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viernes, 28 de octubre de 2022

Celestino Iriarte: el líder estadista de la década del 1940

Celestino Iriarte: el líder estadista de la década del 1940
por Ramón J. Amador Vélez

En la historiografía puertorriqueña hay un vacío sobre la historia del movimiento estadista de Puerto Rico. Hay escasos libros o estudios sobre esta corriente política y de sus líderes. Las pocas biografías realizadas presentan a un grupo pequeño de líderes (José C. Barbosa, Federico Degetau, Manuel Rossy; Rafael Martínez Nadal, Miguel A. García Méndez, Luis A. Ferré y Leopoldo Figueroa). No obstante, uno de los líderes que no ha tenido un estudio profundo es Celestino Iriarte Miró.

Según la página cibernética del Senado de Puerto Rico, Celestino Iriarte nació en San Juan para el 1887. Entre los años 1905 al 1910 trabajó como telégrafo en Aguadilla y San Juan. Se graduó de Derecho en 1910 y ejerció su profesión a niveles estatales y federales. Fue delegado de la Junta Central del Partido Unión y candidato a la Cámara de Delegados por dicha colectividad para 1916. En 1920 fue elegido senador por el Partido Unión[1] y reelegido en 1924 y 1928 por la Alianza.[2] Fue vicepresidente del Senado entre 1930 al 1933. Desde 1932 fue miembro del Comité Territorial del Partido Unión Republicana.[3] Celestino Iriarte fue miembro de la Alianza y llegó a ocupar la vicepresidencia del Senado el 20 de febrero de 1930 (hasta 1933) como parte del Grupo del Buen Gobierno, el grupo que asumió el liderato senatorial luego que la sección unionista de la Alianza se desligara de dicha agrupación.[4] Siguió siendo senador hasta 1944 cuando decidió postularse a representante por acumulación. Fue miembro de la Convención Constituyente que redactó la Constitución estatal de Puerto Rico. Fue miembro de la Comisión de Estatus entre 1945 al 1946 y volvió al Senado en 1948.[5]

El movimiento estadista, tras sufrir una derrota en las elecciones de 1940,[6] sufre el fallecimiento de su líder máximo, don Rafael Martínez Nadal, en 1941. En una contienda entre Celestino Iriarte y José Balseiro para presidir el Partido Unión Republicana, Iriarte logra ocupar la presidencia luego que lo eligieran en una asamblea. No obstante, el grupo de Balseiro se reúne en Aguadilla para aprobar unas resoluciones en repudio a la asamblea anterior.[7] Fernando Bayron Toro establece que Balseiro se reconcilia al asignarle el cargo de gobernador y miembro de la dirección del Partido y de la Coalición.[8] Bayron Toro establece que el 4 de julio de 1948, bajo la presidencia de Celestino Iriarte, el Partido Unión Republicana Progresista cambia su nombre a Partido Estadista.[9]

Antes de continuar es menester describir cómo estaba el movimiento estadista en las décadas de 1930 y 1940 para poder entender el contexto de dicho movimiento bajo la presidencia de Celestino Iriarte en el Partido Unión Republicana Progresista. Según Wilfredo Figueroa, entre 1930 al 1952:

"El movimiento estadista sufrió sus más escabrosos momentos. Los electores perdieron fe en los líderes y los partidos Republicano y Socialista se desintegraban en sus luchas intestinas de sus maquinarias políticas. Paulatinamente, perdían el poder adquirido en 1932-1936, producto de la unión de ambos partidos. Abatidos por la falta de acción social y política de sus líderes, los puertorriqueños le dieron la espalda a los líderes estadistas de 1940 en adelante".[10]

El líder máximo del movimiento estadista en la década de 1930 fue Rafael Martínez Nadal. Figueroa, citando a Bolívar Pagán menciona que la gran cantidad de votos obtenido por el Partido Popular Democrático[11] fue debido a las rivalidades y dilemas entre los demás partidos políticos. En las elecciones de 1944, 1948 y 1952, el Partido Republicano y el Partido Socialista fueron perdiendo el apoyo de los electores. En 1941, ante la muerte de Martínez Nadal, José Balseiro funda el Partido Puertorriqueño Pro-Estadidad, pero fue de poca duración, ya que luego las masas estadistas se unieron nuevamente. Según Figueroa, este último suceso provocó que más estadistas se disgustaran con sus líderes y se unieran al Partido Popular Democrático. Por otra parte, el Partido Socialista reactivó la estadidad para el año 1943.[12]

En la década de 1940, el movimiento estadista experimentó una de las peores crisis en su partido por la victoria del Partido Popular Democrático, sobre todo en las elecciones de 1944. Los estadistas estaban sintiendo la necesidad de organizar su partido. En el congreso de comités municipales del Partido Unión Republicana Progresista en Aguadilla para enero de 1947 se llegó a considerar crear un nuevo partido político. Sin embargo, concibieron la necesidad de realizar una coalición, ya que Celestino Iriarte “entendía que no podían configurar solos en la papeleta electoral. En las elecciones de 1948 se aclamó a Martín Travieso, miembro del Partido Reformista Puertorriqueño, como candidato de los estadistas así concretándose el pacto electoral propuesto por Iriarte”.[13]

Bajo el gobierno de la Coalición, Celestino Iriarte, en calidad de senador, presentó una moción para que se creara un Comité Especial para estudiar la Ley Jones y de esta manera se consideró el asunto del estatus de la Isla.[14] En la asamblea a celebrada el 19 de agosto de 1944 por el Partido Unión Republicana en el Teatro Tapia en San Juan, José Balseiro trajo la moción de que Celestino Iriarte fuera proclamado presidente nuevamente del Partido. En dicha reunión se solicitó la destitución del gobernador Tugwell.[15] El Partido Unión Republicana, junto con el Liberal y el Socialista, concertaron comités de conferencia para hacer un frente común al Partido Popular para las elecciones de 1944. El pacto se dio, cada partido tendría su propia identidad en su institución política, pero el cargo de comisionado residente sería para el Partido Liberal, el presidente senatorial sería un socialista y el presidente cameral sería del Partido Unión Republicana. De esta manera la Unión Republicana nominó a Iriarte como candidato a representante por acumulación para dichas elecciones.[16] En estas elecciones, el Partido Popular ganó abrumadoramente, Celestino Iriarte, junto con Leopoldo Figueroa, logró el escaño a representante por acumulación.[17]

