Con gran satisfacción le damos la bienvenida al Dr. Alfredo Morales Nieves, quien recientemente publicó bajo la editorial Akelarre, dos de sus obras: El muerto, la cual salió el 29 de enero; y Julia, el 30 de enero de 2014.
El muerto, una novela que inicia desarrollándose en el el ciberespacio y que incluye a una gran cantidad de personajes comunes, nos presentan una historia diferente a la que estamos acostumbrados. Esta historia nos narra las aventuras de un muerto que busca saber quien fue su asesino y a la vez desea que se le haga justicia. El muerto nos lleva a un recorrido por el área oeste de Puerto Rico, pero en especial por las calles de la ciudad de Mayagüez. Nos involucra en las situaciones, que tanto, vivos como muertos experimentan y que nos haces reflexionar sobre nuestras acciones.
Para obtener El Muerto visite el siguiente enlace: http://www.amazon.com/Muerto-Spanish-Alfredo-Morales-Nieves/dp/149480073X/ref=sr_1_2?s=books&ie=UTF8&qid=1392182700&sr=1-2
Julia es una obra publicada originalmente en 1991 y que tuvo un formato digital en 2012. Julia, quien es la abuela del autor, nos narra una serie de vivencias o historias orales, enmarcadas en el recuerdo, el mismo que puede convertirse en mito, aunque sea realidad, aunque en ocasiones en nuestro ámbito caribeño, ambos estatus se entremezclan dejando al receptor de ellos una huella mágica, que es la que nos distingue del resto del planeta.
Para obtener a Julia visite el siguiente enlace: http://www.amazon.com/Julia-Spanish-Alfredo-Morales-Nieves/dp/1495362027/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1392182806&sr=1-1
miércoles, 12 de febrero de 2014
martes, 21 de enero de 2014
Juan Pablo Duarte y la independencia dominicana
Autora: Milady Tejeda
JUAN
PABLO DUARTE Y LA INDEPENDENCIA DOMINICANA
La independencia
dominicana tuvo un largo proceso de maduración hasta la llegada del 27 de Febrero
de 1844. Tardó veintitrés años en gestarse, luego de producirse la
Independencia Efímera llevada a cabo por el licenciado José Núñez de Cáceres en
Diciembre de 1821, y tras producirse más tarde la ocupación haitiana al país a
inicios de 1822, liderada por el general Jean Pierre Boyer.
Juan Pablo Duarte nació
el 26 de enero de 1813 en Santo Domingo de Guzmán. Su padre era el comerciante
español don Juan José Duarte. Su madre era la criolla doña Manuela Díez, nativa
del Seybo.
Duarte (1813-1876), fue
siempre coherente con su prédica revolucionaria desde muy joven. Para hacer
realidad la creación de la República Dominicana fundó con tan sólo veinticinco
años, junto a otros jóvenes, la sociedad secreta La Trinitaria; vendió todos
los bienes patrimoniales de su familia y padeció el exilio, hasta morir en la
miseria.
Los nombres de los que
componían esta sociedad patriótica, además de Duarte, era: José María Serra,
Juan Isidro Pérez, Jacinto de la Concha, Féliz María Ruiz, Felipe Alfau, Benito
González, Pedro Alejandrino Pina y Juan Nepomuceno Ravelo. Los nueve fundadores
hicieron un juramento el 16 de julio de 1838 para crear la República
Dominicana, que nació la noche del 27 de Febrero de 1844 como nación libre e
independiente.
Hoy, a casi 170 años,
los dominicanos y las dominicanas con orgullo podemos decir: ¡Viva la República Dominicana!
¡Gloria eterna a Juan
Pablo Duarte, el más puro y grande de todos los dominicanos!
Perth Amboy, New Jersey
Diciembre, 2013
viernes, 17 de enero de 2014
Artículo sobre Lajas y la Guerra Hispanoamericana
Por Pablo L. Crespo Vargas
La Revista Universitaria de Historia Militar de la Universidad de Cádiz y del Centro de Estudios de Historia Militar, en Cádiz, España, publicó en su más reciente número (núm. 4, vol. 2, 2014) un ensayo, que originalmente redacté para el curso de metodología e investigación histórica, de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano, y que luego fue editado para cumplir con los requisitos de la convocatoria de la revista, sobre las implicaciones de la Guerra Hispanoamericana en los habitantes del municipio de Lajas.
En resumen, el artículo presenta un análisis enfocado en las vivencias de los lajeños durante el 1898, teniendo como tema principal los acontecimientos locales afectados por la Guerra Hispanoamericana. Esta microhistoria busca presentar el sentir lajeño de la época sobre este hecho y aportar a la historiografía puertorriqueña.
Para leer el artículo, los invitamos a ir al siguiente enlace:
Lajas, un pueblo en lucha por sobrevivir durante la Guerra Hispanoamericana
De una vez los invitamos a la página web de la revista:
Revista de Historia Militar, Universidad de Cádiz
La Revista Universitaria de Historia Militar de la Universidad de Cádiz y del Centro de Estudios de Historia Militar, en Cádiz, España, publicó en su más reciente número (núm. 4, vol. 2, 2014) un ensayo, que originalmente redacté para el curso de metodología e investigación histórica, de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano, y que luego fue editado para cumplir con los requisitos de la convocatoria de la revista, sobre las implicaciones de la Guerra Hispanoamericana en los habitantes del municipio de Lajas.
En resumen, el artículo presenta un análisis enfocado en las vivencias de los lajeños durante el 1898, teniendo como tema principal los acontecimientos locales afectados por la Guerra Hispanoamericana. Esta microhistoria busca presentar el sentir lajeño de la época sobre este hecho y aportar a la historiografía puertorriqueña.
