© 2014, Armando J. Martí Carvajal, Ph.
D.
Facultad de Estudios Humanísticos
Universidad Interamericana Recinto
Metropolitano
Boriquén: Un Repaso a la historia e historiografía del nombre aborigen de Puerto Rico
INTRODUCCION
En los últimos años ha surgido la moda entre muchos
puertorriqueños de escribir el nombre aborigen de la isla como “Boriken”, o
sea, utilizando la ortografía inglesa en vez de la castellana “Boriquen”.
Desconozco cuál ha sido el origen de esta práctica, pero
recientemente fui vehementemente rechazado al cuestionarla en un portal de
Internet sobre historia de Puerto Rico.
Me sorprendió la reacción casi visceral de algunos de los participantes;
parecería que había cometido alguna herejía.
Hay algunas personas que dicen que “Boriken” era la forma
como los indios lo escribían.
Planteamiento totalmente absurdo, ya que, como es bien conocido los “yndios”,
como los llamaron los castellanos, nunca desarrollaron la escritura.
En el portal hubo quien me “explicó” que la forma “Boriken”
era como los castellanos la escribían para diferenciar la lengua de los indios de la suya.
Esto me sorprendió en dos niveles.
Primero, el siglo XVI temprano es la época en que Antonio de Nebrija
luchaba por establecer una gramática española (castellana) y la ortografía de
la época, aún entre los escribanos del rey, era poco más que caótica. De otra parte, en treinta años de
investigación y estudio de cientos de documentos del siglo XVI, con excepción
de algunas crónicas, siempre he visto que los castellanos normalmente se
referían a la isla como “Sanct Johan”, o sea San Juan, el nombre con que la
bautizó Colón en 1493.
Uno de los compañeros del foro dijo que cada cual lo
escribía como mejor quisiese. Esto
quizás será aceptable en otros círculos y permitido a otros, pero para un
investigador y académico no. El
historiador está obligado a trabajar con hechos y evidencia no con gustos ni
“creatividad”.
LOS
HISTORIADORES
La discusión sobre el nombre arahuaco de Puerto Rico no es algo
nuevo. A través de los años nuestros
mejores historiadores han debatido este tema, aunque en esos casos la discusión
básicamente era sobre si el término correcto era Borinquen o Boriquén. Directamente estamos familiarizados con tres
de estos trabajos, los otros los conocemos por referencias que aparecen en estos.
Con toda probabilidad, el más descriptivo es el ensayo
“Apuntes sobre el nombre indígena de Puerto Rico y la cuestión de su
etimología” del profesor José Juan Arrom.
Este breve trabajo, como era de esperarse por su autor, es sumamente
completo y presenta un detallado repaso de la controversia y las posiciones de
los principales historiadores puertorriqueños de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, Salvador Brau y Cayetano Coll y Toste. El ensayo también reseñó la posición de Luis
Lloréns Torres que en su libro América:
Estudios históricos y filológicos, publicado en 1898, favoreció “Borinquen”. Arrom también mencionó el libro de Labor Gómez
Acevedo y Manuel Ballesteros Gaibrois Hallazgo
de Boriquén y polémica de su descubrimiento (publicado en 1980) y Arqueología lingüística (1996) de Manuel
Álvarez Nazario, quien considera que el nombre correcto es “Boriquén”.
En 1894 don Salvador Brau escribió:
… los indios, según lo confirman historiadores nacionales y
extranjeros y lo comprueban documentos oficiales auténticos, llamaban á Puerto
Rico Boriquén, desde el momento en
que ese nombre se adultere en los textos destinados á la enseñanza, la instrucción
en esa forma transmitida no puede ser absolutamente cierta.
Las palabras de don Salvador son tajantes y su conclusión
absolutamente cierta; la Historia debe mantenerse fiel a los hechos. Esa es la cadena a la que estamos atados los historiadores.