Para 1943, los presidentes de los partidos políticos puertorriqueños, entre ellos Celestino Iriarte como presidente del Partido Unión Republicana, apoyaron La Declaración de Derechos y Petición de Justicia en el cual denunciaban el colonialismo en Puerto Rico, finalizar el problema del estatus de la Isla y permitirles a los puertorriqueños elegir a sus gobernadores. Esto dio pie a que la legislatura estatal aprobara una resolución concurrente en la cual condenaba la situación colonial de Puerto Rico. Como consecuencia de esto, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt recomendó al Congreso enmendar la Ley Jones y crear una comisión para discutir el problema del estatus. La comisión estaba compuesta por puertorriqueños y estadounidenses, pero no obtuvo ningún resultado. Entre sus miembros estaba Celestino Iriarte. En 1945 se reactiva la Comisión e Iriarte vuelve a formar parte de dicho organismo. Sus miembros van a Washington D.C.[18]

En el 1946, el senador federal High Butler supuestamente predijo que Puerto Rico, junto a Hawái[19] jamás serían estados. Lo más que podría llegar a ser Puerto Rico sería un condado del estado de La Florida. Celestino Iriarte se sorprendió por dichas declaraciones en el periódico El Imparcial porque su impresión del senador federal eran contrarias a esas declaraciones. Luego se tranquilizó cuando el senador federal desmintió estas alegadas expresiones. Iriarte se había reunido con el senador en la capital federal. Por otra parte, Iriarte manifestó que el senador tuvo una mala imagen de Puerto Rico cuando hizo su visita a la Isla en 1943 porque, según Iriarte, el gobernador Tugwell hizo que viera lo que la administración deseaba que él observara. De esta manera, el senador no vio la realidad de la pobreza que existía en Puerto Rico. Por otra parte, Celestino Iriarte recomienda al gobierno un buen uso del dinero destinado para brindar información de Puerto Rico a los Estados Unidos de América. Iriarte alegaba que debían presentar la situación real de Puerto Rico ante el gobierno federal y no una propaganda de las políticas del Partido Popular Democrático. Para el líder estadista era bien importante educar a los miembros del Congreso, que muchos eran nuevos, ya que hubo congresistas federales que preguntaron quién había sido electo presidente de Puerto rico en las elecciones de 1944 o quién era el embajador de la Isla ante el gobierno de los Estados Unidos de América. Por tal motivo, el Partido Unión Republicana Progresista tomó la decisión en Aguas Buenas de crear una oficina en Washington D.C. para así mantener informado al gobierno federal sobre los asuntos de Puerto Rico.[20]

Por otra parte, Celestino Iriarte manifestó sus dudas para que Mariano Villaronga fuese nombrado comisionado[21] del Departamento de Instrucción Pública.[22] Iriarte expresó que:

"No comprendemos cómo el señor Villaronga podría intensificar la enseñanza del inglés en las escuelas públicas, cuando tal cosa estaría reñida con sus principios, sus convicciones y su ideología en cuanto a la política que debía seguirse en la enseñanza del inglés en Puerto Rico… la política sobre la enseñanza en Puerto Rico, en cuanto al idioma del inglés se refiere, puesta en práctica por el doctor José Padín desde 1934, ha resultado un fracaso, tanto [Luis] Muñoz Marín y [Antonio] Fernós ocultaron al Subcomité de Asuntos Insulares del Senado de la realidad de la situación en Puerto Rico".[23]

Celestino Iriarte argumentó los beneficios a los puertorriqueños, para efectos del inglés, de los métodos para la enseñanza de dicho idioma en las escuelas públicas desde 1902 al 1934, cuando Padín cambió dichas estrategias. Resalta que antes de 1934, muchos puertorriqueños dominaban el idioma de la metrópolis incluyendo a Antonio Fernós. De esta manera, Iriarte manifiesta que “nuestro pueblo tiene derecho a aprender el inglés, porque el conocimiento de este idioma es mucho más fundamental para la vida de los puertorriqueños, que el de todas las asignaturas que se les enseña actualmente en la escuela elemental”. La razón de este apoyo era que los que dominan el inglés tienen mayores oportunidades tanto en Puerto Rico como fuera de la Isla. Iriarte exigía que los puertorriqueños tenían el derecho de aprender el idioma estadounidense. Por otra parte, plantea que muchos niños abandonaban la escuela en cuarto grado sin saber algo del inglés. Iriarte negaba que había “una tortura mental” a los niños cuando se les enseñaba. La enseñanza en español, según Celestino Iriarte, tenía un sentido político.[24]

En otros temas, Celestino Iriarte hace unas críticas a unas expresiones del entonces comisionado residente Fernós sobre la estadidad. El líder estadista estableció:

"Las declaraciones del comisionado residente Fernós contra la estadidad, demuestra claramente que no tiene arraigo en su conciencia y en su corazón ese sentimiento que dice ahora profesar a la unión permanente con Estados Unidos… Al leer los comentarios de Fernós de que no hay que pensar en el estado clásico -continuó diciendo Iriarte- dudamos cómo pueden conciliarse esas declaraciones con las hechas recientemente por Luis Muñoz Marín y secundadas por el propio Fernós abogando por la unión permanente de Puerto Rico con el pueblo de Estados Unidos. Parece que esos sentimientos de que ahora hacen tanto alarde y que constituyen una absoluta y total renegación de la independencia no responden a una sincera convicción. Porque no es posible comprender cómo líderes que se manifiestas a favor de la unión permanente con Estados Unidos descarten la máxima expresión y la culminación del pleno disfrute de la ciudadanía americana que sólo se alcanza y se logra con la estadidad".[25]

