miércoles, 25 de diciembre de 2024

El manual de los inquisidores de Nicolau Eymeric

El manual de los inquisidores de Nicolau Eymeric

Pablo L. Crespo Vargas 

Uno de los temas que trabajo en mi libro La Inquisición española y las supersticiones en el Caribe hispano es la literatura procesal inquisitorial. Aunque son varios los libros que sirvieron para que los directivos de la inquisición conformaran sus cuerpos judiciales, no todos fueron utilizados por el Santo Oficio español. Aprovecho para establecer que el Santo Oficio e Inquisición para efectos de este ensayo son una misma organización. También es importante recalcar que hubo varias inquisiciones y que no todas estaba conectadas; mucho menos cuando los objetivos reales de cada institución eran establecidos por las monarquías que las auspiciaban.

En el caso de la Inquisición española, fundada en 1478, el manual utilizado fue el escrito por el inquisidor de Aragón, Nicolau Eymeric, quien se encargó de mantener y velar por la pureza de fe en su reino durante los periodos de 1357-1376 y 1387-1388. De manera general, Nicolas Eymeric (1320-1399) fue un clérigo dominico, que se graduó de doctor en teología en la universidad de París en 1352. De allí pasa a Gerona, región de Cataluña, donde dio cátedra de teología y es nombrado inquisidor de Aragón en 1357. Eymeric se caracterizó por tener una serie de encontronazos con los monarcas aragoneses: Pedro IV (1336-1387) y Juan I (1387-1396), de ello se podría hablar más adelante. En el segundo periodo es que Eymeric termina de redactar su manual. Desde un inicio, este manual fue utilizado, pero no es hasta 1503, que en Barcelona se publica por primera vez. Luego, en 1558 es reimpreso en Roma y recibe la aprobación del papa Gregorio XIII.

Portada de versión italiana del manual de 1607.
Biblioteca Europea de Información y Cultura, Venecia.
Según Eymeric la investigación inquisitorial debía ser corta, sin dilataciones, limitando el número de testigos, que lo primordial es la búsqueda de la verdad, pero dándole al acusado la oportunidad de defenderse. Luego se explican las tres formas de iniciar un proceso: por acusación, por delación o por pesquisa. La acusación era cuando una persona u organización acusaba a un individuo. Para Eymeric, el que se acusara a alguien traía un problema, ya que se establecía de entrada el que existieran dos bandos contrarios sobre un mismo asunto. En este caso la Inquisición pasaba a ser juez, algo que el autor consideraba inapropiado porque la función inquisitorial era la de investigar. Se exhortaba que se utilizara el mecanismo de la delación. En la delación, un individuo mediante juramento declara prácticas heréticas de otro, sirviendo de testigo y no convirtiéndose en parte contraria del acusado. El tercer mecanismo, el de la pesquisa, se dividía en dos: la general y la iniciada por conocimiento público. La pesquisa general es la que las autoridades realizaban a menudo en búsqueda de herejías en la comunidad. La pesquisa iniciada por conocimiento público de una herejía era la que los inquisidores debían atender cuando se escuchaban rumores sobre posibles desviaciones de fe, pero de las cuales aún no había declaraciones.

Pasemos a los capítulos del Manual. El primer capítulo de la obra da las pautas generales de lo que fue la Inquisición medieval. Los procedimientos allí descritos fueron utilizados por la institución de manera regional, ya que se adaptaban según las circunstancias propias del reino o principado donde se utilizaban. El segundo capítulo es referente a los testigos. Curiosamente, este capítulo comienza indicando que los testimonios de los infieles son aceptados siempre que sean en contra del reo. Cuando son a favor del supuesto hereje son considerados inválidos, ya que se presumía que eran declaraciones en contra de la buena voluntad de la Iglesia. También se habla de la importancia de los testigos provenientes del ambiente doméstico del acusado porque se creía que la mayoría de las herejías se realizaban en la privacidad de los hogares.

