viernes, 9 de octubre de 2020

Reflexión sobre los 500 años de la Inquisición en América

Reflexión sobre los 500 años de la Inquisición en América
Pablo L. Crespo Vargas

La Inquisición española (su nombre real era el Santo Oficio) llegó a América (las Indias en aquel entonces) cuando el obispo de la diócesis de Puerto Rico, Alonso Manso, es nombrado Inquisidor General de las Indias en 1519. Como en todo tribunal inquisitorial español hubo un segundo inquisidor, fray Pedro de Córdova, pero este muere antes de fungir. Esta primera etapa inquisitorial en América es conocida por los historiadores actuales como la Primitiva Inquisición o la pre-Inquisición en Indias. Se divide en varios periodos, primero, el referente a Alonso Manso (1519-1539), quien se caracterizó por creer que sus facultades provenían de la iglesia, lo que provocó constantes enfrentamientos con las autoridades seculares. Al morir Manso, el Santo Oficio reestructuró los poderes inquisitoriales creando dos provincias (1542-1549): Las islas antillanas y Tierra Firme conformaban una y la otra era Nueva España. 

Sin embargo, esta reestructuración no rindió los beneficios esperados por las autoridades en España. Esto da paso a que los obispos retomaran los poderes inquisitoriales que desde el siglo XII tenían y los aplicaran a sus jurisdicciones, la llamada Inquisición Episcopal o Diocesana. En Nueva España (México) los obispos se tomaron muy en serio estas facultades desde 1525 y se dio el caso del franciscano Juan de Zumarraga (1535-1543), quien envió a la hoguera a varios indígenas, acción que llevó a la corona a destituirlo. 

En Puerto Rico hubo otro obispo que se facultó con los poderes inquisitoriales y que llevó a la hoguera a tres esclavas acusadas por brujería. Este fue el franciscano Nicolás (de) Ramos. Según la documentación presentada por Cayetano Coll y Toste, el obispo Ramos, desde su llegada a Puerto Rico, se empeñó en buscar sectas de brujería. Al identificar a una arremetió contra ella y llevó a que sus miembros fueran arrestados (1591-1592). Según su informe, estos adoradores del demonio viajaban a unos campos, donde realizaban sus juntas. Se indica que el diablo tenía forma de cabro. Los acusados terminaron confesando sus supuestos crímenes y su sentencia fue recibir azotes y el destierro de la Isla. Los dueños de los esclavos desterrados apelaron la sentencia. Mientras esta apelación era atendida, las esclavas fueron acusadas de reincidir en sus prácticas y un nuevo juicio se realizó. En esta ocasión, tres de las reas fueron condenadas a morir en la hoguera. 

Entre los estudiosos de este juicio está el padre Álvaro Huerga Telero (1923-2018), investigador de la historia de Puerto Rico, específicamente, siglo XVI, quien entendió que el obispo Ramos se excedió en sus facultades y condenó a unos esclavos que aun mantenían los ritos y la adoración de sus ancestros africanos. A esto hay que sumar que ya los tribunales inquisitoriales en América, propiamente dichos, estaban en funciones y que el proceder era que las acusadas fueran enviadas a México para su juicio. Claramente, el obispo Ramos no tenía jurisdicción para atender estos casos. No obstante, no llegó a ser reprendido ni amonestado, ya que, a los pocos años de este juicio, y ya habiendo sido nombrado obispo en Santo Domingo, muere. 

Este periodo de la Primitiva Inquisición en América se caracterizó por la falta de un tribunal oficialmente establecido. Cuando la corona vio la necesidad de asumir mayor control social y político en el Nuevo Mundo, decidió utilizar una de sus herramientas más eficaces, el Santo Oficio institucionalizado en tribunales. Sin embargo, debemos señalar que el tribunal inquisitorial era uno urbano, por lo cual su extensión en América se vio limitada, aparte de que los territorios que tenían que cubrir eran extremadamente extensos. En América, formalmente, se establecieron tres tribunales: Lima (1570), México (1571) y Cartagena de Indias (1610). Puerto Rico perteneció entre 1571 a 1610 a la jurisdicción de México. Luego de 1610 pasó a ser parte de los territorios de Cartagena de Indias. 

