domingo, 27 de diciembre de 2020

Algunos apuntes sobre la historiografía diplomática de los Estados Unidos

Algunos apuntes sobre la historiografía diplomática de los Estados Unidos
Pablo L. Crespo Vargas

La posición de los Estados Unidos como potencia mundial en el siglo XX, desde un punto de vista académico, promovió el estudio de las relaciones internacionales de este país y provocó el surgimiento de una historia diplomática que buscaba explicar las causas y el rumbo de las políticas establecida desde Washington. Al igual que en otras áreas del estudio histórico, en la historia de las relaciones internacionales se han desarrollado distintas vertientes que presentan explicaciones y análisis divergentes.

Dentro de la historia diplomática o de las relaciones internacionales podemos ver diversos rumbos según la perspectiva estudiada. Las primeras dos escuelas surgidas fueron las que presentaron una configuración nacionalista y progresista del asunto. Ambos acercamientos surgen luego de la Primera Guerra Mundial y la entrada formal de los Estados Unidos dentro del círculo de las potencias mundiales. En la década de 1950 surge un tercer grupo de analistas que promovieron el estudio estratégico o realista (política realista o realpolitik) dentro de la historia diplomática. En la década del 1960 la escuela revisionista presentó un nuevo enfoque que en gran medida contrastó con los realistas. La quinta visión historiográfica es conocida como la del post-revisionismo, la cual combina elementos revisionistas con realistas para presentar un nuevo enfoque. La última tendencia desarrollada fue la que presentó un acercamiento cultural para poder explicar causas y efectos de la política exterior estadounidense. Veamos cada una de ellas.

Perspectiva Nacionalista

En la introducción del libro Explaining the History of American Foreign Relations de Michael Hogan y Thomas G. Patterson (eds.) se describe el punto de vista nacionalista de historiadores como Samuel Flagg Bemis y Dexter Perking, quienes tienden a destacar la continuidad de la diplomacia estadounidense, el crecimiento del poder y la creación de un mercado de tradición diplomática enmarcados en la Doctrina Monroe. Su foco principal es la relación entre estados desde un punto de vista europeo. Uno de los aspectos positivos de esta corriente fue la promoción de investigaciones utilizando archivos extranjeros.[1]

En el caso de Samuel Flagg Bemis, analicemos uno de sus artículos: “American Foreign Policy and the Blessings of Liberty”. Si nos fijamos en la segunda parte del título se ve reflejado un sentimiento de apoyo a las causas estadounidenses en el extranjero. En el escrito se refleja la importancia que el autor da a los valores de libertad individual desarrollados en los Estados Unidos y cómo estos ayudaron a que esta nación llegara a convertirse en una potencia mundial. También añade y enfatiza en la importancia histórica de la población anglosajona como creadores de la vida política estadounidense desde el desarrollo de la Carta de Derechos de 1688 en Inglaterra.[2] 

Para Bemis, la expansión de Estados Unidos se da gracias al impulso nacionalista. La primera parte de este proceso ocurrió dentro de la zona continental y representó un periodo de aislamiento que autores como Walter LaFeber han negado.[3] El segundo periodo de expansión descrito por Bemis ocurrió en la arena internacional y comenzó durante la década de 1890. Bemis establece que el surgimiento de otras potencias imperiales como Alemania y Japón llevó a los Estados Unidos a expandirse hacia áreas extra oceánicas.[4]

De manera general, la corriente historiográfica nacionalista utiliza los sentimientos ideológicos y la presentación de balances de poder, con sus respectivas implicaciones políticas, como base teórica para explicar la historia internacional estadounidense.[5] Al igual que la escuela nacionalista, la corriente realista utiliza estos mecanismos como argumentos explicativos en el estudio de la historia diplomática de los Estados Unidos.[6]

Los aspectos económicos que los revisionistas traen a la discusión no son vistos como factores dominantes en el desarrollo de la hegemonía de los Estados Unidos. Cuando Bemis habla de la guerra de submarinos alemana, el bloqueo a Inglaterra, la neutralidad estadounidense y la eventual entrada de Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial su único comentario sobre los factores económicos es que estos se combinaron con causas de tipo psicológicas y políticas para provocar que el gobierno en Washington entrara a la guerra a favor de Inglaterra.

