miércoles, 9 de julio de 2025

Formas de sociedad en la historia

Formas de sociedad en la historia

Francisco Moscoso

(Fragmento del libro Indios y negros en la conquista española de Puerto Rico, siglo XVI: libres y esclavos, Lajas: Editorial Akelarre, 2025, pp. 7-13)

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En la historia originaria y remota, en todas partes, la sociedad humana estuvo constituida en comunidades familiares, y más adelante, en agrupaciones de clanes y conglomerados de tribus. Las relaciones sociales se fundamentaban en los lazos de familia (relaciones de parentesco), la división del trabajo se repartía en general con arreglo a factores de edad y género (lo que podían hacer los ancianos, adultos y niños), la producción y distribución económica era comunal, no había estratificación social y las decisiones se tomaban en base a una democracia igualitaria comunitaria. Así se ha teorizado y documentado en obras clásicas como Ancient Society, publicada en 1877, del etnólogo (estudioso de pueblos y etnias) norteamericano Lewis Henry Morgan; igualmente se ha comprobado en diversas investigaciones de campo por la antropología científica y universitaria desde el siglo XIX en adelante.

En una etapa avanzada de la sociedad tribal se generó el excedente de producción. En otras palabras, especialmente mediante la agricultura y el desarrollo de técnicas de cultivo e irrigación, complementado por un nivel tecnológico neolítico que proporcionó una ferretería de instrumentos de piedra pulida, la sociedad tuvo la capacidad de crear abastecimientos regulares y reservas de sustento alimenticio variado que superaron las limitaciones del quehacer cotidiano de trabajo para la sobrevivencia estricta.

Las nuevas circunstancias de la historia fueron analizadas con profundidad por el arqueólogo V. Gordon Childe. En su libro Qué sucedió en la historia, Childe lo conceptualizó con atino como la Revolución Neolítica. Por entonces comenzaron las construcciones de chozas y asentamientos en aldeas, con jurisdicciones territoriales aledañas consideradas vitales para la tribu. Ese terreno de desarrollo mayor de las fuerzas productivas hizo posible que unos segmentos de la sociedad se separaran de las faenas de la producción directa que antes compartían en conjunto. Surgieron los guerreros defensores y se destacaron algunos por sus destrezas y valentía. Otros se distinguieron como conocedores de las propiedades de las plantas medicinales y alucinógenas e intérpretes de los espíritus de la naturaleza. Y algunos linajes eran relacionados (realmente o transmitido por leyenda cultural) con la antigüedad de donde derivaban su identidad étnica. Las distinciones de prestigios fueron la antesala histórica de las diferenciaciones sociales privilegiadas.

En aquellos contextos históricos la gente tenía concepciones primitivas y mágico-religiosas de la vida y la naturaleza. Entonces el conocimiento científico era muy escaso y atribuían a los elementos de la naturaleza y a algunos individuos poderes misteriosos. Esas fueron las semillas del surgimiento histórico de la estratificación social y de la jefatura.

Con los cacicazgos se produjo la transición de la sociedad tribal-comunal a la sociedad de clases sociales y estado incipientes. Desde las civilizaciones posteriores en adelante la historia registra una sucesión de diferentes sociedades de clases y estados consolidados. En términos generales, las sociedades han pertenecido a los contextos del tributarismo, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y/o comunismo. Así mismo se han dado muchos casos de sociedades mixtas, con combinaciones de las formas anteriores. Sobre las definiciones y caracterizaciones de cada una de estas formas hay una historiografía abundante, con interpretaciones diversas y debates.

Ese es el esquema general de formas de sociedad que se han sucedido en la historia desde el pasado remoto hasta nuestros días. En términos de desarrollo de fuerzas y capacidades productivas pueden considerarse etapas (con fases particulares) de sociedad en la historia. A esa sucesión general podemos asociar un claro desarrollo tecnológico y científico progresivo. Ello se demuestra desde los inicios de la sociedad humana equipada con instrumentos rústicos de piedra y madera hasta la revolución electrónica y cibernética del tiempo en que escribimos; proceso de incesantes cambios e innovaciones. Pero no se puede decir lo mismo en cuanto al contenido social de las sociedades que, por ser constituidas en divisiones de clases lo que han legado son diferentes formas de explotación del trabajo y opresiones de todo tipo. Ciertamente, es una gran paradoja y frustración terrible en el andar de la historia.