Con la llegada de las guerras de independencia en América, el Santo Oficio es una de las primeras instituciones españolas en ser suprimidas, ya que fue representativa de los abusos que la corona española realizaba a sus súbditos en el Nuevo Mundo.

Nota editorial: Este artículo fue publicado por El Post Antillano el 18 de abril de 2020. El artículo surge como una reflexión a la conferencia de la Dra. Albeyra L. Rodríguez en el programa de Coloqueo ICP y que fue titulada: 500 años de la Inquisición en las Indias: algunos aportes

Obras sobre este tema que puede conseguir en amazon: La Inquisición española y las supersticiones en el Caribe hispano: 1610-1632El demonismo en el Caribe hispano: Primera mitaad del siglo XVII e Inquisición e imaginario, vol. 1




viernes, 2 de octubre de 2020

Proemio a Paradigmas de la muerte

Proemio a Paradigmas de la muerte
Edwinn di María

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En una zona muy cercana a la suya, existe un pueblo indolente cuyas calles frías y crudas son como hielo ártico. Lugar particular donde la razón convive en el mismo eje que lo absurdo. Sus habitantes, trastornados por la insensibilidad dan forma a la idiosincrasia más contradictoria e inverosímil del país. Para ellos, nada tiene trascendencia, nada puede motivar un nuevo curso. Nada de nada podría brindar una nueva forma de existir. Nada en lo absoluto. Su nombre… Pueblo Morbo, donde las ilusiones nacen en la mañana y fallecen sin ver la tarde. Pueblo que por designio de lo irracional quedó sin suerte, sin la pasión que es motivada por los pequeños y hermosos detalles de la vida. 

La paradójica existencia gira en un fragmento de lo incoherente por su morbosa fragilidad de ignorar al vivo, mientras reconocen al muerto. Sus vidas las han reducido a las pantallas táctiles del micromundo del extasiado. Donde la dependencia de los textos se convierte en la droga que alimenta las tristes ansias de ser alguien en un mundo artificial donde nunca serán nada. Es un mundo recreado por metáforas, donde la identidad cultural se reconoce sin tener valor patrio. Y aunque ser pobre es un delito de nacimiento, sólo basta una muerte indigna y se tendrá reconocimiento nacional.  

Dramas se emplean para ilustrar un estilo de vida, develar una forma de vivir, o intentar presentar la triste verdad que no muchos pueden distinguir… o quieran admitir. ¿Pero qué tanto se puede aguantar? ¿Qué límites tiene una sociedad que se pierde sin rumbo ni mapa? Y lo más importante, ¿qué probabilidades hay para que esto cambie?

Es en esta sociedad a la deriva en la cual se desarrollan las vidas de Charlie, Randy y Pedro. Típicos adolescentes nacidos y criados en una colectividad donde el materialismo es primero, y con ello, el consumo insostenible. Donde los valores no son reconocidos ni poseen escalafón. Ellos provienen de familias disfuncionales con escasas expectativas. Para ellos, todo aquel que pase de los treinta años de vida es considerado un oldschool. Un viejo que Dios le ha concedido mucho más tiempo del que ellos pudieran imaginar.

Residen en el pintoresco Barrio Sufrimiento, el más trasegado de Pueblo Morbo. Viven en el aquí, y en el ahora, y de las pocas cosas que ellos consideran diversión, es que, en algunos días, y en otros también, arrojan piedras a las ventanas de las casas. Aparte de eso, busconean a diario unos cuantos pesos para hacer un ángulo y bañarse en el humo embrutecedor. 

La realidad para estos jóvenes está distorsionada. Dialogan sobre los sueños que nunca alcanzarán y enumeran las cosas materiales que imaginan en esos sueños con las cuales pudieran presumir. Más la ignorancia no les da para mucho. Van de camino a humolandia, pero antes, se detienen para arrojarle piedras a la casa de don Isidro Peralta…