Mostrando las entradas con la etiqueta Artes Mágicas. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Artes Mágicas. Mostrar todas las entradas

sábado, 11 de enero de 2025

Caza de brujas

Caza de brujas

Pablo L. Crespo Vargas

Hoy día, cuando hablamos o mencionamos caza de brujas, metafóricamente, nos referimos a un proceso de investigación dirigido a dañar la imagen de un adversario, demonizando algunas o todas de sus características y haciendo público a todos sus seguidores, a los cuales se les etiqueta despectivamente para que la población en general tenga una visión negativa de ellos. Los regímenes totalitarios y gobiernos que se quieren aferrar al poder utilizan esta técnica para afectar la imagen de sus contrarios. Dentro de este fenómeno actual, el poder busca crear un pánico moral estableciendo, usualmente, una percepción falsa o exagerada de conductas, ideas o comportamientos que son vistos por la élite gobernante como contrarios a sus intereses. Como parte de este proceso, se crea, también, una histeria colectiva y se mitifican ideas que glorifican al atacante y que deshonran al atacado.

Quema de brujas en Derenburg, siglo XV
Imagen de dominio público

Ahora bien, desde un punto de vista histórico, la caza de brujas fue un fenómeno que se dio dentro del mundo cristiano y donde se persiguió a los practicantes de artes mágicas consideradas como profanas, por ejemplo, la brujería. Otras artes mágicas como la hechicería, el sortilegio y la magia también fueron perseguidas, pero con variaciones. También vemos que, en la Edad Media, en muchos lugares, si la magia era practicada por hombres no era de desagrado, pero si era realizada por mujeres, se consideraba una aberración. No ha de extrañarnos que en promedio el 67% de los procesados por artes mágicas eran mujeres.

La posición oficial en contra de la brujería (de las brujas más que de los magos) se establece con el Canon Episcopi del jurista y maestro de artes liberales Graciano de Bolonia cerca de 1140 d.C., donde se establece la posible existencia de una conexión entre las artes mágicas y las entidades demoniacas.[1] No obstante, la histeria en contra de la brujería comienza con el surgimiento de los grandes movimientos heréticos: el catarismo (siglo XI), los valdenses (siglo XII) y el joaquinismo (siglo XIII), entre otros. Con ellos, se redefine qué es la brujería y cómo afecta al cristianismo con escritos como el de Errores Gazariorum, Ut Magorum y Formicarius, todos redactados entre 1425 a 1440. En ellos se forma una idea más clara de lo que se tiene y a quienes perseguir. Como ya se debe imaginar, la imagen de la mujer, nuevamente, sería la más afectada.

El periodo que conocemos como el de la Caza de las Brujas se dio entre 1450 a 1750, básicamente tres siglos. Sobre los estimados que se presentan, estos son variados, por lo cual estaremos mostrando los números que entendemos son los más acertados y que fueron utilizados en las diversas obras que he escrito sobre el tema. En los tres siglos que duró este fenómeno se estima que se procesaron unas cien mil personas. De ellas se ejecutaron entre cincuenta a sesenta mil individuos. Por regiones las estadísticas de ejecuciones indican una aproximación a los siguientes números: 25,000 en los principados y reinos alemanes; 10,000 en los territorios de la mancomunidad de Polonia y Lituania; 5,000 en Suiza; 4,000 en Francia; 2,500 en las Islas Británicas; 1,800 entre Hungría, territorios eslovacos, Bohemia y Moravia; 1,700 en Escandinavia; 1,300 entre Austria y Liechtenstein; 1,000 en la península itálica; 700 entre Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos; 300 en los territorios españoles; y 150 en otras regiones. Curiosamente, la Inquisición española solo ejecutó a unas 35 mujeres por brujería, aunque la leyenda negra la coloca como la principal institución en estos menesteres.

Puerto Rico no se vio ajeno a este fenómeno. Bajo el obispo Nicolás de Ramos (1588 a 1592) se procesó a un grupo de esclavizados por brujería, a quienes se les aplicó como pena el que fueran azotadas y el destierro. El caso fue apelado por los dueños de los cautivos, quienes el destierro les supondría alguna pérdida económica. Mientras se daba el proceso de vista de reconsideración, tres de las esclavizadas fueron acusadas nuevamente de realizar actos de brujería, lo cual llevó a que fueran enviadas a la hoguera. El obispo hizo de inquisidor, pero en su carácter diocesano y no como parte del Santo Oficio español, el cual tenía su sede principal en la ciudad de México en ese momento.

