martes, 2 de octubre de 2018

Crisis cubana de 1929 a 1934


Crisis cubana de 1929-1934
Armando Rivera Carretero

Terminada la Guerra Hispanoamericana y ocupada Cuba por las fuerzas estadounidenses, en 1901, el Congreso estadounidense adopto la llamada Enmienda Teller.[1] Mediante esta, Estados Unidos se comprometió a no anexar a Cuba y otorgarle su independencia. Desde la óptica estadounidense, resultaba esencial elaborar e imponerle a la futura república una formula política que le permitiera independizarse, mientras Estados Unidos mantenía su hegemonía sobre ella y, a la vez, protegía sus intereses económicos y políticos en la zona. El secretario de guerra de Estados Unidos redactó un borrador de las condiciones mínimas que se le impondrían a Cuba para proceder a su independencia. Este borrador le fue comunicado por el secretario de estado, Eliju Root, al Congresista Orville Platt para que lo radicara en el Congreso estadounidense y lo convirtiera en ley. El Resultado fue la llamada Enmienda Platt.
Bandera cubana izada el 20 de mayo de 1902. Foto de Latinamericanstudies.org

La Enmienda Platt la impuso Estados Unidos en 1901 a la Asamblea Constituyente cubana encargada de redactar la constitución republicana.[2] La Asamblea Constituyente protestó, pero el gobernador militar en Cuba, el general Root, actuó firme e intransigentemente. Las únicas opciones que le permitió a la Asamblea Constituyente fueron, incorporar la enmienda Platt en su constitución republicana, o de lo contrario, seguir con el gobierno militar ya establecido.[3] La Asamblea optó por el menor mal y a regañadientes acepto incluir la odiosa Enmienda Platt en su Constitución.[4] Cuba quedo así sujeta por décadas a la hegemonía e intervenciones estadounidenses, la intromisión política constante en sus asuntos internos y una abrumadora penetración económica.[5]

Cuba surge como estado independiente en 1902 con una soberanía seriamente menguada, una neocolonia, si se quiere decir. Los cubanos la llaman, la Republica Mediatizada.[6] Las tropas norteamericanas abandonaron la Isla el 20 de mayo de 1902 y se proclamó la independencia, aunque esta tendría una soberanía seriamente menguada por lo que veremos a continuación.

Root interpretó la Enmienda Platt de una manera incoherente y contradictora al expresar que el derecho a intervenir en Cuba no era sinónimo con entremezclarse o interferir en los asuntos del gobierno republicano cubano.[7] Root incurrió en otra contradicción al decir que:

Intervention is incompatible with the existence of the Cuban Government [and] would take place only in the event that Cuba should reach a state of anarchy which should signify the absence of any government, save in the cases of intervention against a foreign threat.[8]

A partir de este momento, Cuba prosigue su vida nacional bajo la hegemonía y tutela de Estados Unidos. Pero las cosas no anduvieron bien para la Isla. Ya a mediados de la década de los ’20, el precio del azúcar comenzó a bajar.[9] Con la Gran Depresión su economía se desplomó. La pobreza incrementó notablemente y se observaba fácilmente por toda la república. Muchas firmas comerciales sufrieron pérdidas económicas.[10] La construcción de la Carretera Central a un costo de $80,000,000 y el Capitolio, a un costo de $20,000,000, llevo a Cuba a la quiebra financiera.[11]

La impaciencia del pueblo cubano con su gobierno incrementaba.[12] Gerardo Machado, electo presidente de Cuba a mediados de la década de los ’20, se tuvo que enfrentar a la violencia y hasta una situación pre-revolucionaria. Sin embargo, a pesar de la miseria en que la población cubana vivía, Machado continuaba pagando puntualmente la deuda pública a Estados Unidos. A pesar del caos social y la posibilidad de una revolución en Cuba, el presidente de Estados Unidos, Herbert Hoover  se negó rotundamente a intervenir. Esta decisión de Hoover es muy significativa cuando se considera que las cuantiosas inversiones estadounidenses en Cuba corrían peligro. Estas sumaban $1,470,000,000.[13] En medio de esta situación, Machado, que hasta ese momento había gobernado relativamente bien, considerando las condiciones cubanas, intenta extender su término en dos años, dispensando de elecciones.[14] Machado comenzó a intimidar, coaccionar y a sobornar para forzar a los partidos de la oposición a acceder a sus pretensiones políticas claramente inconstitucionales.

