jueves, 31 de agosto de 2017

La Princesa Diana y la globalización

Diana: princesa de Gales, reina del globo. La familia real británica como icono sociocultural difundido bajo el fenómeno de la globalización; caso de estudio de Diana, Princesa de Gales
Por
Luis Guillermo Rodríguez

Introducción
“El mejor ejemplo de lo que es globalización lo tenemos en el caso de la princesa Diana: Una princesa británica, con un novio egipcio, que usa un celular sueco, que choca en un túnel francés, en un auto alemán con motor holandés, manejado por un conductor belga, que se empedó con whisky escocés. A ellos les seguía de cerca un paparazzi italiano, en una motocicleta japonesa, que tomaba fotos con una cámara taiwanesa, para una revista española. Ella fue intervenida por un medico ruso y un asistente filipino que utilizaron medicinas brasileñas....”   

Foto de 1995
Autor: Nick Parfjonov
La globalización ha agudizado la atención internacional hacia la monarquía británica.  La monarquía británica es una institución que se le conoce por ser, según Robert Lacey, la esencia de la cultura en el Reino Unido.  Un soberano, que reina y no gobierna, con la institución que lo acobija -el establishment o la casa real-, hacen contrapeso en la política publica establecida al dar estabilidad jerárquica al sigiloso sistema parlamentario que caracteriza la democracia británica. Si la monarquía ha sobrevivido a cambios políticos y sociales durante mil años, ¿cómo se interrelacionan la monarquía y la globalización? ¿Cómo se proyecta la monarquía en la villa global con la caída del segundo mundo? ¿Quién es Diana, princesa de Gales? ¿Qué pertinencia tiene la figura ésta para un estudio iconográfico del fenómeno monarquía-globalización?

La caída del sistema bipolar mundial -capitalista versus marxista- trajo avances en la tecnología a nivel global dando acceso a la información a todos los confines del mundo. La tecnología logró que el icono llamado monarquía británica se perciba como un fenómeno más personal y accesible; no solamente a los constituyentes de la misma si no al mundo entero.

En la era de la globalización -era donde el primer mundo dicta las pautas políticas- Estados Unidos se antepone como líder hegemónico del mundo. Su compañera, Gran Bretaña, ofrece una institución de contrapeso al republicanismo estadounidense; la familia real británica. Al insertar la globalización con la iconografía de la realeza, se da la percepción que, en el nuevo orden mundial, mientras los Estados Unidos gobierna -como el primer ministro del mundo- Gran Bretaña reina con la familia real. Las bodas, las muertes y los nacimientos de herederos ya no solo competen a los súbditos de la mancomunidad de naciones, sino que trascienden a niveles globales de tal magnitud que la muerte súbita de una princesa británica se convierte en un evento mundial tan relevante como para que las cadenas de CNN entre otras estuvieran semanas completas lanzando una intensa campaña periodística comparada con el comienzo de una guerra o la caída de algún régimen en cualquier país. Diana, Princesa de Gales se convierte en el icono quasi perfecto de la globalización debido a los factores que hicieron que se convirtiera de Princesa británica a “Princesa del Globo”. 

En este estudio se pretende entrelazar el efecto que ha tenido el fenómeno globalización dentro de la institución de la monarquía británica. Se conducirá un caso de estudio utilizando libros de textos específicos, revistas profesionales y documentos audiovisuales sobre el protagonismo, la vida y la relación de Diana, Princesa de Gales con los fenómenos de la globalización. La hipótesis resulta veraz pues la globalización sí ha tenido un impacto de difusión publicitaria para la familia real británica, transformando la monarquía de un sistema protopolítico en Gran Bretaña a un fenómeno de interés sociocultural a un nivel mundial.

Este estudio encuentra limitaciones en los siguientes aspectos. En primer lugar, los autores no vinculan los dos fenómenos, el de la globalización con el estudio de un protagonismo de Diana, princesa de Gales, como icono del fenómeno antes mencionado. Hay pocos estudios profesionales sobre el tema, la mayoría tienden a medir el efecto sociológico de perdida colectiva que causo la muerte prematura del personaje estudiado. Al verse vinculada directamente la prensa con el fatídico final de la princesa, esta como fuente primaria resulta académicamente contaminada para un estudio serio. Con todo y esto veamos lo siguiente.

