EL PERIODO DE
GOBERNACIÓN DE TORIBIO MONTES EN PUERTO RICO DE 1804 A 1809: RETOS Y
DESAFÍOS
Por Mildred Cardona Rivera
Nota editorial: Ponencia presentada en el 3er Encuentro de Estudiantes Graduados de Historia, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Viejo San Juan, Puerto Rico, 24 de agosto de 2018.
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Buenos días,
Es un honor tener la oportunidad de compartir ante ustedes los
resultados de la investigación que realicé sobre el periodo de finales del
siglo XVIII y principios del XIX, que en su versión de tesis de maestría, en
2017, fue titulada El Periodo de
Gobernación de Toribio Montes en Puerto Rico entre 1804 a 1809: Retos y
Desafíos, y que fue publicada en 2018 con el título de Crisis en Puerto Rico durante la gobernación del mariscal Toribio
Montes: Un reflejo de la política española en el periodo entre los siglos XVIII
y XIX.
Los siglos XVIII y XIX han sido fuente de muchos temas de
investigación y análisis en la historia de Puerto Rico. Una gran diversidad de
estudios ha cubierto este periodo de nuestra historia. Esto podría generar la opinión
referente a que en cierta medida estos siglos están saturados y no hay nada
novedoso o innovador por descubrir, no obstante, constantemente surgen nuevos
argumentos y nuevas perspectivas de pensamiento que aportan y refrescan la
historia de este, que niegan admitir que todo está dicho o escrito.
Dentro del tema trabajado encontramos la opinión de historiadores
de la talla de Lidio Cruz Monclova, Cayetano Coll y Toste, Gilberto R. Cabrera
y del cronista Pedro Tomás de Córdova, quienes a raíz de sus escritos
convergieron en que Toribio Montes fue un buen gobernador para Puerto Rico. Ante
esa conclusión unánime y algunos detalles de sus gestas administrativas que nos
resultaron atractivas, nació el primer destello de curiosidad, luego vino la formulación
de la hipótesis. La cual indica que la gobernación de Toribio Montes, con altas
y bajas, se desarrolló bajo el marco de un administrador que combinó su
ideología conservadora con las visiones ilustradas que comenzaron a
manifestarse en la España de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Esto nos lleva en un viaje de investigación
histórica tan abarcador que amplía el radio de estudio a otros asuntos de la
administración insular. Estos fueron el análisis y exposición de la defensa,
milicia, política interna y externa, economía, comercio, iglesia y sociedad.
Para alcanzar nuestro objetivo de una manera más precisa, nos
servirnos de las fuentes primarias obtenidas de varios importantes archivos históricos.
En España, fueron el Archivo General de Indias en Sevilla y el Archivo
Histórico Nacional de Madrid. En Puerto Rico, la investigación se centró en el
Archivo General de Puerto Rico y el Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad
de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Puerto Rico, como colonia sujeta a la Corona
española, sufría las consecuencias de las acciones y decisiones que esta
decretaba. España vivía sumergida continuamente en conflictos con otras
potencias como Inglaterra y Francia por el control y supremacía tanto de
territorios ultramarinos como de las rutas comerciales. En uno de esos múltiples
conflictos, entiéndase la Guerra de los Siete Años, España pierde de manera
temporal La Habana (1762). Solo es de esa manera que la metrópolis tiene un
despertar y consciencia de lo frágil que era mantener el control de sus colonias
y de lo fácil que resultó perderlas. Ante esa amenaza real, ya experimentada,
comenzó el proceso de implementar una serie de reformas de corte militar y de
defensa.
El informe presentado por Alejandro O’Reilly en 1765 fue uno
devastador que evidenció la negligencia en la que estaba sumergida la Isla. Lo
más paradójico de este informe fue que Puerto Rico contaba con todas las
condiciones para ser una colonia próspera para la metrópolis. Entiéndase, la
riqueza y fertilidad de sus tierras y su posición geográfica en el Caribe. La poca o ninguna explotación de sus recursos,
las defensas y milicias increíblemente deficientes y el pobre sostén conseguido
a través de los situados, la hacía prácticamente insolvente y vulnerable. Las
reformas sugeridas que eventualmente se implementaron en varios sectores de la
Isla dieron cierto orden y carácter que tanto Puerto Rico necesitaba.
