El Grito de Lares: En
busca de una respuesta identitaria para afrontar realidades presentes
Félix M. Cruz Jusino
Introducción
El Grito de Lares es un acto de reafirmación nacional.[1] Es la
culminación de la evolución identitaria puertorriqueña; una aserción de
pertenencia al espacio geográfico y la concienciación del colectivo como un
pueblo con características propias. Es símbolo de la búsqueda de la libertad de
un pueblo que ha sido colonia desde 1508. La revolución de Lares es parte de un
proceso mayor que se inició con las revoluciones de finales del siglo XVIII y
que concluyó con la formación de nuevos estados con tipologías desarrolladas a
través de sus experiencias coloniales. Lares es también una expresión del
nacionalismo europeo, el cual dividió a Europa en los estados modernos del
siglo XX. No podemos interpretar a Lares sin los contextos históricos mundiales
y su expresión en la Isla y en las Antillas. En las últimas colonias españolas
caribeñas, el nacionalismo fue también un rechazo a los privilegios de los
peninsulares, una explosión anticlerical y una exaltación de la mezcla de razas
y culturas que dieron forma a las poblaciones que constituyeron las sociedades
isleñas.
El Grito de Lares, evolución del pensamiento
identitario
A pesar de la importancia histórica de Lares, el hecho
acaecido el 23 de septiembre de 1868, con su antes y después, ha sido
minimizado por las fuerzas imperialista que han controlado la Isla. La investigación
e interpretación del Grito ha estado sujeto a las ideologías de los
investigadores. El oficialismo colonial, tanto español como estadounidense, ha
manipulado la gesta para sus fines particulares. Las metrópolis imperiales le
han restado importancia a la revolución lareña y los gobiernos locales han
perpetuado la desinformación. La historiografía surgida a partir de la gesta
histórica sostuvo las opiniones derrotistas expuestas por el oficialismo hasta
el surgimiento del movimiento que conocemos como la Nueva Historia (1970). Los
historiadores desde entonces han reevaluado la documentación existente sobre el
Grito de Lares y profundizado en la investigación de los hechos descubriendo
nuevos ángulos pasados por alto en el pasado. Sin embargo, los paradigmas
establecidos por el oficialismo durante el positivismo histórico siguen
imponiéndose en la enseñanza y la desinformación predomina entre la población
cuando se toca el tema de la revolución lareña. La apropiación de la efeméride
patria por el sector independentista del país también ha servido para disminuir
su importancia histórica, pues los grupos políticos mayoritarios, colonialista
e integracionista, la enajenan y postergan.
La desinformación y la minoración histórica de Lares fueron
fraguadas por el gobierno español. Atemorizados por la revolución, el gobierno
colonial, en alianza con los conservadores, se propuso construir una imagen
negativa sobre el movimiento revolucionario para evitar que otros emularan la
gesta lareña. El oficialismo encargó al asturiano José Manuel Pérez Moris el
primer trabajo histórico sobre el Grito de Lares. Pérez Moris tuvo acceso a los
documentos oficiales y publicó en 1873 la Historia
de la insurrección de Lares. Pérez Moris redactó lo que se constituyó en el
discurso oficial sobre el Grito de Lares. El positivismo histórico y su énfasis
en la documentación colaboraron para eternizar la propaganda política
imperialista del peninsular. La versión de Pérez Moris tiene como misión
desacreditar a los revolucionarios, señalar a extranjeros como los verdaderos
líderes y el hecho de identificar a Nueva York como la cuna de la idea
revolucionaria. Pretendía el escritor inferiorizar al puertorriqueño, sus
habilidades organizativas y restringir sus ansias de libertad a través de una
imagen derrotista.