Una Asamblea Constituyente convocada para viabilizar las pretensiones de Machado determinó que este podía presentarse para reelección por un nuevo término de seis años. Si Machado resultara reelecto, cosa segura, serviría del 1929 al 1935. A ningún político le preocupo que la asamblea claramente había excedido su autoridad legal y que sus determinaciones eran inconstitucionales.[15] Machado comenzó su segundo término bajo la nube negra de la inconstitucionalidad.[16] La insatisfacción del pueblo era evidente y abarcadora.[17] Pero no fue hasta la depresión mundial causada por la caída de la Bolsa de Valores en el 1929, que verdaderamente incrementaron, considerablemente, las tensiones sociales y las confrontaciones políticas en Cuba.

Como ya vimos, la economía cubana se desplomo por los efectos de la Gran Depresión. La producción azucarera se redujo en un 60%, las exportaciones en 80%, el precio del azúcar en 80%, y la producción de tabaco, de $43 millones en 1929 a $13 millones en 1933. Los salarios y jornales se redujeron drásticamente, trabajadores fueron despedidos masivamente, negocios y fabricas cerraron sus puertas, el desempleo se incrementó a alturas estratosféricas. De una población total de casi cuatro millones de almas, un millón estaban sin trabajo. Los jornales de los trabajadores agrícolas se redujeron en un 75%, los salarios de los trabajadores urbanos en un 50%. Las ganancias se esfumaron y el comercio se detuvo.[18] El 60% de la población cubana vivía en la extrema pobreza.[19] Pero como si la Gran Depresión no fuera suficiente, para principios de la década de los ’30, Estados Unidos le aumento las tarifas aduaneras a sus importaciones de azúcar cubana, causando que la proporción de esta en el mercado estadounidense se redujera del 49.4% en el 1930 a 25.3% en 1933.[20]

A esto, en 1930 y 1931, Machado se vio precisado a despedir de sus puestos gubernamentales a un grandísimo grupo de empleados públicos: efectuó reducciones en la nómina gubernamental de hasta 60%; detuvo la construcción de la Carretera Central que empleaba 15,000 obreros; clausuro 300 oficinas y estaciones postales. Para el 1932, los empleados gubernamentales no habían recibido sus sueldos en seis meses.[21] En 1928, Cuba importó de Estados Unidos $191 millones de dólares en productos, para el 1933 esa cifra se redujo a solamente $22 millones.[22] Durante la década de los ’30, las exportaciones de productos cubanos se redujeron de $362 millones a solamente $57 millones. Igualmente, el porciento de las inversiones estadounidenses en Cuba se redujeron del 74% en 1917, al 66.7% en 1922, al 61.7% en 1927 y al 54% en 1931.[23]

Al descontento general hacia su gobierno, Machado respondió con la represión del pueblo. En 1930, Machado suspendió las garantías constitucionales, suspendió las clases en las aulas y la universidad cerró sus puertas. Soldados vestidos en uniformes de combate asumieron funciones policíacas. En 1931, Machado suspendió la publicación de 15 periódicos y revistas, militares de alto rango sustituyeron a los gobernadores en cuatro provincias cubanas, tribunales militares suplantaron los tribunales civiles, y se estableció por el ejército la censura previa de los periódicos y revistas que continuaron publicando. A todas luces, Machado se había convertido en un dictador. Estos pasos provocaron un incremento en el descontento popular y las tensiones sociales. Cuba se dirigía a una revolución.

La oposición política a Machado se intensifico.[24] Muchos de los que lo apoyaban lo desertaron y les dieron su apoyo a partidos de la oposición.[25] Los arrestos de civiles, las torturas de los apresados y los asesinatos aumentaron, así como las manifestaciones en su contra y las “marchas de hambre”. Durante el 1929 y 1930, las constantes huelgas detuvieron la actividad comercial e industrial en muchas industrias. En marzo de 1930, Cuba sufrió una huelga general y para abril de ese año, se escenificaron batallas entre los trabajadores y la policía.[26]

Coetáneamente, bandas de personas armadas recorrían la manigua cubana quemando cañaverales, asaltando ferrocarriles, cortando cables telefónicos y telegráficos, destruyendo puentes y túneles de tren y atacando a la guardia rural. A pesar de que disponía del respaldo estadounidense, la situación de Machado continuaba complicándosele. El ABC, una organización política clandestina, se organizó y dedicó a la lucha armada. Otros grupos también se organizaron y adoptaron la lucha armada y el sabotaje como método para derrocar a Machado. También se crearon organizaciones de mujeres, de profesores universitarios, maestros de grados intermedios, y de estudiantes, opuestos al gobierno. La oposición política crecía y se robustecía. En 1931, surgió una corta guerra civil en Cuba. La represión gubernamental hacia los trabajadores, los estudiantes, los comunistas y los guajiros continuaba incrementándose, pero así también las represalias de estos.[27] A pesar de esta situación y por las razones arriba expresadas, el presidente Hoover se abstuvo de intervenir en Cuba a pesar de que la Isla se encaminaba hacia una revolución popular.[28]