El 3 de julio de 1950 se estableció la Ley 600 que permitía la redacción de la Constitución interna de Puerto Rico por los puertorriqueños. Celestino Iriarte, junto con Leopoldo Figueroa, le pidieron explicaciones al gobernador Luis Muñoz Marín por unas expresiones de él al establecer que la estadidad era “el tigre de la miseria”. Con estas manifestaciones, el liderato estadista no podía apoyar la Constitución, pero el informe legislativo de la Ley 600 no prejuzgaba ni la estadidad ni la independencia, y de esta manera Iriarte dio su apoyo a dicho evento como un paso de avance a la soberanía interna de Puerto Rico. El Partido Estadista Puertorriqueño no tuvo una postura fuerte ante el proyecto por la división que existía en el liderato en el Partido. Un bando, liderado por Leopoldo Figueroa y Celestino Iriarte, apoyaban la redacción de la Constitución. En cambio, el bando contrario liderado por Miguel A. García Méndez y Luis A. Ferré Aguayo, no apoyaban esa Constitución porque era endosar al programa del Partido Popular en lo relacionado al estatus.

Por otra parte, José Luis Colón establece que Iriarte no tuvo el apoyo del electorado ni siquiera de los estadistas. Celestino Iriarte argumentaba que la redacción de la Constitución era un paso hacia la estadidad como ocurrió en los otros territorios cuando se hicieron estados: que se le requería la redacción de una Constitución interna. Al final, el Partido Estadista permitió a cada miembro de la colectividad tomar su propia decisión en el plebiscito para aprobar dicha Constitución para así evitar cualquier ruptura en el Partido. El Partido designó a Celestino Iriarte como candidato a delegado por acumulación. Una vez electos los delgados estadistas a la Convención Constituyente, entre ellos García Méndez y Ferré, Iriarte los instruyó para que defendieran que la Constitución iba a dirigir a la Isla a la estadidad.[26]

¿Cuál era la visión de Celestino Iriarte sobre la Ley 600? Él expresa lo siguiente:

"Mucho se ha hablado de cómo es, lo que es y lo que significa la Ley 600, recientemente aprobada por el Congreso de los Estados Unidos y a la cual se le da el nombre de Ley de Constitución de Puerto Rico. La idea no es nueva, ni es idea de ningún hombre del momento actual sino que es idea del cerebro privilegiado que, aun cuando han desaparecido físicamente del panorama de nuestra política sin embargo viven a través de sus ideas, que se plasman y se hacen realidad en estos momentos Allá para el 24 de junio de 1916 apareció en el periódico El Tiempo un artículo del cual citamos: “Algún día, día no lejano,  unionistas y republicanos buscando el bien del país habrán de aplaudir la sanción legislativa de una Constitución territorial de Puerto Rico que entregue la suerte del país enteramente a la responsabilidad y voluntad de sus hijos…” El día que aquellos hombres visionarios ha llegado…"[27]

En el mismo artículo, Iriarte cita que el Partido Republicano, en asamblea en Arecibo para 1916, se designó por el Comité Territorial una comisión de cinco personas para redactar una constitución territorial para Puerto Rico. Esto era debido a que el Partido Republicano creía en un gobierno republicano y democrático en el cual se reconocía el derecho del pueblo puertorriqueño de establecer su propio gobierno. En dicho artículo, Iriarte establece que los republicanos ayudarían y apoyarían al comisionado residente Luis Muñoz Rivera para la aprobación del Acta Jones siempre y cuando Muñoz Rivera siguiera defendiendo esa carta orgánica que tuviera la ciudadanía estadounidense para los puertorriqueños.[28] De esta forma, en 1916, republicanos y unionistas (un sector) se unieron para lograr la Ley Jones con ciudadanía. Para Iriarte, la Constitución era un paso de avance de la unión de los puertorriqueños al gobierno estadounidense.

De esta manera, para Celestino Iriarte la Constitución no entorpecía la estadidad. Con él estaban de acuerdo miembros del Partido Republicano Nacional.[29] En el año de 1950, el Departamento de Comercio de los Estados Unidos de América anunció la compra de toda la zafra azucarera de Cuba para el año de 1950. Celestino Iriarte expresó que había que estar alertas sobre las actuaciones del Departamento de Estado, de Comercio y de Agricultura.[30] Por otra parte, Celestino Iriarte se unió al delegado estadista Héctor González Blanes en la enmienda presentada por este último que permitiría al gobierno destinar fondos a instituciones sectarias (o religiosas) que ayudaran a resolver problemas sociales. Ellos aclararon que no estaban a favor de ayudar económicamente a una religión en particular, porque violaría el principio de separación de Iglesia y Estado, sino ayudar a cualquier institución de ayuda social, no importando quién lo estuviera administrando (que incluía a organizaciones ateas o espiritistas).[31] En otro momento, Celestino Iriarte manifestó que la Ley 600 cerraba las puertas a la independencia porque alegaba que la Ley 600 unía a Puerto Rico a los Estados Unidos de América de forma permanente. Estas expresiones fueron una contestación a una alocución del gobernador Luis Muñoz Marín que esta ley o la Constitución no impedía que el pueblo puertorriqueño pudiera escoger por la estadidad, la independencia o cualquier fórmula de estatus político.[32] Por tanto, Iriarte establecía que la Ley 600 colocaba a los puertorriqueños en una posición para seguir reclamando sus derechos. Estos derechos fueron ganados por los puertorriqueños, según la opinión de Celestino Iriarte, por la lealtad de estos desde la llegada de los estadounidenses en 1898 y por la participación de los soldados borincanos en las dos guerras mundiales. Iriarte argumentó que “ahora mismo la obra es para enseñar al pueblo lo que vale ser un estado de la Unión” y que “nuestra ciudadanía es igual a la de los demás ciudadanos de Estados Unidos. Sólo hay una clase de ciudadanos americanos, y sus obligaciones son iguales y los derechos tienen que ser también iguales”.[33]

