UN RUSO EN AGUADILLA... una historia que parece
cuento
Haydée E.
Reichard de Cancio Ph.D.
Alejandro II |
La narración que voy hacer a
continuación comienza en tiempos de Alejandro II, Zar de Rusia. Para esa época
vivía en la Corte del Monarca Ruso un pariente suyo que se apellidaba
Mostowenko, que tenía un hijo de ideas muy liberales y estaba rebelde con la Jerarquía
existente en su país en aquellos momentos. Dicho mozo se iba a los trigales en
las cercanías de San Petersburgo, capital de Rusia entonces, y les decía a los
trabajadores y a los guardias imperiales de Palacio que no actuaran como
esclavos y desobedecieran al Zar, que después de todo él era un hombre como
ellos y que meramente era un ricachón.
Isabel II |
Al enterarse su padre buscó como sacar a
su hijo de Rusia, ya que sabía que tan pronto el Zar se enterara de sus ideas,
lo iba a enviar a matar. Como padre al fin, escribió a varios Monarcas
pidiéndole asilo para su hijo. Todos se negaron excepto la Reina Isabel II de
España que le ofreció ayuda. A los tres meses de estar en España el señor
Mostowenko, padre, recibió una misiva de la Reina dónde le indicaba que su hijo
no podía permanecer por más tiempo en España porque éste le estaba
soliviantando las provincias y ya los labriegos estaban hablando mal de la
Monarquía.
El padre, le pidió a la Monarquía que
como ella tenía posesiones en América que le hiciera el gran favor de enviarlo
a una de sus posesiones. Don Francisco Esteves Soriano, quien fue Alcalde de
Aguadilla recordaba que siendo niño vio llegar al puerto de Aguadilla un barco
de matrícula rusa que trajo a un joven que era riquísimo y jugaba topos y
barajas utilizando monedas de oro, algo poco acostumbrado por aquellos lindes.
Años más tarde el historiador don Guillermo Esteves Völckers repetía la
historia.
Tan pronto llegó a la villa del Ojo se
presentó a la Escribanía del Lic. Juan Arroyo Budía y se hizo su amigo. Además,
conoció y entabló amistad con don Ramón Méndez Quiñones, primer dramaturgo
puertorriqueño, Alcalde de Moca y conocido hacendado, con don Osvaldo Abril,
quien además de político liberal, fue Alcalde de Aguadilla, del Doctor Benejam,
farmacéutico don Ventura Marín y otras figuras importantes de la zona.
Mostowenko vestía impecablemente. Cubría
su cuerpo con preciosas capas de seda de varios colores, contaba con mucho
dinero y compró los mejores caballos del país y su ejercicio de equitación eran
diarios de siete a nueve de la mañana. Y el día que su ejercicio era a estilo
de los húsares nadie trabajaba para verlo; pero el día que practicaba sus
carreras a estilo de los cosacos, el pueblo temblaba. Las puertas se cerraban y
el galante e intrépido ruso desbocaba el caballo, y el público temía por sus
vidas y se entraban a sus domicilios. Sin embargo, su dominio sobre el equino
era tal, que jamás ni a un niño lastimó.
Francisco Esteves Soriano |
Luego de estar en esta localidad por dos
años se enamoró de una pobre campesina muy bonita de tez blanca y ojos claros.
Para l874 a 1876 aproximadamente de su unión consensual con la jibarita, tuvo
una bella niña, llamada Amparo, que según cuentan parecía hecha de nieve con
mejillas color de rosa. Para aquellos entonces no existían los antibióticos ni
los medicamentos de nuestros tiempos y la joven madre fue diagnosticada con
tuberculosis. El distinguido Doctor Carbonell, de Mayagüez, fue enterado de la
situación por el farmacéutico don Ventura Marín, quien era uno de los tantos
conocidos del ruso. Desde que el extraño personaje se había avecinado a
Aguadilla se comentaba que él era pariente del Zar. El galeno mayagüezano vino
a la Villa del Ojo a ver a la joven madre sin embargo luego de atenderla y
medicarla murió.
El padre de Mostowenko, al enterarse de
lo acontecido sacó a su hijo de la Isla y la niña de cuatro años quedó huérfana
de madre y prácticamente de padre. Para esa fecha murió en Rusia Alejandro II y
le sucedió al trono Nicolás I, quien encontró gran desobediencia hacía la
Jerarquía y la prensa de esa fecha informaba que en el mismo palacio se
fusilaban veinte o treinta personas diarias.
Tanto el Dr. Carbonell, como don Ventura
Marín y otros aguadillanos le escribieron al padre del Mostowenko pero el
silencio era quien le respondía. El Dr. Carbonell se hizo cargo de la niña ya
que jamás se supo del padre.
