Diana:
princesa de Gales, reina del globo. La familia real británica como icono
sociocultural difundido bajo el fenómeno de la globalización; caso de estudio
de Diana, Princesa de Gales
Por
Luis Guillermo Rodríguez
Introducción
“El mejor ejemplo de lo que es globalización lo tenemos en el caso de la princesa Diana: Una princesa británica, con un novio egipcio, que usa un celular sueco, que choca en un túnel francés, en un auto alemán con motor holandés, manejado por un conductor belga, que se empedó con whisky escocés. A ellos les seguía de cerca un paparazzi italiano, en una motocicleta japonesa, que tomaba fotos con una cámara taiwanesa, para una revista española. Ella fue intervenida por un medico ruso y un asistente filipino que utilizaron medicinas brasileñas....”
Foto de 1995 Autor: Nick Parfjonov |
La
globalización ha agudizado la atención internacional hacia la monarquía
británica. La monarquía británica es una
institución que se le conoce por ser, según Robert Lacey, la esencia de la
cultura en el Reino Unido. Un soberano,
que reina y no gobierna, con la institución que lo acobija -el establishment o
la casa real-, hacen contrapeso en la política publica establecida al dar
estabilidad jerárquica al sigiloso sistema parlamentario que caracteriza la
democracia británica. Si la monarquía ha sobrevivido a cambios políticos y
sociales durante mil años, ¿cómo se interrelacionan la monarquía y la
globalización? ¿Cómo se proyecta la monarquía en la villa global con la caída
del segundo mundo? ¿Quién es Diana, princesa de Gales? ¿Qué pertinencia tiene
la figura ésta para un estudio iconográfico del fenómeno
monarquía-globalización?
La
caída del sistema bipolar mundial -capitalista versus marxista- trajo avances
en la tecnología a nivel global dando acceso a la información a todos los
confines del mundo. La tecnología logró que el icono llamado monarquía británica
se perciba como un fenómeno más personal y accesible; no solamente a los
constituyentes de la misma si no al mundo entero.
En
la era de la globalización -era donde el primer mundo dicta las pautas
políticas- Estados Unidos se antepone como líder hegemónico del mundo. Su
compañera, Gran Bretaña, ofrece una institución de contrapeso al republicanismo
estadounidense; la familia real británica. Al insertar la globalización con la
iconografía de la realeza, se da la percepción que, en el nuevo orden mundial,
mientras los Estados Unidos gobierna -como el primer ministro del mundo- Gran
Bretaña reina con la familia real. Las bodas, las muertes y los nacimientos de
herederos ya no solo competen a los súbditos de la mancomunidad de naciones,
sino que trascienden a niveles globales de tal magnitud que la muerte súbita de
una princesa británica se convierte en un evento mundial tan relevante como
para que las cadenas de CNN entre otras estuvieran semanas completas lanzando
una intensa campaña periodística comparada con el comienzo de una guerra o la
caída de algún régimen en cualquier país. Diana, Princesa de Gales se convierte
en el icono quasi perfecto de la globalización debido a los factores que
hicieron que se convirtiera de Princesa británica a “Princesa del Globo”.
En
este estudio se pretende entrelazar el efecto que ha tenido el fenómeno
globalización dentro de la institución de la monarquía británica. Se conducirá
un caso de estudio utilizando libros de textos específicos, revistas
profesionales y documentos audiovisuales sobre el protagonismo, la vida y la
relación de Diana, Princesa de Gales con los fenómenos de la globalización. La
hipótesis resulta veraz pues la globalización sí ha tenido un impacto de
difusión publicitaria para la familia real británica, transformando la monarquía
de un sistema protopolítico en Gran Bretaña a un fenómeno de interés sociocultural
a un nivel mundial.
Este
estudio encuentra limitaciones en los siguientes aspectos. En primer lugar, los
autores no vinculan los dos fenómenos, el de la globalización con el estudio de
un protagonismo de Diana, princesa de Gales, como icono del fenómeno antes
mencionado. Hay pocos estudios profesionales sobre el tema, la mayoría tienden
a medir el efecto sociológico de perdida colectiva que causo la muerte
prematura del personaje estudiado. Al verse vinculada directamente la prensa
con el fatídico final de la princesa, esta como fuente primaria resulta
académicamente contaminada para un estudio serio. Con todo y esto veamos lo
siguiente.