Era obvio que no existía posibilidad alguna de una solución negociada a la gran crisis social y política cubana.[29] La burguesía cubana clamaba por una interpretación más amplia del Artículo III de la Enmienda Platt que la de Root, y reclamaba una intervención militar de Estados Unidos en Cuba. El propio embajador norteamericano, Guggenheim, solicito urgentemente de Washington la reevaluación de la política de no intervención, a una de intervención. Pero Hoover, consiente de la revisión de la política hacia la región, se negó a intervenir. Insólitamente, Guggenheim recibió del Secretario de Estado, Stimson, una severa reprimenda por su solicitud de intervención en Cuba. Así ceso su influencia sobre la política cubana.[30]

Franklin Roosevelt y su gabinete llegaron a la conclusión de que, con Machado en el poder, no se podría revivir la economía cubana. Concluyeron además que, bajo las condiciones cubanas, no sería posible negociar ni concluir con Cuba un Tratado Comercio Bilateral.[31] Machado no podía continuar en el poder en Cuba.

La nueva Administración de Franklin Roosevelt nombró a su subsecretario de Estado, Summer Benjamin Welles, como su embajador plenipotenciario en Cuba para tratar de resolver la aguda situación cubana y negociar un Tratado Bilateral de Comercio con este país.[32] Este patético y complicado cuadro, lleno de incertidumbre y de profunda crisis política y social le esperaba al nuevo embajador estadounidense y constituía un estupendo reto. Este conocía muy bien los requisitos de la nueva Política del Buen Vecino, lo cual le dificultaría aún más su misión de servir de intermediario entre los partidos y grupos en la grave crisis política y solucionarla por mediación y sin intervención militar. Cabe mencionar que su misión secreta era derrocar a Machado sin salirse de los parámetros de la Política del Buen Vecino. Las posibilidades de éxito no lucían muy halagadoras.

Mientras esperaba la confirmación del Congreso a su nuevo cargo, Welles publicó una declaración dirigida a Cuba donde le prometía la no intervención excepto en el más extremo de los casos y que, además, él ayudaría a Cuba a resolver sus problemas políticos y económicos sin apartarse de la nueva Política del Buen Vecino. Esta declaración estaba diseñada para alentar la confianza de los cubanos de que no tenían nada que temer por su gestión en Cuba. Por eso su lenguaje azucarado.[33] Pero el lenguaje de sus instrucciones confidenciales recibidas del Secretario de Estado, Cordell Hull, cantaba una música distinta y más severa. Comienza haciendo alusión a la Enmienda Platt:

Sir. The Policy to be pursued by this Government in its relations with the Republic of Cuba must be determined primarily by its rights and obligations as set forth in the first five articles of the treaty the treaty between the United States and Cuba Signed at Havana [on] May 22, 1903, which articles likewise form a portion of the Cuban Constitution first promulgated on My, 20, 1902.[34]

Y para que no quede duda posible de las bases de sus actuaciones, más adelante en sus instrucciones, se cita textualmente el Artículo III de la Enmienda Platt que trataba sobre el derecho de Estados Unidos de intervenir en Cuba, en la práctica, cuando Estados Unidos lo estimare conveniente para proteger sus intereses. Como se ve, el lenguaje de sus instrucciones contrasta con la declaración de Welles a Cuba. En adición, el lenguaje de sus instrucciones ciertamente no reflejaba fielmente la firme determinación de Hull y Roosevelt de no intervenir en Cuba. Esto dio lugar a especulaciones indicativas de que Welles había redactado sus propias instrucciones, aunque oficialmente recibidas del Departamento de Estado. Más adelante podremos juzgar acertadamente la razón en las discrepancias antes mencionadas, observando las repetidas recomendaciones de Welles al secretario de estado Hull a los efectos de que Estados Unidos interviniera en Cuba, aunque de forma limitada.

Welles claramente entendía que su misión era, primero, mediar entre las fuerzas políticas opuestas, utilizando cualquier medio idóneo, dentro del nuevo paradigma de política exterior estadounidense para ponerle fin a la grave crisis política cubana y, como agenda secreta, derrocar al presidente de Cuba, Gerardo Machado.[35] Segundo, negociar y concluir un Tratado Bilateral de Comercio con Cuba de manera que esta pudiera mejorar su maltrecha economía, pero que favoreciera a Estados Unidos económicamente. Así, Estados Unidos aumentaría sus exportaciones a Cuba y ayudaría a expandir el mercado cubano para viabilizar las compras cubanas de productos estadounidenses.[36]