En la Convención Constituyente, Iriarte hizo varias gestiones como delegado estadista. El 27 de diciembre de 1951, Iriarte criticó a Luis Muñoz Marín y a la Convención ya que esta aprobó el preámbulo de la Constitución a las 5:30 a.m. y que lo hiciera todo en la noche. Celestino Iriarte no estaba presente, ya que a las 10:30 p.m. se fue a descansar porque llevaba trabajando desde las 8:00 a.m. y estaba cansado. De esta manera expresó que cuando enviaran el preámbulo a la segunda lectura, el Partido Estadista sometería todas las enmiendas necesarias. Por otra parte, Iriarte criticó al gobernador porque este quiso trabajar en la noche cuando él estuvo sólo en dos sesiones.[34] En el proceso de la aprobación del preámbulo, la inmensa mayoría de los delegados votaron a favor a excepción del delegado estadista Héctor González Blanes que le votó en contra. En el turno de Luis Muñoz Marín, este dio un discurso de una hora dando argumentos en contra de las posturas de la delegación estadista que exigían que en el preámbulo apareciera la aspiración de que Puerto Rico se convirtiera en un estado de los Estados Unidos de América. La argumentación de Muñoz era que no quería cerrarle la puerta ni a la estadidad ni a la independencia. La sesión duró más de once horas y empezó a realmente a las 3:00 p.m.[35] La delegación estadista, cuando se discutió una enmienda Francisco Paz Granela de que se añadiera la palabra “permanente” a la unión con los Estados Unidos de América, acusó a Muñoz Marín para que se consignara en la Constitución el deseo de Puerto Rico de estar permanentemente unidos con los Estados Unidos de América. Los socialistas, a pesar de que muchos de ellos eran estadistas, se opusieron a la enmienda para no cerrarle las puertas a los independentistas y propusieron la celebración de un plebiscito para que el pueblo decidiera.[36]

Por otra parte, Celestino Iriarte leyó ante la Convención Constituyente la opinión legal del fiscal federal interino en Puerto Rico respecto a la Ley 600. Según el periódico El Mundo el funcionario federal estableció que:

"El Congreso de los Estados Unidos no ha reconocido soberanía al pueblo de Puerto Rico en virtud de la Ley 600 y esta ley tampoco constituye un pacto o convenio entre el pueblo puertorriqueño y el Congreso… La Ley 600 no afecta ni altera en forma alguna las actuales relaciones jurídico-constitucionales entre el Congreso de los Estados Unidos y la Isla de Puerto Rico, por lo que las facultades y poderes congresionales [sic] con relación al territorio de Puerto Rico continuarán intactos según existen en la actualidad de acuerdo con la Constitución de los Estados Unidos".[37]

Por otra parte, el Partido Estadista, bajo la presidencia de Celestino Iriarte, decidió que la delegación estadista en la Convención Constituyente defendiera que en el preámbulo de la Constitución apareciera la estadidad como solución final para Puerto Rico.[38] De esta manera, el viernes, 30 de noviembre de 1951, la dirección del Partido Estadista Puertorriqueño se reunió por cinco horas en un hotel en San Juan. En dicha reunión se discutió crear una comisión para que fuera a Washington DC porque al caucus del Partido Popular Democrático no daba cabida a las enmiendas de las minorías. Dicha comisión estaría presidida por Iriarte.[39] Por otra parte, el 31 de octubre de 1951, un grupo de delgados estadistas solicitaron a la Convención Constituyente que le pidieran al gobernador un perdón a todos aquellos que participaron en la insurrección nacionalista ocurrida el 30 de octubre de 1950. Pero Celestino Iriarte, junto a Leopoldo Figueroa, no firmaron dicho documento.[40]

Además, Celestino Iriarte expresó que el proyecto de la Constitución según redactado “eran los últimos vestigios de la colonia” y estableció que dicha Constitución “coloca al pueblo puertorriqueño en la posición de que en cualquier momento que así lo desee, solicitar su admisión como estado en la Unión norteamericana”. Igualmente, Iriarte tuvo la impresión de que los estadistas aceptarían la Constitución porque en el preámbulo de esta “salva el principio de su aspiración hacia la estadidad”. Así pues, elogia la garantía de representación de los partidos políticos minoritarios. Pero era el Partido Estadista Puertorriqueño que iba a tomar la postura oficial respecto a la Constitución de Puerto Rico. [41]


[1] Partido fundado en 1904 que pretendía unir a todos los puertorriqueños. Por un tiempo aceptó la estadidad, autonomía y la independencia en su programa.

[2] Unión entre un sector del Partido Republicano Puertorriqueño (fundado por Barbosa en 1899 que defendía la estadidad) y el Partido Unión (liderado por Antonio Barceló).

[3] Este Partido fue fundado en la década de 1920 por Rafael Martínez Nadal por el grupo de republicanos que no quisieron unirse con los unionistas en la Alianza.

[4] Néstor Duprey Salgado, “De ‘Ligao’ a la ‘Coalición’: Rafael Martínez Nadal y las alianzas políticas” in Rafael Martínez Nadal: Una vida, un ideal, ed. José Luis Colón González (San Juan, P.R., Universidad Interamericana de Puerto Rico y Museo Prócer Rafael Martínez Nadal, 2015), 316.