Para leer el artículo, los invitamos a ir al siguiente enlace:
Lajas, un pueblo en lucha por sobrevivir durante la Guerra Hispanoamericana
De una vez los invitamos a la página web de la revista:
Revista de Historia Militar, Universidad de Cádiz
Etiquetas:
Guerra Hispanoamericana,
Historia de Puerto Rico,
Historia del Caribe,
Historia militar,
Historiografía,
Lajas,
Microhistoria
miércoles, 15 de enero de 2014
Armando Hart y nuestra América
Autor: Jesús Méndez
Jiminián
ARMANDO HART Y NUESTRA AMÉRICA
“Toda está dicho
ya, pero las cosas cada vez que son sinceras son nuevas”.
José Martí (1853 – 1895)
Armando Enrique Hart
Dávalos (La Habana, Cuba, 13 de Junio 1930). Abogado, político, escritor,
educador, martiano y gran revolucionario. Es de los fundadores de los Movimiento 26 de Julio, 1956, liderado
por Fidel Castro Ruz. Fue integrante de su primera dirección nacional. Participó
activamente en las tareas revolucionarias para derrocar la dictadura de
Fulgencio Batista. En la vida política también se inició al lado de Fidel en el
Partido Ortodoxo de Eduardo Chivás. En 1957 fue hecho preso por los militares
del régimen de Batista, pero logró escaparse para incorporarse inmediatamente a
las tareas políticas con miras a derrocar la dictadura, siendo designado
Coordinador Nacional del Movimiento 26 de
Julio. En enero de 1958 es hecho preso nuevamente, y como tal permanece
hasta el triunfo de la Revolución, el 1 de enero 1959.
Bajo la presidencia de
Manuel Urrutia, el primero después del triunfo de la Revolución, ocupa el cargo
de Ministro de Educación, y, organiza y dirige de forma brillante la Campaña
Nacional de Alfabetización, mediante la cual se redujo de más de un 25% a 3.9%
al finalizar la misma, el analfabetismo en Cuba. En 1976 es designado Ministro
de Cultura, cargo que desempeña hasta 1997; y desde entonces, hasta hoy, ocupa
las funciones de Director de la Oficina del Programa Martiano, y preside la
Sociedad Cultural José Martí, desde cuyas funciones ha logrado
extraordinariamente proyectar y difundir la vida y obra del Héroe Nacional de Cuba, con notabilísima
aceptación y valoración en toda Nuestra América y el Mundo.
Entre las principales
obras publicadas por Armando Hart, se encuentra: Del trabajo cultural (1970), Cambiar las reglas del juego (1983),
Cultura en Revolución (1990), Cubanía, cultura y política (1993), Perfiles
(1995), Cultura para el desarrollo, el desafío del siglo XXI (2001), Ética,
cultura y política (2001), La condición humana (2005) y ¿Quién fue José Martí?,
entre otros.
Este 30 de enero de 2014
se cumplen, precisamente, 123 años de la publicación por parte de Martí de su
obra Nuestra América, y con ello
queremos rendir nuestro más sincero y cálido reconocimiento a Martí, al pueblo
de Cuba, y con ellos a uno de sus más abnegados defensores y fiel exponente:
Armando Hart Dávalos. ¡Honrar, honra! como decía José Martí.
El autor es miembro de
la Cátedra “José Martí” en la UASD y de la Real Sociedad de Historiadores.
martes, 7 de enero de 2014
José Martí, un gigante de nuestra América
Autor:
Jesús Méndez Jiminián
JOSÉ MARTÍ, UN GIGANTE DE NUESTRA AMÉRICA
“La Patria es dicha, dolor y cielo de todos y no
feudo y capellanía de nadie”.
José Martí
José
Julián Martí Pérez (La Habana, Cuba, 28 de enero de 1853 – Dos Ríos, Cuba, 19
de mayo de 1895). Es el más universal de
los cubanos. Político, periodista, poeta, abogado, filósofo, educador,
escritor, diplomático y gran revolucionario. Hijo de los españoles Mariano
Martí, de Valencia, y Leonor Pérez Cabrera, de Tenerife, Islas Canarias. Desde
niño sintió los dolores de su Patria salvajemente colonizado por el imperio
español; se inició casi niño como escritor en el periodiquito llamado Diablo Cojuelo, fundado y dirigido por él.
El 21 de octubre de 1869, Martí es acusado de
traición, y es enviado a prisión por las autoridades españolas quienes lo
ingresan a la Cárcel Nacional, en La Habana. Por diligencias de sus padres, la
pena le es conmutada, y se le envía al exilio, a España, donde concluye sus
estudios de bachillerato, e ingresa a las universidades de Madrid y Zaragoza,
donde se gradúa en Derecho Civil, Filosofía y Letras.
Desde España, Martí se traslada a México donde residía su familia; y más tarde a Guatemala, donde ejerce el magisterio. Retorna a Cuba y el 17 de septiembre de 1869, tras el estallido de la Guerra Chiquita liderada por el general Calixto García, es hecho preso nuevamente. Es enviado al exilio. “Entre 1880 y 1890 Martí alcanzaría renombre en la América a través de artículos y crónicas que enviaba desde Nueva York – donde pasó a residir la mayor parte de su vida, n. de j.m.j. – a importantes periódicos: La Opinión Nacional de Caracas, La Nación, de Buenos Aires y el Partido Liberal, de México”. En su breve estancia en Caracas, en 1881, funda La Revista Venezolana.
En el campo literario,
Martí es precursor junto a figuras como Rubén Darío, Santos Chocano, Manuel
Gutiérrez Nájera y otros, del movimiento conocido como el Modernismo. Entre sus obras, de mucho valor literario y político,
están: Ismaelillo (1882), Versos
sencillos (1891), Versos libres, El presidio político en Cuba (1871), Nuestra
América (1891), y su única novela
Lucía Jerez. Su obra epistolar es amplísima.