El autor mismo señala en su prólogo que su propósito no es
otro que hacer caer por su base el reformismo liberal de Puerto Rico,
destruyendo ese deleznable cimiento sobre el cual fundaban sus desmesuradas
pretensiones los reformadores de esta provincia. Para ello, escribió la Historia de la insurrección de Lares.[2] A esto, le
añade que en Puerto Rico no hay ni hubo separatistas.[3]
El libro es una apología a las autoridades de la metrópoli
española por, según el autor, una calaverada de unos cuantos, que ni la
preparación ni significación política tuvo y cuya prueba de que aquellos
individuos se lanzaron solos por sí y ante sí, para proclamar una república
independiente, fue que nadie los secundó en el resto de la Isla.[4]
Pérez Moris condena el “germen” independentista en Cuba y
Puerto Rico desde el prólogo, a la vez que separa los paralelismos ocurridos
entre el Grito de Yara en Cuba y el de Lares para reafirmar que la Isla del
Cordero es “leal”, “pacífica” y “española de corazón”. Cabe destacar que, para
este autor, el Grito de Lares estuvo “tan bien o mejor” organizado que el de
Yara.[5]
Lo más valioso de la obra radica en las fuentes de información
que utiliza Pérez Moris. El autor pudo acceder a toda la documentación
gubernamental disponible en su época. Desde el principio, el autor reafirma la
verdad histórica de la interpretación de los documentos para sostener su
planteamiento de que la Isla es una leal a España.[6]
Pérez Moris incluye data referente a la población y la
economía para sostener su principio de que Puerto Rico era una colonia prospera
bajo el régimen español y atenuar el significado de la gesta de Lares.[7]
Incluye el autor un recuento histórico de las intentonas
subversivas ocurridas en el país. Hace hincapié en que las dos supuestas
intentonas separatistas anteriores a 1868 fueron llevadas a cabo por militares
españoles. Conecta la insurgencia boricua con los sucesos acaecidos en Caracas
y Santo Domingo. Alega el conservador que la migración de venezolanos que
comenzó a llegar a Cuba y Puerto Rico a partir de 1811 trajeron consigo “el
germen” separatista que floreció en ambas Antillas. Empero señala que fue la
“funesta guerra de Santo Domingo” la que propició el ambiente separatista en
Puerto Rico.[8]
Las dos intentonas separatistas anteriores al Grito de Lares
fueron:
1. En 1835 un grupo de soldados desafectos intentaban
proclamar una constitución en la noche de San Rafael, 24 de octubre. La
intentona fue descubierta y suprimida por el gobernador Miguel de la Torre.[9]
2. El otro evento ocurrió en julio de 1838. Un escuadrón de
soldados pretendía apoderarse de la ciudad de Puerto Rico y ejecutar al capitán
general Miguel López de Baños y otras figuras prominentes, por este intento
fallido se arrestaron seis sargentos, tres cabos y ocho soldados.[10]
Los acontecimientos que condujeron al Grito de Lares, según el
autor, se fraguaron en Nueva York entre exiliados de Cuba y Puerto Rico, a los
cuales considera “filibusteros”.[11] Ensombrece las
figuras de los líderes que orquestaron el Grito de Lares. Condena al licenciado
Segundo Ruiz Belvis, quien había sido nombrado juez, por sus sentimientos
antiespañoles. Lo describe como un hombre de carácter iracundo, altanero, hasta
con los jornaleros, y de su afición al juego.[12]
En referencia al Dr. Ramón Emeterio Betances, Pérez Moris
indica que era natural de Cabo Rojo, estudió en Francia y trabajó como médico
en Mayagüez, donde estableció un hospital en su propia casa. Enfatiza el
asturiano que el Padre de la Patria Puertorriqueña había sido reprendido en
varias ocasiones de 1858 por sus ideas políticas, por su tendencia al
republicanismo y su marcada desafección al Gobierno de España.[13]
En el resto de la obra, Pérez Moris describe los incidentes
del Grito de Lares, cómo fue descubierto y los implicados en el movimiento.
Enfatiza el extranjerismo de Manuel Rojas al que identifica como venezolano y a
Matías Brughman como estadounidense al que se refiere como Mr. (mister).[14]
Describe vívidamente el juicio[15] y condena la
amnistía que le concedieron las autoridades españolas a los insurrectos, a la
cual culpa por el desconocimiento que tienen las autoridades sobre los hechos
de Lares.[16]
A partir de la obra de Pérez Moris, la historiografía
puertorriqueña ha repetido u objetado los planteamientos esbozados por el autor
en Historia de la insurrección de Lares.
Hasta el día actual constituye la principal fuente segundaria
sobre la gesta histórica. La obra es una mirada al otro, subjetiva, escrita en
un lenguaje llano, comprensible para los lectores porque la obra está
claramente dirigida a discursar a favor de España y justificar el colonialismo.
Metodológicamente, Pérez Moris trabajó con fuentes primarias y secundarias,
entre ellas: proclamas, cartas (firmadas y anónimas), pareceres, decretos, sentencias,
real ordenes, comunicaciones, pasquines, recortes de periódicos, anécdotas, circulares
de obispado y partes para probar su punto principal, los puertorriqueños no son
antiespañoles.