Entre las limitaciones que podemos encontrar en la escuela nacionalista está la falta de un reconocimiento a las aportaciones de grupos minoritarios en el desarrollo diplomático estadounidense. Un ejemplo podría ser el caso de la población amerindia norteamericana, la cual es olvidada completamente por Bemis al este indicar que la expansión continental se dio a través de un espacio vacío que debía ser civilizado.[7]

Perspectiva Progresista

Un ejemplo de la perspectiva progresista es la obra de Charles A. & Mary R. Beard, America in Midpassage, publicada en 1939.[8] Entre las características principales de esta obra está el que se presentan cambios y conflictos en vez de establecer continuidades y consensos en el desarrollo de la política internacional estadounidense. Los progresistas estudian y visualizan los conflictos internos para analizar su efecto en el desarrollo de la política exterior. Este tipo de conflicto puede ser político, económico y hasta regionalista. A todo esto, su enfoque en las relaciones entre estados es mínimo, a la vez que tienen poca inclinación a la investigación de archivos.[9]

Los progresistas pueden ser vistos como la primera base del desarrollo de los revisionistas. La característica de mayor peso para esta premisa es el valor dado a los asuntos económicos dentro del desarrollo de la política exterior estadounidense.

Perspectiva Realista

En la década de 1950 y con el desarrollo de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas surge la escuela realista. Al igual que la perspectiva nacionalista, los realistas estaban enfocados principalmente en el estado, la política internacional promovida por la élite gubernamental y el uso del poder para lograr los objetivos nacionales. Para Walter LaFeber, el punto de vista realista busca remodelar la opinión estadounidense sobre su desarrollo como país ante el mundo mediante la revisión de la opinión existente sobre el pasado.[10]

Los aspectos importantes de los argumentos realistas se basan en entender los poderes políticos y militares que han movido las relaciones internacionales de los Estados Unidos, dejando en un segundo plano los factores internos. Uno de sus mayores exponentes fue George F. Kennan, quien más que historiador fue un analista de la política estadounidense referente a la Unión Soviética y diplomático en el departamento de estado siendo embajador en la Unión Soviética y Yugoslavia.[11] Gran parte de los que desarrollaron la perspectiva realista no eran historiadores, sino que guardaban cierta relación con el sistema gubernamental a cargo del desarrollo de la política exterior estadounidense.[12]

Kennan buscaba en la historia diplomática de la primera mitad del siglo XX una explicación para la situación mundial que afrontaba Estados Unidos durante la Guerra Fría. Desde su punto de vista, la seguridad de los Estados Unidos en la esfera internacional se encontraba en declive desde aquella época.[13] Primeramente, se presenta el desinterés del presidente Woodrow Wilson en parcializarse con alguno de los beligerantes del conflicto y desarrollar una política de neutralidad con unas implicaciones que presentaban la posibilidad de terminar en guerra contra cualquiera de los bandos.[14] Sin embargo, la política estadounidense se movió eventualmente hacia el lado británico dado a las implicaciones para los Estados Unidos de una derrota de Inglaterra en el conflicto.[15]

La creación de posibles escenarios es otro de los elementos que establecen los realistas. ¿Qué hubiera pasado si Alemania derrotaba a Inglaterra? ¿Cómo se afectaría las áreas de influencias estadounidenses? Estas y otras preguntas preocupan a los historiadores realistas y eran utilizadas por la maquinaria gubernamental y la élite a cargo de la política exterior para preparar posibles escenarios. La contestación a estas preguntas se producía y promovía el uso de estrategias hipotéticas que ayudaban a establecer políticas a largo plazo.