Eymeric pide rigurosidad en la forma en que se trabajan las declaraciones de los testigos. Él indica que este es el medio de conseguir la verdad de lo ocurrido. Por ello, presenta una serie de preguntas generales que buscan comprobar la veracidad de la declaración. Se habla de los mecanismos de protección que tenían los testigos y de los supuestos testigos falsos. En el primer caso, se mantenía en secreto la identidad del testigo, a menos que este fuera una figura pública. En el caso de los testigos falso, se indica que estos debían sufrir cárcel. Nota curiosa, los testigos pueden ser puestos a tormento cuando existe alguna duda de su declaración. En este segundo capítulo se promueve el tratar con cuidado las declaraciones para evitar y descubrir posibles falsos testimonios. También se puede apreciar como el testimonio de solamente dos individuos era base para el inicio de una pesquisa inquisitorial. Se debe mencionar que uno de los mecanismos de la Inquisición española era realizar varias audiencias o sesiones de interrogatorio donde se repetían las mismas preguntas como forma de verificar las declaraciones.

El tercer capítulo trata sobre el interrogatorio del procesado. Eymeric presenta una lista de preguntas guías y generales para poder establecer las causas necesarias para un proceso rápido. También, indica y advierte sobre las artimañas de los reos para contestar las preguntas. Entre ellas, se menciona el uso de tergiversaciones, la propia apología, el fingir no sentirse bien o algún estado de locura y el tratar de presentarse ignorante, entre otras. En respuesta a las posibles tretas que los acusados puedan presentar, Eymeric establece una serie de tácticas que el inquisidor debe realizar para no caer en la trampa del acusado: presentación de preguntas repetitivas para comprobar lo ya contestado, el uso de un carácter suave por parte del inquisidor para que el reo sienta la confianza de confesar sus pecados, el uso de amistades o familiares del procesado para que lo convenzan de admitir su culpa, el hacer creer al acusado que se tienen las pruebas necesarias para condenarlo, el indicar que de no terminar el proceso para cierta fecha el inquisidor tendría que dejar el caso para fecha posterior y esto mantendría al reo encarcelado por un mayor tiempo, por último, el uso del tormento.

Termina el capítulo indicando que las declaraciones no deben ser interrumpidas, que en la búsqueda de la verdad se debe tener cautela, a la vez, que la conducta del inquisidor debe variar según el acusado y su herejía. Este tercer capítulo demuestra principios básicos de los procesos de interrogación que aún hoy son utilizados.

El cuarto capítulo trata de la defensa del procesado. Inicia mencionando que la confesión de un individuo era suficiente para su condena, asumiendo que los delitos de herejía eran realizados en el alma de la persona. Con la confesión no era necesario un abogado defensor. Entre las características del abogado se indica que debe «ser un varón justo, docto y celador de la fe». Sobre la recusación de los testigos o del juez, esta era solo válida si se comprobaba la existencia de enemistad y que esta llevara a que alguna de las partes atentara contra la vida del otro. Las apelaciones tendían a ser cuesta arriba. La razón, las diversas leyes creadas para las apelaciones, especialmente imperiales –las cuales no aplicaron a la Inquisición creada por Fernando e Isabel-, tendían a prohibir cualquier tipo de apelación para crímenes relacionados con la fe.

El capítulo quinto es referente a la tortura. Contrario a lo pensado, la tortura estaba reglamentada, aunque esto no garantizaba que se abusara de ella. Primeramente, nadie podía ser torturado sin que se agotaran los recursos necesarios para que el individuo confesara su herejía. Al notificarle al reo que sería llevado al tormento, se pensaba que esto serviría como primer persuasivo a confesar. Si esto no era suficiente se pasaba a la tortura en sí. Eymeric nos habla de sesiones que podían repetirse en tres días distintos. No más de ello. El autor condena el uso de la tortura para desmembrar o matar al afectado. Si el reo sobrepasaba los días de tortura debía ser puesto en libertad porque demostraba la falta de prueba sobre su culpabilidad.