La historiadora y profesora del Recinto de Mayagüez de la
Universidad de Puerto Rico, Loida Figueroa Mercado, rompió con el patrón
oficialista para plantear en su obra, Tres
Puntos Claves: Lares-Idioma-Soberanía
(1972) que el Grito De Lares, constituyó las bases de una nación.[17] A su vez, la
historiadora instituyó una historia de resistencia esgrimiendo tres conceptos:
el nacionalismo del Grito, la lengua y la aserción de la soberanía para la
patria.[18] Figueroa
esbozó a través de tres ensayos que en Lares, Puerto Rico se desarticuló de la
metrópoli, estableció el idioma como método de resistencia y se consagró la
soberanía como concesión a la dignidad irrevocable de cada nación. Los ensayos
cumplen con el propósito de concienciar a los puertorriqueños de su capacidad
de resistencia a las imposiciones de las metrópolis. La investigadora sostiene
sus planteamientos en fuentes secundarias que emanan del trabajo de Pérez
Moris. Para Figueroa Mercado, Lares es el inició de la nación y consagración de
la puertorriqueñidad.
La conceptualización del Grito de Lares trenzado dentro del
movimiento de resistencia que nos presentó Figueroa Mercado es producto de su
formación educativa, del nacionalismo albizuista y del momento histórico que le
tocó vivir. El profesor Mario Cancel Sepúlveda indica que Figueroa Mercado es
producto de la treintismo hispanófilo y que su perspectiva histórica fue
forjada en momentos en que la historia de la Isla tomaba un giro que le creaba
una imagen de tierra libre por medio de un articulado proyecto de nacionalismo
cultural oficial que no amenazaba la estabilidad del régimen, nacionalismo
corporeizado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) y sus ideólogos.
Figueroa Mercado se encontró ante la disyuntiva de producir lo que se pudo llamar
como la historia analítica o la historia de la resistencia.[19]
Mientras Figueroa Mercado entrelazó a Lares dentro de una
historia de resistencia, Olga Jiménez de Wagenheim en su libro El Grito de Lares: sus causas y sus hombres
(1986) estableció a Lares como una revolución de afirmación nacional. La obra
de Jiménez es considerada por muchos historiadores como la obra pionera que
rompe con el oficialismo iniciado por Pérez Moris. La historiadora analizó el
Grito y su impacto dentro de la sociedad decimonónica fuertemente influenciada
por el materialismo histórico. La autora enriqueció su trabajo con un análisis
del proceso colonizador español hasta el siglo XVIII, examinó las motivaciones
de los revolucionarios, evaluó las condiciones socioeconómicas de los rebeldes
y contrastó la realidad política de la colonia versus las aspiraciones de los
criollos.
Jiménez de Wagenheim escribió para la academia e incluyó
terminología jurídica para explicar el proceso judicial ulterior al Grito y los
interrogatorios. La autora reconoció la historiografía anterior a su trabajo[20], pero se
distancia del oficialismo y de la historia de resistencia. La obra cuenta con
una bibliografía extensa que incluye fuentes primarias tales como, los
testimonios de los rebeldes capturados, la correspondencia cursada entre los
jueces, audiencia, la oficina del gobernador y el tribunal militar, y
documentos municipales. Jiménez aseguró en su trabajo haber estudiado fuentes
nunca utilizadas.[21]
El Congreso Nacional Hostosiano, en conmemoración del 170
aniversario del natalicio de Ramón Emeterio Betances y en preparación para el
130 aniversario del Grito de Lares, publicó un compendio de siete autores sobre
la efeméride, Siete Voces hacia el Grito
de Lares (2000). Los autores analizaron el Grito desde la perspectiva
independentista.[22] Analizaron la
figura del doctor Ramón Emeterio Betences, su aportación al Grito y las
consecuencias del hecho histórico en la sociedad en las postrimerías del siglo
XX. Los escritores, entre ellos, Isabel Gutiérrez del Arroyo, José “Che”
Paralitici, Francisco Moscoso, Loida Figueroa, Juan Antonio Corretjer, Germán
Delgado Pasapera, hacen un recuento de los antecedentes y la acción gestada
para justipreciar su significado histórico. La metodología de los ensayos es
diversa, pero en su mayoría se sostiene sobre fuentes secundarias publicadas
por investigadores anteriores.
El historiador Francisco Moscoso revolucionó la perspectiva
histórica del Grito en su obra La
Revolución Puertorriqueña de 1869: el Grito de Lares (2003). El cuaderno educativo conecta a Lares con la
formación histórica de la nacionalidad. Evalúa los eventos, el desenlace y el
impacto de Lares en la historia nacional. Moscoso nos presentó un Lares
victorioso, no en lograr su propósito, sino porque culminó el proceso
identitario de la nacionalidad. Lares no fue una derrota, es una victoria que
nos enseñó a resistir, principio que aún identifica al puertorriqueño.[23]
Moscoso escribió este ensayo para el público en general,
manteniendo los cánones establecidos para la historiografía moderna. Hizo uso
de fuentes primarias y secundarias. Uno de los detalles más significativos del
cuaderno es que por primera vez se utilizaron para un trabajo sobre Lares los
documentos del Archivo General Militar de Madrid; donde el general José
Laureano Sanz, a la sazón gobernador de la Isla, en su informe al poder
Ejecutivo del 4 de julio de 1869, reconoce que Lares logró integrar elementos
de todos los niveles sociales y que de haber estallado la revolución en
múltiples lugares y haberse recibido los auxilios militares que había enviado
Betances, otro pudo haber sido el desenlace de la gesta. [24]
El historiador equiparó a Lares con otros movimientos
libertarios y, tal vez sin pensarlo, escribió una epopeya para la Patria y
elevó a los revolucionarios al altar de los inmortales.