Las limitaciones que presenta la escuela realista pueden ser variadas. Por un lado, se perciben las relaciones internacionales como parte de un juego de ajedrez donde cada bando mueve sus piezas y las acomoda en la posición que representa el mayor grado de beneficio. En todo caso, los realistas ven la historia diplomática como una lucha de poder político a nivel mundial. Por otro lado, las causas económicas son relegadas a un segundo plano. Sin embargo, podríamos presentar una serie de interrogantes relacionadas a los aspectos económicos. Por ejemplo: ¿Qué efectos financieros tendría un triunfo alemán? ¿La posición de Inglaterra como potencia naval sería ocupada por los alemanes? ¿Cómo esto afectaría los círculos de influencia estadounidenses en el extranjero? Otra de las limitaciones de la escuela realista es el aspecto cultural visto por otros estudiosos. Al presentarse únicamente el punto de vista y los movimientos de la élite gobernante, los realistas olvidan completamente aspectos culturales que afectaron el desarrollo diplomático estadounidenses, tanto en sus implicaciones internas como externas.

Perspectiva Revisionista

Para Walter LaFeber, el revisionismo surge cuando los historiadores relacionan políticas internas y las proyectan como explicación a la diplomacia estadounidense.[16] La característica de mayor peso en el revisionismo es el uso de los factores económicos para la explicación de la política exterior estadounidense. Para ejemplo de esta situación se presenta otra de las obras de Wartel LaFeber, The New Empire: An Interpretation of American Expansion, 1860-1898. En este estudio, el autor nos explica que el impulso económico interno que los Estados Unidos vivió, debido al desarrollo agrícola e industrial, creó un exceso de producción que necesitaba de mercados externos para su distribución. Los inversionistas estadounidenses apoyados por el gobierno comenzaron un periodo de expansión que motivo la creación de una política expansionista hacia las regiones de Latinoamérica y el Pacífico.

Otro revisionista, William Appleman Williams, aparte de presentar factores económicos nos va describiendo otras situaciones de carácter interno que afectaron el desarrollo de la política exterior estadounidense.[17] Las tres características generales que guían la política exterior estadounidense según este pensamiento son: 1) el impulso humanitario de ayudar a otros pueblos; 2) el principio de autodeterminación que tienen los pueblos para establecer sus metas y objetivos; 3) la creencia de que otros pueblos tienen que seguir los métodos de desarrollo estadounidenses para poder obtener sus objetivos.[18]

Prestando atención al tercer punto podremos ver una de las limitaciones universales en los estudiosos de la historia diplomática: el aspecto cultural. La insistencia de querer que se copie el estilo de vida estadounidense en otras sociedades no siempre resulta. En la obra de Williams se presenta el ejemplo de Cuba, aunque se pueden añadir otros ejemplos como son Guatemala e Irán. En todos estos casos, el desconocimiento de los pormenores culturales y sociales de la comunidad autónoma intervenida ayudaron a provocar la perdida de la influencia estadounidenses. El aspecto trágico que Williams presenta puede ser visto en las derrotas que Estados Unidos tuvo en el marco diplomático internacional al utilizar una política que en algunos aspectos se contradecía y que provocó malestar en las regiones afectadas.

Perspectiva Post-revisionista

El post-revisionismo surgen de la necesidad de ampliar el análisis revisionista al grado de sobreponer aspectos del realismo. Hogan & Patterson nos explican que los post-revisionistas ven el estado y a las élites como actores principales en la toma de decisiones en los aspectos geopolíticos y en el equilibrio de poderes.[19]

En el caso de LaFeber, estos elementos pueden ser apreciados. Sin embargo, su desarrollo está controlado por los intereses económicos de los inversionistas estadounidenses. En “The Strategic Formulation”, LaFeber nos describe el desarrollo de una política exterior que se basa en pretensiones geopolíticas. Allí se presenta la formación de una armada con suficiente poder para defender los intereses estadounidenses en el extranjero, a la vez, que pueda poner en práctica la Doctrina de Monroe.[20]

