watch?v=bMX0GDZGikk] Accesado mayo 20 de 2015.
[6]    El modelo de bombardero C-47, y los caza bombarderos Corsario y Mustang fueron desarrollados por los Estados Unidos para uso durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra en Corea. Los mismos estarían considerados obsoletos con la llegada de la era del jet en las décadas subsiguientes a la Segunda Guerra Mundial. Esto causa que los armamentos obsoletos sean vendidos a naciones menos desarrolladas tecnológicamente, en cuanto armamento militar, tal como El Salvador y Honduras.
[7]    Piloto de un C-47 durante la guerra entre El Salvador y Honduras
[8]    Piloto de un Corsario durante la guerra entre El Salvador y Honduras
[9]    La Guerra de las 100 horas. Crónicas El Salvador. 9 de septiembre de 2013 [https://www.youtube.com/watch?v=bMX0GDZGikk] Accesado mayo 20 de 2015.
[10]  Mallin, J. Salvador- Honduras War, 1969: The Soccer War. Air University Review, marzo-abril 1970 [http://www.airpower.maxwell.af.mil/airchronicles/aureview/1970/mar-apr/mallin.html] Accesado mayo 20 de 2015
[11]  El CACM o Mercado Común Centroamericano fue una iniciativa estadounidense en Centro América para quitarle influencia al régimen comunista de Castro de Cuba en la región. Esto se discutirá más en este ensayo en sección subsiguiente.
[12]  Soccer War 1969 OnWar.com, 2015 [https://www.onwar.com/aced/chrono/c1900s/yr60/fsoccer1969.htm] accesado mayo 20 de 2015
[13]  Corte Internacional de Justicia CASE CONCERNING LAND, ISLAND AND MARITIME FRONTIER DISPUTE (EL SALVADOIUHONDURAS: NICARAGUA INTERVENING), La Haya, Holanda. 11 de septiembre de 1992
[14]  La Guerra del fútbol ESPN Deportes. 23 de julio de 2013 [http://espndeportes.espn.go.com/news/story?id=1849337]. Accesado mayo 19 de 2015 
[15]  Hace referencia a la Copa Mundial de Fútbol que se disputó el verano pasado (2014) en Brasil, y que al momento de la publicación del artículo por parte del banco, estaba en sus fases finales.
[16]  La paradoja del fútbol y la violencia Banco Mundial, 7 de julio de 2014 [http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2014/07/07/mundial-2014-futebol-violencia-paz-america-latina]
[17]  Veitskin, Y., Lockerby, C., y McMullen, S. The Soccer War. Soccer Politics. Duke University, 2009 [https://sites.duke.edu/wcwp/research-projects/the-soccer-war/#war] Accesado mayo 19 de 2015
[18]  La Guerra de las 100 horas. Crónicas El Salvador. 9 de septiembre de 2013 [https://www.youtube.com/watch?v=bMX0GDZGikk] Accesado mayo 20 de 2015.
[19]  Ibidem
[20] Piloto C-47 de las Fuerzas Armadas Salvadoreñas
[21]  La Guerra de las 100 horas. Crónicas El Salvador. 9 de septiembre de 2013 [https://www.youtube.com/watch?v=bMX0GDZGikk] Accesado mayo 20 de 2015.
[22]  Marcos, J. Jamás imaginé lo que desencadenaría mi gol. Periódico El País, Madrid. 20 de julio de 2009.
[23]  Ibidem
[24]  Jugador de la selección hondureña
[25]  Marcos, J. Jamás imaginé lo que desencadenaría mi gol. Periódico El País, Madrid. 20 de julio de 2009.
[26]  Veitskin, Y., Lockerby, C., y McMullen, S. The Soccer War. Soccer Politics. Duke University, 2009 [https://sites.duke.edu/wcwp/research-projects/the-soccer-war/#war] Accesado mayo 19 de 2015
[27]  Rigoberto “La Shula” Gómez
[28] Marcos, J. Jamás imaginé lo que desencadenaría mi gol. Periódico El País, Madrid. 20 de julio de 2009.