[5] “Celestino Iriarte Miró”, accesado el 14 de junio de 2020, https://www.senado.pr.gov/Pages/ Past%20VicePresidents/ciriarte.aspx.

[6] Y de esta manera perder el control absoluto legislativo bajo la Coalición (unión entre el Partido Unión Republicana y el Partido Socialista).

[7] Mario Ramos, Posesión del ayer. La nacionalidad cultural en la estadidad (San Juan, P.R: Isla Negra Editores, 2007), 81.

[8] Fernando Bayron Toro, Elecciones y partidos políticos de Puerto Rico (Mayagüez, P.R.: Editorial Isla, 1989), 201.

[9] Ibid., 209.

[10] Wilfredo Figueroa Díaz, El movimiento estadista en Puerto Rico. Pasado, presente y futuro (Puerto Rico: Editorial Cultural Inc, 1979), 29.

[11] Fundado en 1938 por Luis Muñoz Marín producto de una controversia con el líder máximo del Partido Liberal, Antonio Barceló.

[12] Ibid., 30-37.

[13] Guillermo A. Baralt, Desde el mirador de próspero. La vida de Luis A. Ferré Tomo 1 (Puerto Rico: Fundación El Nuevo Día, 1996), 146-147.

[14] José Luis Colón González, Dr. Leopoldo Figueroa. El ideario de un decano 1886-1969 (Puerto Rico: Oficina del Historiador Oficial de Puerto Rico, 2012), 40.

[15] Ibid., 44.

[16] Ibid., 45-46.

[17] Ibid., 47.

[18] Ibid., 98-100.

[19] Hawái se convirtió en estado en el año de 1959.

[20] “Iriarte contra publicidad que hace el Gobierno”, El Mundo, 12 de diciembre de 1946.

[21] Luego de la creación de la Constitución de Puerto Rico, los jefes de las agencias de la rama ejecutiva son llamados “secretarios”, pero antes se le daba el nombre de “comisionados”.

[22] Hoy Departamento de Educación.

[23] “Iriarte acusa a Muñoz de no hablar claro”, El Mundo, 6 de febrero de 1947.

[24] Ibid.

[25] “Iriarte duda que Fernós sean sincero en política”, El Imparcial, 14 de diciembre de 1950.

[26] Ibid., 106-108.

[27] Celestino Iriarte. “En torno a la Fortaleza”, El Mundo, 19 de agosto de 1950.

[28] Ibid.

[29] Cayetano Coll y Cuchí. “Actitud negativa”, Diario de Puerto Rico, 24 de agosto de 1951.

[30] “Con ojos abiertos”, El Imparcial, 10 de agosto de 1950.

[31] “Constituyente discute el lunes proposición de Carta de Derechos”, El Mundo, 15 de diciembre de 1951.

[32] “Iriarte dice aprobación de Ley 600 cierra puerta a la independencia”, El Mundo, 29 de diciembre de 1951.

[33] “Iriarte dice que la Constitución obliga a continuar demandas”, El Mundo, 4 de julio de 1950.

[34] “El preámbulo es un abuso de Muñoz: Iriarte”, El Imparcial, 28 de diciembre de 1951.

[35] En esas once horas no se incluye los recesos.

[36] “Aprueban preámbulo de la Constitución. Solo un delegado votó en contra”, El Imparcial, 28 de diciembre de 1951.

[37] “Ponsa Feliú niega que la Ley 600 sea a manera de Convenio”, El Mundo, 14 de diciembre de 1951.

[38] “Demandarán estadidad se incluya en preámbulo de la Constitución”, Diario de Puerto Rico, 4 de octubre de 1951.

[39] “Estadistas combatirán Constitución en E.U.”, El Imparcial, 3 de diciembre de 1951.

[40] “Estadistas piden Constituyente recabe del gobernador Muñoz el perdón de los presos políticos”, El Imparcial, 1 de noviembre de 1951.

[41] “Iriarte dice que la Constitución abre el camino a la estadidad”, El Mundo, 9 de febrero de 1952.

miércoles, 27 de julio de 2022

Barbosa, la puertorriqueñidad, la modernización y la anexión

Barbosa, la puertorriqueñidad, la modernización y la anexión
Pablo L. Crespo Vargas

Nota del autor: Esta reflexión sobre Barbosa surge a partir de la conferencia que el Dr. Edwin Antonio Fragoso Rivera efectuó el 14 de abril de 2020 en el programa Coloqueo ICP y que fue titulada “Dr. José Celso Barbosa y Alcalá, más que un hombre de pueblo”. La conferencia puede ser vista en el canal de Youtube del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

José Celso Barbosa y Alcalá (1857-1921) fue un médico, escritor, sociólogo y político puertorriqueño. En 1877 estudió medicina en la Universidad de Michigan, en 1885 fue iniciado como masón y en 1887 pasó a apoyar la causa autonomista puertorriqueña. Como líder se acercó al movimiento obrero en una diversidad de facetas, destacándose en la creación de la Sociedad Cooperativa Ahorro Colectivo en 1893. En 1895 fundó el periódico El País. Barbosa fue creador del Partido Republicano Puertorriqueño luego de la invasión estadounidense de 1898. En el 1907 fundó el periódico El Tiempo.

Durante el periodo de la Ley Foraker (1900-1917) Barbosa fue parte del Consejo Ejecutivo, un cuerpo que asesoraba al gobernador y que realizaba las funciones que eventualmente haría el senado. Barbosa fue creyente de que la anexión era el camino que los puertorriqueños debían seguir, sin embargo, no puso en duda su puertorriqueñidad ni creía en la humillación para llegar a estos fines. De hecho, es en el Consejo Ejecutivo donde tiene que defender este pensamiento, a la vez que luchaba contra los prejuicios raciales por ser negro. Para Barbosa no había incompatibilidad entre el patriotismo puertorriqueño y el desplegado por los americanos. A su vez, él se veía como un ciudadano igual, aunque no fue hasta el 1917, con la Ley Jones que se establece la ciudadanía estadounidense en Puerto Rico. Lamentablemente para Barbosa, esta ciudadanía vino acortada de derechos, ya que no era plenamente la que los estadounidenses gozaban en sus tierras.

