La Habana en la primera
mitad del siglo XVII
Pablo L. Crespo Vargas
La Habana no solamente es la capital de la
República de Cuba, sino que es su mayor centro poblacional y cultural. Su
fundación ocurrió, según los datos oficiales, en 1519, cuando el adelantado y
conquistador castellano, Diego Velázquez de Cuellar, la estableció como la sexta
villa fundada en la isla que Cristóbal Colón llamó originalmente Juana. El nombre
oficial de la villa fue San Cristóbal de la Habana.
Su posición, estratégica en la zona, causó que sus
habitantes tuvieran constantes dolores de cabeza, ya que en la primera mitad
del siglo XVI fue atacada con frecuencia por piratas y corsarios enemigos. En
el 1561, la Corona, conociendo la importancia estratégica del puerto, comienza
a fortificarlo y establece que será lugar de reunión de la flota antes de salir
para Sevilla. Esto lleva a la ciudad a un periodo de prosperidad que le dará
una importancia mayor sobre las demás villas. Uno de los primeros indicativos de
esto fue cuando la gobernación se traslada desde Santiago a La Habana en 1563.
En 1592, Felipe II, le otorga el título de ciudad.
Ya entrado el siglo XVII se escriben dos crónicas
descriptivas de la ciudad y puerto de La Habana, ambas pueden ser revisadas en
la obra de Isabelo Macías Domínguez, Cuba
en la primera mitad del siglo XVII, obra publicada por la Escuela de
Estudios Hispánicos de la Universidad de Sevilla en 1978.
La primera de estas crónicas, fechada el 22 de
septiembre de 1608, fue la realizada por el fraile dominico, Juan de las
Cabezas Altamirano, obispo de Santiago de Cuba entre 1602 a 1610. En ella se
indica que la ciudad de La Habana era el mejor asentamiento existente en Cuba
para ese momento, que su puerto estaba muy bien protegido, debido a tres
fortificaciones estratégicamente emplazadas, que tenía una población permanente
de sobre quinientos vecinos (un vecino equivale a una unidad familiar de un
contribuyente), que su población flotante se componía de soldados, aventureros,
esclavos y pasajeros que se dirigían a otros lugares en las Indias y que a sus
alrededores se encontraban estancias, ingenios de azúcar y de labranzas. Para
este fraile dominico, la impresión recibida de La Habana lo llevó a proponer la
fundación de una universidad en la ciudad y que la catedral fuera trasladada desde
Santiago, una ciudad que se había quedado rezagada por su ubicación en la costa
caribeña en el sureste de la Isla.
La segunda crónica es presentada por el fraile
carmelita, Antonio Vázquez de Espinosa, quien entre 1608 a 1622 recorrió el
continente americano realizando una descripción de las nuevas tierras y que en
el último año de su viaje estuvo contemplando la isla de Cuba. En su escrito nos
indica que la Habana era un famoso puerto, con una población de más de mil y
doscientos vecinos españoles, a los que había que sumar los esclavos, servidumbre
y población flotante. Fray Antonio argumentaba que el puerto se llenaba de
barcos de todo tipo que esperaban la fecha indicada para salir hacia la
península ibérica.
Para este carmelita, La Habana estaba en un lugar
ideal. Nos describe que la ciudad estaba “fundada en un llano de maravilloso,
sitio a la orilla de un lago hondable o seno de mar, que entra (a) la tierra
adentro; coge sitio de una populosa ciudad, la cual es abastecida y abundante
de carnes, pescado, tortugas, jicoteas, maíz, yuca y harinas (…) Tiene la
ciudad (una) iglesia parroquial, muy capaz y grande, conventos de Santo
Domingo, San Francisco, San Agustín y hospital muy bueno de religiosas del
bendito Juan de Dios, donde se curan los pobres enfermos con mucha caridad. Hay
otras iglesias y ermitas de devoción. El puerto de la ciudad es de los mejores,
más capaces y hondables que se conocen…”
En el análisis poblacional que realiza Isabelo
Macías Dominguez, se coloca a La Habana como el centro urbano de mayor
población en Cuba. Para esta primera década del siglo XVII, La Habana tenía una
población permanente de 5,950 habitantes, divididos entre 2,950 blancos y 3,000
negros. Si se le añade la población flotante, este número fácilmente se
doblaba. En todo caso, podemos apreciar que La Habana era un importantísimo
centro urbano que se había desarrollado a partir de su favorable y bien usado puerto;
lo que implicaba que la ciudad tuviera un ambiente cosmopolita sin igual en las
Indias.
Nota editorial: Este artículo fue publicado por primera vez en El Post Antillano, 13 de septiembre de 2014.
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