La Dianamanía y el tacherismo
Cuando
las corrientes neoliberales en Gran Bretaña y los Estados Unidos andaban en
todo su apogeo, Diana se convierte en la esposa de Carlos Alberto Felipe Jorge,
Príncipe de Gales y heredero de lo que quedó de un imperio británico. En 1981,
Diana se compromete en febrero con Carlos, creando gran expectativa en una
institución débil, la monarquía, que para muchos expertos en la materia, en
esos momentos estaba sufriendo los embates de ser una institución demasiado
ortodoxa, vista como inapropiada para los cambios generacionales en la sociedad
británica. Políticamente, Estados Unidos había tomado la batuta imperial en el
mundo bipolarizado que provocó la Guerra fría, Gran Bretaña solo era un rastro
de lo que fue hasta la primera mitad del siglo XX. Ya no existía el imperio
británico, solo una crisis económica dejada por el programa de estado
benefactor de los laboristas durante y después de la segunda Guerra mundial.[1]
El
historiador John A. Taylor argumenta que la princesa de Gales se convierte en
una especie de primera dama para la figura política de Margareth Thatcher.
Thatcher impacta los británicos políticamente; moviendo el país con una fuerte
virazón a la derecha neoliberal cónsone con su homologo norteamericano Ronald
Reagan. Diana se convierte en el carisma necesario para la frivolidad política
del movimiento. Al casarse con el príncipe Carlos e integrarse a la monarquía
británica, Diana crea en los británicos un efecto enternecedor que domina la psiquis
del país. La princesa se convierte en lo que Taylor llama “the bluest of the
blues” (la mas azul de los de sangre azul) y su figura es literalmente adorada
en todos los confines del reino. A tal punto que a este efecto se le llama la
dianamania. Un efecto sicosocial que le resultó maquiavélicamente perfecto al
movimiento tacherista para continuar en el poder por largos años. El tacherismo
-modelo neoliberal británico- sirvió como una antesala a los eventos políticos
y sociales que darían paso a la globalización que se crea durante la década de
los 1990’s.[2]
La
monarquía británica simbolizó aquellos valores que representaban balance y
equilibrio social. De acuerdo con el
historiador Charles Anderson, la sociedad británica cambio de valores sociales
en el periodo correspondiente de 1980 a 1990. La monarquía británica
representaba los intereses afectivos de las iglesias litúrgicas de la comunión
anglicana, una postura moderada con dirección hacia la derecha conservadora.[3] Mientras
la institución monárquica se mantenía en estas tendencias afectivas, la
sociedad británica -principalmente con la llegada de la tecnología que
sirvieron como llave de la villa global- completó una descomposición social de
los valores moderados propugnados por la corona. El nuevo consenso deconstructor
de valores comenzó con el neoliberalismo que ofreció la incumbencia de
Margareth Thatcher. Por otro lado, Diana se convirtió en el icono nacional que
resentía las políticas frívolas del tacherismo. El estoicismo protestante del
estado benefactor que cargaba la sociedad británica era anhelado por medio de
la proyección carismática que ofrecía Diana ante los súbditos ingleses. La
sociedad no estaba preparada para abandonar aquellos valores de ayuda mutual y
de asistir al desamparado que aprendieron en la primera y segunda guerra
mundial.
Cuando
cae el poder conservador en Gran Bretaña, y la dama de hierro -Margareth
Thatcher- así como su política neoliberal fue rechazada en la conciencia
política de los británicos, Diana se convirtió en un símbolo nacional del
neocarisma protestante que habría unido a los bretones en las guerras
mundiales. De acuerdo con Anderson, el símbolo proyectado a través de los
medios globalizados de comunicación donde se exhibía a Diana explotando su
carisma en trabajos de servicio a los enfermos de Sida y las victimas de esta
pandemia en la India fue lo que de llamo el “fenómeno Diana” y que influyo
indirectamente el contexto de la elección de Tony Blair como primer ministro
del Reino Unido de Gran Bretaña.[4] Este
sentimiento se difunde alrededor del mundo asociando a la princesa Diana con la
Madre Teresa de Calcuta y su gesta estoica en la India.[5]
La tecnología y la monarquía.