La Dianamanía y el tacherismo
Cuando las corrientes neoliberales en Gran Bretaña y los Estados Unidos andaban en todo su apogeo, Diana se convierte en la esposa de Carlos Alberto Felipe Jorge, Príncipe de Gales y heredero de lo que quedó de un imperio británico. En 1981, Diana se compromete en febrero con Carlos, creando gran expectativa en una institución débil, la monarquía, que para muchos expertos en la materia, en esos momentos estaba sufriendo los embates de ser una institución demasiado ortodoxa, vista como inapropiada para los cambios generacionales en la sociedad británica. Políticamente, Estados Unidos había tomado la batuta imperial en el mundo bipolarizado que provocó la Guerra fría, Gran Bretaña solo era un rastro de lo que fue hasta la primera mitad del siglo XX. Ya no existía el imperio británico, solo una crisis económica dejada por el programa de estado benefactor de los laboristas durante y después de la segunda Guerra mundial.[1]

El historiador John A. Taylor argumenta que la princesa de Gales se convierte en una especie de primera dama para la figura política de Margareth Thatcher. Thatcher impacta los británicos políticamente; moviendo el país con una fuerte virazón a la derecha neoliberal cónsone con su homologo norteamericano Ronald Reagan. Diana se convierte en el carisma necesario para la frivolidad política del movimiento. Al casarse con el príncipe Carlos e integrarse a la monarquía británica, Diana crea en los británicos un efecto enternecedor que domina la psiquis del país. La princesa se convierte en lo que Taylor llama “the bluest of the blues” (la mas azul de los de sangre azul) y su figura es literalmente adorada en todos los confines del reino. A tal punto que a este efecto se le llama la dianamania. Un efecto sicosocial que le resultó maquiavélicamente perfecto al movimiento tacherista para continuar en el poder por largos años. El tacherismo -modelo neoliberal británico- sirvió como una antesala a los eventos políticos y sociales que darían paso a la globalización que se crea durante la década de los 1990’s.[2]

La monarquía británica simbolizó aquellos valores que representaban balance y equilibrio social.  De acuerdo con el historiador Charles Anderson, la sociedad británica cambio de valores sociales en el periodo correspondiente de 1980 a 1990. La monarquía británica representaba los intereses afectivos de las iglesias litúrgicas de la comunión anglicana, una postura moderada con dirección hacia la derecha conservadora.[3] Mientras la institución monárquica se mantenía en estas tendencias afectivas, la sociedad británica -principalmente con la llegada de la tecnología que sirvieron como llave de la villa global- completó una descomposición social de los valores moderados propugnados por la corona. El nuevo consenso deconstructor de valores comenzó con el neoliberalismo que ofreció la incumbencia de Margareth Thatcher. Por otro lado, Diana se convirtió en el icono nacional que resentía las políticas frívolas del tacherismo. El estoicismo protestante del estado benefactor que cargaba la sociedad británica era anhelado por medio de la proyección carismática que ofrecía Diana ante los súbditos ingleses. La sociedad no estaba preparada para abandonar aquellos valores de ayuda mutual y de asistir al desamparado que aprendieron en la primera y segunda guerra mundial.

Cuando cae el poder conservador en Gran Bretaña, y la dama de hierro -Margareth Thatcher- así como su política neoliberal fue rechazada en la conciencia política de los británicos, Diana se convirtió en un símbolo nacional del neocarisma protestante que habría unido a los bretones en las guerras mundiales. De acuerdo con Anderson, el símbolo proyectado a través de los medios globalizados de comunicación donde se exhibía a Diana explotando su carisma en trabajos de servicio a los enfermos de Sida y las victimas de esta pandemia en la India fue lo que de llamo el “fenómeno Diana” y que influyo indirectamente el contexto de la elección de Tony Blair como primer ministro del Reino Unido de Gran Bretaña.[4] Este sentimiento se difunde alrededor del mundo asociando a la princesa Diana con la Madre Teresa de Calcuta y su gesta estoica en la India.[5]

