Homero, la caída de Wilusa y el desarrollo de la historia: una reflexión
Pablo L. Crespo
Vargas
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Homero y su lazarillo Obra del pintor francés William-Adolphe Bouguereau (1874) |
En la actualidad,
la figura de Homero, aunque algunos estudiosos dudan de su existencia, se sitúa
en el siglo VIII a.C. Aparentemente, él fue un aedo, o sea, un artista que
cantaba las historias épicas del pasado. También se piensa que fue un
prisionero o hijo de prisionero, por lo cual era considerado un homérida —de
allí puede derivar su nombre y abonar a la teoría de su inexistencia, aunque
podría ser que su nombre derivara en el término—. Los homéridas tenían la
función de mantener las tradiciones orales vivas y se encargaban de
memorizarlas y propagarlas. Esto nos explica que Homero, o quien fuera, pudo
ser el que recopilara la información para componer tanto la Ilíada como la
Odisea con la idea de preservarla.
No existe evidencia de un autor, cuyo nombre sea Homero, que haya firmado estas obras. De hecho, las copias más antiguas —en papiro— que se han preservado de estos poemas son del siglo II a.C., aunque se tiene conocimiento histórico de que en el siglo VI a.C. ya se declamaban en los festivales atenienses. No obstante, se debe señalar que la escritura en el mundo griego ya existía desde anterior al siglo XX a.C. con la escritura lineal A (jeroglífico cretense) y la escritura lineal B (jeroglífico minoico) del siglo XV al XII a.C. Estos modos de escritura eran de uso práctico o utilitarios (para uso administrativo, no literario). No es hasta el siglo IX que se comienza a adoptar el alfabeto fenicio y un siglo después —siglo VIII— ya se estaba desarrollando el alfabeto griego, favorables para su uso narrativo —literario—. El alfabeto griego continuó evolucionando hasta llegar a nuestros días con el alfabeto latino moderno. Por lo que vemos, en tiempos de Homero ya existía o se estaba desarrollando una codificación escrita adaptada a la redacción de estas historias, pero, no debemos olvidar que, según la tradición, Homero era ciego.
En todo caso, Homero
recopiló información solamente de los últimos dos meses de la guerra y del
viaje de regreso de Odiseo, uno de los personajes del conflicto. El resto de la
historia, que casi todos atribuimos a Homero, se conoce por otros narradores o
escritores y por la gran cantidad de obra artística que este hecho generó. La
mitificación de los conflictos comerciales y de luchas de poder no es algo
extraño, hoy día, en pleno siglo XXI se sigue haciendo y se sigue construyendo.
No necesariamente es algo adrede o de mala intención, sino que nuestra
naturaleza humana nos lleva a resaltar —para legitimar o valorizar— lo que
creemos, y más, cuando la distancia y falta de evidencia favorece esto.
En el caso de
Homero, este simplemente recopiló la tradición oral existente en su medio
ambiente. Hoy, reconocemos que la tradición oral tiene dos importantes
elementos, la identidad cultural y la memoria colectiva, ambos presentan una
cosmovisión única para un grupo poblacional. En el caso de Homero fue el origen
del mundo griego. La tradición oral, aunque no puede considerarse propiamente
algo histórico, si sirve de base para conocer el pensamiento y los imaginarios.
Por otro lado, que nos dice que estas leyendas nacieron en el vacío o en una
imaginación sin nada en ella. La guerra de Troya —la caída de Wilusa— es solo
una representación de una serie de conflictos que se dieron por el predominio
de la región y que ya están siendo estudiados gracias a la gran cantidad de tablillas
cuneiformes con el lenguaje hitita que están siendo encontradas y traducidas
desde la segunda mitad del siglo XX. Arqueológicamente hablando, también existe
la evidencia de estos conflictos.
Para finalizar, aunque se considera a Heródoto el padre de la historia por sus relatos sobre la humanidad que él conocía, no fue el primero de ellos. Anterior a él existieron los llamados logógrafos: Janto de Lidia, Cadmo de Mileto y Helánico de Lesbos, entre otros historiadores. En el caso de Homero, aunque su aportación fue más folclórica que histórica, nos dio una de las primeras miradas interpretativas sobre lo que estaba pasando al final de la edad de bronce en el Mediterráneo oriental. Ahora, la pregunta es: ¿podrá ser considerado el primer historiador?
Nota: La versión original de este ensayo fue publicado en El Post Antillano el 10 de agosto de 2024.