Se observa, a su vez, que la historia es un proceso de movimientos y desarrollos multilineales de las sociedades. No todos los pueblos han pasado por el esquema general de etapas. Todo depende de los ritmos y condiciones dispares de desenvolvimiento en cada lugar, por un lado. Y a las circunstancias en que unos pueblos, con niveles de vida y contextos históricos distintos han entrado en contacto o en procesos de conquista o subordinación unos respecto a otros.

Al considerar lo sucedido con indios y negros en la conquista española en el siglo XVI, tengamos presente dos escenarios compuestos de contextualización concreta: (1) el trasfondo de las sociedades de África de donde provenían los “negros”, el de las sociedades de América indígena, y el de las sociedades de Europa, y España y Portugal, más en particular, por ser las dos potencias conquistadoras iniciales; y (2) la caracterización del entrecruzamiento de estas sociedades de contextos bien diferentes en el proceso de conquista y colonización que se desplego desde 1492 y a lo largo del siglo XVI.

domingo, 6 de julio de 2025

Comentarios a Haití: un pueblo atrapado por el hombre

Comentarios a Haití: un pueblo atrapado por el hombre

Pablo L. Crespo Vargas

Haití: un pueblo atrapado por el hombre es la más reciente obra del historiador Miguel Ángel Virella Espinosa. Esta está compuesta por cuatro ensayos que recorren diversos aspectos de la historia del pueblo haitiano desde su formación dentro del sistema esclavista internacional, anterior a la Revolución Haitiana, hasta las repercusiones raciales que tiene que vivir esta población, aún hoy en el siglo XXI, y que fueron presentadas en el análisis que el profesor Virella realiza sobre la llamada Masacre de Perejil. El doctor Virella busca concientizar sobre los estereotipos y la concepción racista y de discriminación que se tiene sobre los haitianos, especialmente cuando estas vienen de otros caribeños.

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El libro tiene un prólogo escrito por el Dr. Rafael Batista Cruz y un epílogo escrito por este servidor. El prólogo presenta la obra y resume cada uno de los capítulos preparando la curiosidad del lector para lo que se avecina. El epílogo es un ensayo sobre una de las figuras mencionadas en el texto, pero que fue desconocida por muchos fuera de Haití, me refiero a Joseph-Anténor Firmin. Firmin fue un haitiano pluridisciplinario y humanista, que se educó leyendo los clásicos de la literatura universal, a la vez que se instruía con publicaciones científicas del momento; enseñó latín, griego y francés; fue periodista, economista y político. Además, y más importante, cuando la comunidad científica de la segunda mitad del siglo XIX favorecía y creía en las teorías de superioridad racial que dieron paso al racismo moderno, fue una de las pocas personas que argumentó en contra de ello. Como humanista y escritor que era, Firmin presentó ante la Sociedad Antropológica de París una obra titulada Sobre la igualdad de las razas humanas, ensayo de sobre 660 páginas donde evidenciaba de manera histórica que la raza negra no era inferior a la blanca, presentando sus avances y cómo las poblaciones negras a través del planeta se habían desarrollado ante las imposiciones de otros grupos poblacionales. Como era de esperarse, en una sociedad que ya había adoptado el racismo como verdad científica, su obra, aunque no pudo ser refutada, fue escondida. No es hasta el siglo XX que es encontrada y hoy promovida.

Regresando a los ensayos del doctor Virella, estos presentan diversos temas tales como el racismo, el sincretismo religioso, las luchas abolicionistas, los conflictos políticos, tanto locales como internacionales, y el intervencionismo imperialista en el Caribe, entre otros. El primer ensayo analiza la Revolución Haitiana desde sus raíces con el sistema esclavista y las luchas de poderes entre grupos poblacionales. El segundo ensayo trabaja el intervencionismo extranjero en Haití, recalcando el caso de Mole Saint Nicolas, enclave geográficamente estratégico para el establecimiento de una base naval. Fueron varias las naciones que se interesaron por este puerto, pero el que más presión realizó fue el gobierno estadounidense, aunque no lograron adquirirlo. Interesante entender las movidas que se dieron, la reacción del gobierno haitiano, con algunas personalidades dispuestas a entregar su tierra y otros defendiendo la soberanía del país —algo que vemos muy seguido en el Puerto Rico actual. El tercer ensayo continúa presentando los intereses del expansionismo militar de los Estados Unidos, quienes ocupan Haití en 1914 y llevan a que esta invasión provoque ciertas movidas que repercutieron tanto fuera como dentro del país. El último ensayo, el autor nos lleva a la Masacre de Perejil en 1937 y nos sumerge a las dinámicas fronterizas entre dominicanos y haitianos y los efectos para ambos pueblos.