El deseo de Barbosa para que Puerto Rico fuera anexionado a los Estados Unidos surge del idealismo desarrollado sobre las supuestas virtudes del republicanismo y la democracia estadounidense.  A su vez, Barbosa veía que la entrada de Puerto Rico a los Estados Unidos nos llevaría de una manera rápida a las puertas de la modernidad y al progreso. Uno de los esfuerzos que realizó Barbosa a este fin fue promover el que los puertorriqueños participaran en la Exposición Agrícola e Industrial de Filadelfia en 1899, entre otras actividades y exposiciones que se celebraban con frecuencia en los Estados Unidos.

Con la implantación de la Ley Foraker, Barbosa quedó decepcionado con las intenciones que el gobierno de Washington demostraba en su relación con Puerto Rico. No obstante, entiende que desde su posición en el Consejo Ejecutivo tendría las herramientas para poder seguir acercando la anexión a la Isla.

En todo caso, Barbosa siempre tuvo en su mente que la anexión no era una amenaza para que los puertorriqueños continuaran su desarrollo cultural. Él entendía que la visión liberal estadounidense no tendría problemas con la admisión de un estado distinto a los que ya estaban establecidos. La implantación del idioma inglés era visto más como un adelanto que como una herramienta de control que establecía la metrópoli. Aunque las teorías divergen en cuanto a cuál era la intención de los Estados Unidos con nosotros, la realidad histórica nos demuestra al menos dos hechos de esta interacción: primero, que los puertorriqueños continuaron siendo un grupo nacional y cultura completamente independiente; y, segundo: que la metrópolis nunca demostró una intención real de que la Isla fuera admitida como un estado de la Unión.

Hoy, aun lo puertorriqueños no deciden qué hacer con su estatus, lo cual ha perpetuado la colonia y nos ha llevado a una serie de vicisitudes negativas como lo son la Junta de Control Fiscal, el bipartidismo y el desarrollo de una cultura de mantengo que no deja ver a los puertorriqueños el potencial que tendrían promocionándose como un país soberano y autosustentable. 

Busto de José Celso Barbosa
Foto de Marine_69-71
CC3.0 WikiCommons

Sobre Barbosa véase la obra de Daisy Flores Fernández, Barbosa en el tiempo, s.l., s.e., 2022, cuyo prólogo lo puede leer en el siguiente artículo: El rescate de Barbosa




  

martes, 24 de mayo de 2022

El rescate de Barbosa

El rescate de Barbosa
Dr. Néstor R. Duprey Salgado

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Prólogo a Daisy Flores Fernández, Barbosa en el tiempo, s.l., s.e., 2022.

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Resulta una de las paradojas de nuestro quehacer historiográfico el hecho de que la hegemonía electoral del movimiento anexionista en Puerto Rico no haya venido acompañada de un auge creciente de trabajos dirigidos a documentar la historia de dicho movimiento. Salvo trabajos dirigidos a documentar la vida del fundador del Partido Nuevo Progresista (PNP), Luis A. Ferre, memorias de dirigentes estadistas recientes, como es el caso de Carlos Romero Barceló y Pedro Rosselló González, y referencias al movimiento estadista en trabajos generales de historia política del Siglo XX, son pocos los trabajos dirigidos a historiar el nacimiento, desarrollo y auge de dicha corriente política.

Afortunadamente, una nueva cosecha de historiadores comienza a acercarse a la historia política rescatándola del olvido posmoderno y haciendo uso de la documentación disponible recientemente digitalizada, como son las hemerotecas, brindando nuevos acercamientos y en algunos casos inéditos, sobre el anexionismo puertorriqueño, al igual que previamente había ocurrido con sus homónimos cubanos y dominicanos. En esa línea de investigación se inscriben trabajos como los de Mario Ramos Meléndez y Edwin Fragoso, así como disertaciones en vías de publicación sobre la Coalición Republicana-Socialista de 1932-1940 y el Partido Estadista Republicano (PER).

De los posibles sujetos de investigación que implica el acercamiento al movimiento estadista puertorriqueño, quizás la figura mas intimidante es el doctor José Celso Barbosa, principal fundador del Partido Republicano Puertorriqueño (PRP) en 1899 y el principal dirigente de esa corriente electoral. El “padre del movimiento estadista puertorriqueño”, como lo llaman sus herederos políticos, contó con una temprana biografía producto de la pluma del doctor Antonio S. Pedreira, destacado intelectual de la década del ’30, promovida por su hija, la doctora Pilar Barbosa del Rosario, historiadora de méritos propios. La doctora Barbosa compiló una parte de los escritos de su padre y escribió varios trabajos dirigidos a documentar el desarrollo del liderato de Barbosa.

El Barbosa cuya hija Pilar documento es uno en contraposición a la figura de Luis Muñoz Rivera, su antagonista en tiempos de España y luego bajo la dominación norteamericana, y mas aun, es uno en contraposición a la figura hegemónica del hijo de Muñoz Rivera, Luis Muñoz Marín. El énfasis en que Barbosa, y no Muñoz Rivera, es el heredero del pensamiento y la práctica  política del padre fundador del autonomismo puertorriqueño, Román Baldorioty de Castro, y el énfasis en el desarrollo de su discurso en favor de la anexión frente a la opción de la independencia y la permanencia del régimen colonial, parecen mas dirigidas a brindar en aquel momento un sustento ideológico a los herederos políticos de Barbosa frente a la hegemonía intelectual del nuevo autonomismo representado por el Partido Popular Democrático y la era de Muñoz Marín.

