Introducción
a Transmoralidad: La ética de nuestros días
Por
Nancy Rosado Camacho
La
ética es aquella rama de la Filosofía cuyo problema central es la evaluación
racional de los actos humanos en términos de su bondad o malicia. La moral es
la parte práctica de la ética. Trata de lo que el hombre hace. La
transmoralidad es un término que probablemente no aparezca registrado en la
edición más reciente del Diccionario de la Real Academia Española.[1] Hoy la definimos como un cambio interno en la moralidad, una especie de
fragmentación que ha ocurrido en nuestro ser, de ruptura interna en la moral,
entendida como la tradicional, la que se espera de una persona con valores. La
transmoralidad pudiera tener como base una exaltación de los contravalores y de
la amoralidad. También es la llegada de una moral laxa, relajada, en donde lo
bueno y lo malo en una misma sociedad se confunden porque no se interesa
conocer la diferencia. Es la reubicación espacio-temporal de la ataraxia o imperturbabilidad
del estoicismo antiguo.
No
obstante, queremos plantearla como una alteración o cambio de los valores
conocidos hasta llegar a un punto en que se confunde lo bueno con lo malo que,
aunque se conoce que es malo, el agente moral lo toma por bueno, es la evasión
del reconocimiento de responsabilidades, es la intolerancia al análisis. Por
otra parte, lo que es legal pero no moral, cuando pudieran, de algún modo, ir
de la mano. No se trata solamente de
un cambio de valores que describe el estado actual moral del hombre del siglo
XXI, ni de que se dé un reemplazo de los valores tradicionales. No es un
reemplazo de valores. ¿Cómo vamos a decir que X valor reemplazará a Z, si ni
siquiera sabemos el ingrediente originario del primero que supuestamente será
sustituido? Tampoco se trata de la carencia axiológica, como decía Nietzsche ni
de un diccionario de sinónimos, la transmoralidad tiene como base el modo de
manifestar un malestar existencial del que padece el hombre que a su vez ha
provocado ese cambio drástico en su moralidad. La parte práctica de la ética,
aquella que se conoce como moral, se ha convertido en un estado amorfo. Va más
allá de un cambio axiológico o sustituciones particulares de valores.
Aunque
lo podamos hacer, no se trata necesariamente de juzgar si la moral, como parte
práctica de la ética, está bien o mal, ni de evaluar como buenas o malas las
acciones de los hombres sino de una transformación que se ha dado en su
conciencia, en sus acciones, en la praxis. La estructura ética que algún día ha
formado su carácter debido a los valores tradicionales de lo que está bien o
mal que se hayan recibido, alcanza una alteración.
La
moral, como la hemos estimado hasta ahora, las buenas costumbres, hacer el bien,
ayudar al prójimo, la humildad, el respeto, y la práctica de aquellos valores
que nos hacen ser mejores personas, ha cedido su espacio a una conciencia laxa,
liviana, en donde se justifican los contravalores y se perciben como elementos
necesarios en la vida del hombre actual. Es un no me importa, eso me tiene
sin cuidado, ella no es mejor que yo,
sé que está mal pero no me queda otra
opción que hacerlo... Es una contramoral
en la que se realiza una embestida contra lo que tradicionalmente hemos estimado
como lo bueno pero que se resume con la llegada de la transmoralidad en las
consciencias y en las acciones de los hombres.
Es
esa dejadez aceptada, ese malestar insuperable, esa apatía, el desinterés por
fomentar lo bueno que puede ayudar al prójimo. Aquellas virtudes cardinales de
las que hablaba Platón: prudencia, justicia, fortaleza y templanza han
regresado a la caverna platónica. El esclavo que salió de la cueva para
contemplar el Sol, la idea del bien, ha vuelto a quedar ciego en su tránsito al
submundo hacia donde ha regresado. ¿Por qué? Por el ritmo de vida que se lleva,
las injusticias, la corrupción de los gobernantes y de las instituciones que
dirigen la cotidianidad del ser humano, la transformación y la anuencia ante la
laxitud. La transmoralidad deja su huella en el manejo de situaciones, no es
necesariamente ni mala, ni buena, sino que es aceptada, vivida y requerida por
el modo en que se ve la vida hoy día. La transmoralidad pudiera ser enemiga del
alter, del otro ser humano que está
en nuestro entorno como apuntó Levinas. Pudo ser el antídoto a lo tóxico, un
cambio hacia mejores valores, los morales, el remedio al sufrimiento
existencial humano, pero en múltiples casos lo ha empeorado. El asunto también tiene
que ver con nuestras acciones.
¿Qué
hace que una acción sea éticamente buena o mala? Hay varios elementos que están
a nuestra disposición para saberlo.[2] La Ley y la intención pudieran ser parte de esos elementos para clasificar si
nuestras acciones son buenas o no. De la primera se entiende que un ciudadano
que no cumpla la ley en efecto, no está actuando bien puesto que su acción
implica una desobediencia a sus responsabilidades y deberes como ciudadano. De
la segunda se puede decir que en ocasiones
realizamos acciones con una buena intención
y sus resultados no son los esperados porque en vez de causar un bien se ocasiona un mal. También las consecuencias de una acción inciden para
determinar si el acto es bueno o no.
De
otra parte, la utilidad o el beneficio que podamos obtener como resultado
de una acción probablemente podría incidir en la clasificación de ésta como
mala o buena, es decir, si es útil para mí, entonces es buena, si no me resulta
útil, es mala. La enseñanza de los padres a través del proceso de desarrollo de
los hijos es también un factor a considerar en el planteamiento de clasificar
las acciones como buenas o malas. Generalmente lo que los padres enseñan a sus
hijos como buenas acciones son a su vez repetición de lo que ellos pudieron
aprender de los suyos. Lo que los padres identifican en sus hijos como acciones
repudiables o malas o incorrectas, también puede deberse al hecho de que a estos
le han reprendido anteriormente por la misma causa.