La tecnología y la monarquía.
La monarquía constitucional británica se ha nutrido de los avances de la tecnología desde la época de la reina Victoria. El jubileo de diamante de dicha monarca fue uno de los primeros eventos en ser grabado en video en 1900.[6] Su hijo, el Rey Eduardo VII, incursionó en el uso de los medios de comunicación para difundir el carisma de la institución de la corona, proyectándose en videos grabados de las ceremonias hechas en Londres y difundiéndolo por todo el imperio británico. Sin embargo, fue la monarca, Isabel II, la que explotó el uso de la televisión y la radio en sus viajes hacia los diferentes confines de la mancomunidad de naciones británica. Sus viajes a la India, Malasia y Tailandia, donde se proyectaba a la reina asimilando actividades culturales como montarse en elefantes dieron poder a la institución monárquica luego de la segunda guerra mundial.[7]

Los peritos en historia y sociología entienden que los monarcas del siglo XX y XXI necesitan usar los medios de comunicación para influenciar la vida de sus sociedades súbditas, así como la manera de como la corona se proyecta y es percibidas.[8] Entre los métodos de manipulación de los medios tenemos los mensajes dirigidos en los eventos importantes, por ejemplo, aperturas al parlamento y el mensaje de año nuevo a la mancomunidad de naciones por parte de la reina de Inglaterra.

En el caso de la Princesa Diana, los medios de comunicación abrumaron a esta figura desde el principio de su matrimonio con el heredero de la corona británica. Sin embargo, concurrente con el desarrollo de la globalización, el avance tecnológico y la hegemonía estadounidense luego de la primera guerra de Irak en el 1990, la princesa de Gales -al igual que la reina de Inglaterra- aprendió a utilizar los medios de comunicación a su favor. El dominio de los medios de comunicación, el enfoque a proyectar un carisma mundial y la mezcla de estos últimos dos con la formación de la villa global dio paso a una incandescente popularidad internacional. Tan potente y posteriormente abrumadora resultó la misma en los medios de difusión, que muchos aseguran que la pasión por cubrir una historia de este personaje emanado de la corona terminó con la vida de ella misma.[9]

Junto a la caída del imperio Ruso, la hegemonía norteamericana en el mundo con la primera guerra de Irak y la eficiencia política de los gobiernos neoliberales de Margareth Thatcher-John Mayor en Gran Bretaña, Ronald Reagan-George Bush en los Estados Unidos y Helmut Khol en la Alemania unida; surgió el escándalo de separación matrimonial de los príncipes de Gales. La magnitud del escándalo de una separación estribaba en el hecho de que el Príncipe de Gales, como heredero a la corona británica, se convertiría en la cabeza nominal de la comunión eclesiástica anglicana.  Por ende, un divorcio no era permisible hasta entonces en la figura de un futuro monarca británico.[10]

En el ámbito de la globalización como fenómeno se dio lo que el Dr. Luis Ángel Ferrao destaca en su cátedra como el fenómeno CNN. Luego de los eventos de la plaza de Tiannamen, los reporteros destacados en aquel evento lograron una atención mundial sin precedentes, lo que comenzó una subcultura de acceso a la noticia inmediatamente surge. De la misma manera esto ocurre con los periodistas que cubrieron la primera guerra de Irak, en donde informaban minuto a minuto todo lo acaecido en aquella guerra que marcó en el ámbito mundial la hegemonía estadounidense, lo que políticamente dictó lo conocido como el efecto cónsone de la villa global.

El escándalo de la casa real británica junto al hambre periodística del fenómeno tecnológico de CNN comenzó a tener un efecto inexorable en la vida de la princesa de Gales. Una vez separada de su marido, siendo madre del futuro rey del Reino Unido, el príncipe Guillermo de Gales, causaba gran sensación ver la vida de una princesa que como describieron los medios mundiales, se había caído de los cuentos de hadas. Los medios de comunicación, tanto profesionales como aquellos de prensa rosada pagaban una horda de paparazzis para seguir paso a paso los movimientos de la princesa de Gales. En definitiva, Diana significaba un jornal económicamente suculento para el efecto de continuidad de noticia inmediata que perpetuó el fenómeno de CNN.