El capítulo sexto nos habla de los reos rebeldes y de los que se fugan. El punto más importante de este apartado es que el reo fugitivo es considerado un «forajido rebelde», y que puede ser apresado o muerto por cualquiera, sin que el asesino incurra en pena o pecado. El séptimo capítulo nos habla de la absolución y que esta no es definitiva, dado que la causa fue un hecho de fe y puede repetirse. Sobre los castigos, de lo cual se ocupa el capítulo octavo, nos indica que estos pueden ser la purgación canónica, la abjuración en caso de sospecha de herejía, y las penitencias consiguientes, las condenaciones pecuniarias, que son las multas y confiscación de bienes, la privación de oficios y cargos, la cárcel y la relajación —ejecución— del delincuente al brazo seglar.

En los últimos capítulos se explica las abjuraciones —grado de las felonías—, las cuales se dividen en dos: de levi (leve) y de vehementi (vehemente). La abjuración leve es la que declara al procesado con sospecha leve de la herejía cometida. Por lo general se le aplicaba alguna pena que afectara sus bienes económicos. En la abjuración vehemente, la sospecha de herejía es mayor, por lo cual, el procesado debe jurar no cometer el mismo delito so pena de ser ejecutado por las autoridades civiles. En el caso de un reo acusado por primera vez, cuya herejía no era considerada mayor, se aplicaba la abjuración leve. Si el acusado era procesado por segunda vez por el mismo delito tendía a otorgárseles la abjuración vehemente.

Por último, debemos indicar que la Inquisición española, al igual que otras instituciones, pasó por un proceso evolutivo y sus reglamentos se modificaban, atemperándose a las circunstancias, según fuera necesario. A esto, añadimos que, básicamente, su desarrollo histórico lo podemos situar en tres periodos principales: inicio y consolidación (1478-1540), el tribunal como extensión del imperio (1540-1700) y caída (1700-1834).

Nota editorial: Una versión de este artículo fue publicado en El Post Antillano el 11 de mayo de 2024.

domingo, 22 de diciembre de 2024

El Ritmo Mozambique de Pello el Afrokán

El Ritmo Mozambique de Pello el Afrokán

Por Pellito el Afrokán (Omar Merencio Izquierdo)

El Mozambique es un ritmo que se creó y salió a la luz pública en 1962. Creado por el maestro Pedro Izquierdo Padrón (Pello el Afrokán), quien se dio a la tarea de establecer un género musical bailable con influencias de la rumba, la conga, el iyesa y de ciertas sonoridades afrocubanas, rindiéndole un tributo a todos sus ancestros africanos.

Pello el Afrokán (imagen obtenida en Discogs.com)

Pello el Afrokán creó un ritmo musical y su baile, dándolo a conocer en un momento donde en Cuba, y en el mundo, estaba la influencia y la moda musical del estilo Rock and Roll, donde grandes artistas de la época como los Beatles, Elvis Presley y The Rolling Stones, entre otros, brillaban, siendo su momento más popular.

Pello dio a conocer su Ritmo Mozambique y en poco tiempo hizo vibrar la escena musical al punto de convertirse en el artista cubano del momento. A su vez, puso de moda su ritmo y su baile; y logró mezclar sociedades, razas y distinciones a través de su música con una presencia potencial de la percusión cubana dentro de un formato de agrupación.

El Mozambique logró presentarse en grandes escenarios del mundo: 1965, en el Teatro Olympia de París, Francia; 1979, en el Teatro Carnegie Hall de la Ciudad de Nueva York; 1983, en el Hotel Chinzanso de Tokio. En Japón también se presentó en ciudades como Nagoya, Yokohama, Osaka, Kioto y Sendai, entre otras urbes niponas. Otros lugares donde se presentó fueron la Sala New Morning de París; en festivales y conciertos en Suecia, Islas Canarias, Madrid, Barcelona, Alicante, Zaragoza, Pamplona, Valencia, Roma, Milano, Florencia, Berlín, Múnich, Frankfurt, Dinamarca, Bélgica, Países Bajos, Polonia, en Rusia (antigua URSS), México, Colombia, Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Panamá y Canadá, entre muchos otros lugares.