La
monarquía constitucional británica se ha nutrido de los avances de la
tecnología desde la época de la reina Victoria. El jubileo de diamante de dicha
monarca fue uno de los primeros eventos en ser grabado en video en 1900.[6] Su hijo,
el Rey Eduardo VII, incursionó en el uso de los medios de comunicación para
difundir el carisma de la institución de la corona, proyectándose en videos
grabados de las ceremonias hechas en Londres y difundiéndolo por todo el
imperio británico. Sin embargo, fue la monarca, Isabel II, la que explotó el
uso de la televisión y la radio en sus viajes hacia los diferentes confines de
la mancomunidad de naciones británica. Sus viajes a la India, Malasia y
Tailandia, donde se proyectaba a la reina asimilando actividades culturales
como montarse en elefantes dieron poder a la institución monárquica luego de la
segunda guerra mundial.[7]
Los
peritos en historia y sociología entienden que los monarcas del siglo XX y XXI
necesitan usar los medios de comunicación para influenciar la vida de sus sociedades
súbditas, así como la manera de como la corona se proyecta y es percibidas.[8] Entre
los métodos de manipulación de los medios tenemos los mensajes dirigidos en los
eventos importantes, por ejemplo, aperturas al parlamento y el mensaje de año
nuevo a la mancomunidad de naciones por parte de la reina de Inglaterra.
En
el caso de la Princesa Diana, los medios de comunicación abrumaron a esta
figura desde el principio de su matrimonio con el heredero de la corona
británica. Sin embargo, concurrente con el desarrollo de la globalización, el
avance tecnológico y la hegemonía estadounidense luego de la primera guerra de
Irak en el 1990, la princesa de Gales -al igual que la reina de Inglaterra- aprendió
a utilizar los medios de comunicación a su favor. El dominio de los medios de
comunicación, el enfoque a proyectar un carisma mundial y la mezcla de estos
últimos dos con la formación de la villa global dio paso a una incandescente
popularidad internacional. Tan potente y posteriormente abrumadora resultó la misma
en los medios de difusión, que muchos aseguran que la pasión por cubrir una
historia de este personaje emanado de la corona terminó con la vida de ella
misma.[9]
Junto
a la caída del imperio Ruso, la hegemonía norteamericana en el mundo con la
primera guerra de Irak y la eficiencia política de los gobiernos neoliberales
de Margareth Thatcher-John Mayor en Gran Bretaña, Ronald Reagan-George Bush en
los Estados Unidos y Helmut Khol en la Alemania unida; surgió el escándalo de
separación matrimonial de los príncipes de Gales. La magnitud del escándalo de
una separación estribaba en el hecho de que el Príncipe de Gales, como heredero
a la corona británica, se convertiría en la cabeza nominal de la comunión
eclesiástica anglicana. Por ende, un
divorcio no era permisible hasta entonces en la figura de un futuro monarca
británico.[10]
En
el ámbito de la globalización como fenómeno se dio lo que el Dr. Luis Ángel
Ferrao destaca en su cátedra como el fenómeno CNN. Luego de los eventos de la
plaza de Tiannamen, los reporteros destacados en aquel evento lograron una
atención mundial sin precedentes, lo que comenzó una subcultura de acceso a la
noticia inmediatamente surge. De la misma manera esto ocurre con los
periodistas que cubrieron la primera guerra de Irak, en donde informaban minuto
a minuto todo lo acaecido en aquella guerra que marcó en el ámbito mundial la hegemonía
estadounidense, lo que políticamente dictó lo conocido como el efecto cónsone
de la villa global.
El escándalo
de la casa real británica junto al hambre periodística del fenómeno tecnológico
de CNN comenzó a tener un efecto inexorable en la vida de la princesa de Gales.
