Mi Anastasia… tú no sabes todo lo
que daría por oír tu voz, tus suspiros, sentir la palpitación de tu corazón y
los besos de tu aliento rozar por mi cuello.
Solo con tenerte a mi lado, lo daría todo. Es imposible olvidar esa línea, la cual
tornabas en una simple curva para alegrar mis oscureceres. Nunca podré olvidar esa primera noche, cuando
entrabas en las tinieblas de los pasillos del calabozo, y conociendo que tu
destino sería fatal, radiabas sin necesidad de una lámpara. No te importaba tu final, cada paso lo dabas
con dignidad, restaurando tu respeto con cualquiera que se encontrara en este
maldito lugar.
Foto tomada en Freiburg (Alemania) por Charline P. Crespo Tomei |
Necesito volver a encontrarte… o al
menos, volver a verte. Si solo pudieras
ayudarme una vez más, volver a llenar los espacios que existen entre mis dedos. Romper las barreras de mi corazón y volver a
llenarlo de luz. Si tan solo… pudiera verte. Acariciar tus cabellos, arrullar
tu rostro, sentir esos labios cerezas… Me perdería en tu mirada para siempre y
toda una vida no bastaría para demostrarte este ardiente amor que siento por
ti… pero… pero… si tan solo…
Esta noche se destruye mi corazón
en mil pedazos. Cada pedazo con tu
recuerdo… con tu memoria. Arde de dolor,
agonía, pensamientos, lamentos, todo lo más oscuro y profundo que jamás podrás
imaginar. Se me rompe el alma pensar que
no podré decirte que eres lo que siempre soñé en la vida, mi amor inefable.
Aquí me hallo entre las sombras,
pensando en lo que nunca fue y jamás será.
Tan poco tiempo junto a ti, sin embargo, un año lo transformaste en una
eternidad. ¿Qué será de ti mi amor? ¿Habrás
escapado de aquellos guardias o… habrás muerto como las paredes han murmurado
por meses? ¡No! Es inaceptable creer que ya no estés en nuestro mundo. ¿Qué la vida sería sin ti? Nada. Eres extraordinaria, fuerte, con un poder
intachable y una voz firme con la cual tus palabras podrían cambiar el
mundo. Tus pasos siempre han sido de
grandeza, ¡No puedes estar muerta!
Las cadenas acompañan en una
canción al inmenso eco. Tristes melodías
junto a un terrible desenlace. Sinfonías
perdidas en el baile. Y nubes grises
cargadas en mis ojos, deciden ser libres al fin. Los relámpagos y truenos de mi alma se
detuvieron hace meses, sin embargo, todavía llueve en este pobre corazón. Se podría caer el cielo hoy y no me
importaría, lo he perdido todo… la he perdido a ella.
Me encuentro en el centro de los
ojos del mundo. El verdugo enlaza mi
cuello y toma dirección hacia la palanca del cadalso. Como siempre, inicia el sonido del tambor y
un soldado comienza a inaugurar mi sentencia de muerte. Mientras reclama mis razones para morir, yo
estoy aquí de pie pensando en ti, mi vida.
Una ola inmensa de multitud admirará mi muerte. No me arrepiento de haberte ayudado a escapar
del calabozo, no me arrepiento de que el destino te haya puesto en mi camino, y
no me arrepiento, y nunca me arrepentiré de haberte elegido mi compañera de
vida. Si he de morir hoy, será con
dignidad. Porque esto fue por tu
libertad mi…
¡Anastasia! ¿Cómo es posible que te
encuentre entre esa ola inmensa de multitud? ¡Me verás morir! No mi amor… No
llores más por favor… No conviertas esos ojos color mar en un cielo gris. Sé libre, vete de aquí… Si tan solo pudiera
gritar todo esto… Así no te castigarías a ti misma por mi desvanecimiento de
esta vida. No es tu culpa…Nunca lo
fue. Esa sonrisa... ¡Oh mi vida! Gracias
por regalarme una última sonrisa, ahora sé que esta muerte no será en vano.
Te amo, Anas… ta… cia…
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