La isla de la Mona en el proceso de conquista
Pablo L. Crespo
Vargas
En abril de 2024,
el Dr. Francisco Moscoso publicó el libro La Isla de la Mona en la conquista
española de Puerto Rico. Esta obra se suma a una serie de publicaciones de
este autor sobre el tema de la conquista y colonización en Puerto Rico.
También, complementa la obra del Dr. Ovidio Dávila, Arqueología de la Isla
de Mona de 2003; y los trabajos que se han publicado en revistas
profesionales sobre el tema, como por ejemplo el ensayo de Walter A. Cardona
Bonet, “Los Caciques de la Mona”, Hereditas, Revista de Genealogía
Puertorriqueña, Vol. 21, Número 2, 2020, pp. 10-26.
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Sobre el
contenido, Moscoso nos dirige por el recorrido histórico de esta isla durante
el primer cuarto del siglo XVI. En ese tiempo, la Mona representó un puente
geográfico entre La Española y San Juan Bautista (eventualmente reconocido como
Puerto Rico). Para el autor, su objetivo es presentar la “función de apoyo
material que desempeñó la Isla de la Mona para los conquistadores españoles”
[p. 4]. Al comenzar la conquista, la isla —y su cacicazgo— fue otorgado en
encomienda a Bartolomé Colón de 1511 a 1514. No obstante, en 1515, pasó a manos
de la Corona, convirtiéndose en una Hacienda Real. Dentro de lo que esto
representó, la población indígena no podía ser removida y debían quedarse como
jornaleros de las labores que allí se dieran: “Así pues, el pequeño cacicazgo
de la Isla de la Mona se transformó en Real Hacienda al servicio y negocio del
gobierno colonial: estación de abastecimiento del básico pan casabe” [p. 20].
Pero, el casabe no sería el único producto que sería exportado, dado a que se
elaborarían hamacas. Sobre estas y su importancia comercial en el proceso de
conquista y colonización se destacan varias páginas [27-31]. Otros temas
tratados son la cotidianidad que se vivía en la Mona, posibles proyectos que
tenían los colonizadores y hasta se da una explicación de cómo se compensaba o
pagaba a los indígenas. En este último caso debemos indicar que la indemnización
se hacía a partir de suministrarles piezas de vestir —una muestra clara del
choque cultural y la poca empatía hacia la población local—.
El autor también
presenta a los protagonistas de esta historia, tanto indígenas como
colonizadores. Muchos de ellos nombrados en los documentos de la Real Hacienda
y que Moscoso nos presenta en tablas o narraciones. Demos dos ejemplos; primero,
el cuadro 3, donde se describe narrativamente una pequeña aldea de, al menos,
ocho bohíos, con los nombres de sus principales: un cacique o líder llamado
Camillas, un capitán o nitaíno llamado Andrés Carahaguan y hasta un naboria de
nombre Pedro Hayoroa, entre otros; y cada uno de ellos a cargo de un bohío [p.
45-46]. Segundo, en el cuadro 4, Moscoso nos nombra 128 indígenas con su pago
por las tareas realizadas: el que más, el cacique, recibe hasta un jubón de
damasco como parte de varias piezas; y los que menos, naborías comunes, una
camisa [pp. 48-54].
La Isla de la
Mona en la conquista española de Puerto Rico nos presenta parte de nuestra historia, una de la
que poco se habla, pero que está allí. La Mona, como punto central entre dos
Antillas, que por siglos han estado hermandadas, y que hoy, con esta narración
nos hace ver las dificultades de la vida que pasaron los aborígenes de esta
zona.
Por último, y como dato técnico, el ensayo está dividido en 15 apartados temáticos, unas 90 páginas, con 19 imágenes y varias tablas con información referente. La versión comercial es en carpeta blanda, mientras que existe una edición especial en carpeta dura, la cual se puede conseguir en línea.
La versión original de este artículo fue publicada el 6 de julio de 2024 en El Post Antillano.