La nación afirmada en Lares es definida en el siglo XXI en una
ponencia redactada por el licenciado Juan Mari Bras el 17 de septiembre de 2009
en Mayagüez y leída por el autor con motivo del aniversario de la gesta en la
ciudad de Nueva York el 23 de septiembre de 2009: “Lares colocó a Puerto Rico
en la categoría de nación”[25]. En su
presentación Mari Bras destaca la importancia de la Ciudad de Nueva York en la
organización de Lares y exalta la trilogía integrada por Ramón Emeterio
Betances, Segundo Ruiz Belvis y Eugenio María de Hostos como los máximos
próceres del siglo decimonónico. El autor afirma que la patria peregrina nació
en Nueva York, el barrio de mayor población boricua, como la República
puertorriqueña tuvo su sede en Lares. Esa patria peregrina es una realidad
universal de todos los integrantes de nuestra nación, la mitad de cuya
población vive en Estados Unidos y la otra mitad en Puerto Rico.
Mari Bras integró a la diáspora con los habitantes de la Isla,
antes de que el huracán María nos hiciera crear conciencia de que somos una
sola nación, Afirmó el líder independentista que la patria nació en Lares el 23
de septiembre de 1868 y que desde entonces deambula hasta el momento en que se
libere de injerencias extranjeras el suelo puertorriqueño. Reconoció que el
rescate de la gesta se le debe a don Pedro Albizu Campos y afirmó que la patria
peregrina de la que todos y todas formamos parte en la actualidad hay que
defenderla con todo el poder que seamos capaces de generar con nuestras luchas,
a todos los niveles.
El discurso de Mari Bras usa como metodología los trabajos de
Germán Delgado Pasapera, Francisco Moscoso, José Pérez Moris y Juan Antonio
Corretjer.
Lares en perspectiva
El Grito de Lares es un proceso continuo que se inició el 23
de septiembre de 1868. La búsqueda de la libertad de la Patria es uno de
resistencia y reafirmación identitaria. La nación puertorriqueña recibió su
último impulso definitorio con las reformas liberales implementadas en la Isla
por la Cédula de Gracia de 1815. La Cédula potencializó el desarrollo del país,
permitió la migración de europeos católicos que trajeron consigo nuevas
tecnologías, y liberalizó el régimen político colonial. Los nuevos emigrantes
trajeron nuevos paradigmas que fortalecieron el sentido identitario
puertorriqueño. La Isla aspiró a integrarse a la modernidad. El sueño duró poco
porque España no aprendió la lección que le dio la pérdida del imperio. España
se olvidó de las reformas económicas y optó por el método que le pareció más
eficaz: imponer su control por la fuerza.[26]
Como bien indicó Jiménez de Wagenheim en su libro, cuando se
gesta el Grito de Lares existían conflictos políticos y sociales que motivaron
a los rebeldes a librarse del yugo colonial español. Esos conflictos se
convirtieron en llama revolucionaria solamente cuando los afectado tomaron
conciencia de que su situación estaba directamente vinculada a la condición
colonial.[27]
El Puerto Rico del siglo XXI está plagado de problemas
sociopolíticos y económicos que todas las ideologías políticas (anexionista,
autonomista e independentista) achacan al sistema colonial imperante bajo la
metrópoli estadounidense.[28] Sin embargo,
ninguna de las facciones está interesada en resolver la crisis porque dependen
económicamente del sistema establecido por la metrópoli. A pesar de condenar
acciones gubernamentales, el principal partido independentista, Partito
Independentista Puertorriqueño (PIP), depende del fondo electoral para mantener
sus operaciones y su cuadro directivo tiende a perpetuarse en la dirección
partidista, convirtiéndose en vampiros de la metrópoli. La dependencia de
recursos federales y el tomar prestado para sostener un sistema enfermo y
decadente han llevado al gobierno a la quiebra. Esto se venía venir. Líderes
políticos y economistas lo pronosticaron, pero nadie estuvo dispuesto a ponerle
freno a la situación.