Una vez separada de su marido, siendo madre del futuro rey del Reino Unido, el
príncipe Guillermo de Gales, causaba gran sensación ver la vida de una princesa
que como describieron los medios mundiales, se había caído de los cuentos de
hadas. Los medios de comunicación, tanto profesionales como aquellos de prensa
rosada pagaban una horda de paparazzis
para seguir paso a paso los movimientos de la princesa de Gales. En definitiva,
Diana significaba un jornal económicamente suculento para el efecto de
continuidad de noticia inmediata que perpetuó el fenómeno de CNN.
Los
medios de comunicación comenzaron a depredar en el posible evento de un
divorcio desde que se vislumbró la separación de los príncipes. La tecnología
había hecho a los príncipes, en particular a Diana, figuras pertinentes a
niveles internacionales.[11] La
globalización cambió lo que se conoció como la dianamanía a un ente mundial
demasiado lucrativo, y el escándalo de que los príncipes de Gales se separaban
por líos de falda acrecentaba el apetito de las grandes corporaciones de medios
de comunicación que se lucrarían con esta historia.[12]
Los
rumores de otoño de 1992 de que una separación entre los príncipes era
inexorable, vino con el hecho de que ambos cónyuges habían tenido relaciones
extramaritales durante sus últimos años del matrimonio. Escritores como
periodistas comenzaron una industria multimillonaria que se logró gracias a la
rápida difunción que trajo la tecnología de la era de la villa global -engendrada
por la tecnología armamentista que provocó la guerra fría-.[13]
Uno
de los eventos de medios de comunicación que revolucionó el fenómeno de
separación de los príncipes de Gales, convirtiéndolo en un verdadero
espectáculo fue la biografía de la princesa Diana escrita por el autor Andrew
Morton. La biografía, rápidamente difundida a nivel mundial daba una
explicación maniqueísta de los motivos de la separación, poniendo a Carlos de
Gales como el malo -príncipe infiel y frívolo que nunca quiso a su esposa- y
victimizando por completo a la princesa Diana. Este libro tomó mas credibilidad
que cualquier otro por el hecho de que-según lo estipulo la revista americana Newsweek, las revelaciones eran muy
especificas sobre los eventos que narraba, haciendo perfecto sentido con lo
poco revelado en publico sobre la vida de los príncipes de Gales.
Diana
se convirtió de reina de los medios a una presa de la prensa internacional, que
con avances tecnológicos y los acontecimientos entre ella y su marido, la
situación llego a costar millones para la prensa internacional. La prensa
buscaba cualquier cosa para explotar la imagen de los príncipes de Gales. En
1990 un gerente retirado de un banco de Londres contactó el periódico
amarillista The Sun para ofrecer
grabaciones en cinta entre supuestamente la princesa Diana y un amigo de esta
James Gilbey en la que implicaban relaciones sentimentales entre estos. Los
medios también resucitaron noticias sobre otros hombres que alegaron tener
vínculos y menesteres personales con la princesa de Gales, como el tutor
ecuestre de esta, James Hewitt. Las sumas ofrecidas por la prensa eran tan
onerosas que los periódicos compraban a los testigos fácilmente.
¿Cuál
era el factor que hacía que las noticias de las princesas tomaran tanto valor
adquisitivo y monetario? El interés internacional por la figura de la princesa
de Gales catalizado por la tecnología de la nueva era de la villa global.[14]
La separación y la “Guerra de Gales”
Los
príncipes de Gales se separan en 1992, evento que lo anuncia el primer ministro
John Major al parlamento británico. Aún cuando la corona ya había tomado la
determinación de anunciar la separación, los miembros del partido conservador y
su líder político le preocupaba la imagen negativa que se pudiese generar sobre
la decisión en la opinión dentro y fuera del suelo británico. A favor de la
princesa de Gales, el primer ministro John Major aseguró que la separación no
implicaba que Diana se convirtiera en la reina de los británicos algún día.[15]
En
el año de 1993, la princesa anuncia que debido al clima abrumante que le
provoca el constantemente ser asediaba por los medios de comunicación se retira
de la vida publica, aunque continuaría con su trabajo de obras de caridad. La
princesa logra mantener un bajo perfil por lo menos en dos años, en este
momento, la princesa negocia con el gobierno un puesto de embajadora con el
gobierno británico, pero las negociaciones quedan en nada.
