Autor: Pablo L. Crespo Vargas
Últimas palabras de
Salvador Allende
En 1970, Salvador Allende, dirigiendo la
coalición Unidad Popular, un grupo de partidos de izquierda que buscaban ganar
por primera vez unas elecciones en Chile, obtuvo un triunfo que cambió la
historia de su país (sería el primer triunfo de un partido o coalición
socialista en Latinoamérica). El 4 de septiembre de 1970 ocurren las elecciones
y Allende obtiene el 36.63% (1,075,616) de los votos. El Partido Nacional había
obtenido un 35.29% (1,036,278) de los votos para quedar relegados a un segundo
puesto. Para su ratificación como presidente debía vencer en votación en el
Congreso. Estas se dieron el 24 de octubre del mismo año, Allende, nuevamente
triunfa recibiendo 134 votos a favor, los restantes 42 votos se dividieron en 35
a favor del candidato del Partido Nacional y 7 votos en blanco.
Salvador Allende Gossens |
La administración de Allende, buscando
mejorar las condiciones económicas de su país, comenzó una serie de medidas de
carácter socialista. De hecho, una de sus objetivos era convertir a Chile en un
modelo del socialismo-democrático moderno. Entre estas medidas estaba la
nacionalización de las industrias mineras, las cuales eran propiedad de empresas
estadounidenses y habían generado ganancias de sobre cuatro mil millones de
dólares. Las medidas económicas dieron resultado durante el primer año. En su
segundo año la economía comenzó a decaer y ya para 1973 Chile entraba en un periodo
de crisis financiera que ayudó a que varios sectores de la población reclamaran
un golpe de estado que favoreciera que la derecha regresara al poder.
Debemos señalar que la llegada de Allende
al poder había sido una derrota en las relaciones internacionales del gobierno
de los Estados Unidos, quienes temían que Chile fuera un ejemplo a seguir por otros países
latinoamericanos, minando la supremacía estadounidense en todo el continente de
América.
El 29 de junio de 1973, el grupo paramilitar,
Frente Nacionalista Patria y Libertad, junto a elementos militares chilenos realizaron
una intentona de golpe de estado, donde se trató de tomar el palacio
presidencial La Moneda. Los sublevados fueron derrotados.
Ataque al Palacio de La Moneda, 11 de septiembre de 1973 |
El 23 de agosto de 1973, el general
Augusto Pinochet es nombrado por Allende, Comandante en Jefe del Ejército. Pinochet
sustituía al general Carlos Prats, quien había salvado al gobierno en la
intentona del 29 de junio, la cual fue conocida como “El tanquetazo” (los
sublevados se movilizaron en tanques y otros vehículos blindados).
El 11 de septiembre de 1973, las fuerzas
armadas, dirigidas por el general Augusto Pinochet toma el poder gubernamental
y solicitan que Allende entregara su cargo, acción que no se concretizó. Desde
las 11:02 am, las fuerzas armadas inician ataques aéreos contra el Palacio de
La Moneda. En horas de la tarde asaltaron el Palacio, rodeado por las tropas
sublevadas, Allende muere en el enfrentamiento. A continuación, transcripción de las últimas
palabras de Salvador Allende.
Transcripción de las últimas palabras de Salvador
Allende.
Santiago de Chile, utilizando como medio
la Radio Corporación
11 de septiembre de 1973
7:55 A.M. Radio Corporación
Habla el presidente de la República desde
el Palacio de La Moneda. Informaciones confirmadas señalan que un sector de la
marinería habría aislado Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada, lo que
significa un levantamiento contra el Gobierno, del Gobierno legítimamente
constituido, del Gobierno que está amparado por la ley y la voluntad del
ciudadano.
En estas circunstancias, llamo a todos
los trabajadores. Que ocupen sus puestos de trabajo, que concurran a sus
fábricas, que mantengan la calma y serenidad. Hasta este momento en Santiago no
se ha producido ningún movimiento extraordinario de tropas y, según me ha
informado el jefe de la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal.
En todo caso yo estoy aquí, en el Palacio
de Gobierno, y me quedaré aquí defendiendo al Gobierno que represento por
voluntad del pueblo. Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores
estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa
tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la
Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de
la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y
le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En estas
circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir con su
obligación. De todas maneras, el pueblo y los trabajadores, fundamentalmente,
deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de trabajo, escuchando
el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les dé el compañero
presidente de la República.
8:15 A.M.
Trabajadores de Chile:
Les habla el presidente de la República.
Las noticias que tenemos hasta estos instantes nos revelan la existencia de una
insurrección de la Marina en la Provincia de Valparaíso. He ordenado que las
tropas del Ejército se dirijan a Valparaíso para sofocar este intento golpista.
Deben esperar las instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan la
seguridad de que el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda
defendiendo el Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que haré
respetar la voluntad del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el
4 de Noviembre de 1976. Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo a la
espera de mis informaciones. Las fuerzas leales respetando el juramento hecho a
las autoridades, junto a los trabajadores organizados, aplastarán el golpe
fascista que amenaza a la Patria.
8:45 A.M.
Compañeros que me escuchan:
La situación es crítica, hacemos frente a
un golpe de Estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta
hora aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971, se
las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni
de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple
una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren
retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener
carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se lo
graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo
me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es
el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo
acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el
programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el
camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más
violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que
esta gente no se detiene ante nada. Yo tenía contabilizada esta posibilidad, no
la ofrezco ni la facilito. El proceso social no va a desaparecer porque
desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre
no podrá detenerse. Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus
sitios de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo ni su
sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia
vida.
9:03 A.M. Radio Magallanes
En estos momentos pasan los aviones. Es
posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con
nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la
obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato
conciente de un Presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su
pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados
intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles
que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen.
Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es
posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los
trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor.
Pagaré con mi vida la defensa de los principios
que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado
sus compromisos, faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas
Armadas.
El pueblo debe estar alerta y vigilante.
No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender
sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida
digna y mejor.
9:10 A.M.
Seguramente ésta será la última
oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado
las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen
amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han
traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe
titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la
Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su
fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director
General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores:
¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida
la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que
hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá
ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se
detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia
es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi Patria: quiero
agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en
un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su
palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este
momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que
aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la
reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la
que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya,
víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano
ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus
privilegios.
Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer
de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que
trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me
dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que
siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios
profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una
sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que
cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de
Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán
perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas
presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías
férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de
quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia
los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será
acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La
seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será
el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no
sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco
puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en
Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el
que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más
temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el
hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los
trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la
certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo
menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la
traición.
FIN