Los medios de comunicación comenzaron a depredar en el posible evento de un divorcio desde que se vislumbró la separación de los príncipes. La tecnología había hecho a los príncipes, en particular a Diana, figuras pertinentes a niveles internacionales.[11] La globalización cambió lo que se conoció como la dianamanía a un ente mundial demasiado lucrativo, y el escándalo de que los príncipes de Gales se separaban por líos de falda acrecentaba el apetito de las grandes corporaciones de medios de comunicación que se lucrarían con esta historia.[12]

Los rumores de otoño de 1992 de que una separación entre los príncipes era inexorable, vino con el hecho de que ambos cónyuges habían tenido relaciones extramaritales durante sus últimos años del matrimonio. Escritores como periodistas comenzaron una industria multimillonaria que se logró gracias a la rápida difunción que trajo la tecnología de la era de la villa global -engendrada por la tecnología armamentista que provocó la guerra fría-.[13]

Uno de los eventos de medios de comunicación que revolucionó el fenómeno de separación de los príncipes de Gales, convirtiéndolo en un verdadero espectáculo fue la biografía de la princesa Diana escrita por el autor Andrew Morton. La biografía, rápidamente difundida a nivel mundial daba una explicación maniqueísta de los motivos de la separación, poniendo a Carlos de Gales como el malo -príncipe infiel y frívolo que nunca quiso a su esposa- y victimizando por completo a la princesa Diana. Este libro tomó mas credibilidad que cualquier otro por el hecho de que-según lo estipulo la revista americana Newsweek, las revelaciones eran muy especificas sobre los eventos que narraba, haciendo perfecto sentido con lo poco revelado en publico sobre la vida de los príncipes de Gales.

Diana se convirtió de reina de los medios a una presa de la prensa internacional, que con avances tecnológicos y los acontecimientos entre ella y su marido, la situación llego a costar millones para la prensa internacional. La prensa buscaba cualquier cosa para explotar la imagen de los príncipes de Gales. En 1990 un gerente retirado de un banco de Londres contactó el periódico amarillista The Sun para ofrecer grabaciones en cinta entre supuestamente la princesa Diana y un amigo de esta James Gilbey en la que implicaban relaciones sentimentales entre estos. Los medios también resucitaron noticias sobre otros hombres que alegaron tener vínculos y menesteres personales con la princesa de Gales, como el tutor ecuestre de esta, James Hewitt. Las sumas ofrecidas por la prensa eran tan onerosas que los periódicos compraban a los testigos fácilmente.

¿Cuál era el factor que hacía que las noticias de las princesas tomaran tanto valor adquisitivo y monetario? El interés internacional por la figura de la princesa de Gales catalizado por la tecnología de la nueva era de la villa global.[14]

La separación y la “Guerra de Gales”
Los príncipes de Gales se separan en 1992, evento que lo anuncia el primer ministro John Major al parlamento británico. Aún cuando la corona ya había tomado la determinación de anunciar la separación, los miembros del partido conservador y su líder político le preocupaba la imagen negativa que se pudiese generar sobre la decisión en la opinión dentro y fuera del suelo británico. A favor de la princesa de Gales, el primer ministro John Major aseguró que la separación no implicaba que Diana se convirtiera en la reina de los británicos algún día.[15]

En el año de 1993, la princesa anuncia que debido al clima abrumante que le provoca el constantemente ser asediaba por los medios de comunicación se retira de la vida publica, aunque continuaría con su trabajo de obras de caridad. La princesa logra mantener un bajo perfil por lo menos en dos años, en este momento, la princesa negocia con el gobierno un puesto de embajadora con el gobierno británico, pero las negociaciones quedan en nada.

Tratando de usar la misma estrategia de su esposa, el príncipe Carlos se hace entrevistar por el periodista Jonathan Dimbleby, y se publica un libro sobre la versión del príncipe sobre los hechos. Era la primera vez en la historia de la familia real británica que se utilizaba los medios de comunicación como entes de apología para la proyección de imágenes ante el mundo. La globalización convirtió a la realeza en una institución que tendría desde entonces que luchar por el prestigio benefactor que antes aparecía en la casa real como algo inherente. El escándalo del conflicto Carlos-Diana lleva a ambos cónyuges a una lucha por el dominio de las comunicaciones a su favor, no solo ante el Reino Unido, sino ante el mundo. De príncipes en cuna de oro Carlos, tuvo que proyectar su supuesta inocencia por el bien de su futuro como rey y el de las instituciones que algún día representaría: la mancomunidad de naciones y la comunión anglicana.[16]