Tratando
de usar la misma estrategia de su esposa, el príncipe Carlos se hace
entrevistar por el periodista Jonathan Dimbleby, y se publica un libro sobre la
versión del príncipe sobre los hechos. Era la primera vez en la historia de la
familia real británica que se utilizaba los medios de comunicación como entes
de apología para la proyección de imágenes ante el mundo. La globalización convirtió
a la realeza en una institución que tendría desde entonces que luchar por el
prestigio benefactor que antes aparecía en la casa real como algo inherente. El
escándalo del conflicto Carlos-Diana lleva a ambos cónyuges a una lucha por el
dominio de las comunicaciones a su favor, no solo ante el Reino Unido, sino
ante el mundo. De príncipes en cuna de oro Carlos, tuvo que proyectar su
supuesta inocencia por el bien de su futuro como rey y el de las instituciones
que algún día representaría: la mancomunidad de naciones y la comunión
anglicana.[16]
En
noviembre del año siguiente, Diana responde a la acción de Carlos con una entrevista
no autorizada por las debidas instituciones británicas en el Panorama Program de la BBC. La
entrevista resultó aparte de controversial, muy llamativa debido a que la princesa
de Gales le informa a Su Majestad, La Reina Isabel II de dicha entrevista luego
de haberla realizado, rompiendo con todo el protocolo de la corona inglesa. La
entrevista logró el mayor record de audiencia en la historia del programa
televisivo; con más de veintiún millones de espectadores registrados como
televidentes, eso solo en el Reino Unido.[17] Los
medios de comunicación declararon a Diana como la ganadora del acervo periodístico
al ser comparadas la entrevista con la de su marido.
Las
reacciones publicitarias no se hicieron esperar, en la Portada del periódico
londinense de The Daily Telegragh, se
reseñó: “su compostura y su fluidez estuvo a la altura de cualquier hombre o
mujer de estado”.[18]
Mientras que la BBC afirmó que Diana no fue editada durante la entrevista, se
denotaba que la princesa de Gales estaba dispuesta a manipular los medios de
comunicación a su favor repostando excelentemente las preguntas. Todo se hizo
de manera espontánea, hasta la famosa frase aludiendo al romance de su esposo
con Camilla Parker Bowles: “habemos
tres personas en este matrimonio por lo que me resulta abrumante”.[19]
Divorcio y Muerte
Las últimas
acciones de la princesa Diana ante la BBC pusieron fin a cualquier posibilidad
de una reconciliación entre los príncipes de Gales. En una acción sin
precedente, la reina de Inglaterra, cabeza de la familia real le pide a la
pareja que peticionen el divorcio de una vez y por todas. El 29 de febrero del
1996, Diana dio su consentimiento para el divorcio. Se anunció que el divorcio
sería efectivo a partir de julio de 1996, la princesa tendría palabra en lo que
respectaba a sus hijos y la custodia sería compartida. Diana ya no ostentaba el
título de Su Alteza Real, sino que se le conocería como Diana, Princesa de
Gales.[20]
La
princesa divorciada, la cual estableció un precedente en la casa real, siendo
esta ahora una madre soltera, no vería una aminoración de su popularidad con la
salida de la casa real. Al contrario, esto la convirtió en mujer símbolo de la
sociedad moderna de la globalización. Diana continuó con su rol diplomático
como princesa de Gales luego de divorciada. Comenzó a enfocarse en personas con
enfermedades terminales y a las victimas de la guerra de los Balcanes. En 1997,
su carisma vio acrecentarse al tener una reunión privada en Nueva York con la
Madre Teresa de Calcuta.
En
el verano de 1997, Diana paso tiempo con su amigo Dodi Fayed, ambos fueron
perseguidos por la prensa sin discreción ninguna. Diana continuaba siendo una
noticia ambulante. El 31 de agosto de 1997 los paparazzi’s siguieron a la
princesa luego de una cena de la pareja en el hotel del padre de Fayed, el Ritz Carlton de Paris. Según las
investigaciones hechas por el gobierno francés: la combinación de la rapidez
del vehiculo debido a la persecución de los paparazzi’s y un estado de
embriaguez legal del chofer del carro de Diana hicieron que se diera un fatal
accidente de trafico que provocó horas después el deceso de Diana. Según Robert
Lacey, muchos testigos oculares reportaron que mientras ocurrió el accidente,
en vez de ayudar, la prensa continuo con la toma de fotos de los sucedido,
obstruyendo el trabajo de las autoridades francesas y violando con la ley del
buen samaritano, que requería a todo testigo a ayudar en un accidente de dicha
índole.
