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jueves, 29 de junio de 2023

Actos Conmemorativos Terremoto de San Fermín: 100 años después

Actos Conmemorativos Terremoto de San Fermín:
100 Años Después
11 de octubre
1918-2018

Discurso del Presidente de la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano: Alfredo Morales Nieves, Ph.D.

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Hoy nos reunimos en este sagrado recinto cultural, El Casino de Mayagüez, bajo auspicio de su Junta Directiva, de la cual tengo el honor de formar parte desde el año de 2017, con el propósito de conmemorar el Centenario del Terremoto de San Fermín del 11 de octubre de 1918. La historia nos llama, reiteradamente, a recordar los hechos del pasado mientras nos amonesta con el dicho: Un pueblo que no sabe su historia está condenado a perecer.

En este edificio, construido luego del terremoto de 1918, y donde hubiese estructuras construidas por mayagüezanos durante el siglo XIX, en mampostería y madera, comenzará a congregarse la elite mayagüezana de esa época. Esos hombres y mujeres, forjadores de una nueva ciudad porque la suya acababa de sufrir una catástrofe, juntó a todos los mayagüezanos, indistintamente de su clase social u origen étnico, no se quedaron de brazos caídos ante el siniestro.

Si bien la ciudad de Mayagüez, como podemos constatar por fotografías y relatos de nuestros ancestros, era una joya arquitectónica de un meditado plan urbano, la ciudad que habría de levantarse emularía el espíritu mayagüezano: Nos han destruido la ciudad y minado la población huracanes, incendios, inundaciones y epidemias. Hemos sufrido el embate de una visión que cambió la cosmovisión que teníamos y ahora esto: un maremoto bañó las calles de nuestra próspera y rica ciudad mientras el sismo echó abajo el arduo trabajo de todos. Congregados, pues, en la década de los veinte en estos salones que hoy ocupamos, decíamos, los mayagüezanos, aquellos que nacieron en sus hospitales o casas o esos que llegamos a la ciudad como hijos de mayagüezanos nacidos en otros pagos o inmigrantes de otros países y otras lenguas, La fortaleza de nuestro espíritu está en nuestro ánimo y en nuestro carácter. Somos mayagüezanos y ante las inclemencias del tiempo y de la Naturaleza habremos de seguir habitando esta maravillosa zona llena de pantanos, bosques, ríos, riachuelos, caños y una apacible bahía bajo el cenit de un cielo de hermosos matices azules y frescas brisas antillanas.

De esa manera, de cara al cambio, de cara a la invención de nuevas maneras y nuevos pensamientos, Mayagüez volvió a sentar cátedra de prosperidad y apertura al futuro. Hemos aprendido a construir una vida basada en las ideas del mañana, los inventos de hoy y la idiosincrasia que heredamos de nuestros ancestros.

Así las cosas, y contra viento y marea, contra otros que intentaron que esta Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano, cuyo máximo ideal es la preservación de la memoria histórica y del patrimonio mayagüezano, aun, repito, cuando las autoridades, o quienes intentan representarla, pusieron estorbo, escollos y tropiezos en nuestro camino, quiso, precisamente la adversidad ante la Solemne Conmemoración, que nos reuniéramos en el lugar de encuentro de los mayagüezanos de 1918, en la Plaza Almirante Cristóbal Colón, y luego a disertar sobre el pensamiento y la cultura en este sagrado recinto, el más antiguo centro socio cultural de Puerto Rico establecido en 1874 y debiera mudarse a estos salones luego de que el antiguo edificio del Casino de Mayagüez se derrumbara por el terremoto de hace hoy, precisamente, cien años.

Aquellos que estamos congregados aquí hoy celebramos con amor y orgullo nuestro carácter y espíritu. Hemos conocido la adversidad ante la catástrofe del Huracán María hace poco más de un año, el 20 de septiembre de 2017.  Hoy, en nuestro proceso de recuperación, agradecemos a nuestros ancestros por haberse levantado de las ruinas del terremoto para construirnos una hermosa ciudad. Mayagüez presenta hoy día un cuadro desolador, no por terremotos ni huracanes, sino por el descuido de sus carreteras, sus jardines y parques, así como las cunetas, espacios públicos y áreas en general. Nuestra ciudad se ve sucia, descuidada. Sus antiguos edificios están abandonados y son echados abajo por la mano del hombre. Nos corresponde dejar de quejarnos, dejar de señalar o requerirle al otro que haga algo. La historia nos ha mostrado la grandeza del pasado. Nos corresponde dejar por herencia la grandeza de nuestro presente.

