jueves, 22 de diciembre de 2022

Invitación a un Réquiem doloroso para una patria atolondrada

Invitación a un Réquiem doloroso para una patria atolondrada
Félix M. Cruz Jusino

Los puertorriqueños vivimos enamorados de nuestro país. Reconocemos los problemas que nos aquejan, concienciamos las limitaciones que nos imponen el coloniaje, aun así, defendemos nuestro derecho a existir como nación.

Réquiem doloroso para una patria atolondrada es un canto de libertad. Un llamado a valorar la Patria y a enfrentar valerosamente las problemáticas que nos aquejan.

Es mi percepción esperanzadora de que a pesar de aquellos que se avergüenzan de nuestro acervo y nuestra nacionalidad, se está gestando una nueva generación de guerreros dispuestos a irse de guasábara para defender el guanín que todo boricua lleva grabado en su alma.

Somos y seremos puertorriqueños. Ese es nuestro derecho y lo único que es verdaderamente nuestro. En el grado en que nos sintamos orgullosos de ser puertorriqueños, nos liberaremos de los males sociales que nos aquejan, que no son otra cosa que reflejo de la mediocridad hedonista y consumista en que nos han sumergido aquellos esbirros que manipulan el país para los amos del norte.

La igualdad libertaria es la única senda que nos queda por recorrer. La Patria se sacude del yugo de la mentira y se apresta a vestir su monoestrellada para gloria y honra de sus hijos. Estamos en la recta final. Ahora todo depende de lo que decidamos hacer los puertorriqueños para concluir el servilismo colonial.

Te convido a degustar de una poesía comprometida con la Patria, la libertad y el cambio social. ¡Te invito a ser libre! ¿Te atreves?

 

lunes, 12 de diciembre de 2022

La cultura y el ICP en sus 65º aniversario

La cultura y el ICP en sus 65º aniversario
Pablo L. Crespo Vargas

Nota editorial: Artículo publicado el 20 de junio de 2020 en El Post Antillano.

Interior del antiguo Asilo de Beneficencia, Sede del ICP en la actualidad. Foto del 12 de diciembre de 2022. 

El 20 de junio de 2020, el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) celebró su aniversario 65 en medio de una pandemia que nos ha trastocado a todos y que ha cambiado la manera en que esta institución promueve la cultura puertorriqueña.

El ICP fue establecido por la Asamblea Legislativa de Puerto Rico en verano de 1955. La iniciativa del proyecto, que facultaba la creación de una institución dedicada a la cultura, provino desde la oficina del entonces gobernador Luis Muñoz Marín. En la Legislatura fue radicado por el licenciado Ernesto Ramos Antonini y uno de sus mayores defensores fue el representante Jorge Font Saldaña.

Las razones que se presentaron a favor de esta medida argüían la necesidad de contrarrestar mediante un mecanismo institucionalizado las ideas propagandistas en contra de la cultura puertorriqueña y dedicadas a promulgar que los símbolos y las costumbres autóctonas eran de menor grado, de poca importancia o que no tenían valor alguno. Para los que apoyaban la imposición de una representación cultura norteamericana, ya que supuestamente figuraba progreso, la idiosincrasia puertorriqueña era vista como un asunto arcaico que debía ser erradicado. Este tipo de mentalidad, en algunos individuos, era producto de una sociedad invadida que menospreciaba sus valores y que exaltaba cualquier representación extranjera por encima de la suya. Hoy día, aún existen voces que desearían erradicar las expresiones que nos representan como pueblo; sin embargo, esto lo que demuestra es la falta de entendimiento de cómo se desarrolla la cultura.  

La cultura, como ente vivo, es uno cambiante, diverso e interactivo. Su manifestación es multifacética y se nutre de muchos elementos, tanto internos como externos. La cultura puede ser vista como la producción colectiva de una sociedad que crea símbolos con significados específicos que son transmitidos a través del tiempo. El apreciar una cultura superior a otra, al igual que creer que grupos étnicos o raciales pueden diferenciarse entre superiores e inferiores son indicativos de una mentalidad retrógrada y promovida por mentalidades prejuiciadas que no aportan positivamente y que aún descansan sus ideas de superioridad en pensamientos dirigidos, en su momento histórico, por grupos de poder que justificaba de ese modo sus procesos de conquista y colonización.

La cultura debe ser vista como un elemento unificador de un pueblo que se identifica así mismo ante las vicisitudes que enfrenta a diario para crear en un proceso evolutivo una manera de vida.

El Instituto de Cultura Puertorriqueña, como institución, también ha evolucionado, llevando la promoción cultural a facetas no imaginadas al momento de su fundación y promoviendo nuestro acervo cultural con una diversidad de programas de suma importancia como son Apoyo a las Artes, el Archivo General, Arqueología, Artes Escénicos y Musical, Artes Plásticas y Colecciones, Artes Populares, Biblioteca Nacional, Editorial, Museos y Parques, Patrimonio Edificado, Archivo Virtual, Campechada, entre otros. En la actualidad, el uso de la tecnología y las limitaciones dadas por el Covid-19 y las limitaciones presupuestarias llevan a esta institución a reinventarse y a desarrollar nuevas formas de realizar su misión.

La misión fundamental del Instituto de Cultura Puertorriqueña es investigar, conservar, promover y divulgar la cultura puertorriqueña; cultura, como ya mencioné, que es diversa y compleja. A esto se suma un enfoque dirigido a preservar y exponer, tanto a nivel local como internacional, los talentos culturales, exportando y presentando lo que ofrece Puerto Rico al mundo.

Por último, debemos tener presentes que la cultura es fundamental en el proceso del desarrollo social y económico tan necesario en estos momentos de crisis. Como muy bien se ha reconocido, nuestro patrimonio cultural es uno amplio, dinámico y esperanzador. Y el Instituto de Cultura Puertorriqueña tiene la encomienda de promoverlo como herramienta fundamental de nuestro desarrollo como pueblo.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Relación de Juan Ponce de León en el viaje de la Isla de San Juan, 1509

Relación de Juan Ponce de León en el viaje de la Isla de San Juan, 1509
Francisco Moscoso

Introducción

En 1512, el licenciado Sancho Velázquez, fiscal de la Audiencia de Santo Domingo (corte judicial), fue enviado a Puerto Rico a investigar la supuesta deuda que el capitán Juan Ponce de León tenía con la Corona española por la compañía que habían pactado en una capitulación, o contrato de exploración y conquista, otorgada por el gobernador Nicolás de Ovando en mayo de 1509.

