Autor: Jesús Méndez Jiminián*
LINCOLN Y SANTO DOMINGO, 1861 – 1865
“Puedes engañar a todo
el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no se
puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
Abraham Lincoln (1809 – 1865).
Abraham Lincoln (1809 – 1865) que nació en la
pobreza, en el estado de Kentucky, en ocasión de presentar su candidatura, por
primera vez, a un cargo electivo, en 1832, dijo: “Nací y siempre he permanecido en la clase social más humilde”.
Lincoln representa hoy, en mi opinión, para el mundo, el verdadero ejemplo del
llamado “Sueño americano”. A lo largo
de su larga trayectoria política, Lincoln tuvo prácticamente un solo discurso: la situación de la esclavitud en
Norteamérica. Ello contrasta enormemente con los políticos de nuestro país:
hablan de todo y muy poco resuelven…
Unos de los grandes biógrafos de Lincoln, a
quien Martí llamó “el leñador de los ojos
caídos”, Henry B. Kranz, ha dicho, que Lincoln“Sin pertenecer a ninguna iglesia cristiana, era profundamente
religioso. No se permitía ningún placer juvenil, pero se mostraba más
satisfecho de su vida que sus contemporáneos jóvenes amigos. Emprendió una de
las guerras más crueles de la historia y deseó la paz con más vehemencia que
cualquiera de sus consejeros (…) de honradez incorruptible, y sin preocuparse
de su éxito económico o de sus comodidades personales, supo aprovechar sus
intereses y murió rico”.
Lincoln,
“un abolicionista por convicción – ha dicho el Premio Nacional de Literatura en Ensayo Crítico de Puerto
Rico (2013), Pablo L. Crespo Vargas– tuvo que afrontar uno de los retos más grandes
en la historia de los Estados Unidos, el de mantener la unión entre todos los
estados, aunque fuera realizada de manera violenta tal y como ocurrió”. La
Administración de Lincoln (1861 -1865), no tuvo respiro, por tanto, para
ejercer una política exterior que marcara un rumbo determinado hacia sus
vecinos de América, y mucho menos, hacia otros estados lejanos. Pues, el
fraccionamiento de la sociedad norteamericana de entonces, en estados
esclavistas y anti-esclavistas reflejaba modos de vida muy distintos.En
definitiva, esta grave situación que vivía Norteamérica absorbió por completo a
su Administración, a su partido y a los demás líderes de esta nación.
Es de recordar, que años antes de Lincoln
convertirse en el 16vo. Presidente estadounidense, los Estados Unidos habían
anexado a su dominio algo más de la mitad del territorio mexicano (1846-1848),
en una guerra desigual y brutal, en busca de expansión; y la pregunta que
muchos norteamericanos de entonces se hacían era, ¿cuáles tierras conquistadas
de éstas serían esclavizadas o libres?
Entre 1857 y 1860 se produjo en los Estados
Unidos, fruto de estas guerras y su desenfrenada política expansionista, una
aguda crisis económica y con ello una marcada división de clases, que dio
inicio a una serie de confrontaciones internas en diferentes escalas. Esto, en
cierto modo, favoreció la elección de Lincoln como presidente, pues, él era
visto como una figura de posiciones radicales para los intereses de los estados
esclavistas. Esta compleja realidad norteamericana tocó fondo antes de
iniciarse la primera Administración de Lincoln (1861 -1864), pues, uno de los
estados de la Unión, Carolina del Sur, había dicho por voz de muchos de sus
líderes, que si Lincoln ganaba las elecciones de noviembre de 1860, se
separarían de la Unión; y así ocurrió a los pocos días, es decir, el 20 de
diciembre de ese año. De ahí, que cuando Lincoln asume la presidencia de los
Estados Unidos 4 de marzo de 1861, en su discurso inaugural proclama: “Todo reino dividido contra sí mismo es
asolado. Yo creo que este gobierno no puede ser mitad esclavista y mitad libre.
Espero que la Unión no sea disuelta, espero que no se caiga la casa”.
Pero, a los pocos días de Lincoln iniciar su
mandato, se producía la anexión de la República Dominicana a España,
convirtiéndola esta última en una provincia ultramarina (18 de marzo de 1861).
¿Podría interpretarse este paso dado por el General Pedro Santana, en Santo
Domingo, como algo taimado y calculado ante el ascenso de Lincoln al poder?
¿Conocía el Presidente Lincoln de los pasos que daban en Santo Domingo algunos
aventureros yanquis, que una vez salidos de la guerra mexicano-estadounidense
(1846 – 1848), fijaron su mirada en la República Dominicana para hacer negocios
y conseguir riquezas?