En la obra de Williams las diferencias entre el post-revisionismo y el revisionismo son más tenues. Un ejemplo del aspecto geopolítico puede ser el argumento presentado sobre el apoyo de los Estados Unidos a Francia en el conflicto colonial de Indochina, el cual se daba para asegurar la alianza europea en contra de la Unión Soviética.[21]

Bruce Cummings, un post-revisionista, nos presenta en su obra una de las características de este grupo de estudiosos al decir que los aspectos geoestratégicos e ideológicos refuerzan el interés económico de los Estados Unidos.[22] En otras palabras, los post-revisionistas pretenden ampliar el marco de referencia revisionista describiendo una política exterior estadounidense con una serie de factores ya vistos tanto en la escuela realista como la revisionista.

Los post-revisionistas repiten la falta de presentación de factores culturales que vayan a la par con los económicos y de poder geopolítico. Sin embargo, otro post-revisionista, John Lewis Gaddis, analiza la obra de Emily Rosenberg –presentada más adelante- y menciona que parte de las innovaciones de esta autora es la exposición de los aspectos culturales dentro de una gama de causas múltiples que provocaron la expansión estadounidense.[23] Aunque exhibe críticas a la misma, no podemos dejar de ver que los post-revisionistas tienden a, por lo menos, discutir la diversidad de causas y factores para explicar la política exterior estadounidense.

Perspectiva Cultural

La perspectiva cultural es la última de las variantes del estudio diplomático que aquí analizaremos. En sí, la visión cultural es de carácter innovador. Aparentemente no es un punto de vista muy aceptado por otros estudiosos del tema. Por ejemplo, Walter LaFeber en Liberty and Power: U.S. Diplomatic History, 1750-1945 no la menciona entre las interpretaciones de la disciplina –debemos dejar claro que sólo se refiere al revisionismo y al realismo. En Hogan & Patterson solo se menciona que los historiadores diplomáticos contemporáneos han dado una mayor atención a puntos como el corporalismo, la cultura, el género y otros puntos relacionados a la historia social.[24]

Emily Rosenberg, una de las mejores exponentes de esta vertiente, nos presenta una visión de expansionismo cultural iniciada en los Estados Unidos. Rosenberg menciona que el sueño americano (American Dream) está basado en el desarrollo de alta tecnología y el consumo en masa. Estas dos características están acompañadas de un tipo de pensamiento que ella llama la ideología del desarrollo (o desarrollismo) liberal y que se enmarca en cinco características principales: 1) la creencia de que otras naciones deben copiar la experiencia de desarrollo estadounidense; 2) fe en la libre empresa privada; 3) apoyo al libre comercio e inversión; 4) promover el libre flujo de información y de la cultura; y 5) que la actividad gubernamental debe ir dirigida a proteger a la empresa privada y estimular y regular la participación estadounidense en el intercambio económico y cultural internacional.[25]

Rosenberg establece que uno de los puntos de la expansión estadounidense era la creación de mercados económicos e intelectuales que promovieran la democracia, la sabiduría y la integración social que existía en los Estados Unidos.[26] En otras palabras, la política exterior se dirigía a promover el estilo de vida estadounidense en otras regiones; para así poder adquirir ciertas ventajas económicas, intelectuales y políticas. La expansión cultural dentro de la política exterior es vista en el marco de la creación del Comité de Información Pública, agencia creada para desarrollar propaganda a favor de los Estados Unidos.