Por su parte, en Colón
en Puerto Rico (1893) Cayetano Coll y Toste planteó que…
Aún hay escritores puertorriqueños que
continúan poniendo en tela de juicio el nombre indígena de la isla de
Puerto-Rico, á pesar de la brillante conferencia desarrollada sobre este tema
en el Ateneo por don Salvador Brau.
Suponemos que esta conferencia a la cual don Cayetano hizo
referencia fue la base para el trabajo de Brau que acabamos de discutir. Como sea, estas palabras de Coll y Toste
indican que concordaba con Brau en que el nombre de la isla era Boriquén.
Ahora, de mayor interés para nosotros es el análisis que Coll
y Toste hizo de la idea que había presentado el doctor José de Jesús Domínguez
de sustituir la “K” por la “QU”. Para él
esto “obedece á miras innovativas fonéticas”. Coll y Toste concluyó diciendo:
De manera, pues, que ni la etimología ú origen, ni la necesidad de pronunciación, ni el uso autorizado por los cronistas
informan a favor del vocablo Burikem
ó Burinkem, con el cual pretende el
señor don José de Jesús Domínguez sustituir á la palabra Boriquén, usada por una mayoría respetable de cronistas,
cartógrafos é historiadores.
A través de los años otros historiadores también han
mencionado el nombre aborigen de la isla en sus obras. Ninguno de ellos utilizó la ortografía
“Boriken”. Por ejemplo, el padre Álvaro
Huerga en Los primeros historiadores de
Puerto Rico (1492-1600) –tomo XV de la Historia Documental de Puerto Rico- mencionó
“los nombres que se le da a la isla –Baheque, Baneque, Borique, Borinquen, etc.
…”. Por su parte, don Ricardo E. Alegría en 1978
en el excelente ensayo “Las primeras noticias sobre los indios caribes” utilizó
el término “Boriquén”. Labor Gómez Acevedo y Manuel Ballesteros
Gaibrois también escribieron “Boriquen”. De hecho, ellos dedicaron una larga nota al
final del primer capítulo de su Culturas
indígenas de Puerto Rico a discutir este tema. Finalmente el Monseñor Vicente Murga,
iniciador de la Historia Documental de
Puerto Rico, escribió:
Colón llega a la isla de Borinquen del
18 al 19 de noviembre de 1493; y con el pendón de Castilla en una mano y la
copia autorizada de la bula [Inter
Caetedra] en la otra, toma posesión de la isla de Borinquen, la bautiza con
el nombre cristiano de isla de San Juan, y la incorpora a los reinos de
Castilla….
Como vemos Murga también escribió la palabra utilizando,
propiamente, “quen” y no ese extraño “ken” inglés.
No fueron únicamente los historiadores modernos y
contemporáneos los que utilizaron la ortografía castellana. En la Biblioteca
Histórica, el primer libro sobre la historia de Puerto Rico escrito por un
criollo, Alejandro Tapia y Rivera explicó que “el nombre primitivo de la isla
era el de Boriquen, pero el Padre
Abad de la Mota [Abbad y Lasierra]… añadió una n a la segunda silaba, variación que ha confirmado el uso moderno”,
o sea “Borinquen”. En otras palabras, Tapia, a pesar de
reconocer el error popular, en vez de tratar de corregirlo, se hizo coro del
mismo. Por su parte, como mencionó don
Alejandro, Fray Agustín Iñigo Abbad y Lasierra, autor de la primera historia de
Puerto Rico, publicada en 1788, llamó a la isla “Borinquén”.
LOS CRONISTAS
Y FUENTES PRIMARIAS
Todos estos ensayos y libros, irrelevante de la capacidad de
sus autores o de la calidad de las obras, son fuentes secundarias. Como siempre le repito a mis estudiantes, la
materia prima del historiador son las fuentes primarias, o sea los testimonios
y declaraciones de las personas que vivieron o fueron testigos de los eventos
bajo estudio.