Decían los que lo conocieron que él fue
el precursor de Marx y Gorki. Recordaba muy claramente doña Asunción Abril a la
hija de Mostowenko, ya que el Dr. Carbonell la traía Aguadilla de visita a casa
de los Abril, ambas compartían y fueron amigas hasta que la joven dejó de
escribirle.
Para l970 don Guillermo Esteves
Völckers, ex Secretario de lo Interior de P.R., escribía a el Dr. Herman
Reichard Esteves: “No creo que lo del ruso son cuentos - Hará un mes Juanita Benejám
me dijo por teléfono al hablar de la muerte de Chuncha (Asunción Abril), que el
Doctor Benejám, su padre, atendió a la mujer del ruso y que le contó la
historia de la niña y la sensación que hizo el ruso en Aguadilla.” Además,
según hemos investigado el padrino de la niña fue el Doctor Benejám y la
madrina doña Tula Acevedo, por notas que dejó el Dr. Herman Reichard Esteves,
lo que no sabemos sí el bautizo fue en Aguadilla o Moca.
La niña trató infructuosamente de
contactarse con su padre y a la edad de diez y siete años partió de Puerto Rico
hacia Barcelona y se hizo una gran corsetera. Se casó y fue a vivir a Santo
Domingo. Allí no le fue muy bien económicamente y en varias ocasiones pidió
ayuda económica a sus amistades en Puerto Rico. Luego desde 1910 nadie supo más
de la rusita borinqueña.
El impacto que causó el pintoresco y
atrevido personaje del ruso en Aguadilla fue utilizado por dos grandes de
nuestra literatura. En primer lugar, el dramaturgo aguadillano, Ramón Méndez
Quiñones en una de sus piezas corta, más bien podríamos catalogarla de juguete
cómico “Un Jíbaro” en1878 y “Una Jíbara”, 1880. Ambas piezas costumbristas y
humoristas fueron enmarcadas en un barrio de Moca. Allí el joven dramaturgo
tenía su hacienda y conocía bien el ambiente campesino que le rodeaba. En su
obra “Una Jíbara”, el protagonista Alejo hablando con Ño León otro de los
personajes sobre su persona de bebedor, jugador, fiestero dice: “en Rusia,
sabido es uno (de los países) que los viejos y muchachos todos se acuestan
borrachos y en prueba. ¡aquí estuvo el ruso¡
Recordemos que el Ruso que se estableció
en Aguadilla y que probablemente fue con una jibarita de Moca que tuvo a su
hija, era muy amigo de Méndez Quiñones. No nos cabe la menor duda que sí el Dr.
Benejám, que residía en Moca atendió a la madre de la niña llamada Amparo tiene
que haber sido en las cercanías de la hacienda de su amigo Ramón Méndez
Quiñones. El personaje Alejo es un tipo vago, jugador, borrachón, le gustan los
caballos y poco responsable como esposo y padre que también tiene una
remembranza a lo que se ha dicho del famoso ruso.
En 1919, la autora Ana Roqué de Duprey,
quien vivía en Aguadilla indicó que para los años que se cuenta vino a nuestras
playas el ruso, por lo cual escribió un cuento titulado “Un ruso en Puerto
Rico, treinta años atrás”. Su obra que tiene un valor cultural, por las
descripciones de las fiestas jíbaras y el modo de vivir a finales del siglo
XIX, en los campos especialmente Moca, tiene una estructura tradicional y a la
vez educativa.
El ruso de doña Ana es hijo de un
puertorriqueño que quiere conocer lo que es Puerto Rico, pero ha sido educado
en Rusia por su padre que emigró a ese país muchos años atrás y una madre rusa.
El ruso de puertorriqueño, también es amante de la buena vida, las mujeres, la
fiesta y el alcohol que luego de pasar un mes en la cárcel decide dejar todo
atrás y regresar a Rusia
Ramón Méndez Quiñones |
Los dos autores escogen al campo de Moca
como lugar de visitar a las campesinas o jibaritas, bailar, fiestear y caer en
desgracias. Luego de escuchar, leer viejas notas y las dos obras mencionadas no
me cabe la menor duda que Mostowenko, fue una realidad en la historia de
nuestro pueblo. ¿Para dónde se fue cuando supo que tenía una hija y la mujer
con quien vivía tenía tuberculosis y se iba a morir? Nadie sabe, pero según
llegó por este puerto estoy segura que por el salió sin dejar huellas, sólo
abandonando a una criatura de cuatro años que lo buscó y nunca lo encontró.