En fin, Virella Espinosa quiere que analicemos sin prejuicios la historia haitiana para poder entender la esencia caribeña que hay en ella y, aunque nos guste o no, representa parte de nuestras vivencias como pueblo.

Miguel Ángel Virella Espinosa es un estudioso de la Cultura Negra y sus aportaciones al Mundo Moderno. En la actualidad se desempeña como profesor de Historia de Puerto Rico en la Universidad Interamericana, Recinto de Bayamón. Su formación académica se da en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, la Universidad de Nueva York y la Universidad Interamericana de Puerto Rico. De esta última obtuvo el grado de Doctor en Filosofía con especialidad en Historia de América. Al momento, está trabajando en el análisis del quehacer cultural de Arturo A. Schomburg para una futura publicación.

La versión original de este artículo fue publicado por El Post Antillano el 3 de agosto de 2024.

jueves, 3 de julio de 2025

La isla de la Mona en el proceso de conquista

La isla de la Mona en el proceso de conquista

Pablo L. Crespo Vargas

En abril de 2024, el Dr. Francisco Moscoso publicó el libro La Isla de la Mona en la conquista española de Puerto Rico. Esta obra se suma a una serie de publicaciones de este autor sobre el tema de la conquista y colonización en Puerto Rico. También, complementa la obra del Dr. Ovidio Dávila, Arqueología de la Isla de Mona de 2003; y los trabajos que se han publicado en revistas profesionales sobre el tema, como por ejemplo el ensayo de Walter A. Cardona Bonet, “Los Caciques de la Mona”, Hereditas, Revista de Genealogía Puertorriqueña, Vol. 21, Número 2, 2020, pp. 10-26.

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La Isla de la Mona en la conquista española de Puerto Rico es el producto de una investigación de fuente primaria que incluyen manuscritos del Archivo General de Indias en Sevilla; crónicas del periodo de la conquista redactados por Bartolomé de las Casas, Hernando Colón y Gonzalo Fernández de Oviedo; y las transcripciones de la Hacienda Real en Puerto Rico realizadas por Aurelio Tanodi y revisadas por el personal del Centro de Investigaciones Históricas. A estos recursos se le añade una bibliografía que ayuda a contextualizar y entender el proceso histórico. 

Sobre el contenido, Moscoso nos dirige por el recorrido histórico de esta isla durante el primer cuarto del siglo XVI. En ese tiempo, la Mona representó un puente geográfico entre La Española y San Juan Bautista (eventualmente reconocido como Puerto Rico). Para el autor, su objetivo es presentar la “función de apoyo material que desempeñó la Isla de la Mona para los conquistadores españoles” [p. 4]. Al comenzar la conquista, la isla —y su cacicazgo— fue otorgado en encomienda a Bartolomé Colón de 1511 a 1514. No obstante, en 1515, pasó a manos de la Corona, convirtiéndose en una Hacienda Real. Dentro de lo que esto representó, la población indígena no podía ser removida y debían quedarse como jornaleros de las labores que allí se dieran: “Así pues, el pequeño cacicazgo de la Isla de la Mona se transformó en Real Hacienda al servicio y negocio del gobierno colonial: estación de abastecimiento del básico pan casabe” [p. 20]. Pero, el casabe no sería el único producto que sería exportado, dado a que se elaborarían hamacas. Sobre estas y su importancia comercial en el proceso de conquista y colonización se destacan varias páginas [27-31]. Otros temas tratados son la cotidianidad que se vivía en la Mona, posibles proyectos que tenían los colonizadores y hasta se da una explicación de cómo se compensaba o pagaba a los indígenas. En este último caso debemos indicar que la indemnización se hacía a partir de suministrarles piezas de vestir —una muestra clara del choque cultural y la poca empatía hacia la población local—.