El nuevo embajador estadounidense, arribó a La Habana el 8 de mayo de 1933.[37] De inmediato se reunió con todos los actores políticos cubanos incluyendo, obviamente, al presidente cubano Gerardo Machado. Welles le propuso a Machado comenzar un proceso de diálogo y negociación entre todos los partidos y grupos políticos enfrentados en disputas políticas, mientras él serviría de mediador. También propuso negociar un tratado bilateral de negocios con Cuba. Es importante notar que este tratado le resultaría imprescindible a Estados Unidos para ayudar a la recuperación de la agricultura y la industria norteamericana.[38] Luego se reunió con todos los demás actores políticos cubanos y les propuso la negociación y su mediación. Tanto los partidos que apoyaban a Machado como los grupos y partidos de la oposición, aceptaron las negociaciones y la mediación de Welles para resolver las graves controversia políticas cubanas.[39] Los delegados a las negociaciones representaban al gobierno de Machado, el Partido Liberal, el Popular y el Conservador, y por la oposición, la Unión Democrática, el ABC, el Partido Conservador de Oposición, los profesores de escuelas elementales, y escuelas superiores, el OCRR y las organizaciones de mujeres cubanas.[40] A instancias de Welles, quedaron excluidos de las negociaciones el Ala Izquierda del Partido Liberal, el Partido Comunista Cubano, y los gremios laborales.

El 1ro de julio comenzaron las negociaciones.[41] Pero Machado no ayudaba mucho al éxito de estas. Para esta fecha la Ley Marcial, por él decretada, llevaba ya dos años y medio en vigor.[42] Por otro lado, la legislatura cubana, reconociendo que había que relajar el control dictatorial de Machado, aprobó legislación declarando una amnistía general, reestableciendo las garantías constitucionales y el fin de la Ley Marcial y los Tribunales Militares.[43] Por su lado, Welles paciente y metódicamente fue empujando a Machado hacia su renuncia.[44] Welles le indico a Machado que para que las negociaciones resultaran exitosas en poner fin a la crisis política, el debería cortar su término presidencial por un año. Machado se negó y esto produjo un tranque que puso en grave riesgo el éxito de las negociaciones mediadas.[45] Welles informo a Washington que mantendría las negociaciones en sesión permanente hasta que se concretizare un acuerdo final.[46] Por otro lado, Welles decide no comenzar las negociaciones conducentes a un Tratado de Comercio Bilateral con Cuba hasta que concluyan exitosamente las negociaciones en vigor.[47] Para entonces, los partidos y grupos opuestos a Machado se habían constituido en una Junta Revolucionaria, llamando a una revolución contra el presidente cubano.[48] Se había, además, redactado un plan, el cual, entre otras cosas, demandaba la renuncia inmediata de Machado. Las negociaciones habían fracasado.

En julio de 1930, estalla una huelga general promovida por el PCC y el CNOC, que paralizo las actividades comerciales en Cuba. Con motivo de esta surge un caos general, pero concentrado en La Habana. Las calles estaban abarrotadas de civiles protestando contra Machado y exigiendo su renuncia. La universidad fue clausurada y sus estudiantes y profesores le declararon la guerra política a Machado.[49] Este caos y el recrudecimiento de las actividades insurreccionales no eran ni más ni menos que un augurio de la probabilidad e inminencia del estallido de una revolución. Si esta resultaba exitosa, probablemente establecería un nuevo orden político y económico de corte socialista. Los problemas cubanos se incrementaban y se complicaban. Welles amenazó sutilmente a Machado recordándole nuevamente de las obligaciones de Estados Unidos bajo la Enmienda Platt: o sea la intervención armada estadounidense en Cuba. Welles claramente estaba preocupado y se toma la potestad de redactar un borrador de pacto negociado para sometérselo a la Junta Revolucionaria.[50] El 8 de agosto le envía un cable directamente al presidente Roosevelt expresando:

. . . that while the purpose of my mission is to avoid the existence of a situation which would give rise to intervention by the United States if a situation of anarchy exists and there is no government in Cuba capable of protecting ‘life property and individual freedom’ as provided in the third article of the of the permanent treaty, the United States will not evade its obligations under that provision . . .[51]

De las instrucciones arriba mencionadas y esta solicitud podría surgir la inferencia de que Welles estaba preparando a Roosevelt y a Hull para una eventual intervención en Cuba.[52] En su afán de derrocar a Machado, Welles le sugiere insistentemente a Hull la retirada estadounidense del reconocimiento al gobierno de este y le solicita la presencia de dos buques de guerra en el puerto de La Habana.[53] El 9 de agosto, un día después, repite, solicitando a Washington que le informe a Machado que Estados Unidos no evadirá sus responsabilidades bajo el Artículo Tercero de la Enmienda Platt. Welles se acercaba paulatinamente hacia una intervención. Sin embargo, ni Roosevelt ni los países de América Latina estaban de acuerdo a que ocurriera. Hull procede a rechazar las recomendaciones de Welles.[54]