En la obra Americae pars qvarta, siue, Insignis
& admiranda historia de reperta primùm Occidentali India à Christophoro
Columbo, editada por Theodor de Bry (1594), Girolamo Benzoni llamó a
Puerto Rico “Boriquenam insulam”. En una nota al calce a ese texto, el editor
escribió “Insula Borichem”. Debo señalar que Benzoni, hasta donde estamos
conscientes, fue el primer autor que se refirió a la isla como San Juan de
Puerto Rico (“S. Ionnis de Portu-ricco”).
En el apéndice de imágenes con las
cuales de Bry ilustró la obra aparece el grabado “Indivolentes
expeririimmortalitatem Hispanoru Salsedum Hispanum in mari suffocant”. Este representa la
historia de la muerte de Diego Salcedo y en el texto que narra la historia
aparece “Borichen”.
Gonzalo Fernández de Oviedo y
Valdés, uno de los principales cronistas de la Conquista, dedicó “el libro déçimo sexto” de la Historia general y natural de las Indias
a “la conquista y poblaçion de la isla de
Boriquen, á la qual los chripstianos llaman agora isla de Sanct Johan”. En el primer capítulo en que describe el
“asiento” de la isla de San Juan, Fernández de Oviedo repitió el nombre:
“Llaman los indios Boriquen
á la isla que agora los chripstianos llaman Sanct
Johan, la qual está al Oriente desta
Isla Española, veynte é çinco ó treynta leguas”.
Claro, aunque Fernández
de Oviedo estuvo presente y participó de los primeros años de la conquista y
colonización de La Española, sabemos que él no participó, ni estuvo presente en
el “descubrimiento” de Puerto Rico en noviembre de 1493. Por lo tanto, a pesar de estar cercano a los
eventos, no se le puede considerar propiamente una fuente primaria sobre este
tema.
Hasta nuestros días han
llegado dos narraciones de testigos presenciales del arribo de la flota de
Cristóbal Colón a Puerto Rico en 1493.
Ambos mencionaron el nombre dado por los “indios” a la isla. La más conocida es la carta del doctor Diego Álvarez
Chanca, “físico” (médico) de la expedición, en la cual escribió:
Andovimos por esta costa lo mas deste día, hasta otro día en
la tarde, que llegamos a vista de otra isla, llamada Burenquen, cuya costa corrimos todo un día; juzgábase que ternia
por aquella banda 30 leguas. Esta isla es muy hermosa y muy fértil á parecer….
Es interesante notar
que más adelante en la carta Álvarez Chanca cambió el nombre de la isla y la llamó
“Buriquen”. El otro testigo del “descubrimiento” de
Puerto Rico fue Miguel Cuneo, quien dos años después, en 1495, narró su
aventura a Gerónimo Annari:
El dia 14 de noviembre zarpamos con mal
tiempo, y el 19 llegamos a una isla muy Hermosa y grande llamada “Boluchen” por
los naturales, a la cual el señor Almirante puso por nombre Isla de San Juan
Bautista.
Vemos que ambos
viajeros recogen el nombre arahuaco de forma diferente, respondiendo a lo que
ellos entendieron a los nativos. Aunque
hay diferencias de redacción entre ambos autores, ninguna incluye de forma alguna el uso de la “K”
para crear el sonido “que”.
Un trabajo muy interesante y poco mencionado en la
historiografía puertorriqueña es la “Uocabula
Barbara” que aparece como un apéndice a la edición de 1530 (la primera
completa) de De orbe novo decades (Décadas del Nuevo Mundo) escrita por
Pietro Martire d’Anghieria (Pedro Mártir de Anglería) y editada por Antonio de
Nebrija. Este breve trabajo es, para todo efecto, el
primer diccionario de la lengua de los indios (“taíno”) a una lengua europea,
el latín. El mismo dice:
“Buriquena insula”.
O sea, “Buriquena” la isla.
Es interesante notar que en este diccionario no aparecen palabras que
comiencen con las letras “K” ni “W”.
Detalle
del mapa Occidentalis Americae partis por de Bry, 1594.