Uno de sus grandes
méritos como político tras la creación del Partido Revolucionario Cubano
(1892), es el de haber logrado unificar a los principales jefes de la Guerra
del ’68, entre los que se encontraban los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo,
para los preparativos e inicios de la última guerra de independencia cubana: la
Guerra del 95 o Guerra Necesaria.
Su muerte acaece tras su
integración a dicha guerra, el 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, cerca de Palma
Soriano. La influencia de Martí es bien grande en el pueblo cubano, que lo ha
declarado como “El apóstol de la
independencia” o el “Héroe Nacional
de Cuba”. La libertad en el concepto
martiano bien podría resumirse en esta frase: “La Libertad no puede ser fecunda para los pueblos que tienen la frente
manchada de sangre”. ¡Martí vive y por siempre vivirá!
El autor es miembro de
la Cátedra “José Martí” en
la UASD y de la Real Sociedad de Historiadores
jueves, 12 de diciembre de 2013
Síntesis de la historia de las ciencias en Puerto Rico, siglos XIX y XX
Autor:
Luis Caldera Ortiz
Historia
de la Ciencia en Puerto Rico, siglos XIX y XX[1]
Continuación
de la Primera parte de este artículo
Siglo XIX
Entrando
en el siglo XIX el desarrollo de las ciencias en Puerto Rico se amplió en gran
medida. La Real Cedula de Gracia implementada en 1815, aparte de ser una
reforma económica para Puerto Rico a largo plazo, conllevo que entraran
extranjeros con poder adquisitivo que invirtieron su capital en la isla,
especialmente en el producto azucarero.[2] En
toda la centuria del siglo XIX la evolución de la manualidad azucarera se transformó
en las grandes centrales, movida a vapor y con el ferrocarril,[3] esto
ayudó al desarrollo de la ingeniería.
El
primer huracán del que se tiene una idea de la presión barométrica que generó fue
el de Santa Ana, el cual afecto a Puerto Rico el 26 de julio de 1825[4];
aunque la primera medición barométrica se realizó con el huracán de Nuestra
Señora de los Ángeles, ocurrido entre el 2 y 3 de agosto de 1837.[5] El
pluviómetro es utilizado en Puerto Rico a mediados de la década de 1850.[6] Un
aspecto interesante relacionado es que en la década de 1830 la ciencia
investigativa medica tomo sus avances gracias a los huracanes.
Aun
en la primera mitad del siglo XIX el avance del estudio de la ciencias era uno
muy lento y apenas podemos ver una serie de avances en el campo de la industria
azucarera.[7]
Entendemos que el verdadero impulso se dio con la creación del Cuerpo Auxiliar
de Obras Públicas[8], esto se dio mucho más
rápido después de los incidentes del Grito de Lares en 1868.[9] La
Gaceta de Puerto Rico empezó a publicar informes climáticos por primera vez en
1869 y el Gobernador Sans para el mismo año da órdenes de establecer el
telégrafo; este iba de Arecibo a la Capital.[10]
Para 1870 se ordenó tirar una línea telegráfica submarina desde Puerto Rico hacia
algunas Antillas Menores. Por lo que la comunicación entre Puerto Rico y las
Antillas Menores fue un gran avance tecnológico. A pesar de esto, aun en Puerto
Rico, en las pequeñas escuelas urbanas, solo se daba religión, aritmética,
lectura, caligrafía, aritmética y conducta.[11]
La clase de aritmética, aunque era básica, demostraba que dentro de los
elementos de la educación del siglo XIX se encontraban elementos relacionados a
las ciencias.
Comenzando
la década de 1870 hasta el 1898, en Puerto Rico, las principales actividades
científicas fueron hechas por los ingenieros del Departamento de Obras
Públicas, estos habían estudiado en España. Las estaciones meteorológicas eran
supervisadas por el Director de Departamento de Obras Públicas.[12]
Otro ejemplo de desarrollo urbano y tecnológico fue la construcción de
proyectos de puentes metálicos en muchas de las principales carreteras en
Puerto Rico.[13] Después de este avance,
en Puerto Rico, en el último cuarto del siglo 19, la última década del imperio
español no presentó una gran innovación científica en la mayoría de los sectores,
el cultivo del tabaco, el café y su infraestructura era ámbitos que carecían de
avances en la ingeniería de desarrollo, solamente en las Estaciones
Experimentales creadas en Rio Piedras y Mayagüez se hacían algunos estudios
sobre estos cultivos y otros menores como el maíz.[14]
La
gran mayoría de la población vivía en casas de madera y paja, algunos
terratenientes tenían acceso a algún artefacto de gran tecnología del momento,
un ejemplo es que 1887 en Coamo había una línea de teléfono desde la casa de
Clotilde Santiago hasta lo Baños de Aguas Termales del mencionado pueblo.
Posiblemente fue el primer lugar en Puerto Rico en haber un teléfono
residencial. Esto se debió indirectamente a que en 1890 se instaló un cuadro
telefónico en la fortaleza para comunicarse con las estaciones militares
cercanas.[15]
La
creación de las Estaciones Experimentales en Rio Piedras y Mayagüez en 1888[16],
es a nuestro entender el avance tecnológico, científico y relacionado con la
ciencia más importante en el último tercio del siglo 19. En este campo se
hacían estudio de botánica y agronomía con distintos productos de cultivo, la
razón principal para la creación de estas estaciones experimentales era para
buscar un mayor desarrollo de los productos locales y la búsqueda de la cura de
enfermedades que se le daba a los principales cultivos. Aquí vemos la base de
la agronomía en Puerto Rico.
En
1896 algunos médicos locales hacían cirugías en el Hospital de Servicio Militar
de San Juan.[17] Por lo que la medicina en
Puerto Rico había tenido un avance tecnológico y técnico. Notamos que algunos
renglones relacionados con las ciencias, las matemáticas y la tecnología se
habían desarrollado durante el siglo XIX, los científicos se habían enfocado
más en una sola materia y la especialización de esta, la tendencia mencionada
fue poco a poco imitando a lo de los países europeos. A nivel local ya casi no
había científicos multifacéticos de los que habían existido en la Isla desde el
siglo XVI. Algunas bases estaban ya sentadas, solo faltaba algunas inversiones
monetaria a gran escala que solo podían ser provista por una nación en
crecimiento y con un ideal capitalista, que transformara la forma de pensar
sobre la ciencia en Puerto Rico.
