Reseña al libro Voces
teológicas en diálogo con la cultura del Dr. Luis N. Rivera Pagán (editor).
Publicaciones Gaviota, 2017, 250 págs.
Por:
Rvdo. Pablo Rafael Caraballo Rodríguez
Director
de la Oficina de Capellanía
Recinto
de San Germán
Universidad
Interamericana de Puerto Rico
«Contrariamente a lo que los librepensadores, agnósticos y ateos de los siglos XIX y XX imaginaban, en la era posmoderna la religión no está muerta y enterrada ni ha pasado al desván de las cosas inservibles: vive y colea, en el centro de la actualidad. […] La religión, pues, no da señales de eclipsarse. Todo indica que tiene vida para rato».
Mario Vargas Llosa, La civilización del espectáculo
“Así como la religión es la esencia de la cultura, así la cultura es la forma de la religión”.
Paul Tillich, Teología de la cultura y otros ensayos
El
libro que se reseña, reproduce las conferencias que se dictaron en el Simposio Voces teológicas en diálogo con la cultura,
celebrado en el año 2014. Es un libro escrito con profundidad teológica e
interdisciplinaria. Los ensayos tienen su punto de partida en las experiencias
humanas individuales y comunitarias, dentro y fuera de las iglesias. Estos
ensayos pueden tener como referentes a Teología
de la cultura y otros ensayos y Filosofía
de la religión del teólogo Paul Tillich.[1] Además,
me parece ver como referentes a la teología de la liberación y la teología
pastoral norteamericana. En estos dos últimos acercamientos teológicos, Rebecca
S. Chopp y Duane F. Parker,[2]
afirman que son dos modelos teológicos adecuados para la aldea global porque
combinan la teología de la liberación y la teología pastoral en una nueva
síntesis que es al mismo tiempo personal y político; relacional y estructural;
significativo y transformador. Es, lo que ellos llaman: «una nueva teología de
la cultura» que surge como una forma de responder a las diferentes experiencias
humanas enmarcadas en la desigualdad, la exclusión, la injusticia, entre otros
asuntos que existen en la iglesia y la sociedad. Además, esta teología práctica
y pastoral, es interdisciplinaria, ya
que dialoga con otras ciencias humanas, como lo son: la psicología, sociología,
antropología, política, economía, entre otros saberes. Me parece encontrar en
muchos de estos ensayos reflexiones en teología práctica y pastoral con ese
sabor de la teología de la liberación, en sus distintas expresiones, y la
teología práctica y de la acción pastoral en las iglesias o congregaciones.
Contenido del libro:
Deseo
aclarar, que solo voy a hacer referencia a algunos ensayos del libro que, como
antes mencioné, es un libro escrito con profundidad teológica e
interdisciplinaria. El mismo, además del Prólogo y la Introducción, se divide en
cinco partes principales a saber:
·
Lección magistral y dos
reacciones al mismo,
·
Religión, literatura y
música,
·
Ética y acción social,
·
Moralidad y género y
·
Proclamación en la era
digital
El
editor de este libro comienza con una Introducción
titulada Voces teológicas en diálogo
con la cultura donde presenta un panorama de las experiencias y expresiones
religiosas diversas en América Latina y el Caribe y, que podemos encontrar,
además, en el Puerto Rico del siglo XXI. Según el Dr. Rivera Pagán, “hay que plantear hoy los entrecruces,
armonías y conflictos entre fe y cultura en un contexto de descolonización
teológica y social (p.2). Y añade:
“Acompaña la proliferación actual de perspectivas teológicas –latinoamericanas, feministas, mujeristas, afroamericanas, indígenas, tercermundistas y gays- un sugestivo renacer de encuentros y desencuentros complejos entre diversas manifestaciones específicas de la fe cristiana y expresiones particulares de la cultura humana, en contextos temporales y espaciales definidos. Se intensifican, por consiguiente, los estudios sobre fe y cultura, respetando sus horizontes variados” (p.2).