CARTOGRAFOS
Otras fuentes que debemos considerar en nuestro análisis son
los mapas. Como es natural, muchos
cartógrafos, aunque no todos, de la historia temprana del Nuevo Mundo
incluyeron e identificaron a la isla que hoy llamamos Puerto Rico.
Abraham
Ortelius en su mapa de 1608 Americae Sive Novi Orbis Nova
Descriptio llamó a la isla “Boriquen” o “S. Ioannis”.
Mientras que el mapa Theatrum Orbis
Terrarum (1570) escribió “Borique”.
Americae sive qvartae orbis partis nova et exactissima
descriptio
(detalle) por Diego Gutiérrez de 1562. Cortesía
de Library of Congress.
El mapa America
realizado por Joducus Hondius (1607) llama a la isla “S. Iuan de P. Rico alas Boriquen”.
A finales del siglo XVI Theodor de Bry llamó a la isla
“Borichen” en tres de los mapas producidos por su taller. Estos son:
·
America sive novvs orbis respectv europaeorvm inferior
globi terrestres pars (1596).
·
Occidentalis Americae partis (1594).
·
Americae Pars Magis Cognita Chorographia nobilis e
opulantae Peruvanae Provinciae (1592).
Por su parte el cartógrafo castellano Diego Gutiérrez en Americae sive qvartae orbis partis nova et exactissima descriptio (1562) llamó a la isla “Boriquen”.
Un cartógrafo sumamente importante para el período fue Martin
Waldseemüller. En Tabvla
Terre Nove (1513) llamó a la isla
“Boriquem”. No obstante, en su Universalis cosmographia secundum
Ptholomaei traditionem et Americi Vespucii aliorumque lustrationes (1507),
el mismo mapa en el cual, por error, bautizó al Nuevo Mundo “América”, Waldseemüller escribió “boriquen”.
Detalle del mapa Tabula Terre Nove de Waldseemüller (1513).
En la Carta da navigar
per le Isole nouam tr [ovate] in le parte de l'India dono Alberto Cantino al S. Duca Hercole,
mejor conocida como el “Planisferio de Cantino” de 1502, considerado el primer
mapamundi que presentó al Nuevo Mundo, dentro de “Las antilhas del Rey de
castella” está la isla de “boriquem”.
Detalle
-Planisferio de Cantino de 1502.
En los otros mapas y cartas de la época
que pudimos consultar, la isla aparece identificada, ya fuese en latín,
italiano o castellano, con su nombre colombino, San Juan.
LINGÜÍSTICA
Cualquiera que trabaja directamente los
manuscritos de los siglos XV y XVI sabe lo difícil (si no imposible) que es
leerlos sin haber tomado cursos de Paleografía.
Ahora, no es sólo que la cursiva de la época era muy diferente a la
nuestra; la gramática era muy irregular y la ortografía absolutamente
caótica. En una ocasión encontré un
documento donde la misma palabra aparecía escrita de cinco maneras diferentes,
ninguna, para nosotros, la correcta.
Debemos recordar que Antonio de Nebrija publicó su Grammatica (Gramática de la
lengua castellana) en 1492, y Reglas
de ortografía en 1517. O sea, que
estamos en los primeros momentos del proceso de regular y estandarizar la
escritura castellana.
Dentro de toda esta confusión, cabe
preguntar, si entre todas estas crónicas, documentos y mapas, ¿no sería posible
que algunos presentaran la ortografía “Boriken”?
El Diccionario de la lengua española (22ª
edición) explica que en la ortografía, la letra “K”, “se emplea en palabras de origen griego o extranjero. En las demás, su
sonido se representa con c antes de a, o, u, y con qu, antes de e, i.”.
Una consulta a los
diccionarios castellanos más antiguos reveló algunos hechos muy relevantes a
esta discusión. El Diccionario de Autoridades, el primero
que produjo la Real Academia Española, en
el Tomo IV (1734) indicó que la “K”:
Es
tomada del Latín, y este la tomó del Griego Kappa. Tiene poquíssimo uso
en nuestra Lengua, y solo en aquellas voces que se toman de otro idioma, y
absolutamente se pudiera excluir de nuestro Alphabeto, pues su pronunciación se
podía suplir, o con la C fuerte, como queda dicho, con las vocales a, o, u,
o con la C aspirada en todas: como Charidad, Cherubín, Chimera, Choro, Chylo, o
con la Q. en las vocales e, i.