Salud a todos, salud a la ciudad de Mayagüez y que nuestras manos construyan para nuestros descendientes la más hermosa de todas las Sultanas del Oeste.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Prólogo a El Judío Mayagüezano: Vida y obra de Luis Bravo Pardo

Prólogo a El Judío Mayagüezano: Vida y obra de Luis Bravo Pardo
Pablo L. Crespo Vargas

La aportación de los judíos al acervo cultural e histórico puertorriqueño es uno de los temas de la microhistoria que más están llamando la atención en los últimos años. La publicación de Los judíos en Puerto Rico por el Museo de San Juan en 2005, aunque con varios años realizando exposiciones relacionadas al tema, y la publicación de El Tallit escondido: la presencia sefardita en Puerto Rico, por Ana Alicea en 2017, fueron esenciales para que diversos interesados en el tema y en los estudios genealógicos comenzaran a buscar sus raíces judías y la aportación de sus ascendentes a nuestro desarrollo como sociedad.

La historia del pueblo israelita es una fascinante y llena de eventos donde se demuestra la tenacidad de este grupo étnico en sobrevivir en unos ambientes hostiles y de persecución. El estigma dentro del mundo cristiano hacia los judíos, producto de la creencia arraigada en occidente de que fueron los culpables de la muerte de Jesucristo y no los romanos (como reseñan varios historiadores contemporáneos), provocó que surgieran cientos de persecuciones a través de toda Europa. La más famosa y sangrienta ocurrió en el siglo XX, cuando se promueve de manera estatal el genocidio de este grupo en la Alemania nazi, entre 1933 a 1945. Sin embargo, los judíos son perseguidos y masacrados sistemáticamente desde la entrada del poder romano en la región del actual Israel para el año 63 a.C.

En la Europa medieval los judíos fueron expulsados de diversos países o regiones tales como los principados alemanes (1159, 1348, 1510, 1551), Francia (1182, 1306, 1321, 1394), Inglaterra (1290), Hungría (1349, 1360), Austria (1421), Provenza (1430), Castilla y Aragón (1492), Portugal (1497), entre otros. Las masacres y persecuciones ocurrían por periodos. Lo curioso de todo esto era que mientras que eran perseguidos por la población en general, quienes respondían a los llamados de la nobleza, los reyes y oficiales reales los utilizaban como fuentes de financiamiento a sus políticas gubernamentales. Para muchos estudiosos, el poder financiero de los judíos no tenía comparación, situación que llevó a la envidia y al maltrato de otros súbditos hacia ellos.

En la era moderna (siglos XVI a XVIII), la situación de los judíos no mejoró, aunque pudieron establecer diversas comunidades en distintas partes de Europa, siendo el reino de Polonia una de las áreas donde mayores libertades tuvieron. Con la Revolución Francesa, los judíos comenzaron a obtener derechos ciudadanos en diversos países. Ya en 1871, la mayoría de las naciones europeas, con la excepción del Imperio Ruso, habían acogido a la población de origen judío como parte de su ciudadanía. Por un lado, obtuvieron los derechos que por mérito propio se merecían, por el otro lado, surgió un sentimiento en contra de ellos que fue llamado antisemitismo.

El antisemitismo era justificado con teorías absurdas tales como que los judíos eran una raza inferior. Por ello, los judíos fueron nuevamente perseguidos, acción que entre 1855 a 1938 provocó nuevas oleadas migratorias que llevaron a cientos de miles de familias a buscar refugio en el Nuevo Mundo, Sudáfrica y hasta en Tierra Santa. Este último destino fue promovido por Theodor Herzl, húngaro de origen judío, fundador del sionismo político moderno, quien argumentaba que la única forma de darle estabilidad y seguridad a los judíos era creando su propia nación, lo cual ocurrió en 1948.

La grandiosidad de las obras y actividades en la que los judíos se han destacado puede ser medida en diversas maneras. Una de ellas es ver la gran cantidad de premios Nóbel adjudicados a este grupo poblacional. Se estima que sobre el 20% de los individuos premiados son de origen judío. Esto contrasta con su relación demográfica a la población mundial, la cual está en cerca del 0.2%. Estos datos nos permiten ver como los judíos demuestran una capacidad de adaptación en la mayoría de las situaciones a las que se enfrentan. Un excelente ejemplo de lo antes mencionado es la vida y obra de don Luis Bravo Pardo, biografía redactada por el profesor Héctor Bravo Vick.