Todas
estas experiencias y expresiones religiosas diversas ocurren en un contexto
donde se protege, por disposición constitucional, la libertad de culto, de
expresión y de asociación. Esto evidencia, además, las múltiples formas de
hacer teología que tienen su punto de partida en las experiencias que viven los
seres humanos, sean estas, políticas, económicas, sociales, religiosas,
psicológicas, entre otras. Añado, que traen a nuestra consideración, la
realidad que en la sociedad no se ha dado una total secularización y/o
desaparición de la religión. Por el contrario, se ha dado una mayor
manifestación de religiosidades y espiritualidades con los cambios que se han
dado en la sociedad. El Dr. Rivera Pagán afirma que:
“Contrario a lo que algunos científicos sociales pronosticaron cuando se iniciaba, a mediados del pasado siglo, la modernización e industrialización acelerada de Puerto Rico, las expresiones religiosas de toda índole y carácter han aumentado y se han fortalecido en las últimas décadas. Se ha forjado una peculiar y poco estudiada, convergencia entre actitudes seculares y experiencia religiosa, que ha dado al traste con los augurios, proferidos en tono entusiasta o nostálgico, sobre el declinar del sentimiento de lo sagrado” (p.2).
Todo
esto denota que el pluralismo religioso que se experimenta demanda un
fructífero diálogo intraeclesial, ecuménico e interreligioso. A esto se añade,
la necesidad, desde el punto de vista ético, de la creación de una ética cívica
con unos mínimos éticos para creyentes y no creyentes. Dos exponentes de esta
ética cívica (Adela Cortina y Marciano Vidal)[3],
ven en la Declaración Universal de Derechos Humanos –entre otras declaraciones-
las fuentes de este modelo ético para los ciudadanos. Me parece que esta
propuesta de ética cívica ayudaría a lidiar con el fundamentalismo religioso y
con lo que el Dr. Rivera Pagán denuncia como el fundamentalismo anti-religioso crudo y rígido (p.13). Ambos
fundamentalismos obstaculizan y cierran los espacios de expresiones y
manifestaciones religiosas y espirituales diversas que encontramos en la
sociedad.
En
este ensayo el Dr. Rivera Pagán no hace un juicio valorativo sobre buenas y
malas expresiones religiosas. No hay apología cristiana en este asunto. Sin
embargo, ante esa diversidad de expresiones religiosas se puede tener algunas
guías que ayuden a las personas a identificar prácticas nocivas que atenten
contra la dignidad de toda persona humana. El teólogo Hans Küng, en el libro Proyecto de una ética mundial, presenta
tres criterios interreligiosos heterogéneos para distinguir entre una verdadera
(buena) y falsa (mala) religión dentro de las religiones:
- Según un criterio ético general, una religión es verdadera y buena en la medida en que es humana y no oprime o destruye la humanidad, sino que la defiende y fomenta.
- Según el criterio religioso general, una religión es verdadera y buena en la medida en que se mantiene fiel a sus propios orígenes o canon, a su auténtica «esencia», a su figura y escritos normativos como constante referencia.
- Según el criterio específico cristiano, una religión es verdadera y buena en la medida en que el Espíritu de Jesucristo es transparente tanto en su teoría como en su praxis.[4]
- Pobreza laboral: aquí destaca el tema de la emigración de los puertorriqueños a otras tierras en la búsqueda de felicidad. Posiblemente, esa felicidad se relaciona con la búsqueda de trabajo y de una mejor vida, y la búsqueda de bienestar.
- Pobreza social: aquí se señala la crisis familiar como consecuencia de las transformaciones provocadas por factores sociales y económicos, como la desigualdad, el desempleo y los altos índices de pobreza.
- Pobreza material y económica: aquí se destaca la deuda pública y la pobreza en la que vive un gran sector de los puertorriqueños.
- Pobreza política: para el autor la pobre administración pública ha generado una crisis de liderato en la política; además, señala el aumento continuo en los costos de los servicios a los ciudadanos y el aumento en el índice de precios que aumentan el costo de vida; quienes más se ven afectados son la clases media y la clase empobrecida del país.
- Pobreza espiritual: aquí, el autor se refiere a este tipo de pobreza como una «espiritual negativa» donde hay una ausencia de los bienes del espíritu y de los valores humanos; se ha perdido la sensibilidad, los valores y virtudes, el amor, la esperanza y la fe; una existencia oscura; una oscura identidad del ser humano.