El autor también presenta a los protagonistas de esta historia, tanto indígenas como colonizadores. Muchos de ellos nombrados en los documentos de la Real Hacienda y que Moscoso nos presenta en tablas o narraciones. Demos dos ejemplos; primero, el cuadro 3, donde se describe narrativamente una pequeña aldea de, al menos, ocho bohíos, con los nombres de sus principales: un cacique o líder llamado Camillas, un capitán o nitaíno llamado Andrés Carahaguan y hasta un naboria de nombre Pedro Hayoroa, entre otros; y cada uno de ellos a cargo de un bohío [p. 45-46]. Segundo, en el cuadro 4, Moscoso nos nombra 128 indígenas con su pago por las tareas realizadas: el que más, el cacique, recibe hasta un jubón de damasco como parte de varias piezas; y los que menos, naborías comunes, una camisa [pp. 48-54].

La Isla de la Mona en la conquista española de Puerto Rico nos presenta parte de nuestra historia, una de la que poco se habla, pero que está allí. La Mona, como punto central entre dos Antillas, que por siglos han estado hermandadas, y que hoy, con esta narración nos hace ver las dificultades de la vida que pasaron los aborígenes de esta zona.

Por último, y como dato técnico, el ensayo está dividido en 15 apartados temáticos, unas 90 páginas, con 19 imágenes y varias tablas con información referente. La versión comercial es en carpeta blanda, mientras que existe una edición especial en carpeta dura, la cual se puede conseguir en línea.

La versión original de este artículo fue publicada el 6 de julio de 2024 en El Post Antillano

viernes, 27 de junio de 2025

Lajas, los compontes y Romualdo Palacio González

Lajas y los compontes

Pablo L. Crespo Vargas

(artículo publicado en El Post Antillano el 13 de abril de 2024 - artículo actualizado con los datos de Palacio González el 27 de junio de 2025)

Lajas se establece como municipio independiente en 1883; precisamente en un momento de crisis económica, acentuado por el monopolio de los comerciantes peninsulares sobre la economía local. Es en este periodo que surgen grupos de criollos liberales que se organizan para contrarrestar el predominio de los peninsulares. Entre las medidas que tomaron estaba el boicotear los negocios de comerciantes españoles y de quienes apoyaran al gobierno colonial; entre estas asociaciones estaban las que se conocieron como “La Boicotizadora”, “La Torre del Viejo” y “Los Secos”. Mientras esto ocurría, los partidarios del autonomismo puertorriqueño se fueron organizando y creando distintas agrupaciones que representaban el pensamiento liberal de la época. Lajas no fue la excepción, Lidio Cruz Monclova lo identifica como uno de los 49 municipios donde se lograron constituir organizaciones de este fin.

En marzo de 1887, se reúnen los liberales en la ciudad de Ponce en una asamblea donde se estableció el Partido Autonomista Puertorriqueño. Los representantes del área suroeste en la asamblea de autonomistas de Ponce fueron: el Dr. Félix Tió Malaret por Sabana Grande; Dr. Pedro Malaret y Ulises López por San Germán; y el Dr. Luis Aguerrevere por Cabo Rojo, este último, de origen venezolano, eventualmente fue nombrado médico de beneficencia en Lajas. Junto a la delegación sangermeña, se integró Francisco Feliú y Toro, cuya familia se había establecido en Lajas. Propiamente de Lajas, no hubo representante, aunque como ya vimos que sí se constituyó un grupo a favor. Jaime Frank Paganacci establece que una de las razones para que no hubiera representantes lajeños en Ponce era la falta de un pensamiento político maduro en el recién creado municipio.

Luego de la asamblea autonomista, los ánimos entre liberales y el poder colonial aumentaron. Romualdo Palacio González, gobernador de la Isla desde el 23 de marzo de 1887, viendo posibles repercusiones negativas hacia la soberanía española en la colonia, orquesta una política de represión que inició en agosto de ese mismo año y que fue conocida como los compontes. No es hasta octubre que se comienza a sentir en Lajas la represión que tuvieron a cargo el capitán Fernández de Castro y los tenientes José Sánchez Candal y Nemesio Ibern Cuesta.