La expansión cultura de los Estados Unidos que presenta Rosenberg tiene altos matices económicos, por lo cual podemos relacionarla con las propuestas revisionistas. Claro está, el enfoque tiende a ser distinto, pero aún quedaría por responder preguntas cómo: ¿Qué tanto beneficiaba a los inversionistas estadounidenses la promoción de su estilo de vida en el extranjero? Gilbert Joseph, otro historiador diplomático con enfoque cultural nos contesta que la imposición del estilo de vida estadounidense se convirtió en el instrumento para promover la exportación de los productos e industrias culturales que se identificaban con los Estados Unidos: las bebidas carbonatadas, el entretenimiento en masa, los centros comerciales, entre otros.[27]

Otro de los exponentes de este enfoque es Amy Kaplan, quien cuestiona la falta de un acercamiento cultural en la historia diplomática.[28] Para Kaplan el desarrollo de la historia social y todas sus ramificaciones pueden ser utilizadas para presentar nuevos enfoques que describan el imperialismo estadounidense. El análisis de obras literarias o filmes son parte de sus recursos para la identificación de la visión paradigmática de la sociedad. A todo esto, reconoce la pluralidad de la sociedad estadounidense y está claro que cada sector podría tener una visión particular según las circunstancias vividas en su integración dentro de los Estados Unidos como sociedad multiétnica.

Conclusión

Según lo presentado, existe diversidad en el estudio de la historia diplomática estadounidense. Los distintos historiadores presentan puntos de vista divergentes que se relacionan con el enfoque que cada perspectiva procura: los nacionalistas enfatizan en la grandeza del estado; los progresistas ven puntos internos que promueven una política exterior; los revisionistas crean un marco alrededor de la expansión económica iniciada en el desarrollo industrial; los realistas ven la lucha y el balance de poderes en la esfera internacional; los post-revisionistas tienden a implicar puntos realistas y revisionistas para un análisis de mayor complejidad; y los historiadores con enfoque cultural presentan argumentos donde se enfatizan las virtudes del estilo de vida americano para la creación de una propaganda que no solo motiva la expansión estadounidense, sino que convence a otras sociedades a acercarse más, lo cual traería implicaciones en ambos lados.

Entre los problemas, según el punto de vista de consenso y síntesis, que confronta la historia diplomática es el gradual impulso de la fragmentación en la disciplina, especialmente, luego del surgimiento de las propuestas culturales. La historia diplomática había sido una de las disciplinas más conservadoras, sin embargo, el desarrollo del acercamiento cultural abre paso a la presentación de un mayor número de interpretaciones según las circunstancias y las vivencias de los grupos afectados. Ya no se puede pretender que las relaciones internacionales son asunto exclusivo de una élite mayoritariamente anglosajona, sino que afectan a otros grupos que en principio no eran incluidos dentro de las propuestas.

El nacimiento de la historia social y todas sus ramificaciones crearon dentro del conservadurismo académico un caos que ha sido resistido, especialmente en la historia diplomática. Según Stephen Pelz, la separación surgida entre la nueva izquierda y los demás grupos de características más ortodoxas ayudó a decaer la disciplina en las últimas décadas. Se propone una taxonomía generalizada que incluya aspectos de los diversos grupos implicados. Su fin es fortalecer la disciplina y ponerla en su antiguo sitial.[29]

Otro de los problemas que se presentan en el desarrollo de una historia diplomática es la falta de investigación desde el punto de vista extranjero. En la mayoría de los casos, la historia diplomática estadounidense es presentada utilizando fuentes exclusivamente internas que sólo visualizan la perspectiva de los sectores implicados en los Estados Unidos.

Aunque el desarrollo de la política exterior estadounidense presenta una diversidad de causas se tiende a ver que todas tienen una relación con los factores económicos que presentan los revisionistas en primera instancia. La búsqueda de mercados internacionales para la promoción de los productos estadounidenses y para la adquisición de materia prima debió tener un gran impacto en el desarrollo de una política de expansión. Las luchas de poder en la arena internacional también se acomodaban a las inquietudes económicas de los países involucrados. En el caso de los Estados Unidos, el juego estratégico geopolítico busca mantener al país en la hegemonía política y económica del mundo. Las propuestas culturales tienden a presentar la promoción del American way of life como base a este expansionismo; sin dejar a un lado los motivos de la élite para desarrollar ciertos tipos de política. Todas estas perspectivas historiográficas tienden a presentar en algún momento las causas económicas, por lo tanto, estas pueden ser vistas como las de mayor peso en el desarrollo de la política exterior. Claro está, no son advertidas con la misma fuerza y cada vertiente le da un peso distinto.