Según visto, se apreciaron algunos cambios desde la aplicación
de las reformas de Carlos III. Estos mayormente se concentraron en los asuntos
de defensa y una milicia más robusta. Las reformas implementadas en estos
asuntos fueron un importante acierto en la victoria lograda contra los ingleses
en 1797. La explotación agrícola y el comercio todavía eran asuntos incipientes
a los que le faltaba mucho por andar a más de una década del informe de
O’Reilly. Vemos, cómo estas reformas fueron puestas en práctica más tarde en el
territorio insular.
Se podría interpretar que durante el periodo de gobernación de
Toribio Montes no había situaciones interesantes que recalcar, aparte quizás de
algunos elementos que han saltado al conocimiento general, como lo fue el establecimiento
de la imprenta en 1806, o la publicación del primer periódico en Puerto Rico, La Gaceta en 1807. Por tanto, es nuestro
deber como historiadores expresar que es todo lo contrario. Recalcamos que los
detalles son la sal y la pimienta que brindan mayor gusto a la historia. Para
ello nos amparamos en la fuente primaria adquirida antes mencionada y en un
universo de autores de la talla de: José Julián Acosta, Isabel Gutiérrez del
Arroyo, Aida Caro Costas, Bibiano Torres, Julia Gil Bermejo, Ricardo Alegría, Eugenio Fernández Méndez, Blanca
Silvestrini, Salvador Brau, Adolfo de Hostos, Ángel López Cantos, Arturo
Morales Carrión, Frank Moya Pons, Alejandro Tapia y Rivera, Luis González Vale, Mario Rodríguez León, Armando J. Martí Carvajal, Francisco Moscoso, Fernando Picó, Loida Figueroa, entre otros
tantos.
Ahora bien, nos dimos a la tarea de hacer las preguntas
pertinentes al periodo de estudio, que es la médula de esta investigación: ¿Qué
hizo diferente este gobernador que atrajo nuestra atención para estudiarlo? ¿Qué
tan bien o profundamente le reseñaron los historiadores como para nosotros
desear corroborar esas conjeturas?, entre otras más.
La época que le tocó gobernar fue una turbulenta de muchos
cambios y volátiles sucesos políticos a nivel ultramarino. El gobernador tuvo
que hacer frente a varias situaciones que aquejaban la Isla. Debido a la
amplitud de situaciones, se hizo un análisis de lo que, a nuestro entender, fueron
los aspectos más apremiantes y/o controversiales de la administración de
Toribio Montes en Puerto Rico.
Como militar de probada experiencia velaba por los intereses
de España, además, de poseer una inquebrantable lealtad con su metrópolis, fundamentó
sus decisiones sobre las órdenes reales recibidas. La defensa era su prioridad,
seguido de la economía, ambas necesarias para mantener a Puerto Rico. Era
evidente la necesidad de tener siempre al alcance la partida que le
correspondía a Puerto Rico del situado mexicano. Obtener este caudal siempre
constituyó uno de los mayores retos para el gobernador Montes ya que con este
dinero se prevenía mantener la Isla a la vera de un colapso financiero. La
falta de este dinero, o lo poco que llegaba, obligó al gobernador a buscar
medidas alternas que no siempre obtuvieron los resultados deseados. Además del
envío de las múltiples cartas al virrey de México solicitando las asignaciones
de Puerto Rico, que casi siempre fueron ignoradas, provocaban la crítica y a su
vez la disculpa del gobernador. Se llegó a solicitar préstamos a créditos a La
Habana, y los virreinatos de Nueva Granada y del Perú, cuyos reembolsos fueron girados
contra las futuras emisiones del situado, e incluso, el recurrir al cobro de
intereses de los buques comerciales de países neutrales con mercancía exportada
de la Isla. El mayor envío identificado del situado que llegó a Puerto Rico se
dio en las postrimerías del mandato de Montes en 1809, con 500,000 pesos enviados
por el entonces virrey Pedro Garibay.
Otro asunto importante que el gobernador Montes cuidó con celo
fue el comercio ya que este debía generar el caudal necesario. Ejemplo de ello
fue la modificación a los reglamentos y formatos para poner en funcionamiento los
cinco puertos menores, (Fajardo, Ponce, Cabo Rojo, Mayagüez y Aguadilla), la
simplificación de otorgación de permisos a los buques, la apertura a los barcos
neutrales, la exportación de productos y la rentabilidad de la trata negrera,
entre otros. Todo ello, en un intento de combatir el contrabando, aunque
reconocemos que este último tuvo todas las condiciones para prevalecer ya que
cada falla que el gobierno cometía se prestaba como una oportunidad para el
comercio ilícito.
