La Revolución
Inesperada: La Importancia del Siglo XVI [1]
Por
Dr. Armando J. Martí Carvajal
Departamento
de Historia
Universidad
Interamericana, Recinto Metropolitano
|
Ruinas de Caparra, asentamiento establecido por Juan Ponce de León en la Isla de San Juan Bautista |
INTRODUCCIÓN
Desde
una perspectiva se podría decir que el siglo XVI comenzó con el arribo de Colón
a Portugal en marzo 1493. Fue en ese momento que Occidente supo, por primera
vez, que efectivamente, si se navegaba al poniente por la Mar Océano se
alcanzarían tierras que, pocos años después, Américo Vespucio reconocería como
un “Mundus Novus” (Nuevo Mundo).
No
tomó mucho tiempo para que la sociedad europea advirtiese la magnitud del
Descubrimiento y se hiciera eco de los comentarios de Francisco López de Gómara
(1552):
La mayor cosa después de la
creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo crió, es el
descubrimiento de Indias; y así las llaman Mundo Nuevo.[2]
La importancia del descubrimiento no se disipó con el
tiempo. Quinientos años después, Herman J. Viola escribió que:
Columbus did more than force the
cartographers of Europe to revise their maps of the earth. His voyages of
Discovery were pivotal in world history”.[3]
Los eventos y, aún más
importante, los procesos que van a emanar del “Descubrimiento” hicieron al XVI el
siglo del “Intercambio Colombino” y de las “Consecuencias Colombinas”. Lo que
ocurrió a lo largo del siglo no fue una transición, esto significaría un cambio
lento y gradual. Tampoco se podría llamar una revolución, esto conlleva una acción
consciente, una rebeldía contra un orden existente. El cambio fue súbito,
inesperado, trascendental, violento, para muchos catastrófico, y universal. La vida
de todo ser humano a partir del siglo XVI sería diferente a la de sus
ancestros.
EL CAMBIO UNIVERSAL
Muchas obras, al referirse a
las consecuencias del Descubrimiento y los procesos que ocurrieron en el siglo
XVI, se concentran en narrar como se alteraron las sociedades y el mundo americano.
Probablemente el caso más extremo de esta visión lo representa la obra Ecological Imperialism, de Alfred W.
Crosby, pero también se ve en las palabras de Viola cuando escribió:
The Western Hemisphere was rapidly and profoundly
transformed biologically and culturally by seeds of change -plants, animals,
and diseases –that were introduced, sometimes deliberately, sometimes
accidentally, by Columbus and those who followed him.[4]
La
realidad es que el proceso alteró tanto a los “descubiertos” como a los
“descubridores”, pero también, aún más significativo, a otras sociedades
completamente fuera del ámbito americano.
OCCIDENTE
Los cambios que se dieron
durante el siglo XVI fueron extensos, profundos y muy entrelazados entre sí,
por lo cual es prácticamente imposible tratarlos por separado, pero se debe
tratar. Una de las formas en que el Mundo cambió durante este período fue el
movimiento de seres humanos a través del todo el planeta y la formación de los
primeros imperios globales.
Durante toda esta época
hombres y sociedades entraron en contacto directo, continuo y permanente con
pueblos extraños y exóticos, desconocidos hasta este momento. De acuerdo a los
estudios de Peter Boyd-Bowman[5], desde el Reino de Castilla León emigraron a “Las
Indias” decenas de miles de hombres y mujeres en busca de riqueza y gloria. De
otra parte, Eric Hobsbawn calculó en el número de esclavos que llegaron de África
en el siglo XVI en un millón.[6] Estos seres humanos se establecieron en el Nuevo
Mundo, en tierras y climas extraños, y convivieron con los nativos iniciando
los procesos paralelos de mestizaje y transculturación en toda América.
De otra parte, el enfoque de
la economía europea se alteró de una base limitada y centrada en el
Mediterráneo a economías globales, como explicó Jacques Pirenne:
La creación de los
vastísimos imperios coloniales de España y Portugal en ultramar tuvo
consecuencias trascendentales para el conjunto de toda la economía universal. La
primera y la de mayor importancia fue el desplazamiento de las rutas
internacionales del tráfico entre Asia y Europa.[7]
A lo que añadió:
La apertura del Océano al
tráfico europeo va a extender sobre el Mundo una vasta red de rutas marítimas.[8]
Esto, claramente, fue el
inicio de la Globalización, fenómeno que, inexplicablemente, algunos ven como
algo nuevo de nuestros días.
Las exorbitantes cantidades
de oro y plata que pasaron de América a Castilla sirvieron para cubrir los
costos de las empresas imperiales de Carlos V y Felipe II, transformando al
imperio de los Austria en la superpotencia dominante a todo lo largo del siglo.
Esta inyección de riquezas creó lo que Pirenne llamó “la nueva economía
europea”[9], que llevó al surgimiento del capitalismo.