Bravo Vick es bisnieto del biografiado y fue profesor y decano de la facultad de administración comercial de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez. Es autor de otras obras tales como El supervisor efectivo en Puerto Rico (2006) y La Casa Amarilla de amor y de lágrimas (2016). Su amor por conocer la genealogía de su familia y la curiosidad de poder entender sus raíces lo llevaron a investigar y publicar esta obra.

Aunque, de entrada, el trabajo parece ser uno enmarcado en el estudio biográfico, también incluye metodología de la llamada microhistoria y presenta aportaciones muy valiosas en la llamada historia global. Esto último al examinar la trayectoria de don Luis Bravo Pardo se puede trazar su relación con los cambios geopolíticos que se estaban dando a finales del siglo XIX y principios del XX, a la vez que se incluye una visión de cómo fue el recorrido histórico del pueblo judío personificado en nuestro protagonista.

Un ejemplo de los cambios históricos a los que Bravo Pardo estuvo expuesto fue el ocurrido en la ciudad de Altona y que muy bien presenta el autor de la biografía. Don Luis Bravo Pardo nació en esta ciudad en 1836, que en ese momento era parte del Reino de Dinamarca. Altona surge como un poblado del condado alemán de Holstein-Pinneberg en 1535-1537. En 1640, dado a que la línea de sucesión del condado desaparece, los monarcas daneses reclaman el territorio y la ciudad. Desde ese momento hasta la Guerra de los Ducados en 1864, donde Dinamarca se enfrentó y fue derrotada por una coalición de estados alemanes dirigidos por Prusia y Austria, la ciudad pasó a manos de Prusia que, en 1871, crea el Imperio Alemán. En 1938, la ciudad de Altona es integrada a Hamburgo como uno de sus distritos.

Regresando a la obra, el autor Bravo Vick redactó un escrito biográfico donde presenta dos aspectos fundamentales para entender la vida del biografiado: el trasfondo histórico donde se desarrolló y los hechos que marcaron su existencia. El trasfondo lo tituló “Antecedentes históricos” y en él dedicó cuatro subtemas muy apremiantes en este relato: historia del pueblo judío, los sefarditas, genealogía de la familia Bravo Pardo e historia de Mayagüez. El segundo apartado es titulado “El judío mayagüezano: vida y obra de Luis Bravo Pardo” y se subdivide en orígenes, educación, vida familiar, labor comercial, labor política, filantrópica y sociocultural.

En fin, la obra es una aportación no solamente a la historia familiar de los Bravo Pardo, sino que contribuye a la historiografía mayagüezana y puertorriqueña, presentando las aportaciones de un judío que es ejemplo de la trayectoria de su pueblo, a la vez que nos lleva a entender la tenacidad con la que un individuo puede afrontar las vicisitudes que la vida le da y aun demostrar que se puede ser exitoso promoviendo prosperidad y siendo ejemplo a toda la comunidad.  

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lunes, 5 de agosto de 2019

Prólogo a El muerto, drama en un acto: ¿Quién me mató?


Prólogo a El muerto, drama en un acto: ¿Quién me mató?
Por Alfredo Morales Nieves

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El drama El muerto nació de la adaptación teatral de la novela del mismo nombre que fuera escrita entre los años 2013 y 2014. La escritura de la novela comenzó en la Hacienda La Cuzca en la ciudad de Pilar, al noroeste de la provincia de Buenos Aires, Argentina, en 2011. Fue culminada en el Barrio Algarrobo de Mayagüez, en Alturas de Mayagüez, en el mes de enero de 2014. Se terminó de escribir cuando ya los artistas ensayaban el libreto de la Adaptación teatral El muerto, escrita en diciembre de 2013.

En el año 2019, y a raíz de la mi elección como Presidente de El Casino de Mayagüez, Inc., la institución sociocultural más antigua de Puerto Rico fundada en 1874, decidí escribir el drama El muerto, una vez más, a solicitud. La novela había sido escrita a petición de mis estudiantes a raíz de un hecho sobrenatural en el Edificio Sánchez Hidalgo 204, y por mi mamá, Hilda Nieves Cruz, quien me pidiera, antes de fallecer, que no dejara de escribir.