En conclusión, el desarrollo de la historia diplomática de los Estados Unidos no es el producto de una única y exclusiva causa, sino, es la combinación de factores que son estudiados por investigadores que presentan inquietudes particulares que serán plasmadas en sus trabajos. Aunque me inclino hacia las causas económicas como base primordial al desarrollo de la política exterior no puedo olvidar que los factores culturales, geopolíticos, ideológicos y regionales deben ser atendidos de igual manera para la presentación de un análisis de mayor precisión que detalle una serie de explicaciones lógicas y razonables; y que no pequen de falta de precisión.



[1] Michael J. Hogan & Thomas G. Patterson (eds.), Explaining the History of American Foreign Relations, New York, Cambridge University Press, 1991, p. 1.

[2] Samuel Flagg Bemis, “American Foreign Policy and the Blessing of Liberty”, American Historical Review, 67, 1962, p. 292.

[3] Walter LaFeber, The New Empire: An Interpretation of American Expansion 1868-1898, Ithaca, Cornell University Press, 1967, pp. 1-2.

[4] Bemis, “American Foreign Policy…”, p. 297.

[5] Ibid., p. 298.

[6] Debo mencionar que la obra realista, escrita por George Kennan, que se discutirá más adelante, fue escrita con anterioridad al artículo de Bemis. Aunque esta no es citada por Bemis no tenemos la certeza de que Kennan no haya influenciado en los escritos de Bemis.

[7] Bemis, “American Foreign Policy…”, p. 295.

[8] Charles A. & Mary R. Beard, American in Midpassage, New York, MacMillan, 1939.

[9] Hogan & Patterson, Explaining…, pp. 1-2.

[10] Walter LaFeber, “Liberty and Power: U.S. Diplomatic History, 1750-1945” en Eric Foner (ed.), The New American History, Philadelphia, Temple University Press, 1997, p. 377.

[11] George Kennan, American Diplomacy 1900-1950, Chicago, Chicago University Press, 1953, Foreword & Chapter 6.

[12] Ibid., p. v.

[13] Ibid., p. vii.

[14] Ibid., p. 64.

[15] Ibid., pp. 64-65.

[16] LaFeber, “Liberty and Power…”, p. 376.

[17] William Appleman Williams, The Tragedy of American Diplomacy, Cleveland, World Publication, 1959, Introducción y capítulo 2.

[18] Ibid., p. 13.

[19] Hogan & Patterson, Explaining…, p. 5.

[20] LaFeber, The New Empire…, pp. 102-149.

[21] Williams, The Tragedy…, p. 8.

[22] Bruce Cumings, Revising Postrevisionism or the Poverty of Theory in Diplomatic History, Diplomatic History, 17, 1993, p. 564.

[23] John Lewis Gaddis, “New Conceptual Approaches to the Study of American Foreign Relations: Interdisciplinary Perspective”, Diplomatic History, 14, 1990, pp. 410-411.

[24] Hogan & Patterson, Explaining…, p. 7.

[25] Emily Rosenberg, Spreading the American Dream, New York, Hill & Wang1983, p. 7.

[26] Ibid., p. 12.

[27] Gilbert Joseph, “Close Encounters: Toward a New Cultural History of U.S.-Latin American Relations” en Gilbert Joseph et al. (eds.), Close Encounters of Empire: Writing the Cultural History of U.S.-Latin American Relations, Durham, Duke University Press, 1998, p. 13.

[28] Amy Kaplan, “Left alone with America: The absence of Empire in the Study of American Culture” en Amy Kaplan & Donald E. Pease (eds.), Cultures of United States Imperialism, Durham, Duke University Press, 1993.

[29] Stephen E. Pelz, “A taxonomy for American Diplomatic History”, Journal of Interdisciplinary History, 19, 1988.