Cuando ya la situación se hizo inmanejable y los acreedores,
en su mayoría asociados a las altas esferas del gobierno federal, vieron sus
pagos amenazados y sus intereses menguados, exigieron acción correctiva para el
problema. Encontramos similitudes en el cuadro social del Puerto Rico
decimonono. Existía un gobierno colonial represivo aliado con los anexionistas;
comerciantes privilegiados protegidos por las leyes y la metrópoli que se
convirtieron en prestamistas, usureros, que sustituían a la inexistente banca;
un grupo de pequeños propietarios (clase media) que el gobierno enajenaba y
empujaba hacia el empobrecimiento; una clase obrera oprimida cuya libertad de
movimiento estaba restringida; esclavos subyugados cuya función era trabajar
para el enriquecimiento de sus amos como muchos adictos lo hacen hoy con los
dueños de los puntos; un grupo de librepensadores que buscaban mejorar las
condiciones de vida de los puertorriqueños divididos en tres facciones:
anexionistas, autonomistas e independentistas; una afirmación identitaria que
era constantemente cuestionada por los que insistían en ser solo ciudadanos “americanos”
y un bloqueo hacia el establecimiento de una institución universitaria por
considerarla un posible foco subversivo, como muchos politicastros consideran
hoy a la Universidad de Puerto Rico.
El Grito de Lares: mentira colonial; verdad patria
La coyuntura actual hace imperativo el rescate del Grito de
Lares, no solo como gesta libertaria, sino como el momento en que los
puertorriqueños proclamaron su mayoría de edad como pueblo.[29] Sin embargo,
como bien dijo el historiador José “Che” Parelitici, la masa del país ignora lo
significativo de esta efeméride.[30] Aunque el
Grito se estudia como un evento en las clases de historia la grandiosidad de la
efeméride, su profundo significado identitario y sus implicaciones en el Puerto
Rico de hoy son obviadas.
Sobre este punto, el historiador Germán Delgado Pasapera por
su parte puntualizó que la historia es un estudio de antecedentes, hechos,
causas, y consecuencias inmediatas o futuras.[31] Ha existido
una conspiración silenciosa para minimizar la gesta desde el mismo momento en
que esta ocurrió. Los gobernantes estaban conscientes de la importancia del Grito
de Lares, la fuerza que este imprimió al sentido identitario del país y temían
que otros movimientos similares ocurrieran.[32].
Desde que Pérez Moris publicó Historia de la insurrección de Lares (1873) el Grito de Lares ha
estado sujeto al libelo propagandista gubernamental. Las falacias expresadas
por Pérez Moris se convirtieron en la versión oficial de los hechos. A pesar de
que desde la publicación del libro del peninsular ha habido voces disidentes e
historiadores que revaluaron a Lares, estos eran acallados por el sistema
colonial. La doctora Olga Jiménez de Wagenheim con la publicación de El Grito de Lares: A Socio-Historic
Interpretation of Puerto Rico's Uprising Against Spain in l868 (1981) revolucionó la investigativa sobre la
efeméride. El movimiento del cual Jiménez de Wagengeim es parte, la “Nueva
Historia”, ha profundizado sus investigaciones sobre el Grito de Lares para
valorar desde la perspectiva puertorriqueña el profundo significado de la
gesta. La multiplicidad de detalles expuestos por la profesora emérita de la
Universidad de Rutgers en Nueva Jersey nos introdujo a un Grito de Lares
diferente donde hubo participación de personas de todos los niveles sociales y
de veintisiete municipios del país.[33] Uno de los
aspectos más importantes del trabajo de Jiménez sobre el Grito de Lares es su
rescate de los participantes en la gesta. Los héroes y mártires dejaron de ser
simplemente nombres y se convirtieron en seres humanos.[34]
Antecedentes de Lares
En su ensayo “Los antecedentes de Lares” Isabel Gutiérrez del
Arroyo afirmó que el Grito de Lares fue la concreción culminante de un complejo
de fuerzas históricas.[35] La
historiadora alegó que los habitantes de la Isla habían creado conciencia del
hecho diferencial entre el tronco progenitor español y el retoño insular
puertorriqueño.[36] La ensayista
insistió en que la geografía, diversidad étnica y la historia en su proceso ya
tricentenario han formado una nueva realidad nacional con problemas y soluciones
propias, aspiraciones y destino divergentes.[37]
Francisco Moscoso especificó por su parte en La revolución puertorriqueña de 1868: el
Grito de Lares (2003) que, en
documentos del siglo XVIII, tan temprano como el año 1705 se estableció la
distinción entre puertorriqueños y españoles. Ahora todos los naturales de la
tierra eran los criollos.[38]
Germán Delgado Pasapera destacó que Puerto Rico atravesó un
largo proceso de insatisfacción a fines del XVIII lo que condujo a acciones
patrióticas en el siglo XIX.[39] Gutiérrez[40] y Moscoso[41] señalaron en
sus trabajos que la primera manifestación de la existencia de la conciencia
puertorriqueña ocurrió el 16 de agosto de 1809 cuando el obispo de Puerto Rico,
Juan Alejo de Arizmendi, le encomendó al primer diputado a las Cortes españolas
por el país, Ramón Power y Giralt, la defensa y protección de los derechos de
los puertorriqueños.
