EN LUCHA Y RESISTENCIA
Prólogo de la obra Revolución y liberación mundial durante la Guerra Fría
Por
Alejandro Torres Rivera
Mirá que sigue la lucha
y sigue el pueblo despierto.No te suplico. Te advierto:no me pongas la capucha.
Mario Benedetti
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El título que le escribo a este
prólogo, lo tomo a préstamo de las palabras con que Oscar López Rivera, tras
más de treinta y cinco años de lucha y resistencia en prisiones
estadounidenses, nos convoca al finalizar cada una de sus cartas. De esta forma
Oscar inspira este prólogo, con el cual invitamos hoy al lector a examinar el
más reciente libro que nos ofrece el Dr. José Enrique Laboy, Revolución y liberación mundial durante la
Guerra Fría.
El período histórico en el
cual el autor nos sitúa en su libro bajo el calificativo de Guerra Fría, es el
nombre con el cual Occidente designó el nuevo ciclo de violencia que inicia la
Humanidad a partir del fin la Segunda Guerra Mundial. En él, desde las cenizas
de un conflicto que causó la muerte a más de 50 millones de seres humanos, con
un perfil distinto, se abre un nuevo foco de tensiones entre las potencias que
unidas habían derrotaron al fascismo en 1945.
Se trata también del período
que sigue a la incorporación de la energía atómica como instrumento de guerra y
medio de destrucción en masa. Ensayado por Estados Unidos sobre las poblaciones
japonesas de ciudades como Hiroshima y Nagasaki, ese monopolio servirá
precisamente a Estados Unidos para adelantar su agenda hegemónica hasta ya
entrada la década de 1950, cuando la bomba atómica también fuera un arma
compartida por la Unión Soviética.
La Guerra Fría se nos
presenta también como una época en la cual la Humanidad asiste a una nueva
lucha por la redistribución del mundo y sus mercados en esferas de influencia.
A diferencia de períodos anteriores, donde estas luchas surgían entre estados
capitalistas avanzados, en esta ocasión competirá en esta redistribución, y de
manera muy especial, el llamado campo socialista
hegemonizado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que impulsará
su influencia y control sobre los países europeos del Este y que promoverá el
desarrollo de las luchas de liberación nacional de los pueblos de Asia, África
y América Latina contra la dominación colonial y neocolonial.
Más allá de una
confrontación en los planos políticos y económicos como ocurrió en la Primera y
Segunda Guerras Mundiales, en esta ocasión, la confrontación se dará en el
enfrentamiento de dos modos fundamentales de producción, el capitalista
industrial y la producción socialista.
Nos indica el autor que la
Guerra Fría fue un “prolongado conflicto que se libró en los frentes político,
económico, propagandístico, tecnológico y hasta deportivo”, en los intentos de
forjar un “nuevo equilibrio del poder”. Este conflicto se manifiesta en un
choque militar indirecto de estos dos grandes bloques a través de lo que Laboy
describe como “conflictos de baja intensidad”, donde los actores principales
serán los pueblos del llamado Tercer Mundo, ello dentro del marco de sus luchas
por alcanzar su primera o definitiva independencia.
Para presentarnos una
perspectiva del significado “baja intensidad”, el autor nos conduce de la mano
en la discusión del debate teórico en torno al concepto mismo del término “Guerra
Fría”; seguido por la discusión sobre el surgimiento del enfrentamiento entre
las principales potencias del período de post guerra y el desarrollo de los dos
grandes bloques militares: por Estados Unidos y Occidente, la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN); y por la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviética y los países del llamado campo socialista, el Pacto de Varsovia.
Los escenarios donde esta
llamada Guerra Fría se desarrollaron son, en primer lugar, el continente
asiático donde ya, tan temprano como finales de la década de 1940, se produce
el triunfo de la Revolución China bajo la dirección del Partido Comunista de
China y se funda la República Popular China. El triunfo de esta gran revolución
impactará las luchas que venían desarrollándose en países como Corea, la
antigua Indochina (Laos, Vietnam y Camboya) y otras regiones del Sudeste
asiático.
Los procesos de
descolonización en Asia, sin embargo, no se limitan a aquellos que surgen bajo
la influencia de los partidos comunistas. También se encuentran los
desarrollados en lo que hoy son países como India, Paquistán y Bangladesh, por
solo mencionar algunos, donde el modo de producción prevaleciente a la fecha de
sus independencias y luego, más allá de las mismas, continuó siendo el modo de
producción capitalista.
