Autor: Pablo L. Crespo Vargas
Versión revisada de artículo publicado por FUNESPA, 19 de marzo de 2013
Última actualización: 21 de marzo de 2019
ÁFRICA: UN CONTINENTE POR CONOCER EN PUERTO RICO
Una de las peculiaridades dentro del conocimiento colectivo puertorriqueño es la ignorancia que tenemos sobre el continente africano y todas las aportaciones etnoculturales provenientes de esta zona que han sido fundamentales en nuestro desarrollo como sociedad caribeña y antillana. El hecho de que la abolición de la esclavitud hubiera ocurrido hace 146 años (22 de marzo de 1873), no ha limitado los prejuicios que la sociedad de manera general desarrolló sobre la población afrodecendiente, que durante los 364 años anteriores había sido deshumanizada por la trata negrera, creando una serie de mitos que aún perduran y que pocas veces se clarifican. Entre esos mitos, el que posiblemente fue el de mayor ímpetu, indica que los africanos provenientes de los territorios al sur del Sahara eran salvajes e incivilizados; por lo cual, no tenían capacidad para crear sociedades políticamente organizadas y, mucho menos, para poder determinar su propio destino.
La realidad fue otra; ya que anterior a la llegada de los europeos al África Negra, diversos grupos poblacionales de esta región habían desarrollado estructuras sociales y económicas, suficientemente organizadas para la creación de entes políticos, comparables con los reinos e imperios que en Europa se desarrollaron. Aunque la mayoría de estos estados políticos habían recibido la influencia del mundo islámico, su estructura era básicamente nativa. De hecho, algunos de estos reinos, se originaron mucho antes del contacto con el mundo árabe.
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Imperios, reinos y grupos de poder del África Occidental (siglos IX-XIX).
Fuente del mapa: http://exploringafrica.matrix.msu.edu |
Un ejemplo fue el reino, más adelante imperio, de Ghana, el cual comienza a estructurarse antes del siglo IX (la tradición oral, nos lleva al periodo anterior al siglo IV d.C.). Este reino, al establecer contacto con la civilización árabe, por medio de intercambio comercial, en un principio, y luego por los misioneros islámicos, llevó a que su élite gobernante, se nutriera de conocimientos y aspectos tecnológicos procedentes del mundo árabe que ayudaron a la formación de un estado, con pretensiones expansionistas. En su cénit, en el siglo XI, según el geógrafo e historiador hispanóarabe Al-Bakri, la estructura imperial de Ghana podía movilizar 200,000 hombres al campo de batalla, cifra impresionante para esa época. Este impero comenzó a decaer con las incursiones militares de los almorávide, fundamentalistas islámicos del noroeste de África, los cuales llegaron a la zona, aproximadamente, para el año 1076. Luego de la caída de Ghana, surgieron los reinos e imperios de Malí (siglos XIII- XVI) y Shongai (siglos XV- XVI), ambos en lo que había sido el territorio ghanés.
Hacia el centro de la zona del Sahara, circundante al lago Chad, en el siglo VI, se inició el desarrollo de la llamada civilización Sai y el impero de Kanem (apróx. 700-1386). Luego de su disolución, varios reinos independientes se forman hasta la llegada de la fuerzas imperialistas europeas en el siglo XIX. Hacia el suroeste de Kanen, ocupando partes del actual territorio de Nigeria, Niger, Camerún y Chad, se estableció el reino o impero de Bornú (1380-1893), al igual que otros reinos sucumbió a los avances europeos.
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Vista de murallas de la ciudadela del Gran Zimbawe desde
el interior de la ciudadela. Foto de Jan Derk (1997). |
Fuera de la influencia musulmana y excluyendo los diversos reinos o monarquías cristianas que se desarrollaron en Eritrea y Abisinia (hoy día Etiopía), las cuales se dieron entre los siglos XIII al XX, mucho más al sur, se dieron dos formaciones políticas poco conocidas: el reino de Mapungubwe (siglo XIII) y el del Gran Zimbawe (siglos XIII-XV), ambos en la región suroriental de África. Estos estados establecieron sus centros de poder en ciudades construidas alrededor de una fortaleza o ciudadela de piedra, la cual se ha conservado hasta nuestros días. Estas ciudadelas tenían murallas, que podían alcanzar, en el caso del Gran Zimbawe, los once metros de altura y una extensión que sobrepasaba los 250 metros. Su capacidad poblacional era de 200 a 300 residentes, que podía incluir a la élite gobernante y a los altos puestos militares. En el área externa a las murallas se desarrolló un gran centro comercial donde se intercambiaban productos provenientes de tierras tan lejanas como China. A la llegada de los portugueses a la zona, en el sigo XVI, las ciudadelas ya habían sido abandonadas.
El denominador común, en las formaciones político-territoriales que hemos presentados, fue el domino de rutas comerciales y de intercambio que propiciaron el enriquecimiento económico, tecnológico y de conocimiento de la élite gobernante de cada región, que para mantener su hegemonía formaron estructuras político-sociales avanzadas, a las que existían a su alrededor. Con la llegada de los europeos al sur del Sahara, la dinámica entre estos y los diversos reinos existentes, promovieron la creación de nuevas organizaciones políticas y sociales, destinadas a suplir una de las mayores necesidades del expansionismo europeo a partir del siglo XVI: la trata humana para fines económicos, en otras palabras, la esclavitud.
Algunas referencias de la historiografía
caribeña sobre el tema africano
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