Durante la primera mitad del siglo XIX hubo demostraciones de
reafirmación identitaria e intentonas de movimientos independentistas. La
conspiración de San Germán de 1811[42]; el movimiento
independentista en que estuvieron envueltos María de las Mercedes Barbudo, su
hermano José Antonio de los Reyes, Juan Nepomuceno Otero, el presbítero Juan
Abreu, el coronel Manuel Suarez del Solar, el diputado Demetrio O’Daly y Matías
Escuté en 1823;[43] el Plan de
Antonio Valero, quien fue parte del estado Mayor de Guerra de Simón Bolívar, en
1826;[44] y el intento
fallido de Andrés Vizcarrondo Martínez y Buenaventura Valentín Quiñones[45], son ejemplo
de que un importante sector del país ansiaba constituir una nación libre y
soberana.
Las motivaciones para el Grito de Lares
Lares se organizó en medio de un clima de represión
gubernamental, una grave crisis socioeconómica, pero más que nada por la
pérdida de fe en el sistema español, la existencia de unos intelectuales
capaces de asumir el liderato, una meta, y un mecanismo organizativo a través
del cual canalizar el descontento de los demás.[46]
La teoría de José “Che” Paralitici sobre las causas del Grito
de Lares se basaron en la lucha de clases que surge como resultado de una
transición en la economía subsidiada a una de mercado.[47] Para el
historiador ese cambió transformó una sociedad igualitaria basada en el
sustento familiar a una con diferencias y conflictos de clases.[48] Puerto Rico en
la segunda mitad del siglo XIX contó con una clase de comerciantes que en su
mayoría eran peninsulares y extranjeros que eran protegidos por el gobierno,
convertidos en prestamistas por su poder económico, una de deudores, casi todos
pequeños hacendados, trabajadores controlados por el régimen de la libreta y
los esclavos.[49]
La mayoría de los criollos desafectos al régimen español
residían en el Partido de San Germán. El gobierno colonial para 1866 se percató
de un posible levantamiento en contra del régimen como secuelas de la guerra de
Restauración de la República Dominicana y su cercanía con el oeste. República
Dominicana había sido anexada a España en 1861, pero restauró su independencia
con una guerra entre 1863 y 1865. El gobierno intuyó la posibilidad de un
levantamiento en el occidente isleño basándose en la distancia que los separaba
de la capital, la riqueza de las familias, el buen puerto en Guánica y la “mala
índole” de los habitantes.[50]
La propaganda oficialista española señaló como causas para el
Grito de Lares el deseo de los revolucionarios por lograr la independencia,
crear una república y destruir a los peninsulares.[51] Jiménez de
Wagenheim atestó por su parte que la gesta de Lares es el resultado de una
mezcla de factores que incluyeron elementos económicos, sociales y políticos.[52] Pero esos
conflictos se convirtieron en una llama revolucionaria solamente cuando los
afectados tomaron conciencia de que su situación estaba directamente vinculada
a la condición colonial.[53]
Luego de los trabajos icónicos de Pérez Moris y Olga Jiménez
sobre el Grito de Lares y sus causas, la evaluación histórica del hecho ha
estado dividida. No ha habido un consenso, pero si una sumatoria de posibles
causas. Ejemplo de esta división entre los pensadores puertorriqueños lo
constituyen Luis Martínez de la Rosa, quien enfatiza las causas económicas[54], mientras que
para José “Che” Paralitici la lucha de clases fue el detonante principal.[55] Cada
historiador basará su percepción sobre el Grito acorde al pensamiento
filosófico histórico con el que se identifique.
Francisco Moscoso analiza concienzudamente el evento y crea
una diferencia entre lo que considera los detonantes versus la causa principal
para que se diera la efeméride: “No se debe confundir lo que pueden ser móviles
o detonadores inmediatos con las contradicciones estructurales de las relaciones
económicas, sociales, políticas e ideológicas que subyacen y rigen al conjunto
de los problemas expuestos”.[56]
Moscoso enumeró como detonantes del Grito de Lares las causas
económicas, políticas o sociales mencionadas por otros historiadores[57], empero para
el historiador mayagüezano, la causa principal para el Grito de Lares fue el
hecho de que Puerto Rico ya era una nación diferenciada con sus caracteres y
costumbres forjados a lo largo de tres siglos con sus proyectos y clamores de
cambio y desarrollo en todos los niveles desde el siglo XVIII, y con su
aspiración de gobierno propio e independiente desde hacía décadas.[58]
Conclusiones
La historiografía puertorriqueña sobre el Grito de Lares es
abundante, pero subjetiva. La escuela filosófica y el pensamiento político del
historiador determinan la investigación del tema. El oficialismo se vale de
esto para restarle importancia al hecho histórico y proyectar una imagen
dependiente, peyorativa y sumisa del pueblo puertorriqueño.