En noviembre del año siguiente, Diana responde a la acción de Carlos con una entrevista no autorizada por las debidas instituciones británicas en el Panorama Program de la BBC. La entrevista resultó aparte de controversial, muy llamativa debido a que la princesa de Gales le informa a Su Majestad, La Reina Isabel II de dicha entrevista luego de haberla realizado, rompiendo con todo el protocolo de la corona inglesa. La entrevista logró el mayor record de audiencia en la historia del programa televisivo; con más de veintiún millones de espectadores registrados como televidentes, eso solo en el Reino Unido.[17] Los medios de comunicación declararon a Diana como la ganadora del acervo periodístico al ser comparadas la entrevista con la de su marido.

Las reacciones publicitarias no se hicieron esperar, en la Portada del periódico londinense de The Daily Telegragh, se reseñó: “su compostura y su fluidez estuvo a la altura de cualquier hombre o mujer de estado”.[18] Mientras que la BBC afirmó que Diana no fue editada durante la entrevista, se denotaba que la princesa de Gales estaba dispuesta a manipular los medios de comunicación a su favor repostando excelentemente las preguntas. Todo se hizo de manera espontánea, hasta la famosa frase aludiendo al romance de su esposo con Camilla Parker Bowles: “habemos tres personas en este matrimonio por lo que me resulta abrumante”.[19]

Divorcio y Muerte
Las últimas acciones de la princesa Diana ante la BBC pusieron fin a cualquier posibilidad de una reconciliación entre los príncipes de Gales. En una acción sin precedente, la reina de Inglaterra, cabeza de la familia real le pide a la pareja que peticionen el divorcio de una vez y por todas. El 29 de febrero del 1996, Diana dio su consentimiento para el divorcio. Se anunció que el divorcio sería efectivo a partir de julio de 1996, la princesa tendría palabra en lo que respectaba a sus hijos y la custodia sería compartida. Diana ya no ostentaba el título de Su Alteza Real, sino que se le conocería como Diana, Princesa de Gales.[20]

La princesa divorciada, la cual estableció un precedente en la casa real, siendo esta ahora una madre soltera, no vería una aminoración de su popularidad con la salida de la casa real. Al contrario, esto la convirtió en mujer símbolo de la sociedad moderna de la globalización. Diana continuó con su rol diplomático como princesa de Gales luego de divorciada. Comenzó a enfocarse en personas con enfermedades terminales y a las victimas de la guerra de los Balcanes. En 1997, su carisma vio acrecentarse al tener una reunión privada en Nueva York con la Madre Teresa de Calcuta. 

En el verano de 1997, Diana paso tiempo con su amigo Dodi Fayed, ambos fueron perseguidos por la prensa sin discreción ninguna. Diana continuaba siendo una noticia ambulante. El 31 de agosto de 1997 los paparazzi’s siguieron a la princesa luego de una cena de la pareja en el hotel del padre de Fayed, el Ritz Carlton de Paris. Según las investigaciones hechas por el gobierno francés: la combinación de la rapidez del vehiculo debido a la persecución de los paparazzi’s y un estado de embriaguez legal del chofer del carro de Diana hicieron que se diera un fatal accidente de trafico que provocó horas después el deceso de Diana. Según Robert Lacey, muchos testigos oculares reportaron que mientras ocurrió el accidente, en vez de ayudar, la prensa continuo con la toma de fotos de los sucedido, obstruyendo el trabajo de las autoridades francesas y violando con la ley del buen samaritano, que requería a todo testigo a ayudar en un accidente de dicha índole.