Si
la vida de Diana ya se había convertido en un icono de la villa global, su
muerte fue un shock colectivo para todo el mundo. En su declaración oficial el
primer ministro declaró que la muerte de Diana no solo conmocionó a Gran Bretaña
sino al mundo entero.
“She was a wonderful and warm human being. Though her own life was often sadly touched by tragedy, she touched the lives of so many others in Britain - throughout the world - with joy and with comfort. How many times shall we remember her, in how many different ways, with the sick, the dying, with children, with the needy, when, with just a look or a gesture that spoke so much more than words, she would reveal to all of us the depth of her compassion and her humanity. How difficult things were for her from time to time, surely we can only guess at - but the people everywhere, not just here in Britain but everywhere, they kept faith with Princess Diana, they liked her, they loved her, they regarded her as one of the people. She was the peoples princess and thats how she will stay, how she will remain in our hearts and in our memories forever.”[21]
El
mundo despidió a lo que el primer ministro en su mensaje enmarcó como la
princesa del pueblo con flores y llanto a un nivel colectivo. Las personas
esperaron horas en fila para firmar el libro de condolencias que tuvo que darse
en todas las embajadas británicas del mundo. En Gran Bretaña nada más pasaron
cien mil personas al día para firmar dicho record histórico.[22]
Ante
este fenómeno, la misma reina de Inglaterra, Isabel II tuvo que hacer un boletín
televisivo en el que pagó tributo a la princesa fenecida. Era la segunda vez en
sus cuarenta y cinco años de reinado aparecía en la televisión fuera de su
mensaje anual de navidad. La primera vez era por asuntos extremadamente
importantes de la guerra fría. La reina tuvo que ensalzar las virtudes de Diana
siguiendo el consejo de nuevo gobierno, liderado por el primer ministro, Tony
Blair.[23] El no
haber seguido tal rompimiento del protocolo, han señalado muchos expertos en
los estudios sociales, historias y ciencias políticas hubiera dado un estocado
final a la institución ortodoxa llamada la monarquía británica. La muerte de
Diana terminó modernizando los viejos cimientos de la casa real británica y
acoplando a dicha institución hacia la era de la globalización.[24]
El
Funeral de la Princesa Diana se llevó a cabo en consenso del gobierno, de la
casa real y de la familia Spencer. Aunque Según el historiador Robert Lacey,
Diana prefirió, luego de divorciada, un funeral privado en el palacio de la
familia- el palacio de los Condes Spencers-, se concluyo que debido a la popularidad
creada por los medios de comunicación y el
shock que provocó su muerte hacia la nación y al mundo esta ceremonia se
hiciera publica con el aval de todos los honores de una mujer de estado. El
evento se llevó a cabo en la abadía de Westminster el 6 de septiembre. Sus dos
hijos, los Principes Guillermo y Harry (Enrique), su hermano, El Conde Spencer,
la familia real, entre celebridades de la televisión y la música se dieron
cita. El sequito que flanqueó el cadáver fue escogidos de las ciento diez
caridades y patronatos que la princesa presidía. Como clausura de la ceremonia,
el famoso cantante Sir Elton John le dedicó la canción “Candle in the wind” (vela en el viento), cambiando la letra por
“Adiós, Rosa de Inglaterra.”
Conclusión
Según
Robert Lacey, el legado de Diana fue hacer a la monarquía mas sensible a los
súbditos, así como sirviendo como el icono que preparase a la Casa Real como
institución protopolítica a entender los cambios en el mundo, la tecnología y
la sociedad. Las personas querían ver una reina que de vez en cuando mostrara
sus sentimientos ante el ojo público. El acecho de los medios de comunicación y
las empresas publicitarias no terminaron con el entierro de Diana en el Parque
del condado de Spencer, el Althorp Park. Estampas, sellos y una infinita
cantidad de memorabilia se puso a la venta. Diana sirvió como un icono de la
realeza para la prensa, pero no terminó el entrelace de medios y corona con la
fenecida. El efecto Diana se transfirió a la corona, en especial a sus hijos,
los futuros protagonistas de la familia real.
