lunes, 21 de agosto de 2017

Retos y desafíos en el desarrollo de la educación: Una reflexión

RETOS Y DESAFÍOS EN EL DESARROLLO DE LA EDUCACIÓN: 
UNA REFLEXIÓN
Por Pablo L. Crespo Vargas

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Luego de la gobernación de Roberto Sánchez Vilella (1964-1968), único gobernador que logró un superávit en la economía gubernamental puertorriqueña, la Isla pasó bajo una serie de administraciones que se dedicaron a fomentar un sistema burocrático politizado. El cual llevó a desarrollar políticas económicas enmarcadas en solicitudes de préstamos y créditos sin poder establecer maneras efectivas de pago que, a su vez, promovieron una sociedad donde la dependencia social era la orden del día. La misma se reflejó en una educación descuidada y con falta de sentido para un gran sector de nuestra población.

A partir de 1968, la política gubernamental hacia la educación en Puerto Rico tiene un cambio de paradigma dejando a un lado las innovaciones educativas y fortaleciendo los modelos tradicionales de enseñanza. Esto a su vez llevó al estado a concentrar sus esfuerzos en el desarrollo administrativo y burocrático del sistema educativo, acción que resultó en detrimento a una educación de excelencia y promovió la visión partidista sobre la educación. Pasaron 22 años sin que se estableciera una nueva reforma educativa pública.

En 1990 se aprueba la Ley 68, una reforma educativa dirigida a descentralizar el sistema y en 1993 se establecen las llamadas Escuelas de la Comunidad. Éstas tenían un fin: el desarrollo de escuelas con autonomía docente, administrativa y fiscal que atendieran las necesidades de su comunidad minimizando la burocracia establecida en el sistema tradicional. También se pretendía que con este grado de autonomía los recursos disponibles en el nivel central fueran utilizados con mayor agilidad y efectividad para atender los problemas de cada comunidad escolar. En 1999 se establece una nueva ley orgánica (la Ley 149), la cual es la que está aún vigente en la actualidad (2017). En la misma se continuó con el concepto de escuela de la comunidad; sin embargo, de manera práctica se perpetúa un sistema centralizado y altamente politizado que provoca tensiones entre sus componentes.

No debemos olvidar que, durante la segunda mitad del siglo XX, se reflejó un patrón constante de aumento en la matrícula escolar, producto del crecimiento poblacional que ocurrió en la Isla y Lajas no fue la excepción. Con la llegada del siglo XXI, la situación demográfica cambió; primeramente, porque los índices de natalidad se estancaron, y porque el número de puertorriqueños emigrantes hacia los Estados Unidos creció luego de iniciado el periodo de crisis económica de 2006. Como si esto fuera poco, la educación puertorriqueña enfrentó, antes y aún ahora, el reto de políticas neoliberales impuestas por nuestros gobernantes en las últimas dos décadas.

En la visión neoliberal, la escuela se convierte en una mercancía más, lo cual relega a un segundo plano su función de centro de desarrollo sociocultural de nuestro estudiantado. El objetivo primordial del neoliberalismo es integrar la escuela al desarrollo industrial y económico guiado por principios que en algunos casos pueden ser considerados clasistas y elitistas, dirigidos a la formación de ciudadanos y trabajadores con actitudes dóciles ante el poder del estado y los patronos.[1]

A mediados de 2017, la situación educativa de Lajas es reflejo de lo que está ocurriendo en todo Puerto Rico. Escuelas de la Comunidad que en algún momento fueron modelos de desarrollo educativo, social y cultural, como es el caso de la Escuela Antonio Pagán, son cerradas luego de realizado un análisis donde los factores económicos son de mayor peso que los sociales.

Los educadores lajeños (y puertorriqueños) en la actualidad tienen una serie de retos por cumplir con su misión; no solamente luchan contra un sistema neoliberal opresivo que no cree que el educador es esencial en nuestra sociedad sino que tienen el gran desafío de seguir desarrollando seres humanos con pensamiento crítico y analítico, capacidad creativa e innovadora, y destrezas emocionales y cognoscitivas, que se interese por la preservación ambiental y que esté dispuesto al trabajo cooperativo y colaborativo. También es importante promover seres empáticos a la inclusión social, que dejen a un lado el desinterés y la apatía a resolver situaciones que afectan a la comunidad; así mismo, que puedan desarrollar un sentimiento humanístico y ético que los lleve a buscar soluciones a los problemas diarios y a dar buen uso a los adelantos tecnológicos.

¿Cómo se desarrollan todas estas destrezas? La educación debe ser holística. Las materias, aunque separadas, deben integrarse unas a otras. Las bellas artes, la música, los estudios sociales y la historia son esenciales y no deben descuidarse. El español como idioma de los puertorriqueños debe ser fortalecido para que el estudiante desarrolle una base lingüística sólida que pueda ayudar a que aprenda, no solamente inglés, sino un tercer y cuarto idioma. Las ciencias y matemáticas, de tanta importancia en la actualidad, no pueden dejarse a un lado. Los cursos vocacionales deben ampliarse para darle una mayor oportunidad competitiva a los estudiantes y que estos tengan las herramientas necesarias para un mundo de constante cambio. Además, como se busca un ser humano íntegro de cuerpo y mente, la educación física y los cursos de salud debe siempre estar presente.

Por último, exhorto a todos los puertorriqueños (pero en especial a los lajeños) y demás residentes de esta nación a seguir luchando para mejorar nuestra condición de vida, desarrollar nuestras comunidades y ser ejemplo digno para seguir. Es nuestro interés que el puertorriqueño del siglo XXI sea uno con la capacidad crítica y analítica necesaria para enfrentar cada uno de los problemas que se avecinan. También deseamos una sociedad democrática donde cada uno de sus componentes sea escuchado, atendido y valorizado por ser parte integrar de la misma. Se acercan tiempos difíciles y debemos estar orgullosos de lo que somos, para ello es menester conocer nuestro pasado. Es en ese acervo histórico y cultural que se encuentran las respuestas a las situaciones que enfrentaremos y así se evitará repetir los mismos errores que en un momento se cometieron.





[1] Jurjo Torres Santomé: “Michael Apple: El Trasfondo ideológico de la educación”, Cuadernos de pedagogía, Año 1998, Núm. 275, págs. 36-44.

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