En agosto, la solicitud de que Machado dimitiera se había convertido en un ultimátum. En julio de 1933, Welles le comunico al general Herrera que había recibido autorización para desembarcar marines en Cuba, un bluff. Por su parte, el attaché militar de la embajada reforzó el bluff, informándole al alto mando militar cubano que Estados Unidos invadiría a Cuba, si Machado no renunciaba.[55]

Welles le indico a Hull de la inevitabilidad de una intervención armada. Sin embargo, Hull y el presidente Roosevelt se mantuvieron firmes en su política de no intervención y así se lo comunicaron a Welles. Además, le indicaron que, si Machado no renunciaba en un término razonable, Estados Unidos le retiraría el reconocimiento.[56] Welles estaba seguro que ambas estrategias convencerían a Machado a renunciar.[57] Pero las cosas no salieron como esperaba. Para sorpresa de todos, especialmente de Estados Unidos, Machado retó a este a invadir a Cuba.[58] En 1933, la amenaza de invasión que había funcionado tan bien para Estados Unidos en el pasado, ya no era efectiva para conseguir sus propósitos. El momento era crítico y Welles seguramente debió estar altamente preocupado.[59]

Welles continuó su campaña dirigida hacia Hull y Roosevelt tratando de encender sus ánimos y hacerlos receptivos a su eventual sugerencia y recomendación de intervenir en Cuba con el pretexto de que la situación cubana era en extremo inquietante. Por otro lado, los estados latinoamericanos le manifestaron a Washington su descontento, indicándole que su embajador en Cuba estaba coaccionando a Cuba en lugar de persuadirla.[60]

Ante este reto, Welles reacciono con una solución radical. Esta consistiría en permitirle a Machado que hiciera una contraoferta a la declaración de la Junta Revolucionaria, la que contendría sustancialmente los puntos más importantes de la propuesta de la Junta, y añadiendo algunos cambios de menor importancia, la cual la Junta aceptaría. En su contraoferta, Machado solicitaría una sabática del puesto de presidente, la cual la Junta aceptaría. De esta manera, Machado no perdía. Al general Herrera se le nombraría presidente provisional hasta que se celebraran elecciones democráticas, supervisadas obviamente por Estados Unidos. Este plan tenía la ventaja que posicionaría al ejército en contra de Machado. Welles les sugiere a los partidos de la oposición que constituían la Junta Revolucionaria a que redacten y entreguen a Machado su contraoferta.[61] Así se hizo. Machado accedió y comunico su contraoferta a la Junta Revolucionaria.[62] Esta la acepto y Machado se tomó su sabática y abandono a Cuba el 27 de agosto de 1933.[63] Welles se debió haber sentido satisfecho, había logrado en gran medida su primer objetivo. Restaba constituir un gobierno democrático y comenzar a negociar un Tratado Bilateral de Comercio con Cuba.

En lugar de Machado se nombró presidente provisional a Carlos Manuel de Céspedes.[64] La huida de Machado le produjo serios problemas al presídete provisional. Se produjeron serios disturbios en la sociedad cubana, además de innumerables huelgas, personas sospechosas de haber sido machadistas fueron linchadas, los empleados del gobierno y las alcaldías no se presentaron a trabajar y dejaron las oficinas gubernamentales a la merced del pueblo, comercios y hasta hogares fueron saqueados, turbas llenas de ira contra los seguidores de Machado deambulaban por La Habana y sus alrededores buscando a machadistas para ajusticiarlos. El país estaba en caos.[65] El 14 de agosto de 1933, dos buques de guerra norteamericanos atracaron en los muelles habaneros.[66]

Mientras eso ocurría, el 3 de septiembre los sargentos del ejército cubano, liderados por el sargento Fulgencio Batista, sorpresivamente se alzaron en rebelión y tomaron el control del ejército, despojado de su autoridad a todos los oficiales y generales y acabando con el efímero gobierno de Céspedes.[67] Se organizó una junta de cinco personas la que nombro a Ramón Grau de San Martin, presidente provisional[68], mientras que a Batista se le nombro jefe del ejército.[69] Mediante este cuartelazo de los sargentos, el ejército se convirtió en la única fuerza política efectiva en el país. La crisis cubana se complicó aún más. El 19 de agosto, Welles le propone a Hull que lo sustituya por el subsecretario de estado, Jefferson Caffery, demostrando su alto grado de frustración con su gestión, por lo elusivos de sus objetivos.[70]