Hoy, haciendo uso de las nuevas herramientas metodológicas de la historiografía y sustentados en la mirada teórica que brinda la historia de las ideas como espejo donde reflejar y deconstruir los discursos políticos podemos mirar sin condicionamientos coyunturales las figuras que le toco transitar el complejo escenario del cambio de metrópoli colonial que se produjo a raíz de la invasión estadounidense de 1898 y el fin de la dominación española en Puerto Rico.

El presente trabajo de la doctora Daisy Flores Fernández se inscribe dentro de esa corriente que estudia los lideratos políticos a través de nuevas miradas y que produce nuevas interpretaciones sobre su proyecto de sociedad y las repercusiones de su accionar político dentro del contexto del Puerto Rico de principios del Siglo XX y de una relación con un Estados Unidos de América en tránsito de república a imperio.

El libro que tenemos ante nosotros, basado en su disertación doctoral conducente al grado de doctora en Historia de las Américas de la Universidad Interamericana de Puerto Rico pero ampliado para proveer fuentes adicionales a la consideración del lector, presenta la figura del doctor José Celso Barbosa en ese contexto histórico del Puerto Rico entre siglos. Transitando entre el acercamiento biográfico y la historia de las ideas, la autora nos presenta la evolución del joven bayamonés que con esfuerzo se labra un porvenir que lo lleva a ser de los primeros puertorriqueños educados en los Estados Unidos de América.

A partir de su regreso a la isla, Barbosa se insertará en las corrientes políticas mas avanzadas que actuaban dentro del limitadísimo marco de acción legal que permitía el autoritarismo colonial español. El autonomismo puertorriqueño del Siglo XIX, lejos de ser una fuerza política conservadora como era su contraparte en Cuba, representaba el ala del republicanismo liberal criollo que contrario a la facción separatista acaudillada por el Dr. Ramón Emeterio Betances había decidido continuar su lucha por un programa de modernización económica, reivindicación de las libertades democráticas y en ensanchamiento al máximo de la participación de los hijos del país en el gobierno de sus asuntos. Dentro de esa corriente del liberalismo puertorriqueño, Barbosa se identificará con el sector republicano, que defendía la sustitución del orden monárquico por una república federal que garantizase la plenitud de libertades democráticas y sustituyera el orden económico cuasi feudal por un capitalismo modernizante.

Ese proyecto republicano bajo España llevará a Barbosa a enfrentarse a los intentos de unir la lucha autonomista a la suerte política de partidos monárquicos, lo que producirá la división autonomista de 1897 y el nacimiento de la primera arquitectura bipartita del universo electoral de Puerto Rico.

Cuando se mira la figura de José Celso Barbosa, es moneda de curso común en el discurso y el ejercicio de interpretación histórica señalar una “contradicción” entre el Barbosa autonomista bajo España y el Barbosa anexionista bajo el colonialismo norteamericano. Quizás la mayor contribución de la investigación de la doctora Flores es que lejos de presentar una discontinuidad en el pensamiento de Barbosa nos muestra con evidencia suficiente como en el dirigente bayamonés se produce una continuidad republicana en su discurso y práctica política.

El proyecto político del Barbosa que presenta la doctora Daisy Flores Fernández es hacer realidad una patria regional moderna y promotora de los valores liberales de la Ilustración dentro de un sistema republicano de gobierno que promueva la descentralización del poder del estado matriz en las comunidades que lo integran. Ese será el proyecto político de José Celso Barbosa bajo España y lo será dentro de la relación con los Estados Unidos. 

En este trabajo desfilan como fuentes primarias los escritos del doctor Barbosa en la prensa, particularmente en los periódicos que fundó: El País y El Tiempo. Además, se estudia el desempeño de Barbosa como funcionario público, tanto en el Secretariado de Instrucción Pública en el gabinete autonómico de 1898 como su paso por el Consejo Ejecutivo bajo la Ley Foraker y su corta participación como senador en el primer Senado electo en 1917. Además, se estudian en este trabajo las miradas de Barbosa sobre el modelo económico y el papel del cooperativismo, la educación, el movimiento obrero y la influencia que tuvo en Barbosa su condición de masón, aspectos no suficientemente estudiados en acercamientos previos a esta figura. Entre los temas que se abordan en esta investigación, resalta además de los anteriormente señalados la relación entre Barbosa y el Partido Republicano de los Estados Unidos (GOP por “Grand Old Party) así como el acercamiento de Barbosa al tema racial.

En fin, estamos ante una investigación que rescata para el Siglo XXI la figura del doctor José Celso Barbosa y expone mediante el estudio de su quehacer político las coordenadas de su visión de sociedad dentro del contexto ideológico del liberalismo republicano del siglo XIX, más allá de su postura sobre la relación entre Puerto Rico y las metrópolis coloniales española y estadounidense, respectivamente.

El valor de una buena investigación histórica es que brinda nuevas claves de interpretación para figuras instituciones y/o procesos. No cabe duda de que esta investigación de la doctora Daisy Flores Fernández así lo hace. Pero además abre nuevas pistas de investigación para acercamientos a aspectos particulares de la figura de Barbosa, así como de otros dirigentes del anexionismo puertorriqueño.