En los asuntos militares, Montes hizo lo posible para asegurar
que las defensas de la Isla siempre estuvieran listas para la latente eventualidad
de un ataque extranjero, aun con la mencionada falta de caudales, ya que Puerto
Rico era indispensable para la Corona como así se le hizo saber a Cayetano
Soler, Secretario Del Estado y de Despacho de la Hacienda en 1806: “…es codiciosa de otras naciones que la
distinguen de todas las islas del Archipiélago” y cuando el Ministerio de
Guerra le expresa a Ramón de Castro que Puerto Rico era considerada como: “la llave de todos aquellos dominios”.
Entre las dificultades que afrontó estaba la perenne insuficiencia
de soldados y de armamentos para la protección y defensa de la Isla. Para
evitar deserciones, el gobernador recurrió a indultos, abonos y otros
beneficios como también hacer fuertes reformas en los métodos de disciplina (expulsiones,
multas, a los escapados se les condenaba a 6 años de servicio con su compañía).
Cumplió con los soldados retirados o incapacitados, además de no dejar sin
protección a las familias cuyos militares habían muerto. Su compromiso con la
Corona era tal que prestó la ayuda militar necesaria para la reconquista de la
plaza de Santo Domingo y a su vez asiló a aquellas personas que abandonaban sus
territorios escapando de la guerra.
Como antes mencionamos, la defensa fue el aspecto principal de
la gobernación de Montes y sus decisiones en este apartado resultaron en
beneficios colaterales para el pueblo. Esto es, había que mantener viva la
lealtad a la Corona. Como hombre ilustrado, él fomentó la educación para todos
sin distinción de género vía decreto. La enseñanza primordial se basó en la
lectura, escritura y matemática básica. En 1808 había en San Juan dos escuelas
de primeras letras y una que otra de carácter particular. Además, presentó una propuesta
agresiva para explotar la agricultura (mayormente con la mano esclava en el cultivo
de la caña de azúcar). Ambos casos para cumplir una misión; esta con fines
económicos, la Isla debía producir y ser autosustentable. Atado al pueblo
estaba la Iglesia, Juan Alejo de Arizmendi, el primer Obispo Puertorriqueño,
tenía el favor de la masa, cuya relación cordial se extendió al gobierno. Ambos,
Montes y Arizmendi, compartían la lealtad a la Corona y a la Iglesia en una
mutua cooperación que perduró durante todo el mandato del gobernador.
Esta cordialidad, sin embargo, no trascendió con varios
personajes. Montes tuvo conflictos con su homólogo, Ramón de Castro, por el
cobro de sueldos; con Ignacio Mascaró por la toma de decisiones administrativas
que de alguna manera no solo representaba la continuación de la pasada gobernación,
sino que es vivo ejemplo de la lucha de poder de la élite peninsular, quienes
buscaban glorias y riquezas personales por encima de los intereses de la Corona;
y, con Ramón Power por reconocimiento, poder y oportunismo en el sitio de Santo
Domingo, en el cual Power tenía el mando de la cuarta y última expedición por
orden de Montes.
Reconocemos que la gobernanza de Montes fue bien vista por la
Suprema Junta, ya que le hicieron merecedor de otras encomiendas fuera del
Caribe. Primero: como gobernador del Callao y sub-inspector general del real
ejército en Perú y luego en Ecuador como presidente de la Real Audiencia de
Quito y General en Jefe del Ejército de Operaciones. Esto nos evidencia y
concluimos con toda la prueba investigada, sin lugar a duda y en reconocimiento
que no hay política perfecta, la gobernación del Mariscal de Campo, Toribio
Montes-Caloca y Pérez cumplió con los objetivos trazados de la Corona de mantener
la Isla a flote de las crisis surgidas en la época.
Recalcamos la importancia de dar luz a los detalles y
pormenores que nos dan la oportunidad de conocer un poco más de estos
personajes que si no fuera por algunas gestas quedarían rezagadas en el olvido
sin dedicarles la atención que se merecen. También los invitamos a que se
continúen los estudios relacionados a periodos y personajes de nuestra historia
que aún tienen mucho potencial en nuestra historiografía.
Gracias.