Reflexión sobre las luchas libertarias
en Puerto Rico
Por Pablo L. Crespo Vargas
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Ponencia de la presentación del libro de
Juan Bautista De Jesús Bonilla: La paja en el ojo: La presencia de Toa Alta
en las luchas libertarias de Puerto Rico el 3 de septiembre de 2016.
En momentos de crisis, nuestra
puertorriqueñidad resurge como ave fénix para reafirmar nuestra nacionalidad y
demostrar lo que podemos lograr.
Puerto Rico vive momentos de angustia.
Por un lado, estamos ahogados ante un mal de corrupción creado por la visión
surgida de la perpetuidad bipartidista a la que estamos sumidos desde el siglo
pasado. Lamentablemente, para una inmensa mayoría de los ciudadanos de la Isla
esta conducta es normal; otros lo excusan indicando que todos los políticos son
iguales, como si cada uno de los que no han sido elegidos ya hubiera estado en
un puesto electivo y hubiera demostrado la misma actitud. Podemos argumentar que
los que piensan de esta forma solo esconden su incapacidad de aceptar un cambio
y prefieren mantener el continuismo sin ver otra posibilidad. Por otro lado, cualquier
sentir de lo que consideramos una vida democrática, aunque limitada hasta el
momento y cautivada por los intereses del poder, ya está por sucumbir con la
imposición de la Junta de Control Fiscal; un nuevo reto para los que defienden
y promueven una sociedad puertorriqueña igualitaria y con sentido democrático.
Ante estos sinsabores y otros más,
nuestra idiosincrasia nacional o puertorriqueñidad tiene la oportunidad,
nuevamente de presentarse como alternativa para un pueblo que ha perdido
esperanzas y que en su inmensa mayoría se deja guiar por intereses que al final
del camino son perjudiciales. Nuestra nacionalidad se da claramente en la
cultura y en los deportes. En la primera, los ejemplos sobran. La
puertorriqueñidad se reafirma con literatura, la artesanía, el arte en general.
En los deportes, como ejemplo vemos como una tenista, Mónica Puig, nos dio una
demostración de lo que un puertorriqueño puede hacer con su talento y capacidad
competitiva, dejando boquiabierto a los que no confiaron en ella. No es el
único caso, tenemos grandes atletas en distintas áreas: ajedrez, pista y campo,
tenis de mesa, lucha olímpica, boxeo, baloncesto, béisbol, balompié, y muchas
otras disciplinas. También tenemos grandes talentos en un sinnúmero de profesiones
y puertorriqueños esparcidos por todo el planeta realizando lo que otros no
pueden hacer.
Ahora bien, algunos de ustedes me
preguntarán: ¿dónde queda el libro que presentamos en todo esto? La paja en
el ojo: La presencia de Toa Alta en las luchas libertarias de Puerto Rico,
de nuestro amigo Juan Bautista De Jesús Bonilla, es una obra que también
reafirma nuestra puertorriqueñidad, pero va más allá. Es una obra que nos trae
un recuerdo que para muchos debería ser borrado, eliminado y que en un tiempo
era hasta prohibido. De Jesús Bonilla nos presenta una historia de los
movimientos libertarios o independentistas enmarcados desde una perspectiva
toalteña. En ese sentido, Toa Alta se convierte en la patria chica donde se
desarrolla una microhistoria que hubiera desaparecido sino es por personas como
Juan.
El autor nos indica, con mucha razón,
que hay que “exponer ante las nuevas generaciones la historia que no cuentan
los libros oficiales”. Esa historia oficial que está hecha para marginar, para
discriminar y para establecer los patrones que el poder exige, eliminando otro
rasgo del sentir democrático. Son muchos los escritores que luchan contra las
visiones oficialistas, aun así, hay mucho camino por andar. Si queremos tener
una sociedad que pueda pensar en cómo desarrollarse no podemos dejar que los
datos sean manipulados por los que obtienen el poder. Es nuestra
responsabilidad dejar saber que aún existe un pueblo que lucha, que se levanta
y que está dispuesto a dar esa milla extra en contra de la opresión.
En otro momento, el autor nos indica
que “la lucha no solo hay que realizarla; también hay que documentarla y
contarla”, acción que precisamente realiza nuestro autor. Sin embargo, debemos
recalcar que la lucha que Juan Bautista nos presenta no es la percibida por los
grandes líderes, los cuales tienen el poder y la ventaja de documentarla, ya
que cuentan con innumerables seguidores y recursos; sino es la del hombre y la
mujer común, que aporta su granito de arena, y que sufre día a día la
marginación y la opresión de un régimen que pintado para que se vea hermoso,
sigue escondiendo y trabajando con una visión absolutista. Es por ello que Juan
Bautista De Jesús Bonilla rescata figuras como José Cornelio Cintrón, amigo de
Ramón Emeterio Betances; el abolicionista José Pablo Morales; Arturo Castro,
delegado de Toa Alta en la Junta Revolucionaria de Nueva York; el periodista y
revolucionario Evaristo Izcoa Díaz, quien al igual que Betances no aceptaba que
el poder colonial fuera proveniente de España o de los Estados Unidos; y
finaliza con veintiún héroes anónimos, de esos que son olvidados prematuramente
por un gran porciento de la población, pero que Juan no deja en el olvido, ya
que ve como acción patriótica el que sus luchas sean recordadas por nuestra
nación.
La obra está divida en tres partes,
las cuales tienen un orden cronológico: primero, del génesis de Toa Alta y de
la nación puertorriqueña hasta el Grito de Lares; segundo, el siglo que
transcurre desde la Revolución ya mencionada hasta 1968; y finaliza presentando
la lucha independentista en los últimos 50 años. El autor resalta los diversos
movimientos y cómo estos afectaron la historia, tanto de Toa Alta como la de
Puerto Rico. Entre los puntos que se destacan de la lectura está el trabajo
realizado por diversos grupos, que, aunque separados, tenían un objetivo común:
la libertad de esta Isla. Eso me lleva a reflexionar y cuestionar el porqué de
tanta división dentro de organizaciones que buscan un mismo fin: la libertad de
su nación. También pienso en las luchas que se dieron y que el oficialismo, con
su discurso de doble vara, dejó a un lado por conveniencia. Estas luchas que
fueron gestadas y ganada por puertorriqueños se dieron en diversos ámbitos: el
sindical, el magisterial, las comunidades, el rescate de tierras, Vieques,
entre otros. Cada uno de estos ejemplos demuestra nuestra capacidad y deseo de
mantener viva nuestra puertorriqueñidad, nuestra identidad nacional.
Hoy, muchos de nuestros derechos y
beneficios son producto de esos tiempos que no se olvidarán y que estarán
presente en las personas que aman a su nación tal como Juan Bautista De Jesús
Bonilla ama a Puerto Rico.
Nota editorial: Originalmente esta ponencia fue publicada en El Post Antillano el 17 de septiembre de 2016.