El
Dr. Vera Méndez no se queda contemplando la realidad en una visión pesimista
del “esto no lo arregla nadie”. A paso seguido resalta aquellas esperanzas y/o
fortalezas propias del puertorriqueño que le ayudan a mirar hacia un futuro
lleno de posibilidades. Afirma valores como la hospitalidad, la creatividad, la
laboriosidad, y la solidaridad. Señala, que:
- Somos un pueblo hospitalario. La hospitalidad se expresa en la acogida a distintas personas de distintos pueblos y países; en el acompañamiento en momentos de adversidad; en su profundo sentido humanitario ante y hacia los infortunados; en el reconocimiento de la diversidad para una mejor convivencia social.
- Somos un pueblo creativo con una riqueza cultural extraordinaria y un gran talento humano. La creatividad se evidencia en el extraordinario talento y creatividad de los artesanos, las artes, el teatro, la música, el baile y los deportes y con personas destacadas como lo son Julia de Burgos, Luis Palés Matos, Eugenio María de Hostos, entre muchos otros que se pueden mencionar.
- Somos un pueblo trabajador. La laboriosidad se destaca con una fuerza laboral capacitada, responsable y comprometida.
- Somos un pueblo solidario. Y la solidaridad que se desborda en la ayuda a los desposeídos y a los que sufren cuando los fenómenos naturales generan desastres que agudizan la miseria de muchos en nuestro país y a los hermanos latinoamericanos y caribeños que nos rodean.
Luego
de estos detalles para afirmar la esperanza y una realidad más optimista, el
Dr. Vera Méndez utiliza la imagen de la estrella con sus cinco puntas para
estimular la construcción de otro Puerto Rico basado en las fortalezas que
tenemos como país para superar nuestras debilidades. Esto es un acercamiento,
como lo denomina la Psicología Positiva, en la resiliencia de un pueblo. Es
decir, cómo el pueblo se apoya en sus fortalezas para superar todo aquello que
le es adverso. En cada punta de la estrella hay un desafío para construir sobre
las fortalezas que tenemos como pueblo:
- Nuestra identidad: afirmar lo que somos como puertorriqueños y como pueblo de Dios, y nuestra autoestima colectiva.
- La iglesia como comunidad de aprendizaje: inclusiva, sin prejuicios, sin temores; que enseña cómo vivir la vida buena; donde se aprende el valor de la fe; que valora la diversidad de pensamiento y enseña la tolerancia; una iglesia que promueve el diálogo ecuménico e interreligioso con una praxis liberadora para el pueblo.
- Que los líderes pastorales y laicos lleven a cabo una pastoral transformadora.
- Una comunidad de fe que se inserta en la sociedad, en las comunidades, en las penurias del pueblo; que se identifica con los pobres, marginados, desposeídos; una comunidad de fe que marcha, se hace solidaria con los estudiantes y trabajadores; defensora del ambiente.
- Una iglesia sanadora que reconstruye vidas con esperanza.
Me
parece ver aquí un acercamiento relacionado con la Psicología Positiva, teoría
psicológica que surge a finales del 1990. Temas como la felicidad, el
bienestar, el optimismo, las fortalezas del carácter, la resiliencia, son
algunos de los temas que caracterizan esa metodología psicológica. Se pretende
que las personas se enfoquen en aquellas fortalezas que les ayudan a superar la
adversidad y así mejorar su calidad de vida y obtener mejores estados de felicidad
y bienestar.[5] Debe ser interesante
explorar el tema de la pobreza desde una perspectiva económica y política,[6]
además, de darle una mirada a los efectos psico-sociales de la pobreza en el
contexto puertorriqueño.[7]
Dos
reacciones a la conferencia magistral vienen de la teóloga pentecostal Dra.
Agustina Luvis Núnez y del teólogo católico Dr. Yamil Samalot Rivera. La
reacción de la Dra. Luvis Núnez es una reflexión pentecostal y pneumatológica
–ni abstracta ni individualista-, sobre la vida en el Espíritu y sus efectos en
el creyente y en la sociedad. El pentecostalismo es presentado como un «camino
alterno» a las situaciones de desesperanza que vive el pueblo puertorriqueño.