Siglo XX
Luego
de la invasión norteamericana a tierras borinqueñas, lo primero que estos
hicieron fue degradar la moneda a un 60% y establecer un estatus estático, para
así depreciar los terrenos de muchos hacendados puertorriqueños. Como a
consecuencia de esto, vinieron las grandes corporaciones norteamericanas
azucareras, tabacaleras, bancarias y otras a comprar los terrenos a bajo costo.[18]
El capital de estas industrias fomentó un nuevo ímpetu al desarrollo científico
en todos los renglones laborables, incluyendo la creación de una ciencia
empresarial, que aún se utiliza hoy en la teoría administrativa. El Servicio
Nacional de Meteorología se estableció en 1899 y J. Phasset fue su primer
director.[19] En los estudios arqueológicos,
la Isla tuvo la virtud de contar con los trabajos de Agustín Stahl, Jesse
Fowkes e Irving Rouse, quienes establecieron mucha de las teorías sobre
poblamiento indígena en Puerto Rico, algunas de estas siguen vigente hoy día.[20]
El
sistema educativo en Puerto Rico evoluciono de uno simple a uno complejo
enfocado en el modelo capitalista de Estados Unidos, la Universidad de Puerto Rico
fue creada en 1903 para dar estudio continuo a los maestros del país y con el
pasar del tiempo se convirtió en nuestra principal institución educativa.
En
el terremoto del 11 de Octubre de 1918 se utilizó la escala Mercalli para medir
los daños y en el área de Aguadilla se construyeron casas nuevas con planos
arquitectónicos americanos[21],
esto fue provocado por el tsunami que acompaño al evento sísmico. En la década
de 1920, se continuaron realizando construcciones con especificaciones
arquitectónicas para este tipo de desastres. En la era de la Gran Depresión no
hubo muchos avances tecnológicos, aunque debemos identificar la figura del Dr.
Pedro Albizu Campos como una de nuestras personas más brillante relacionadas a
los campos científicos ya que era químico y físico. Abandono sus estudios
científicos por la política revolucionaria independentista.
La
meteorología era un tema atendido por los periódicos pero los pronósticos no
eran acertados, por lo que en la década de 1940 se desarrolló El Instituto de
Meteorología Tropical. Aquí se estudió más a fondo el fenómeno de la onda alisia,
las vaguadas y la zona convergente intertropical, además se publicaron trabajos
relacionados con la formación y naturaleza de los huracanes.[22]
También este instituto junto a las Estaciones Experimentales de Rio Piedras y
Mayagüez realizaron estudios en conjunto para averiguar más la interacción
entre la lluvia, el clima, los huracanes y el clima tropical con la
agricultura.[23] Estos estudios eran de carácter
innovador y promovían la agronomía, climatología, botánica y zoología. Para a
mediados de la década de 1950 la prensa monitoreaba el clima con mapas llamados
Tefigramas.[24] En 1956, el Negociado del
Tiempo contaba con un radar para medir los sistemas tropicales que afectaban a
Puerto Rico.[25] Todo esto nos indica
claramente que la meteorología puertorriqueña había evolucionado hacia la
modernidad.
El
Plan Manos a la Obra permitió que llegara a la Isla un flujo de industrias e
hizo que la ingeniería se moviera a construir grandes edificios privados y
públicos, por lo que las comunidades en los campos se empezaron a migrar a los
pueblos en busca de mejores trabajos.[26]
La ciencia y la tecnología en Puerto Rico experimento una serie de
transformaciones después de 1950. En la década de 1970 ya Puerto Rico era un
país industrializado y gestor de proyectos petroquímicos.
Para
las década de 1980 y 1990, la era digital, los celulares, computadora y
televisores a colores empezaron a penetrar con más fuerza nuestra sociedad,
como consecuencia un gran avance de conocimiento en la comunicación y la
ciencia predictiva por parte de la población común y corriente. Por primera vez
Puerto Rico estaba a la par con el resto del mundo con los adelantos
tecnológicos, la globalización permitió que los adelantos de la ciencia llegaran
a los países de forma más rápida y fácil. En la actualidad la ciencia sigue
evolucionando hacia la transformación de objetos grandes a pequeños con mejores
herramientas de funcionamiento, ejemplo de eso son los teléfonos inteligentes.
También los estudios en fauna, los cuerpos oceánicos, los geológicos y muchos
más, se experimentan en nuestra Isla en los distintos laboratorios de las universidades
públicas y privadas. Por lo que hay un gran interés de las nuevas generaciones
en construir un país lleno de avances tecnológico a base de la ciencia.
En
Puerto Rico hemos dado un gran salto en cuanto avances tecnológicos en el siglo
XX; el siglo XXI será uno de estudios e investigación que promete muchos más
adelantos. Consideramos que hace falta más interés en la investigación sobre el
desarrollo de las ciencias. Hay mucho material del pasado que está deseoso
salir a la luz, para así comprender como nuestras pasadas generaciones vivían
con el conocimiento de la ciencia del momento. Lo más importante de todo esto
es que la evolución de la ciencia en Puerto Rico fue un paso lento pero en las
últimas décadas se han dado grandes saltos. En un futuro la ciencia dará más
que hablar y su evolución será uno mucho más mayor en Puerto Rico de lo que es
ahora, solo es cuestión de interesar a la nueva generación de niños a que se
interesen por la historia, el análisis y la dinámica que envuelve el campo de
la ciencia.