El Ritmo Mozambique transcendió, tuvo una repercusión musical, cultural y un alcance tan grande que llegó a los Estados Unidos, a la ciudad de Nueva York en los años 60's, donde grandes artistas como Eddie Palmieri, Charlie Palmieri, Richie Ray, Bobby Cruz, Héctor Lavoe, Willy Colon y La Típica 73, entre otros hicieron varias versiones del Mozambique. Estas fueron grabadas en LP o discos de acetatos, en Puerto Rico artistas como Roberto Roena y su Apollo Sound, el Gran Combo de Puerto Rico, Bobby Valentín y su Orquesta, entre tantos grandes, también grabaron Mozambique, y el multi-premiado guitarrista Carlos Santana grabó uno de los temas más populares de Pello el Afrokán: “María Caracoles”, incluido en el álbum Festival, de 1976. También, AfroCuban All Stars y el Buena Vista Social Club en la voz del gran Ibrahim Ferrer grabaron el tema: Maria Caracoles.

Es muy grande e intensa la historia del Ritmo Mozambique porque al ponerse de moda las agrupaciones cubanas de la época, y las más recientes, tuvieron que incluir en su repertorio el Mozambique. Entre el listado de agrupaciones que incluyeron este ritmo están Roberto Faz y su Conjunto, la Orquesta Aragón, Rosita Fornes, Los Modernistas, la Orquesta Sensación con Abelardo Barroso, el Conjunto Rumbavana, La Charanga Habanera, Grupo Monte y Espuma.

En 1998, Pellito asumió la tarea de reorganizar y continuar la orquesta de su abuelo, Pello el Afrokán, manteniendo el legado musical del ritmo mozambique, pero con nuevos sonidos y aportes a este género musical que ha llegado a tantos rincones del mundo.

Pellito el Afrokán, a lo largo de sus 30 años de carrera musical, profesionalmente hablando, ha llevado su legado de Mozambique por países de Europa, Centroamérica, Asia y Estados Unidos, presentándose en reconocidos escenarios, ofreciendo talleres generales sobre música, de percusión y danza cubana, así como conferencias para dar continuidad y concienciar a las nuevas generaciones sobre el Ritmo Mozambique a través de anécdotas, historias, imágenes, videos y un trabajo muy profesional para todo su público y seguidores.

Para vídeos sobre el ritmo Mozambique véase el canal de Pellito el Afrokán en la siguiente dirección:  https://www.youtube.com/@omarmerenciopellitoelafrok2807

miércoles, 11 de diciembre de 2024

El aporte historiográfico del Primer Congreso Histórico-Cultural Canario

El aporte historiográfico del Primer Congreso Histórico-Cultural Canario

Pablo L. Crespo Vargas

El miércoles, 16 de octubre de 2019, en el Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Gurabo, se celebró el Primer Congreso Histórico-Cultural Canario, titulado Redefiniendo la aportación de las Islas Canarias a Puerto Rico. El fin de la actividad fue concientizar sobre las contribuciones culturales provenientes de las Islas Canarias y que hoy son parte de nuestra puertorriqueñidad. Los organizadores también buscaban reconectar las contribuciones histórico-culturales isleñas, como se le conoce a los canarios, con el Puerto Rico actual. Los gestores de este evento fueron la Asociación Puertorriqueña de Historiadores, el Círculo de Amistad Canaria de Puerto Rico y la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía (SPG). Los coauspiciadores fueron el Centro Cultural de Lajas, Centro de Estudios e Investigaciones del Suroeste (CEISO), Ecomuseo Comunitario Migdalia Jusino, Colectivo Literario en los Bordes, Historiadores de la Región Oriental de Puerto Rico, El Post Antillano y la publicitaria JF Media.