El primer incidente que ocurre en Lajas fue el allanamiento de la residencia de Francisco Antongiorgi, sangermeño y ciudadano francés, por sus padres, quien tenía una finca en el barrio de Santa Rosa. Al momento de ocurrir la intervención, Antongiorgi se encontraba en San Germán; al conocer que las autoridades lo buscaban se presentó al cuartel de la guardia civil. Allí es detenido y encarcelado, dejado en libertad al día siguiente. Las posibles razones para que las autoridades intervinieran con Antongiorgi fueron dos circunstancias vistas como sospechosas por la guardia civil: (1) la gran cantidad de personas que lo visitaban en su residencia en el barrio Santa Rosa, y (2) el estigma que se tenía sobre extranjeros, especialmente franceses, a quienes se les ligaba con pensamientos políticos de corte liberal.

A Francisco Antongiorgi no se le encontró causa que lo relacionara al movimiento subversivo, no obstante, la guardia civil continuó en su afán de detener y humillar a toda persona relacionada con las ideas liberales. Entre los supuestos conspiradores, residentes o con propiedades en Lajas, estaban: Francisco María Farías, Juan Antonio Farías, José Antonio Sanabria, José Dolores Landrau, Eustaquio Balzac, Tomás Balzac, Rafael L. Ronda y Francisco Vélez Pagán. Se tiene constancia de algunos de los abusos que se perpetraron contra estos liberales. Por ejemplo, Francisco María Farías fue torturado, al igual que Francisco Vélez Pagán, aunque este último también fue azotado; José Dolores Landrau, periodista de profesión, fue golpeado tan fuerte que sufrió dislocación de una de sus extremidades, como si esto fuera poco, tuvo que caminar encadenado desde Lajas hasta San Germán.

Los abusos del gobernador Palacio González fueron tantos, que las quejas de algunos puertorriqueños llegaron hasta España, provocando que Palacio González fuera destituido de su cargo en noviembre de 1887. Lamentablemente, y como ya Jaime Frank Paganacci había comentado, el sentido de lealtad de algunos lajeños era tal, que sin mirar las atrocidades que se habían cometido aún abogaban ante la propia Reina Regente para que el gobernador Palacio González no fuera removido de su puesto. Los incondicionales lajeños fueron Pedro Ascaso, Augusto Caimaré, Leoncio Portela, Vicente Tomey, José Noriega, Juan Costa, Celestino García, José Rodríguez, Laureano Rodríguez, Domingo Almodóvar, Luis Almodóvar y Benito Crespo, quienes tuvieron la arrogancia de indicar sobre Palacio González que este era un “dignísimo patricio y bravo y celoso militar que había descubierto la horrible, tenebrosa y jamás oída conjuración tendente a destruir el Imperio español en estas apartadas regiones”.

Fragmento editado del libro de Pablo L. Crespo Vargas, Lajas, desde los amerindios hasta el siglo XIX: historia, cultura y sociedad de un pueblo (Lajas: Surcando la Historia, Inc., 2014).

Referencias:

Alcalá Perálvarez, Juan M. “Romualdo Palacio, el General Componte”. En https://juanmalcala.es/getafe/el-general-componte/ publicado el 15 y 16 de junio de 2012 (artículo en dos partes), consultado el 27 de junio de 2025.

Archivo Histórico Nacional (Madrid), Ultramar, leg. 5125

Cruz Monclova, Lidio. Historia del año 1887. Río Piedras: Editorial Universitaria, 1970.

Frank Paganacci, Jaime. “El componte en mi región”, en Mario F. Pagán, Historia de Lajas: 1883-1983. Mayagüez: Negrón Martín, 1983.

Pagán, Mario F. Historia de Lajas: 1883-1983. Mayagüez: Negrón Martín, 1983.

Imagen de Romualdo Palacio González
Obtenida en Wikimedia Commons

Algunos datos sobre el general Romualdo Palacio González

·         Nace en Málaga (España) el 8 de febrero de 1827 y muere en Getafe (España) el 7 de septiembre de 1908.

·         Participó entre 1859 a 1860 en la Guerra de África (guerra hispano-marroquí).

·         En 1868, participó en la Revolución Gloriosa en contra de la reina Isabel II.

·         Se destacó en las guerras Carlistas del 1869 a 1876.