[1] El autor es economista y
cursa sus estudios doctorales en historia en la Universidad Interamericana en
el Recinto Metro. Actualmente es historiador
de Coamo, es escritor de la Revista Illescana y tiene segmento radial en
el programa domingo en la Villa de San Blas transmitido en la emisora 1450 A.M.
Domingo 10:30. En el 2013 recibió el premio Historiador Joven del año 2012 de
Puerto Rico otorgado por la Unesco. En la actualidad trabaja en varias trabajos
de historia para ser impresos, los libros son Historia de los Ciclones y Huracanes en Puerto Rico, La Historia del Tabaco en Puerto Rico y Las Esfemerides de Coamo este último
esta publicado digitalmente en la página de Coamo Mall TV.
[2] Archivo General de
Puerto Rico. Aquí se encuentra una copia genuina de tal importante legislación
económica.
[3] Archivo Histórico
Nacional, Ultramar, 296, exp. 29 (1844-1848). El Ayuntamiento de Guayama pide
libre introducción de carbón de piedra. Esto es una muestra del uso del carbón
en la tecnología desarrollada a mediados del siglo XIX, la ciencia del uso de
la energía de este mineral estaba en pleno nacimiento en Puerto Rico. El
ferrocarril llego mucho más tarde a Puerto Rico, para el 1888 se hacen las primeras
propuestas y para a mediados de la década de 1890 arriba las primeras
locomotoras impulsadas a vapor por lo que esto fue paso a paso, para más
información véase Archivo General de ultramar, (1862-1888).
[4] La Gaceta de Puerto Rico, Lunes, 29 de Agosto de 1825, pág. 25. La
medida fue entre 27.10 y 28.0, se tomó en la Isla de Guadalupe pero asimismo
que pudo haber sido una parecida en Puerto Rico. También debemos asumir que es
un poco cuestionable debido a lo rustico del aparato. El primer barómetro en
Las Antillas Mayores fue utilizado en Cuba en 1794.
[5] Luis Salivia, Historia de los Temporales en Puerto Rico.
San Juan, 1950. Pág. 171.
[6] Archivo Histórico
Nacional, Ultramar, exp. 374, núm. 2. Creemos que fue entre 1851 y 1853.
[7] En 1844 al Sr. Juan de
Andrey se le concedió de una patente para una máquina de elaborar Tabaco rape
en una pequeña fábrica en San Juan, en el producto tabacalero este es el primer
invento relacionado para producir este producto en alguna forma en masa conocido
en Puerto Rico, para más información véase Archivo Histórico Nacional,
Ultramar, 307, exp. 7.
[8] El proceso tomo tiempo y
la documentación es muy extensa, Archivo Histórico Nacional, Ultramar, 314,
exp. 17. Creación del cuerpo auxiliar de Obras Publicas, 1866-1868. Archivo
Histórico Nacional, Ultramar, 315, exp. 17, 1867-1872. Expediente sobre el
arreglo de personal de Obras Públicas. Archivo Histórico Nacional, Ultramar,
390, exp. 19, 1867-1890. Presupuesto de Obras Publicas Mono Montes y Telégrafos.
[9] Los sucesos de Lares
fueron detalles que se abonaron con el tiempo, un gran factor fue las pésimas
condiciones de la población y los informes oficiales indican que el dinero de
los impuestos era malgastado y no se invertía en obras públicas. Luego del paso
de San Narciso y los temblores de Noviembre del mismo año, fue la gota que
colmó la copa para que se aglutinaran un grupo de revolucionarios en Lares.
Para más información del mal gasto de dinero véase Archivo Histórico Nacional,
Ultramar, 379, exp. 1.
[10] Luis Salivia, Historia de los Temporales en Puerto Rico.
San Juan, 1950. Pág. 203-204. El telégrafo fue desarrollado en 1837 pero en
Puerto Rico fue traído en 1858 por el propio Samuel Morse en Arroyo, este tiro
un cable de la casa de la hija en la Hacienda Enriqueta hasta el puerto del
mismo pueblo en donde trabajaba su yerno. Este telégrafo era de uso privado.
[11] La Gaceta de Puerto Rico, 16 de Julio de 1867, pág. 3. Esto es un
ejemplo tomado de una escuela en Coamo.
[12] Archivo Histórico
Nacional, Ultramar, 372, exp. 1-8, 1873-1896. Expediente sobre el Servicio
Meteorológico. Este informe está acompañado de diseños y datos numéricos sobre
el clima en Puerto Rico desde 1873 hasta el 1898 y se enviaba a España cada 3
años.
[13] Archivo Histórico
Nacional, Ultramar, 368, exp. 10, 1877. Sobre realización de Puentes Metálicos.
Las piezas de estos puentes se compraron en Francia. Hoy en día aún existen
varios de esos puentes, ejemplo de esto es que en Coamo hay 3 existente aun que
están a la salida de dirección de la carretera 14 en dirección de Aibonito y
Juana Díaz. Eso demuestra el progreso de la construcción y unión de carreteras
interestatales entre los municipios en Puerto Rico en ese periodo.
[14] Archivo Histórico
Nacional, Ultramar, 340, exp. 10 y 12.
En el campo del tabaco se empezaron hacer estudios más profundos
relacionados con el procedimiento de cultivo, la distribución de la tierra y
del uso del abono, por lo que a pesar que fue un adelanto con este producto aun
eran estudios técnicos rústicos, esos estudian se hacían en fincas en Cayey y
Rio Piedras, con otros productos era lo mismo estos era el maíz, el café, el
azúcar y las legumbres. A pesar que estos estudios eran rústicos era la primera
vez en Puerto Rico que había un interés de forma científica para buscar
desarrollar los productos de aquí para así ser mejores exportaciones de tales
productos mencionados.
[15] Ramón Rivera Bermúdez, Historia de Coamo: La Villa Aneja.
Coamo, Imprenta Acosta, 1992. Pág. 169.