[29]  Cable, V. The Football War and the Central American Common Market. International Affairs (Royal Institute of International Affairs 1944-) Blackwell Publishing, Vol. 45, No. 4 (oct., 1969) p. 665
[30] Ibidem p. 665
[31]  Payne hace el planteamiento pos-guerra en el 1981 en referencia a la situación política en Nicaragua. Sin embargo, sus ideas, basadas en las de Kissinger, que se pueden relacionar al conflicto en discusión.
[32]  Payne, Richard. Opportunities and Dangers of Soviet Cuban Expansion: Toward a pragmatic U.S Policy. University of New York Albany Press, Albany New York. 1988. Página 115
[33]  Kissinger, H. Memorandum from the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger) to President Nixon, Washington, July 9, 1969. FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 641
[34]  Ibidem
[35]  Ibidem
[36]  Kissinger, H. Memorandum from the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger) to President Nixon, Washington, July 9, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 642
[37]  Vea página 9 de este escrito
[38] Vease página 8 del escrito.
[39]  Hughes, T. Intelligence Note No. 526 From the Director of the Bureau of Intelligence and Research (Hughes) to Secretary of State Rogers, Washington, July 11, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 643
[40] Siempre y en tanto pudieran probar residencia y legalizaran su estatus en un plazo de 30 días.
[41]  Hughes, T. Intelligence Note No. 526 From the Director of the Bureau of Intelligence and Research (Hughes) to Secretary of State Rogers, Washington, July 11, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 643
[42]  Es posible que las FAS estuvieran empujando la necesidad de resolver el conflicto via una guerra para demostrarle a la población civil la importancia del ejército. Debido a que al final de la guerra, el ejército se vio fortalecido, la conclusión se puede afirmar que la razón principal de la intransigencia de elementos en las FAS era, precisamente, provocar el conflicto bélico; usando las razones políticas y económicas, tanto externas como internas.
[43]  Hughes, T. Intelligence Note No. 526 From the Director of the Bureau of Intelligence and Research (Hughes) to Secretary of State Rogers, Washington, July 11, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 643
[44]  Kissinger, H. Memorandum from the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger) to President Nixon, Washington, July 15, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 644
[45]  Ibidem
[46]  El uso de las comillas alrededor de la palabra GENOCIDE, genocidio en español, denota un tono sarcástico de Kissinger que pone en duda los alegatos de genocidio por parte del gobierno salvadoreño hacia el hondureño.
[47]  Kissinger, H. Memorandum from the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger) to President Nixon, Washington, July 15, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 644
[48] Vaky, V. Memorandum from Viron P. Vaky of the National Security Council Staff to the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger), Washington, July 16, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976 VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 645
[49]  Hughes, T. Intelligence Note No. 548 From the Director of the Bureau of Intelligence and Research (Hughes) to Secretary of State Rogers, Washington, July 18, 1969 FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 646
[50] Ibidem
[51]  Eliot, T. Memorandum from the Executive Secretary (Eliot) to the President’s Assistant for National Security Affairs (Kissinger), Washington, October 1, 1969. FOREIGN RELATIONS OF THE UNITED STATES, 1969–1976
VOLUME E–10, DOCUMENTS ON AMERICAN REPUBLICS, 1969–1972, DOCUMENT 653
[52]  Ibidem
[53]  La Guerra de las 100 horas Crónicas El Salvador. 9 de septiembre de 2013 [https://www.youtube.com/watch?v=bMX0GDZGikk] Accesado mayo 20 de 2015.
[54]  La Guerra del fútbol ESPN Deportes. 23 de julio de 2013 [http://espndeportes.espn.go.com/news/story?id=1849337]. Accesado mayo 19 de 2015