Hoy, lamentablemente, continúa la caza de brujas. En ocasiones es alegóricamente, pero en algunas instancias, los miedos y el fanatismo de algunos lleva a que se sigan linchando y asesinando personas por el simple hecho de que no entendemos sus creencias y pensamos que estas están ligadas a cosas ocultas y demoniacas. Seguimos siendo tan prejuiciados como hace mil años y dejamos que nuestros instintos, muchas veces equivocados, nos sigan guiando.

Nota editorial: La versión original de este artículo se publicó en El Post Antillano, Santurce, 27 de julio de 2024.


[1] Sobre la vida de Graciano de Bolonia existe mucha especulación e incertidumbre; aunque es considerado una eminencia en cuanto al derecho civil.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Ana de Mena: mulata puertorriqueña procesada por la inquisición

Ana de Mena: mulata puertorriqueña procesada por la inquisición

Pablo L. Crespo Vargas

Cerca del año 1608, en la Isla de San Juan Bautista, hoy día Puerto Rico, nació una mulata, a la que conocimos con el nombre de Ana de Mena. Esta joven, por lo vaivenes de la vida colonial caribeña, termina en La Habana, Cuba, uno de los principales puertos antillanos bajo dominio español y codiciado por las potencias europeas. Ana de Mena desde muy joven se dedicó a la práctica de las artes mágicas. La Habana era uno de los centros urbano donde las artes mágicas representaban un oficio para muchas mujeres y algunos hombres. La ciudad estaba llena de adivinadores, hechiceras, lectores de mano, curanderas y parteras, entre otros practicantes asociados con los ritos mágicos, que aprovechaban a la población flotante que llegaba al puerto continuamente. Para muchos creyentes cristianos estas artes eran demoniacas, aunque esto no impedía que las consumieran, que pagaran por sus servicios y hasta que confiaran en el juicio de estos supuestos marginados.

Ana de Mena convocando a las lunas
Imagen creada utilizando Deepdreamgenerator

En el caso de Ana de Mena, testigos hablaban de su dominio y conocimiento en la elaboración de pócimas, cantos mágicos y oraciones divinas, entre otras reverencias. Para muchos, incluyendo a los inquisidores, Ana era considerada maestra de hechiceras. Según los inquisidores, y según redactado en las relaciones de fe (actas): “parecía saber cuántas supersticiones y sortilegios la malicia humana había inventado”.

El primer juicio de Ana de Mena culminó el 25 de junio de 1628, en Cartagena de Indias, sede de la Inquisición en el Caribe. En ese momento su edad era de 20 años. La joven fue procesada luego que dieciséis individuos testificaran en contra de ella. Los argumentos acusatorios se referían a que Ana realizaba ritos mágicos dirigidos al bienquerer, la búsqueda de secretos y del conocimiento futuro. Como parte de estos ritos, también realizó suertes y conjuros. A parte de que tenía un amplio conocimiento sobre las yerbas y su uso. Al final, Ana aceptó sus pecados y fue abjurada levemente, dado a que estaba, para efectos de la Inquisición, arrepentida.

Ana de Mena se queda en Cartagena de Indias, cumple sus penas y termina regresando a hacer lo que más le daba bienestar económico a ella: el uso de la magia, ya que los clientes nunca faltan. Nuevamente es acusada y llevada a la Inquisición. Por lo general, una reincidencia en el Tribunal del Santo Oficio era suficiente para enviar a la procesada a la hoguera. Ana tuvo mejor suerte que eso.  En todo caso, este segundo juicio terminó el 26 de marzo de 1633. Para esta ocasión bastaron tres testigos para iniciar el proceso. Nuevamente es acusada de practicar las artes mágicas, pero en esta ocasión se le agrava por una supuesta adoración demoníaca, lo cual lleva a que se le considere una bruja. Uno de los demonios invocados por ella fue el famosísimo Diablo Cojuelo. Ana, nuevamente, acepta sus culpas. Claro, al ser reincidente termina con una abjuración vehemente, lo cual era considerado de mayor gravedad que el anterior. Como ya mencioné, Ana no termina en la hoguera, pero es desterrada y recibe doscientos azotes. Luego de esto, desconocemos de su destino.

Para conocer con más detalles el caso de Ana de Mena los invitamos a leer el artículo: "Ana de Mena: una bruja caribeña en el siglo XVII", Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 3ª serie, núm. 14, diciembre 2020, pp. 8-17, el cual se encuentra de manera íntegra en la página / blog del autor, Akelarre: historia y ficción, publicado en el 14 de octubre de 2021, en este Enlace al blog para bajar pdf. También el libro La Inquisición española y las supersticiones en el Caribe hispano, disponible en pdf (gratuito) o en carpeta blanda como dura (para las tres opciones verifique el siguiente Enlace a la sección de acceso libre.

Nota: La versión original de este artículo fue publicado en El Post Antillano el 18 de mayo de 2024.