[16] Archivo Histórico
Nacional, Ultramar, 340, exp. 10 y 12
[17] Archivo Histórico
Nacional, Ultramar, 1076, exp. 52, 1896. Expediente de cátedra de Cirugía en el
Hospital Militar de San Juan.
[18] Arturo Bird Carmona, Parejeros y Desafiantes: Los Tabacaleros de
Puerta de Tierra en la primera década del siglo 20. San Juan, 2006. Pág.
56, véase capitulo dos pág. 38-64 del mismo libro para mejor detalles sobre
esto.
[19] Luis Salivia, Historia de los Temporales en Puerto Rico.
San Juan, 1950. Véase sección de apéndices.
[20] Sebastián Robiou
Lamarche, Tainos y Caribes. San Juan,
2003. Pág. 10-140.
[21] Archivo General de
Puerto Rico, Asuntos Varios, Leg. 206, Caja 159-161. La escala de Mercalli se
estaba utilizando en Puerto Rico desde antes del siglo 20, aproximadamente en
26 de agosto de 1874 se registró un sismo fuerte en Puerto Rico, fue
aproximadamente en la escala 5 y 6 de Mercalli véase a Luis Edgardo Días, Temblores y Terremotos de Puerto Rico.
Ponce, 1985. Pág. 21.
[22] Rafael Pico, Nueva Geografía de Puerto Rico: Física,
Económica y Social. Rio Piedras, Editorial Edil, 1975. Pág. 152-153.
[23] Ibíd., pág. 152-153.
[24] El Mundo de Puerto Rico, Viernes, 19 de agosto de 1955, pág. 12.
[25] El Mundo de Puerto Rico, Viernes, 12 de agosto de 1956, pág. 1. El
primer sistema que se entrenó en el radar los fue el huracán Santa Clara, el
radar fue puesto el día 11 de Agosto del mismo año.
[26] James Diets, Historia Economía de Puerto Rico. San
Juan, 2003. Pág. 210-290.
lunes, 9 de diciembre de 2013
Síntesis de la historia de las ciencias en Puerto Rico, siglos XVI-XVIII
Autor: Luis Caldera Ortiz
Historia
de la Ciencia en Puerto Rico, siglos XVI-XVIII.[1]
Este tema a presentar en
forma de síntesis va a tratar sobre la historia del desarrollo de los conceptos
relacionados con la ciencia en Puerto Rico. Algunos de los elementos que vamos
a considerar son los proyectos desarrollados a base de fórmulas matemáticas,
que se identifiquen en maquinarias o instrumentos que ayudaron a construir los
distintos proyectos fomentados por el gobierno colonial español y luego por los
norteamericanos. Otro aspecto bien importante es que el lenguaje toponímico[2]
del momento va a ser considerado en esta síntesis, es debido a que el término
de ciencia no es acuñado en Puerto Rico hasta pasado el siglo XVIII. Por eso
debemos apelar a la historia de forma espontánea y con el lenguaje de la época.
Para así evitar confusiones historiográficas.
Siglo
XVI
Después de la llegada de
los castellanos a Puerto Rico en 1493 y luego de los primeros pasos de la
colonización en nuestro territorio, a partir del 1506, en nuestra Isla y el
resto de las Antillas Mayores, la visión de los colonizadores españoles era la
explotación de los recursos mineros y naturales.[3]
Esta explotación de los recursos naturales era a bases de instrumentos manuales
simple, prácticamente se utilizaba la fuerza del cuerpo humano para la
explotación de tales recursos mineros. Los encomendados a hacer esta labor
fueron, inicialmente, los indios tainos.[4]
El primer ingenio azucarero en Puerto Rico fue establecido en la región que hoy
conocemos como Aguadilla a mediados de la década de 1520, era uno simple que
funcionaba de forma rustica movido con el agua y algunos brazos esclavos.[5]
Las primeras obras arquitectónica de gran importancia desarrollada en Puerto
Rico en el siglo XVI fueron a base de matemática simple y geometría básica,
ejemplo de esas estructuras son el Morro y La Catedral de San Juan. Con el
agotamiento de los recursos mineros y la costosa inversión en la economía
azucarera, la sociedad puertorriqueña se volvió una ganadera y contrabandistas
por los próximos siglos. Los adelantos en tecnología y ciencia teórica[6]
se quedaron inexistentes, la población se quedó con el conocimiento básico de
la técnica humana con la manualidad de herramientas básicas, pasándose este
conocimiento de generación en generación.
Siglo
XVII
Durante el siglo XVII la
dinámica continuó igual, lo que podemos identificar como parte del estudio de
las ciencias y la tecnología fue de carácter militar, esto, ubicado en el Morro
y que tuvo un desenvolvimiento importante durante el ataque holandés en 1625.[7]
La reconstrucción de tal estructura es gracias al mencionado ataque y a la
tormenta de San Nicomedes en 1626.[8]
Fue un periodo en donde se utilizó matemática e ingeniería simple para terminar
uno de nuestros grandes iconos, como dato curioso una renta del tabaco fue la
fuente de dinero para terminar este proyecto.[9]
Otro aspecto importante de este periodo es que las continuas plagas nos hacen
indicar que los médicos locales utilizan y practicaban las mismas técnicas de
medicinas que venían practicándose desde siglo anteriores. Por lo que
desconocimiento de prácticas de higiene y salubridad, fueron un factor
importante para que de la demografía poblacional se mantuviera baja por milla
cuadrada.[10]
La ausencia de una educación escolar en la población, el desconocimiento de la
salubridad,[11]
una Isla sin recursos mineros, una sociedad basada fuertemente en los
principios de la Religión Católica y el desconocimiento de la ciencia conllevo
a que nuestra isla viviera su propia Edad Media en el siglo XVII y la primera
mitad del siglo XVIII.