Antes de Lincoln ascender a la presidencia,
algunos antecesores suyos habían revivido la célebre Doctrina de Monroe, de “América para los americanos”, y la
llamada tesis del Destino Manifiesto. Sin embargo, dos hechos retaron entonces
al poder imperial norteamericano y a la Administración de Lincoln: la anexión
de la República Dominicana (1861) y la intervención francesa en México (1862).
En la primavera de 1861, es decir, a los pocos
días de Lincoln asumir la presidencia de los Estados Unidos, éste le hace saber
a la monarquía española a través de su representante diplomático en Washington
DC, por vía de su Secretario de Estado, William H. Seward, que la anexión de la
República Dominicana significaba, una actitud de “enemistad hacia los Estados Unidos de Norteamérica”. El párrafo de
la carta en cuestión fechada 2 de abril de 1861, dice así:
“Tengo instrucciones
de informarle a usted y al gobierno de Su Majestad Católica en forma directa,
que de establecerse… en cualquier momento la sanción de ese gobierno (se
refiere a la anexión de Santo Domingo, n. de j.m.j.), el Presidente (Lincoln,
n. de j.m.j) se verá obligado a considerarlas como una manifestación de un
espíritu de enemistad hacia los Estados Unidos, y a enfrentarse a la ulterior
prosecución de empresas de ese tipo en la República Dominicana o cualquier otra
parte del continente o islas americanas con una resistencia rápida, persistente
y, si es posible, efectiva”
¿Qué hizo variar en el terreno práctico la
actitud de Lincoln y los Estados Unidos respecto a la anexión dominicana?
Evidentemente que la situación interna de su país ,que ya estaba a las puertas
de una grave guerra civil producto de la esclavitud y otros factores. Y, dado
este difícil momento de la historia norteamericana quedó a un lado aquel
traumático episodio dominicano. Sin embargo tras la muerte inesperada de
Lincoln acaecida el 15 de abril de 1865, su vicepresidente de entonces, que era
del Partido Demócrata, sureño pero antiesclavista: Andrew Johnson, fue quien a
la hora de sucederle en la presidencia dio inicio a una serie de negociaciones
con miras a una posible anexión de la República Dominicana a los Estados Unidos
con los gobiernos de Cabral y Buenaventura Báez, y que alcanzarían niveles de
primer orden en la política exterior norteamericana en la Administración de
Ulysses S. Grant (1869 - 1877).
En los famosos Mensajes de la Unión, durante su Administración, Lincoln, solo hizo
mención de la República Dominicana en una oportunidad. Ello ocurrió el 6 de
diciembre de 1864, en el que escuetamente refiriéndose a la Guerra de
Restauración (1863-1865) , que acontecía en la República Dominicana en esos
momentos, dijo que: “Aparentemente no
habían perspectivas de poner fin al conflicto con España…”.
Hoy día, sabemos que hubo un persistente
contacto diplomático por aquel entonces entre representantes del gobierno
restaurador y la Administración de Lincoln. Y, muy posiblemente por alguna vía
de estos últimos llegaron a las manos de soldados restauradores armas y
municiones de fabricación norteamericana, específicamente de la marca Remington.
De esto último hemos iniciado una investigación.
En resumen, es muy probable que la Administración
de Lincoln, aunque no tenemos hasta hoy pruebas documentales a mano, por vías
que no comprometieran a su Administración haya contribuido a la causa
restauradora dominicana, oponiéndose así a su anexión a España. También, este
paso en nuestra humilde opinión nos muestra la coherencia del Presidente
Lincoln en el problema de la esclavitud; porque, es muy posible, que dada su
visión respecto a este problema, él haya calculado que a través de la anexión
de Santo Domingo, España pretendiera revivir este mal, y como consecuencia de
ello, Haití, el vecino histórico dominicano, estaba muy al asecho de este paso.
Pero, lo cierto es, que como dijo Abraham
Lincoln una vez, la esclavitud “…me
produce continuamente el efecto de sentirme convertido en un ser miserable”.
Muchas
gracias,
Nueva
York, USA.
28 de septiembre, 2014.
*Discurso
pronunciado en esta fecha en el marco de la VIII Feria del Libro Dominicano de
Nueva York, organizada por el Comisionado Dominicano de Cultura en los Estados
Unidos, del 26 al 28 de septiembre, en ocasión de la puesta en circulación de
la obra LINCOLN Y SANTO DOMINGO, 1861 – 1865, de nuestra autoría.