Este último
punto explica por qué algunos de los documentos y mapas del XVI escribieron “Borichen”. De otra parte, nuestra consulta reflejó que
este diccionario no contenía palabra alguna que comenzara con la letra K.
El diccionario de Covarrubias de 1611
señaló que para la “K”…
…no
hay uso cerca de los latinos, fuera de dos diciones suyas, que son Kalendas y
Kiries; y estas quando se escriuen en nuestra lengua Castellana se forma y
pronuncia con ch. chiries. y calendas con sola c. la cual haze el mesmo oficio
que la K. y este tambuien de la q. salvo qu se le sigue siempre u.
La obra tampoco contiene palabras que
comiencen con esta letra.
Las otras obras realizadas entre los
siglos XV al XVI, incluyendo las de Nebrija, ni tan siquiera incluyeron la
letra “K”.
CONCLUSIONES
La evidencia es clara, en la
historiografía puertorriqueña el debate sobre el nombre aborigen de la isla
siempre ha sido si se debía escribir “Boriquen”, “Borinquen” o alguna variación
de estos términos. Ninguno de los
historiadores que consultamos, algunos de los más importantes de Puerto Rico,
utilizó la ortografía “Boriken”. La
única excepción, como vimos, fue José de Jesús Domínguez a quien Cayetano Coll
y Toste, con vehemencia le salió al paso en 1893.
De otra parte, a pesar de variaciones
en la forma de escribirlo, ninguno de los cronistas que recogieron el nombre
aborigen de la isla lo escribió como “Boriken”.
Como vimos, Benzoni escribió “Boriquenam”,
de Bry “Borichen”, Fernández de
Oviedo “Boriquen” y Nebrija “Buriquena”. Más importante aún es el hecho que los dos
testigos presenciales del “Descubrimiento” de la isla, Álvarez Chanca y Cuneo tampoco
lo escribieron utilizando la “K” para crear el sonido “que”. Chanca se refirió a la isla como “Burenquen” y “Buriquen”. Cuneo la llamó “Boluchen”.
Asimismo, ninguno de los cartógrafos de los siglos XVI y XVII, ni aún el alemán Waldseemüller, escribió “Boriken”. Theodor de Bry, Joducus Hondius y Abraham Ortelius utilizaron “Boriquen”. El castellano Diego Gutiérrez también escribió “Boriquen”. Mientras que en el autor de “Planisferio de Cantino” y Martin Waldseemüller escribieron “Boriquem”.
Finalmente, la evidencia indica que para la época del descubrimiento la letra “K”, para todo efecto práctico, no se usaba en castellano –ni en latín- y sólo aparecía en las raras ocasiones en que se citaba algún término del griego clásico. Por esta razón, no hay forma que un escribano u cronista escribiría “Boriken”; para ellos la “K” era totalmente foránea.
Está claro, ante toda esta evidencia, que
“Boriken” carece de una realidad lingüística, historiográfica o
documental. Por lo que debemos hacernos
eco de lo que don Cayetano Coll y Toste escribió hace más de un siglo:
Desfigurar
la palabra indo-antillana Boriquén
sustituyéndola, arbitrariamente, con Borikua,
Burinkem ó Burikem es ir contra la etimología del vocablo, contra sus
radicales, y contra la escritura y ortografía de los primeros cronistas.
Como historiador no puedo hacer otra cosa.
Alejandro Tapia y Rivera. Biblioteca Histórica de Puerto Rico (San
Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1970), pág. 1.
Gonzalo Fernández de Oviedo
y Valdés. Historia general y natural de
las Indias, primera parte (Madrid: Imprenta de la Real Academia de la
Historia, 1851), pág. 462.