·         Gobernador de Puerto Rico de enero a noviembre de 1887. Los abusos y atropellos que realizó en los llamados compontes promovieron su destitución.

·         En 1892 fue nombrado director general de la Guardia Civil.

·         En 1906 se retira de la vida pública.

sábado, 14 de junio de 2025

Prefacio al poemario «Reminiscencias»

Prefacio al poemario «Reminiscencias»

Yamil Aponte Padilla

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Este libro está dividido en cuatro partes y acopia una poesía que nace desde el 2008 hasta el 2024. Podría afirmarse que es una poética que explora múltiples manifestaciones y voces del amor. El hablante lírico cuestiona desde lo más profundo el amor sobre el ser y su mundo. Entre los poemas existe una inseparable continuidad y una estrecha relación. Es una poética que se repliega sobre sí misma. En ella, el amor siempre se transforma.

Deseo agradecer al Dr. Pablo L. Crespo Vargas por sus atenciones y su disponibilidad para la publicación de este texto, mi primer poemario. De igual manera, valoro el apoyo de mi familia y de ese círculo muy cerrado de amistades, gente verdadera y genuina.

Espero que puedan sentir desde lo más profundo cada palabra, cada verso y que el hablante lírico les toque el alma y recorra por todos sus sentidos. Que cada verso llegue hasta lo más profundo de la piel.

martes, 3 de junio de 2025

Fragmento del libro «Nicolás Fajardo en la conquista española de Puerto Rico, siglo XVI»

Fragmento del libro «Nicolás Fajardo en la conquista española de Puerto Rico, siglo XVI»

Francisco Moscoso 

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Nota de introducción

Con la documentación disponible es difícil y resulta incompleto intentar hacer una biografía de los conquistadores españoles de Puerto Rico, en general. De muchos, lo que tenemos son datos fragmentados y lagunas entre años. No hay más remedio que juntar los pedazos de información que por lo menos nos puedan dar una idea de sus andanzas. Tal es el caso de Nicolás Fajardo.

Inicios de la colonización

La conquista española de Puerto Rico se llevó a cabo, efectivamente, entre 1508 y 1521. Para entonces todos los cacicazgos de los taínos, habitantes indígenas de la isla, habían sido subordinados o aniquilados. En ese periodo la capital colonial era la Villa de Caparra, a la que llamaron indistintamente Ciudad de Puerto Rico. Desde su segundo viaje a América en 1493 el almirante Cristóbal Colón cambió el nombre nativo de la isla, Boriquén, al que marcaba la dominación imperialista: Isla de San Juan Bautista.

El puerto Rico se refería a la bahía de San Juan, aludiendo a la riqueza de oro advertida en sus cercanías por el capitán Juan Ponce de León, quien estuvo al mando de la conquista en sus comienzos. Después del proceso de mudanza a la Isleta situada a la entrada de la bahía y fundación allí de la nueva capital en 1522, con el tiempo se trastocaron los nombres: ciudad de San Juan e Isla de Puerto Rico. En algunos documentos de aquellos años la isla se identificó también como San Juan de Boriquén. A pesar de todo, los puertorriqueños se siguen refiriendo a Puerto Rico igualmente con el vocablo modificado de Borínquen; y como sinónimo de puertorriqueños, boricua.

Durante esos años la actividad económica principal fue la minería del oro. La subsistencia estuvo basada en la agricultura, aprovechando la zapata agrícola taína previa, y la ganadería, de nueva introducción; y en menor escala la pesca. Los españoles impusieron un régimen de trabajo mixto: la Encomienda o repartimiento de indios declarados «vasallos libres» de la Corona, efectuado mediante la estructura social cacical, subordinada mediante pactos y/o la fuerza; y la esclavitud, como castigo a los indios rebeldes.