La puesta en escena surgió de la solicitud/sugerencia de la lectora Syrita López, hoy Vda. de Charana. Una vez completadas la novela y la adaptación teatral, se presentó la novela en los teatros Yagüez y Tapia, con dos semanas de diferencia, mediante la adaptación dramática.

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Fue así como, en el año 2019, y a solicitud de Jackie García Morales, miembro de la Junta de Directores de El Casino de Mayagüez, comencé la puesta en escena de El muerto.  Una vez más ensayábamos sin tener el drama terminado ni haber pasado de adaptación a drama. Luego de haber ensayado varias veces, invité a los artistas que se habían reincorporado s la producción de 2019 a que opinaran sobre el drama y, una vez escrito y finalizado, a que sugirieran qué era necesario hacer para su final dramático. Destacó, entre ellos Juan Derieux, quien opinó que los monólogos iniciales restaban al impacto dramático. Ante la necesidad de retener su enlace con la novela, de donde surge, y el personaje central y su historia, quien suscribe determinó dejar las escenas, pero añadir hacia el final parlamentos y personajes que fortalecieran el elemento dramático.

Terminado el drama, se completó el elenco al que se le dedican, junto a los elencos anteriores, la obra dramática El muerto, la historia de Luis Báez, joven veinteañero asesinado en la Calle Méndez Vigo de Mayagüez al cierre de una época: ni la invasión estadounidense, ni los huracanes ni el Gran Terremoto habían cambiado la idiosincrasia de esta pequeña urbe antillana cargada de prejuicios, rica y próspera, que alternaba los ritmos franceses con los hispanos al son de ritmos africanos, todos los cuales se escuchaban a la distancia según fuera el caso. Húmeda, a orillas del mar y de la cordillera, la ciudad de Mayagüez fue el hogar de Luis, el muerto, quien habrá de tomar una decisión al momento de ser asesinado frente al Teatro Francés, donde vivía, y que habrá de determinar más de un siglo de andanzas por las calles de Mayagüez en su intento de descubrir quién lo mató.

La historia, a su vez, antecede a la segunda novela en curso, cuyo valor histórico radica en darle voz a los barrios marginales de Mayagüez, quienes, de cara al casco urbano de la elegante y próspera ciudad destruida por el terremoto, iban estrangulando el intento de sus clases dominantes de convertir a la Ciudad de las Aguas Puras en una urbe europea, al quedar su idiosincrasia transformada de manera tal que Mayagüez completara el desarrollo de Puerto Rico como nación. Conocer a Mayagüez es conocer a Puerto Rico. Entenderla, para amarla, es el paso final para entender la idiosincrasia del muy antillano pueblo puertorriqueño. Desde Mayagüez han cantado las voces del país a la libertad y la emancipación. Desde el oeste insular, donde terminan las aguas que vienen del este en bosques y montañas que se precipitan al mar, el caribeño archipiélago de islas encuentra una nomenclatura muy difícil de descifrar, sino es con el sabor de sus aguas de manantiales, el olor salitroso a montaña, su húmedo calor tropical y el verde que inunda la mirada a través de sus bosques tropicales. Acá nace y muere la palabra. Desde acá cantan las voces para ponerle punto final a las gestas del país. Y cuando se desanda, como lo hace el personaje central, las voces indígenas cantan, sus maldiciones se hacen verdad, la negritud de la ciudad se estremece al son de los tambores, y los pisos de los elegantes salones de El Casino de Mayagüez y las baldosas mayagüezanas de sus muy mayagüezanas residencias, criollas o no, cantan también al movimiento de los pies, descalzos o calzados, de todos los mayagüezanos que al son del baile, del ritmo y cadencia de sus palabras, ha declarado que ancló en alma en su puerto, para no ser el mismo jamás.


jueves, 2 de junio de 2016

La Casa Amarilla o la resurrección de una calle



La Casa Amarilla o la resurrección de una calle
 Por
Alfredo Morales Nieves
Presidente de la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano

Nota del editor: La Casa Amarilla de Amor y Lágrimas será presentada el viernes 24 de junio a las 7:00pm en la Casa Azul (antiguamente amarilla), ubicada en la Calle Méndez Vigo Playa, Mayagüez. El libro puede ser adquirido esa noche o puede ser pedido por amazon al enlace que está debajo de la portada.
 