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Enlace para versión CC 4.0 de acceso libre: en Academia.edu

La actividad fue presenciada por unas 500 personas. La conferencia magistral fue realizada por Félix Miguel Cruz Jusino —quien también es el compilador y editor de esta obra— y llevó por título: “La aportación isleña a la cultura puertorriqueña”. De su exposición se debe destacar lo siguiente:

“La aportación de los canarios a la idiosincrasia nacional ha sido relegada al olvido. La criollización de los descendientes de los primeros migrantes canarios y los cinco siglos que han transcurrido desde la llegada del primer canario al país constituyen un velo que nos hemos propuesto desgarrar para descubrir el importante papel que tuvieron los isleños en la formación de la identidad puertorriqueña. Los estudios genéticos, la indagación genealógica y la investigación histórica nos proporcionarán un cuadro claro sobre donde están los elementos canarios en nuestra puertorriqueñidad”.

En el Congreso se presentaron cuatro mesas de discusión. Las mismas estaban dirigidas a conocer las Islas Canarias y su aportación histórico-cultural al desarrollo de Puerto Rico, a la vez, que se mostraron datos sobre la genealogía de las familias canarias en nuestra Isla. El complemento a toda la información presentada fue la firma de un acuerdo de colaboración entre el Círculo de Amistad Canaria, representado por Miguel E. Marrero, y la Asociación Puertorriqueña de Historiadores, representada por Félix R. Huertas González.

En la primera mesa se analizó el trasfondo histórico desde tres perspectivas distintas: los primeros pobladores de las canarias, la historia agropecuaria y la fundación de pueblos. Inició Nancy R. Santiago Capetillo con una exposición titulada “Origen de las Islas Canarias: periodo prehispánico” que analiza como tema central a los guanches, pueblos originarios de las Canarias. Santiago Capetillo, quien es arqueóloga e historiadora, nos presentó una descripción basada en los diversos estudios que se han realizado sobre la población originaria de las Canarias y nos mostró, de manera referencial, la evidencia arqueológica al respecto. Al finalizar, continuó el historiador Luis A. Caldera Ortiz, con una ponencia titulada “La aportación canaria al trabajo de la tierra puertorriqueña, siglos XVI al XVIII”, donde se presenta, de manera resumida, la historia del desarrollo agropecuario en la Isla y su interacción con los procesos migratorios desde estas islas. El tercer panelista fue José Luis Vargas quien presentó “La experiencia fundacional de la migración canaria, Lajas”, donde nos muestra las particularidades del estudio sobre la herencia canaria en la fundación de un pueblo.

El segundo panel fue auspiciado por la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía. Las ponencias evaluaron las contribuciones de las familias canarias en el desarrollo de la sociedad puertorriqueña. La primera exponente fue Norma Feliberti Aldebol, presidenta de la SPG con “Migraciones canarias: endogamia, consanguinidad y poder”. Siguió Luis Rafael Burset Flores con “La experiencia canaria en la región centroriental de Puerto Rico”. El tercer ponente fue Katherine Berrios Borges con “Ascendientes canarios en San Luis del Príncipe”, zona del actual municipio de Humacao. Se finalizó con Enrique Delgado Plasencia quien habló sobre “El Festival de las Máscaras de Hatillo”. Todas estas ponencias presentaron un caudal de aspectos genealógicos de mucho interés para los interesados en el tema. En los ensayos aquí expuestos se podrán distinguir nombres de individuos, familias y todo un acervo histórico que ayuda a reconstruir la historia de nuestra nación. A todo esto, algunas de las ponencias nos presentan árboles genealógicos, tanto de manera narrada como gráficos. Para los amantes de la genealogía estas cuatro ponencias, transcritas en ensayo, serán todo un manjar cultural.

