Moscoso, Francisco. La revolución puertorriqueña de 1868: el
Grito de Lares. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2003.
Por Félix M.
Cruz Jusino
El historiador
Francisco Moscoso en su libro La
Revolución Puertorriqueña de 1868: El
Grito de Lares (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2003)
trasciende los paradigmas tradicionales que durante 150 años nos han presentado
un cuadro desolador y derrotista sobre la principal gesta libertaria del Puerto
Rico decimonónico. Evalúa 100 títulos de la historiografía sobre el tema, donde
se busca rescatar para la memoria nacional una gesta con características épicas
que acentúa el sentido identitario. Los libros examinados no solo comprenden
los de temas especializados, sino que incluyen los textos de historia general.
Esta evaluación profusa le concede a su publicación un panorama exhaustivo que
le permite identificar las verdaderas causas que llevaron a la revolución de
1868 y las consecuencias del hecho en la sociedad puertorriqueña.[1]
Entre la
documentación investigada y analizada destacan fuentes primarias en el Archivo
General de Puerto Rico y en el National Archives de Washington D.C. y fuentes
secundarias como los libros de historia sobre el tema, biografías y memorias.[2] Cuando se escribió el cuaderno, Moscoso puntea
que solo se habían publicado “dos libros ampliamente documentados sobre el
tema”: José Pérez Moris, Historia de la
Insurrección de Lares (1872) y el de Olga Jiménez de Wagenheim, El grito de Lares: Sus hombres y sus causas
(1985). El miembro de la Academia de la Historia subraya por su trascendencia
historiográfica los trabajos de Germán Delgado Pasapera (Puerto Rico: Sus luchas emancipadoras,
1984) y el de Lidio Cruz Monclova (Historia
de Puerto Rico, Siglo XIX, Tomo I, 1958).[3]
Contrario a
otros historiadores, Moscoso destaca la formación del concepto nacionalidad
puertorriqueña como fundamento esencial para la consecución de los hechos de
1868. Enfatiza las repercusiones históricas del evento heroico, no la derrota
de la revolución. Sostiene que el Grito de Lares hizo temblar al poder colonial
español a pesar de sus esfuerzos para disimularlo.[4] El historiador inicia sus planteamientos a través
de un viaje historiográfico sobre la evolución del concepto identidad puertorriqueña.
Esboza su teoría desde el punto de vista de que el sentimiento identitario no
es una característica innata, sino la expresión de una conciencia histórica y
de identidad como nación.[5]
Destaca el
historiador que en Puerto Rico el sentido identitario o la formación de la
nacionalidad se manifiesta desde el siglo XVIII con la movilización de miles de
tropas para rebatir la invasión inglesa o en las primeras jornadas libertadoras
de 1809 a 1812. Moscoso afirma que la gesta de Lares no es una revuelta de
hacendados con problemas económicos, sino el grito de una nación con identidad
propia cuyos luchadores por la libertad procuraban dotar a la nación
puertorriqueña, configurada desde tiempo atrás, con su estado independiente al
igual que concluyeron los forjadores de la independencia de todos los países.[6]
El trabajo está
dividido en catorce tópicos y una conclusión. Hace un recorrido por los
aspectos más importantes de la historia del país para probar su tesis
identitaria y el desarrollo del concepto de nación entre los puertorriqueños (capítulos
2 al 5). Evalúa los años anteriores al Grito (capítulo 6) y los sucesos
políticos de mayor envergadura (capítulos 7 y 8) que llevaron a su realización.
Moscoso detalla el proceso organizativo del Grito (capítulo 9), las
asociaciones políticas secretas que orquestaron la acción revolucionaria y su
lideresa (capítulo 10) y los hechos que llevaron a precipitar el evento armado
(capítulo 11). Moscoso describe vívidamente la actividad militar, la toma de
Lares y la Batalla del Pepino (capítulos 12 y 13). El autor analiza las razones
para la derrota y evalúa cuidadosamente los interrogatorios realizados por las
autoridades coloniales españolas, planteando que el temor al castigo obligó a
muchos a ocultar su participación en el evento (capítulo 14). Destaca lo
importante que han sido la lucha obrera[7], la cultura y la literatura[8] en la formación de la conciencia nacional.
Explora también las críticas y la rebeldía oculta detrás del trabajo de los
literatos del siglo XIX.