Para la autora, la experiencia que se da en el culto pentecostal es importante
para la vida del creyente que vive en una sociedad que demanda de él/ella una
vida transformada y liberadora. La autora señala que la espiritualidad
pentecostal es laica, voluntaria, participativa y entusiasta (p.35). También
afirma que el pentecostalismo representa una alternativa a la realidad de la
pobreza, opresión y marginalización, y que es una de las pioneras en la
ordenación de mujeres al santo ministerio (p.34).
La
reacción del Dr. Samalot Rivera reconoce los problemas que vive el pueblo
puertorriqueño y se presentan «indicadores que nos dirigen hacia la vida
feliz». Señala que, ante la realidad del uso de drogas, se debe trabajar por la
prevención del uso de drogas ilícitas; ante la realidad de la violencia
doméstica y de género, es menester lograr desarrollar una educación de varones
y mujeres equilibrados, afirmando su dignidad y el modelo de un ser humano
integral; frente a la condena de los que se aman de un modo diverso, caminar
con la gente para que descubra y aprenda lo que es un amor que construye y
ofrece vida; frente al intento de negociar con poderes extranjeros la identidad
propia, cultivarla con gozo ofreciendo lo mejor de ella al resto del mundo.
En
la sección Religión, literatura y música,
dos de los escritos están dedicados a la literatura y dos a la música. En el
ensayo Entre Dios y el diablo:
espiritualidad, identidad y literatura latinoamericana, el Dr. Rivera Pagán
expone sobre las diversas religiosidades en las identidades y espiritualidades
latinoamericanas y caribeñas. Los ejemplos a señalar están ligadas a las
creaciones culturales y literarias de los pueblos. Hay que distinguir, según el
autor, entre aquellas atrocidades religiosas que provoca la religión y la fe, de
la esperanza y amor que surgen de la religión y la espiritualidad que son una
fortaleza para enfrentar la angustia y para afirmar las aspiraciones de la
comunidad. El Dr. Rivera Pagán analiza distintas aportaciones de la literatura
para responder a la pregunta: ¿Es la
cultura latinoamericana, en sus profundidades espirituales, auténticamente
cristiana? Menciona a Gerónimo de Mendieta con un proyecto misionero que
asegura la victoria definitiva de Dios y la fe cristiana del Nuevo Mundo. Otra
respuesta a la pregunta alude a Bernardino de Sahagún que entiende que la
evangelización de México no ha redundado en la auténtica cristianización de las
comunidades nativas. Entra en este panorama Augusto Roa Bastos quien ve la
cristianización latinoamericana como causa de la aculturación evangelizadora y
por otro lado, la distancia que se da entre los ideales de la fe y las
prácticas históricas distorsionadas de esa fe. Otras de las aportaciones que
hace el autor es la de Rigoberta Menchú y su afirmación de la resurrección de
la identidad cultural y la espiritualidad de las comunidades indígenas quichés.
El autor no pasa por alto las ricas aportaciones de la creatividad literaria de
las escritoras latinoamericanas como los son: Tatiana Lobo, Ángela López
Borrero, que son «senderos literarios que
cultivan una auténtica espiritualidad en nada cercana a las tradiciones
ortodoxas de sumisión» (p.53).
Me
parece acertada la sugerencia que hace Ángel L. Rosa Vélez, en el ensayo Más allá del canon. La literatura profética
hispanoamericana, que como una responsabilidad pastoral y laica se estudie
en las escuelas dominicales y en los estudios bíblicos esta otra literatura
(p.70). Sería interesante añadir la reciente aportación que ha hecho el Dr.
Luis G. Collazo sobre la teología en los escritos de Abelardo Díaz Alfaro en su
libro Esperanza y liberación. Desde
Abelardo Díaz Alfaro a Leonardo Boff.[8]
Las congregaciones e iglesias necesitan conocer la riqueza teológica que se
encuentran en muchos poemas, cuentos y novelas del quehacer puertorriqueño,
latinoamericano y caribeño.