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El placer de la lectura de la obra que tenemos en nuestras manos es mayor cuando sabemos el esfuerzo y tesón que puso su autor en el desarrollo de la misma. Leer este regalo histórico dedicado a seres queridos, a afectos que nacen y surgen con la obra, y al poderoso recurso que se llama la memoria para contar, es un placer en sí mismo. La famosa Calle Méndez Vigo, loada en revistas alemanas, españolas y estadounidenses, reconocida por ser reflejo de un momento histórico impresionante en La Sultana del Oeste, revive entre nostalgias, sueños del pasado, historias no contadas, emociones de familia, el deseo intenso del autor por contarla y compartirla y, muy en especial, por la contribución a la reconstrucción de la memoria colectiva de la ciudad de Mayagüez.

Bravo Vick nos regala unas memorias que, convertidas en ficción en su ideario literario, desde lo más profundo de su alma, añaden a nuestra literatura mayagüezana un texto que recrea los primeros 30 años del siglo XX mayagüezano. En este se recogen las memorias de una distinguida familia, así como la historia de una residencia. Esta casa, llamada por el autor la Casa Amarilla, hoy llamada la Casa Azul, ha sobrevivido a los embates del tiempo, un maremoto, huracanes y, en una escala mayor, la mano del hombre que, inmisericorde, destruyó la belleza de las residencias de la Calle Méndez Vigo durante el siglo XX y, con ello, joyas arquitectónicas que eran patrimonio de nuestra ciudad. Sin ellas Mayagüez ha quedado desnuda en su costa, en su arteria principal, vacía y en llanto. Bravo Vick, nos permite recrear los más hermosos e íntimos momentos de la Calle Méndez Vigo en la figura, y personificación, de la Casa Amarilla.

El texto comienza con un excelente recuento del trasfondo histórico de lo que fue la occidental ciudad antillana de Mayagüez en la isla de Puerto Rico. Este recuento es, a su vez, un lamento a la poca visión de los administradores de la ciudad y los habitantes, por no preservar la belleza arquitectónica ni el valor histórico de este sector de la ciudad, no solo por su potencial económico a través del turismo, sino por el significado para el país y la historia de Mayagüez, el esfuerzo y trabajo de muchos de sus hijos y el empleo del dinero personal en establecer propiedades dignas de una digna ciudad, hoy todo destruido.

La introducción termina como una apología y un llamado a la conciencia colectiva a mantener en pie lo poco que nos queda. Enumera el autor algunos edificios icónicos, entre muchos más humildes, por lo representativo de nuestra idiosincrasia y nuestro acervo cultural. Bravo Vick se convierte, de esta manera, en un portavoz de la ciudad que yace agónica en medio de una crisis nacional. Esta voz, conocedora de su historia y de su economía, señala, apuntala, casi ordena en súplica, hacia una visión que permita rescatar nuestro perfil urbano, sino por su valor artístico, humano y espiritual, como debiera ser, por el potencial económico que significaría para la ciudad. Esta postura, como bien señala en su introducción, es la que ha movido a un grupo de ciudadanos, más de 4,000, a través de las redes sociales en la Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano, a reclamarle a las autoridades y a la ciudadanía a no destruir, sino conservar, el patrimonio histórico. Bravo Vick aporta a este esfuerzo con la Casa Amarilla.

La descripción de la Casa Amarilla, con a mayúscula porque es el nombre propio que le da el autor, es una joya descriptiva de alto valor histórico. Describe, y nos remonta, con características fotográficas a las antiguas casas de nuestra ciudad, sus costumbres y su mobiliario, así como la espléndida arquitectura de la casa de sus ancestros. Además, añade con mucho amor y sensibilidad el apego de las partes de la casa a las tradiciones de la familia, como lo es el antiguo recibidor convertido en sala de tertulias para hombres. Es así como estas memorias se convierten en crónicas históricas a través de las cuales podemos recrear, ficcionalmente, en qué consistían las actividades sociales y culturales de la clase alta mayagüezana. Tal y como narrara el español Benito Pérez Galdós en su descripción de la vida del Madrid finisecular, Bravo Vick nos va llevando de la mano de la familia de sus ancestros a la de otros mayagüezanos reconocidos y cuyos apellidos, contribución al crecimiento económico y cultural de la ciudad, así como el patrimonio que nos legaron, nos es muy familiar. En La Casa Amarilla reviven y perduran las tradiciones y costumbres mayagüezanas, eternizándolas.