Uno de los métodos de la conquista fue el de las cabalgadas. Estos eran ataques encabezados por grupos de caballería contra caciques y territorios rebeldes o por dominar. Aldeas eran incendiadas y conucos, o campos de cultivo eran arrasados. En la refriega de horror y destrucción indios e indias, especialmente mujeres, niños y niñas fueron capturados y esclavizados. En ese escenario es donde primero aparece documentado Fajardo.

domingo, 25 de mayo de 2025

Ponce de León: intento de colonización de la Florida

Ponce de León: intento de colonización de la Florida

Pablo L. Crespo Vargas

El primer europeo en pisar de manera oficial, luego de comenzado la llamada empresa colombina en 1492, territorio continental del actual Estados Unidos, fue Juan Ponce de León, quien salió de las costas de San Germán, en Puerto Rico, un 13 de marzo de 1513, en busca, según la leyenda, de una fuente de la juventud. Ponce de León llegó a la península de la Florida en 1513. Aunque el mito nos habla de la fuente de la juventud, la realidad es que Ponce de León, en 1512, recibió una cédula real para ir a explorar y colonizar las islas de Bimini (actual zona occidental de Bahamas). Recordemos, que al igual que los demás conquistadores del momento, Ponce de León tenía el mandato de seguir explorando y colonizando nuevas tierras. Esta cédula nos demuestra la confianza que la Corona tuvo en la figura de Ponce de León, ya que anterior a ser considerado, Bartolomé Colón había solicitado esta empresa. Las diferencias de la familia Colón con Fernando de Aragón y la postura de Ponce de León a favor del monarca, dieron a este último una ventaja.


Antes de continuar, se debe señalar que, según Garcilaso de la Vega, un esclavista, cazador de nativos, Diego de Miruelo, por accidente había llegado a la península de la Florida, aproximadamente entre 1510 a 1511, mientras se encontraba en una de sus correrías por las Bahamas. Esto reforzó la idea de emprender una expedición a la zona.

Regresando a la expedición de Ponce de León, esta consistió en tres embarcaciones y unos 65 hombres (algunas fuentes hablan de 200). El 2 de abril de 1513 avistan las costas continentales atlánticas y al día siguiente desembarca en un lugar que desconocemos, pero que algunos localizan al norte del actual Daytona Beach. Los exploradores continuaron su exploración hacia el sur de la península y luego bordearon parte de la costa occidental, ya en el actual Golfo de México. Ponce de León regresa a Puerto Rico y decide ir a Castilla para asegurar sus derechos sobre las nuevas tierras. 

En el ir y venir de los acontecimientos, no es hasta el 1521 que Ponce de León tiene la oportunidad de zarpar nuevamente hacia la Florida. Se debe mencionar que, en el tiempo transcurrido entre el primer viaje y el segundo, la península de Florida fue visitada por cazadores de nativos con el motivo de esclavizarlos, dado a la necesidad de mano de obra para el funcionamiento del sistema económico colonial y a la justificación de que el nativo salvaje era caníbal.

Este segundo viaje fue todo un desastre para el conquistador de Boriquén. Ponce de León zarpa el 20 de febrero de 1521 con dos embarcaciones y unos 200 acompañantes. Tan pronto llegan a la Florida comienzan el proceso de establecer un asentamiento, pero los nativos, cansados de las continuas correrías de los cazadores castellanos, la embisten contra el nuevo grupo de invasores. En uno de los enfrentamientos, Ponce de León es herido con una flecha. Dentro del mito se habla de que esta estaba envenenada como si una flecha regular no pudiera ser la causa de una infección que lleve a la muerte al herido, tal como pasó con el primer gobernador de San Juan Bautista (hoy Puerto Rico). Los conquistadores tuvieron que regresar a Cuba y en julio del mismo año Ponce de León muere.

Imagen: Grabado de 1885 representando la llegada de Juan Ponce de León a la Florida en Hezekiah Butterworth, Poems for Christmas, Easter, and New Year’s, Boston: Estes and Lauriat, 1885.

Referencias:

Burset Flores, Luis. La vida en Puerto Rico en el siglo XVI. Santo Domingo, 2020.

Fuson, Robert H. Juan Ponce de Leon and the Spanish Discovery of Puerto Rico and Florida. Blacksburg: McDonald and Woodward, 2000.

Herrera, Antonio de. Descripción de las Indias Occidentales. Madrid: Oficina Real de Nicolás Rodríguez Franco, 1730.

Tió, Aurelio. Nuevas fuentes para la historia de Puerto Rico. San Germán: Universidad Interamericana, 1961.

Tuner, Samuel. “Juan Ponce de Leon and the Discovery of Florida Reconsidered”, Florida Historical Quartely, vol. 92, n. 1, art. 3.

Artículo publicado originalmente en El Post Antillano, 10 de febrero de 2024.