En
De la música, las emociones y el quehacer
profético escrito por la Dra. Julissa Ossorio Bermúdez, se analiza la
música «como vía fundamental de comunicación». Con la música se comparten emociones,
intenciones y valores. Esto me hace recordar una canción del grupo ABBA, Gracias por la música, donde se hace alusión a la música como medio de expresión de emociones:
Quiero
dar las gracias
a las
canciones
que
transmiten emociones
quiero
dar las gracias
por lo
que me hacen sentir, debo admitir
que
con la música vale vivir
por
eso quiero dar las gracias,
por
este don en mí.
La
Dra. Ossorio Bermúdez elige dos canciones de nuestro quehacer musical que
expresan, por un lado, emociones como la tristeza, decepción, impotencia y
desesperanza y por otro lado, emociones como la alegría: Lamento Borincano del aguadillano Rafael Hernández Marín y El día de mi suerte de Willie Colón y
Héctor Lavoe. Me parece ver en ambas, «canciones de lamento»: una relacionada a
la situación económica del Puerto Rico de los 1930”; la otra relacionada con el
dolor emocional que genera la situación adversa.
Raquel
M. Ortiz Rodríguez, en un ensayo titulado Música
y memoria: el Lamento borincano, señala que:
“Los lamentos tienen una vieja historia de unos miles de años. La costumbre incluye llantos, lamentos, gritos y gruñidos. […] Un lamento es una manera de dar voz y a la vez deshacerse del sufrimiento físico, mental o emocional del cuerpo y/o alma. El lamento es una forma de denuncia –menos agresiva que un grito, pero no menos eficaz- para aliviar dolores y frustraciones. Es una queja dirigida a Dios o a cualquier oyente simpatizante: un llori – cantar”.[9]
Este
fue un tema explorado por José Luis González en un ensayo que aparece en el
libro El país de cuatro pisos y otros
ensayos, donde se analiza esta
canción y la cataloga como «una canción
de protesta» (p.132). Es una denuncia en forma de lamento, que es la menos
agresiva, pero no la menos elocuente, de las formas de la denuncia. José Luis
González añade, que:
“Sólo en la década de los treinta, bajo el impacto de una crisis económica que afectó a la sociedad en su conjunto, fue posible una expresión artística –“popular” en su forma- de denuncia y de protesta cuya temperatura ideológica, reformista avanzada aunque no precisamente revolucionaria, coincidía con la de las masas, tanto urbanas como rurales” (p.136).[10]
Es
notable que en la canción se da un movimiento de la alegría a la tristeza; de
la esperanza a la desesperanza. Dos estrofas en modo de oración evidencian esto:
Y alegre el jibarito va
pensando así, diciendo
así,
cantando así por el
camino:
Si yo vendo la carga,
mi Dios querido,
un traje a mi viejita
voy a comprar.
Y triste, el jibarito va
pensando así, diciendo
así
llorando así por el camino;
¡Qué será de Borinquen
mi Dios querido!
¡Qué será de mis hijos
y de mi hogar!
Con
relación a la canción El día de mi suerte
de Willie Colón y Héctor Lavoe, me parece que se puede catalogar como una
canción de lamento donde surgen preguntas existenciales que requieren
respuestas teológicas. Esta canción puede ser analizada desde la teología pastoral
norteamericana donde su proceso de reflexión comienza desde la situación
particular de sufrimiento y ansiedad que pueda estar experimentando una
persona. En esta canción se expresan emociones como la soledad, incertidumbre,
inseguridad, cansancio emocional por la espera de cambios a la realidad que se
vive; sentirse traicionado, sentirse huérfano; un cuestionamiento existencial
al por qué de tanta adversidad, si se es una buena persona que ha nadie hace
mal, y hasta cuándo va a durar la situación que se experimenta y le produce
tanto dolor y sufrimiento. En una estrofa se asume la esperanza, se reconoce la
ayuda de Dios, el deseo de felicidad y el compromiso de ayudar a otros si mejora
la situación.
Sufrí
la parte de mi vida ya
Sin
un complejo de inferioridad.
Por
eso no me canso de esperar
Pues
un día Dios a mi me ayudará.
Y
el día que eso suceda, escuche usted,
A
todo el mundo yo le ayudaré.