De particular interés es la historia del abuelo y, en su entorno, la historia de la Calle Comercio, los grupos sociales que habitaban La Marina Septentrional, así como el deceso del patriarca de la familia y, por ende, la forma de enlutar. De amor y de lágrimas, es la otra parte del título de estas memorias, y es aquí donde se van contando las pérdidas, con los entierros y el luto, y los nacimientos, con las personalidades y logros de cada niño que nace en la Casa Amarilla. Mientras esto va ocurriendo, descubrimos costumbres, gustos, deportes, así como la educación de las clases más privilegiadas que constituían al Mayagüez de principios de siglo XX. Este acceso a la intimidad de una familia, es una de las grandes contribuciones de Bravo Vick, quien es un precursor en este sentido en las letras de Mayagüez, en especial por permitirnos entrar a la intimidad de las familias de la Calle Méndez Vigo.

Entre sus aciertos, además, citamos este párrafo que nos llama la atención porque, mientras relata la historia de su familia, nos acuerda que los espacios públicos nos son lugar de encuentro y su destrucción, de alguna manera, aniquila la aportación de una sociedad al crecimiento, riqueza y fortalecimiento de la generación a la cual entregamos nuestro trabajo, en especial si este es destruido por quienes lo heredan. Leamos:

La Academia de la Inmaculada Concepción es parte de la historia de Mayagüez. Fue la primera institución privada y católica establecida después del cambio de soberanía, aunque luego del terremoto del 1918, el muy conocido arquitecto Francisco Porrata Doria la rediseña, construyéndose una nueva en 1922. De estilo sobrio, sencillo y muy práctico, albergó a los estudiantes de dicho plantel por más de setenta años. Estaba localizada entre la Calle Méndez Vigo y la Calle Río en el mismo centro del pueblo. Allí estudiaron mis tías, mi madre y un porciento significativo de la población mayagüezana, incluyéndome a mí. No importó la historia, no importó su estructura ni el prestigio del diseñador. Los Padres Redentoristas la vendieron para construir otra escuela a las afueras de Mayagüez y la edificación también fue eliminada. Hoy, solo queda un lote con piso de cemento que es utilizado como estacionamiento.

Bravo Vick rescata su historia familiar con el privilegio de saber que la casa que le vio nacer aún existe, no así la Academia Inmaculada Concepción, cuya destrucción es una página negra en la historia de la ciudad de Mayagüez y quienes lo permitieron. No importó su contribución histórica a la educación de Puerto Rico al ser fundadora de los primeros comedores escolares en Puerto Rico, y el hambre que mitigaría para muchos niños, ni importó el nombre del arquitecto, mucho menos el resultado de tan encomiable educación y la aportación, de esta manera, al bien social. El edificio fue destruido mientras sus exalumnos lloraban en la calle viéndola convertirse en brea.

Preservar la memoria colectiva e individual de Mayagüez nos permite, además, degustar tal y como lo hacía la familia de la Casa Amarilla. La intimidad de las memorias nos regala a los mayagüezanos unas recetas que nos remontan a las artes culinarias del pasado y al paladar de esta familia.

La otra receta de buches de la Casa Amarilla y original de la tía Malen, según visto en la libreta de recetas, tenía la peculiaridad de que todos sus ingredientes tenían que ser blancos: leche de almendras, almendras picadas, aceite de oliva, ajo, cebolla, vino blanco y algo de agua.

A las piezas musicales, los gustos personales, la decoración de la casa, se suman las fiestas y celebraciones y, con ello, la gastronomía, lo cual permite remontarse a la fundación de la casa y disfrutar de las fiestas de la ciudad desde el hogar del autor, lo que le da paso a señalar la importancia de la gastronomía mayagüezana en el paladar puertorriqueño, en especial por la influencia de las empresas de Franco y La Ricómini en Mayagüez y el desarrollo de un arte y un comercio únicos en esta ciudad, de origen español y francés. En los años en que se fundara la Casa Amarilla y fuera naciendo la prole, Mayagüez se convirtió en La Capital Mundial del Ron, como bien señala Bravo Vick. Licores y cordiales, postres y platos aderezados ricamente, enaltecían la mesa de la próspera ciudad portuaria.