El gobierno de facto de Grau inmediatamente confronta una formidable insurrección agraria.[71] Grau responde expropiando las centrales azucareras con dueños norteamericanos.[72] Estados Unidos responde rodeando a Cuba con una flotilla de buques de guerra compuesta de treinta navíos navegando cerca a las costas cubanas de manera que no pasaran desapercibidos.[73] La intención de Estados Unidos era crear en la mente del pueblo cubano una amenaza de invasión.[74] Welles pide dos buques de guerra para el puerto de La Habana y otro para el de Santiago de Cuba.[75] El 5 de septiembre Welles vuelve a solicitar que más buques de guerra sean enviados a Cuba.[76] En una conversación telefónica con Hull, Welles discute la intervención en Cuba y le recomienda que no reconozca al gobierno de Grau.[77] El 7 de septiembre, Welles sugiere a Hull una intervención limitada[78], usando como pretexto el estado de anarquía que existía en Cuba. El 8 de septiembre Welles vuelve a insistir en una intervención limitada.[79] Welles sabia, o debía saber, que esta continuada campaña sugiriendo una intervención en Cuba, aunque limitada, si fuera autorizaba y efectuada, provocaría una revolución en Cuba, dado el estado prerevolucionario cubano y el odio generalizado en la sociedad cubana a la Enmienda Platt. Welles estaba jugando con fuego.

Durante los cien días del gobierno de Grau, este se dedicó a transformar a Cuba con muchísimos decretos muy de vanguardia y justicia social. Pero Grau cometió un grave error. En su discurso de aceptación de la presidencia provisional, anuncio la derogación de la Enmienda Platt. Otro factor en su contra fue que estos justos decretos para el pueblo cubano resultaron en alarmar a los capitalistas e inversionistas norteamericanos. Y como si lo anterior fuera poco, su gobierno era el único que se había constituido en Cuba sin la aprobación de Estados Unidos. Todo lo anterior le gano a Grau la fiera desaprobación de Hull y del propio Welles.[80] Pero lo peor para Grau fue que no podía resolver el problema de la falta de trabajos, ni la aguda depresión económica que azotaba inmisericordemente a Cuba.[81]
Sumner Welles (primero a la izquierda) acompañando a Fulgencio Batista en la visita que este último realizó a Washington en 1938. Foto de la Colección de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

Welles se dedicó a debilitar diplomáticamente al gobierno de Grau. A recomendación de Welles, Estados Unidos se rehusó a reconocer el gobierno de Grau. Solo cuatro países lo reconocieron.[82] Durante el verano, aunque al principio Welles desaprobaba a Batista, cambio su actitud hacia él y mantuvo una cercana y amistosa relación con este. Welles cablegrafió a Washington informando que Batista era la única persona en Cuba que representaba la autoridad. Welles aprovecho su cercana y cordial relación con Batista para incitarlo a que se separara de Grau políticamente, una clara invitación a Batista para que diera un golpe de estado y formara un nuevo gobierno.[83] Batista supo entender y en su momento actuó. Por su parte y para ponerle presión a Grau, Welles cablegrafió a Washington solicitando que la Marina estadounidense enviara más buques de guerra a otros puertos cubanos.[84] Además solicitó permiso para desembarcar marines en La Habana “con el limitado propósito de proteger la Embajada Norteamericana y las vidas de extranjeros en Cuba”. También informo a Washington que Céspedes no podía ser restaurado como presidente sin una intervención militar. Le recomendó a Washington no solo el desembarco de marines en La Habana, sino también en Santiago y algunos otros puertos cubanos.[85] Welles llego al punto de concebir una intervención militar en Cuba conjuntamente con Argentina, Brasil, Chile y México.[86]

Como indicamos arriba y para enfatizar este peligroso proceder de Welles, él sabía, o debía saber que si Estados Unidos intervenía en Cuba provocaría una revolución, lo que no le dejaría alternativa a Washington que invadir y tomar militarmente la Isla, como ocurrió en el 1906. Welles había cruzado el Rubicón. No contó con la firme decisión de Hull y Roosevelt de no invadir a Cuba. Estos por el contrario le instruyeron a buscar una solución política.[87] Welles debió haberse sentido muy frustrado y decepcionado. No lograba desatar el nudo gordiano de la política cubana. Caminaba bajo instrucciones muy estrictas y estrechas que no le dejaban mucho espacio para maniobrar. En realidad, la única arma que tenía en su arsenal era el no reconocimiento al gobierno de Grau. Sin embargo, una importante ventaja de esta política fue que de esa manera se mantendría la turbulencia social en Cuba, socavando la efectividad del gobierno de Grau.[88]