El historiador
mayagüezano escribe con palabras llanas, define tópicos que puedan ser confusos
y no hace uso de notas al calce que pudieran distraer la atención del lector
del trabajo expuesto. Reconoce la aportación de otros historiadores y expone planteamientos
contradictorios con gran respeto hacia sus predecesores. Desde la cita
introductoria en el reverso de la portada del cuaderno, tomada del Informe al
Poder Ejecutivo del 4 de julio de 1869 del general José Laureano Sanz, hasta la
última cuartilla, Moscoso esboza sus ideales independentistas y reafirma la
capacidad de Puerto Rico de proclamarse como una nación libre y soberana.[9]
El cuaderno es
importante para la historiografía puertorriqueña por su evaluación de las
investigaciones anteriores y la exposición de la manipulación continua de la
información histórica por el oficialismo en beneficio de las metrópolis,
primero española y luego estadounidense. Revoca con pruebas la categorización
como extranjeros que hicieron José Pérez Moris, Lydio Cruz Monclova y Olga
Jiménez de los líderes principales del Grito: Manuel Rojas y Matías Brugman.[10] Descuella la relación existente entre ambos
líderes con el país: Rojas era hijo del puertorriqueño José María Rojas, quien
lucho junto a Simón Bolívar, y Brugman, hijo de un curazaleño nacido en el
Nuevo Orleans francés con fuertes vínculos con Puerto Rico.[11]
El profesor
universitario no solo nos presenta el desarrollo identitario y cultural del
país, también nos proyecta la situación económica y política de la colonia
desde sus principios hasta el Grito de Lares en 1868. Haciendo uso de
información detallada y tablas, el historiador permite al lector evaluar por sí
mismo la realidad de Puerto Rico. El historiador constantemente está comparando
su data con las de anteriores. Liberado del concepto de que la revolución fue
una de hacendados, Moscoso enriquece su trabajo con tablas de datos que
enfatizan la diversidad racial de la Isla y la pluralidad socioeconómica y
racial de los participantes del Grito.[12]
La justicia
socioeconómica y política son dos temas que el historiador pondera en su
trabajo investigativo. Resume las expectativas para la formación de una mejor
sociedad que tuvieron los comisionados liberales en la tabla de la página 36.
La tabla constata las soluciones a las problemáticas que enfrentaba la colonia
desde el punto de vista de los colonos progresistas del siglo decimonónico.
Moscoso nos
lleva en un recorrido panorámico sucinto a través de la historia nacional para
catapultarnos en el momento histórico de la revolución de 1868. No deja detalle
fuera que sea preponderante para internalizar el sentido identitario
puertorriqueño y sus ansias por autogobernarse. No queda duda alguna de que la
hipótesis de Moscoso establece que la revolución armada de Lares fue una
decisión para terminar con el colonialismo[13] imperialista similar a la acaecida en otros
estados, que impotentes ante la negativa de sus metrópolis de ofrecer
libertades se ven obligados a recurrir a las armas.[14] Moscoso sustenta su hipótesis aludiendo a las
causas económicas, políticas y sociales que otros investigadores han planteado
como causales de la revolución, las analiza para concluir que indudablemente,
tienen su peso (unos más, otros menos) y pueden ser razón suficiente para mover
a unos a actuar concretamente. Pero no a toda una sociedad.[15]
De acuerdo a
Moscoso, las causales esbozadas por otros investigadores son: el endeudamiento
con prestamistas y comerciantes españoles; los agobiantes impuestos municipales,
estatales, eclesiásticos y comerciales; los jornales bajos y los comestibles
caros; los altos costos de transportación; la concentración de la tierra
cultivada en productos comerciales (azúcar, café, tabaco) a despecho de los
frutos menores y las consecuentes desnutriciones y hambrunas padecidas por la
mayoría del pueblo; las hipotecas, embargos y ruinas de muchos terratenientes y
pulperos, los sentimientos nacionalistas innatos, la exclusión de los
puertorriqueños de puestos de gobierno en gastos militares…[16]
Moscoso insiste
en que no se deben confundir móviles o detonadores inmediatos con las
contradicciones estructurales de las relaciones económicas sociales, políticas
e ideológicas que subyacen y rigen el conjunto de los problemas expuestos.[17] Para el historiador estas razones son calificadas
como simplistas.[18] Proyectando en el tiempo el momento del Grito con
el de su investigación, Moscoso estable una símil moderna aludiendo que si las
razones del Grito fueran económicas, el pueblo de hoy tendría sobradas razones
para un levantamiento.[19] Moscoso concluye que la situación económica de
Puerto Rico era parte de un problema mayor, que sin la voluntad de acción de la
gente no hubiesen llevado a la revuelta armada. [20]
El reconocido
investigador histórico sobre temas del siglo XVI fustiga con mucho
profesionalismo las posturas de sus colegas que han menoscabado la gesta
heroica del Grito al calificarlo como una acción de desesperados e impaciente.[21] Moscoso puntualiza que son aseveraciones y
deducciones como esa las esgrimidas por las metrópolis para criminalizar y
proyectar al independentismo como aberración.[22] Los historiadores del siglo XX se hicieron
cómplices de la postura postulada por los trabajos por encargo del oficialismo
que esperaba el momento idóneo en España para implementar reformas y mantener
la unión permanente.[23] En 1867, recalca el historiador, el Dr. Ramón
Emeterio Betances y José Julián Acosta no debatían sobre la puertorriqueñidad,
sino sobre la futilidad y limitaciones de la vía reformista para atender
plenamente la liberación puertorriqueña.[24] Es por esta razón que el autor enfatiza la
diversidad representativa del pueblo puertorriqueño que integró el movimiento
armado de Lares. Moscoso condena de forma solapada a los que han querido
encajonar la revolución de 1868 como un movimiento de hacendados endeudados.