La emotiva descripción del fallecimiento de la abuela es, además de rico en sentimientos y en imágenes que evocan la pérdida de la abuela del autor, un retorno a las costumbres mayagüezanas al momento de cuidar a los enfermos, velar a quienes fallecen, despedirlos y enlutarlos. Esa escena está descrita con tan peculiar cuidado que nos identifica con el dolor de la familia, la pérdida del idílico mundo de la Calle Méndez Vigo y lo efímero de las maravillosas vivencias que nutren a una familia, para luego despedirlas con el más profundo duelo y con lastimosas lágrimas.

Se suman al recuento histórico las retretas llevadas a cabo en La Correccional en Guanajibo y en el Parque Suau, así como los juegos florales y los carnavales que tanta fama le dieron a la ciudad de Mayagüez, por su esplendor y buen gusto.

La boda de la tía Yiya, la prohibición de un entierro desde el altar de la Iglesia del Carmen en la Playa de Mayagüez, en la Calle Méndez Vigo, ilustran, por demás, eventos sociales de la ciudad, así como sus prejuicios. Todo aparece, sutil e intensamente contado, como si en la memoria las deslealtades y las bondades cohabitaran para siempre en el recuerdo de lo que fue. Estos recuerdos se narran con veracidad y acierto.

Las memorias de Bravo Vick concluyen con un recuento de la vida de los personajes principales, sus ejecutorias y sus contribuciones al bienestar de la ciudad de Mayagüez y del pueblo de Puerto Rico. Es muy acertado, entre otros, la manera en que honra el trabajo de sus ancestros, mayagüezanos, al detallar los pormenores del panteón de la Familia Bravo, en el Cementerio Viejo de Mayagüez. El proceso histórico del nacimiento y fallecimiento del patriarca de la familia, así como el de sus ancestros y descendientes, y la función de la tumba familiar, enaltecen el trabajo llevado a cabo por las manos de estos mayagüezanos y la contribución, volvemos a señalar, de esta familia al bienestar social, cultural, económico y espiritual de la ciudad.

Edificios icónicos, personajes históricos como José De Diego, y otros de menos promoción histórica, pero de vital importancia para la sociedad mayagüezana del siglo XX, renacen, viven y mueren frente a nuestros ojos, como si viéramos un pequeño filme documental sobre esta familia.

La Sociedad Protectora del Patrimonio Mayagüezano, y su Junta Editorial, se honran en presentar en estas memorias el carácter de los mayagüezanos quienes, contra viento y marea, han sobrevivido a los embates que han castigado a la ciudad y sus habitantes.  En una de sus anotaciones finales, el autor expresa casi poéticamente la partida de la casa que viera nacer a los hijos del matrimonio Bravo Torruella.

Cuando sembraron la madreselva en la Casa Amarilla, que crece fuerte y se adhiere con furia y tesón, que siempre trepándose va, así mismo sembraron la semilla de los ocho hijos nacidos en ella. Fueron criados con coraje y valentía, pero también con mucho amor, pasión y ternura. De la madre sacaron la ternura y la ilusión, de los genes Bravo y de los de Pardo, el estoicismo, la fortaleza y el tesón.

Tuvieron que abandonar la cuna, el jardín, la flor, las rosas y las violetas, los recuerdos. Sin embargo, la semilla madreselva, la semilla germinada, esa solo se la quita Dios. Así fue, solo se las quitó cuando los llamó. El amor y el dolor son uno, el que más los unió.

El día en que partieron finalmente los hijos de la residencia Bravo Torruella, ante la muerte del padre y los subsecuentes problemas económicos, se cerró un capítulo en la historia de la Casa Amarilla. El cierre significó su muerte, pero no su desaparición. Quisieron el tiempo y las circunstancias que la Casa Amarilla, hoy la Casa Azul, no desapareciera, como tantas otras joyas arquitectónicas de la Calle Méndez Vigo, ni como tantos edificios de la Sultana del Oeste. Las memorias de Bravo Vick enaltecen nuestro pasado, nos permiten conservar la memoria individual y colectiva y reviven la Casa Amarilla a través de las palabras. 

Esperemos que estas memorias sean el comienzo de muchas otras y que Mayagüez pueda recontar su pasado desde la intimidad, desde el corazón de las familias mayagüezanas, con el mismo tesón e intensidad con el cual el autor recopiló datos, juntó experiencias de familia, documentó sentimientos y expuso vivencias. De esa manera, las madreselvas, alelíes, azáleas y rosales de los jardines de las casas de nuestros ancestros contarán nuevas historias para enriquecer el presente y dejar un legado para generaciones futuras de mayagüezanos. Así honraremos el pasado y forjaremos un nuevo e ilustre amanecer para Mayagüez.


martes, 10 de mayo de 2016

Presentación del poemario: Desde las puertas de mi casa



Presentación del poemario: Desde las puertas de mi casa
Por Cybell Batista Baco

Nota del editor: Escrito preparado por la prof. Batista para la presentación del poemario de Alfredo Morales Nieves, "Desde las puertas de mi casa" realizada el 18 de abril de 2016 en el Casino de Mayagüez.