Siglo XVIII
Entrando
al siglo 18 el conocimiento científico relacionado con la ciencia, por los
pocos conocedores de la materia, era a base de la observación, poca
experimentación y la construcción de una hipótesis sencilla. En la población de
Puerto Rico en general el conocimiento era a base de la experiencia vivida y
como tal esto pasaba de generación en generación, un ejemplo de esto era la
idea de dar un diagnóstico del clima a base de la observación visual.[12]
Mientras esto ocurría en Puerto Rico, en Europa las nuevas teorías de Newton
sobre las leyes de la física, la era de la ilustración comandada por Voltaire y
Montesquieu y la Enciclopedia, formaron la base para la primera revolución
industrial más adelante.[13]
La mayoría de estas ideas se verán más tarde en Puerto Rico en el siglo XIX.
Continuando con el siglo XVIII en nuestra Isla, la poca producción de la
agricultura local había conllevado a que la ciencia tecnológica en ese campo no
se desarrollara nada para incrementar la producción agrícola. La ausencia de
cobre hacia que no se desarrollara mejores ingenios azucareros[14],
prácticamente los pocos existentes en Puerto Rico eran movidos a base de mano
esclava africana, ganado vacuno y movían los molinos de forma hidrológica.[15]
Este sistema mencionado era el mismo que se venía utilizando localmente desde
el siglo XVI. Después de 1765 luego de la visita del Mariscal O ‘Rally, este
último recomendó que la Corona reorganizara todo el sistema vigente en Puerto
Rico y eso incluía un plan arquitecto- militar.[16]
Por lo que Tomas O’Daly procedió de España y a base de la aritmética compleja
implementada por Newton décadas atrás, el Ingeniero en Jefe del Morro Tomas
O’Daly desarrollo complejos mapas sobre
la remodelación del Morro y otras estructuras en el Viejo San Juan.[17]
Nuestro
primer historiador, fray Abbad y Lasierra, menciono que los médicos en la Isla
eran físicos y trataban enfermedades locales como la viruela, mosozuela y el
pasmo de estómago.[18] Por
lo que no había cambiado la versatilidad
de esos médicos considerados como científicos. El propio historiador
teorizaba que una probabilidad para que se dieran los terremotos en Puerto
Rico. ‘’era cuando las quebradas y en los montes sucedía una neblina espesa
pegada a la tierra por mucho tiempo y que en las aguas de los manantiales se
percibía un olor sulfúrico con sabor extraño a lo normal, junto al
comportamiento irregular de los animales, podían ser señales seguras de un
terremoto’’.[19] Muy interesante esta
explicación para su época, pero el monje benedictino no sabía que esa
neblina podía ser efectos de un
intercambio de temperaturas entre la atmosfera baja y superior, una de las
razones en cual se crea la neblina.[20]
Claramente esta teoría idealizada en el siglo 18 demostraba el estado atrasado
de la ciencia en Puerto Rico. Este tipo de teoría se explicaba a la población
común por medio de anécdotas.
Hasta
ahora en Puerto Rico el análisis científico mediante aparatos de índole
científico lo hizo el médico y físico Josef Sabater en 1773 en las aguas
termales de Coamo.[21] A
pesar que no se especificó el instrumento el Dr. Sabater identifico los
distintos minerales que componía el agua sulfúrica de Coamo y de dónde
provenía.[22] El uso de estas aguas se
utilizaba para fines medico por varios siglos. A mediados de la década de 1790
arribo un botánico francés a Puerto Rico llamado Andrés Ledru, este botánico
hizo un estudio científico a base de las ideas teóricas de la ciencia en Europa
en ese momento.[23] La mayor aportación del
francés Ledru a la historia de la ciencia en Puerto Rico es su estudio sobre la
botánica y la propia geografía de Puerto Rico. Hasta ahora en este trabajo se
puede apreciar claramente que el conocimiento científico y sobre la ciencia
llegaba a Puerto Rico de personas procedentes de Europa. Pero muchas de estas
personas conocedoras de ciencia se marchaban otra vez a Europa a continuar su
carrera docente. En Puerto Rico el aislamiento con España y la falta de un
complejo sistema educativo conllevo a que el estudio de la ciencia se diera en
un grupo exclusivo de personas y prácticamente el conocimiento de la población
se quedaba atrasado y sus percepciones eran base de la experiencia vivida de
sus sentidos sensoriales. El pensamiento de la Iglesia como ente central de una
sociedad se mantenía intacto y mediante
esta última emitía la explicación a los aspectos no explicables que la
población general no entendía.
Para la segunda parte del artículo.
[1] El autor es economista y
cursa sus estudios doctorales en historia en la Universidad Interamericana en
el Recinto Metro. Actualmente es historiador de Coamo, es escritor de la
Revista Illescana y tiene segmento radial en el programa domingo en la Villa de
San Blas transmitido en la emisora 1450 A.M. Domingo 10:30. En el 2013 recibió
el premio Historiador Joven del año 2012 de Puerto Rico otorgado por la Unesco.
En la actualidad trabaja en varias trabajos de historia para ser impresos, los
libros son Historia de los Ciclones y
Huracanes en Puerto Rico, La Historia
del Tabaco en Puerto Rico y Las
Esfemerides de Coamo este último esta publicado digitalmente en la página
de Coamo Mall TV.
[2] La toponimia es un
concepto que se utiliza para describir el nombre de un lugar, sitio o algo en
particular según fue desarrollado en el momento. Un ejemplo bien particular de
esto es que muchos barrios en Puerto Rico tienen nombre de apellidos de
familia, eso es debido a que en ese lugar vivió varias generaciones de familia con
el mismo apellido por mucho tiempo y como por consecuencia la gente empieza a
nombrar el lugar con el apellido de esa familia y con el pasar de los años se
queda así, o tal vez en otros lugares se modifica el nombre por otro moderno.
En mejores palabras el concepto toponimia viene por la referencia nombrada en
el momento del periodo histórico.