Aunque
en un principio los británicos y el mundo señalaron a la prensa y al hambre por
el precio que costaba una primicia sobre la princesa, los mismos medios de
comunicación se encargaron de amonestar a la familia real británica por no
compartir el sentimiento colectivo de perdida que sentía el mundo. Diana era un
fenómeno que se hizo común en todos los confines del globo, aunque
políticamente no estaba vinculada con nadie en países como Japón, EEUU y
Brasil, las personas hicieron las mismas filas que aquellos países donde sí
Diana tocaba un somero protagonismo por ser de la mancomunidad de naciones
como: la India, Australia y Canadá. Gales dejó de ser un termino para un país
integrado del Reino Unido para convertirse en un termino populista global, en
cierto aspecto Gales era la villa global y la familia real británica con el
icono de Diana se convirtió en la familia real del mundo entero.[25]
Bibliografía
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Fuentes Electrónicas
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Nota
de agradecimiento del autor:
Mis
más profundos agradecimientos son para: Dios, primer motor en el orden
teleológico de mi vida y del sentido de las cosas; para mi madre, Nora E.
Figueroa y mi abuela Esperanza Díaz Vda. De Figueroa. Me quito el sombrero ante
los bibliotecarios de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, la
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y la Pontificia Universidad
Católica de Puerto Rico. A la Dra. Luz I. Pérez Quiñones y al catedrático que
imparte el curso, el Dr. Luis Ángel Ferrao, por inculcar una disciplina
académica de excelencia y fomentar la integración curricular en nuestros cursos
de historia. Dedico esta humilde
aportación a la Profesora Luz Celenia Torres, para mí simplemente Lucy, una
segunda madre y veraz maestra de las humanidades como fuentes del humanismo que
encontramos en el calor fraternal.
[1] Peter Childs and
Mike Storry, eds., Encyclopedia of Contemporary British Culture (London:
Routledge, 1999), 103.
[2] John A. Taylor, Diana,
Self-Interest, and British National Identity (Westport, CT: Praeger
Publishers, 2000), 75.
[3] Iden.
[4] Ibid, 117.
[5] Mari Boor Tonn,
"Princess Diana and Baseball: Encouraging the Critics of Culture to Play
Fair," Women's Studies in Communication 22, no. 1 (1999): 112.
[6] John A. Taylor, Diana,
Self-Interest, and British National Identity, 47.
[7] Mallory Wober. Media and Monarchy (Nova Science Publishers (2000)), 56.
[8] Ibid, 57.
[9] Jenny Kitzinger,
"4 The Moving Power of Moving Images: Television Contructions of Princess
Diana," in The Mourning for Diana /, ed. Tony Walter (New York:
Berg, 1999, accessed 17 May 2007), 65.
[10] John A. Taylor, British
Monarchy, English Church Establishment, and Civil Liberty (Westport, CT:
Greenwood Press, 1996), 25.
[11] Mari Boor Tonn,
"Princess Diana and Baseball: Encouraging the Critics of Culture to Play
Fair," Women's Studies in Communication 22, no. 1 (1999): 112
[12] John A. Taylor, Diana,
Self-Interest, and British National Identity, 51.
[13] Ibid, 67.
[14] Tony Walter, ed., The
Mourning for Diana (New York: Berg, 1999), 19.
[15] John A. Taylor, Diana,
Self-Interest, and British National Identity (Westport, CT: Praeger
Publishers, 2000), 25
[16] Tony Walter, ed., The
Mourning for Diana, 123.
[17] Esto de un total de 58 millones
de habitantes del Reino Unido.
[18] John A. Taylor, Diana,
Self-Interest, and British National Identity, 54
[19] Adrian Kear, and
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[23] Adrian Kear, and
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[24] Robert Lacy, Monarch: The Life and Reign of
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[25] Adrian Kear, and Deborah
Lynn Steinberg, Mourning Diana: Nation, Culture, and the Performance of
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