Velázquez condenó a Ponce de León a pagar a la Corona 1,352 pesos 2 tomines y 6 granos de oro, por la compañía para buscar oro, que según dijo, duró hasta diez meses. El Conquistador respondió que “no es obligado a pagarlo, porque al tiempo que cogió dicho oro, ya la dicha compañía era fenecida y acabada, y el dicho Juan Ponce de León se había desistido y apartado de ello”. Efectivamente, luego de asumir la gobernación general con sede en Santo Domingo, el virrey Diego Colón (hijo del almirante Cristóbal Colón) envió a Juan Cerón como su oficial representante a asumir el mando de Puerto Rico en octubre de 1509.

El “expediente del proceso está publicado en la obra editada por monseñor Vicente Murga Sanz, Historia documental de Puerto Rico, Vol. II. Juicio de Residencia del licenciado Sancho Velázquez…1519-1520 (Santander: Aldus S. A. Artes Gráficas, 1957), pp. 497-542. La “Relación de 1509” forma parte del extenso “Proceso del adelantado Juan Ponce de León contra el licenciado Sancho Velázquez, juez de residencia de la isla de San Juan”, 1512.

El informe de 1509 ha sido publicado antes con trascripciones que contienen errores u omisiones y cambios de palabras, sin explicación o aclaración, en tres lugares: (1) Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, Tomo XXXIV (Madrid: Imprenta de Manuel G. Hernández, 1880); (2) Dr. Cayetano Coll y Toste, Boletín Histórico de Puerto Rico, Tomo I, San Juan, Puerto Rico, Tip. Cantero, Fernández & Co., 1914, reimpresión San Juan, Puerto Rico, Ateneo Puertorriqueño, 2004, pp. 119-121; (3) Murga Sanz, obra citada antes, pp. 519-522.

En su obra biográfica sobre el capitán conquistador, Juan Ponce de León, el sacerdote historiador Vicente Murga Sanz aludió a la Relación de 1509 y, aunque no entró en detalle, indicó la fuente del Archivo General de Indias (AGI) de Sevilla, donde se encuentra copia manuscrita del documento original (Río Piedras: Editorial Universitaria / Universidad de Puerto Rico, segunda edición revisada, 1971, p. 54, nota 18). Gracias a ello es que he podido confrontar las transcripciones previas con el “traslado”, o copia manuscrita y poder ofrecer esta nueva transcripción.

En su informe, Ponce de León da detalles del inicio de la conquista formal en agosto de 1508, el recibimiento por el cacique supremo Agüeybana, del que tenía noticias previas y con quien estableció la relación social y familiar taína de guatiao (amigo y hermano), diversos contactos por las costas e intentos de establecer algún puesto hasta que, probablemente entre enero y abril de 1509 decidió fijar el primer poblado español, la Villa de Caparra, haciendo constar la construcción de una casa-fuerte; que en lo sucesivo habría de ser objeto de reparaciones y ampliaciones.

Se hace referencia en el texto a Salvaleón. Ese fue el nombre del poblado que dio el capitán Juan de Esquivel en la conquista del cacicazgo de Higüey, al este de La Española, en 1503. El otro capitán conquistador fue Juan Ponce de León. Cuando escribe sobre la “casa de los caciques”, se refiere a las aldeas cabeceras y territorio de sus cacicazgos. Para la comunicación con los caciques indios, en ese entonces, ya contaban con intérpretes o traductores de ambos lados. El obsequio de “preseas”, o artículos de la producción mercantil y artesanal de España, usualmente baratijas, a los caciques e indios puso de relieve uno de los mecanismos básicos de la conquista colonial: regalos, para ablandar y engañar a los habitantes originarios acerca de las intenciones colonialistas.

En España y Europa, así como en todos los países, antiguamente hubo medidas de todo tipo (agrarias, de peso, estatura, entre otras) diferentes a las del presente. La legua, o leguas, señalada por Ponce de León, equivale a 3.5 millas o 5.6 kilómetros al presente.[1]

Finalmente, cuando Ponce de León se lamenta de no haber podido obtener unos 800 pesos de oro como muestra, por no poderse aprovechar de los indios como ya lo hacían en La Española, lo que hizo fue solicitar autorización para imponer en Boriquén el régimen de la Encomienda o repartimiento de los indios, y, complementado con la esclavización de los rebeldes, explotar al máximo su trabajo para saciar el hambre mercantil por el oro de aquella época. Y así servir al Rey, “como se debe”.

El texto, a su vez, es un registro primario de términos del vocabulario taíno: cacique, conuco, bohío, Hano o Ano, y Toa (nombres de ríos). La insistencia en lograr que los indios hicieran conucos es muestra de la previsión del conquistador de la necesidad de tener una base alimenticia para lograr sus propósitos. Cuadrilla, en aquel contexto significaba un grupo de trabajadores. La isla de Mona se destaca como una de las sedes de cacicazgo, y cuando hace referencia a buscar “pan”, allí quiere decir el casabe o torta de pan confeccionada del cultivo de la yuca, alimento básico de los taínos. Los conquistadores se aprovecharon bien del nivel avanzado de la agricultura indígena para sus propósitos imperiales. Hay que aprender a “exprimir” toda la información que contienen las fuentes documentales, directamente o en entrelíneas.

En 1938, el historiador oficial de Puerto Rico, Adolfo Hostos, publicó Investigaciones históricas, con siete capítulos sobre sus excavaciones en Caparra; la obra fue reeditada por el historiador oficial Luis E. González Vales, con auspicio de la Oficina Estatal de Conservación Histórica, en 2011. Allí se pueden apreciar las ruinas de Caparra, con algunas fotografías impresionantes y un plano donde se muestra la carretera número 2 que conecta San Juan con Bayamón, y más allá por la costa norte de Puerto Rico. A pesar de haberse señalado el valor histórico de la zona, más pudieron el avance insensato del cemento y las consideraciones militares.  Todo fue arrasado. Se rescataron algunas piezas de museo. El resto está sepultado debajo de la número 2 y las urbanizaciones adyacentes. Ni siquiera las pocas ruinas existentes son auténticas en su formato, para que no dijeran del menosprecio a la Historia. De aquí, protesto, y hacemos otro llamado a preservar todos los testimonios del patrimonio cultural nacional puertorriqueño.

Es mucho lo que se sabe, con historiografía excelente. Sin embargo, la historia de la Villa de Caparra, como primera capital y base de la economía minera del oro; y sede de la imposición colonial sobre los cacicazgos y pueblo taíno entre 1508 y 1521, está por documentarse y reconstruirse plenamente todavía.


Transcripción:

Relación de Juan Ponce de León en el viaje de la Isla de San Juan, Villa de la Concepción [La Española], primero de mayo de 1500.[2]

Este es el traslado, bien y fielmente sacado de una escritura, escrita en papel y firmada de cierto escribano, según que por ella parecía su tenor de la cual es esta que se sigue:

En la villa de la Concepción, primero día del mes de mayo de mil y quinientos y nueve años, ante el gobernador, mi señor, presento esta Relación. Juan Ponce de León.