El tercer panel inició con Miguel Rodríguez López, “Toa Baja y el rescate de la tradición de la Candelaria”, en donde se analiza el proceso de rescate de las tradiciones sobre las fiestas de la Virgen de la Candelaria por la familia Picón de Toa Baja. Luego de él, continuó Eduardo Quijano con la “Influencia canaria en las luchas sociales y reivindicativas de Puerto Rico: Familia Quijano”, donde no solo se describen sus orígenes canarios siendo descendiente de Severina Morales, sino que se hace un recuento de los movimientos cooperativistas en donde la familia Quijano estuvo partícipe.

El cuarto panel puso fin a la jornada. Su primera exponente fue Aida Mendoza con “De la carbonera a la mueblería: origen de las mueblerías Mendoza, 1952- 1970”, en la cual se resalta la figura de Francisco Mendoza, fundador de las empresas que llevan su apellido y se presenta las diversas vivencias que tuvo que pasar para el desarrollo de su empresa. Se culmina con el trabajo de Maritza Grajales-Suárez, “Mis canarios…”, que es una muestra de dos de las obras de esta autora que presentan sus raíces canarias: Isleños: los hermanos Santos y Barreto de Santa Cruz de Tenerife y sus descendientes y Dos familias: los Suárez y los Alfonso entrelazados por más de un siglo.

La estructura de la obra Redefiniendo la aportación de las Islas Canarias a Puerto Rico: Actas y apuntes del Primer Congreso Histórico-Cultural Canario no necesariamente sigue la secuencia de las ponencias, sino que los ensayos fueron colocados según una visión cronológica espacial, que favoreciera al lector poder realizar las lecturas mientras va ubicándose en los acontecimientos de la historia de Puerto Rico sin tener que realizar saltos entre un momento y otro. El último de los artículos es una excepción, “Influencia canaria, tradiciones y costumbres en Lajas”. Este artículo, no fue parte del Congreso, pero si fue una reflexión anteriormente presentada por quien suscribe; primero durante la celebración del aniversario 130 de la fundación del Municipio de Lajas, en 2013; y segundo, publicada en varios medios cibernéticos como El Post Antillano y Akelarre: historia y ficción. Este artículo resume la historia de los canarios en Puerto Rico, a la vez se alinea esta historia con el desarrollo cultural del Municipio de Lajas.

Por último, la recopilación de las actas y su presentación en forma de libro es nuestra aportación a la preservación y divulgación del conocimiento compartido y adquirido durante la realización de este Congreso sobre la cultura canaria y su influencia al acervo puertorriqueño. Esperamos que en el futuro se continúen promoviendo este tipo de actividades y que los aportes sigan contribuyendo al conocimiento general de nuestra sociedad. 

lunes, 2 de diciembre de 2024

La era trumpiana y la profecía de Putin

La era trumpiana y la profecía de Putin

José E. Muratti Toro

"Converso" por FB (él en Houston, yo en Hato Rey) con el amigo Alfonso Rodriguez sobre la reacción de los estadounidenses a la violencia institucional y, a la vez, anti-institucional, así como los tradicionales usos y costumbres que Donald ha prometido y ha nombrado a quienes las habrán de implantar.

Pienso que si a las agencias policiales y las milicias "se les va la mano", podrían haber revueltas y rebeliones que, o frenen al gobierno, o desemboquen en una asimétrica e híbrida guerra civil.

Por otro lado, no sé si la afición por el consumo y la vida cómoda, aunque cada vez más empobrecida les mueva a rebelarse. Creo que el catalítico sería la suma de acciones violentas contra poblaciones vulnerables. De lo contrario, como en tantos otros ejemplos históricos, se refugiarán en la bebida, las drogas y la complacencia de que "al menos no es contra los míos".