Ley,
intención, voluntad, valores, contravalores, utilidad, deberes, son conceptos
que hemos de estudiar. También hay que añadir uno que resulta fascinante: los
hallazgos de la neurociencia, las investigaciones de los científicos en el
campo de las ciencias del cerebro, así como la presencia de la genética en el
comportamiento moral del ser humano.
Todas
las formas de clasificar las acciones han sido planteadas por distintas
mentalidades. A esos efectos la tradición filosófica, a través de sus
movimientos, escuelas y filósofos, también ha desarrollado unos modos para
evaluar las acciones de los hombres. Estos responden a los diversos modelos o
teorías éticas establecidas que no son otra cosa que intentos por explicar lo
que el hombre hace y clasificar dicha acción como buena o mala. Este es el
punto de partida de la ética: la evaluación racional de los actos que el hombre
realiza tomando en cuenta la maldad o bondad de estos. Son actos del hombre los
fisiológicos: respirar, alimentarse, digerir lo que se consume. Son actos
humanos las acciones que se realizan libre y voluntariamente. Sobre estas es
que se nutre el campo de la ética.
En
última instancia lo que deseamos conocer es también: qué es lo que hace a un
hombre, un ser moralmente bueno. En este primer capítulo hemos de señalar y estudiar algunos conceptos generales de la
Ética como rama de la Filosofía. También
buscamos propiciar
el conocimiento en algunos tipos de generaciones existentes y el modo en que
proyectan sus valores. El segundo capítulo
hemos de examinar algunos modelos éticos para poder aplicarlos a varias situaciones
que veremos en el libro. Cabe indicar que cualquier teoría ética que podamos
estudiar en este libro y en cualquier otro texto está basada en un conjunto de
creencias, ideas o criterios de quienes la han propuesto, lo que a su vez
deviene en fundamentos para intentar regular las acciones humanas.
En
el capítulo tercero estudiaremos
la axiología. Recoge el importante
tema de los valores. Es un planteamiento que se lleva a cabo considerando lo
que se ha denominado como pérdida de los valores mientras otros intelectuales
pueden plantear el problema como simplemente una transformación de los mismos. También
tendremos como objetivo la reflexión sobre la importancia de los valores en el desarrollo de una persona
integral. Hay que aclarar que partes de este capítulo están redactadas de una
forma cruda sin tomar en cuenta la belleza y seriedad del lenguaje filosófico,
porque se pretende ilustrar sin ningún tipo de venda en los ojos el
comportamiento errático de algunos sectores de la sociedad. De antemano se presentan
excusas a alguna persona que se sienta ofendida por el planteamiento realizado.
El capítulo cuatro se ocupa de
la lógica. Presentamos el término logoética
para estudiar el impacto que la Lógica y el lenguaje tienen en el discurso
ético. Las llamadas faltas de respeto,
no son otra cosa que abusos del lenguaje respaldados por el determinante tinte
emotivo del cual nadie carece y que puede dar lugar, a saber, al concepto de falacia. Tenemos que recordar las
palabras de Ludwig Wittgenstein cuando dice que el lenguaje es una actividad
que, a su vez, es parte de nuestra vida.
Lo
que estudiaremos en el capítulo cinco sitúa el objeto y sujeto de la filosofía. Ubicaremos al
hombre de carne y hueso como punto de partida de la reflexión ética. Mostraremos
una serie de casos internacionalmente
conocidos que en algún momento de la historia reciente han dejado huellas
profundas por el modo en que se han dado, así como por las repercusiones éticas que conllevan. También
contemplaremos
los esfuerzos internacionales para la búsqueda de una sociedad de paz. En
el capítulo seis, última parte de nuestro libro, examinaremos algunas ideas
filosóficas sobre el bien y el mal y presentaremos importantes hallazgos que la
neuroética considera sobre la relación del cerebro y el comportamiento moral
del hombre.
El
libro contiene situaciones para reflexionar, preguntas de aprendizaje, trabajos
de investigación, el correspondiente assessment y algunas actividades en las
que debe imperar el análisis y la evaluación de casos. Es nuestra intención que
el lector pueda examinar el contenido de este texto y a su vez hacer un alto en
su vida para la justa deliberación y así convertirse en mejor persona de lo que
pueda ser.
Se
utilizará el método de caso, metá odos,
frase que en griego significa el camino
para alcanzar un grado de conocimiento, con el propósito de conducir a los
lectores a que alcancen ese grado de comprensión acerca de los asuntos éticos
propuestos.
Presentamos
varios estudios de casos de temas interdisciplinarios para su correspondiente
análisis. Son situaciones basadas en la realidad. Se han cambiado nombres,
lugares, fechas y otros datos concretos para proteger la identidad y privacidad
de las personas concernidas. Queremos que el lector pueda asimilar cada uno de
los escenarios mostrados y reflexionar sobre las circunstancias, el entorno y
los componentes problemáticos de los mismos. Es importante leer, comprender y
evaluar, para ofrecer una solución o un acercamiento hacia la posibilidad de
resolverlos.
También
se ha recurrido a la herramienta de tablas veritativas modificadas que, aunque
son recursos utilizados en la lógica proposicional para demostrar la validez de
un razonamiento, sirven muy bien a nuestros objetivos ya que, en el análisis de
los casos, los valores se traducen en los pros
y contras, es decir, aquellas
acciones para solucionar el problema planteado y otras que dificultarían la
solución al mismo.