Señor

Lo que yo Juan Ponce de León, hecho en el viaje de la isla de San Juan donde fui a cumplir lo contenido en una capitulación que vuestra merced en nombre de Su Alteza mandó que se tomase conmigo, haciendo entera relación de todo lo que en el dicho viaje ha sucedido, es lo siguiente:

Primeramente, que yo partí de la villa de Santo Domingo para ir a la dicha isla de San Juan en doce días del mes de julio de mil y quinientos y ocho años, y comencé a seguir el dicho viaje para la dicha isla de San Juan con el carabelón. Y fui a Salvaleón a me bastecer y tomar la gente que llevé, que fue cuarenta y dos personas y ocho marineros, que fueron cincuenta personas por todas. Y estando en el puerto de Yuma a tres de agosto vino tal tormenta que metió el carabelón sobre unas peñas, y de allí lo saqué y perdí mucho del bastimento.

Item: después de pasada la dicha tormenta, me partí siguiendo mi viaje, y fui a la isla de la Mona donde hallé a los caciques e indios de la dicha isla. Y de allí me partí y fui a la dicha isla de San Juan por la parte del sur, a doce de agosto del dicho año, donde surgí en la playa que está en el paraje del cacique Agüeybana. Y fui a su casa y le hablé de parte de Vuestra Merced lo que me mandó. Y le aseguré y le mandé hacer un conuco para Su Alteza, y él dijo que lo haría. Y después me han dicho que lo ha hecho. Y no he podido ser informado de qué tamaño es, ni le he podido ir a ver a causa de las muchas ocupaciones que he tenido, de estar apartado del asiento que tengo comenzado a hacer, según adelante dirá. Y estando el dicho carabelón surto, a diez de agosto vino otra tormenta que lo sacó a la costa e sacó con mucho trabajo.

Item: después de aderezado el dicho carabelón partí de allí bojando la dicha isla y hablando a los caciques de la costa y a los caribes que allí hallé. Y dándoles preseas a los unos y a los otros, por los asegurar, hasta que llegué a la bahía que está en la parte del norte donde ahora está la casa y asiento. Y allí surgí, y de que vi tan buen puerto eché la barca fuera y entré en ella y anduve por la bahía, creyendo hallar asiento y agua y no lo hallé. Y de allí me fui ocho leguas la costa abajo, donde hallé un río que se llama Hano que podría entrar en él el carabelón. Y allí surgí y descargué en tierra todo lo que llevaba, e hice bohíos, lo cual hecho envié al dicho carabelón por pan a la dicha isla de la Mona.

Item: después de estar allí un mes, no me contentando el puerto y agua, fui por tierra en busca de un río grande que se llama Toa, a donde me pasé con toda la gente y ropa en el carabelón des que vino; y de allí por algunas dificultades que veía me torné a embarcar y fui a la bahía de que arriba hecho mención, y busqué otra vez allí asiento y de que no lo hallé me volví al dicho río Ano.

Item: en el dicho río, hice entonces asiento y desembarcadero y caminos en propósito y torné a enviar el carabelón por bastimento; y en este tiempo e metió una mar de levadía de la parte del norte, en manera que conocía estar engañado con el puerto. Y fue forzado partirme a la hora por tierra con quince hombres en busca de la dicha bahía para asentar sobre ella lejos o cerca en asiento junto con la dicha bahía. E hice traer en el dicho carabelón toda la gente y ropa que quedaba allí, y allí asenté e hice un gran bohío y caminos, y una calzada para desembarcadero en late mar. Después de lo cual por humedad que tenía demasiada aquel asiento, y por otras dificultades que en él hallé, me mudé de allí la tierra adentro media legua, donde ahora está la casa. Y así en todo a mi parecer bien y en propósito de las minas.

Item: hice una casa mediana, con su terrado y pretil y almenas, y su barrera delante de la puerta, y toda encalada dentro y de fuera, de altor de siete tapias en alto, con pretil y almenas.

Item: hice coger oro con una cuadrilla, que no pude con tres como lo asenté, por no tener que dar de comer a la gente, y por no me poder ayudar para ello de esta Isla, ni de los indios de la dicha Isla, con la cual cuadrilla saqué ochocientos y treinta y siete pesos y cuatro tomines de oro.

Item: hice hacer dos pedazos de labranza, el uno junto con el pueblo, que tendrá hasta cuatro o cinco mil montones para los pobladores, según en la capitulación se contiene; y el otro, a cuatro leguas en el dicho río de Toa, para mí. Y de estos dichos conucos se harán y se aprovecharán la dicha labranza que se ha de hacer para Su Alteza. Porque hasta aquí no se ha podido hacer más de mandar labrar en casa de los caciques para Su Alteza, que son cinco caciques los que mandé que labrasen en sus casas para Su Alteza. Y esto es lo que hasta ahora se ha podido hacer, y más no, por haber mudado el pueblo tantas veces, y por no tener de comer ni lo haber en esta isla. Aunque me quisiera aprovechar de ella, y por no me poder aprovechar de los indios de la dicha Isla como era razón, de cuta causa no se ha podido más hacer.

La cual dicha Relación, siendo vista por su merced y consultada y platicada con Miguel de Pasamonte, tesorero de Su Alteza, mandó al dicho Juan Ponce de León que aderece lo necesario para volver a poner en obra lo que fuere su servicio de Su Alteza, así en cumplimiento de la dicha capitulación, como para proveer en lo demás que fuere necesario en la dicha Isla, o en otras si fuere necesario, y se le mandare, y que para ello diere relación de lo que le parece que debe hacer y proveer en la dicha Isla con que Su Alteza sea servido. Y asimismo lo que a él cumpla para se poder sustentar y servir a Su Alteza como debe.


Fin del documento transcrito

Francisco Moscoso
Taller de Investigación Histórica
San Juan, Puerto Rico
2022


[1] Para este y otros ejemplos, véase de nuestra autoría, Pesas y medidas en las Antillas españolas. Siglo XVI (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2013.

[2] Archivo General de Indias (AGI), Sección Patronato, Legajo 175, Ramo 7, ff. 93v-95. Documento digitalizado en el Portal de Archivos Españoles (PARES); imágenes 112-115. Transcripción por Francisco Moscoso, historiador; 16 de noviembre de 2022. Hemos modernizado la letra para facilitar la lectura; en el apéndice incluimos reproducción del documento para estudio de la escritura antigua. Por ejemplo, en vez de “ysla”, isla; “conplir”= cumplir, “relaçion” = relación, “terná” = tendrá, etc. etc. Entonces no solían poner acentos, ni puntos y comas entre las oraciones, por lo cual también introducimos necesarios cambios ortográficos y de estilo. 








martes, 15 de noviembre de 2022

Círculo Literario Gautier Benítez

75 años del Círculo Literario Gautier Benítez
(10 de noviembre de 2015)
Por Pablo L. Crespo Vargas

El Círculo Literario José Gautier Benítez de la Universidad Interamericana, Recinto de San Germán, celebró en la noche del martes, 10 de noviembre de 2015, una velada de poesía y música como parte a la celebración de sus 75 aniversario siendo una de las instituciones estudiantiles de mayor antigüedad en esta universidad.