Si la vida de Diana ya se había convertido en un icono de la villa global, su muerte fue un shock colectivo para todo el mundo. En su declaración oficial el primer ministro declaró que la muerte de Diana no solo conmocionó a Gran Bretaña sino al mundo entero.
 She was a wonderful and warm human being. Though her own life was often sadly touched by tragedy, she touched the lives of so many others in Britain - throughout the world - with joy and with comfort. How many times shall we remember her, in how many different ways, with the sick, the dying, with children, with the needy, when, with just a look or a gesture that spoke so much more than words, she would reveal to all of us the depth of her compassion and her humanity. How difficult things were for her from time to time, surely we can only guess at - but the people everywhere, not just here in Britain but everywhere, they kept faith with Princess Diana, they liked her, they loved her, they regarded her as one of the people. She was the peoples princess and thats how she will stay, how she will remain in our hearts and in our memories forever.”[21]
El mundo despidió a lo que el primer ministro en su mensaje enmarcó como la princesa del pueblo con flores y llanto a un nivel colectivo. Las personas esperaron horas en fila para firmar el libro de condolencias que tuvo que darse en todas las embajadas británicas del mundo. En Gran Bretaña nada más pasaron cien mil personas al día para firmar dicho record histórico.[22] 

Ante este fenómeno, la misma reina de Inglaterra, Isabel II tuvo que hacer un boletín televisivo en el que pagó tributo a la princesa fenecida. Era la segunda vez en sus cuarenta y cinco años de reinado aparecía en la televisión fuera de su mensaje anual de navidad. La primera vez era por asuntos extremadamente importantes de la guerra fría. La reina tuvo que ensalzar las virtudes de Diana siguiendo el consejo de nuevo gobierno, liderado por el primer ministro, Tony Blair.[23] El no haber seguido tal rompimiento del protocolo, han señalado muchos expertos en los estudios sociales, historias y ciencias políticas hubiera dado un estocado final a la institución ortodoxa llamada la monarquía británica. La muerte de Diana terminó modernizando los viejos cimientos de la casa real británica y acoplando a dicha institución hacia la era de la globalización.[24]

El Funeral de la Princesa Diana se llevó a cabo en consenso del gobierno, de la casa real y de la familia Spencer. Aunque Según el historiador Robert Lacey, Diana prefirió, luego de divorciada, un funeral privado en el palacio de la familia- el palacio de los Condes Spencers-, se concluyo que debido a la popularidad creada por los medios de comunicación y el shock que provocó su muerte hacia la nación y al mundo esta ceremonia se hiciera publica con el aval de todos los honores de una mujer de estado. El evento se llevó a cabo en la abadía de Westminster el 6 de septiembre. Sus dos hijos, los Principes Guillermo y Harry (Enrique), su hermano, El Conde Spencer, la familia real, entre celebridades de la televisión y la música se dieron cita. El sequito que flanqueó el cadáver fue escogidos de las ciento diez caridades y patronatos que la princesa presidía. Como clausura de la ceremonia, el famoso cantante Sir Elton John le dedicó la canción “Candle in the wind” (vela en el viento), cambiando la letra por “Adiós, Rosa de Inglaterra.”

Conclusión
Según Robert Lacey, el legado de Diana fue hacer a la monarquía mas sensible a los súbditos, así como sirviendo como el icono que preparase a la Casa Real como institución protopolítica a entender los cambios en el mundo, la tecnología y la sociedad. Las personas querían ver una reina que de vez en cuando mostrara sus sentimientos ante el ojo público. El acecho de los medios de comunicación y las empresas publicitarias no terminaron con el entierro de Diana en el Parque del condado de Spencer, el Althorp Park. Estampas, sellos y una infinita cantidad de memorabilia se puso a la venta. Diana sirvió como un icono de la realeza para la prensa, pero no terminó el entrelace de medios y corona con la fenecida. El efecto Diana se transfirió a la corona, en especial a sus hijos, los futuros protagonistas de la familia real.

Aunque en un principio los británicos y el mundo señalaron a la prensa y al hambre por el precio que costaba una primicia sobre la princesa, los mismos medios de comunicación se encargaron de amonestar a la familia real británica por no compartir el sentimiento colectivo de perdida que sentía el mundo. Diana era un fenómeno que se hizo común en todos los confines del globo, aunque políticamente no estaba vinculada con nadie en países como Japón, EEUU y Brasil, las personas hicieron las mismas filas que aquellos países donde sí Diana tocaba un somero protagonismo por ser de la mancomunidad de naciones como: la India, Australia y Canadá. Gales dejó de ser un termino para un país integrado del Reino Unido para convertirse en un termino populista global, en cierto aspecto Gales era la villa global y la familia real británica con el icono de Diana se convirtió en la familia real del mundo entero.[25]

Bibliografía
Fuentes Primarias
Electrónicas.
CNN “ Queen’s tribute to Princesa Diana” Disponible en http://www.cnn.com/WORLD/9709/05/queen.address.2p/. Internet acezado marzo 31, 2007.