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Nos encontramos hoy ante la presentación de esta obra mayagüezana. Un tributo a los mayagüezanos que ya no existen, los que estamos y lo que están por nacer. Es un honor poder expresar mis impresiones del poemario, compartir mi experiencia al sumergirme en sus palabras. No podía ser otra noche como la de hoy, dónde se rinde tributo a un gran poeta, residente de Mayagüez quien al igual que Alfredo caminó las calles del pueblo, nuestro José de Diego.

Este poemario estuvo guardado durante 20 años, ya el poeta nos explicará las razones. Pienso que todo tiene su tiempo, todo ocurre en el momento preciso, sin dudas. Cuando llega a mis manos para descubrirlo, esperaba leer sentimientos del autor sin más, expresiones y vivencias del otro. Pero no fue así, quizás porque soy mayagüezana, porque también caminé las calles que evoca el texto, porque me vi de niña caminando junto a mi madre, escuchando sus memorias. Contándome sobre los teatros, la escuela superior, las tiendas, los edificios. Al igual que su autor he visto el derrumbe de edificios históricos, casas, y con ello el derrumbe de nuestra historia.

Mientras se lee nos vamos adentrando en las calles, la eternidad de la ciudad. Las calles, testigos mudos y fríos para algunos, pero vivos y reveladores para otros. Me veo caminando junto a Alfredo el niño, siendo niña también al leer sus versos. La infancia es el lugar de la memoria y el mito. Cortázar define la infancia como el momento en que se encuentra las cosas que nos asombran siempre. Es el mundo donde el escritor puede habitar por momentos y hacer lo que no podía hacer desde niño: entender.

El poema Paris me lleva a las puertas de la casa de mis abuelos en la calle Dr. Escabi, punto de reunión familiar, donde jugaba con mis primos, donde veía las fotografías de mi madre y sus hermanas. Mientras escuchaba anécdotas de su juventud, me contaban del teatro Riera, de la vida social, el desarrollo económico que florecía en ese tiempo. Lo veía escapar como la gaviota del poema, decir adiós nos cuesta, duele. El Ensanche Martínez me hizo reflexionar acerca de la vida universitaria, son miles los estudiantes que habitan nuestro pueblo todos los años, Mayagüez no puede desprenderse de los estudiantes. Nuestros huéspedes salen de la ciudad, pero la ciudad siempre se queda en ellos. Las Puertas mayagüezanas nos presentan la estampa emigratoria que siempre aportó a nuestro pueblo, recibimos seres humanos de distintos entornos culturales y los hacemos nuestros. La cubana, la madrileña, vecinas incondicionales que merecen ser recordadas. Lamento la pérdida de muchas estructuras, edificios impresionantes, de valor incalculable derribados sin piedad, sin valorizarlos. Ya no podemos reconstruirlos, pero está en nuestras manos conservar lo que nos queda.

Este texto nos abre las puertas a la intimidad del autor y de la ciudad, transmite su espíritu, su esencia. Las imágenes nos ayudan a valorar el tiempo, la ciudad perdida, nos traslada a la época y nos hace testigos de su historia. Se inmortaliza, se congela para siempre las camas de pilares, las lluvias y truenos de las tardes mayagüezanas. Antes del terremoto y luego del terremoto nuestra ciudad evidencia su metamorfosis. Combinar las palabras con la fotografía conspira para la intelección de los lectores. Excelente recurso poético.

Invita a la conservación, al rescate del pueblo. Urge protección, protección que se merece como patrimonio cultural. Cada casa, cada balcón, cada rincón merece un respeto. Pues en cada lugar se narra la vida de nuestros ancestros, cada casa derrumbada o abandonada borra nuestra historia, en el poemario se describe un Mayagüez desangrado, herido a muerte. Nos toca rescatarlo, nos toca demandar su conservación. Esta es la razón del poemario dar a conocer el valor histórico y cultural de nuestro Mayagüez porque no se puede apreciar lo que no se conoce.