La actividad fue realizada en el patio de la Casa Museo John Will Harris, localizada en el edificio Loma Vista, antigua Oficina de Rectoría de dicha institución. Asistieron unas cien personas que disfrutaron de una velada donde se declamó, cantó y se disfrutó de la Tuna Inter de San Germán, organización que armonizó tanto al inicio como en el cierre de la actividad.

El maestro de ceremonia fue el Prof. Héctor Torres Malavé, quien a su vez es consejero del Círculo Literario Gautier Benítez y de la Tuna Inter de San Germán. La bienvenida la realizó la estudiante Janice Tilo Bianchi, presidenta del Círculo Literario, y los saludos protocolares estuvieron a cargo de la Dra. María Dolores Bodega, directora del Departamento de Lenguas y Literatura. La rectora del recinto, la Prof. Agnes Mojica, y el Decano de Asuntos Estudiantiles, Raúl Medina, también se dirigieron al público presentando palabras de apoyo y motivación hacia los estudiantes y los talentos que estos presentan día a día y que son demostrados en actividades de esta índole.

Entre los invitados especiales que declamaron estaban la Prof. Griselle Acosta, la Prof. Mildred Santiago, el estudiante José Avilés, y la Dra. Raquel Brailosky. El Dr. Felipe Martínez deleitó a la audiencia con varias canciones. Otra de las interpretaciones musicales fue realizada por el dúo de Charline Crespo (violinista) y Erick Lugo (pianista).

En la lectura de poemas participaron varios de los miembros de la organización, entre ellos: Aida Santiago, Obed Rodríguez, Janice Tilo, Marquisa Lambright, Mariana Santana, Karla Bou, Brian Rodríguez y Fátima Román. Dentro de la actividad, se presentó una exposición de fotografía por Antonia L. Martínez Gavarrete y otra de pintura y dibujo por Camille Rivera Menay.   

El Círculo Literario de la Inter de San Germán lleva el nombre del principal exponente del romanticismo puertorriqueño: José Gautier Benítez quien en su corta vida (1851-1880) demostró ser uno de los más talentosos poetas puertorriqueños, entre sus principales escritos encontramos: “A Puerto Rico (ausencia y regreso)”, “Canto a Puerto Rico”, “La barca” e “Insomnio”, entre otros; también fue autor de una serie de artículos que criticaban el sistema colonial y que llevan por título “Cuadros sociales”. 





viernes, 28 de octubre de 2022

Celestino Iriarte: el líder estadista de la década del 1940

Celestino Iriarte: el líder estadista de la década del 1940
por Ramón J. Amador Vélez

En la historiografía puertorriqueña hay un vacío sobre la historia del movimiento estadista de Puerto Rico. Hay escasos libros o estudios sobre esta corriente política y de sus líderes. Las pocas biografías realizadas presentan a un grupo pequeño de líderes (José C. Barbosa, Federico Degetau, Manuel Rossy; Rafael Martínez Nadal, Miguel A. García Méndez, Luis A. Ferré y Leopoldo Figueroa). No obstante, uno de los líderes que no ha tenido un estudio profundo es Celestino Iriarte Miró.

Según la página cibernética del Senado de Puerto Rico, Celestino Iriarte nació en San Juan para el 1887. Entre los años 1905 al 1910 trabajó como telégrafo en Aguadilla y San Juan. Se graduó de Derecho en 1910 y ejerció su profesión a niveles estatales y federales. Fue delegado de la Junta Central del Partido Unión y candidato a la Cámara de Delegados por dicha colectividad para 1916. En 1920 fue elegido senador por el Partido Unión[1] y reelegido en 1924 y 1928 por la Alianza.[2] Fue vicepresidente del Senado entre 1930 al 1933. Desde 1932 fue miembro del Comité Territorial del Partido Unión Republicana.[3] Celestino Iriarte fue miembro de la Alianza y llegó a ocupar la vicepresidencia del Senado el 20 de febrero de 1930 (hasta 1933) como parte del Grupo del Buen Gobierno, el grupo que asumió el liderato senatorial luego que la sección unionista de la Alianza se desligara de dicha agrupación.[4] Siguió siendo senador hasta 1944 cuando decidió postularse a representante por acumulación. Fue miembro de la Convención Constituyente que redactó la Constitución estatal de Puerto Rico. Fue miembro de la Comisión de Estatus entre 1945 al 1946 y volvió al Senado en 1948.[5]

El movimiento estadista, tras sufrir una derrota en las elecciones de 1940,[6] sufre el fallecimiento de su líder máximo, don Rafael Martínez Nadal, en 1941. En una contienda entre Celestino Iriarte y José Balseiro para presidir el Partido Unión Republicana, Iriarte logra ocupar la presidencia luego que lo eligieran en una asamblea. No obstante, el grupo de Balseiro se reúne en Aguadilla para aprobar unas resoluciones en repudio a la asamblea anterior.[7] Fernando Bayron Toro establece que Balseiro se reconcilia al asignarle el cargo de gobernador y miembro de la dirección del Partido y de la Coalición.[8] Bayron Toro establece que el 4 de julio de 1948, bajo la presidencia de Celestino Iriarte, el Partido Unión Republicana Progresista cambia su nombre a Partido Estadista.[9]

Antes de continuar es menester describir cómo estaba el movimiento estadista en las décadas de 1930 y 1940 para poder entender el contexto de dicho movimiento bajo la presidencia de Celestino Iriarte en el Partido Unión Republicana Progresista. Según Wilfredo Figueroa, entre 1930 al 1952:

"El movimiento estadista sufrió sus más escabrosos momentos. Los electores perdieron fe en los líderes y los partidos Republicano y Socialista se desintegraban en sus luchas intestinas de sus maquinarias políticas. Paulatinamente, perdían el poder adquirido en 1932-1936, producto de la unión de ambos partidos. Abatidos por la falta de acción social y política de sus líderes, los puertorriqueños le dieron la espalda a los líderes estadistas de 1940 en adelante".[10]

El líder máximo del movimiento estadista en la década de 1930 fue Rafael Martínez Nadal. Figueroa, citando a Bolívar Pagán menciona que la gran cantidad de votos obtenido por el Partido Popular Democrático[11] fue debido a las rivalidades y dilemas entre los demás partidos políticos. En las elecciones de 1944, 1948 y 1952, el Partido Republicano y el Partido Socialista fueron perdiendo el apoyo de los electores. En 1941, ante la muerte de Martínez Nadal, José Balseiro funda el Partido Puertorriqueño Pro-Estadidad, pero fue de poca duración, ya que luego las masas estadistas se unieron nuevamente. Según Figueroa, este último suceso provocó que más estadistas se disgustaran con sus líderes y se unieran al Partido Popular Democrático. Por otra parte, el Partido Socialista reactivó la estadidad para el año 1943.[12]