Porque
tarde o temprano usted verá
Cómo
el día de mi suerte llegará.
Y
ya lo verá.
Sobre
Biblia, teología y economía de
Guillermo Ramírez Muñoz, el autor propone que haya en la iglesia una
espiritualidad integral y madura. Es decir, una espiritualidad que tome en
cuenta la economía o los asuntos económicos que afectan a la sociedad. Esto es
así, porque la dimensión económica, social y política de la existencia humana,
son de importancia primordial. El Dr. Ramírez Muñoz, afirma que la iglesia debe
estudiar el tema de la economía, porque el mismo está presente en la Biblia. Y
esto en muchas iglesias es un gran reto. Porque lo que entra en juego aquí es cómo
se entiende e interpreta la Biblia en la iglesia. Muchas de las
interpretaciones son utilizadas para alimentar la vida devocional de los
creyentes, la vida cristiana y una espiritualidad privada o individualista. Muchos
creyentes entienden que esos asuntos de “política y economía” nada tienen que
ver con la iglesia; eso es asunto del mundo, y la iglesia no es del mundo. A lo
que se puede reaccionar con las palabras de Juan F. Caraballo Resto, que, «En la realidad, la iglesia está –y siempre
ha estado-, constituida de mundo; uno complejo y diverso que cada vez reclama
libertad de agencia, el reconocimiento de igualdades, y la restitución de
dignidades» (p.165). Dado que el ministerio tiene implicaciones sociales y
políticas, se requiere, entonces una lectura y estudio de la Biblia en clave
liberadora y transformadora de las iglesias y la sociedad.
En
el ensayo ¿Quién está invitado a nuestra
mesa? El reto de los derechos humanos a nuestras congregaciones de Palmira N.
Ríos González, nos presenta que los derechos humanos cobran importancia en la
vida de la iglesia cuando se entiende lo que significa amar al prójimo. Según
la autora:
“La construcción de sociedades democráticas requiere de congregaciones de fe inclusivas que predican y practican la igualdad de todas las personas. Ese objetivo no debe ser extraño a los cristianos toda vez que la médula de la prédica de Jesús es el amor al prójimo” (p.143).
Su
propuesta es que en las congregaciones se adopte el paradigma de los derechos
humanos como uno cónsono con los principios cristianos y se promueva la
inclusión de todas las personas en las iglesias y en nuestras sociedades. Como
señala el teólogo José M. Castillo: una
religión, que no respeta y garantiza los derechos humanos, no puede ser la
religión que quiere el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo.[11] Entiendo
que en las iglesias es necesario educar en política y en derechos humanos. Subrayo,
que ya algunas denominaciones, han avanzado en este asunto de la inclusión,
para mencionar un ejemplo, la Iglesia Presbiteriana de EE.UU.[12]
Juan
F. Caraballo Resto, en el ensayo Una
mirada antropológica desde la diversidad cultural y religiosa, tomando en
cuenta el texto de Gálatas 3:28, hace un reclamo al reconocimiento de la
diversidad en las experiencias humanas, enfrentando los discursos y prácticas
universalistas y privatizadoras que excluyen a sectores vulnerables e
invisibilizados en la sociedad y en la iglesia, como lo son la comunidad
LGBTTQ. Estos discursos y prácticas universalistas y privatizadores deben ser
superados ante la realidad de la presencia de la diversidad en las iglesias y
en la sociedad.
La
última sección del libro, Proclamación en
la era digital, es un ejercicio de teología práctica sobre la predicación.[13]
En uno de los ensayos de esta sección, Emergencia
de lo digital en la proclamación, el Dr. Goitia Padilla nos hace
conscientes que vivimos en una era de pluralismo
digital, que desafían la predicación de la iglesia. Esta emergencia de lo
nuevo, según el autor, se enfrentó antes en los tiempos de la Reforma. Con
esta, vino una nueva manera de entender, pensar y socializar la información a
través del uso de la imprenta. Esta nueva tecnología de la época facilitó que
se diseminara los nuevos símbolos cristianos. Hoy, a través de internet, la
información está más accesible e inmediata: sermones, estudios bíblicos;
información sobre las religiones y espiritualidades diversas, que retan la
predicación tradicional en las iglesias y sus entendimientos sobre la
religiosidad y la espiritualidad. Muchas personas leen sus biblias desde sus
celulares y tabletas; muchos predicadores llevan al púlpito el sermón, no
escrito en papeles, sino en sus tabletas. El PowerPoint se ha convertido en una
herramienta donde las predicaciones ya no son un monólogo del pastor o pastora,
sino uno que se comparte con el resto de los congregantes.