Sin embargo, para crear estos
imperios globales era necesario que el mundo conociese su realidad. Recordemos
que ninguna de las antiguas civilizaciones, judíos, romanos, chinos,
musulmanes, ni tan siquiera los griegos, estaban conscientes de la realidad de
nuestro planeta. En América, los incas eran desconocidos para los aztecas y
viceversa. Cada sociedad, incluyendo a Occidente, vivía y conocía su nicho, su
pedazo, más allá el mundo, si existía, estaba habitado de monstruos y criaturas
extrañas y aterradoras.
Durante
el siglo XVI esa noción del mundo sería transformada. Navegantes y exploradores
europeos, como Cristóbal Colom, Vasco da Gama, Juan Sebastián el Cano y Francis
Drake, entre otros, fueron a lejanas tierras y, como dijeron los ingleses, encompassed (incorporaron) al mundo. El
conocimiento recopilado por estos exploradores permitió que cosmógrafos y cartógrafos
–Cantino, De Bry, Vespucio, Waldseemüller- unieran todos estos “mundos” en una sola realidad.[10] Es desde esta perspectiva
que se puede afirmar que América fue descubierta.
Ahora,
el cambio más importante del siglo XVI, posiblemente el más inadvertido y, como
dijo Susan Milbrath, el menos documentado fue el efecto que todos estos eventos
tuvieron sobre la imaginación de los seres humanos.[11]
En
Occidente, el siglo XVI marcó el triunfo definitivo del Renacimiento. El
Descubrimiento de este “Nuevo Mundo”, totalmente desconocido para los antiguos,
fue una clara señal que no sólo había que recuperar los conocimientos del mundo
clásico, sino que trascenderlos. Como indicó Alfred
W. Crosby:
The Europeans emerged from the Middle Ages with intellectual
systems, Christian and Aristotelian, claimed by the orthodox (and so few even guessed
there was anything beyond orthodoxy) to explain everything from the first and
last ticks of history to what happens in the egg prior to the hatching of the
chick. These systems proved too cramped to accommodate the New World.[12]
Milanich y Milbrath por su
parte escribieron que:
The knowledge that another world with its array of
plants, animals, and human populations and cultures existed apart from Europe,
Asia and Africa profoundly affected the Old World, influencing habits and
cultural factors as different as diet and art.[13]
Los descubrimientos
geográficos abrieron la puerta al cuestionamiento de las autoridades
intelectuales. Más allá, como escribió Crosby: “The uniqueness of the
New World called into question the whole Christian cosmonogy”.[14]
Esta nueva mentalidad sentó
la base para que durante el siglo se iniciase la Revolución Científica de la
mano de hombres como Nicolás Copérnico (De
revolutionibus orbium coelestium) y Andrea Vesalio
(De humani corporis fabrica). También llevó al choque de Erasmo de Rotterdam (Elogio de la locura) y Martín Lutero
(Las noventa y cinco tesis) con la Iglesia y el inicio de la Reforma y la Contrarreforma.
OTRAS CIVILIZACIONES
No fue Europa la única en
cambiar. Para las otras civilizaciones del Viejo Mundo, árabe, china e hindú,
el siglo XVI marcó el inicio de una época de decadencia, el paso a un segundo
plano y un largo período de estancamiento y dominio de Occidente, que sólo
ahora, en el siglo XXI, algunos comienzan a superar.
Hace unos años Bernard Lewis
publicó la obra What Went Wrong?: Western Impact and Middle Eastern Response (¿Qué ha
fallado?: el impacto de Occidente y la
respuesta de Oriente Próximo) que analiza las causas de la decadencia del mundo
musulmán. Para el distinguido historiador inglés, la caída fue causada por la
incapacidad de los musulmanes de manejar la creciente “modernidad” de
Occidente. Esa “modernidad”, como acabamos de ver, se inició con el progreso occidental
durante el siglo XVI. Más significativo aún, no debemos olvidar, que la primera
gran derrota que sufrió el expansionismo turco fue la Batalla de Lepanto en
1571 ante una flota comandada por don Juan de Austria y costeada en gran parte
por la plata de América.
El
impactó del Descubrimiento, como todos sabemos, también se extendió a África. Aunque
algunos pueblos y reinos de África, como el Imperio de Oyo, el Reino de Benín y
los Ashanti, crecieron y se enriquecieron por la captura y exportación de sus
vecinos, la realidad es, que a largo plazo, la trata de esclavos produjo la
exageración de conflictos étnicos y el desfase de la economía y del desarrollo
político natural. Esto debilitó, llevó a la división y al eventual control
colonial del África por los europeos.
Como
se puede apreciar, entre las “Consecuencias Colombinas” del siglo XVI está el
hecho que Occidente pasó de ser la civilización más pobre, atrasada y primitiva,
a ser la fuerza dominante del planeta hasta el presente.
La realidad es que el
“Encuentro de Dos Mundos”, como se le llamó para la celebración de su quinto
centenario (1992), dio nuevas formas a todas las sociedades y culturas humanas.
La vida de todo ser humano, a partir del siglo XVI, sería diferente a la de sus
ancestros. El “Descubrimiento”, un accidente, trastocó totalmente la línea
evolutiva y el desarrollo histórico de todas las sociedades humanas.