En la década de 1940, el movimiento estadista experimentó una de las peores crisis en su partido por la victoria del Partido Popular Democrático, sobre todo en las elecciones de 1944. Los estadistas estaban sintiendo la necesidad de organizar su partido. En el congreso de comités municipales del Partido Unión Republicana Progresista en Aguadilla para enero de 1947 se llegó a considerar crear un nuevo partido político. Sin embargo, concibieron la necesidad de realizar una coalición, ya que Celestino Iriarte “entendía que no podían configurar solos en la papeleta electoral. En las elecciones de 1948 se aclamó a Martín Travieso, miembro del Partido Reformista Puertorriqueño, como candidato de los estadistas así concretándose el pacto electoral propuesto por Iriarte”.[13]

Bajo el gobierno de la Coalición, Celestino Iriarte, en calidad de senador, presentó una moción para que se creara un Comité Especial para estudiar la Ley Jones y de esta manera se consideró el asunto del estatus de la Isla.[14] En la asamblea a celebrada el 19 de agosto de 1944 por el Partido Unión Republicana en el Teatro Tapia en San Juan, José Balseiro trajo la moción de que Celestino Iriarte fuera proclamado presidente nuevamente del Partido. En dicha reunión se solicitó la destitución del gobernador Tugwell.[15] El Partido Unión Republicana, junto con el Liberal y el Socialista, concertaron comités de conferencia para hacer un frente común al Partido Popular para las elecciones de 1944. El pacto se dio, cada partido tendría su propia identidad en su institución política, pero el cargo de comisionado residente sería para el Partido Liberal, el presidente senatorial sería un socialista y el presidente cameral sería del Partido Unión Republicana. De esta manera la Unión Republicana nominó a Iriarte como candidato a representante por acumulación para dichas elecciones.[16] En estas elecciones, el Partido Popular ganó abrumadoramente, Celestino Iriarte, junto con Leopoldo Figueroa, logró el escaño a representante por acumulación.[17]

Para 1943, los presidentes de los partidos políticos puertorriqueños, entre ellos Celestino Iriarte como presidente del Partido Unión Republicana, apoyaron La Declaración de Derechos y Petición de Justicia en el cual denunciaban el colonialismo en Puerto Rico, finalizar el problema del estatus de la Isla y permitirles a los puertorriqueños elegir a sus gobernadores. Esto dio pie a que la legislatura estatal aprobara una resolución concurrente en la cual condenaba la situación colonial de Puerto Rico. Como consecuencia de esto, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt recomendó al Congreso enmendar la Ley Jones y crear una comisión para discutir el problema del estatus. La comisión estaba compuesta por puertorriqueños y estadounidenses, pero no obtuvo ningún resultado. Entre sus miembros estaba Celestino Iriarte. En 1945 se reactiva la Comisión e Iriarte vuelve a formar parte de dicho organismo. Sus miembros van a Washington D.C.[18]

En el 1946, el senador federal High Butler supuestamente predijo que Puerto Rico, junto a Hawái[19] jamás serían estados. Lo más que podría llegar a ser Puerto Rico sería un condado del estado de La Florida. Celestino Iriarte se sorprendió por dichas declaraciones en el periódico El Imparcial porque su impresión del senador federal eran contrarias a esas declaraciones. Luego se tranquilizó cuando el senador federal desmintió estas alegadas expresiones. Iriarte se había reunido con el senador en la capital federal. Por otra parte, Iriarte manifestó que el senador tuvo una mala imagen de Puerto Rico cuando hizo su visita a la Isla en 1943 porque, según Iriarte, el gobernador Tugwell hizo que viera lo que la administración deseaba que él observara. De esta manera, el senador no vio la realidad de la pobreza que existía en Puerto Rico. Por otra parte, Celestino Iriarte recomienda al gobierno un buen uso del dinero destinado para brindar información de Puerto Rico a los Estados Unidos de América. Iriarte alegaba que debían presentar la situación real de Puerto Rico ante el gobierno federal y no una propaganda de las políticas del Partido Popular Democrático. Para el líder estadista era bien importante educar a los miembros del Congreso, que muchos eran nuevos, ya que hubo congresistas federales que preguntaron quién había sido electo presidente de Puerto rico en las elecciones de 1944 o quién era el embajador de la Isla ante el gobierno de los Estados Unidos de América. Por tal motivo, el Partido Unión Republicana Progresista tomó la decisión en Aguas Buenas de crear una oficina en Washington D.C. para así mantener informado al gobierno federal sobre los asuntos de Puerto Rico.[20]

Por otra parte, Celestino Iriarte manifestó sus dudas para que Mariano Villaronga fuese nombrado comisionado[21] del Departamento de Instrucción Pública.[22] Iriarte expresó que:

"No comprendemos cómo el señor Villaronga podría intensificar la enseñanza del inglés en las escuelas públicas, cuando tal cosa estaría reñida con sus principios, sus convicciones y su ideología en cuanto a la política que debía seguirse en la enseñanza del inglés en Puerto Rico… la política sobre la enseñanza en Puerto Rico, en cuanto al idioma del inglés se refiere, puesta en práctica por el doctor José Padín desde 1934, ha resultado un fracaso, tanto [Luis] Muñoz Marín y [Antonio] Fernós ocultaron al Subcomité de Asuntos Insulares del Senado de la realidad de la situación en Puerto Rico".[23]

Celestino Iriarte argumentó los beneficios a los puertorriqueños, para efectos del inglés, de los métodos para la enseñanza de dicho idioma en las escuelas públicas desde 1902 al 1934, cuando Padín cambió dichas estrategias. Resalta que antes de 1934, muchos puertorriqueños dominaban el idioma de la metrópolis incluyendo a Antonio Fernós. De esta manera, Iriarte manifiesta que “nuestro pueblo tiene derecho a aprender el inglés, porque el conocimiento de este idioma es mucho más fundamental para la vida de los puertorriqueños, que el de todas las asignaturas que se les enseña actualmente en la escuela elemental”. La razón de este apoyo era que los que dominan el inglés tienen mayores oportunidades tanto en Puerto Rico como fuera de la Isla. Iriarte exigía que los puertorriqueños tenían el derecho de aprender el idioma estadounidense. Por otra parte, plantea que muchos niños abandonaban la escuela en cuarto grado sin saber algo del inglés. Iriarte negaba que había “una tortura mental” a los niños cuando se les enseñaba. La enseñanza en español, según Celestino Iriarte, tenía un sentido político.[24]