El autor nos presenta
también una visión integral de los procesos emancipadores desarrollados en el
continente africano en la región conocida como el Magreb musulmán, destacando
los procesos de lucha por la independencia en Egipto, Libia, Argelia, Marruecos
y Túnez. El autor nos brinda también una perspectiva en torno a otros sucesos
no menos importantes desarrollados en la zona subsahariana del resto del
continente, particularmente durante las décadas de 1960 y 1970. Se trata de
luchas por la descolonización de aquellas regiones que por décadas fueron
objeto de repartición por potencias coloniales europeas. Tales son los casos de
los territorios ocupados por el Reino Unido de la Gran Bretaña, Francia,
Bélgica, sobre todo tomando en consideración el fin de la presencia italiana y
alemana en África tras la derrota de estos países en la Segunda Guerra Mundial.
En el desarrollo de tales procesos de independencia, las luchas armadas
dirigidas por los movimientos de liberación nacional en diversos países
encontraron también apoyo en los pronunciamientos de la comunidad internacional
a través de importantes resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas
como fue la Resolución 1514 (XV) de 1960, conocida aún como la Carta Magna de
la Descolonización.
Las características que tomó
este movimiento amplio y descolonizador dentro del marco de la sociedad
estadounidense también son abordadas por el autor en su libro. Primero, el
autor se adentra en el examen de la experiencia de estas décadas en el
movimiento de derechos civiles impulsado por el reverendo Martin Luther King
Jr.; la radicalización de la lucha de la población afroamericana a través de
organizaciones como las Panteras Negras, Black Power y los seguidores del
Malcom X, las cuales si bien coinciden en la necesidad de confrontar al
gobierno de su país y sus políticas segregacionistas, la forma de hacerlo será
a través de diversos métodos de lucha.
El autor nos lleva también
de la mano en la narrativa en torno al enfrentamiento de los jóvenes con las
instituciones del gobierno de Estados Unidos, particularmente como parte del
amplio movimiento contra la Guerra en Vietnam; la cultura contestataria del
movimiento hippie; y la inserción del marxismo como base teórica en las
organizaciones de la izquierda estadounidense. Igualmente, el texto toma en
consideración las grandes aportaciones hechas en la lucha de aquellas décadas
promoviendo el adelanto, los reclamos y la organización de las mujeres en la
lucha por sus reivindicaciones.
Trasladándonos en el tiempo,
el autor también nos recrea en las páginas de su libro el desarrollo del
movimiento estudiantil expresado en las luchas de la juventud francesa a partir
de los sucesos de la huelga librada a partir de mayo 1968; y aquellas libradas
por parte de la juventud mexicana en ese año, coincidiendo con la celebración
de los Juegos Olímpicos en ese país latinoamericano. Al hacerlo, el autor logra
eslabonar las mismas con aquellas que desarrolladas por la juventud
estadounidense contra la Guerra en Vietnam y las desarrolladas también por la
juventud al calor de la experiencia de la Revolución Cubana en América Latina.
Sobre esta última, Laboy hace un gran esfuerzo de síntesis presentándonos de
manera particularizada el desarrollo de varios procesos revolucionarios en los
cuales la lucha armada, distinto a Europa o México, fueron determinantes para
la lucha de sus pueblos.
Tomando como escenario actual
los desarrollos políticos recientes en Europa, principalmente a la luz de las
experiencias en Grecia y España, con las plataformas políticas impulsadas por
Syriza y Podemos respectivamente en estos países, y ante la imposición de
condiciones a sus respectivas economías por parte del Fondo Monetario Mundial y
las instituciones financieras de la Unión Europea, el autor nos invita a un
largo recorrido histórico de las luchas y procesos emancipadores en diferentes
países de África, Asia y América Latina. Después de todo, para el autor no hay
liberación ni revolución sin lucha, y solo la resistencia en los pueblos que
luchan es la que les garantiza el triunfo.
El libro, como bien indica
su título, nos invita a compartir un “breve estudio”, concentrado el mismo en
dos décadas, los años 1960 a 1970. Para algunos de nosotros se trata de años
muy importantes en la formación política de una generación que, a pesar de las
deserciones o transformaciones en la conciencia individual de muchos de sus
actores, aún persiste en la búsqueda de las transformaciones del mundo que nos
ha correspondido vivir y por el cual se ha ofrecido una cuota de sacrificio. Si
la lectura de las páginas que usted se dispone a leer en breve despiertan la
inquietud del porqué la lucha y la resistencia debe continuar hasta el triunfo
definitivo, el autor habrá cumplido su cometido.
Les invito a leer y
profundizar en el conocimiento de los sucesos aquí narrados. ¡Adelante!