Una de las mayores satisfacciones que he tenido como académico ha sido dirigir esta disertación doctoral que hoy ampliada se presenta para aprovechamiento de los lectores y estudiosos en general. La amiga, estudiante y colega Daisy Flores Fernández presenta al país esta nueva mirada a la figura del doctor José Celso Barbosa y estamos seguros de que la misma aportará nuevas miradas y producirá nuevas interrogantes sobre esta figura y su paso por nuestra historia. Y es precisamente de eso de lo que se trate el arte y el oficio de historiar.

martes, 9 de diciembre de 2014

Del autonomismo decimonónico al Partido Republicano Puertorriqueño

© 2014, José A. Calderón Rivera, Ph. D. (autor del prólogo)

Prólogo del libro: El Partido Autonomista Histórico, Puro u Ortodoxo su transición al Partido Republicano Puertorriqueño: 1897-1904
Hay diferentes aspectos, en el texto que presentamos con estas líneas, que merecen nuestra atención. El libro El Partido Autonomista Histórico, Puro u Ortodoxo su transición al Partido Republicano Puertorriqueño: 1897-1904 destaca temas relevantes de la historia de Puerto Rico de gran importancia para lograr un mejor entendimiento, tanto para el desarrollo de la institución política bajo estudio, como de la época y del ámbito en que ocurren los sucesos alrededor del mismo.
La transición ocurrida en el Partido Autonómico Histórico, Puro U Ortodoxo hacia el nacimiento del Partido Republicano Puertorriqueño se convierte en una especie de propuesta que se enriquece con el análisis de la atmósfera política imperante en la España de finales del siglo XIX, el autonomismo cubano y puertorriqueño, y del rol de José Celso Barbosa en ese importante momento histórico. El autor, el doctor Edwin Fragoso, explora en su investigación el marco político donde el ideal del liderato autonomista puertorriqueño luchaba por ganar espacio de representación y poder administrativo ante la vetusta metrópoli hispánica. Como parte de esa dinámica le brinda especial atención a la lucha intestina ocurrida en el Partido Autonomista Puertorriqueño, protagonizada principalmente por Luis Muñoz Rivera y José Celso Barbosa, que tuvo como producto el nacimiento del Partido Autonomista Histórico, Puro u Ortodoxo. En ese aspecto destaca Fragoso el carácter de los autonomistas “republicanos” responsables del nacimiento de una segunda franquicia autonomista en el epílogo del siglo XIX puertorriqueño.
El libro contempla una presentación biográfica e ideológica de José Celso Barbosa que se convierte en vital para entender su participación prominente en el proceso que culmina en la creación del Partido Republicano Puertorriqueño. El estudio de la persona de Barbosa es bien importante para presentar su identidad como líder político. El libro destaca dos aspectos relevantes para analizar con mayor profundidad las posturas asumidas por este líder puertorriqueño. Fragoso lo identifica como pobre y negro, condiciones que en la época representaban obstáculos de gran envergadura para cualquier criollo que deseara incursionar en el ambiente del liderato político isleño donde la clase señorial ocupaba prácticamente la hegemonía de la representación de la sociedad nuestra. Entendemos que es un acierto del texto destacar la negritud de Barbosa como aspecto de importancia en el desarrollo de su carácter y en la construcción de sus ideales políticos.
Por otro lado, hay sin duda, una preocupación constante en el libro por discutir elementos tradicionalmente ausentes en estudios de esta naturaleza. Fragoso destaca también la negritud de otros líderes tanto del Partido Autonomista Ortodoxo como del Partido Republicano Puertorriqueño. Cumple así este trabajo con hacerle justicia a un sector de nuestra sociedad que tradicionalmente ha pasado desapercibidos por nuestra historiografía de la época. Destaca igualmente la composición social de ese liderato puertorriqueño con el objetivo de incluir la contribución de representantes de los sectores pobres que se destacaron en la formación y desarrollo de estos partidos en contraposición con la corriente histórica que narra los acontecimientos, tomando como referencia a las élites compuestas por los líderes provenientes de la hegemonía de los sectores dominantes. Por ejemplo, el autor identifica como elementos de mucha importancia a miembros de la clase obrera que tuvieron un papel significativo en el liderato del liderato del Partido Autonomista Histórico; algunos de estos líderes son incluso identificados por sus nombres y oficios. El autor obviamente expresa una preocupación por darle voz a algunos representantes de los sectores subalternos de la sociedad que, aun cuando han contribuido significativamente al desarrollo de nuestra historia, se encuentran silenciados por los estudios históricos que han intentado rescatar y destacar la contribución criolla al desarrollo de nuestra identidad como pueblo.
José Celso Barbosa
Otro aspecto de gran importancia es incluir los primeros años de la experiencia de vida puertorriqueña bajo los dictámenes de la nueva metrópoli que ocupó el control de Puerto Rico a partir de 1898. Como parte de ésta dinámica ubica al nacimiento del Partido Republicano Puertorriqueño en 1899, en respuesta a la nueva realidad isleña. Esta nueva identidad política abogaba por la ciudadanía norteamericana para los puertorriqueños y su anexión a la nueva metrópoli. Como estrategia para lograr ese ideal los republicanos de Puerto Rico se incorporan al Partido Republicano Nacional de Estados Unidos; situación que contrasta Fragoso con la posición que asumió el propio Barbosa cuando se negó a establecer vínculos de afiliación con el Partido Liberal Monárquico de España, tal y como lo propuso Luis Muñoz Rivera en su casi alegórico Pacto Sagastino, en su lucha por la autonomía a finales del siglo XIX.
El análisis elaborado en el libro ayuda a entender la transición experimentada por Barbosa de líder autonomista bajo España a líder anexionista bajo Estados Unidos. Desde esa perspectiva, el autor junto a la transición experimentada por el Partido Autonomista Histórico hacia el Partido Republicano Puertorriqueño, proyecta también la transición ideológica de Barbosa. Así logra desarrollar un estudio de una identidad política que se convierte en reflejo del cambio experimentado en su máximo líder. La lectura de éste texto seguramente permitirá conjeturar sobre la posición asumida por este líder junto a otros aspectos que se presentan con la intención de estimular la siempre fértil inquietud de los interesados en el conocimiento de la historia de nuestra tierra.

Nota del editor: La obra se puede ser ordenada mediante amazon.com marcando el siguiente enlace: El Partido Autonomista Histórico, Puro u Ortodoxo su transición al Partido Republicano Puertorriqueño: 1897-1904