En otros temas, Celestino Iriarte hace unas críticas a unas expresiones del entonces comisionado residente Fernós sobre la estadidad. El líder estadista estableció:

"Las declaraciones del comisionado residente Fernós contra la estadidad, demuestra claramente que no tiene arraigo en su conciencia y en su corazón ese sentimiento que dice ahora profesar a la unión permanente con Estados Unidos… Al leer los comentarios de Fernós de que no hay que pensar en el estado clásico -continuó diciendo Iriarte- dudamos cómo pueden conciliarse esas declaraciones con las hechas recientemente por Luis Muñoz Marín y secundadas por el propio Fernós abogando por la unión permanente de Puerto Rico con el pueblo de Estados Unidos. Parece que esos sentimientos de que ahora hacen tanto alarde y que constituyen una absoluta y total renegación de la independencia no responden a una sincera convicción. Porque no es posible comprender cómo líderes que se manifiestas a favor de la unión permanente con Estados Unidos descarten la máxima expresión y la culminación del pleno disfrute de la ciudadanía americana que sólo se alcanza y se logra con la estadidad".[25]

El 3 de julio de 1950 se estableció la Ley 600 que permitía la redacción de la Constitución interna de Puerto Rico por los puertorriqueños. Celestino Iriarte, junto con Leopoldo Figueroa, le pidieron explicaciones al gobernador Luis Muñoz Marín por unas expresiones de él al establecer que la estadidad era “el tigre de la miseria”. Con estas manifestaciones, el liderato estadista no podía apoyar la Constitución, pero el informe legislativo de la Ley 600 no prejuzgaba ni la estadidad ni la independencia, y de esta manera Iriarte dio su apoyo a dicho evento como un paso de avance a la soberanía interna de Puerto Rico. El Partido Estadista Puertorriqueño no tuvo una postura fuerte ante el proyecto por la división que existía en el liderato en el Partido. Un bando, liderado por Leopoldo Figueroa y Celestino Iriarte, apoyaban la redacción de la Constitución. En cambio, el bando contrario liderado por Miguel A. García Méndez y Luis A. Ferré Aguayo, no apoyaban esa Constitución porque era endosar al programa del Partido Popular en lo relacionado al estatus.

Por otra parte, José Luis Colón establece que Iriarte no tuvo el apoyo del electorado ni siquiera de los estadistas. Celestino Iriarte argumentaba que la redacción de la Constitución era un paso hacia la estadidad como ocurrió en los otros territorios cuando se hicieron estados: que se le requería la redacción de una Constitución interna. Al final, el Partido Estadista permitió a cada miembro de la colectividad tomar su propia decisión en el plebiscito para aprobar dicha Constitución para así evitar cualquier ruptura en el Partido. El Partido designó a Celestino Iriarte como candidato a delegado por acumulación. Una vez electos los delgados estadistas a la Convención Constituyente, entre ellos García Méndez y Ferré, Iriarte los instruyó para que defendieran que la Constitución iba a dirigir a la Isla a la estadidad.[26]

¿Cuál era la visión de Celestino Iriarte sobre la Ley 600? Él expresa lo siguiente:

"Mucho se ha hablado de cómo es, lo que es y lo que significa la Ley 600, recientemente aprobada por el Congreso de los Estados Unidos y a la cual se le da el nombre de Ley de Constitución de Puerto Rico. La idea no es nueva, ni es idea de ningún hombre del momento actual sino que es idea del cerebro privilegiado que, aun cuando han desaparecido físicamente del panorama de nuestra política sin embargo viven a través de sus ideas, que se plasman y se hacen realidad en estos momentos Allá para el 24 de junio de 1916 apareció en el periódico El Tiempo un artículo del cual citamos: “Algún día, día no lejano,  unionistas y republicanos buscando el bien del país habrán de aplaudir la sanción legislativa de una Constitución territorial de Puerto Rico que entregue la suerte del país enteramente a la responsabilidad y voluntad de sus hijos…” El día que aquellos hombres visionarios ha llegado…"[27]

En el mismo artículo, Iriarte cita que el Partido Republicano, en asamblea en Arecibo para 1916, se designó por el Comité Territorial una comisión de cinco personas para redactar una constitución territorial para Puerto Rico. Esto era debido a que el Partido Republicano creía en un gobierno republicano y democrático en el cual se reconocía el derecho del pueblo puertorriqueño de establecer su propio gobierno. En dicho artículo, Iriarte establece que los republicanos ayudarían y apoyarían al comisionado residente Luis Muñoz Rivera para la aprobación del Acta Jones siempre y cuando Muñoz Rivera siguiera defendiendo esa carta orgánica que tuviera la ciudadanía estadounidense para los puertorriqueños.[28] De esta forma, en 1916, republicanos y unionistas (un sector) se unieron para lograr la Ley Jones con ciudadanía. Para Iriarte, la Constitución era un paso de avance de la unión de los puertorriqueños al gobierno estadounidense.

De esta manera, para Celestino Iriarte la Constitución no entorpecía la estadidad. Con él estaban de acuerdo miembros del Partido Republicano Nacional.[29] En el año de 1950, el Departamento de Comercio de los Estados Unidos de América anunció la compra de toda la zafra azucarera de Cuba para el año de 1950. Celestino Iriarte expresó que había que estar alertas sobre las actuaciones del Departamento de Estado, de Comercio y de Agricultura.[30] Por otra parte, Celestino Iriarte se unió al delegado estadista Héctor González Blanes en la enmienda presentada por este último que permitiría al gobierno destinar fondos a instituciones sectarias (o religiosas) que ayudaran a resolver problemas sociales. Ellos aclararon que no estaban a favor de ayudar económicamente a una religión en particular, porque violaría el principio de separación de Iglesia y Estado, sino ayudar a cualquier institución de ayuda social, no importando quién lo estuviera administrando (que incluía a organizaciones ateas o espiritistas).[31] En otro momento, Celestino Iriarte manifestó que la Ley 600 cerraba las puertas a la independencia porque alegaba que la Ley 600 unía a Puerto Rico a los Estados Unidos de América de forma permanente. Estas expresiones fueron una contestación a una alocución del gobernador Luis Muñoz Marín que esta ley o la Constitución no impedía que el pueblo puertorriqueño pudiera escoger por la estadidad, la independencia o cualquier fórmula de estatus político.[32] Por tanto, Iriarte establecía que la Ley 600 colocaba a los puertorriqueños en una posición para seguir reclamando sus derechos. Estos derechos fueron ganados por los puertorriqueños, según la opinión de Celestino Iriarte, por la lealtad de estos desde la llegada de los estadounidenses en 1898 y por la participación de los soldados borincanos en las dos guerras mundiales. Iriarte argumentó que “ahora mismo la obra es para enseñar al pueblo lo que vale ser un estado de la Unión” y que “nuestra ciudadanía es igual a la de los demás ciudadanos de Estados Unidos. Sólo hay una clase de ciudadanos americanos, y sus obligaciones son iguales y los derechos tienen que ser también iguales”.[33]