LA TRANSFORMACIÓN DE LA NATURALEZA
Ahora,
los cambios que ocurrieron durante el siglo XVI no se limitaron a los hombres y
sus sociedades. Cuando se analiza lo ocurrido se ve que la Tierra, todo el
planeta, se alteró como consecuencia de lo que Crosby llamó el “Intercambio
Colombino”.
Casi
cinco siglos después Crosby describió la trascendencia del Descubrimiento:
The two worlds, which God had cast asunder, were
reunited and the two worlds, which were so very different, began on that day to
become alike. That trend toward biological homogeneity is one of the most
important aspects of the history of life on this planet since the retreat of
the continental glaciers.[15]
En
otras palabras, durante el siglo XVI se inició la transformación del ecosistema
planetario por el movimiento de plantas y animales naturales de una parte del
mundo a otra.
Imaginen a los Great Plains
sin trigo, a Chile sin vino, la Pampa sin caballos, un Caribe sin caña de
azúcar, o Mayagüez sin mangó. Ahora, para no replicar la ceguera de muchos
colegas, les pido que piensen de una Italia sin salsa de tomate, Hawái sin piña
(el ananás de los arahuacos), Oriente sin aceite de maní, Irlanda sin papas, o
a Bélgica sin chocolate.
El Intercambio también tuvo
una dimensión trágica, la introducción al Nuevo Mundo de un sinnúmero de
gérmenes, virus y bacterias contra los cuales los amerindios no tenían ningún
tipo de resistencia. Esto produjo una serie de “epidemias de tierra virgen” que
diezmaron a los nativos del “Nuevo Mundo”. Como escribió Kathleen
A. Deagan:
The impacts of the encounter between Old World and New
were most immediate and devastating to the inhabitants of the Americas. … The
most visible and tragic result was the terrible decimation of the native
American population as a result of disease. …for the Caribbean Indians, who
were the first to greet the Europeans, these diseases resulted in almost
complete extinction within 50 years of contact.[16]
Para
ese “Nuevo Mundo” la llegada de Colón, los castellanos y, luego, otros europeos
iniciarán un proceso de destrucción, muerte y sometimiento. Ahora, de esa
destrucción, como el fénix de sus cenizas, resurgirá una nueva realidad,
“Nuestra América”.
EL SIGLO XVI EN
PUERTO RICO
En el caso de Puerto Rico,
el Descubrimiento y, sobretodo, la Conquista señaló el fin del Boriquén
arahuaco y el surgimiento de esa realidad nueva, que llamamos Puerto Rico.
Dentro del proceso del
Intercambio Colombino a la isla se trajeron plantas y animales exóticos -reses,
caballos, vacas, caña de azúcar, plátanos, café, flamboyanes, aguacates- que
alteraron la naturaleza misma de la isla. Más importante es el hecho que,
incidentalmente, también se introdujo vida microscópica que, a falta de mejor término, envenenó
el medioambiente para los aborígenes antillanos.
Las nuevas condiciones
en la isla forzaron a todos sus habitantes –arahuacos, castellanos y africanos-
a un proceso de adaptación. La única forma de sobrevivir en las nuevas
circunstancias era aprendiendo unos de otros. O sea, que el siglo XVI se
produjo un intenso, pero rápido, proceso de transculturación que alteró a todos
los hombres envueltos en la colonización de la Isla, fuese su origen taíno,
castellano o africano.
Ahora,
no se debe olvidar que para don Fernando Ortiz la transculturación culmina en
lo que llamó “neoculturación”[17], el surgimiento de una
nueva cultura. Es por eso que a mitad del propio siglo XVI tenemos a un “hombre de la tierra”, un
criollo, refiriéndose a Puerto Rico como “mi propia patria”. [18]
CONCLUSIÓN
El
siglo XVI fue trascendental en la historia de la humanidad. Las Antillas,
Puerto Rico, están en el vórtice de los eventos y procesos que transformaron al
planeta. Sin embargo, como dijo don Luis E. González Vales, Historiador Oficial
de Puerto Rico:
El
siglo XVI es el siglo fundacional de la Historia de Puerto Rico. No obstante, a
pesar de su incuestionable importancia, no abundan los estudios enmarcados en
esa centuria.[19]
La
realidad, como hemos señalado en el pasado, es que la historiografía puertorriqueña
en gran medida se ha desentendido de su historia temprana. Lo que ocurrió en la
Isla, excepto por algunas generalidades, es prácticamente ignorado, mientras se
realizan cientos de trabajos sobre los siglos XIX y XX.
Esta
marginación también refleja la ignorancia de la obra de historiadores que se
sumergieron en las fuentes primarias, los documentos, del siglo XVI, como
Alejandro Tapia, Salvador Brau, Cayetano Coll y Toste, Aurelio Tió, Vicente
Murga y, por supuesto, Ricardo Alegría. O sea, es el desconocimiento de nuestra
historiografía.
No
tenemos duda alguna que este desbalance en la investigación no sólo ha viciado
la visión histórica, sino que también ha trastornado nuestro entendimiento del
desarrollo de la sociedad puertorriqueña.
Es hora de mirar
al momento que nuestra sociedad nació, el siglo XVI.
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