[3] Jalid Sue Badillo, La Valorización de las Salinas en la
Colonización de Puerto Rico. Revista de Historia, Asociación Histórica
Puertorriqueña, Año 1, Enero-Junio, 1985, Núm. 1, pág. 10-30.
[4] El primer científico que
arribo a la Isla fue el Bachiller Villalobos, este era físico y médico.
Teorizamos que ayudo bastante a los colonizadores locales a desarrollar los
procesos y las máquinas para fundir oro que se extraía de los ríos. Para esta
época del siglo XVI los científicos eran multifacéticos podían ser médicos,
biólogos, anatomistas, pintores, físico y etc. No habían especialista de una
sola materia en esa época. Para más información sobre Bachiller Villalobos véase
a Cayetano Coll y Tosté, Boletín
Histórico de Puerto Rico. Vol.8. San Juan, Imprenta Cantero y Tip.
Fernández, 1921. Pág. 48.
[5] Archivo General de
Indias, Indiferente, 421, L.13, F. 242R-242V. Real Cedula al Presidente de la
Audiencia de la isla de la Española, para que se informe y provee lo que
considere conveniente a la merced de tierras, montes y ejidos para los ingenios
de azúcar, que se hacen en la isla de San Juan, que solicita Pedro Sánchez de
Valtierra en nombre de la Ciudad de Puerto Rico de dicha isla, 30 de junio de
1528.
[6] Posiblemente el sacerdote
y cronista Josef de Acosta que visito al Perú en las últimas décadas del siglo
16, se le atribuye algunas ideas de física teórica relacionada con la energía
nuclear. Tal sabio erudito nunca llego al Caribe, esto demuestra que el
conocimiento de la ciencia avanzada, quedaba en esta época en conocimiento de
algunos clérigos de la Iglesia Católica y como por consecuencia este
conocimiento no se transmitía a otros campos del saber.
[7] Archivo General de
Indias, Santo Domingo, 156, R.4., N.45. Carta del Gobernador Haro al Rey, 22 de
julio de 1626.
[8] Archivo General de
Indias, Santo Domingo, 156, R.4., N.48. Carta del Gobernador Haro al Rey, 23 de
septiembre de 1626.
[9] Luis Caldera Ortiz, La Historia del Tabaco en Puerto Rico.
Obra inédita por publicarse.
[10] Luis Caldera Ortiz, La Historia de los Ciclones y Huracanes
Tropicales en Puerto Rico. Obra inédita por publicarse.
[11] Archivo General de
Indias, Santo Domingo, 159, R.1., N.2. Carta de los curas del convento de San
Juan al Rey sobre los pasados sustos tropicales, 28 de mayo de 1684. Durante
esta época azoto toda la Isla una plaga de viruela, todavía en el 1692
persistían las plagas y pestes en toda la Isla, Archivo General de Indias,
Santo Domingo, 161, R.1, N.8. Carta del Gobernador Arredondo al Rey, 28 de mayo
de 1693. En Coamo se construyó una ermita a la Virgen de Valvanera en honor por
haber desaparecido la plaga y fue inaugurada en 1685. La falta de salubridad e
higiene y de buena alimentación abonaba que la población estuviese sujetas a
plagas y pestes.
[12] Los colonos españoles y
jibaritos de este periodo a base de las experiencias del conocimiento
generacional y sobre todo en su propio conocimiento empírico de la experiencia
de la vida cotidiana, podían deducir que en un largo periodo de tiempo de sequía
podían desencadenar un temporal. También existían la predicción a base de los
aguacates e incluso el comportamiento anormal de los animales. Todo esto eran
técnicas que a pesar no era ciencia experimental, son una base de lo que será
la ciencia predictiva del clima en Puerto Rico en el futuro. Para más información
sobre esto véase a fray Abbad y Lasierra, Historia
Geográfica y Civil de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico. Edición
comentada por José Julián Acosta. San Juan, 1866, pág. 430-440. La
Gaceta de Puerto Rico, Martes, 18 de Agosto de 1835, pág. 1.
[13] Vince Reynal, Historia de la Civilizaciones de Occidente.
Tomo 2. San Juan, 2007. Pág. 600-700.
[14] Levi Marrero, Cuba:
Economía y Sociedad. Vol. 6. Habana, 1978, pág. 30-50. En Cuba los ingenios se
producían con las minas de cobre de Santiago de Cuba, la comunidad minera estaba
compuesta por antiguos descendientes de esclavos del rey que habían llegado a
esa provincia a mediados del siglo XVII, y con el pasar del tiempo, sus
descendientes se volvieron mulatos libres.
[15] Archivo General de
Puerto Rico, Asuntos Obras Publicas, Coamo, 1763-1798. En un informe del sitio
de las Salinas se mencionaba la mención de una propiedad de una estancia, entre
las propiedades había un molino impulsado por agua.
[16] Alejandro Tapia y
Rivera, Biblioteca Histórica de Puerto
Rico. San Juan, Instituto Cultura Puertorriqueña, 1970. Pág. 624-666.
[17] Bibiano Torres Ramírez, La Isla de Puerto Rico 1765-1800.
Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericano, 1968. Sección de apéndices de
Mapas Militares del Morro.
[18] Fray Abbad y Lasierra, Historia Geográfica y Civil de la Isla de
San Juan Bautista de Puerto Rico. Edición comentada por José Julián Acosta.
San Juan, 1866, pág. 436-440.
[19] Ibíd., pág. 432.
[20] Georges Viers, Climatología. Barcelona, 1981. Pág.
10-160.
[21] Eugenio Fernández
Méndez, Crónicas de Puerto Rico: Desde la Conquista hasta nuestros días
1493-1956. 8va edición. Rio Piedras, Publicaciones Gaviota, 2007. Pág. 298.
[22] Ibíd., pág. 298-299.
[23] Andrés Ledru, Viage a la Isla de Puerto Rico.
Traducido por Julio Vizcarrondo. San Juan, 1863.
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