En la Convención Constituyente, Iriarte hizo varias gestiones como delegado estadista. El 27 de diciembre de 1951, Iriarte criticó a Luis Muñoz Marín y a la Convención ya que esta aprobó el preámbulo de la Constitución a las 5:30 a.m. y que lo hiciera todo en la noche. Celestino Iriarte no estaba presente, ya que a las 10:30 p.m. se fue a descansar porque llevaba trabajando desde las 8:00 a.m. y estaba cansado. De esta manera expresó que cuando enviaran el preámbulo a la segunda lectura, el Partido Estadista sometería todas las enmiendas necesarias. Por otra parte, Iriarte criticó al gobernador porque este quiso trabajar en la noche cuando él estuvo sólo en dos sesiones.[34] En el proceso de la aprobación del preámbulo, la inmensa mayoría de los delegados votaron a favor a excepción del delegado estadista Héctor González Blanes que le votó en contra. En el turno de Luis Muñoz Marín, este dio un discurso de una hora dando argumentos en contra de las posturas de la delegación estadista que exigían que en el preámbulo apareciera la aspiración de que Puerto Rico se convirtiera en un estado de los Estados Unidos de América. La argumentación de Muñoz era que no quería cerrarle la puerta ni a la estadidad ni a la independencia. La sesión duró más de once horas y empezó a realmente a las 3:00 p.m.[35] La delegación estadista, cuando se discutió una enmienda Francisco Paz Granela de que se añadiera la palabra “permanente” a la unión con los Estados Unidos de América, acusó a Muñoz Marín para que se consignara en la Constitución el deseo de Puerto Rico de estar permanentemente unidos con los Estados Unidos de América. Los socialistas, a pesar de que muchos de ellos eran estadistas, se opusieron a la enmienda para no cerrarle las puertas a los independentistas y propusieron la celebración de un plebiscito para que el pueblo decidiera.[36]

Por otra parte, Celestino Iriarte leyó ante la Convención Constituyente la opinión legal del fiscal federal interino en Puerto Rico respecto a la Ley 600. Según el periódico El Mundo el funcionario federal estableció que:

"El Congreso de los Estados Unidos no ha reconocido soberanía al pueblo de Puerto Rico en virtud de la Ley 600 y esta ley tampoco constituye un pacto o convenio entre el pueblo puertorriqueño y el Congreso… La Ley 600 no afecta ni altera en forma alguna las actuales relaciones jurídico-constitucionales entre el Congreso de los Estados Unidos y la Isla de Puerto Rico, por lo que las facultades y poderes congresionales [sic] con relación al territorio de Puerto Rico continuarán intactos según existen en la actualidad de acuerdo con la Constitución de los Estados Unidos".[37]

Por otra parte, el Partido Estadista, bajo la presidencia de Celestino Iriarte, decidió que la delegación estadista en la Convención Constituyente defendiera que en el preámbulo de la Constitución apareciera la estadidad como solución final para Puerto Rico.[38] De esta manera, el viernes, 30 de noviembre de 1951, la dirección del Partido Estadista Puertorriqueño se reunió por cinco horas en un hotel en San Juan. En dicha reunión se discutió crear una comisión para que fuera a Washington DC porque al caucus del Partido Popular Democrático no daba cabida a las enmiendas de las minorías. Dicha comisión estaría presidida por Iriarte.[39] Por otra parte, el 31 de octubre de 1951, un grupo de delgados estadistas solicitaron a la Convención Constituyente que le pidieran al gobernador un perdón a todos aquellos que participaron en la insurrección nacionalista ocurrida el 30 de octubre de 1950. Pero Celestino Iriarte, junto a Leopoldo Figueroa, no firmaron dicho documento.[40]

Además, Celestino Iriarte expresó que el proyecto de la Constitución según redactado “eran los últimos vestigios de la colonia” y estableció que dicha Constitución “coloca al pueblo puertorriqueño en la posición de que en cualquier momento que así lo desee, solicitar su admisión como estado en la Unión norteamericana”. Igualmente, Iriarte tuvo la impresión de que los estadistas aceptarían la Constitución porque en el preámbulo de esta “salva el principio de su aspiración hacia la estadidad”. Así pues, elogia la garantía de representación de los partidos políticos minoritarios. Pero era el Partido Estadista Puertorriqueño que iba a tomar la postura oficial respecto a la Constitución de Puerto Rico. [41]


[1] Partido fundado en 1904 que pretendía unir a todos los puertorriqueños. Por un tiempo aceptó la estadidad, autonomía y la independencia en su programa.

[2] Unión entre un sector del Partido Republicano Puertorriqueño (fundado por Barbosa en 1899 que defendía la estadidad) y el Partido Unión (liderado por Antonio Barceló).

[3] Este Partido fue fundado en la década de 1920 por Rafael Martínez Nadal por el grupo de republicanos que no quisieron unirse con los unionistas en la Alianza.

[4] Néstor Duprey Salgado, “De ‘Ligao’ a la ‘Coalición’: Rafael Martínez Nadal y las alianzas políticas” in Rafael Martínez Nadal: Una vida, un ideal, ed. José Luis Colón González (San Juan, P.R., Universidad Interamericana de Puerto Rico y Museo Prócer Rafael Martínez Nadal, 2015), 316.

[5] “Celestino Iriarte Miró”, accesado el 14 de junio de 2020, https://www.senado.pr.gov/Pages/ Past%20VicePresidents/ciriarte.aspx.

[6] Y de esta manera perder el control absoluto legislativo bajo la Coalición (unión entre el Partido Unión Republicana y el Partido Socialista).

[7] Mario Ramos, Posesión del ayer. La nacionalidad cultural en la estadidad (San Juan, P.R: Isla Negra Editores, 2007), 81.

[8] Fernando Bayron Toro, Elecciones y partidos políticos de Puerto Rico (Mayagüez, P.R.: Editorial Isla, 1989), 201.

[9] Ibid., 209.

[10] Wilfredo Figueroa Díaz, El movimiento estadista en Puerto Rico. Pasado, presente y futuro (Puerto Rico: Editorial Cultural Inc, 1979), 29.

[11] Fundado en 1938 por Luis Muñoz Marín producto de una controversia con el líder máximo del Partido Liberal, Antonio Barceló.

[12] Ibid., 30-37.

[13] Guillermo A. Baralt, Desde el mirador de próspero. La vida de Luis A. Ferré Tomo 1 (Puerto Rico: Fundación El Nuevo Día, 1996), 146-147.

[14] José Luis Colón González, Dr. Leopoldo Figueroa. El ideario de un decano 1886-1969 (Puerto Rico: Oficina del Historiador Oficial de Puerto Rico, 2012), 40.

