China y África: alianza para un mundo post-occidental
Por José E. Muratti Toro
Imagen de dominio público Wikicommons |
Gran parte de la manufactura dirigida a "estilos
de vida", (ropa, calzado y cosméticos) y la tecnología de punta, se manufactura
en Asia con salarios tan bajos que convierte la electricidad, construcción y el
transporte en gastos superfluos. China está transfiriendo a África gran parte de
la manufactura que hace para compañías estadounidenses y europeas reduciendo o manteniendo
costos de producción, pero convirtiendo todo un continente en un centro de suministro,
fabricación y distribución global.
“En Lesoto, por ejemplo, las fábricas de
ropa chinas producen pantalones de yoga para Kohl's, vaqueros para Levi's y ropa
deportiva para Reebok. Casi toda esa producción… se transporta en camiones hasta
los buques portacontenedores que zarpan con destino a los consumidores estadounidenses”,
relatan Mario Becedas
y Vicente Nieves
en el artículo “El plan de China para atrapar a Europa en su 'telaraña verde'
pasa por convertir África en su gran fábrica” en la revista El Economista.
“En el mercado del litio”, añaden, “las empresas
chinas controlan el 65% del procesamiento de litio y la fabricación de baterías.
En el aluminio, que es fundamental para las estructuras de los vehículos ligeros
y muy necesarias para que los vehículos eléctricos sean económicos y aumenten su
autonomía, las empresas chinas controlan aproximadamente el 60% del mercado mundial.
China también domina el suministro de grafito, que es fundamental para la tecnología
de baterías basadas en litio, ya que controla más del 90% de la refinación mundial
del mineral. China lo controla todo”.
Superando los prejuicios que en gran medida
Europa creó con relación al continente africano, degradando a sus múltiples poblaciones
y naciones a suplidores de hombres, mujeres y niños de negada humanidad y cultura
para la esclavitud, los chinos han visto en el inmenso continente un suplidor enorme
de materias primas y mano de obra para suplir el insaciable consumismo de un Occidente
adicto tanto a lo necesario como a lo baladí.
Utilizando el modelo occidental de suministrar
financiamiento, preferiblemente a empresas de construcción y manufactura del mismo
país que los prestamistas para proyectos de infraestructura y establecimiento de
fábricas y puertos de exportación de productos terminados, China suple dichas necesidades
a países africanos ignorados por las empresas de inversión equivalentes en Europa
y los EEUU. Como resultado, no solo los gobiernos, sino el ecosistema económico
se convierte en un socio dependiente del país suplidor de dinero y tecnología de
avanzada.
Curiosamente, a medida que los EEUU, bajo
la nueva administración de Trump buscará aislarse y reducir la dependencia de China
en el suministro de bienes de consumo, la República Popular de China comenzará
a sustituirle como principal suplidor global de tecnología de punta y productos
relacionados, fortaleciéndola como polo de poder económico, tecnológico y militar
a nivel mundial.
La cultura china cuenta con unos cinco mil
años cuyo destilado podría resumirse en su proverbio que reza: “ningún camino es
demasiado largo para el hombre que avanza deliberadamente y sin prisa indebida;
y ningún honor es demasiado lejano para el hombre que se prepara para ellos con
paciencia”. Mao Zedong, por su parte, complementó esta visión afirmando que la
China debe: “tener por objetivo principal el aniquilamiento de la fuerza viva del
enemigo y no el mantenimiento o conquista de ciudades o territorios”.
África es la frontera que Occidente
despreció. China no se propone “conquistar sus ciudades o territorios” para colonizarla
en sentido tradicional sino más bien para “aniquilar la fuerza viva del
enemigo” euro-estadounidense. Su meta es superar la supremacía económica y
militar de Occidente que, históricamente, ha replicado a nivel global en su insaciable
afán de conquista, posesión y consumo de las riquezas y bienes de vecinos y
lejanos por igual, para convertirse en la nación más poderosa del planeta.
Ante un Occidente que insiste en
autodestruirse en una tercera guerra “mundial” sin asegurados vencedores, China
con África que, junto a la India conforman los orígenes de la humanidad, se
preparan para un mundo post occidental.
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