Para Moscoso, Puerto Rico era ya en 1868 una nación con caracteres y costumbres
forjadas a lo largo de tres siglos, con sus proyectos y clamores de cambio y
desarrollo en todos los niveles desde el siglo 18.[25]
Moscoso rechaza
el personalismo del que han querido acusar a los gestores del Grito, el Dr.
Ramón Emeterio Betances y el licenciado Segundo Ruiz Belvis. Con pruebas
fehacientes Moscoso afirma que las intenciones de ambos líderes al organizar el
Grito no eran antagónicas ni personales, sino que su rol fue el de ofrecer
liderato y dar ejemplo para la obtención de la liberación de la Patria de la
opresión y privación de las libertades de todos los puertorriqueños.[26]
El historiador
hace un llamado a una reevaluación de la historia. Indica que no es posible
continuar repitiendo predicas oficialistas basadas en interpretación subjetivas
amañadas para mantener vigente el colonialismo. El Grito de Lares es un evento
que marcó la historia nacional y reafirmó la puertorriqueñidad, es por lo tanto
imperante conocer los antecedentes del origen y surgimiento histórico de la
nacionalidad puertorriqueña: en la historia está el ser, en toda su
complejidad.[27]
El trabajo
historiográfico de Moscoso trasciende el propósito de investigar el Grito de
Lares para constituirse en un análisis sobre la conformación de la nacionalidad
y los intentos del oficialismo por suprimir la verdad histórica de la Patria.
El cuaderno es un reto al oficialismo, a sus historiadores y su sistema
educativo que preserva inexactitudes para no ofender al imperio de turno. El
mensaje de Moscoso es claro, Puerto Rico no es un país dependiente, dócil y
humillado. Boriquén es un grito libertario enjaulado por intereses políticos y
económicos determinados por una plutocracia. Puerto Rico es una nación heroica,
resistente y orgullosa de sus gestas y sus grandes hombres y mujeres. La
verdadera historia del país está siendo reescrita por puertorriqueños, libres
de ataduras oficialistas.
La revolución
puertorriqueña de 1868: el Grito de Lares fortalece el sentido identitario y
asienta la pertenencia a la Patria. El Archipiélago Borincano y los
puertorriqueños se recrecen ante los ojos del lector. Moscoso rescata a los
héroes de la gesta del Grito de Lares para constituir la gran epopeya de la
nación puertorriqueña.
[1] Francisco
Moscoso, La revolución puertorriqueña de
1868: el Grito de Lares (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña,
2003), 8.
[2] Ibíd., 76-78.
[3] Ibíd., 8, 73.
[4] Ibíd., 70.
[5] Ibíd., 8.
[6] Ibíd., 6.
[7] Ibíd., 29.
[8] Ibíd., 30-31.
[9] Ibíd., 75.
[10] Ibíd., 73.
[11] Ibíd., 73.
[12] Ibíd., 33, 34, 69, 70.
[13] Ibíd., 5.
[14] Ibíd., 5.
[15] Ibíd., 6.
[16] Ibíd.
[17] Ibíd.
[18] Ibíd.
[19] Ibíd.
[20] Ibíd.
[21] Ibíd.
[22] Ibíd., 7.
[23] Ibíd.
[24] Ibíd.
[25] Ibíd.
[26] Ibíd., 8.
[27] Ibíd.
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