[15] Ibid., 44.

[16] Ibid., 45-46.

[17] Ibid., 47.

[18] Ibid., 98-100.

[19] Hawái se convirtió en estado en el año de 1959.

[20] “Iriarte contra publicidad que hace el Gobierno”, El Mundo, 12 de diciembre de 1946.

[21] Luego de la creación de la Constitución de Puerto Rico, los jefes de las agencias de la rama ejecutiva son llamados “secretarios”, pero antes se le daba el nombre de “comisionados”.

[22] Hoy Departamento de Educación.

[23] “Iriarte acusa a Muñoz de no hablar claro”, El Mundo, 6 de febrero de 1947.

[24] Ibid.

[25] “Iriarte duda que Fernós sean sincero en política”, El Imparcial, 14 de diciembre de 1950.

[26] Ibid., 106-108.

[27] Celestino Iriarte. “En torno a la Fortaleza”, El Mundo, 19 de agosto de 1950.

[28] Ibid.

[29] Cayetano Coll y Cuchí. “Actitud negativa”, Diario de Puerto Rico, 24 de agosto de 1951.

[30] “Con ojos abiertos”, El Imparcial, 10 de agosto de 1950.

[31] “Constituyente discute el lunes proposición de Carta de Derechos”, El Mundo, 15 de diciembre de 1951.

[32] “Iriarte dice aprobación de Ley 600 cierra puerta a la independencia”, El Mundo, 29 de diciembre de 1951.

[33] “Iriarte dice que la Constitución obliga a continuar demandas”, El Mundo, 4 de julio de 1950.

[34] “El preámbulo es un abuso de Muñoz: Iriarte”, El Imparcial, 28 de diciembre de 1951.

[35] En esas once horas no se incluye los recesos.

[36] “Aprueban preámbulo de la Constitución. Solo un delegado votó en contra”, El Imparcial, 28 de diciembre de 1951.

[37] “Ponsa Feliú niega que la Ley 600 sea a manera de Convenio”, El Mundo, 14 de diciembre de 1951.

[38] “Demandarán estadidad se incluya en preámbulo de la Constitución”, Diario de Puerto Rico, 4 de octubre de 1951.

[39] “Estadistas combatirán Constitución en E.U.”, El Imparcial, 3 de diciembre de 1951.

[40] “Estadistas piden Constituyente recabe del gobernador Muñoz el perdón de los presos políticos”, El Imparcial, 1 de noviembre de 1951.

[41] “Iriarte dice que la Constitución abre el camino a la estadidad”, El Mundo, 9 de febrero de 1952.

viernes, 30 de septiembre de 2022

La insurrección del whiskey

La insurrección del whiskey
Pablo L. Crespo Vargas

"La insurrección del whiskey en Pensylvania, imagen en el libro Our first century de R. M. Devens (Springfield, Mass, 1882)"

El 27 de julio de 1791, a los dos años y cuatro meses de haber comenzado la presidencia de George Washington, un grupo de ciudadanos se reunió en las facilidades del antiguo fuerte Piedra Roja en el condado de Fayette en Pensilvania para organizar las acciones a tomar en cuanto a la ley federal que le impuso un impuesto a las bebidas alcohólicas. Los protestantes a esta política argumentaban que la guerra de independencia se había luchado, entre varias cosas, por las imposiciones financieras que el gobernante continuamente establecía.

A partir de ese momento se realizaron una serie de protestas pacíficas que no dieron el resultado esperado más allá de la reducción de un centavo en el impuesto. De manera inicial, el arbitrio según la categoría de producción era de 6 a 9 centavos por galón, favoreciendo a las grandes destilerías. Las autoridades federales fueron agresivas, especialmente con los pequeños productores quienes tenía que pagar las cuotas más altas, ya que su volumen tendía a dejar menos ganancia.

Dado a que la resistencia pacífica no dio frutos, los protestantes comenzaron a atacar a los encargados de la recolección de impuestos. El resultado fue que entre 1791 y 1793, en muchos de los condados de Pensilvania no se cobró el gravamen. Alexander Hamilton propuso una intervención militar para acabar con las protestas y restablecer el pago de impuestos, sin embargo, desde la procuraduría general federal se opusieron a esta medida. 

En Pensilvania al conocerse las intenciones de Hamilton se comenzó a organizar una milicia que estuvo dispuesta a luchar en contra de la imposición federal. Los primeros ataques fueron dirigidos hacia los recolectores de impuestos, quienes eran golpeados y expulsados de distintos condados. Luego, los principales empresarios de la producción de alcohol, quienes apoyaban la medida del gobierno ya que al final acapararían con la competencia de los pequeños productores, también fueron atacados.

Las tensiones continuaron, el gobierno federal ya no tuvo dudas de intervenir militarmente. El 15 y 16 de julio de 1794 se dio un enfrentamiento que fue llamado la batalla de Bower Hill (Pensilvania) entre 600 protestantes que trataron de capturar a un alguacil federal que se refugió en la residencia del general John Neville, líder de los empresarios productores de alcohol, y quien respondió con la ayuda de fuerzas federales (alguaciles y tropas) y su personal de seguridad, incluyendo a sus esclavos. En la batalla murió uno de los líderes insurrectos, dos protestantes y un soldado federal.

Para agosto, a las filas de los protestantes se le habían unido unas 7,000 personas que se encontraban incómodos con la desigualdad social en que estaban viviendo. En su mayoría eran personas que no tenían hogares o tierras propias. El presidente Washington reacción enviando a un equipo de negociadores, a la vez que preparó una respuesta militar a la situación. Se convocaron a las milicias de varios estados. En total, se federalizaron 13,000 tropas. En Maryland hubo una protesta en contra de de movilizar soldados locales y el gobierno terminó arrestando a sobre 150 personas. En otros lugares de Pensilvania hubo enfrentamientos entre tropas y civiles, los cuales terminaron con la muerte de al menos 4 ciudadanos y el arresto de 2 militares que se excedieron en el uso de la fuerza.

El presidente Washington dirigió a las tropas convocadas en una muestra de poder militar dirigido a desalentar a los insurrectos. Esto tuvo su efecto, ya que según las fuerzas militares avanzaron los focos de protesta se fueron apagando. Muchos de los insurrectos fueron arrestados, aunque solo a diez de ellos se les enjuició en las cortes federales. Al menos dos fueron ahorcados por sedición.

Para más detalles, recomendamos las siguientes lecturas:

Carol Berkin, A Sovereign People: The Crises of the 1790s and the Birth of American Nationalism, New York, Basic Books, 2017.

Robert W. Coakley, The Role of Federal Military Forces in Domestic Disorders: 1789-1878, Washington, Centro de Estudios Militares, 1996.

Thomas P. Slaughter, The Whiskey Rebellion: Frontier Epilogue to the American Revolution, New York: Oxford University Press, 1986.