Las cosas comenzaron a cambiar a favor de Welles. Ya para el 11 de septiembre, cuatro partidos políticos le habían retirado su apoyo al gobierno de Grau.[89] Estos eran los partidos más poderosos en la política cubana; la Unión Nacionalista, el ABC, el Partido de Menocal y el OCRR.[90] Al final, aún los partidos que apoyaban a Grau, el Partido Liberal, el Popular y el Conservador, le retiraron su apoyo político. Con el gobierno en la defensiva, Welles estaba libre para proseguir creando subversión interna en contra de Grau.[91]

Como los depuestos oficiales del ejército se reusaron a reinstalarse a sus comandos, fueron declarados desertores. Batista ordeno sus arrestos. Estos permanecieron refugiados y fuertemente armados, en el Hotel Nacional en La Habana. Tropas del ejército se presentaron al Hotel Nacional donde se hallaban alrededor de quinientos oficiales, y luego de una cruenta batalla, los oficiales se rindieron y fueron arrestados.[92] Esto es indicador importante de que el no reconocimiento del gobierno de Grau había estimulado a Batista y al ejército a alejarse del presidente Grau.[93] Las negociaciones entre los partidos políticos que demandaban la renuncia de Grau, se suspendieron sine die.[94] Las negociaciones habían fracasado. Como ya vimos, Welles en su frustración decidió abandonar el puesto de embajador.

En efecto, el 9 de diciembre de 1933, el Departamento de Estado le instruye para que abandone a Cuba el 12 o 13 de diciembre.[95] El 20 de noviembre Hull le comunica a Welles que su sustituto seria el sub-secretario de Estado, Jefferson Caffery, pero con una designación superior. No solamente sería el Embajador de Estados Unidos en Cuba, sino que su título oficial sería, Representante Especial del Presidente Roosevelt en Cuba.[96] Welles abandono a Cuba según instruido.[97] Éste se debió haber sentido muy decepcionado. No pudo resolver el imbroglio de la política cubana. Caffery arribo a La Habana el 18 de diciembre de 1933.[98]

En enero de 1934, Batista le retiro el apoyo del ejército a Grau y consecuente con las indicaciones de Caffery, acordaron en una reunión entre los dos nombrar e instalar como presidente interino a Carlos Mandieta.[99] Batista y los principales grupos políticos apoyaron esta decisión.[100] El gobierno de Grau cayó y Mandieta, luego de un periodo de vacilación, aceptó ser nombrado presidente provisional. Asumió la presidencia interina con el solo propósito de organizar y llevar a cabo unas elecciones democráticas. A los cinco días de su toma de posesión, Estados Unidos reconoció su gobierno. La crisis política cubana había concluido aunque las tenciones sociales continuaron durante el resto de la década.

El 29 de mayo de 1934, Cuba y Estados Unidos suscribieron un Tratado Bilateral de Comercio derogando el Tratado Perpetuo de Relaciones de 1903, el cual incluía la Enmienda Platt. Estados Unidos renuncio así a sus derechos de intervención en Cuba.[101] Estados Unidos procedió de inmediato a retirar su flotilla de buques de las aguas cubanas.[102] Batista, quien se había autodenominado jefe del ejército, fue ratificado en su cargo. Ya desde enero de 1934, el coronel Batista era indiscutiblemente el hombre fuerte de la política cubana y el poder detrás del trono.[103]

La inauguración de Carlos Mendieta en enero de 1934, aparentaba significar el retorno a las antes establecidas convenciones políticas[104] El ejército, por su parte, adquirió autonomía del grupo gobernante.[105] Habían quedado claro que las formas anteriores de intervención no eran capaces de proteger adecuadamente los intereses de Estados Unidos.[106] En agosto de 1934, Estados Unidos reviso los aranceles aduaneros que le imponía a los productos importados cubanos, lo que le permitió restaurar la dominación económica sobre Cuba.[107] Ese fue el significado de la derogación de la Enmienda Platt hacia Cuba en mayo de 1934.[108] La anunciada oficialmente Política del Buen Vecino, había pasado con éxito su prueba de fuego.

Welles recordaría que las negociaciones sobre un Tratado Reciproco de Comercio con Cuba, no solo reviviría la economía cubana, pero además y más importante, le permitiría a Estados Unidos reestablecer ventajas en el mercado cubano con el consecuente provecho para la agricultura e industrias norteamericanas. Este tratado le restituyo a Estados Unidos el control absoluto del mercado cubano, el cual había estado perdiendo paulatinamente durante los últimos diez años.[109]

Tanto Cuba como Estados Unidos resultaron beneficiados con el tratado; para Estados Unidos la aplicación de la Política del Buen Vecino en Cuba resultó en un éxito y para Cuba, la Enmienda Platt ya no colgaría más, como una Espada de Dámocles, sobre su cabeza.