Una visión objetiva del Grito, distanciada de apasionamiento
políticos, es imperativa. Puerto Rico atraviesa por momentos símiles a los que
condujeron al Grito de Lares. Podemos inferir que sociopolítica y
económicamente estamos en un periodo de retroceso, donde todos los logros obtenidos
por las luchas socio-obreras son desechadas para instaurar un régimen opresor
muy parecido al de las facultades omnímodas del siglo XIX. La metrópoli impuso
una Junta de Supervisión Fiscal con poder decisional sobre las finanzas del
país, en efecto, sus integrantes son procónsules estilo la antigua Roma.
¿Hasta cuándo aguantará el pueblo restricciones
socioeconómicas y laborales seguidas por aumentos en el coste de vida,
inestabilidad laboral, deterioro en los sistemas de salud y educativos y una
criminalidad descontrolada?
El huracán María, su destrucción, la mitomanía gubernamental
sobre los difuntos y otros aspectos relevantes, la sumisión gubernamental a las
humillaciones del presidente Donald Trump, la negativa del Congreso a revisar
el estatus colonial y la constante mendicación, han reavivado el amor a la
Patria. Banderas puertorriqueñas ondean a lo largo y ancho del país.
La percepción de Francisco Moscoso sobre la formación
identitaria y la importancia del Grito de Lares cada vez resuenan más entre las
poblaciones marginadas. El pueblo se identifica con la Monoestrellada y se
siente ajeno a una metrópoli desafecta culturalmente opuesta a la
puertorriqueñidad. La metrópoli, una vez un banco sin límites, puso tardíamente
controles a sus prebendas a la colonia. La Isla está endeudada y parece
encontrarse en un callejón sin salida.
El gobierno anexionista que rige el país está desacreditado
ante las autoridades federales. Por primera vez desde 1952 el Congreso tocó el
tema del estatus. Envió dos senadores, uno republicano (Marco Rubio) y otro
demócrata (Robert Menéndez) para dejarle saber al gobierno que no cuentan con
60 votos en el Senado para la estadidad. En palabras claras, no sueñen con ser
integrados como estado de la Unión.
Las huestes anexionistas, como sucedió a principios del siglo
XX cuando los federalistas aceptaron que Estados Unidos no tenía planes de
otorgarle la equidad política a Puerto Rico, están en negación. Mientras tanto
el pueblo sigue con la actitud de obtener el mejor beneficio de la usurera
metrópoli que no da nada gratis, pero el jibaro se las ingenia para no pagarle.
Cada acción gubernamental aviva el sueño libertario. Las
ansias de determinar el futuro de la tierra es una semilla que se fecunda en
cada latido de los corazones puertorriqueños, esperando germinar. Contrario al
23 de septiembre de 1868, las armas ilegales abundan y si no prestamos debida
atención a los problemas que aquejan a la sociedad, buscamos soluciones y nos
preparamos para una sanación reconstrucción nacional, podríamos enfrentar un baño
de sangre como nunca antes.
El sentido identitario puertorriqueño debe estar solventado
sobre verdades historias. Es hora de educar para construir un nuevo país.
Bibliografía
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Pérez Moris, José. Historia
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Archivos Digitales
Cancel Sepúlveda, Mario. “El discurso histórico de Loida
Figueroa Mercado: apuntes iniciales”. Academia.edu. Consultado el 15 de mayo de
2018.
Mari Bras, Juan. “Lares colocó a Puerto Rico en la categoría
de nación”. Juan Mari Bras Org. Consultado el 7 de junio de 2018. http://juanmaribras.org/escritos/de-juan-mari-bras/independencia-de-puerto-rico/261-lares-coloco-a-puerto-rico-en-la-categoria-de-nacion-definida.html.
[1] Francisco Moscoso, La
Revolución Puertorriqueña de 1869: el Grito de Lares (San Juan: Instituto
de Cultura Puertorriqueña, 2003), 8-12.
[2] José Pérez Moris, Historia
de la Insurrección de Lares (Río Piedras: Editorial Edil, Inc. 1975), 16.
[3] Ibíd., 17.
[4] Ibíd., 17.