El convencimiento por desinformación e información premeditadamente falsa de que los "otros" causan la discordia o son las notas discordantes, va a ser determinante de la reacción porque su condición de marginación y desventaja no la ven como desigualdad económica, de clase social, sino como desplazamiento por otros que han sido convencidos que le han arrebatado sus derechos, sus privilegios y su lugar.

Lo que se avecina no es poca cosa y será en tantos frentes a la vez que la población se desconcertará y no encontrará remedio ni refugio en las instituciones tradicionales. El pueblo estadounidense siempre ha sido invasor, nunca invadido. Por lo tanto, no se ve a sí mismo como capaz de vencer a un dictador interno, siempre a los "otros"... "eso aquí no sucede" ...de ahí que quien se anunció como "dictador por un día" saliera reelecto.

Sobre todo, y en desafío al concepto marxista de "consciencia de clase" indispensable para derrocar una tiranía, los estadounidenses, incluso los unionados, no se consideran "trabajadores", se consideran miembros de las ocupaciones que realizan pero que no constituyen un "clase" como tal. Aceptarlo contravendría la creencia ultrageneralizada de que cualquiera puede llegar a ser millonario y, asumir un rol de trabajador, de proletario, sería renunciar a esa cumbre del "sueño americano".

Los empresarios multimillonarios siempre han logrado utilizar las fuerzas armadas, policiales y militares de los gobiernos contra quienes protesten, desde la huelga contra los fabricantes de vagones Pullman a finales del siglo XIX hasta las protestas contra la guerra de Vietnam en los 60s pasados.

Esta vez no será diferente. A diferencia de la consciencia generalizada sobre los "robber barons" del XIX y el aparato militar-industrial que estuvo dispuesto a asesinar a Kennedy para entrar de lleno en Vietnam, esta vez los billonarios de la era tecnológica ocupan posiciones de poder dentro del gobierno de Trump y los Demócratas no tienen un discurso, una estrategia, incluso una diferencia ideológica, con esa clase billonaria abocada a controlar la totalidad de las instituciones privadas y públicas. ¿Qué van a hacer los demócratas: intentar establecer una social-democracia a la Unión Europea?

Sus aspiraciones son las mismas que las de los republicanos, pero light, woke, nadando en el mismo lago del enriquecimiento desmedido, pero guardando la ropa para donarla a los menos afortunados, con énfasis en la ausencia de fortuna.

Putin dijo recientemente que Trump sería el Gorbachov de los EEUU, haciendo referencia a que el intento de "democratización" de la URSS mediante la perestroika la condenó al fracaso. El amigo Arturo Rodríguez observa, a mi entender acertadamente, que Trump es más bien el payaso Yeltsin, aunque sin el alcoholismo. Pero el mensaje de Putin pienso que es que Trump hundirá su nación, para beneplácito del eje antiestadounidense compuesto por Rusia, China, Hungría, Corea del Norte e Irán, con Nicaragua, Cuba y Venezuela de porristas (chearleaders) en las gradas.

Putin aprovechará y continuará saboteando a la UE e intentará anexarse nuevamente los países del Báltico y, eventualmente Polonia, Chekia y lo que aparezca en los Balcanes para la gloria de la madre Rusia.

Los EEUU sustituirán a Trump con algún fascista en ciernes que aún no ha despuntado y renunciarán a regañadientes a su rol de policía del mundo motivando al aparato militar-industrial a establecerse en otros países que les resulten rentables, con la anuencia de China y la India, próximos ejes de producción y consumo mundial.

Claro, todo esto si Putin no se impacienta y lanza una ojiva nuclear, y Trump y la OTAN se ven obligados a responder en cuyo caso, este comentario será parte de un legado histórico enterrado en algún servidor antiguo y no frito por un virus destructor de la infraestructura cibernética occidental.

No hay muchos motivos para esperanzarse. En esta guerra avisada morirán muchos, demasiados. Y este comentario, catalogado de disparatado e iluso, se olvidará, como todo lo que nos dicen los libros sagrados que no ocurrió antes.

Imagen suministrada por el autor