[1] Louis A. Pérez, Jr., Cuba bajo la enmienda Pratt, 1902-1934 (University of Pittsburgh Press, 1986), p. 42
[2] Louis A. Pérez, Jr., The War of 1898 (University of North Carolina Press, 1998), pp. 34–36
[3] Ibíd., pp. 34-36
[4] Ibíd., pp. 34-36
[5] Ibíd., p. 129
[6] Ibíd.
[7] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 53
[8] Ibíd., pp. 54-55
[9] Ibíd., p. 265
[10] Ibíd., p. 266
[11] Dick Steward, Trade and Hemisphere: The Good Neighbor Policy and Reciprocal Trade (University of Missouri Press, 1975), p. 92
[12] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 269
[13] Steward, Trade and Hemisphere, pp. 92-93
[14] Pérez, Jr. Cuba bajo, p. 270
[15] Ibíd., p. 273
[16] Ibíd., p. 277
[17] Ibíd., p. 276
[18] Ibíd., p. 280
[19] Ibíd., p. 292
[20] Ibíd., p. 279
[21] Ibíd., p. 281
[22] Ibíd., p. 301
[23] Ibíd., p. 301
[24] Ibíd., p. 281
[25] Ibíd., p. 280
[26] Ibíd., p. 282
[27] Ibíd., p. 272
[28] Ibíd., p. 285
[29] Ibíd., p. 293
[30] Ibíd., p. 297
[31] Ibíd., p. 302
[32] Diplomatic Cables, Welles named as U.S. Ambassador to Cuba, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d238d238
[33] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d239
[34] Diplomatic Cables, State Department Instructions to Ambassador Summer Welles upon assuming his post,https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d241
[35] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 304
[36] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 304; Diplomatic Cables, Instructions to Ambassador Summer Welles upon assuming his post, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d241
[37] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 304; https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d244
[38] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d251
[39] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d263; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d265; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d266; Diplomatic Cables, Welles named as U.S. Ambassador to Cuba, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d238; y Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d257
[40] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d273
[41] Edwin Early et al, The Historical Atlas, p 98; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d274; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d279
[42] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d282
[43] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d284
[44] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 308
[45] Ibíd., p. 305
[46] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d292
[47] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d288
[48] Perez, Jr., Cuba bajo, p. 304
[49] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/295
[50] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d294
[51] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d299
[52] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d300
[53] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d300; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d301
[54] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d300
[55] Perez, Jr., Cuba bajo, pp. 310-15
[56] Ibíd., p. 312-14
[57] Ibíd., p. 312
[58] Ibíd., p. 313
[59] Ibíd., p. 314
[60] Diplomatic Cables, Secretary of State to Ambassador Welles, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d313
[61] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d314
[62] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d315
[63] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d317; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d333
[64] Pérez, Jr., Cuba bajo, pp. 317-18
[65] Ibíd., p. 319
[66] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d324
[67] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d156
[68] Perez, Jr., Cuba bajo, p. 320-21; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d327 #157
[69] Diplomatic Cables, Memorandum of telephone conversation between Ambassador Welles and Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d337
[70] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d327
[71] Samuel Flagg Bemis, The Latin American Policy of the Unites States, p. 280
[72] Ibíd., p. 280
[73] Ibíd., p. 280
[74] Perez, Jr., Cuba bajo, p. 328
[75] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d336
[76] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d342
[77] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d338
[78] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d352
[79] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d363
[80] Pérez, Jr., Cuba bajo, pp. 322-23
[81] Ibíd., p. 323
[82] Ibíd., p. 324
[83] Perez, Jr., Cuba bajo, p. 331-32; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d428
[84] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d338
[85] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 324
[86] Diplomatic Cables, Memorandum of telephone conversation between Ambassador Welles and Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d337
[87] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 325
[88] Ibíd., p. 328
[89] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d363
[90] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d384
[91] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 326
[92] Ibíd., p. 326
[93] Ibíd., p. 327
[94] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d415
[95] Diplomatic Cables, Acting Secretary of State to Ambassador Welles, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d518
[96] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/211
[97] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d521; Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d525
[98] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d528
[99] Bemis, The Latin American Policy, p. 281
[100] Diplomatic Cables, Ambassador Welles to Secretary of State, https://history.state.gov/historical documents/frus1933v05/d430
[101] Bemis, The Latin American Policy, p. 291
[102] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 291, 332
[103] Pérez, Jr., Cuba bajp, p. 332; Bemis, The Latin American Policy . . . p. 281
[104] Pérez, Jr., Cuba bajo, p. 333
[105] Ibíd., p. 334
[106] Ibíd., p. 335
[107] Ibíd., p. 335
[108] Ibíd., p. 335
[109] Ibíd., pp.304-05

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