[5] Ibíd., 16.
[6] Ibíd., 16. Indica el autor que existen “cincuenta y dos
legajos de que constó la causa en sumario formada en Arecibo a más de 500
presos, resultando justificados los cargos contra 475”.
[7] Ibíd., 240, 245, 246, 247.
[8] Ibíd., 51.
[9] Ibíd., 33.
[10] Ibíd., 43-49.
[11] Ibíd., 56.
[12] Ibíd., 57.
[13] Ibíd., 57-58.
[14] Ibíd., 107.
[15] Ibíd., 201.
[16] Ibíd., 20.
[17] Loida Figueroa, Tres
Puntos Claves: Lares-Idioma-Soberanía (San Juan: Editorial Edil, 1972), 5,
42, 70, 71, 74.
[18] Ibíd., 70 -71.
[19] Mario Cancel Sepúlveda, “El discurso histórico de Loida
Figueroa Mercado: apuntes iniciales”, Academia.edu. Consultado el 15 de mayo de
2018.
[20] Olga Jiménez de Wagenheim, El Grito de Lares: sus causas y sus hombres (Río Piedras: Ediciones
Huracán, 1986), 13.
[21] Ibíd., 20.
[22] Francisco Moscoso, “Prólogo” en Siete voces hacia el Grito de Lares (Río Piedras: Comité de
Estudios del CNH, 2000), 81.
[23] Moscoso, La
Revolución…, 73-75.
[24] Ibíd., página legal.
[25] Juan Mari Bras, “Lares colocó a Puerto Rico en la categoría
de nación”. Juan Mari Bras Org. Consultado el 7 de junio de 2018. http://juanmaribras.org/escritos/de-juan-mari-bras/independencia-de-puerto-rico/261-lares-coloco-a-puerto-rico-en-la-categoria-de-nacion-definida.html.
[26] Jiménez de Wagenheim, El
Grito…, 116.
[27] Ibíd., 226.
[28] Rubén Díaz (Senador del estado de Nueva York), “El problema
de puerto rico es su condición de colonia de los Estados Unidos”. Última
actualización 5 de noviembre 2015. Consultado el 30 de mayo de 2018. https://www.nysenate.gov/newsroom/press-releases/ruben-diaz/el-problema-de-puerto-rico-es-su-condicion-de-colonia-de-los.
[29] En Germán Delgado Pasapera, “Significado de Lares en la
lucha por la liberación nacional” en Siete
voces…, 74, se afirma que “el Grito de Lares, como el Grito Yara en Cuba y
el Grito de Dolores en México, es el hito que señala, con todo su dramatismo de
decisión, la mayoría de edad de un pueblo”.
[30]José “Che” Paralitici. “Lares en su historia” en Siete voces…, 36.
[31] Delgado Pasapera, “Significado…” en Siete voces…, 74.
[32] Ibíd., 81.
[33] Jiménez de Wagenheim, El
Grito…, 71-82.
[34] Loida Figueroa Mercado. “El Grito de Lares: Ángulos
inadvertidos de un tema al parecer trillado” en Siete voces…, 51.
[35] Isabel Gutiérrez del Arroyo. “Los antecedentes de Lares” en
Siete voces…, 22.
[36] Ibíd.
[37] Ibíd.
[38] Moscoso, La
revolución…, 12.
[39] Delgado Pasapera, “Significado de Lares…”, 75.
[40] Gutiérrez del Arroyo, “Los antecedentes…, 22.
[41] Moscoso, La
Revolución…, 15.
[42] Moscoso, La
Revolución…, 15.; Gutiérrez del Arroyo, “Los antecedentes…”, 24.
[43] Moscoso, La
Revolución…, 26; Gutiérrez del Arroyo, “Los antecedentes…”, 24.
[44] Moscoso, La
Revolución…, 26-27; Gutiérrez del Arroyo, “Los antecedentes…”, 27-33.
[45] Moscoso, La
Revolución…, 28-29. ; Gutiérrez del Arroyo, “Los antecedentes…”, 33.
[46] Jiménez de Wagenheim, El
Grito…, 228.
[47] José “Che” Paralitici. “Lares en su historia” en Siete
voces…, 37.
[48] Ibíd.
[49] Ibíd., 38.
[50] Ibíd., 39-38.
[51] Jiménez de Wagenheim, El
Grito…, 82.
[52] Ibíd., 116.
[53] Ibíd.
[54] Luis De la Rosa Martínez, La periferia del Grito de Lares: Antología de documentos históricos
(República Dominicana: Editora Corripio. 1983).
[55] Paralitici, “Lares…”, 37.
[56] Moscoso, La
Revolución…, 6.
[57] Ibíd.
[58] Ibíd., 7.