Como
afirma la Dra. Ivelisse Valentín Vera, en el ensayo El arte de una proclamación épica: desafío de la posmodernidad, las
redes sociales, la televisión, la música y la radio son una «plaza pública»,
donde se escucha, se ve y se lee, las historias de la gente; sus tristezas y
alegrías; sus necesidades y anhelos. Es aquí donde los predicadores y
maestros/as de educación cristiana tienen que encontrarse con la gente para
conocer cuáles son sus sentires y pesares; sus anhelos y esperanzas. Son
fuentes de experiencia vital que conectan a la iglesia con la gente y
enriquecen la proclamación del evangelio.
A modo de cierre:
El
lector tiene en sus manos un libro editado por uno de nuestros intelectuales
puertorriqueños. Son acercamientos, según lo entiendo, de teología práctica y pastoral
en clave liberadora y transformadora de la iglesia y la sociedad. Son ensayos
en diálogo con la cultura y diálogos interdisciplinarios con la literatura, la
psicología, la sociología, la política, la economía, la ética, la tecnología y
las artes. En los saberes y estudios antes mencionados deben tomar en cuenta la
religiosidad y espiritualidad del puertorriqueño como parte de su experiencia
humana en la realidad colonial en la cual vive. El Dr. Rivera Pagán señala,
que: “sin estudiar la religiosidad
popular en sus múltiples manifestaciones, no pueden comprenderse rasgos y
matices importantes de los perfiles de la cultura popular de nuestro país”
(p.7). Por lo que finalizo con estas palabras de Mario Vargas Llosa, de su
libro La civilización del espectáculo:
«Abolir enteramente toda forma de enseñanza religiosa en los colegios públicos [añado privados y universidades públicas y privadas] sería formar a las nuevas generaciones con una cultura deficiente y privarlas de un conocimiento básico para entender su historia, su tradición y disfrutar del arte, la literatura y el pensamiento de Occidente. La cultura occidental está embebida de ideas, creencias, imágenes, festividades y costumbres religiosas. Mutilar este riquísimo patrimonio de la educación de las nuevas generaciones equivaldría a entregarlas atadas de pies y manos a la civilización del espectáculo, es decir, a la frivolidad, la superficialidad, la ignorancia, la chismografía y el mal gusto».[14]
¡Enhorabuena!
Gracias, Dr. Rivera Pagán.
[1] Paul Tillich. Teología
de la cultura y otros ensayos. Buenos Aires: Amorrortu editores, 1974.
Paul Tillich. Filosofía de la religión. Buenos Aires: Ediciones Megápolis,
1973. Ver, además: Christopher Ben Simpson. Modern Christian Theology. London:
Bloomsbury y T and T Clark, 2016. Rosino Gibellini. La teología del siglo XX. Santander:
Editorial Sal Terrae, 1998.
[2] Rebecca S. Chopp y
Duane F. Parker. “Liberation Theology and Pastoral Theology”. En JPCP
Monograph. No. 2. Decatur: Journal of Pastoral Care Publications, 1990.
Ver además, Stephen Pattison. Pastoral Care and Liberation Theology.
New York: Cambridge University Press, 1994. Luciano Sandrin. Teología pastoral.
Santander: Editorial Sal Terrae, 2015. Ramiro Pellitero. Teología pastoral. Panorámica y
perspectiva. Bilbao: Grafite Ediciones, 2006. Casiano Floristán. Teología
práctica. Teoría y praxis de la acción pastoral. 4ta. edición.
Salamanca: Ediciones Sígueme, 2002.
[3]Ver Adela Cortina. Alianza
y contrato. Política, ética y religión. Madrid: Editorial Trotta, 2005.
