La era trumpiana y la profecía de Putin
José E. Muratti
Toro
"Converso"
por FB (él en Houston, yo en Hato Rey) con el amigo Alfonso Rodriguez sobre la
reacción de los estadounidenses a la violencia institucional y, a la vez,
anti-institucional, así como los tradicionales usos y costumbres que Donald ha
prometido y ha nombrado a quienes las habrán de implantar.
Pienso que si a
las agencias policiales y las milicias "se les va la mano", podrían
haber revueltas y rebeliones que, o frenen al gobierno, o desemboquen en una
asimétrica e híbrida guerra civil.
Por otro lado, no
sé si la afición por el consumo y la vida cómoda, aunque cada vez más
empobrecida les mueva a rebelarse. Creo que el catalítico sería la suma de
acciones violentas contra poblaciones vulnerables. De lo contrario, como en
tantos otros ejemplos históricos, se refugiarán en la bebida, las drogas y la
complacencia de que "al menos no es contra los míos".
El convencimiento
por desinformación e información premeditadamente falsa de que los
"otros" causan la discordia o son las notas discordantes, va a ser
determinante de la reacción porque su condición de marginación y desventaja no
la ven como desigualdad económica, de clase social, sino como desplazamiento
por otros que han sido convencidos que le han arrebatado sus derechos, sus
privilegios y su lugar.
Lo que se avecina
no es poca cosa y será en tantos frentes a la vez que la población se
desconcertará y no encontrará remedio ni refugio en las instituciones
tradicionales. El pueblo estadounidense siempre ha sido invasor, nunca
invadido. Por lo tanto, no se ve a sí mismo como capaz de vencer a un dictador
interno, siempre a los "otros"... "eso aquí no sucede" ...de
ahí que quien se anunció como "dictador por un día" saliera reelecto.
Sobre todo, y en
desafío al concepto marxista de "consciencia de clase" indispensable
para derrocar una tiranía, los estadounidenses, incluso los unionados, no se
consideran "trabajadores", se consideran miembros de las ocupaciones
que realizan pero que no constituyen un "clase" como tal. Aceptarlo
contravendría la creencia ultrageneralizada de que cualquiera puede llegar a
ser millonario y, asumir un rol de trabajador, de proletario, sería renunciar a
esa cumbre del "sueño americano".
Los empresarios
multimillonarios siempre han logrado utilizar las fuerzas armadas, policiales y
militares de los gobiernos contra quienes protesten, desde la huelga contra los
fabricantes de vagones Pullman a finales del siglo XIX hasta las protestas contra
la guerra de Vietnam en los 60s pasados.
Esta vez no será
diferente. A diferencia de la consciencia generalizada sobre los "robber
barons" del XIX y el aparato militar-industrial que estuvo dispuesto a
asesinar a Kennedy para entrar de lleno en Vietnam, esta vez los billonarios de
la era tecnológica ocupan posiciones de poder dentro del gobierno de Trump y
los Demócratas no tienen un discurso, una estrategia, incluso una diferencia
ideológica, con esa clase billonaria abocada a controlar la totalidad de las
instituciones privadas y públicas. ¿Qué van a hacer los demócratas: intentar
establecer una social-democracia a la Unión Europea?
Sus aspiraciones
son las mismas que las de los republicanos, pero light, woke, nadando en el
mismo lago del enriquecimiento desmedido, pero guardando la ropa para donarla a
los menos afortunados, con énfasis en la ausencia de fortuna.
Putin dijo
recientemente que Trump sería el Gorbachov de los EEUU, haciendo referencia a
que el intento de "democratización" de la URSS mediante la perestroika
la condenó al fracaso. El amigo Arturo Rodríguez observa, a mi entender
acertadamente, que Trump es más bien el payaso Yeltsin, aunque sin el
alcoholismo. Pero el mensaje de Putin pienso que es que Trump hundirá su
nación, para beneplácito del eje antiestadounidense compuesto por Rusia, China,
Hungría, Corea del Norte e Irán, con Nicaragua, Cuba y Venezuela de porristas
(chearleaders) en las gradas.
Putin aprovechará
y continuará saboteando a la UE e intentará anexarse nuevamente los países del
Báltico y, eventualmente Polonia, Chekia y lo que aparezca en los Balcanes para
la gloria de la madre Rusia.
Los EEUU
sustituirán a Trump con algún fascista en ciernes que aún no ha despuntado y
renunciarán a regañadientes a su rol de policía del mundo motivando al aparato
militar-industrial a establecerse en otros países que les resulten rentables,
con la anuencia de China y la India, próximos ejes de producción y consumo
mundial.
Claro, todo esto
si Putin no se impacienta y lanza una ojiva nuclear, y Trump y la OTAN se ven
obligados a responder en cuyo caso, este comentario será parte de un legado
histórico enterrado en algún servidor antiguo y no frito por un virus
destructor de la infraestructura cibernética occidental.
No hay muchos
motivos para esperanzarse. En esta guerra avisada morirán muchos, demasiados. Y
este comentario, catalogado de disparatado e iluso, se olvidará, como todo lo
que nos dicen los libros sagrados que no ocurrió antes.
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