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Ferrao, Luis A. Estados Unidos y la globalización. Seminario Doctoral.  Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano. 2007.

Fuentes Secundarias:
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Fuentes Electrónicas
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Nota de agradecimiento del autor:
Mis más profundos agradecimientos son para: Dios, primer motor en el orden teleológico de mi vida y del sentido de las cosas; para mi madre, Nora E. Figueroa y mi abuela Esperanza Díaz Vda. De Figueroa. Me quito el sombrero ante los bibliotecarios de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. A la Dra. Luz I. Pérez Quiñones y al catedrático que imparte el curso, el Dr. Luis Ángel Ferrao, por inculcar una disciplina académica de excelencia y fomentar la integración curricular en nuestros cursos de historia.  Dedico esta humilde aportación a la Profesora Luz Celenia Torres, para mí simplemente Lucy, una segunda madre y veraz maestra de las humanidades como fuentes del humanismo que encontramos en el calor fraternal.



[1] Peter Childs and Mike Storry, eds., Encyclopedia of Contemporary British Culture (London: Routledge, 1999), 103.
[2] John A. Taylor, Diana, Self-Interest, and British National Identity (Westport, CT: Praeger Publishers, 2000), 75.
[3] Iden.
[4] Ibid, 117.
[5] Mari Boor Tonn, "Princess Diana and Baseball: Encouraging the Critics of Culture to Play Fair," Women's Studies in Communication 22, no. 1 (1999): 112.
[6] John A. Taylor, Diana, Self-Interest, and British National Identity, 47.
[7] Mallory Wober. Media and Monarchy (Nova Science Publishers (2000)), 56.
[8] Ibid, 57.
[9] Jenny Kitzinger, "4 The Moving Power of Moving Images: Television Contructions of Princess Diana," in The Mourning for Diana /, ed. Tony Walter (New York: Berg, 1999, accessed 17 May 2007), 65.
[10] John A. Taylor, British Monarchy, English Church Establishment, and Civil Liberty (Westport, CT: Greenwood Press, 1996), 25.
[11] Mari Boor Tonn, "Princess Diana and Baseball: Encouraging the Critics of Culture to Play Fair," Women's Studies in Communication 22, no. 1 (1999): 112
[12] John A. Taylor, Diana, Self-Interest, and British National Identity, 51.
[13] Ibid, 67.
[14] Tony Walter, ed., The Mourning for Diana (New York: Berg, 1999), 19.
[15] John A. Taylor, Diana, Self-Interest, and British National Identity (Westport, CT: Praeger Publishers, 2000), 25
[16] Tony Walter, ed., The Mourning for Diana, 123.
[17] Esto de un total de 58 millones de habitantes del Reino Unido.
[18] John A. Taylor, Diana, Self-Interest, and British National Identity, 54
[19] Adrian Kear, and Deborah Lynn Steinberg, Mourning Diana: Nation, Culture, and the Performance of Grief  (London: Routledge, 1999), 155.
[20] John A. Taylor, Diana, Self-Interest, and British National Identity, 25
[21] Ten Downing Street. The Prime Minister’s Constituency.  “Statement by the Prime Minister following the death of Diana, Princess of Wales.” Available from http://www.number10.gov.uk/output/Page1050.asp ;internet, accessed 13 May 2007.
[22] Tony Walter, ed., The Mourning for Diana (New York: Berg, 1999), 98.
[23] Adrian Kear, and Deborah Lynn Steinberg, Mourning Diana: Nation, Culture, and the Performance of Grief  (London: Routledge, 1999), 98
[24] Robert Lacy, Monarch: The Life and Reign of Elizabeth II (New York: Free Press, 2002), 34
[25] Adrian Kear, and Deborah Lynn Steinberg, Mourning Diana: Nation, Culture, and the Performance of Grief (London: Routledge, 1999), 155

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