Marciano Vidal. Ética civil y sociedad democrática. Bilbao: Editorial Desclée
De Brouwer, 2001.
[4]Hans Küng. Proyecto de una ética mundial.
(Madrid: Editorial Trotta, 1995), p.124-125.
[5]Para ampliar el tema de la
Psicología Positiva y la felicidad, ver: Compte Sponville, André. La
felicidad, desesperadamente. Barcelona: Editorial Paidós, 2001.
Peterson, Christopher y Martin E.P. Seligman.Character Strengths and Virtues.
A Handbook and Classification. New York: Oxford University Press, 2004. Seligman,
Martin E.P. Florecer. La
nueva psicología positiva y la búsqueda del bienestar. México: Editorial Oceano,
2014. Seligman, Martin E.P. La auténtica felicidad. Barcelona:
Ediciones B, 2011. Seligman, Martin E.P. Aprenda optimismo. Barcelona:
RandomHouseMondadori, 2011. Vera Poseck, Beatriz. Diccionario de la felicidad.
Barcelona: RBA Libros, 2010. Vera Poseck, Beatriz. Psicología positiva.
Madrid: Calamar Ediciones, 2008.
[6] Ver: Linda I. Colón Reyes. Sobrevivencia,
pobreza y “mantengo”. La política asistencialista estadounidense en Puerto
Rico: el PAN y el TANF. Segunda edición. San Juan: Ediciones Callejón,
2013. Linda Colón Reyes. Pobreza en Puerto Rico. Radiografía del
proyecto americano. San Juan: Ediciones Luna Nueva, 2005. Francisco E.
Martínez y Francisco A. Catalá. Ensayos sobre la pobreza en Puerto Rico.
Hato Rey: Publicaciones Puertorriqueñas, 2002. Norma Rodríguez Roldán. Pobreza
en Puerto Rico. Hato Rey: Publicaciones Puertorriqueñas, 2014.
[7] Ver: Linda Colón Reyes. “La
tarea inconclusa: pobreza y desigualdad social en el siglo XXI”. Revista
de Ciencias Sociales. Núm. 17, Año 2007, p.78-117. Río Piedras: UPR.
Ignacio Martín Baró. Psicología de la liberación. Madrid:
Editorial Trotta, 1998. Laura Smith. Psychology, Poverty, and the End of Social
Exclusion. New York: Teachers College Press, 2010. Stuart C. Carr y Tod
S. Sloan (ed.). Poverty and Psychology. From Global Perspective to Local Practice.
New York: Kluwer Academic/Plenum Publishers, 2003.
[8] Luis G. Collazo Torres. Esperanza
y liberación. Desde Abelardo Díaz Alfaro a Leonardo Boff. Río Piedras:
Publicaciones Gaviota, 2017.
[9]Raquel M. Ortiz Rodríguez.
“Música y memoria: el “Lamento borincano” de Rafael Hernández. (Música oral del
Sur, Num. 9, Año 2012), p.43 – 57. Accedido el 7 de mayo de 2017 de: http://www.juntadeandalucia.es/cultura/web/html/sites/consejeria/publicaciones/Galerias/Anexos/Raquel-M-Ortiz-Rodriguez-MUSICA-Y-MEMORIA-EL-LAMENTO-BORINCANO-DE-RAFAEL-HERNANDEZ.pdf.
[10]José Luis González. El
país de cuatro pisos y otros ensayos. (San Juan: Ediciones Huracán,
1989), p.131-137.
[11]José M. Castillo. La
Iglesia y los derechos humanos. Bilbao: Desclée De Brouwer, 2007.
[12] Para continuar el estudio sobre
el tema de los derechos humanos en Puerto Rico se puede consultar: Javier Colón
Morera e Idsa E. Alegría Ortega. Puerto Rico y los derechos humanos: una
intersección plural. Segunda edición. San Juan: Ediciones Callejón,
2015.
[13] Ver a: Casiano Floristán. Teología
práctica. Teoría y praxis de la acción pastoral. (Salamanca: Ediciones
Sígueme, 2002), p.527 – 542.
[14] Mario Vargas Llosa. La
civilización del espectáculo. México: Alfaguara, 2012.